1 2 PERÚ Y CHILE HISTORIA DE UNA ENEMISTAD JhorOgleivU ergaarte 3 4 14 de febrero de 1879, Chile invadió militarmente Antofagasta, entonces territorio de Bolivia. 5 PERÚ Y CHILE, Historia de una enemistad Tercera edición, agosto 2018, 1000 ejemplares. © Jhorge Enrique Ugarte Olivera © Editorial Cuentos de Lodo. Gráficos y mapas: fotografías Villa María del Triunfo Fan Page: El profe sobre ruedas Telf. 930575401 Correo electrónico: koki9896@hotmail.com Impreso en Perú Corrección y diseño de la portada por el mismo autor. Libro publicado para las Bibliotecas Itinerantes de El Ag usetriencohyoseldm Suedaam ©D e aouvitm orieenstáonArPeEsIeyrvlaodsobsucsoensfdoerm leyé.rica. 6 “Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla” Cicerón Dedicación Porque creí que lo mejor del mundo sería ser un gran escritor, pero descubrí con ustedes que lo más hermoso era despertar a su lado: para mis amados hijos, Goergette y Gerardo 7 8 ÍNDICE Biografía Introducción ¿Inglaterra ayudó a Chile en la Guerra del pacífico? Culturas Pre-Hispánicas Durante el Virreinato / Invasión española al Perú Invasión al territorio actual de Chile / Los españoles en el territorio actual de Bolivia 11 13 16 21 25 Relación en la República / Independencia de Chile San Martín el Perú Independencia de Bolivia 29 30 32 P a íG elih ,iaGyuePrerarúdaenltaesCdoenflaedGeruaecriróandel Erciomneorm a udeerrCahciolen, C Boliv Salitre y su situación política / Economía chilena Economía boliviana Economía peruana Problemas limítrofes entre Chile y Bolivia desde su Independencia Resumen de la situación política y económica antes de 33 la guerra / Ley del Estanco del Salitre Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia Nula adquisición de armamento Intento por incorporar a Argentina al Tratado Tratado Bolivia – Chile 1874 Estatización del salitre El impuesto de los 10 centavos Misión Lavalle 56 57 60 61 62 63 64 66 Primeras reacciones ante la declaratoria de guerra Escuadras de Chile y Perú 75 79 9 26 39 40 42 47 Fortificación de los puertos peruanos Estrategias de ambas escuadras Primeros movimientos Los barcos que nunca se compraron Combate de Iquique 80 81 83 86 89 Responsabilidad de More 96 Primeras correrías del Huáscar 97 Crisis política chilena por las hazañas de Grau / Nuevas incursiones de Grau 103 Chile se enfila a capturar el Huáscar 106 Ascenso de Grau 107 Momentos previos al Combate de Angamos 108 Miguel Grau solicita la expedición / El monitor Huáscar no había pasado mantenimiento 109 Combate de Angamos Observaciones sobre Grau 111 117 10 BIOGRAFÍA Jhorge Enrique Ugarte Olivera nació en La Victoria, el 3 de enero de 1989. Hijo de Alfonso Ugarte Gavidia y María Olivera Carranza, ambos maestros de escuela y el último de ocho hermanos. Se inició en la Literatura a los 12 años, con la muerte de su madre. Según ha contado en algunas entrevistas, empezó a escribir sobre ella para “no olvidarla”. Estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza cuando esta era escuela y aunque no terminó la carrera ha ejercido de manera independiente el periodismo a través de las redes sociales. Su primera publicación fue el libro de cuentos Recuerdos de Lodo en el 2012; el mismo año publicó Asueto para vivir, una novela breve que le tpruabjolicb enaatisldcer,ítnicoavsela deplícG de 13 óuM are am y iroom ánEtisccar;iteonreesl 2d0e1l 4P, eErlúc;oleen, oeblra20co n tres cuentos llenos de humor y pillería escolar. Pero no sería hasta el 2017 que incursiona en la Literatura Histórica con su obra Perú y Chile, historia de una enemistad. Con esta última publicación ha viajado a Chile, Bolivia y el sur del Perú explicando los orígenes de nuestra rivalidad añeja con el país mapuche. Sube a los buses hace más de seis años intentando ganarse un espacio en la biblioteca de los peruanos. 11 12 INTRODUCCIÓN Ha pasado más de 140 años desde que Chile nos declaró la guerra -5 de abril de 1879-. Mucho se ha escrito y discutido sobre las causas de esta declaratoria; sin embargo, en la mayoría de fuentes nacionales se exime al Perú de responsabilidades y se presenta a Bolivia como un país débil que fue defendido por un país más grande -el nuestro-; pero, sobre todo, Chile es mostrado ante los peruanos como un país expansionista, atrevido, pleitista y codicioso. En gran parte lo era y este libro no va a defender a quienes dirigieron la guerra por parte del enemigo, quien estuvo lleno de rencores y complejos que lo condujo a la más vil actitud frente a los civiles peruanos durante el conflicto; no obstante, tampoco sería justo seguir negando las responsabilidades de quienes nos gobernaron durante los años previos al enfrentamiento, políticos involucrados en actos de corrupción y anarquía, los mismos que dividieron al Perú y lo llevaron a la bancarrota hasta el punto de ser considerados por Gran Bretaña como “un país delincuente” – Alfonso Quiroz, Historia de la Corrupción del Perú-. La versión peruana afirma que los motivos que condujeron a Chile para iniciar la Guerra del Salitre1, fueron los siguientes: Primero, el impuesto de los 10 centavos del presidente boliviano, Hilarión Daza2, a la empresa chilena-inglesa que explotaba el salitre de Antofagasta -Compañía de Salitres y Ferrocarriles Antofagasta-. 1.- Algunos historiadores prefieren llamar a este conflicto de esta manera en vez de Guerra del Pacífico, pues en el mar se combatió apenas seis meses; sin embargo, el verdadero origen del enfrentamiento fue por el dominio del mercado salitrero en el desierto de Atacama. Por ello, es más adecuado llamar Guerra del Salitre a este acontecimiento histórico. 2.- Hilarión Daza Groselle nació en Sucre, Bolivia, el 14 de enero de 1840. Ingresó a la carrera militar desde muy joven y a inicios de 1871 asumió el mando del Batallón Colorados. Llegó a la presidencia de su país por medio de un golpe de estado en 1876. Dos años más tarde sería rectificado su cargo como P idiae.ntFeuP ulemdaendcarteoareestlu“viomlpiu meisttaododeploors n1o0 pcoednetar vsousp”era lralo ob Broelsiv e reolvrieso sprion. sS ab CsSp FrA , lperm ovaos ceacnodnoólm a igco userd rae. Durante el conflicto un golpe de estado de la cúpula militar le quitó el poder. Huyó a Arequipa y luego a Europa. Fue asesinado el 27 de febrero de 1894 por sus propios custodios. Había regresado a su país para responder a quienes lo llamaban traidor. 13 Segundo, el Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia firmado el 6 de febrero de 1873 en Lima, que había sido exigido su secretismo, pero terminó llegando a oídos del gobierno del sur, provocando en este un celo profundo3. Tercero, las ambiciones expansionistas de Chile desde su Independencia. Sin embargo, esta historia también merece ser conocida desde la interpretación de los otros países que participaron en este histórico conflicto, es decir, las versiones de Bolivia y Chile. Por parte de Bolivia, que para 1879 mantenía el Tratado de Alianza Defensiva con nuestro país, existe una coincidencia con nuestra historia a la hora de enumerar los motivos de la guerra y, obviamente, en acusar a Chile de provocarla. A unbqicuieonseuss ehxisptaonrsiaiodnoirsetsaspodneenChm ilue.chEon meásstaénofbarsais heenmloas am realizado una detallada explicación sobre los conflictos limítrofes entre Chile y Bolivia antes de la guerra, la misma que puntualizaremos más adelante. Chile, como es evidente, niega el tercer motivo -aunque coincide con los dos anteriores-, según la versión peruanoboliviana, pues aseguran que su límite al norte era el paralelo 23 y no 24, por consecuencia, no fue una “ambición expansionista” posicionarse de Antofagasta el 14 de febrero de 1879, sino, una reivindicación de su legítimo territorio. Sumado a esto, el gobierno de Chile y la gran mayoría de sus historiadores, también apuntan otro motivo muy importante de analizar por todos los peruanos, que fue “la intención por parte del gobierno de Perú, de borrar a Chile del negocio salitrero de Antofagasta (Bolivia), para convertirse en el único exportador de nitrato en el mundo”. El historiador chileno Sergio Villalobos, asegura que Perú y Bolivia buscaron una guerra con Chile al firmar el Tratado de Alianza seis años antes. Para este ilustre intelectual chileno, 3.- Tratado de Alianza Defensiva Perú - Bolivia, firmado por José Riva Agüero (Perú) y Juan de la Cruz Benavente Bolivia . 14 el Tratado de Alianza firmado por los aliados no fue solo un acuerdo militar, sino y, sobre todo, un convenio comercial del caliche. Otro historiador chileno, esta vez Gonzalo Bulnes, en su obra Guerra del Pacífico, es muy enfático al precisar que los aliados, debido a su enrome crisis fiscal, necesitaban de los recursos salitreros de Antofagasta aunque para ello tuvieran que echar a Chile del litoral a la fuerza o por presiones diplomáticas. Tomando la versión chilena como cierta, no es justificación para declararle la guerra a dos países. Los aliados no habían disparado una sola bala ni invadido ningún puerto, que no sean los suyos, para dar inicio al conflicto. Al parecer, Chile había buscado un pretexto durante años para iniciar una glíumeirtreas. quPeerleú acyredBiotalisveial,osvruiclnoesrtaebrlreistorpioosr alsunorqteuedberasduas economía, no pudieron frenar la creciente expansión chilena. Peor aún, se aliaron creyendo que de esta manera frenarían el avance de su vecino. Chile, antes de la declaratoria de guerra, se encontraba perfectamente listo para una invasión al Perú, sus agentes políticos ya habían viajado a los países más poderosos de la época para servir como espías de su gobierno y evitar a toda costa que nuestro país adquiriera aErsm e pello,codnefliclotos. m Y ucicehrotas mqeunetedlaorelomgorasráenn. e qnutoeñdoureajnetm team pe adelante, demuestra que Chile sí se había preparado para la guerra contra nosotros aunque sus historiadores aseguren que esa organización bélica era contra Argentina. La poca suerte que había obtenido durante su Independencia al contar con un territorio infértil y limitado, sin poder cruzar su frontera al sur, donde los mapuches se mantenían en el río Biobío, con malos climas, con pocas riquezas muy alejadas de las bonanzas de Perú y Bolivia, todo esto engendrará un celo enorme hacia ambos vecinos, 15 véase la Doctrina Portales-, aunque también de Argentina, por su gran extensión territorial. Si Chile no provocaba la guerra para ganar los ricos territorios de Antofagasta y Tarapacá, sufría el riesgo de ser absorbido por los países colindantes. Esta guerra les era no solo necesaria, sino imCpornesrceifnedreibnlcei.a a los 10 centavos que impuso el presidente boliviano, Hilarión Daza, a la empresa chileno-inglesa, tampoco es un motivo para invadir un país y declararle la guerra a su aliado, aunque no deja de ser una absurda medida y una provocación al enfrentamiento por parte de Daza. Este es otro punto importante de analizar. Si Bolivia no hubiese contado con un Tratado de Alianza Defensiva con el Perú, jamás se hubiese comportado con tanta altanería con scuamvepcaiñnao ndaevl aSlury. N taárlsospreencaurnia a suo steitnuía cnióbnareccoosnpóamraiceanefrreanm que la nuestra, su “as bajo la manga” era la defensa que Perú tendría que asumir por convenio del 73. Sin embargo, este acuerdo secreto lo había solicitado el Gobierno Inca al país altiplánico, fue el presidente Manuel Pardo que solicitó la alianza que nos costarán vidas irrecuperables y territorios ricos como Tarapacá y Arica. ¿EIxnisgtleatuenrraa daiyvuudlgóacaióCnhiliemepnorltaaG l Paraceífniccou?enta, ntueerdrea d toem aquella en la que Inglaterra provocó la guerra entre estos tres países de Sudamérica, para adueñarse del salitre de Perú y Bolivia. ¿Cuánto de verdad tiene esto y cuánto de mito lo compone? Es cierto que Gran Bretaña nos perjudicó durante la guerra al decomisarnos dos cañoneras compradas en Reino de Alemania después de la captura del Huáscar, el Diógenes y el Sócrates, a las que intentamos confundir usando bandera griega, argumentando que sus aguas eran neutrales, por 16 consecuencia, no podía permitir que embarcaciones peruanas se desplazasen por ellas. Lo que no se ha podido comprobar hasta la fecha con documentos fehacientes, es el hecho de que Chile haya recibido armas o dinero por parte de Inglaterra durante el cEonncfalliactdoa. Ssie bcieonsltorsuybelrinodnadeons IcnhgilaetneorsraC, oeclhrHaunáe sycaBr layncloa Independencia de nuestra heroica armada también fueron construidos en este país pues eran los mejores artilladores de la época. El gobierno británico no se vio directamente involucrado. La prensa, en cambio, sí apoyó abiertamente a Chile, se comprueba en el caso del Times, que aseguraba que Chile era un país que abría el mercado salitrero, mientras que el Perú quería monopolizarlo. ioasdiunrgoleseens m noattaerroian qecuoenC hile mLáos s seóm lidporesyarm óm icaerya puonlítpiacaís, comparándolo con el Perú, un país endeudado con los franceses, atrasado en sus pagos y quebrado, con golpes de estado constantes, con pugnas por llegar al poder, con una enorme brecha económica entre los ricos y pobres. Chile también tenía una alta deuda interna y externa, pero mantenía los pagos de al menos los intereses que generaban estos préstamos que, en su gran mayoría, habían sido aEdvqidueiri ntdeomsentpealreas erl a mcáosm copnrvaenideenteadremsapm reesntitgoiar m alilit Pearrú. de todas las maneras posibles, así como evitar que recibiera préstamos durante la guerra. Son empresarios ingleses quienes, al concluir la guerra, saldrán favorecidos con la victoria de Chile, en especial John Tomas North4, pero no por 4.- Empresario inglés que forjó una fortuna inacabable durante la Guerra del Salitre. Se inició exportando herramientas de Europa hacia Iquique. Luego alquiló la Compañía de Aguas de Tarapacá (CAT) que se encargaba de abastecer de este recurso a toda la región. Cuando Chile invadió Iquique, los dueños de la compañía que arrendó Jhon Tomas huyeron del Perú, el gobierno chileno reconoció a este como legítimo propietario de la CAT. Durante la guerra compró la mayoría de empresas salitreras de Tarapacá, pues sus dueños pensaban que Chile no reconocería a los verdaderos propietarios una vez culminado el conflicto. Jhon Tomas North aprovechó el trágico momento comprando estas compañías a precios ridículos. Tuvo suerte -o estuvo todo planeado-, en 1881 y 1882, el gobierno mapuche reconoció a los nuevos propietarios, dándole a North el 60% de las salitreras tarapaqueñas. Fue conocido como el “Rey del salitre”. 17 un interés del gobierno del Sur, sino que los dueños de las salitreras de Tarapacá al darse cuenta de la inminente derrota peruana en la guerra, empezaron a rematar las acciones de sus empresas pues temían que de ganar Chile no respetarían a los dueños de entonces, quien aprovechó la cNoom rtphr.aCaupanredcoioCshrildeícgualonsó dlea egsutaesrraccrieosnpeestófuea JloohsndTuoem ñoas actuales y no estatizó las salitreras. No fue un pago a los ingleses. Este es un rumor muy difundido por los peruanos y chilenos, más que nada en el sector político de izquierda que le echa la culpa al “imperialismo” británico; sin embargo, quienes defiende esta tesis no la sustentan con evidencia alguna, ni periodística, ni mucho menos histórica. elibnroe Cdáece1r9e2s1c, opnocredeiló4a2l diEarniolaLeanCtrreóvniisctaa, qelue27AndderénsovAivem aniversario de la Batalla de Tarapacá que él dirigió y ganó durante la Guerra con Chile, , nuestro “Brujo de los Andes” nunca nombra la intervención inglesa en el conflicto como un factor que nos haya provocado la derrota. Cuando se le pregunta por qué perdimos el conflicto, él dice: “La falta de organización militar y la autonomía bélica, particularmente en municiones. Es cuanto al aspecto técnico, pero más allá la discriminación racial fue determinante. No hubo armonía cultural ni política”. Más adelante agrega: “Había patriotismo, había entusiasmo generoso, había valor y virtudes militares en nuestros soldados y en nuestros oficiales, pero también hubo mucha traición en los sectores pudientes.” Este mito de la intervención inglesa en la guerra fue inventado por los norteamericanos, principalmente por el Secretario de Estado James G. Blaine. Cito sus declaraciones a un diario de su país para 1881: “Es un error hablar de una guerra entre Chile y Perú. Es una guerra entre Inglaterra y Perú, y Chile el instrumento… Chile nunca hubiese entrado una 18 pulgada en esta guerra sin el respaldo del capital inglés.” En otro diario, esta vez el New York Herald, el 30 de enero de 1882 agrega: “La simpatía inglesa estuvo de su lado (hablando de Chile) en cada conquista y los intereses comerciales ingleses reciben impulso con el agradecimiento de Chile.”; sin embargo, lroesquulteadcoondfeielsaa gaul efrinraalpeesrumaunyo-icnhtielerensaa, ndtees:tr“uYyoeclraeoinqfluueenecsitae estadounidense en la costa del Pacífico Sur y literalmente arrasa con los intereses comerciales americanos en esta vasta región.” Los intereses que representaba James G. Blaine eran nacionales, pero también personales. Para que EE.UU. ingresara a la guerra y sacara provecho de ella –Estados Unidos evaluaba incluso la posibilidad de anexar el Perú a su tdeerruintoareiox,cuvosalvcelranroas, uearptelicdaeroPnuleart“oLaRpicoolí-tinceacM esoita puonraesso robea” –America for the americans / América para los americanos-. La necesidad de una “supuesta” intervención europea justificaba la intervención del gobierno de Estados Unidos. Jorge Basadre explica la intervención de Blaine: “Cualesquiera que hubiesen sido los móviles de Blaine en su política en relación a la guerra entre Perú y Chile, lo cierto es que invocó en todo momento limpios principios de derecho.” – H nuisetsotrrioa deglraaR nepúhbilsitcoaridaedl oPrerú,taTconmeoño9-. Cauriousna haplaoglíotidcoe norteamericano que fue acusado de corrupción por La Cámara de Representantes de los Estados Unidos por haber impedido un tratado de paz entre Perú y Chile durante sus oscuras negociaciones. En fin, ningún historiador, ni peruano, chileno, boliviano o de alguna otra nacionalidad, ha podido demostrar la intervención británica en la guerra a favor de Chile. Pero a pesar de la prensa y los comerciantes británicos, quienes invadieron el Perú durante la guerra fueron 19 soldados chilenos y no ingleses. Por lo que me atrevo a asegurar que esta exageración de que la guerra fue contra Inglaterra y no contra Chile, nace, por otro lado social, a raíz de la brutal derrota que padecimos quizás debido a la traición de nuestros presidentes, por la vergüenza de haber enecnitdeonso sidmoplevm epnocronturnampoasíostromcáhsivop eqxupeiañto,rioo. 20 porque CULTURAS PRE-HISPÁNICAS Antes de que Perú, Bolivia y Chile se transformaran en países, incluso antes de la llegada de los españoles en 1532, los territorios de estas hoy naciones estuvieron habitados por individuos con una cultura muy importante, de gran tcalm enptos adretecsualntiavloy. Nco ncoanmopcileiondroeslpaeptoólvyodroam , libnrioarsoonblraergloas batallas por hacer respetar los límites de sus pueblos o por conquistar nuevas tierras, a las que una vez sometidas, les obligaban a pagar tributos, imponían su lengua y sus dioses. Tampoco conocieron la rueda, pero ello no los limitó para construir hermosas edificaciones que hoy son maravillas del mundo. Incluso, ninguno de estos pueblos logró forjar un lenguaje escrito. ena eSxupdlaicmanérdioca,lospupersimseerroías reN giostrvoasmodse avideasvhiaurmealnatem alejarnos demasiado del tema; pero sí es necesario saber cómo se llevaban los primeros pueblos civilizados que ocuparon los territorios hoy de Perú, Bolivia y Chile. Como es ya conocido, la cultura más imponente y la que logró extenderse con mayor fuerza durante casi cien años en Sudamérica, fue la Inca o el Tahuantinsuyo, cuya ciudad principal fue el Cuzco. Aunque si nos ceñimos al mito de los H nooss hAaybalarr doe ueln IdmepeM poedrm ríaam riaonqcuoe sCeápfuancdóy enMealm siagloOXcIllIoy, terminó con la llegada de los españoles en el siglo XVI. Hasta la fecha los estudios realizados sobre la fundación del Tahuantinsuyo, no han podido demostrar con claridad de dónde provinieron los incas. Algunos historiadores han asegurado que los antepasados de estos serían los Tiahuanaco, cuya ciudad principal era la actual capital de Bolivia, La Paz, a solo 15 kilómetros del lago Titicaca. Recuerden que el mito de Manco Cápac y Mama Ocllo asegura que ambos seres endiosados brotaron de este lago 21 con la misión de fundar una ciudad celestial, que llegaría a ser el Cuzco. Por eso es muy difícil separar la cultura peruana de la boliviana, pues los lazos históricos que nos unen parecen ser inquebrantables. Incluso se puede asegurar que la base cTuialthuuranl,alcao,mlaadqruee dse olarsigicnuóltu1r5a0s0 eanñoSsuda.aCm . éyrsiceae, xsteinrígauilóa 900 o 1000 años d.C. llegando a extenderse hasta Perú, Argentina y Chile. Por eso no son descabelladas las conclusiones que se han sostenido sobre su herencia cultural e ideológica, así como religiosa y política, a los incas. Mientras Bolivia tuvo una civilización que será la base cultural para las futuras poblaciones de Sudamérica: los Tiahuanaco; Perú abrigó a un imperio solo comparado con luosotarzot,eqcause, fluoserm om onaylaoss, Ienl cim asp; emri eonottroam s an quoe, Cinhcilleusdoisetlórm uachno de ambos pueblos. Sería una grosera exageración comparar a los mapuches, atacameños o diaguitas con los Incas o los Tiahuanaco. No existe punto de equidad en ello. Sin embargo, los mapuches, que son la base cultural chilena con mayor fuerza en su población, fueron guerreros de gran valentía, salvajes y entregados estrepitosamente al alcohol, pero feroces a la hora de defender a su gente y, sobre todo, sYuuptaenrqriutio, rliuoe.goAsdíe lcoondqeum isotasrtrpauroenblocsuiamnpdo rtealntienscaenTeúl psuacr tales como los kollas, los huarpes y los diaguitas (actuales territorios de Chile y Argentina), o a los chichas (Bolivia), se enfrentó con los mapuches en la conocida Batalla de Maule (año 1485 aproximadamente). Este enfrentamiento duró cuatro días, cada grupo contó con más 20 mil hombres muriendo la gran mayoría. La batalla no continuó porque ni uno de los dos bandos se presentó al quinto día para seguir enfrentándose. Los mapuches -llamados promaucaes (gente salvaje) por los incas -abandonaron el lugar en medio de 22 cánticos de victoria, mientras que Túpac Yupanqui prefirió marcar la frontera del Tahuantinsuyo en el río Maule para fortalecer los pueblos ya conquistados y no perseguirlos. Aunque los españoles han redactado los límites que tenía el Tahuantinsuyo hacia el sur a su llegada, que era el río Maule; exnifsrteenntaomtireonstohsisteonrtiraedolraess dqouse causletguurarasn eqnuelashuqbuoe mloás mapuches tuvieron que retroceder incluso más hacia el sur, llegando hasta el río Biobío. El historiador peruano, José Antonio del Busto, en su obra Túpac Yupanqui, asegura que la extensión de este inca hacia el sur, pasó aun el río Biobío, llegando hasta el Canal de Chacao. Sin embargo, no encontró interés en conquistar este territorio inhóspito y regresó al gobierno del Tahuantinsuyo. llaAmñóosCdoellsapsuéyso,dTeúcpoancqYuuisptarnqeul isuinricdiaersíau liamcpoenrqiou,isqtuaedseel reino de Quito, el Chinchaysuyo, pero esa ya es otra historia. 