Universidad Metropolitana de Honduras Sociología Msc. Fredy J. Macías Díaz. Ruth Mercedes Castillo Sánchez (202402562) Ensayo sobre los tipos de interacciones sociales Tegucigalpa, MDC., Honduras 10 de Noviembre de 2024 Para esta asignación, me he propuesto un reto: realizar el trabajo sin buscar ayuda en la web (en la medida de lo posible) y basarme únicamente en lo aprendido en clase y en la presentación compartida en la plataforma. Esta decisión nace del impacto que me causó una imagen en la presentación compartida en la plataforma que muestra una pirámide social. En esta, los grupos se organizan jerárquicamente desde la base, donde están los agricultores y ganaderos, pasando por los artesanos, herreros y comerciantes en el nivel intermedio, hasta llegar a la cima con los líderes, sacerdotes y militares que son la clase privilegiada. Esta pirámide me recordó la organización de las antiguas civilizaciones, como las de los mayas, y de las sociedades medievales, donde la monarquía gobernaba sobre las clases inferiores. Al observar esta representación, me cuestioné si realmente hemos avanzado. Pese a los cambios sociales y tecnológicos, las clases y los privilegios siguen tan marcados como en aquellas épocas, limitando nuestras aspiraciones desde que somos pequeños. A través de este trabajo, quiero dar a conocer cómo esta estructura social afecta nuestras interacciones, ya sea de manera accidental, repetida, regular o regulada, y cómo influye en nuestra manera de formar la sociedad y nuestro lugar en ella. En épocas pasadas, las monarquías gobernaban con un poder absoluto y establecían las jerarquías sociales de manera rígida. Los campesinos debían tributar y trabajar en beneficio del rey y sus nobles, quienes controlaban cada aspecto de sus vidas, desde sus propiedades hasta sus costumbres. Actualmente, aunque ya no vivimos bajo una monarquía, el poder sigue concentrado en unas pocas manos y las clases sociales continúan definiendo a las personas desde su nacimiento. Este cambio en los medios de control social ha llevado a un sistema en el que trabajamos para “amos modernos” que ya no se encargan de darnos techo o alimento, sino que ofrecen salarios que apenas cubren nuestras necesidades. Este cambio en las dinámicas económicas ha facilitado la creación de un sistema educativo que en lugar de fomentar la libertad de pensamiento o el espíritu emprendedor, prioriza la formación de trabajadores eficientes y obedientes, destinados a mantener el engranaje de una estructura ya establecida. No digo que la división de poderes de Montesquiu estubo mal sino que se han apoderado de una forma indebida de estos tres poderes. (Montesquieu, 1748) Este contexto nos lleva a reflexionar sobre cómo las interacciones sociales se desarrollan en función de esta estructura social y cómo influyen en nuestras experiencias personales. Las interacciones accidentales, repetidas, regulares y reguladas se convierten en los canales por los cuales aprendemos, directa o indirectamente, las limitaciones y reglas de la sociedad. Cada tipo de interacción tiene un impacto distinto, que puede moldear nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos, reafirmando nuestro lugar en la pirámide social o motivándonos a cuestionarlo. Las interacciones accidentales ocurren sin previo aviso y aunque suelen ser breves, pueden dejarnos enseñanzas muy buenas. Un recuerdo que viene a mi mente es una conversación que tuve con mi abuelo en una visita de las raras veces que lo hacia sin avisar. Mi abuelo es una persona que ha trabajado en el campo toda su vida, enfrentando las mismas dificultades que miles de hondureños en áreas rurales. A pesar de no haber tenido muchas oportunidades de estudio, él ha adquirido una sabiduría que solo la experiencia puede dar. Durante aquella breve charla, me compartió sus vivencias y cómo había aprendido a valorar la vida, la familia y la comunidad. Sus palabras me dejaron pensando en cómo la educación formal no es la única fuente de conocimiento. Estas interacciones accidentales me han enseñado que el conocimiento y la sabiduría no siempre vienen de la academia, sino de la experiencia cotidiana y de las luchas que otros han tenido que enfrentar en un sistema que a menudo los margina y les impone barreras. Estas lecciones accidentales nos ayudan a ver la realidad desde una perspectiva más humana, acercándonos a quienes tienen menos y al mismo tiempo a quienes poseen una riqueza emocional y una capacidad de resiliencia que pocas veces se valoran en la sociedad. La transmisión de estos conocimientos, que no se encuentran en los libros de texto, nos permite entender los retos de nuestra realidad, la importancia de las relaciones personales y la capacidad de adaptación frente a un sistema que no siempre es justo. Las interacciones repetidas son aquellas que se producen de manera constante, ya sea en el ámbito familiar, escolar o comunitario. Estas interacciones diarias crean un sentido de pertenencia y