23 Aunque el Inca Garcilaso de la Vega escribió sobre la batalla de Maule (alrededor de 1482-85 y Huamán Poma de Ayala ilustró este enfrentamiento entre quechuas y mapuches, otros historiadores h ureasdtiozoq.ue la escaramuza no habría sido más que una ficción creada de la imaginación del craonnaissteagm Cierto o no, la historia no deja de ser importante para quienes buscamos encontrar los orígenes de la enemistad Perú – Chile . 24 DURANTE EL VIRREINATO Es importante conocer la evolución histórica de estas tres naciones luego de la Batalla de Maule, así entenderemos con claridad las diferencias culturales que nos separan. L Eal aInnvaalfsaibóéntiEcos,pabañsotlaard- oP eyrúporquerizo Francisco Pizarro, aunque también valiente, intrépido y codicioso, llegó a invadir el Tahuantinsuyo y derrotar con ello al inca Atabalipa5, el 16 de noviembre de 1532. Antes había recibido la autorización firmada por la reina Isabel de Portugal, la que representaba la Corona de Castilla, para conquistar el “Reino de Perú” o “Nuevas Castilla”, como la llamaban los españoles a esta parte del mundo. Este permiso se conoce como La caEplithuilsatcoiróinaddoerTpoelerudaonyos, eJofsirémAónetol n2i6o ddeejluBliuosdtoe, 1a5se2g9u. ró en su extensa obra, que la victoria de los invasores sobre el ejército andino, se debió al “factor sorpresa”. Que los arcabuces, los caballos, las espadas y los perros de cacería, sorprendieron a los más de 30 mil soldados con los que contaba Atabalipa aquella mañana. Los 180 españoles lograron vencer, además, porque los indios no contaban con armas para atacar o defenderse, la orden de no llevarlas había sido del mismo Inca, pues su intención era “atraparlos con las manos como animales”. Con la caída del Tahuantinsuyo, seguido de la muerte de Atabalipa el 26 de julio de 1533 y del asesinato de Pizarro el 26 de junio de 1541 por manos de los mismos españoles apodados “los de Chile”, se creó el Virreinato del Perú el 20 de noviembre de 1542. Por lo que es impropio decir que nuestro país fue una colonia, pues contábamos con un virrey impuesto por el rey de España. Nuestro territorio fue el centro del comercio y élite para los españoles. La explotación de minerales en Potosí, 5.- Verdadero nombre de nuestro último Inca, cambiado luego por los españoles a Atahualpa. 25 Huancavelica y Hualgayoc, entre otros lugares, hacía atractiva e importante nuestro rico y prodigioso territorio. Invasión al territorio actual de Chile Mientras los españoles iban descubriendo riquezas en rriatoraioíz, adseí cloameosctlam nuestroa apcotbulalcitóen vitbuiédnyibealncdoinetzam giaon doe enfermedades de las que no podíamos defendernos por falta de anticuerpos -la viruela y la gripe, por ejemplo-, el territorio que hoy es Chile, fue conquistado parcialmente por Pedro de Valdivia en 1541. Ya Diego de Almagro años antes había iniciado una primera visita hostil al sur del Perú, pero tuvo que volver por lo difícil de su naturaleza y por su encuentro con tribus mapcuhes. vaidniiro Cthoitlael asolobsreesspuasñoples nuNnocalesh ufuboe fuáncil dionm ob,laednorre sa.lidLaads batallas fueron constantes entre mapuches y españoles. El gran héroe de los primeros fue Lautaro, un mapuche emblema de su valentía y coraje, pues las pocas derrotas que tuvo el ejército invasor en Sudamérica en campo abierto, fueron principalmente con los mapuches o araucanos. Los españoles en el territorio actual de Bolivia El actual territorio de Bolivia se creósu el nombre 12 de junio de 1559 ajo la orden del rey Felipe II, siendo inicial Real b Audiencia de Charcas. Su extensión se redujo con los cambios que sufrirá con los años. Pero este nuevo territorio dependía totalmente del Virreinato del Perú en materia política, económica y social. En 1776, por Orden Real, se transfirió la Real Audiencia de Charcas, al nuevo Virreinato del Río de la Plata -principal territorio argentino en la actualidad-. Durante más de 250 años estos tres pueblos crecerán notoriamente diferenciados. El Virreinato del Perú fue quien 26 mayores intereses creó en las ambiciones de España. No es un privilegio saber que aquí se forjó la mayor corrupción, que la élite política, llena de divisiones y recelos, nacieron, crecieron y se reprodujeron en nuestro actual territorio. Nos heredaron no solo la religión y el idioma, sino también la mLisaerCiapdietaunníaeG steandeoradlivdiedoCyhiclea,rcaodmifiedroenpociraladeimlapuAnuidiaedn.cia Real de Charcas, que sí dependió del Virreinato del Perú y del Río de la Plata, estuvo también llena de divisiones, pero raciales. La guerra con los mapuches, llamados por los españoles araucanos, durará muchos años, traerá muchas muertes, pero le dará experiencia militar a la futura República de Chile. 27 Captura de Atabalipa en Cajamarca, tarde del 16 de noviembre de 1532. Pintura de Juan Lepiani. Lautaro fue un valiente y aguerrido líder mapuche en la Guerra de Arauco, durante la primera invasión conquistadora a las tierras de la hoy República de Chile. 28 RELACIÓN EN LA REPÚBLICA La invasión de Francia a España en 1808 encabezada por Napoleón Bonaparte, debilitó el poder de España sobre sus virreinatos en América, permitiendo que estos pueblos iniciaran su proceso de emancipación. Chile logró su Idnadresepeenldluen y iBl osloilvdia,deons 1pa8r1a8,a lycapnuzdaor jocidaeapnrtestqarule eclasPier2ú m su Libertad. Incluso le prestó su bandera. Sin la preferencia de España nuestro país creció desordenadamente mientras que Chile, con inversión inglesa y migración de alemanes en 1840, va a solidificar su economía y política. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar las rebeliones encabezadas por Túpac Amaru y Túpac Catari en 1qu7e80s-8 eboido ig1n.iQ ficuaebaaunEqsu peañfraaceansaersoonsdm menatloasf,uienrszpairsóupaerlio sr futuros líderes a seguir el ejemplo. También es importante mencionar la revuelta en Tacna en 1811, encabezada por el peruano José Antonio de Zela, siendo esta la primera rebelión con carácter independentista realizada en nuestro país; seguida por la Rebelión de Huánuco en 1812, liderada por Juan José Crespo y Castillo; así como la segunda revuelta de Tacna en 1813, teniendo al frente esta vez argentino Manuel Belgrano; y concluida con la Rebelión del al Cuzco, donde los hermanos Ángulo mostraron su valor y patriotismo. Independencia de Chile Aunque Chile estableció su Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810 -esta fecha es utilizada por el pueblo chileno para celebrar su Independencia-, recién proclamó su Independencia el 12 de febrero de 1818, fecha en que se cumplía un año de la Batalla de Chacabuco. Si bien es justo mencionar el crucial papel 29 protagónico que tuvo Bernando O´Higgins en este importante hecho histórico, la participación de don José de San Martín, también lo fue. Gracias a su liderazgo se logró vencer una vez más a los realistas en la Batalla de Maipú. Sin embargo, existen algunos historiadores chilenos que le restan importancia a la ayuda que brindó en Libertador. San Martín en el Perú Una vez liberado Chile del yugo español, el ejército argentino que había luchado en favor de esta Independencia, se había reducido a un número insuficiente para iniciar la nueva campaña por parte de San Martín, que era la de liberar al Virreinato del Perú. Para lograrlo, le pidió ayuda militar y económica a Bernando O´Higgins y a las Provincias Unidas, qefueecteunó 1b8aj2o6 upnasaacruíaeradollaqm uearosbeliAgargríean, tienna.caEssotadaeyuqduae se alcanzara el éxito de la Independencia de Perú, a este nuevo Estado a pagar los gastos de la campaña libertadora. Una vez firmado el acuerdo el 5 de febrero de 1819 entre Chile y Provincias Unidas, San Martín zarpó de Valparaíso el 20 de agosto de 1820, con la hidalga misión de brindarle la libertad al Perú. Su ejército -al que llamaremos los patriotas- estaba compuesto por 2000 tripulantes, los oficiales y soldados llegaban a 4389, entre los que se contaban 2451 argentinos y 1938 chilenos. Todos estos estaban embarcados en un convoy formado por 7 barcos de guerra, 18 de transporte de soldados y 8 lanchas cañoneras. Además, llevaba consigo 15 mil fusiles de repuesto, 2 mil sables, 800 caballos y 35 piezas de artillería5. También lo acompañaba el capitán Lord Cochrane, quien dirigía el buque O´Higgins. El ejército realista, aquellos que luchaban en favor del virrey de España, estaba compuesto por más de 8000 soldados muy bien armados, divididos en Infantería, 30 Caballería y Artillería, además de una Reserva acantonada en Arequipa de 1378 soldados. La bandera con la que San Martín inicia su campaña libertadora, era chilena, con la diferencia que esta tenía tres estrellas y no una. Cada estrella representaba los países a los q CuheileSyanelM Paertúí.n había brindado su apoyo militar: Argentina, No obstante, el 21 de octubre de 1820, en Pisco, San Martín creó nuestra primera bandera. Aunque se ha pregonado a lo largo de la historia que aquella bandera fue inspirada en un sueño del Libertador, donde reposado en una palmera observó el vuelo de unas aves con alas rojas y cuerpo blanco, en realidad, esto no pasa por ser un bonito cuento escrito casi 100 años después por el escritor peruano Abraham V o onroeauln hiasltdóerliocm a pararPaidnatorl,opceorm . hecho que cuente con base San Martín alcanza a Proclamar la Independencia del Perú el sábado 28 de Julio de 1821 con la innegable colaboración del reciente gobierno de Chile. No fue un apoyo altruista o amical, sino una empresa libertadora que nos va a cobrar más de tres millones de pesos años más tarde. Así mismo, de no liberarse el Perú, Chile y Argentina corrían el peligro de perder en cualquier momento la independencia que tanta sangre les había costado. No podemos como el historiador Sergio Villalobos lo ha decir, dicho entonces, en incontables oportunidades, que Chile nos “regaló” la Independencia, porque hubo un costo de por medio, un contrato firmado por las repúblicas de Chile y Argentina. Lo mismo ocurrirá con Bolívar años más tarde, quien llegó al Perú no para liberarlo de España, sino para adherirlo a la Gran Colombia, quitarnos Guayaquil, el Alto Perú –Bolivia- y cobrarnos millones de pesos por su “colaboración”, además de instalar una República Vitalicia, con un manejo absoluto de los poderes del Estado. 31 No es el momento de hablar de Bolívar, pero es sí necesario mencionar que su heroísmo y valentía es discutible. Quien sí aportó una ayuda desinteresada, verdaderamente honesta, fue San Martín. No nos cobró un centavo. Se fue del Perú el 27 de diciembre de 1821 más pobre de lo que vino, pnouresetlrloa Iensdiemppeonrdteanctiear. econocer su genuina colaboración en Independencia de Bolivia Las batallas de Ayacucho y Junín no solo lograron la total y plena Independencia del Perú, sino también se alcanzó la Emancipación del Alto Perú, territorio fundado como la Real Audiencia de Charcas que pasaría a llamarse, primero, República de Bolívar, a honor al Libertador; y después, ReSpinúbelm icbaadregoB,oellivpirai.mer presidente de este nuevo Estado, no fue Simón Bolívar, sino Antonio José de Sucre. De esta manera, Bolivia alcanzó un Independencia por primera vez desde su creación, pues, de no ser por la influencia de Bolívar, esta hubiese sido absorbida por Provincias Unidas -Argentina- o el Perú. El 17 de agosto de 1825 se creó la primera bandera de Bolivia. Esta tenía cinco estrellas que representaban el número de provincias con las que había alcanzado su Independencia. La política peruana se quedó insatisfecha con la creación de la nueva República de Bolivia, pues sentían que había sido un robo de territorio por parte de Simón Bolívar. Este sentimiento de recuperación del Alto Perú va a estar vivo durante muchas décadas y desencuadernará en la Confederación Perú-Boliviana de 1836 y el Tratado de Alianza Defensiva de 1873. 32 Prrimer a Gue rrra con Chil e,, Gue rrra de l a Confederación El 4 de setiembre de 1826 el Libertador Simón Bolívar se embarcó desde el Callao en el bergantín Congreso, con destino a la Gran Colombia. Su aporte a la historia del Perú, a la victoria de nuestra Independencia, había terminado e iGnriacniaCríoaloum n bpiaerqioudeosedaeghuodsiztialridíaad eneslaegnutreerrnaudeest1r8o2p8a-2ís9,ysilna alcanzar la victoria ninguno de los dos países. Bolívar moriría tiempo después, el viernes 17 de diciembre de 1830, según el médico que le aplicó la necropsia, falleció de un catarro pulmonar, que al no tratarse, se volvió crónico, aunque muchos han refutado este resultado. Con la muerte de Bolívar el Perú abandonó por completo la política bolivariana, e inició un proceso de peruanidad que taSrdinareíam ablagrugnoa,sld a sl.a Guerra de la Confederación, esta leégcaardía ocurrió cuando Luis José de Orbegoso, hombre de poco carácter y débil corazón, fue elegido presidente del Perú en 1833 para tomar las difíciles riendas de un país históricamente dividido como era el caso del nuestro. Sufrió dos golpes de estado, el primero por Agustín Gamarra y Pedro Bermúdez, este último autoproclamado Jefe Supremo del Perú el 3 de enero de 1834, entablando una guerra civil que finalizó con el Abrazo de Maquinhuayo el 24 de abril del mismo año; y el segundo, gestado por su brazo derecho, Felipe Santiago Salaverry, Prócer de la Independencia, el 25 de febrero de 1835, proclamándose Jefe Supremo de la República del Perú. A pesar de que Salaverry había proclamado su jefatura suprema en Lima, solo tuvo aceptación en el norte de nuestro país, pues el sur todavía se negaba a reconocer su autoridad manteniendo a José de Orbegoso como el legítimo presidente. Este último pidió el apoyo del mandatario de Bolivia, el reconocido militar Andrés de Santa Cruz, para 33 recuperar la presidencia total del Perú venciendo a Salaverry. La guerra entre Santa Cruz y Felipe Salaverry le daría la victoria al presidente de Bolivia. Salaverry sería capturado y fusilado en la Plaza de Arequipa el 18 de febrero de 1836, coCnotnanlasolvoic2t9 oraiañods.e Santa Cruz y José de Orbegoso, se celebraron asambleas en Huaura (provincia de Lima), Sicuani (Cuzco) y Tapacarí (Cochabamba), esta última en la actual Bolivia. En estas reuniones se dividió al Perú en dos: el Estado Sur-Peruano y el Estado Nor-Peruano. Finalmente, el 28 de octubre de 1836, se creó la polémica Confederación Perú-Boliviana, proclamándose como Protector de la Confederación a Santa Cruz por un periodo de 1 e rl uaEnsotadJo séNodreO0rbeagñoosso refuneovapbrolecsl.amMaideontrpasresqidue nteel pde Peruano. Esta mescolanza de poderes, la invasión militar de Bolivia al Perú, la débil figura de José de Orbegoso que, por miedo de perder el poder, pidió auxilio a Santa Cruz y el asesinato de Salaverry, son una clara muestra de la inmadurez política de nuestro país en aquellos años. La Confederación Perú-Boliviana prometía un futuro próspero para las aspiraciones económicas del Perú, pero esto también implicaba un alto riesgo a los países vecinos de América del Sur. Los principales países que se mostraron en contra de esta unión Perú-Bolivia, fueron Chile y Argentina. Algunos peruanos que habían sido desterrados de la Confederación por ser opositores a ella, como Agustín Gamarra y Ramón Castilla, huyeron a Chile para pedir ayuda militar con que derrotar a Santa Cruz y a Orbegoso. El gobierno chileno era quien más temor demostró ante esta unión de sus vecinos, pues al ser un país pequeño, 34 magro y con poquísimos recursos que explotar, corrían el riesgo de ser absorbidos por Argentina o por la misma Confederación. Por ello no dudaron un solo instante en ayudar a los exiliados peruanos que les rogaron auxilio. El político y comerciante chileno, Diego Portales, en una cBalartnacoenEvniacadlaadeal ,1m 0 udeestsreatiseumpbrreeodcuep1a8c3ió6nailnm neilgita abrlechpiolernloa reciente creación de la Confederación Perú-Boliviana. En esta epístola Portales explica, desde su visto de vista, que la unión de Perú y Bolivia era una clara amenaza para Chile y que no disolver esa unión, sería un suicidio, juntos estos dos estados, serán siempre más que Chile. Incluso expresa los peligros raciales a los que se expondría su país si se permitía que esta Confederación prosperara. También se atreve a asegurar que lCahsilreiqyuqezuaesecsotenjúulntitm asodeesPtáeroúblyigBaodloivaiasdoestbeennedr eufnavliodreercaezrgoa en el Pacífico. Diego Portales no era un “X” dentro del gobierno, ocupó los ministerios de Interior, de Guerra, de Relaciones Exteriores y de Marina. Aunque no alcanzó la presidencia, fue dueño de un inmenso poder que incluso lo inspiraba a crear una filosofía política contra países vecinos. Vale decir que Bernardo O´Higgins, Libertador de Chile que radicaba en el Perú para aquellos años, estuvo en contra de esta política adoptada por su país y liderada por Diego Portales, incluso le escribió una carta a San Martín, donde le aseguraba que Santa Cruz quería integrar al Perú con Bolivia con las mejores intenciones políticas y comerciales. Por eso la ayuda militar solicitada por Agustín Gamarra, Ramón Castilla y otros exiliados, fue muy bien recibida por el gobierno del sur. Es muy vergonzoso para quien escribe reconocer que estos importantes personajes de la política peruana rogaran por ayuda militar a Chile. 35 El 28 de diciembre de 1836, Chile le declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana y envió una primera expedición encabezada por Blanco Encalada con el nombre de Ejército Restaurador Perú-Chile, que fue vencida por el ePjaéurc aitropdateaS, ean tAarCerquuzipsaie, neld1o7odbelignaodvaieamfbirrm e adree1l8T3r7a.tado de Argentina, por su lado, nos había declarado la guerra el 19 de mayo de 1837, empezando los enfrentamientos en agosto del mismo año. Aunque Chile firmó un acuerdo de paz, reconociendo su derrota frente a la Confederación, no respetó el Tratado de Paucarpata y envió una segunda expedición, esta vez lideraba el Ejército Unido Restaurador, el entonces general cChaislteinlloa yMAagnuusetlínBGualnmeas.rrEan. sus filas se encontraban Ramón Esta última intervención militar por parte de Chile obtuvo la victoria en la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1939. Santa Cruz fue exiliado a Guayaquil, Ecuador -adonde también huyó Orbegoso-, y Agustín Gamarra fue nombrado presidente provisional del Perú. El ejército chileno se quedó en el Perú hasta octubre de 1839, para “evitar un nuevo levantamiento” por parte de los simpatizantes de Santa Cruz. Este mismo ejército recibió el pago por su intervención y fue ampliamente condecorado por nuestro gobierno. Era la primera vez que Chile nos vencía con la ayuda de peruanos. Existen sentimientos encontrados cuando se recuerda la Confederación Perú-Boliviana. Por una parte, se rescata la importancia que significaba la unión de estos países tan ricos; pero por otra, se discute la invasión de tropas bolivianas encabezadas por Santa Cruz al Perú. Lo que no 36 justifica el pedido de ayuda que nuestros políticos y militares solicitaron a Chile para destruir esta unión. Una cobardía que se va a repetir durante la Guerra del Pacífico y que hace dudar del patriotismo de quienes juran estar en favor de nuestro pueblo. acaim ónarerain, sntualeasdtroocopm aíos nuTeevrompinraedsiadleanG teuedrerla Pdeerúla, CAognufsetdínerG tuvo serios problemas limítrofes con Bolivia en 1841. Gamarra fue asesinado durante la Batalla de Ingavi y el ejército boliviano invadió Moquegua, Puno y Tarapacá. En 1842 firmamos el Tratado de Puno. Como vemos, históricamente no hemos mantenido una relación amical con Chile, pero tampoco con Bolivia. Las veces que nos hemos aliado han sido por intereses ejacm onáós m conm poicrovso, lu taedrecsianlaecs,idm asilditearlaesh,eirnmdaenpdeand .entistas, pero Para 1866, Perú, Bolivia y Chile volverán a encontrase, esta vez en una alianza continental que también contará con la participación de Ecuador. El enemigo en común volvía a ser España, quien había invadido las islas de Chincha y se estaba adueñando del recurso más importante del Perú: el guano. Los países con salida al Pacífico unieron fuerzas y lograron vencer a España en los combates de Abtao, Huito y Callao, este último el 2 de mayo de 1866. Para mediados de la década de 1860, Perú era el país más poderoso del Pacífico Sur. Su imponente Escuadra, reforzada por la Independencia, el Huáscar, la Oroya, entre otros, preocupó al gobierno de Chile poniéndolos en desventaja en un posible conflicto armado. Por ello no se atrevieron a iniciar ninguna escaramuza con el Perú. Lamentablemente, este liderazgo duró muy poco tiempo, la crisis económica provocada por absurdos empréstitos y la corrupción del gobierno de José Balta y Montero, nos condujo a profundos problemas financieros, Chile aprovechó el mal momento para 37 encargar la construcción de dos acorazados en 1872, el mismo año en que el presidente Manuel Pardo nos declaró en bancarrota. 38 ECONOMÍA DE CHILE, BOLIVIA Y PERÚ ANTES DE LA GUERRA DEL SALITRE Y SU SITUACIÓN POLÍTICA En una guerra es muy importante la economía pues de ella dependerá para que los países en conflicto puedan adquirir armas con qué equipar a sus ejércitos y a sus escuadras. Sin d y,insei rsoe, teiexniseteum nu alyiapdooca-csopmoosib fuileidealdceassodedeobBtoelniveira,lasuviacltioardioa fue el Perú-, se debe de procurar que este se encuentre en las mejores condicionas bélicas, incluso mejores que uno. Esto no sucedió por parte de los aliados, ambos países vivían una crisis enorme antes, durante y será peor después de la guerra. Por el lado de Chile, aunque no era un país rico, gozaba de una economía más sólida que la de Perú y Bolivia y la inversión inglesa se hacía cada vez más imponente; pero, shoabstrae etloddíao,dheahboíya nm o ahdeumraodsologproalídtica o sumpeenrtaer,. un hecho que Economía chilena Este país había basado su economía principalmente en el cobre, la plata, el maíz y la lana. No era un país rico, pero tenía un puerto importante que competía con el puerto del Callao: Valparaíso. Desde este puerto enviaba trigo a Estados Unidos y Australia. Además, abastecía desde este punto las regiones de Tarapacá y Antofagasta, en ambas tenía capitales invertidos en salitreras importantes, asociados casi siempre con empresarios ingleses. En la región Antofagasta, territorio boliviano, pero que Chile se lo había adjudicado desde 18426, había creado una imponente empresa salitrera: Compañía de Salitres y Ferrocarriles Antofagasta (CSFA), cuyos dueños eran 6.- En 1842, el presidente chileno Manuel Bulnes, ordenó una expedición pasando el norte de su territorio, hasta el sur de Mejillones. El norte de Chile solo llegaba hasta el paralelo 24, desde donde continuaba el territorio boliviano. Sin embargo, al terminar la expedición, el presidente recibió gratas noticias, pues se descubrieron yacimientos de salitre y grandes cantidades de guano en el paralelo 23. A pesar de que este territorio no le pertenecía y aprovechando que estaba despoblado, decidió adjuntárselo a su país por medio del Congreso. Se creó entonces la Provincia –“chilena”- de Atacama. Así inició Chile el robo de territorio a su vecino Bolivia. 39 principalmente el chileno Agustín Edwards Ossadrón con el 42%7 y la empresa británica Casa Gibbs con el 29%. La CSFA era una empresa totalmente privada. Aunque se encontraba en territorio boliviano, existía un acuerdo que les permitía explotar el mineral en la zona repartiendo las ganancias con el gobierno aimara8. Chile también tenía salitre en el norte de su territorio, en Taltal, pero las cantidades eran ínfimas comparadas a las que poseía Bolivia en su costa y principalmente Perú en Tarapacá. La competencia era muy difícil para los empresarios mapuches e ingleses, por eso necesitaban de acuerdos que los exoneraran de nuevos impuestos para la explotación del nitrato. Por el lado político, desde 1831 hasta pasada la guerra, Chile eligió a sus presidentes democráticamente, a través de las urnas: Prieto (1831-1841), Bulnes (1841-1851), Montt (1851-1861), Pérez (1861-1871) y Errázuriz y Pinto hasta 1879. En cuarenta años tuvieron solo cuatro mandatarios que siguieron una política en común a largo plazo, buscando afianzar la economía de su país y por más diferencias ideológicas que los pudieran haber dividido, el progreso por su nación los unió. No hubo golpes de estado en este periodo. El gobierno chileno se propuso una carrera armamentista, esencialmente naval. Tanto así que, para la Guerra del Salitre, tendrá una flota incluso más poderosa que la de Estados Unidos. Una vez estallado el conflicto, Chile, asadluiterñeardoos del seasltiatrericdae B zonliaviap,aproadcroámhpacrear uasromdaes lyossreercáurmsoás accesible incluso cuando se adueñen de Tarapacá. Economía boliviana El principal problema que sufrió Bolivia desde su Independencia fue la incomunicación. Si bien es cierto que poseía una salía al mar de más de 400 kilómetros, que no era reconocida por Chile, poblar esta zona le resultaba muy 7.- Agustín Edawards Ossadrón fue un empresario chileno que en 1875 adquirió el edificio del diario El Mercurio. Hoy este diario es el más importante de Chile. 8.- Tratado de 1866, Bolivia -Chile, donde se detalla las condiciones sobre la explotación del guano y salitre que existía desde el paralelo 23 hasta el 25. Las ganancias serían repartidas en partes iguales para cada país. 40 difícil por la necesidad de cruzar la Cordillera de los Andes. Se le hacía mucho más sencillo utilizar territorio peruano para su comercio con el mar, la región de Tacna y principalmente la de Arica, lo que era aprovechado por el Perú para cobrarle aranceles exorbitantes. lasLanoPtaizcicaasraecpíaieddeeteulég n praufnot,opohraclioa qouteros.ePtaernaíaviqaujaer ednevisaur capital hacia Cobija, puerto que en su mejor época llegó a más de mil habitantes, se tenía que andar 15 días, y de aquí hasta Arica, 5 o 6 días más. Sumado a esto, Bolivia estaba viviendo un verdadero apocalipsis: sequías, hambrunas, muertes y enfermedades -fiebre amarilla de 1869- azotaban constantemente a este pobre país, además de los terremotos del 68 y el 77 en Cobija, este último acompañado de 9. Como suele pasar, los más pobres sufrieron las maremoto consecuencias de la naturaleza, principalmente los pescadores de la zona. Esto obligó al gobierno a elevar los impuestos de muchos productos, en especial el de los licores. Pero Bolivia también exportaba plata, estaño y salitre; sin embargo, este último no contribuía en lo absoluto a la economía del país pues la empresa que lo explotaba en Antofagasta, Caracoles y Mejillones, como ya hemos dicho antes, era chilena-inglesa, y aunque hasta 1874 se repartían las ganancias, el nuevo Tratado del 74 los exoneraba de impuestos. Además, los socios y el mismo presidente de la compañía, se escudaban aduciendo haber invertido mucho dinero en la creación de un ferrocarril, caminos, estaciones de embarque, viviendas para los obreros, etc. Aseguraban que un pago adicional haría inviable el negocio del salitre. Momentos antes de estallar la guerra, Bolivia registraba un egreso de 2.741.040 pesos y un ingreso de 1.870.386 pesos; es decir: un faltante de 870.654 pesos. El último ministro de 9.- Este terremoto y maremoto tuvo como epicentro el puerto de Iquique, actual puerto de Chile, por aquellos años bajo la República Peruana. Tuvo una intensidad de 8,5 grados en la escala de Richter y aunque se afectó desde Pisco hasta Antofagasta, fue el puerto de Cobija el más afectado. 41 Hacienda del presidente Hilarión Daza, Doria Medino, aseguró que el 14 de febrero, cuando Chile desembarcó en Antofagasta para iniciar la guerra, solo existía en las arcas fiscales 20 mil pesos “por cobrar”10. Pero no solo en la economía sufría Bolivia una ienreasitnaebsitliadbalde., Dsiensode e nPulanom, iCsamsiampiorolítCicoar.rE a all cgoonbsiperirnaobadecoDnatzra su mandato y desde la Paz se descubrieron manejos subversivos de Belisario Salinas y Federico La Fave. Cuando Chile le declara la guerra al Perú, toda la costa de Bolivia ya estaba bajo el mando mapuche. Economía peruana Habiendo sido la cuna del Virreinato Español, ya desde el 11, año 1872, nuestro primer presidente civil, Manuel Pardo nos va a declarar en bancarrota. Nuestra economía había descansado casi treinta años en la explotación del guano (1840 - 1870). En vez de crecer gracias a esta veleidad de las aves que reposaban en la costa de nuestro territorio y que nos bendecían con su excremento, los gobernantes nos terminaron endeudando de tal manera que hasta los días de hoy seguimos pagando las consecuencias. El guano estaba muy mal administrado. No lo vendía el Estado, sino que eran empresarios privados, llamados “consignatarios”, quienes lo explotaban y exportaban. Ellos cobraban una comisión por este trabajo que excedía el 35%, el dinero restante iba para las arcas del gobierno. Sin embargo, retrasaban el pago del producto de la venta, quedándose con el dinero que ya no les pertenecía. Para ellos era un negocio rentable, mientras que el Perú se hundía en 10.- Jorge Basadre, Historia de la República del Perú, Tomo 8, colección publicada por el diario El Comercio. 11.- Manuel Pardo y Lavalle fue un político limeño que alcanzó la alcaldía de Lima y luego la presidencia del Perú, siendo el primer mandatario civil en nuestra historia. Lamentablemente su gobierno ha sido cuestionado por dos decisiones que nos condujeron a la Guerra del Salitre; la primera fue la firma del Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia firmado en 1873 y la segunda, la Estatización del Salitre de Tarapacá en 1875. 42 una miseria grosera12. Pero en realidad la mala administración y el endeudamiento llegaron con nuestra Independencia. Pagamos millones de pesos a Chile -nos apoyó con 4 mil soldados en nuestra Emancipación-, a la Gran Colombia por laal fas n ídne-, misemfionaBlodlíevaInd r leepoebnsedqen ucióian-uBeasttarlolaCdoengAryeascouuchnomyilJluón pesos. Solo Argentina se compadeció de nosotros ignorando el pago de la deuda. En realidad, fueron muy pocos soldados argentinos quienes vinieron con San Martín, aproximadamente 600 mulatos. Años más tarde nos endeudaremos con empresarios ingleses. Como nuestros gobernantes administraban péresim staabm anendteeontruoess,toraveencdoínaonmlaíad, epuadraa. Speapgarerstlaósddineeurdoapsasrea construir ferrocarriles (Contrato Dreyfus de 1869), para la guerra con España de 1866, para las guerras civiles, para las luchas caudillistas, etc. El Perú era relativamente una nación joven, tenía muy pocos años de ser independiente y tal como un muchacho de 18 años que ya tiene acceso a crédito, se endeudó con todo lo que su línea crediticia se lo permitió, pues era inmaduro, no sabía de tasas de intereses ni le importa saber. Nuestro país actuó exactamente igual. Para pagar las deudas atrasadas, muchas veces el Estado recurría a los “consignatarios” ejemplares. quienes fungían de usureros 12.- El Estado Peruano inició a percibir ganancias por el guano a inicios de la década de 1840. El primer empresario nacional en alquilar los depósitos guaneros fue Francisco Quirós. El gobierno carecía de empleados públicos que administraran nuestro fertilizante, por eso prefería alquilárselo a empresarios nacionales y extranjeros. Más adelante ingresaría en el negocio la compañía inglesa Anthony Gibbs. El sistema de venta del guano va a variar, pero la más común será por medio de los “consignatarios”. Estos eran negociantes que explotaban nuestro recurso, lo embolsaban y luego vendían a los países más poderosos de la época. Las ganancias que iban para el Estado oscilaban entre el 60 y 70 por ciento del costo, lo demás, quedaba para el consignatario. Sin embargo, muchas veces el gobierno necesitaba dinero rápido y no podía esperar hasta que los países pagaran, por lo que pedían préstamos a los mismos consignatarios, quienes le prestaban al Estado con altas tasas de intereses. De 1840 a 1880, Perú se convirtió en el mayor exportador de guano del mundo, alcanzando los 11 millones de toneladas. Sin embargo, este auge no llegó a fortalecernos realmente. El presidente José Balta13, por medio de su ministro Nicolás de Piérola14, firmará en 1869 el famoso Contrato Dreyfus15, cediéndole a la empresa judío-francesa 2 millones de toneladas de guano. Ellos se comprometieron en pagar la deuda que teníamos hasta entonces, además de abonarnos uatnraacsteirvioe, dteerpm aginosam adoeslarnetpaidtoiesn. dAounlqouse eerlrpoarnesoradm ela ppaasraedcoía: salir de una deuda para entrar a otra. En marzo de 1870 nos endeudaríamos con un poco más de 59 millones de soles para la construcción de ferrocarriles. En julio de 1871, otros 75 millones para irrigación de la costa y más ferrocarriles16. Nadie niega que los ferrocarriles fuesen necesarios, pero se contaba con las ganancias que generaran para pagar las dalecuadnazsó queestsee hoabcjeíatievloE, stpaodro pcoarnasescuuceonncsiatrueclcióPne.rN ú unsicgausióe endeudándose cada vez más. Sumado a esto, la corrupción que envolvió la construcción de los ferrocarriles fue insultante. Según el médico de Meiggs, Ernst Middendorf, quien escribió un libro titulado Perú, el ingeniero norteamericano había apuntado en una agenda todos los sobornos que pagó para poder ganar las licitaciones ferroviarias. Muy parecido a lo de Odebrecht el 13.- Asumió la presidencia del Perú el 2 de agosto de 1868. Durante su gobierno se firmó el polémico Contrato Dreyfus. Fue asesinado el 26 de julio de 1872 tras el golpe de estado de los hermanos Gutiérrez. 14.- Político arequipeño que llegó a la presidencia del Perú en dos oportunidades. En el Tomo III de esta colección nos dedicaremos más de su biografía, que para algunos puede llegar a ser maravillosa, mientras que para otros -me incluyo en este grupo-, nefasta para nuestro país. 15.- Este contrato se firmó en París el 5 de julio de 1869, pero el Congreso del Perú lo puso en marcha el 11 de noviembre de 1870. No era otra cosa que un método distinto para percibir ganancias del guano. Por la usura y el retraso en los pagos de los consignatarios, el gobierno decidió, instado por su Ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, entregarle el monopolio del fertilizante a la empresa judío-francesa Dreyfus, cuyo principal dueño era Auguste Dreyfus. Aunque tuvo muchos críticos, también tuvo muchos defensores. Gracias a este contrato se pudo conseguir empréstitos que lamentablemente nos llevaron a la bancarrota. 16.- Por medio de estos empréstitos se logró construir más de ocho ferrocarriles y se culminó algunos que se habían estancado por falta de presupuesto. El encargado de su construcción fue el ingeniero norteamericano Enrique Meiggs. El más imponente fue el Ferrocarril Central, que unía a Lima con la Oroya. Otros unieron a Juliaca con Cuzco, a Arequipa con Puno y a Mollendo con Arequipa. El profesor Alfonso Quiroz, en su obra cumbre Historia de la corrupción en el Perú, califica al gobierno de Balta como uno de los más corruptos del siglo XIX. día de hoy. La corrupción no es exclusiva de esta época. Según el profesor Alfonso Quiroz, en su extraordinario libro Historia de la corrupción del Perú, asegura que esta corrupción condujo al Perú a la bancarrota siendo tachado por la prensa británica como “país delincuente” y azuzó la ibnrtietárn veicnocsi.ón de Chile para cobrarse la deuda con capitales En 1872, el presidente Manuel Pardo, en su discurso y después de la Rebelión de los hermanos Gutiérrez17, declaró la economía del Perú en bancarrota. Habíamos llegado a un punto insostenible. El precio del guano había descendido y los países a quienes les vendíamos este fertilizante ahora preferían el salitre. El Gobierno puso sus ojos en Tarapacá, región al sur de nuestro país donde se encontraban los más grircaonsdqeuseylaocsiqmuie nCthoisledeexpslaoltitr abea deenlAm ntuonfadgoa, sttrae,sBovleicveias. más Desde entonces el Perú se preocupó por dominar el precio del salitre, compitiendo directamente con empresarios chilenos y evitando la política expansionista de Chile. Cuando este país nos declara oficialmente la guerra, nuestro gobierno no contaba con fondos suficientes para la compra de armamento. Estábamos atrasados en nuestros pagos y nadie se atrevía a prestarle dinero a un país moroso como el nuestro. La población, invadida por el entusiasmo y el patriotismo, se prestó a colaborar con lo que tenía a su alcance. Muchas mujeres en Lima se cortaron las trenzas y las vendieron a quien más dinero le daba por ellas en señal de amor por su patria. Las señoras de la alta sociedad realizaron tómbolas. Se ofrendó todo lo que viniera del mayor valor simbólico, pero muchas veces resultaban ser solo objetos de poco valor 17.