de apoyo mutuo. Un ejemplo de esto son las experiencias que tuve en la Escuela Esteban Guardiola, donde compartía diariamente con mis compañeros de clase. En esos encuentros cotidianos, no solo aprendíamos los contenidos académicos, sino que también desarrollábamos lazos de amistad y confianza que aùn hoy recuerdo con cierta nostalgia. Estas interacciones repetidas son fundamentales para la construcción de nuestra identidad, ya que nos permiten vernos reflejados en los demás y entender que no estamos solos en nuestras luchas. A través de la convivencia diaria, aprendemos el valor de la lealtad, la solidaridad y el respeto por los demás. Estas interacciones repetidas son también un recordatorio que si bien es cierto nuestras vidas sigan caminos distintos, los lazos de amistad y valores que construimos a lo largo de los años son valiosos y duraderos. Las interacciones regulares son menos frecuentes que las anteriores, pero tienen un significado particular. En mi vida, estas interacciones se dan principalmente en reuniones familiares y eventos comunitarios como ir a la iglesia. Aunque no suceden a diario, tienen una constancia que les da un valor especial. En cada reunión, compartimos historias familiares, recordamos anécdotas del pasado y revivimos nuestras tradiciones. Estos momentos nos ayudan a mantener vivas nuestras raíces y nos permiten conectar con nuestra historia personal y colectiva. Un ejemplo de estas interacciones regulares son las celebraciones de cumpleaños de un mienbro de mi familia. Cada vez que alguien cumple años, nos reunimos para celebrarlo. Es una tradición que hemos mantenido, en la que cantamos “Las Mañanitas”, preparamos una comida especial y si es posible, le obsequiamos al cumpleañero una prenda nueva. Aunque parezca una celebración sencilla, estos gestos refuerzan los lazos familiares y nos permiten expresar nuestro cariño y aprecio. Estas reuniones familiares me han enseñado el valor de la tradición, la importancia de respetar a los demas miembros de la familia y la necesidad de transmitir estos valores a las generaciones futuras. A través de estas interacciones, he comprendido que la familia es un pilar fundamental en nuestras vidas y que las conexiones que construimos con nuestros seres queridos son la base de nuestra identidad y nuestro sentido de pertenencia. Las interacciones reguladas son aquellas que se producen en entornos donde existen normas y reglas específicas, como en la escuela o el trabajo. Estas interacciones nos enseñan la importancia de respetar las estructuras y jerarquías, y de adaptarnos a las expectativas de los demás. En la escuela, por ejemplo aprendí a seguir ciertas normas y a respetar a los maestros y compañeros. Estas interacciones me ayudaron a desarrollar un sentido de disciplina y a entender que el respeto mutuo es fundamental para una convivencia armónica. En el ámbito laboral, las interacciones reguladas también juegan un papel importante en mi desarrollo personal y profesional. La experiencia en el trabajo me ha enseñado que las normas y estructuras jerárquicas pueden ser una guía para el crecimiento, siempre y cuando se basen en la justicia y el respeto. Sin embargo, estas interacciones también me han llevado a cuestionar la rigidez de algunas normas y a reflexionar sobre la importancia de encontrar un equilibrio entre el respeto a la autoridad y la dignidad personal. Al analizar estos tipos de interacciones sociales, me doy cuenta de que nuestras experiencias y relaciones están profundamente influenciadas por la estructura de clases que define nuestra sociedad. A través de las interacciones accidentales, repetidas, regulares y reguladas, aprendemos a comprender nuestro lugar en la pirámide social y a adaptarnos a las expectativas de la sociedad. Sin embargo, también nos ofrecen la oportunidad de cuestionar estas limitaciones y de buscar formas de superarlas. Aunque vivimos en una sociedad moderna, los privilegios y las desigualdades persisten, y el acceso a oportunidades sigue estando marcado por el origen social de cada individuo. Desde pequeños, somos educados para aceptar estos límites y para conformarnos con un rol determinado. Sin embargo, al comprender el impacto de estas interacciones en nuestras vidas, podemos comenzar a cuestionarnos y a explorar nuevas formas de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. Este análisis me lleva a concluir que la estructura social sigue limitando nuestras aspiraciones, el cambio comienza cuando nos atrevemos a desafiar estos esquemas y a buscar un futuro en el que todos tengamos acceso a oportunidades de desarrollo y crecimiento. Las interacciones sociales son un reflejo de la sociedad en la que vivimos, pero también son una oportunidad para transformar nuestras relaciones y para construir una sociedad más justa y equitativa, donde el respeto, la dignidad y la solidaridad sean los valores que guíen nuestras acciones. Bibliografía Montesquieu. (1748). El espíritu de las leyes.