- La Rebelión de los hermanos Gutiérrez fue un absurdo golpe de estado de cuatro hermanos, todos con el grado de coronel del ejército. Este se inició el 22 de julio de 1872 y concluyó el 26 del mismo mes, con el ajusticiamiento del pueblo quien colgó a dos de los coroneles en la misma Catedral de Lima y luego los quemó junto a un tercero. Solo se salvó Marcelino. El motivo del golpe fue el temor de que al haber sido elegido presidente por primera vez un civil, Manuel Pardo, los militares perdieran todos sus privilegios material. Esto mostraba el compromiso con la guerra por parte de los peruanos de aquellos años. Los empleados públicos donaron parte de su sueldo y los pensionistas ofrecieron hasta el 20% de sus pensiones. Incluso los monasterios y conventos alcanzaron al Estado el 25% de sus rPeenrúta, sT.o(mFoue8n, tpeá: gJionrage25B7a, sDaidareio, EHlisCtoom riaercdieo)l.a República del PROBLEMAS LIMÍTROFES ENTRE CHILE Y BOLIVIA DESDE SU INDEPENDENCIA La situación limítrofe entre estos dos países nunca fue clara. Para el historiador chileno Sergio Villalobos -un antiperuano-boliviano consumado y confeso-, Bolivia nunca tuSvionsaelid de ansciaq.ue mbaaargl m o, avranlei arnetceosrndiadreaspquuéisedne lseue In esdteapselnín Bolivia nace de un territorio cuyo nombre fue inicialmente La Real Audiencia de Charcas. La Corona Española, por orden del rey Felipe II ordenó la creación de la misma en 1559. Sus límites fueron cambiando con el correr del tiempo perdiendo en el camino importantes territorios tales como Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Estas pasarían a formar parte de una nueva audiencia, la Real Audiencia de Buenos Aires, qenuie1n77te6r. mRiencairéína ab décsoadrbaisenadnoteesl daectusual Itnedreriptoenridoedncie aBosleivríia conocida como “Alto Perú”; no obstante, los españoles siempre la llamaron “Provincia de Charcas”. Si vemos los mapas del Virreinato constataremos que en su gran mayoría la actual Bolivia tuvo salida al mar desde su creación en 1559, un aproximado de 400 kilómetros de costa. Cuando los países de América alcanzan su emancipación, decidieron ampararse en el "uti possidetis juris", traducible del latín en algo así como "poseerás lo que te corresponde" hasta 1810. En el caso de Chile - que fue llamado Reino de Chile y luego Capitanía General de Chile- el caso también fue dudoso, aunque existen algunos datos que acotar. El conquistador de este territorio, Pedro de Valdivia, obtuvo en 1548 por parte del presidente de la Real Audiencia de Lima, Pedro de la Gasca, los límites de este angosto y complejo territorio: "Por gobernación y conquista desde Copiapó, que está en 27 grados de altura de la línea equinoccial a la parte del sur, hasta 41 de la dicha parte, procediente norte sur derecho por meridiano, e de ancho entrando en la mar a la tierra hueste leste cien leguas". Es decir, solo desde el paralelo 27 hasta el 41 al sur comprendía el territorio del actual Chile. Con los años la Capitanía General de Chile también perdió algunos territorios y ganó otros, pero su límite al norte se m an stufivrioó ienlam puoevritbole.P aEpnos1o80a3laCajurlroissdIicVc,iópnordeOlrdPeenrúR tra . eSainl, embargo, historiadores chilenos -¡quiénes más iban a ser!aseguran que esta orden jamás fue acatada. Pero como es apropiado basarse en documentos y no en meras especulaciones, explicamos que en 1816 el Virrey del Perú, José Fernando de Abascal, entregó a su sucesor, Joaquín de la Pezuela, sus memorias donde asegura lo siguiente: El Virreynato del Perú después de las últimas desmembraciones y lím nuoretvealsaapgrroevgiancioandees Gqu aeysaequleil;healndheseicehrototdieenAetpaocar m a iatles uarl, comprendiendo en todo su territorio desde los 32 minutos al norte de la equinoccial hasta los 25° 10’ de latitud meridional 12. Como vemos, en uno de los últimos documentos de la Corona para poder aplicarse el uti possidetis por parte de Bolivia y Chile, aquel territorio, esta vez desde el paralelo 25 hacia el norte, le pertenecía al Perú, ni siquiera a Bolivia. Sin embargo, por un mínimo de criterio, respeto y solidaridad, nuestra nación no discutió el derecho de Bolivia a una salida soberana al mar. Ya Simón Bolívar y Antonio José de Sucre terminarían anexando todo este territorio que comprende el desierto de Atacama, a Bolivia una vez lograda su Independencia en 1825. Por lo que queda clarísimo que el paralelo 23 en adelante NUNCA LE PERTENECIÓ a Chile. Ni en el Virreinato ni después. Cuando Chile alcanza su Independencia y crea su primera Constitución, en ella se aclara que solo integran su territorio tres provincias: Coquimbo, Concepción y Santiago. Hacia el sur solo habían llegado hasta el río Biobío manteniendo constantes luchas con los mapuches. En 1822 Chile fijó su frontera norte hasta el "despoblado de Atacama", sin dar explicaciones claras de esos límites. Bolivia hizo lo mismo en 1825. Ambos países creían tener los m losisdmoosspdaeísre schvoasnsaobinrteeenltamripsm obolatrerlaritcoorsitoa. eAnñodsism puátsat.aPradrea, Bolivia va a ser más complicado por tener que cruzar la Cordillera de los Andes, mientras que para Chile será más sencillo ganando así importante soberanía en el lugar. En la década de 1840, el presidente chileno Manuel Bulnes ordenará una expedición a la zona en disputa, llegando hasta el sur de Mejillones, pasando el puerto de Antofagasta. El resultado le será grato, encontrará guano y salitre y sus dmeisemoos p roersigdaennatre lBauzlonneas esxepráonndarúánem n áesl Cfuoenrgtreess.oPdoer seullop,aeísl la importancia de reclamar y adueñarse del paralelo 23. Por tal motivo, el 31 de octubre de 1842, el gobierno chileno creará la provincia de Atacama, sin tomar la participación de Bolivia en tan importante acto, acreditándose ilegítimamente dicho territorio. El reclamo del país altiplano fue muy débil, bastante contradictorio, con poco fundamento, aunque contaba con recursos históricos para recuperar la zona en arrebatada, poco se atrevió a arriesgar por alcanzar este objetivo durante más de dos décadas. Las discusiones duraron varios años e incluso el gobierno de Bolivia, a inicios de 1860, evaluó la posibilidad de una declaratoria de guerra a su vecino. Sin embargo, en 1866, Perú, Ecuador, Bolivia y Chile tuvieron que unir fuerzas para enfrentar a España, quien había regresado con la intención de reconquistarnos. Dejaron momentáneamente sus notorias diferencias para alcanzar un mismo objetivo: la victoria. Y la obtuvieron. Una vez vuelta la calma, ambos gobiernos retomaron las negociaciones diplomáticas bajo el espíritu de hermandad que los había unido un enemigo en común. Es así que el 10 de agosto de 1866 firman un primer acuerdo limítrofe. En resumen, lo acordado fue lo siguiente: desde el paralelo 23 al 25 sería de beneficios mutuos. Es denecpira,rltaess gidanén anticciaass pdaerlas alm itrbeosdepaeíssteas.z5o0na% speraíraancdaidvaidciuda ls. No obstante, la empresa que operaba en esta zona era chilena-inglesa, no existían capitales bolivianos invertidos. Bolivia arriesgó demasiado permitiendo que su litoral sea invadido por capitales extranjeros. Dentro de este acuerdo no ingresaba Cobija ni Tocopilla, solo Antofagasta y Mejillones. Sin embargo, este territorio por el cual se peleaban ambos gdoebscieurbnroiesr, a tusavloitrenuelno siuntseureélso, ptaolr veBzolpivoira searntuens dqeuseierstoe infernal, donde se encontraban esqueletos de animales que habían intentado cruzar en vano esta árida zona. Había sido Chile quien, por medio de expediciones, había descubierto el salitre y el guano, además de otros minerales. Siempre fueron empresarios mapuches -y algunos ingleses- los que invirtieron capitales para construir puertos, zonas de embarcación, casas para los obreros, ferrocarriles y el gran emporio comercial que terminaría siendo la Compañía de Salitres y Ferrocarriles Antofagasta. Antes de ellos, este lugar solo había sido un baldío parte del Collasuyo, del imponente Imperio de los Incas. DOMINIOS DE PORTUGAL Salida al mar de Bolivia, 400 kilómetros de costa AUDIENCIA DE CHARCAS (BOLIVIA) VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA En este mapa se muestran los territorios bajo el dominio de la corona española y portuguesa. Como notamos claramente, la Audiencia de Charcas (actual territorio de Bolivia) estuvo bajo el dominio del Virreinato del Río de la Plata (actual Argentina) y sí tuvo salida al mar, una salida soberana y legítima de más de 400 kilómetros de costa. Sin embargo, son pocos los historiadores chilenos que aceptan esta verdad asegurando que los límites al norte de Chile, llegaban hasta Mapa de 1879. El límite hacia el Norte de Chile llegaba hasta el paralelo 24 y no 25 como estaba exigiendo Bolivia. Este mapa expresa el reclamo del país aimara. Sin embargo, la posición de Chile también era exagerada, pues aseguraba que su límite hacia el Norte era el paralelo 23 donde se encontraban riquezas guaneras y salitreras. Ambos países no se pusieron de acuerdo ni aun firmados los dos tratados BOLIVIA de límites de 1866 y 1874. Perú, temiendo que Chile le quitara toda la salida al mar a Bolivia y en el futuro reclamase Tarapacá, se aliará con Bolivia el 6 de febrero de 1873 con lo que ingresará a un conflicto ajeno. Imponente Compañía de Salitres y Ferrocarriles Antofagasta. Esta empresa explotadora de nitrato, estaba bajo capitales chilenos e ingleses y se valía de Tratados entre Bolivia y Chile para beneficiar sus arcas. El 1ero. de febrero de 1879, el presidente boliviano Hilarión Daza embargó la compañía porque esta se negó a pagar un nuevo impuesto de 10 centavos por quintal de salitre. El salitre es un fertilizante que reemplazó al guano durante el siglo XIX y XX. Los territorios donde yacía este recurso se encontraban en todo el desierto de Atacama, pero en grandes cantidades en Tarapacá (Perú) y Antofagasta (Bolivia). Tras la Guerra del Salitre, Chile se convirtió en el único explotador de este recurso en todo el mundo. En 1930 se creó el salitre artificial trayéndose abajo el gran Alfonso Ugarte y Vernal. Héroe d rrparedsealrioPascaífliictroe,roped roe taemlbaiéG n ueem gran importancia en Iquique. Manejó la firma familiar Ugarte, Zeballos y Compañía. Fundó la primera estación de bomberos en su tierra natal y llegó incluso a ser alcalde en 1876. Con la declaratoria de guerra por parte de Chile a Perú el 5 de abril de 1879 y a puertas de un matrimonio con su prima, Alfonso Ugarte decidió invertir toda su fortuna por la defensa de su patria. Murió el 7 de junio de 1880, en la Batalla de Arica. 53 Ferrocarril Central del Perú. Se inició su construcción el 1 de enero de 1870. Para febrero del 71, con apenas 76 kilómetros de tramo, se comenzó a utilizar. A pesar de los altos niveles de corrupción que envolvieron los ferrocarriles de José Balta y Montero y del ingeniero norteamericano, Enrique Meiggs, encargado de la construcción de estas obras, es innegable la importancia que significó este avance ferroviario en nuestro país. Henry Meiggs Williams, más conocido como Enrique Meiggs, fue el ingeniero norteamericano encargado de construir los ferrocarriles en el Perú por los cuales pagó coimas para obtener la buena pro -muy parecido a lo Odebrecht hoy en día-. Según el historiador peruano, Alfonso Quiroz, en su obra Historia de la Corrupción del Perú, el gobierno de José Balta que contrató a este ingeniero, fue uno de los más corruptos del siglo XIX. José Balta y Montero, presidente peruano quien impulsó la construcción de los ferrocarriles del Perú con plata prestada de los Dreyfus. Nació en Lima. Gobernó el periodo 1868-1872. Días antes de entregar el mando a Manuel Pardo, quien había ganado las elecciones del 72, fue capturado y encarcelado por los hermanos Gutiérrez durante su vergonzoso golpe de estado. Fue asesinado en su cela el 26 de julio de 1872. 54 Mariano Ignacio Prado. Nació en Huánuco el 18 de diciembre de 1825. Participó heroicamente en el Combate Dos de Mayo de 1866 y llegó a la presidencia del Perú en dos oportunidades. Durante su segundo gobierno, Chile le ra asle Pemro ús. tró muy Audneqculearóala ginuiecrió involucrado en el conflicto dirigiendo la guerra desde Arica, un viaje al extranjero el 18 de diciembre de 1879, mancharía su biografía para siempre. Murió en Paris el 5 de mayo de 1901. Hilarión Daza Groselle nació en Sucre, Bolivia, el 14 de enero de 1840. Llegó a la presidencia de su país por medio de un golpe de estado en 1876. Su mandato estuvo limitado por no poder superar los problemas económicos de Bolivia. Fue el responsable de crear el “impuesto de los 10 centavos” a la CSFA, provocando la guerra. Durante el conflicto un golpe de estado de la cúpula militar le quitó el poder. Huyó a Arequipa y luego a Europa. Fue asesinado el 27 de febrero de 1894 por sus propios custodios. Presidente chileno Aníbal Pinto. Durante su gobierno se declaró la guerra al Perú. Nació en Santiago el 15 de marzo de 1825. Durante las “Correrías del Huáscar”, lamentó haberse metido a la guerra, pues las hazañas de Miguel Grau hacían temblar a todo el gobierno mapuche. En 1881, después de elecciones democráticas, fue reemplazado en el cargo por Domingo Santa María. Murió el 9 de junio de 1884. 55 RESUMEN DE LA SITUACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA ANTES DE LA GUERRA Hasta aquí podemos resumir el año en el que nos encontramos: 1872. Todavía faltan siete años para la Guerra del Salitre. Podemos resumir lo explicado en los siguientes puntos: 1 2.- P Cehriúley, aBuonlqiv ueianeoraenrapauínsepsaq ísueribcroa,deosstaba. en mejor condición económica que quienes serían sus enemigos en la guerra que se aproximaba, además de contar con el apoyo empresarial de Inglaterra. 3.- Bolivia no podía ser dueño total de su salitre en su litoral (paralelo 23) por la pillaresca del gobierno chileno al haberse apoderado de él por medio de leguleyadas y un Tratado firmado en 1866. en4t.o-ncPeesrúe,n esnu q teurireitborrai,o-nec paerasitsaablavardeslu salitreras estén bajo capitales privados. seacloitnreomdíea, T arnaqpuaecálasau Ley del Estanco del Salitre Para 1873, Perú, intentando escapar de la crisis insostenible en la que se encontraba, creó la Ley del Estanco. Esta medida consistía en controlar el precio y la comercialización del salitre que explotaban las empresas privadas de Tarapacá. no reeerm laezaedsocappoer seel tapd saEliltrgeu . aN uehstarboíapacaísídsoabeína squuevaslour úsnieicnadopu encontraba en los yacimientos de nitrato. Fue el primer paso para su estatización. Los empresarios salitreros fueron fuertemente afectados pues no podían vender el nitrato sin previa supervisión del Estado peruano. Tampoco podían vender sus bonos. Esta medida fracasó desde su inicio pues el Perú no podía controlar el precio del salitre en el mercado mientras Chile exLpaloteaxsepleoltam sm agáasstar.ápida y sencilla. El ciió n odreelcugrsuoaneon Aenratofm excremento de las aves se encontraba en nuestra costa, bastaba 56 empaquetarla para poder exportarla. Sin embargo, el salitre tenía que ser elaborado para alcanzar su purificación. Para esto se necesitaba tecnología, inversión y conocimiento sobre el manejo de este recurso. El Estado peruano no contaba con ninguno de estos recursos. Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia Perú y Bolivia firmaron en Lima el famoso Tratado de Alianza Defensiva, el 6 de febrero de 1873. Este histórico acuerdo obligaba a ambas naciones a defenderse mutuamente de cualquier intervención foránea que amenazara la soberanía de su territorio. Un requisito indispensable para la firma de este Tratado fue su secretismo; aunque nunca se logró ocultar totalmente. Además, ambas partes estaban obligadas a co pundsieurlta a frilermaarscuonaloiatrdoo psaoísb.re cualquier nuevo Tratado que se Jorge Basadre, en el Tomo 8 de la colección de su obra Historia de la República del Perú, pág. 212 (Colección diario El Comercio), afirma que nuestro país no solo firmó el Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia para defenderse de Chile, sino también de la misma Bolivia, quien ya había sido seducida por el gobierno mapuche para aliarse con la traicionera intención de quitarnos territorio. vaialmesniteemTparcena ha bíraica,cpoudeicsiasido taapasudre, prB inocli p yA vemnouseesltrparimceorsm este libro, nos daremos cuenta que “estéticamente” la salida al mar de Bolivia debió ser por estos dos territorios. Incluso el ex presidente boliviano, José Ballivián, había pedido ayuda a Inglaterra para adueñarse de Arica en la década de 1840 en medio de los conflictos limítrofes que vivía el Perú con Bolivia. El político y escritor chileno, Luis Orrego Luco, en su obra Los problemas internacionales de Chile, publicada en 1901, revela aylgM un s oclhiivliean)a, sendulraant elagsao refjeorta(B quee eslegoofbreiecrínaoud neaQ rreugev loeddoe (lC ímhiitle s) entre estos dos países siempre que se ayudaran para la 57 organización de un congreso internacional en el que se acuerde entregar Tacna y Arica a Bolivia. Perú conocía muy bien todas estas maniobras bolivianas, que sumada a ellas estaba la posibilidad de que si Chile se apropiaba de todo el litoral de Bolivia. Si esto ocurría, el país altiplano se v un l itm o nfalicrteoclqaumeaerl P creeraíandfooruznadco eraú sqauleidríaa eav ara.r por nuestro sur, Era mejor tener a Bolivia de nuestro lado, amarrarlo a nosotros, que no pueda dar un paso sin antes consultárnoslo. Por eso se firmó el Tratado de 1873. Con él no solo frenábamos la carrera expansionista de Chile, sino también, evitábamos un conflicto futuro con nuestro ahora aliado. Sin embargo, esto es por el lado de defensa nacional, pero también existe el lado comercial que la historia peruana se rneehcúessaitaabaancoepstoalro. dAequ n ellaaliaddoond ues beélin co , stirnao qdueeubnraodeamepcroensaorm iaíla. Los yacimientos salitreros que Chile explotaba en Antofagasta y Mejillones, que como ya hemos explicado antes, eran bolivianos pero hurtados por el gobierno mapuche, nos podrían salvar de la bancarrota. Basadre asegura que no existía vínculo entre el Tratado de Alianza de 1873 y el monopolio salitrero que intentó implantar nuestro país. Mientras que las fuentes chilenas opinan lo on atraest s s tm anotipveorsud an cu altqrauriieor. otQ rou,iepneroreednaccotn r laoss vlíenredaasdeero e ola cfiormoa de este Tratado, es más que importante, pues es principalmente este acuerdo con Bolivia lo que nos arrastra a la guerra que tanto dinero, crisis, territorio y, sobre todo, vidas irrecuperables nos costó y ha de marcarnos para siempre. Conociendo las circunstancias que envolvieron a este Tratado, se puede deducir los siguientes motivos que condujeron al Perú a proponerlo y luego firmarlo: Edl otseemaocrrepdoitradlao eploplíatic p3 anaslioNnoisrtae ddee sC e , ysea ha1b.-ién raaleleox2 u hteilrer,itoqruio estaba acercando demasiado a nuestra rica región salitrera de 58 Tarapacá. Para repeler esta posibilidad, era mejor tener a un país como aliado. 2.- Protegernos de una alianza boliviana-chilena, que como ya hemos explicado, se estaba cocinando a espaldas de nuestro país. 3.- Las intenciones de explotar los yacimientos salitreros de B en eseolsa cmriosm paorlaiveisac,ap ar d is eqnuteosnobsaajosficxaiapbitaalyesmacnheiljeanr oesl-pinregcleiosedse-l, nitrato en el mundo como su único exportador. Para fortalecer este tercer motivo, aquí les adjunto la carta que el Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno del presidente Manuel Pardo, José de la Riva Agüero, le escribió a su representante en Bolivia, La Torre: Así pues, lo que a esta (Bolivia) conviene es no perder tiempo en dilaciones inútiles que a nada conducirán sino a permitir que a C ilperesnedearsu mse instuefriecsien . uS oebrierpnaortedo e tB odoolivsiu cohm s,tesm i ennoteq ieireelpegrd litoral, debe decir de una vez su última palabra respecto del tratado de 1866 i de la Convención Corral-Lindsay: debe romper definitivamente esos pactos ... pero procurando siempre que el rompimiento de relaciones no lo haga Bolivia sino que sea Chile quien se vea precisado a llevarlo a cabo. Rotas las relaciones i declarado el estado de guerra Chile no podria sacar ya a sus blindados i, sin fuerzas bastantes para a a ntearjúa, lasequve reia mteadciarcióco nndevleP n ceansolanepcrescairsio nse dceonavcerp titraíar eln mediación armada si las fuerzas de aquella República pretendiesen ocupar Mejillones i Caracoles. A las anteriores consideraciones puede US. agregar otras que no dudo acabarán de decidir a1 Gobierno de Bolivia a adoptar la linea de conducta indicada. Me refiero a la casi seguridad que tenemos de la adhesión a la alianza por parte de la República Arjentina. Claivrita, A denlíb6al d VeíctaogrodsetoladTeor1r8e7.3 al Embajador peruano en Bo 59 Si bien es cierto que en esta misiva no se habla del salitre literalmente, se revela el interés del Perú por eliminar a Chile del comercio salitrero en el paralelo 23. El autor de esta carta no solo era un miembro de nuestro gobierno, sino que también había sido el representante del Perú ecn fiirem adporodveisA uallaqu r apodleítlicToraitm adlioanoza zD uzefe adnosri.va con Bolivia. No era En ella se revelan muchos puntos interesantes: en primer lugar, está la insistencia del gobierno peruano para que nuestro aliado rompa relaciones diplomáticas con Chile, exactamente el Tratado de 1866, pero -pone énfasis- teniendo mucha prudencia, pues lo que se sugiere es que Chile sea quien termine aboliendo el acuerdo bilateral, quedando mal ante los ojos de sus vecinos; segundo, se percibe el temor de nuestro país por la adquisición d olsa,nquqeue e rayna dto Ceoclohsrabnlien;dtaedro cesrcoh, ileelnp ens,íaeleB l lPaenrcúo qEunecaelraadaelydeel servir como país mediador -que de no aceptar Chile sería su intervención armada- para obligar al país del sur a abandonar el litoral salitrero de Bolivia; y cuarto, la importancia de aliarse con un segundo país, Argentina, que estaba evaluando su participación. Nula adquisición de armamento en el egnotobiedreno18d7e3 Phaarsdtoa nuinael vdeez Pdreacdloarasedadilgangóuaerirnave lrti5r d e arN miam abril de 1879. Es cierto, ya estábamos endeudados con los ferrocarriles adquiridos en el gobierno de José Balta y pocos empresarios se atrevían a prestarle dinero a un país moroso; sin embargo, si nuestro gobierno buscaba un conflicto con un país vecino eliminándolo del negocio del siglo, no podía esperar que este no se defendiera con todo lo que tenía y si se puede recibir la ayuda d om caemubniopdaeísenptoredgearorlseo,elcm otoivoloderelcaibgiuóerC rahipleor daeñoIsn,gqlat ueerfruae, salitre, lo hace con tal de hacerse de la victoria. eal 60 Chile hizo lo que el Perú no: sabiendo que se aproximaba la guerra con sus vecinos -pues le había llegado información de que Perú era aliado de Bolivia como lo veremos más adelante- se armó hasta los dientes. IAnpteennatso pfoirrmiandcoorpeol raTrraataAdorgecnotninaBaolliT viraa, tanduoestro ministro Manuel Yrigoyen insistió desde Argentina, para que este país ingresara a la alianza. Al tener también frontera con Chile y problemas por los derechos de la Patagonia, el gobierno argentino veía con buenos ojos el acuerdo. Sin embargo, el canciller argentino Carlos Tejedor pidió que primero se arreglaran los problemas limítrofes entre Bolivia y su país, a lo que el país altiplano aceptó evaluar la situación. Luego seonlitcoidtó uaedloa p aloiranPzearúsey aAmrgpelinatrianaa. Chile, o o caansu o,esqturoe sGeoabsioelronofirqm El 10 de octubre de 1873 el Perú rechazó esta oferta, asegurando que vulneraba la añeja amistad que manteníamos con Bolivia si lo apartábamos del Tratado. Argentina, una vez evaluada la situación y la importancia de la alianza, aceptó ingresar al acuerdo con Perú y Bolivia. Su Congreso aprobó la firma el 25 de setiembre de 1873; sin embargo, el Senado, que era contrario al presidente Domingo F praiumsteirnoodeSamrm ayioendteo,18d7e4c.idiría aplazar su resolución hasta el El Perú necesitaba una respuesta pronta, pues Brasil amenazaba con una posible alianza con Chile, además de un avance significativo por nuestra frontera amazónica. En definitiva, por los acentuados problemas limítrofes entre Bolivia y Argentina, esta última terminó desistiendo a ingresar a la alianza, dejando a nuestro país bastante consternado. Si evaluamos el panorama y brindamos una crítica sobre esta p aretsetrdoeGnoubeisetrrnaohdisetboiróiad, ecohm maodsocpardim a evreoz eqluTeraptoaddaomcosn, nu aboerhafirrem Argentina, y después buscar la adhesión de Bolivia. Lo hizo al 61 revés y esto no permitió que la alianza sea concisa y fuerte; mas sí débil e improvisada. Tratado Bolivia – Chile de 1874 El 6 de agosto de 1874, Bolivia y Chile volverían a firmar un n tam doía ienntetnretasnddeotaplloenseprufnin a lessu:s problemas limítrofes. Eusteevo seTrerasu tua 1.- Chile renunciaba definitivamente a su derecho “soberano” del paralelo 23, marcando su nuevo límite hacia el norte solo hasta el paralelo 24 (véase los mapas). 2.- Bolivia, ahora dueño de los yacimientos salitreros del paralelo 23, le cedía el salitre, guano y plata de esta zona a empresarios chilenos - a la CSFA- por un periodo más de 25 años. stapboa. prohibida de aumentar nuevos impuestos du3r.a- nB teoelisvteiatieem Hay quienes aseguran que este nuevo acuerdo fue una traición por parte de nuestro aliado. Mientras que otros piensan que nos brindó tranquilidad por un tiempo, pues al parecer nuestros vecinos ya habían solucionado su problema fronterizo y una posible guerra quedaba descartada. En realidad, no era así. Recordemos el Tratado de Alianza del 73, Bolivia no podía firmar un nuevo Tratado con otra nación sin previa consulta con e osoellicaitcóu.eD rnáos, c o e sejam si d o ísiem nuestro gpoab auntsou,lthauqbuie anáuslasd rdeo hdaebfeerns vo definitivamente, salvándose así de la guerra que se acercaba. Si evaluamos este nuevo Tratado chileno-boliviano, desde el punto comercial, nos perjudicaba en demasía, pues nuestra competencia directa en el negocio salitrero no pagaría nuevos impuestos, estaba exento de ellos por 25 años más. Mientras nosotros nos hundíamos en la miseria económica, Chile recibía un obsequio de quien creíamos aliado. idoasd reBsp oelicvtioa ahiszuo alcocecso o,ars.olA uu cinoqnuóe u o rraelctm nn o prPoebrloemean dereaalñ 62 recibiría dinero durante un cuarto de siglo, era su problema, era su territorio y era, a pesar de todo, un país autónomo. Nosotros debimos de hacer lo mismo, abandonar el acuerdo defensivo, pensar en nuestro beneficio, en el de nuestro pueblo, sin inmiscuirnos en querellas ajenas, permitir que Bolivia, como lPoereostnaob,a m ha nctiu en o,os s oellucTiroanta a drao scuosn ceollnofslicytonso csoonlospuosrvuencianfoásn. vd im de defensa, sino y claramente, por una posibilidad futura de administrar las salitreras de nuestro aliado. Estatización del salitre El 28 de marzo de 1875, el Perú promulgó la ley que estatizaba las salitreras de Tarapacá por más de 20 millones de soles, cuyas oficinas estaban bajo capitales chilenos, peruanos e ingleses s ahméóronesZam a pB p Arlifnocnip soalm Uegnatret.e D y oR vaulear,toesraenn elm reastaarliloas dsealiA trreircoas, importantes. Al no contar con los 20 millones debido a nuestra crisis económica, el gobierno les firmó pagarés a los dueños que incrementaron el valor de las salitreras a una tasa de 8%. Solo se logró nacionalizar un poco más del 20% de las empresas. Comerciantes chilenos se vieron afectados con esta medida que, si bien no eran tantos en Tarapacá, sí lo eran en Antofagasta. T mabdiaénpo br iteálnigcoobsiesrenm toam o apneirfuesatnaoro . nApreelloocsupleasdocsonpvoernlíaa mqeudeideal salitre, en su totalidad, estuviese manejado por Chile y no por nuestro país. En esta etapa de nuestra historia, la guerra ya no nos convenía, Bolivia no tenía armamento para colaborar con el posible conflicto, estábamos en una crisis insostenible y Chile va a recibir en 1876 sus dos temibles e imponentes blindados Blanco Encalada (inicialmente llamado Valparaíso) y el Cochrane, adm s inacao seuecroransdteru etb erom ntreaszaednolsa G ly Searlo itnre.en Reino Unido y serían 63 Impuesto de los 10 centavos Solo un milagro nos salvaría de la guerra o una mala decisión nos arrastraría a ella. Por lástima, se dio la segunda, esa equívoca decisión llegó por parte del nuevo presidente de Bolivia, Hilarión Daza, quien va a violar el Tratado de 1874 firmado con C sahliitlree, coeb xrpáln od taodleo a e lna CASnFtA ofa1g0asctaenta(4v5os po kilroscad3a00quignrta lmdoes aproximadamente). Si esto hubiese ocurrido antes de la llegada de los blindados chilenos, la situación sería distinta; si Argentina hubiese ingresado como tercer aliado, el panorama sería favorable para nosotros. Nada de esto se había dado, era muy inconveniente el impuesto de los 10 centavos. Chile era el gran beneficiado pues ya tenía el pretexto que necesitaba para usar sus nuevas adLqouishiecciohnoespnoarvaHleilsa.rión Daza no es más que una absurda imprudencia. Es muy claro que se amparaba en el Tratado de 1873 firmado con el Perú para atreverse a decretar el impuesto arbitrario. Hay quienes justifican la torpeza de Daza, aduciendo que Bolivia estaba en crisis económica, viviendo en la suma miseria y que no era justo que, teniendo riqueza salitrera, no percibiera ganancias por ellas. Pero la crisis de este país venía desde m tardaotaldaos d co elnd7i4c.ioDnaezsaqnuoe Chuicleholse ahñaobsíaatprráospyueasutno apsaírh a afbiríamnaar ceelpT propuso un impuesto para salvar a su país, impuso un pago, prepotentemente, sin negociarlo siquiera. No lo hubiese hecho si es que el Perú no era su aliado. La versión chilena sobre esta actitud de Daza, refiere que lo hizo para entregarle la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta al Perú, por ser nuestro aliado, rescatándolo de la crisis que atravesaba. Sin embargo, esto carece de respaldo d s edosecrum istoe eesnta.loD uo ncaupmoesnibtailli,dn ado ceoxm cieenrttos a esotfaicviaelressióbnolcihviilaennoas, ¿por qué el Perú no conocía desde antes sobre este impuesto? A 64 nuestro país lo tomó desprevenido, incluso tardaría mucho en interceder como mediador entre ambos países. La versión boliviana también es distinta, sus historiadores aseguran que ese impuesto, al que ellos llaman gravamen, de los 10 centavos sí era legítimo porque el Tratado del 74 no había sciodnodiaccieópntaddeoupnorpaegloCpoonrgrqeusionthaal.stSaeaencufeabl rseerao ldaev1e8rd7a8dbdaejololas hechos, esta medida fue provocativa e imprudente. Como la CSFA no pagó durante todo un año los diez centavos por quintal, Hilarión Daza les embargó la compañía el 1ero. de febrero de 1879. Acto seguido publicó la fecha para la subasta de la misma: 14 de febrero siguiente. Por la mañana del 14 de febrero de 1879, el Gobierno de Chile asumió el problema de la empresa privada y la convirtió de icniutedraéds, apuúnbqliuceo,boilnivviaadniae,nedsotabAanptofbalgaadsataunm9i0li% tarpmoerncth e.ileE nostsa. Así que no hubo necesidad de aplicar la fuerza pues las ínfimas tropas bolivianas que protegían su litoral ofrecieron pronta rendición. Los militares chilenos fueron recibidos como héroes en el litoral boliviano, en medio de cánticos y aplausos. La noticia de la invasión chilena a Antofagasta llegó a la Paz recién el 25 de febrero y al día siguiente se propagó por todo el p B8o7li9v.iaAscetodescelagruóideon, EnsotasdoexdiegiG maaísrz, oa pdiee. 1 ó ulearradeeflepnrsiamedreo d sue territorio invadido, amparándose en nuestro Tratado de Alianza, en cuyo Artículo II se lee: “La Alianza será efectiva para conservar los derechos expresados en el artículo anterior, y en los casos de ofensa, que consistan: 1.° En actos dirigidos a privar a alguna de las Altas Partes contratantes de una porción de su territorio, con ánimo de apropiarse su dominio o de cederlo a otra potencia.” aromeassta, bsaina puunnato pdreepen arvaicairónnos aaduencauagduaerrya asbersiuar,dan.uestro goSbin iern 65 Misión Lavalle Una vez declarado el Estado de Guerra por Daza, nuestro presidente Mariano Ignacio Prado, intentó evitar la guerra, aunque muy tarde, enviando a su ministro de Relaciones Exteriores, José Antonio de Lavalle, a conversar con el mand ario chileno A níbal Pinto y poner e n práctica la última alternativa según el Tratado de Alianza: actuar com o país mediador y conciliador. Se sabe que Lavalle fue atendido en muy corto tiempo, el presidente Prado estaba vestido con traje de gala ya que esperaba al príncipe Enrique de Prusia y no se dignó a dar detalles sobre la mediación a su ministro ¡Estábamos a punto de ir a una guerra! ¿Qué puede ser más importante? Esto se le reprocha a nuestro entonces presidente, pues sabiendo de lo preocupante de la sdietu inictaom nn a gpuríenrcraipdean taalcleiós na, enruaeisntrfo nceinlitaediom r,peqruaetivaotenev dietrarauu qd uo e estaba de visita. Lavalle no recibió por ello instrucciones verbales detalladas, solo se le pidió que evitara la guerra sin que nuestra nación sufriese la honra ni la dignidad. Cuando estaba a punto de zarpar del Callao su hijo y secretario, Hernando, llegó en caballo y le entregó una serie de documentos enviados por el gobierno. Una vez en camino a Valparaíso, abrió el paquete y se encontró con n,sivpaaraPeérlú-fB vn iaa. u el sT e raetnatdeorabdae deAlieasntezaTrD ateafdeo uo e liu Lnaavalcleopriaecid én sorpresa enorme. El 4 de marzo de 1879, nuestro ministro desembarcó en Valparaíso. Fue recibido con hostilidad por turbas chilenas que incluso se atrevieron a lanzarle piedras. Los historiadores chilenos aseguran que nuestro país solo intentaba ganar tiempo con la mediación para comprar armas, incluso se hablaba de que el Perú iba a adquirir un blindado italiano. espiodceontelacheilvein íbpailnóPinstoob,rqeuelanoreqau a laPogruesu rrap,arpte,roel tparm taobaA, no liedraíd 66 económica por la que atravesaba el Perú: “Su situación es muy precaria, sus finanzas en peor estado que las nuestras”. Ya en Santiago el presidente Pinto le dio la bienvenida. Lavalle le expresó su respeto y su profundo cariño al país que este representaba e inmediatamente le confesó la voluntad de nuestra nación para servir como “mediador” entre Chile y Bolivia. Sin embargo, para lograr esa intervención, Lavalle exigía el retiro inmediato de las tropas chilenas que habían invadido el 14 de febrero Antofagasta. El presidente chileno se negó a aceptar tales condiciones, rechazando de inmediato la intervención del Perú en este conflicto. Acto seguido, el canciller chileno, Alejandro Fierro, quien se encontraba presente, le preguntó amablemente a nuestro ministro si es que sabía de la existencia de un Tratado de Alianza entre Perú y Bolivia18, incluso le mencionó la fecha en que este acuerdo se había firmado. Lavalle lo acababa de conocer en el barco que lo había llevado a Chile, pero no tenía orden de revelar dicha información, así que excusó asegurando que durante esa fecha no se había encontrado en el Perú y que a su regreso el Congreso no había aprobado ningún Tratado de esa índole; sin embargo, les prometió preguntárselo de inmediato al presidente Prado. En realidad, Chile sí sabía de la existencia de este Tratado que tan secreto no había logrado ser. Algunas fuentes aseguran que el m choildeensodeGlu rmaodeGelestts, suingiosbtrioern a ifllierm e. ya se lo había comunicado a Lavalle continuó en Chile evitando la guerra o, como dicen los historiadores mapuches: ganando tiempo para que Perú adquiriera armas. Lamentablemente, el 14 de marzo, el presidente Daza establecerá el casus belli, que no es otra cosa más que “los motivos para iniciar una guerra”. En realidad, Hilarión Daza intentaba estropear la misión Lavalle con esto. Nos forzaba a ir a la guerra y defenderlos. Temía que el Perú llegara a un acuerdo 18.- Este Tratado nunca logró mantenerse en secreto. Cuando Chile se enteró de la firma, alimentó su encono hacía Bolivia y Perú, preparándose para la guerra por medio de adquisición de barcos y armas. 67 con Chile haciéndose a un lado y permitiendo que esta atacara libremente a Bolivia. Una vez más, el presidente boliviano mostraba su estupidez a carta cabal. Durante el tiempo que estuvo Lavalle en Chile, recibió una propuesta por parte del presidente chileno Aníbal Pinto expuesta en cuatro puntos: primero, que se mantenga la ocupación chilena en Antofagasta; segundo, regresar al Tratado entre Bolivia y Chile de 1866; tercero, sometimiento a un arbitraje sobre el territorio en disputa; y cuarto, la declaratoria de neutralidad del Perú. Incluso Pinto nos ofreció una alianza si es que Bolivia no aceptaba estas medidas. Desafortunadamente, Lavalle no aceptó. En los días siguientes, el ministro chileno en Perú, Godoy, recibió la noticia sobre la existencia del Tratado Perú-Bolivia adquiriendo una copia del Tratado23. A Lavalle no le quedó otra alternativa que aceptar este acuerdo una vez que recibió de la Cancillería peruana la autorización para reconocerlo; sin embargo, le explicó al canciller Alejandro Fierro que aún no estaba requerido el casus foederis (“motivo de la alianza”, es decir: una razón por la cual apoyar a Bolivia en la guerra). El gobierno chileno demandó a nuestro país para optar por la neutralidad esta vez dejando de lado la cortesía y dando para a la presión. El Perú contestó que la respuesta se la darían el 24 de abril, previa reunión de Congreso. El 4 de abril partió Lavalle de Valparaíso rumbo al Callao, al d ía si gui ente, 5 de abril de 1879, Chile nos declararía oficialmente la guerra. 23.- El gobierno chileno contrató a muchos espías durante la guerra que les facilitaron información importante como la ubicación del ejército peruano, estrategias de ataque, documentos secretos, etc. 68 69 70 71 72 “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras es que, si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré”. Miguel Grau Seminario 73 74 PRIMERAS REACCIONES ANTE LA DECLARATORIA DE GUERRA Sábado 5 de abril de 1879. Junto a la declaratoria de guerra por parte de Chile, la adremaIqduaiqdueeesteenpaTísarbalopqacuáe,ó ipnrm inecdipiaatlam foenndte andueersotropp aruaertloa embarcación de salitre y su exportación al extranjero. Con esto no solo nos obligó a iniciar los enfrentamientos en el mar, sino también limitó la venta del salitre por parte de nuestro gobierno durante la guerra. Chile ya contaba con el salitre del litoral de Bolivia, que fue rápidamente utilizado para la compra de armamento y fortificación de su escuadra. Sin embargo, el Perú y su aliado no contaron con este privilegio económico, por lo que se les hizo más complicado reunir recursos con qué mejorar su precaria condición bélica1. Los barcos encargados para el bloqueo de Iquique fueron las dos embarcaciones más grandes con las que contaba Chile, los blindados Blanco Encalada y Cochrane de más de 3560 toneladas cada uno; además de las corbetas Esmeralda y Covadonga, ambas de madera y de poca relevancia. Quien resultara con la victoria en esta primera parte del conflicto, tendría la posibilidad de dominar el Pacífico a sus anchas, poder desembarcar en los puertos del país enemigo, realizar invasiones, bombardeos, exigiéndole la rendición al otro. Pero también servía mucho a los países beligerantes, ya que les dotaba de tiempo importante para preparar sus ejércitos. Los gobiernos de Perú, Chile y Bolivia sabían muy bien que quien ganara la Campaña Marítima, no era necesariamente quien podría terminar ganando la guerra. No obstante, iniciar con una victoria inyectaba entusiasmo y 1.- La crisis económica y hacendaria del Perú surgió debido a los empréstitos de emergencia de 1865, 1866 y 1868, debido a la Guerra con España; pero también y, sobre todo, por las obras públicas de 1870 y 1872. Este mal manejo de los fondos ocasionó que para 1875, la deuda externa de nuestro país llegó a 300 millones de soles, imposible de pagar. 75 honor a los batallones del parcial vencedor. Como ya se ha dicho antes, Chile contaba con una fuerza naval incluso superior a la de Estados Unidos en ese momento. Además, la historia mapuche contiene una amplia cultura naval por haber sido su puerto, Valparaíso, lugar de dcoes team s bdaerscuo tdeerrpitioraritoa,ss, iqnuoetanmobsioénloalldeegjaabrasnu adessacqeunedaernclaias mezclándose con mujeres y heredando sus costumbres de comercio y descontrol a la cultura araucana. Por el lado de Bolivia, nuestro aliado, este contaba con barcos que navegaban con su bandera, en total catorce, pero servían para el comercio y no para la guerra. Por consecuencia, no aportó con embarcaciones en la Campaña Marítima. Nuestro país no había renovado su flota desde la guerra con España de 1866. La gran mayoría de nuestras embarcaciones fueron construidas desde 1860 a 1865 y ninguna de ellas podía compararse con el Cochrane o Blanco Encalada. La tripulación también reflejada un serio problema por su falta de experiencia. Muchos de los que se embarcaron en el Huáscar y la Independencia, carecían de conocimientos de artillería, solo eran jóvenes entusiastas, muchachos embargados por la euforia de la guerra, pero en el fondo, un estorbe enorme durante los combates. Un claro ejemplo fue lo que ocurrió con el joven periodista Antonio Culatón, quien estando abordo del Huáscar mientras este huía del Blanco Encalada el 3 de junio de 1879, subió a cubierta para dar brincos de alegría mientras el barco chileno bombardeaba nuestro monitor. Los vaivenes del combate hicieron tropezar al muchacho irresponsable y terminó cayendo al mar. Se le lanzó un salvavidas, pero fue en vano, ya estaba muerto2. El área de las calderas estaba asignada en su amplia mayoría a extranjeros. Por temas políticos y económicos, el 76 Perú no podía financiar la capacitación de personal nacional. No quedaba de otra que confiarles esta zona a forasteros, muchos de ellos ingleses. La escuadra chilena se encontraba en mejores condiciones que la nuestra, sobre todo en este aspecto. Su guarnición, llamada Regimiento de Artillería de M 0 plarziansay, dauurnaqnute hlaubgouearlrgaunlloesgóniañocsondteanrtrcoondemeásstad, ela 1g2r0an mayoría fueron marinos capacitados3. 2.- Desde entonces se utiliza el término “Cucalón” en la marina chilena para referirse, de manera peyorativa, a un civil que es autorizado por el gobierno o una institución superior, para eum se en un escenario de guerra y que, al carecer de conocimientos bélicos, no son más que n b esatrocrabro 3.- La corbeta chilena Esmeralda, bajo el mando de Arturo Prat, estuvo tripulada por un buen número de niños. Entre ellos José Emilio Amigo (10 años), José Briseño Cordero (14 años), Gregorio Araya Aburto (16 años), entre otros. 77 Puerto de Iquique, en Tarapacá, sàbado 5 de abril de 1879, buques chilenos bloquean el principal fondadero del sur peruano. Poderosa Armada Chilena durante la Guerra del Salitre. 78 ESCUADRAS DE CHILE Y PERÚ Chile no solo era superior en número de barcos, sino en calidad de estos, en blindaje, cañones, calibres, tonelaje, fuerza, etc. Sus blindados más imponentes eran los gemelos Blanco Encalada y Cochrane, ambos construidos en Hull, Reino Unido. Habían llegado a Valparaíso en 1876, de 3560 toneladas, seis cañones Armstrong de 250 libras y otros cañones además de una ametralladora Nordenfelt, su blindaje era de 9 pulgadas4, una velocidad que excedía los 12 nudos por hora5 y una extensión de 64 metros de largo; dos corbetas, Chacabuco y O´Higgins, construidas en 1866, aunque inicialmente fueron gemelas, algunos cambios realizados las diferenciaban, pero tenían una velocidad máxima de 10 nudos por hora, desplazaban 1101 toneladas aunque en algunos datos aseguran que llegaba a 1670-, eran de madera y estaban equipadas de cañones de 150, 70 y 40 libras; dos buques de madera, la Esmeralda (terminada en 1855, con desplazamiento de 850 toneladas, alcanzaba una velocidad de 8 nudos y equipada con cañones de 40 libras) y la Covadonga (1859, desplazamiento de 630 toneladas, cañones de 70, 40 y 7 libras, 49 metros de largo y alcanza una velocidad de 7 nudos), esta última capturada a los españoles en la guerra de 1866; el vapor Loa, que era un transporte artillado de más de 1000 toneladas y la cañonera Magallanes, de 950 toneladas; además de dos flotas de transporte, el Rímac y el Matías Cousiño, ambas carecían de armamento pues su labor principal era abastecer de carbón y transportar soldados a los puertos. La escuadra peruana estaba encabezada por la fragata blindada Independencia, construida en 1865 en Reino Unido, desplazaba 2004 toneladas, con un blindaje de 4,5 pulgadas, alcanzaba una velocidad de 11 nudos, equipada con cañones 4.- Una pulgada equivale a 2,54 centímetros. En el caso de los blindados chilenos llegaban a tener una coraza de 9 pulgadas: 22,86 centímetros. 5.- Un nudo equivale a 1,852 kilómetros por hora, menos de 2 kilómetros. 12 nudos son 22,224 79 de 250 y 150 libras, dos ametralladoras y en la práctica era el barco más importante que teníamos; el monitor Huáscar dirigida por el gran almirante Miguel Grau-, construido en 1864 en Inglaterra, de 1100 toneladas, armadura de 4,5 pulgadas, velocidad de 12 nudos, cañones de 40 y 12 libras y una ametralladora de calibre 44.; la corbeta Unión, de madera, de 1150 toneladas, con cañones de libras inferiores y su mejor arma era su velocidad: 13 nudos; la cañonera Pilcomayo, de 600 toneladas, con cañones de 60 y 40 libras, una ametralladora y una velocidad de 11 nudos; y dos monitores gemelos, el Atahualpa y el Manco Cápac, comprados a Estados Unidos, servían de guardacostas, el primero en el Callao y el segundo en Arica, no eran más que baterías flotantes, no era posible desplazarlas, solo remolcarlas6. Fortificación de los puertos peruanos Era muy importante poder reforzar nuestros principales puertos pues los barcos enemigos intentarían bloquearlos evitando el desembarco de armamento para nuestra defensa. Callao y Arica fueron a los que más baterías se les adjuntó. En el caso del primero, según información de la Prefectura y Comandancia General de Armas, con fecha de 3 de Julio de 1880, el Callao contaba con las siguientes baterías en el Norte: “Ayacucho”, con un cañón Blakely de 500 libras y uno Rodman del mismo calibre; Torre de “Junín”, con dos cañones Armstrong de 300 libras; “Pacocha”, con dos cañones Rodman de 500 libras; “Rímac” con dos id. en construcción. En el Sur teníamos la batería “Santa Rosa”, con dos cañones 6.- En 1867, Mariano Ignacio Prado compró, por la suma de dos millones de pesos, los monitores estadounidenses Oneoto y Catawba, que luego cambiarían de nombre por Manco Cápac y Atahualpa. Ambos fueron construidos para navegar en aguas del río Misisipi y no para altamar. Por lo que la compra de estas dos embarcaciones ha sido fuertemente criticada durante la historia. Aunque tenían blindaje y cañones de 500 libras, solo podían ser utilizados como guardacostas, no era posible hacerlas andar a no ser que sean remolcadas. 80 Blakely de 500 libras; la “21 de Diciembre”, ocho cañones de a 32 libras; Torre de “La Merced”, con dos cañones Armstrong de 300 libras; la “Tarapacá”, dotada con un Vavasseur de 250 libras y un Rodman de 500; una batería auxiliar de La Punta, además de dos cañones Rodman de 500 libras, aún en construcción; y la “2 de Mayo” dos cañones de 1000. En el Centro contábamos con el Torreón “Independencia”, equipado con dos cañones Blakely de 500 libras y el Torreón “Manco Cápac”, dos cañones Vavasseur de 250. Y por último la batería de Chacra Alta con tres cañones Rodman de 125 libras. Nuestro principal puerto tenía una defensa bien fortificada, por eso los chilenos dudaron siempre bombardearlo para iniciar directamente la invasión a Lima. Prefirieron desembarcar en Pisagua como veremos más adelante. En el caso de Arica, cuando Chile nos declaró la guerra, se encontraba indefensa, por lo que inmediatamente se ordenó reforzarla. En el Morro se colocaron 2 cañones Parrot de 100 libras, 6 Voruz de 70 y un Vavaseur de 250. En la batería “San José”, 2 cañones de 150 libras. En la batería “2 de Mayo”, un Vaveseur de 250 libras. En el fuerte “Santa Rosa”, otro Vaveseur también de 250 libras. En la “Ciudadela”, 2 cañones Parrot de 100 y un Voruz de 70 libras. Y, por último, en el fuerte “Este”, 2 cañones Voruz de 1007. Estrategia de ambas escuadras Las estrategias de ambas escuadras distaban una de la otra. Por un lado, la armada chilena, al ser superior en número y calidad frente a los barcos peruanos, preferían el enfrentamiento directo; mientras que la nuestra, optaba por atacar y escapar, hostigar al enemigo hasta el cansancio teniendo como último recurso el combate frente a frente, en el que éramos claramente inferior. 7.- Fuente: La batalla de Arica, Gerardo Vargas Hurtado, pág. 15. 81 Maqueta del acorazado Huáscar del Museo de la Marina Peruana del Callao. Popa del Huáscar (parte trasera). Los cañones de 500 libras y el blindaje de acero de 4,5 pulgadas. 82 PRIMEROS MOVIMIENTOS Junto con el bloqueo naval de Iquique, la tripulación armada de chile invadió Pabellón de Pica y Huanillos el 15 de abril. El 17 saquearon Mollendo destruyendo trenes y naves peruanas. El 18 bombardearon Pisagua y el 29 el Norte de Mejillones. Su ataque no respondía a una improvisación. El gobierno chileno entendía muy bien que la zona más rica de Perú y Bolivia, era justamente la que se aproximaba a su territorio, Antofagasta (Bolivia) y Tarapacá (Perú), en ambos pueblos se concentraban los yacimientos de salitre más ricos del mundo. Su conquista armada era imperativa. Por parte del Perú, El 8 de abril a las 3:00 AM, tres días después de la declaratoria de guerra, nuestro presidente Mariano Ignacio Prado ordenó a los dos únicos barcos peruanos que estaban listos en ese momento para combatir, la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo, dirigirse hacia Antofagasta -puerto bajo el dominio chileno- para bloquear la línea de abastecimiento de la escuadra chilena hacia Iquique. Quien estuvo a cargo de la misión fue el capitán de navío Aurelio García y García. El 12 de abril la escuadra peruana llegó a Huanillos, cerca al puerto de Cobija. A las 10:30 la Magallanes reconoció dos humos hacia el sur del río Loa. Eran los barcos peruanos Unión y Pilcomayo. Los tres buques iniciaron la guerra con un pequeño enfrentamiento naval que se extendió hasta las 14:00, sin reconocerse la victoria por parte de ninguno de los dos países8. Este combate puede ser visto como un enfrentamiento de medición o reconocimiento del enemigo. Iniciado el bloqueo a Iquique por la flota chilena, nuestros dos barcos que resumían nuestro limitado poder marítimo, la 8.- Este combate, llamado Combate Naval de Chipana, es más recordado por la historia chilena. 83 Independencia y el Huáscar, no estaban en condiciones técnicas para echarse al mar. Fueron necesarios algunos mantenimientos de urgencia y no fue hasta el 15 de mayo que partieron del Callao para enfrentar a los insolentes acorazados enemigos que llevaban 40 días insultando nuestra costa sur. Además de nuestros únicos dos blindados, también partieron con ellos los transportes Chalaco, Limeña y Oroya carecían de cañones para atacar, solo transportaban tripulación, carbón, comida o armamento-. En este último iba nuestro presidente Mariano Ignacio Prado, quien llegaría a Arica para dirigir la guerra desde la zona más vulnerable de nuestro país, por la cercanía de los chilenos. Con respecto a nuestro presidente y su viaje en medio de la guerra, nos ocuparemos más adelante de él y de tratar de contar la verdad de los hechos sin tapar los errores de sus enemigos, como lo ha venido haciendo el congresista de Acción Popular, García Belaúnde con su libro El expediente Prado. Mientras nuestra flota se dirigía a Iquique, el almirante chileno, Williams Rebolledo9, quien estaba al mando de la escuadra enemiga, enterado que nuestros barcos estaban recibiendo reparaciones, se dirigió hacia el Callao para atacar con sus acorazados más potentes a nuestra reducida fuerza marítima. Rebolledo quería acabar con esta etapa de la guerra de un solo golpe. Sin embargo, ambas escudaras se van a cruzar en el camino sin divisarse. De habernos topado con ellas, la historia hoy sería distinta. Ninguno de nuestros barcos podía enfrentarse con el Cochrane o el Blanco Encalada. Su blindaje y potencia, como ya hemos explicado, sobrepasaban a los nuestros. La orden siempre fue hostigar al enemigo, atacar su escuadra y emprender la huida, obligarlos a 9.- Político y marino chileno de gran experiencia, pero poca fortuna durante la Guerra del Salitre. Sus estrategias durante el conflicto no darán buenos resultados. Teniendo una Armada con más de diez barcos, no logrará capturar al Huáscar, muy por el contrario, este pequeño monitor y las hazañas de Miguel Grau, provocarán su renuncia indiscutible. Falleció en Santiago, el 24 de junio de 1910. 84 perseguirnos, hacerles quemar carbón, gastar el dinero que tampoco les sobraba, transporte, alimento. Mientras más prolongado resultara el hostigamiento, mayor tiempo tendría nuestro ejército para alistarse al enfrentamiento terrestre. Además, cada día que pasaba nos permitía buscar nuevos bcauñqouneess,.conseguir préstamos y reforzar nuestros puertos con Nuestra escuadra llegó a Arica el 20 de mayo. El presidente Mariano Ignacio Prado recibió noticias del capitán del puerto, quien le mostró un telegrama del prefecto de Tarapacá donde se comunicaba solo la presencia de dos barcos chilenos bloqueando Iquique: la Covadonga y la Esmeralda. Ante esta buena noticia pues los barcos enemigos eran de menor fuerza que el Huáscar y la Independencia-, el presidente Prado, antes que los blindados peruanos partieran, se dirigió al almirante Miguel Grau que estaba a cargo del monitor Huáscar y le dio la siguiente orden: “Hundan las naves enemigas que bloquean Iquique, luego diríjanse al sur y capturen los transportes chilenos... luego, procedan a destruir las máquinas desalinizadoras que hay en Antofagasta y bloqueen dicho puerto... es posible que el enemigo se rinda si llega a carecer de agua: señores, vayan a cumplir lo ordenado”. Oído esto, partieron los dos barcos peruanos a cumplir con lo encomendado. El entusiasmo de Prado era enorme, la orden que les 10, este último, encomienda a Miguel Grau y a Guillermo More capitán de la Independencia, era bastante atrevida. Desbloquear el puerto de Iquique, luego hundir los barcos enemigos, destruir las desalinizadoras chilenas y, por último, bloquear el puerto de Antofagasta, que estaba bajo dominio chileno. Sin duda, era una misión complicada. 10.- La participación de Guillermo More en la Guerra del Salitre, aunque polémica, no deja de ser heroica, pues una vez perdida la Independencia por culpa de su confianza y en medio de un juicio largo, pedirá participar en la defensa del Morro de Arica, donde sacrificará su vida el 7 de 85 LOS BARCOS QUE NUNCA SE COMPRARON En la impecable obra del historiador tacneño, Jorge Basadre, Historia de la República del Perú, Tomo 8, edición El Comercio, nos revela los planes que el gobierno peruano manejó para la compra de nuevas embarcaciones y que, por motivos de insolvencia económica, así como maniobras de los políticos chilenos que servían como espías en países neutrales, terminaron fracasando. Se hicieron negociaciones con los gobiernos de Francia, España, Turquía, Portugal, Dinamarca, Italia, Grecia, China y Brasil. Pero las gestiones fracasaron. Argentina se había dispuesto a fortalecer su escuadra y también competía con nosotros en la compra, con la enorme diferencia de su solvencia económica frente a nuestra pobreza fiscal. Francia tenía en venta dos acorazados, el Solférino y el Gloire11. Ambos tenían una potencia imponente. Perú intentó comprarlos, pero los agentes chilenos al enterarse, escribieron una carta al ministro de relaciones exteriores francés, con lo que se logró suspender la venta. En Turquía pasó algo similar cuando el gobierno peruano quiso adquirir el acorazado Fehlz-Bolend, de propiedad de un sultán. Un marino inglés fue quien le informó a Chile sobre esta negociación haciéndola fracasar. Incluso en Estados Unidos estuvimos más cerca de adquirir el blindado Steven Battery12 . Su costo era de 750 mil dólares. Solo faltó pagarlo para poder trasladarlo hacia el Perú. No obstante, esto sucedió en 1880, cuando el Perú sufría un cambio de gobierno que imposibilitaba el abono del dinero. Con los años este barco terminó por convertirse una pieza 11.- Solférino, construido en 1861, de 7129 toneladas, un largo de más de 82 metros y con más de 50 cañones, de 160 y120 libras. Claramente un mejor buque que el de la Armada chilena. Gloire, construido 1859 en Francia, de más de 5000 toneladas, con más de 50 cañones de 240, 190 y 160 libras. Ambos blindados hubiesen sido de gran relevancia durante la guerra, lamentablemente no se logró llegar a un acuerdo con el gobierno francés ya que Chile le exigió la neutralidad en el conflicto. 12.- Fue un blindado que jamás logró terminarse. Su tamaño llegó a superar los 120 metros de largo, pero al final terminó vendiéndose como chatarra en 1880. 86 inservible, su dueño era el norteamericano Robert L. Stevens quien había intentado vendérselo al gobierno de su país, pero este rechazó la oferta por la poca calidad de la embarcación. Años más tarde este blindado se remataría a 55 mil dólares. Nos salvamos. Una vez fir1m 3 ada la paz con Chile, llegó a nuestro país el crucero Lima , comprado con los donativos de la población y construida en Kiel, Alemania. Era de mediana potencia, pero como entenderán, de nada ya nos sirvió, el enemigo nos había pasado por encima. 13.- Se compraron dos barcos en Europa, el Diógenes y el Sócrates, ambos con dinero donado por el pueblo peruano durante la guerra. Se ha difundido una mala información durante décadas al asegurar que Mariano Ignacio Prado se llevó el dinero cuando fugó el Perú el 18 de diciembre de 1879. Sin embargo, cuando estos dos barcos se disponían a navegar rumbo al Perú, el gobierno británico los retuvo declarándose neutral. En 1889 llegó al Callao solo una, el Sócrates, bautizado con el nombre de Lima; el Diógenes fue tomado como pago por Gran Bretaña. 87 Primer acorazado de la historia, la Gloire, construido en Francia el 4 de marzo de 1858. Se terminó en noviembre del año siguiente. Este buque se intentò comprar al gobierno francèrs, sin elm gop,ralo nte a acborm . sSe slpeìas dioch dile e bnaojas,eanl 1e8 79rayrssee ddeeslagsun azeógoecnia1c8io 8n 3e. s, impidieron Réplica de la corbeta Esmeralda. embarcaciòn La real fue hundida por Miguel Grau junto al Huáscar el 21 de mayo de 1879, durante el de Combate Iquique. 88 COMBATE DE IQUIQUE Nuestros dos más grandes barcos tendrían que enfrentarse en Iquique a los dos barcos chilenos más pequeños: la Covadonga y la Esmeralda. Ambos eran de madera, más lentos y desplazaban menos tonelaje que nuestros acorazados. Mientras que sus cañones, aunque eran de 70 y 40 libras, difícilmente podrían traspasar el blindaje de las naves peruanas. Todo jugaba a favor de la escuadra nacional esa mañana del 21 de mayo de 1879. El destino, o la torpeza del almirante chileno Rebolledo, habían decidido que la balanza se inclinara a favor del Perú. A las 8:00 AM el vigía de la Covadonga gritó a su tripulación: “¡Dos humos al norte!” A las 8:30 AM l a distancia de los barcos beligerantes se redujo a solo dos mil metros. Ante la superioridad de los barcos peruanos, ambos buques enemigos se acercaron hacia la costa para que el Huáscar y la Independencia no dispararan contra ellos por la presencia de peruanos en el puerto. El transporte chileno La Mar también se encontraba esa mañana en la bahía, pero al no tener ningún tipo de posibilidades de enfrentar a los buques peruanos, izó bandera norteamericana y emprendió la huida hacia el Sur. La Esmeralda, que era dirigida aquella mañana por el experimentado marino y abogado Arturo Prat Chacón14, pudo haberse rendido izando bandera blanca; sin embargo, luchó hasta donde sus posibilidades se lo permitieron. Su tripulación estaba integrada por un buen número de niños y adolescentes, muchachos que se habían emprendido a la aventura al estallar la guerra sin ningún tipo de experiencia de combate. 14.- Abogado, marino y militar chileno nacido en 1848. Máximo héroe de la Marina de Chile. P Saurtgicraipnó heanzlaañG a ufuereralacnoznarEssepaañlaa ecnulboiserctoamdbealteHs udáescPaarpudduorayntA e betlaoC.ombate de Iquique, donde recibió una bala en la cabeza que acabó con su vida. Su nombre ha inspirado el bautizo de equipos de fútbol, universidades y hasta una provincia en su país. 89 Grau dio la orden a Guillermo More, capitán de la Independencia, quien se encontraba a poco más de cinco millas de distancia, de atacar a la Covadonga, mientras el Huáscar izó bandera peruana para dar inicio al combate disparando contra la corbeta Esmeralda que se encontraba a 200 o 250 metros de la playa. Los cañonazos pasaron por arriba del barco chileno sin causarle daño, aunque sí ponían en peligro de herir a la población. La tripulación del Huáscar también era inexperta, los artilleros no habían sido capacitados previamente porque para ello se necesitaba dinero para comprar pólvora y herramientas, lo que menos tenía nuestro país en esos años. Una hora más tarde, el Huáscar seguía disparando sin causar bajas en el buque enemigo. Miguel Grau pensó que los chilenos habían colocado minas en el mar, por eso evitó en todo momento acercarse a su objetivo. Quienes sí estuvieron con una puntería acorde a la situación aquella mañana, fueron las baterías del puerto de Iquique. Estas les causaron daños de consideración a las corbetas chilenas. Mientras esto ocurría, la Independencia había emprendido la persecución a la Covadonga que ya había recibido un cañonazo del Huáscar y sin haber recibido la orden de Arturo Prat, quien estaba a cargo del bloqueo de Iquique, emprendió la cobarde huida hacia el Sur abandonando a su compañero. El capitán de la Covadonga era el capitán chileno Carlos Condell, quien ordenó en todo momento navegar pegado a la playa. Desde entonces el combate se dividió en dos, por un lado, la Independencia contra la escurridiza Covadonga, mientras que, por el otro, el Huáscar contra la valiente Esmeralda. Algunas horas más tarde -recordemos que los combates en el siglo XIX eran bastante lentos-, la Esmeralda se vio obligada a salir de la costa por las bajas que le había causado 90 los cañonazos de nuestras baterías que estaban a cargo del general peruano Juan Buendía15. Al emprender la huida explotó una de sus calderas reduciendo su velocidad a solo dos nudos. Miguel Grau, ante la mala puntería de sus artilleros, decidió utilizar el espolón16. El primer espolonazo fue esquivado hábilmente por el barco chileno, pero los cañonazos, esta vez a cortísima distancia, sembraron muerte en la pobre goleta chilena. En el segundo intento, también fallido, el almirante Arturo Prat, en un acto valiente que se debe rescatar por más enemigo que fuera en ese momento de nuestros marinos, se lanzó a la cubierta del Huáscar junto a cuatro subordinados gritando “¡Al abordaje, muchachos!”. Con espada y revólver en mano buscó con quien pelear esa mañana, sin embargo, una descarga cerrada de los fusileros a bordo del Huáscar los mató a todos. Con el tercer espolonazo la corbeta chilena se partió en dos y comenzó a hundirse. Ya eran las 12:10. Los muertos de la Esmeralda pasaron los 100, solo sobrevivieron 63. Mientras que Miguel Grau reportó la muerte del teniente Jorge Velarde y siete heridos a bordo del Huáscar. La Independencia, mientras tanto, seguía persiguiendo a la Covadonga, que con astucia había conducido a nuestro blindado hacia aguas poco profundas. El calado del barco peruano era más hondo que el de la corbeta chilena. Aquí el almirante Guillermo More cometió un grave error al permitir que la nave enemiga lo llevara por donde ella quería. Como esta pesaba menos, no tenía tanto calado y le permitía acercarse más a la costa sin que se dañara su superficie. El combate se prolongó por más de cuatro horas, la 15.- Juan Domingo Buendía y Noriega nació en Lima en enero de 1816 -y murió el 27 de mayo de 1895. Fue un militar peruano cuya carrera culminó con el grado de general de división del Ejército del Perú. General en jefe de los Ejércitos del Sur en 1879, en el marco de la guerra del Pacífico. Fue también ministro interino de Guerra (1876-1877), ministro de Gobierno y presidente del Consejo de Ministros (1877-1878). Aunque su participación ha sido cuestionada por su falta de liderazgo y victorias durante la Guerra del Salitre. 16.- Pieza de hierro aguda, afilada y saliente en la proa de las antiguas galeras y de algunos modernos acorazados, para embestir y dar a piqu9e1 a un buque enemigo. Fuente, RAE. Covadonga no había sido esquiva a los cañonazos de la Independencia, pues le había respondido llegando a impactarle en ocho oportunidades con sus balas de cañón. Además, contaba con una ametralladora con la que hostigó a nuestros marinos en todo momento. Cuando apenas los separaba veinte metros y la Independencia se preparaba para espolonear a la Covadonga, nuestro blindado raspó su base con una roca bajo el mar creando un enorme forado. Se llenó de agua el buque y empezó a hundirse. La Covadonga dio media vuelta y sin la menor misericordia, disparó contra los indefensos marinos peruanos que se habían lanzado al mar para evitar morir en cubierta. Guillermo More trató de defenderse con sus cañones, pero estos, por el hundimiento, se encontraban bajo el agua. Al poco rato, al acabarse las municiones, solo quedaba morir defendiendo el buque. Miguel Grau había perdido tiempo valioso rescatando a los chilenos de la Esmeralda, que una vez hundida su nave, se quitaron la ropa y se echaron al mar. Ya a salvo sobre la cubierta de nuestro monitor gritaron agradecidos: ¡Viva el Perú! Esta acción coloca a nuestro héroe en la cúspide más alta con respecto a su misericordia frente al enemigo; pero al mismo tiempo, es criticable, pues cuando emprendió su rescate a la Independencia, la encontró incendiada y con solo 20 tripulantes -dentro de ellos Guillermo More-, los demás habían huido en bote hacia la playa. Al intentar perseguir a la Covadonga y hacerle pagar su ofensa, esta huyó rápidamente. El almirante Miguel Grau paró máquinas, esta vez no para salvar a marinos enemigos, sino a los de su patria que estaban en el mar esperando su ayuda que, aunque llegó, pudo haber sido más pronta. Eran las 15:10. Es necesario remarcar que mientras Miguel Grau mandó a rescatar a los chilenos que habían naufragado tras el hundimiento de la Esmeralda, el capitán chileno Condell se 92 había glorificado de placer disparando contra los peruanos que intentaban salvarse nadando hasta la orilla. La Independencia registró 5 muertos y 23 heridos, mientras que la Covadonga solo 3 muertos, pero 97 heridos. Al culminar el combate, podemos hacer sumas y restas, aunque los resultados sean dolorosos: Chile había perdido un barco viejo de madera, pero había ganado el héroe que necesitaba para animar a los civiles a incorporarse al ejército, este fue sin duda Arturo Prat17; mientras que el Perú perdió al mejor de sus embarcaciones, dándole esperanzas al único barco digno de combate y a su capitán: el Huáscar y Miguel Grau. Sumado a la valerosa muerte de Arturo Prat, se reconoció la “hazaña” de Condell al haber destruido a la mejor nave peruana. Aunque su victoria fue alcanzada por mera fortuna, pues de no haber encallado la Independencia, este hubiese sido enjuiciado por abandonar a la Esmeralda en combate, una cobardía grosera que se opacó con la torpeza de Guillermo More. 17.- Para febrero de 1879, un mes antes de la declaratoria de guerra por parte de Chile al Perú, el ejército chileno estaba compuesto por 2440 soldados. Para los chilenos de a pie esta guerra le significaba poco por los intereses ingleses que se escondían detrás, por lo que al inicio no se involucrarían en ella. Fue la muerte heroica de Arturo Prat lo que conmocionó a la población y les inyectó las ganas de participar en el conflicto. Para la invasión a Lima en 1881, el ejército chileno 93 Abordaje del marino Arturo Prat Chacón al Huáscar, la mañana del 21 de mayo de 1879, durante el Combate de Iquique. Pintura del artista chilenoitaliano Pedro Subercaseaux Pintura del artista inglés Thomas Jacques Somerscales, famoso por sus representaciones con respecto a los combates de la Guerra del Pacífico. En este caso, el Combate de Iquique. 94 Hundimiento de la fragata Independencia, la mejor embarcación peruana durante la Guerra del Pacífico. Rescate de los marinos sobrevivientes de la Esmeralda ordenado por el Caballero de los Mares, Miguel Grau Seminario. 95 Responsabilidad de More No cabe duda que Guillermo More no estuvo a la altura del combate. Este marino peruano, nacido en Lima el 27 de febrero de 1836, se había incorporado como aspirante en la marina británica en 1850. Estuvo a cargo de la fragata peruana Apurímac en 1854 y participó en el conflicto armado con Ecuador en la toma de Guayaquil (1859-1860). En el conflicto con España, participó en el Combate de Abtao, el 7 de febrero de 1866 siendo nombrado comandante de la corbeta Unión. Fue parte de la comisión peruana que viajó a Estados Unidos a comprar los dos monitores Atahualpa y Manco Cápac, adquisición que verdaderamente es discutida por la inutilidad de estas embarcaciones. Desde 1874 asumió el mando de la fragata Independencia y tuvo a cargo la captura del Huáscar, cuando este fue raptado por Piérola, en el combate Punta Pichalo. Como vemos, no era un marino inexperto. A sus 43 años había mostrado mucho profesionalismo. ¿Qué pudo haberle ocurrido entonces aquel 21 de mayo? La opinión de Miguel Grau sobre esta desgracia, expresada en una carta a Prado, revela una información que debería de tomarse en cuenta: “La falta de disciplina y de ejercicios de fuego en la ya mencionada fragata (Independencia), ha sido la verdadera causa de su pérdida. Esta es la pura verdad como le será fácil a usted corroborar si se informa privadamente de todo lo que ha pasado en ese buque desde antes del combate y después de él”. Sea por indisciplina de la tripulación o irresponsabilidad de Guillermo More, el hecho es que perdimos nuestro mejor barco, y con él, las pocas esperanzas que teníamos de vencer. No obstante, es importante adelantar que Guillermo More p Fraicnac,idscoondBeolilm ogpnieasrái, toidmióar, pmaertse sdemlaádsefteanrdsae,deal Mcorroonedle A 96 su polémica participación en la heroicamente el 7 de junio de 1880. guerra muriendo Primera correría del Huáscar Perdida la Independencia no había tiempo para lamentarse. Ahora nuestro héroe dirigiría en soledad la campaña marítima. Durante más de cuatro meses pondría en jaque al enemigo, apareciendo repentinamente en puertos donde Chile se creía dominante, para terminar desapareciendo cuando este menos lo esperaba. Hostigará a los blindados enemigos con la astucia que solo podía germinarse en la sabiduría de Grau. Rescatará barcos de su escuadra y se apoderará de otros. El 23 de mayo el monitor llega a Iquique para desembarcar a los sobrevivientes de la Independencia. La tristeza de nuestra almirante debió de ser grande, pero mayor la del Huáscar, que llegaba sin su compañero. Por orden del presidente Prado, Miguel Grau zarpa de Iquique el 24 de mayo rumbo a Antofagasta. En el camino, al día siguiente, recupera al pailebot Recuperado que la Esmeralda había capturado en Iquique desde el bloqueo de este puerto; sin embargo, termina incendiándolo por carecer de hombres que la regresaran a territorio peruano. Horas más tarde destruye siete lanchas de trasbordo chilenas y recupera otra embarcación peruana, esta vez la goleta Clorinda, quien sufre el mismo destino que el Recuperado. Ya por la noche sigue su camino hacia Antofagasta donde llega en la madrugada. El 26, por la tarde, los fuertes del puerto enemigo abren fuego contra el monitor sin causarle daños, el enfrentamiento dura poco más de dos horas. Esa noche se dormirá en altamar. El 27 realiza una de sus más grandes h zauñnaisc:acsieónteonmtrae Aenl totifeam asatraeíasro, alomsbocas bplueesrtdoes coam gapsota dyeVarlp chilenos y de gran importancia, cuando los logra hallar por la 97 tarde, los corta generando en el enemigo un problema de consideraciones. Ya de regreso a su base, el 28 se encuentra con otra embarcación peruana raptada por los chilenos, esta vez es la goleta Coqueta, los tripulantes son chilenos, los toma prisioneros y con un mínimo de marinos peruanos, la regresa a Arica. El mismo día destruyó siete lanchas enemigas que servían para transportar soldados. Por la tarde capturó la barca Emilia, que era chilena, pero usaba bandera nicaragüense. Tenía una valiosa carga de 600 toneladas de cobre. Se envió al Callao. El 29 regresa a Iquique para dar informes al presidente Prado. Sin embargo, el 30 lo esperaban los blindados Blanco Encalada, el Cochrane, la corbeta Abtao y la cañonera Magallanes en el puerto. El Blanco Encalada y la Magallanes estarían encargados de perseguir a nuestro monitor, las otras dos embarcaciones enemigas se quedaron atrás por falta de carbón. La persecución se inició a las 7 de la mañana y concluyó a las 3 de la tarde. Nunca lograron alcanzar a nuestra insignia. Grau había ordenado mezclar el carbón con alquitrán para darle presión. Esto ayudó mucho a que la distancia se extendiera, además, cada vez que el Blanco Encalada, dirigido el almirante Rebolledo, disparaba contra nuestro buque, perdía velocidad, tiempo que era aprovechado por Grau para seguir su camino en línea recta. Al blindado chileno no le quedó de otra que renunciar a su captura. El Huáscar, echo de la victoria aquella tarde, partió hacia el Callao. Rebolledo una vez más demostraba su poca efectividad en la guerra y Chile se empezaba a preocupar por las maniobras excepcionales de nuestro almirante Miguel Grau. Todo esto lo hizo nuestro héroe en siete días. No tuvo tiempo de descansar, de darse un respiro ni se lo dio al eSn i eCm hiilgeocraeqyuóieqnuemcaonntulavopéerndjiadqaudeedluarIanndteepteonddoenesctiae tniuem esptroa. 98 escuadra había quedado inutilizada, se acaba de dar con una dura sorpresa. Una vez en el Callao, Miguel Grau ordenó reparaciones urgentes al monitor Huáscar. Además, era necesario cambiar de tripulación, la que tenía había sido reclutada a última hora, no tenía experiencia, muchos ni siquiera eran marinos de profesión y esto le jugó en contra cuando había combatido con la Esmeralda en Iquique. No obstante, era imposible descansar, el enemigo podría llegar en cualquier momento al puerto del Callao y solo le bastaría un certero golpe para vencer a nuestro monitor, por ello, nuestra cañonera Pilcomayo, de tan solo 600 toneladas, tendría que llamar la atención de los buques enemigos mientras el Huáscar era reparado. El éxito alcanzado sobrepasó lo que se había planeado: la Pilcomayo logró navegar por aguas enemigas, hundió el buque chileno Matilde en Tocopilla; al ser descubierta por el Blanco Encalada de 3560 toneladas, emprendió la retirada quedándose una vez más el blindado enemigo con las ganas de hundir una embarcación peruana. La majestuosa incursión de la Pilcomayo, que estaba bajo el mando del capitán Carlos Ferreyros18, caló tanto en la política chilena que una vez más pusieron en duda el profesionalismo de su Comandante en Jefe de la Fuerza Marina Chilena: Williams Rebolledo. La Pilcomayo regresó incólume al puerto de Arica. El 2 de junio, desde Pisagua, Miguel Grau le escribió esa famosa carta de condolencias a la viuda de Arturo Prat, Carmela Carvajal. En ella nuestro héroe resaltó el heroísmo y la valentía del almirante de la escuadra chilena que encontró 18.- Carlos Ferreyra nació en Lima el 12 de agosto de 1843. Fue un militar y político peruano de destacada participación en la Guerra del Salitre. Dirigió la cañonera Pilcomayo. Pero también participó en la Guerra con España en 1866, durante el Combate de Abtao, a bordo de la América. Se opuso al golpe de estado de los hermanos Gutiérrez en 1872 en cuyo año asume el mando del trasporte Chalaco. Durante la Guerra del Salitre, el 18 de noviembre de 1879 los chilenos capturaron la Pilcomayo, aunque Ferreyra intentó hundirla sin éxito. Murió en Chorrillos el 5 de febrero de 1910. 99 la muerte en el Combate de Iquique. Se disculpó por la pena que le ha causado y con la misiva le envió las pertenencias de incalculable valor de su esposo. No obstante, la carta fue respondida con el mismo respeto y elegancia por la señora Carvajal, reconociendo la caballerosidad de nuestro héroe a pesar de la guerra que se vivía. Este es uno de los gestos más aplaudidos de nuestro “Caballero de los mares”. Una vez realizado el mantenimiento del Huáscar, algunas reparaciones y el cambio de artilleros inexpertos por otros con mayor carrera, griegos e ingleses, el 6 de julio de 1879 zarpó el monitor y su heroico almirante rumbo a Arica, donde llegará a los dos días. El recibimiento en el puerto fue digno de quien, en medio de la crisis, nos estaba dando glorias imborrables. Escuchó las nuevas órdenes del presidente Prado y acto seguido, partió a cumplirlas a cabalidad. La misión era navegar hasta Iquique y hundir el Abtao, luego intentar hacer lo mismo con la Magallanes y escapar del Cochrane. Existía un riesgo sustancial en el viaje, pero Miguel Grau no refutaba, solo obedecía. El 9 de julio ancló en el puerto peruano Pisagua, recibió noticias y sin vacilar siguió su camino hacia Iquique a donde llegó casi a la medianoche. No encontró a la Abtao en su lugar de guardia, así que tuvo que enviar a un grupo de marinos para que inspeccionara el lugar a pie. Una vez que regresaron con la información, se dirigió hacia el Oeste y en un par de horas de navegación se observó humo a la distancia. Era el transporte chileno Matías Cousiño. Rápidamente le exigió rendición, esta embarcación enemiga no era de combate, carecía de cañones, solo transportaba una cAaurguastiompCoarstalentoend19e, lcearrbeósnp.oEnldicóapaitáMnigdueell bGaracou cqhuielennoo, estaba autorizado para izar bandera blanca, luego, sin dar 100 mayores explicaciones, emprendió su rápida huida. El Huáscar lo siguió de inmediato disparando contra la embarcación chilena. Al verse vencida, esta decidió detenerse y rendirse. Miguel Grau ordenó remolcar al Matías Cousiño pudiendo haberla hundido fácilmente -véase nuevamente la caballerosidad de nuestro héroe-; sin embargo, cuando se disponía a hacerlo hizo su aparición en el combate la Magallanes y muy cerca, el Cochrane. El Huáscar luchó con la Magallanes por un tiempo, pero decidió emprender la huida cuando el blindado chileno acortó su distancia. Estos, una vez más, persiguieron a nuestro monitor por largas horas en vano. A las 11 de la mañana ambos buques abandonaron la cacería. Una vez más, el Huáscar había mostrado su sagacidad. Vale narrar que la noble acción de Miguel Grau, aquella de perdonar a la tripulación del Matías Cousiño en vez de haberla cañoneado para hundirla, fue reconocida por el capitán de esta embarcación chilena, Augusto Castleton, quien incluso le envió una carta de agradecimiento a nuestro héroe por su generosa acción, además de una caja con vinos de alta calidad. Así era Miguel Grau, noble, valiente, astuto, dignas características de un héroe. Nunca descansaba, terminaba una misión y esperaba órdenes para iniciar la siguiente. Quienes lo conocieron reconocen su profesionalismo, su arrojo, su amor por la patria. Mientras el mundo aplaudía los gestos llenos de caballerosidad de Grau y sus maniobras para poner en jaque al enemigo, en Chile ya estaban cansados de su Comandante 19.- “El comandante Grau ha tenido mucha consideración con nosotros, porque nada le habría sido más fácil que sacrificarnos y echar el buque a pique sin decirnos antes que lo a ceanhdabnltée yc onficeilalceosm Mbagnadlolanáesem tieonse ecninlcoshberoitdeos.s. El coonm sian ndoavnetedaL da . torre, y me dice que la El Matías Cousiño está haciendo bastante agua y pronto tendremos que ir al dique a hacer nuestras reparaciones” Augusto Castleton 101 en Jefe de la Fuerza Marina Chilena, Williams Rebolledo, quien, con barcos superiores en capacidad y blindaje, no había logrado una sola hazaña hasta el momento. Desde Arica el monitor Huáscar volvió a zarpar el 17 de julio, pero esta vez junto a la corbeta Unión capitaneada por Aurelio García y García. A Mejillones llegaron el 19 y capturaron a la fragata chilena Adelaida Rojas que transportaba 1700 toneladas de carbón, fue enviada al Callao. Al día siguiente capturaron otro barco enemigo, esta vez el E. Saucy Jac, que tenía una importante carga de cobre, también la remitieron al Callao. Más tarde incendiaron 10 lanchas enemigas y dejaron 2 para que los civiles se puedan transportar. Por la tarde la Unión se separó del Huáscar para dirigirse a Caldera. El 21 el Huáscar destruyó 4 lanchas en Huasca, mientras que la Unión incendió 17 en Carrizal Bajo y a las 6:00 PM se reencontró con su compañero, ambas se retiraron hacia el Norte. Al día siguiente, el Huáscar capturó otra embarcación chilena que usaba una bandera nicaragüense, transportaba metales. El 23 a las 6:15 de la mañana, la corbeta Unión encontró un vapor que navegaba rumbo a Antofagasta, lo persiguió por varias horas, era el transporte chileno Rímac. El comandante de la corbeta peruana, García y García, no descansó en su afán de capturarla. La bombardeó durante largo trayecto, hasta que a las 10:00 AM apareció el Huáscar y apoyó con la captura. El barco chileno arrió su bandera y en su lugar izó la blanca en señal de rendición. Una vez capturada se reconoció a su tripulación, era el escuadrón de Carabineros de Yungay, compuesto por 258 soldados, estaba cargado de armas, caballos, municiones, carbón: fue un botín de incalculable valor. Los prisioneros fueron embarcados en el Huáscar y la U anedlietróanpCearuvanjal,. quedó a cargo denliócnap, yitáenl Rdíemfarac,gahtaorMaacnounebl M 102 Es importante aclarar que la captura del Rímac fue una hazaña compartida con la corbeta Unión y no solo una gesta del Huáscar. Aquí se comparte la proeza Miguel Grau y Aurelio García y García. Crisis política chilena por las hazañas de Grau La captura del vapor chileno Rímac fue un duro golpe para Williams Rebolledo, quien terminaría renunciado a su cargo el 4 agosto. Se cambiaron no solo ministros en Chile, sino gabinetes completos. Los chilenos protestaron en las calles por la evidente crisis que vivía su escuadra frente al enemigo, que no eran más que un monitor construido en 1864 (el Huáscar) y una corbeta de madera vieja (la Unión). Quienes daban vida y sagacidad a estas dos naves peruanas, eran Miguel Grau por una parte, con sus ejemplares incursiones y el comandante Aurelio García y García, quien, en esta última hazaña, había tenido un papel protagónico. Un nuevo gabinete se eligió en Chile el 22 de agosto, este fue presidido por Domingo Santa María quien tenía a cargo la cartera del Interior. El historiador chileno, Gonzalo Bulnes, en su famosa obra, Guerra del Pacífico, apunta una confesión del presidente Aníbal Pinto, después de la captura del Rímac: “...las escenas vergonzosas acaecidas con motivo de la pérdida del Rímac, me han dejado la convicción de que nunca debimos comprometernos en esta guerra”. Chile temblaba ante Miguel Grau. Nuevas incursiones de Grau El primero de agosto el monitor zarpó de Arica acompañado del ahora barco peruano el Rímac. Sin embargo, esntveiaúrlotim aloCaslulafroiópauranasuarveepraíarapcioórn.lo Miguel Grau decidió 103 En esta incursión el Huáscar se topó con dos tormentas que le impidieron volver a puerto peruano con nuevas glorias, por lo que no existen maniobras que resaltar, solo algunos daños que sufrió nuestro barco por lo que tuvo que ser reparado en altamar. Regresó a Arica el 10 de agosto. El 22 de agosto partió de Arica esta vez acompañado del transporte artillado la Oroya. Llegaron al día siguiente a Pisagua y se comunicaron por telégrafo con Iquique, una vez comunicada su llegada, se dirigió a este puerto a donde llegó a las 8:30. En Iquique se embarcaron el ingeniero Arancibia y el mecánico inglés Chester quienes estarían encargados de instalar dos torpedos Lay con los que se intentaría destruir al Blanco Encalada. Grau y Prado sabían muy bien que mantener la lucha sin destruir al menos a uno de los dos enormes acorazados enemigos, era absurdo. La misión fue muy clara, el Huáscar debía dirigirse a Antofagasta, donde se suponía que estaba el Blanco Encalada limpiando sus fondos y destruirlo con los torpedos recién instalados. Grau, como siempre, se preparó para cumplir las órdenes sin refutar. El 24 agosto zarpó a la 1:45 PM de Iquique. Llegó el Huáscar, acompañado siempre de la Oroya, al sur de Antofagasta a las 3:00 PM. Esperó inútilmente a que el Blanco Encalada saliera del puerto para torpedearlo, pues no se encontraba en el lugar, horas antes había partido hacia el Paposo. Esto lo supo por el oficial peruano Ricardo Herrera, quien abordo del vapor Ilo le dio la información a las 6:00 PM. Aunque su principal objetivo estaba ausente de la escena, otras embarcaciones enemigas sí se encontraban para ser destruidas, estas eran la Magallanes, la Abtao y los transportes Limarí y Paquete de Maule. Grau ordenó al Oroya qfounedevaidgeilraor.aAelasin3g:0re0soAMaldeplu2e5rtoya, elusetagboa paepnoectroómeáns deel 300 metros de las embarcaciones chilenas. No podía usar el 104 espolón por la cercanía de los rompientes, así que se decidió lanzar el torpedo Lay contra el Abtao. Lamentablemente el lanzamiento de esta arma fue defectuoso, no solo por no caer sobre el objetivo, sino por la poca distancia que alcanzó el disparo. Se tuvo que mandar a una embarcación a recuperarlo. A las 7:35 Miguel Grau ordenó abandonar el puerto. El 26 por la mañana entró a Taltal junto al Oroya. Se destruyeron tres lanchas y otras seis se remolcaron a la Oroya quien partió hacia Arica al medio día. El 27 se embarcó hacia el Norte. Al día siguiente llegó entrada la tarde a Antofagasta y por más de cuatro horas se batió contra el Abtao, la Magallanes y el Limarí quienes al inicio se habían escondidos tras 14 embarcaciones neutrales para evitar el combate con el Huáscar; sin embargo, el Abtao disparó contra nuestro monitor rebotando el disparo en el blindaje. Enfurecido Miguel Grau por la cobarde acción del enemigo, pues estos usaban como escudo a las embarcaciones neutrales, enarboló la bandera nacional e ingresó a la bahía para castigar tamaña insolencia. Esta vez los artilleros de nuestro monitor estuvieron más efectivos y lograron causarles daños considerables a los barcos chilenos. Las baterías de Antofagasta también atacaron al Huáscar y este respondió de la misma manera. Quien recibió mayor azote por parte de nuestro blindado fue el Abtao, mientras que la Magallanes, que tenía mayor velocidad que su compañera, logró escapar de los cañonazos de su contrincante e incluso en un afortunado ataque, alcanzó a destruir la chimenea de nuestro monitor. A las 5:00 PM el combate se puso más intenso. Las baterías del puerto no cesaban en su ataque, pero el Huáscar supo responder con sus cañones. Una hora m igbureel dGerlaPueorrúdpeonróloalaeljtaor.sA e ldaes l2a2b:0a0híraehciaébniellnedgoó deájasdtaoredlenM om el Blanco Encalada. Vale recordar que en este pequeño 105 combate murió el teniente peruano Carlos de los Heros. El Huáscar llegó a Iquique el 30 y por la tarde zarpó a Arica para convoyar al trasporte Chalaco cargado de municiones de guerra. Luego regresó a Iquique el 2 de septiembre. Esta nueva hazaña de nuestro héroe y su monitor, causaron asombro no solo en nuestra patria, sino y, sobre todo, en la del enemigo. Para acreditar esto citaré a dos escritores chilenos, el primero, Gonzalo Bulnes, en su obra La Guerra del Pacífico, escribe lo siguiente: “La actividad del Huáscar le creaba un ambiente de simpatía universal y el mundo se sentía inclinado en favor de esa pequeña nave que, a pesar de su debilidad, mantenía en jaque a las poblaciones marítimas de Chile”. Bastante considerado viniendo de un historiador chileno. Era clarísimo que nuestro monitor no tenía la capacidad natural para enfrentar a toda la escuadra enemiga. Lo que hacía gloriosa a esta embarcación era su almirante, Miguel Grau. Su gran experiencia, su patriotismo y valentía marcaban una clara ventaja sobre sus enemigos. Es por esto que se respeta su carrera y tras más de un siglo de su muerte, se mantiene inquebrantable la figura de Miguel Grau. Chile se enfila a capturar al Huáscar Desde el 2 de septiembre hasta el 30 del mismo mes, el Huáscar no va a tener mayores actividades. En Chile, ante las críticas por el mal manejo de la guerra y la prolongación de la campaña marítima, van a modificar sus planes, a limpiar sus barcos, a reparar profundamente su escuadra y a reforzar sus cañones. Así, se fraccionará en dos divisiones a su flota. La primera continuará con sus reparaciones mientras que la segunda vigilará las costas por si el temido Huáscar se atE redvuiaerdaoa CreoanlgizrarinusnM a naruteinva, eincsuursoibórna. Miguel Grau, el león del Pacífico, explica algunas mejoras que sufrieron los 106 blindados chilenos durante casi todo el mes que el Huáscar estuvo inactivo: “Se limpiaron los fondos, las máquinas de ambos acorazados se repararon aumentando a dos nudos más su velocidad, a los buques menores se les cambió de cañones por otros de mayor potencia”. Como vemos, Chile se había planteado capturar de una vez por todas a ese viejo y pequeño monitor que con astucia y valentía había logrado burlar a sus mejores barcos por más de cuatro meses. Ascenso de Grau Mientras el enemigo planificaba la captura del Huáscar, en el Perú me hacían gestiones importantes para ascender de grado a nuestro héroe. El 31 de julio se había presentado un proyecto en el Congreso para otorgarle el grado de contralmirante. Nuestro historiador Vargas Ugarte, en su memorable obra Historia General del Perú, décimo tomo, asegura que el procedimiento para el ascenso de Miguel Grau no fue iniciado correctamente, pues debía ser el Ejecutivo quien proponga el nuevo grado y la Cámara aceptarlo. Así se hizo entonces el 26 de agosto. Nuestro héroe se enteró de su ascenso el 8 de septiembre y agradeció el gesto del gobierno, pero no hizo más por ello. Él tuvo que aceptar el ascenso, pero se rehusó a aceptar los goces y el uso de la insignia que implicaba el nuevo cargo. En una carta que nuestro héroe le escribió a su gran amigo Carlos M. Elías el 20 de septiembre de 1879, y que fue publicada por Felipe A. Barreda en 1959, confiesa los motivos: “Primera razón. Mientras el Huáscar tremolaba un simple gallardete de comandante, nada de particular tenía que yo huyera a la vista de un blindado, pero ya con la insignia de contraalmirante sería muy vergonzoso tveaneidr aqdudeecocrerer qcoun aboryigoo, elna e neilnlaguiznaodam. aSneegjuanedlaHruaázsócna.r Ycom este concepto, no encuentro otro que me reemplace en el 107 éxito de un combate. Como Almirante en Jefe, no sería posible que yo dirigiese el buque, y en el caso de tener comandante habría necesidad de estarle diciendo colóquese Ud. en tal o cual situación, vaya para atrás o para adelante, etc., etc.: Lo que no es posible mandar en un combate y con un solo buque. Tercera razón. Tiene un alcance político. Cuarta razón. Se me quiere imponer un comandante que a mí no me conviene, porque no lo creo competente.” Más adelante agrega: “Todos estos fundamentos han obrado en mi ánimo (y en otros muchos que el apuro no me permite consignar) para decidirme a solicitar que se me deje como simple comandante del Huáscar y se excuse el uso de la insignia”. “Como tú comprenderás, también he renunciado al sueldo para ser lógico”. Momentos previos al Combate de Angamos El primero de octubre hubo una reunión de urgencia en Antofagasta, abordo del Blanco Encalada. Los altos mandos chilenos resolvieron zarpar de Mejillones al día siguiente a la 1:20 PM para dirigirse a Arica. Su plan era el siguiente: atacar, primero, con lanchas torpedos al Huáscar o a cualquier otra embarcación peruana; luego, bombardear los buques enemigos y, por último, destruir las baterías terrestres de Arica. Si al llegar a este puerto no encontraban a los barcos enemigos, se retirarían sin ejecutar bombardeo alguno. Y así ocurrió, el 5 de octubre no encontraron ni al Huáscar ni a la corbeta Unión. Esto los obligó a realizar una nueva reunión de emergencia donde se decidió que el Cochrane, la O´Higgins y el Loa, se dirigieran a Mejillones y Antofagasta. Las demás embarcaciones chilenas, ecanñcaobnezradapserpuoarneal PBilacnocmoaEynocaploardal,ainntoecnhtaer. íaEnstheunsedgirunadloa intento por atacar en bloques a nuestra escuadra tampoco 108 funcionó, pues el jefe chileno Riveros, se alejó hacia el Sur sin torpedear a la Pilcomayo, quien no se amilanó y se enfrentó contra el O´Higgins a las 9:30 AM sin mayores consecuencias. Por el lado de la escuadra peruana, que se reducía al Huáscar, pues la Pilcomayo y la Unión eran de madera y de baja ofensiva, el 30 de septiembre de 1879, Miguel Grau recibió órdenes concretas del presidente Mariano Ignacio Prado de dirigir el Huáscar junto a la Unión, como escolta del transporte Rímac quien llevaría oficiales, jefes y bultos del ejército boliviano rumbo a Pisagua y luego a Iquique. De este último puerto se embarcaría en el Rímac madera que sería enviada inmediatamente hasta Arica. Acto seguido, el Huáscar y la Unión deberían dirigirse a Tocopilla y torpedear a los buques enemigos que se encontraran en dicho puerto. Pero por ninguna razón se debía comprometer a los buques peruanos en un combate desigual. Miguel Grau solicita la expedición Estas fueron las órdenes que el presidente le dio a Miguel Grau. Sin embargo, casi un año más tarde, desde Nueva York, Prado confesaría en su manifiesto fechado en agosto de 1880 que fue Miguel Grau quien le pidió esta comisión y aunque no tenía pensado dársela, su confianza en el contraalmirante lo motivó a asignársela. El Monitor Huáscar no había pasado mantenimiento Una carta escrita por nuestro héroe a su esposa, el 30 de septiembre de 1879, señala que el Huáscar “entre paréntesis, está sumamente sucio”. El periodista y escritor Ramón Rojas y Cañas, en su obra La Guerra del Pacífico (1880) asegura que el monitor tenía un acumulado de conchífera en sus fondos, psiodroloreqsupealhdabdíoa peordiJdooséunMqaruíiantQ oudíemspuerveyloM cidanadu.e lEsVteoghaas García. 109 El historiador tacneño Jorge Basadre, en el Tomo 8 de su colección de obras Historia de la República del Perú, publicado por el diario El Comercio acota tres posibles motivos por los que Miguel Grau zarpó de Arica rumbo a la inmortalidad: “1.- Grau quiso reparar su barco averiado y lo obligaron a zarpar (Prado); 2.- Grau se lanzó a una nueva aventura en contra de la voluntad de su presidente; 3.- Grau quiso ejecutar un audaz plan estratégico”. También es importante agregar la conclusión del historiador Paz Soldán, quien asegura que una nueva hazaña de Grau lo convertiría en un excelente candidato a las elecciones presidenciales de 1880. No olvidemos que nuestro héroe piurano era político opositor al presidente de turno. En una futura obra ofreceré más información sobre nuestro “Caballero de los Mares”. 110 COMBATE DE ANGAMOS En la madrugada del 30 de septiembre zarpó de Arica el convoy peruano conformado por el Huáscar a la cabeza, seguido de la corbeta Unión y el transporte Rímac. Llegó a Iquique el mismo día a las 4:30 AM. Al día siguiente, a las 4:00 AM, se alejaron de este puerto el Huáscar y la corbeta la Unión y navegaron hacia el Norte por una hora, mientras que el Rímac partió directamente hacia Arica. Luego ambas embarcaciones, al mando del ahora contraalmirante Miguel Grau, se alejaron de la costa, dieron media vuelta y navegaron hacia el Sur. El 4, frente a la caleta Sarco, apresaron a la goleta Coquimbo y con poca tripulación la enviaron al Callao. El 6 y 7 el Huáscar y la Unión la pasaron en altamar reparando con tranquilidad su maquinaria, que desde que había zarpado de Iquique, no había dejado de presentar problemas. Mientras esto ocurría del lado de nuestra escuadra, el Cochrane, el O´Higgins y el Loa llegaron a Mejillones el 6 y al día siguiente, arribó Riveros con el Blanco Encalada. El 8 de octubre llegó nuestra escuadra a la rada de Antofagasta, la Unión hizo guardia en Punta de Tetas mientras que el Huáscar buscó naves enemigas. A las 3:00 AM se volvieron a juntar prosiguiendo su rumbo hacia el Norte. No fue hasta las 4:30 AM cuando se divisó tres humos que venían en dirección contraria. Eran barcos enemigos. Esto obligó a enrumbar primero hacia el Oeste y luego hacia el Norte separándose de la costa. A las 5:30, ya habiendo aclarado, Miguel Grau reconoció a sus oponentes: eran el Blanco Encalada, la Covadonga y el Matías Cousiño que iniciaron la persecución. Sin embargo, el Matías Cousiño se quedó atrás y al ser solo un transporte sin artillería, que poco pLaodUrínaiócno,ntqruibeuierreanceolm coam ó ahraccíaia yAnGtoafracgía,stsae. ndbadtea, speodr irAig. iG 111 aguas. En el camino se había dejado atrás también a la Covadonga, mientras que el Blanco Encalada perdía valiosa distancia de nuestros barcos. Todo parecía jugar a nuestro favor. Sin embargo, a las 7:15 AM, se avistaron por el Noroeste, tres humos más: esta vez eran el Cochrane, el O´Higgins y el Loa. Esto obligó a Miguel Grau a virar su monitor siendo perseguido a toda velocidad por el Cochrane que llegó a alcanzar una velocidad de 12 nudos y logró cerrarle la ruta de escape al Huáscar, por lo que Grau optó por escapar hacia la costa. Es entonces cuando el comandante de La Unión, Aurelio García y García, recibió la orden de Miguel Grau de salvar su barco huyendo hacia el Norte. Así lo hizo, el comandante peruano navegó a toda velocidad llamando la atención del Loa y el O´Higgins quienes no dudaron en perseguirlo sin éxito. Desde ese momento, el Huáscar quedaría solo peleando con los blindados chilenos. Su andar no pasó los 10,75 nudos, bastante extraño conociendo la velocidad de nuestro blindado en otros combates, quizás esto se deba a que sus fondos no estaban limpios. Al verse acorralado por el enemigo y sin un espacio por donde escapar, Miguel Grau ordenó enarbolar el pabellón nacional, no estaba dispuesto a rendirse, iba a luchar hasta la muerte. Miguel Grau ordenó el primer cañonazo de su torre contra el Cochrane a más de mil metros de distancia. El blindaje de 9 pulgadas de este acorazado lo protegió del impacto. El Cochrane respondió de la misma manera contra el Huáscar. Cada uno de sus cañonazos causó incalculable desastre en nuestro viejo, pero valiente monitor. Uno de los proyectiles destrozó las cadenas de la caña del timón de combate y hubo que maniobrarlo desde entonces con herramientas improvisadas. A una distancia de más de 9 kqiulóem haebtríoasresecuapceerracdaobasnu ealnB dalarn. cEol CEoncharlandae ayplraovCeocvhaódopnagraa 112 disparo que impactó directamente en la torre de mando matando inmediatamente al contraalmirante Miguel Grau y dejando herido de muerte a su ayudante Diego Ferré: era las 9:35 de la mañana. La muerte de Miguel Grau fue espantosa, pero de ella hablaremos más adelante pues, aunque muerto la cabeza de nuestro glorioso monitor, los peruanos que aún vivían no dejaron de pelear. El capitán de corbeta Elías Aguirre asumió el mando. La Torre, comandante chileno que dirigía esa mañana al Cochrane, pensó que el Huáscar se rendía cuando vio caer la bandera del palo mayor, pero solo era un absurdo infortunio, pues rápidamente el oficial de nuestro monitor, Enrique Palacios, la colocó en su lugar, prosiguiendo el combate. La Covadonga y el Blanco Encalada seguían acortando distancia sin dejar de bombardear a nuestra embarcación. Con el timón averiado que impedía mantener en una dirección obediente del Huáscar, Elías Aguirre ordenó espolonear al Cochrane, pero este alcanzó a esquivar el ataque, momento que aprovechó el Blanco Encalada y la Covadonga para disparar a nuestro monitor. No tardó Elías Aguirre en correr la misma suerte que Grau, muriendo también a consecuencia de una comba que lo hizo volar en pedazos. El Huáscar quedó maltrecho. Quien asumió el mando fue el teniente de primera José Melitón Rodríguez. Este también intentó espolonear al adversario, pero el timón ya no lo obedeció, fue imposible maniobrarlo. Los constantes disparos de los barcos enemigos acabaron rápidamente con su vida. Pedro Gárezon, teniente primero, asumió el mando de lo poco que quedaba de nuestro monitor, que en esas condiciones no era más que una masa de hierro. Era imposible ya pelear, el castigo de los cañones enemigos había sembrado muerte e incendios en nuestra cubierta. Gárezon le lasadvoálcvoum laos dieol lHauoársdcaenr paal raalféqrueez sReichaurnddoieHrearryernao dfeuearbaritrom 113 inmediatamente, se tuvo que apagar la máquina para abrir las válvulas. Los chilenos se percataron del plan de Gárezon pues veían como se iba hundiendo nuestro barco lentamente. Los oficiales chilenos, sin tiempo que perder, mandaron botes con marinos que lograron reducir a nuestra diezmada tropa desarmada. Estos mismo, revólver en mano, obligaron a los maquinistas a cerrar las válvulas cuando el Huáscar ya tenía más de un metro de agua bajo la sentina. El enemigo esta vez evitó que nuestro monitor cumpliera su última hazaña: hundirse junto a su tripulación. El reloj marcaba las 11:10 AM cuando había terminado el combate. Los chilenos condujeron con mucha dificultad el Huáscar hacia Mejillones. De aquel hermoso monitor que zarpó del Callao el 15 de mayo para iniciar la campaña marítima, no quedaba más que escombros. Los chilenos lo arreglarían rápidamente, le harían modificaciones y con bandera mapuche lucharía contra nosotros meses después. Los sobrevivientes de nuestro monitor alcanzaron los 165 y los muertos pasaron los 30. Los restos de Miguel Grau -un pedazo de su pierna izquierda y de su mandíbula- fueron enterrados en Chile y el 13 de julio de 1890, durante el gobierno de Andrés Avelino Cáceres, volvieron al Perú para ser enterrados en el Cementerio Presbítero Maestro, en el Agustino. En 1908 fueron trasladados a la Cripta de los Héroes en el mismo camposanto. El 21 de marzo de 1958, Chile entregó al Perú un trozo de tibia de Grau y un escapulario del héroe de Angamos, los que están en una cripta de la Escuela Naval de la Marina de Guerra, en La Punta, Callao. 114 115 Pintura del artista inglés Thomas Jacques Somerscales, famoso por sus representaciones con respecto a los combates de la Guerra del Pacífico. En este caso, el Combate de Iquique. Cubierta del Huáscar después del Combate de Angamos. Son notorios los daños que le causó los cañonazos de los blindados enemigos. 116 OBSERVACIONES SOBRE GRAU Cuando hablamos de Miguel Grau, nos referimos quizás al héroe más importante que tenemos en nuestro periodo como República, incluso por encima de Bolognesi o de Cáceres. Por eso resulta muy difícil atreverse a criticar algunas de las medidas tomadas por nuestro héroe durante la Guerra del Pacífico. Sin embargo, es importante hacerlo por el bien de la objetividad de todo. No puedo negar el cuestionamiento que en voz baja se le ha hecho a Miguel Grau con respecto a dedicarse a salvar a los chilenos caídos de la Esmeralda al finalizar el Combate de Iquique cuando la Independencia, nuestro otro blindado, se estaba hundiendo por el descuido de su capitán, Guillermo More. ¿Por qué salvar al enemigo y dejar desamparado al hermano patriota? El Combate de Iquique terminó a las 12:10, con victoria del Huáscar y este demoró, entre el rescate de los chilenos y en llegar al lugar donde yacía la Independencia, tres horas. La distancia no era mayor de las 9 millas (poco más de 14 kilómetros). La velocidad del acorazado peruano superaba los 13 nudos por hora como ya hemos dicho antes (24 kilómetros por hora), se entiende entonces que Grau demoró más de dos horas en salvar a los chilenos de la Esmeralda. Además estos podían haber nadado hasta la playa de Iquique no estaba lejos. La Independencia encalló, según los reportes oficiales, a las 12:35 de la tarde, 25 minutos después de que Grau había hundido la Esmeralda. Queda muy claro entonces que de no haber salvado a los chilenos náufragos, hubiese llegado con a tiempo para salvar a los sobrevivientes de la Independencia. Quizás resulte un tanto frívolo de mi parte la ligereza con la que me atrevo a cuestionar la actitud de Grau en la guerra, pcoenroveretsirínaeceensaurniao,esppoercqiueededeDiloos icnotnotcraabrlieo. Alasí cceonm suoracrelo 117 prendas de Arturo Prat Chacón a su viuda –pues eran trofeo de guerra-, enfrentó con honor y coraje a los acorazados chilenos el 8 de Octubre en Angamos, muchos más grandes que su pequeña nave de 1100 toneladas. 118 BIBLIOGRAFÍA 1.- Jorge Basadre, Historia de la República Peruana / Tomos 1,4-11 / Edición del diario El Comercio 2.- Gobierno de Chile (1879-1881) / Boletín de la Guerra del Pacífico I / Santiago de Chile 3.- Gonzalo Bulnes (1911) Guerra del Pacífico Vol. 1 de Antofagasta a Tarapacá / Valparaíso: Sociedad Imprenta y Litografía Universo 4.- Rubén Vargas Ugarte, Historia General del Perú / Tomo VIII 5.- Benjamín Vicuña Mackenna, Historia de la campaña de Lima 1880-1881 6.- Edmundo Paz Soldán, Narración Histórica de la guerra de Chile contra Perú y Bolivia / 1884 7.- Alfonso Quiroz, Historia de la Corrupción del Perú / Instituto de Estudios Peruanos, edición 2013 8.- El Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios Reales de los Incas / Editorial Aspasa, edición 1967 9.- Clements R. Markham, Peru (1880): The War between Chile and Peru (1881) / Perú (1880): La Guerra entre el Perú y Chile” / (1922) Traducción de Manuel Beltro 10.- Guillermo Thorndike, Grau / Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2007 11.- Jorge Baradit, Historia secreta de Chile 12.- Gerardo Vargas Hurtado, La batalla de Arica 13.- Carmen McEvoy, Guerreros Civilizadores – Política, sociedad y cultura en Chile durante la Guerra del Pacífico / Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2011, 431 páginas. 14.- Carlos Tromben, El Huáscar / Ediciones B, Santiago de Chile 1E5di.-torViíacltA orsocAiancdiróénsCiGvailrM cíaercBuerliaoúPnedreu,anEox,p2e0d1ie6nte Prado / 119 16.- Tomás Caivano, Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia / 1882 17.- Alcides Arguedas, Historia General de Bolivia VISITA DE MUSEOS Y BIBLIOTECAS 1.- Biblioteca Nacional del Perú 2.- Biblioteca Nacional de Chile 3.- Museo Naval del Perú, Callao 4.- Museo del Parque el Reducto número 2, Miraflores 5.- Museo La casa de Bernardo, Jirón de la Unión 6.- Museo del Alto de la Alianza, Tacna 7.- Museo de Combatientes de la Batalla de Arica, Arica Chile 8.- Museo Flotante el Huáscar, Concepción, Chile.