Cuando un hijo se va ... —Reflexiones en torno a la muerte— PRIMITIVO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ Cuando un hijo se va ... —Reflexiones en torno a la muerte— Créditos editoriales Edición, 1998 Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio técnico, mecánico o electrónico, sin previo permiso escrito por parte de Primitivo Martínez Fernández © Primitivo Martínez Fernández ISBN 1-881716-01-7 Producido en Puerto Rico Editor Andrés Palomares Diseño Tipográfico Eva Gotay Pastrana Editorial Borikén Libros, Inc. Calle Domingo Cabrera, #870 Río Piedras, Puerto Rico 00925 Tel. 754-689 y 753-1744 Fax: 754-6891 y 758-3871 ÍNDICE DEDICATORIAS.................................................................... 5 PRÓLOGO.............................................................................. 9 I EL ÚLTIMO ADIÓS......................................................15 El hijo........................................................................ 28 Nanas de la Cebolla................................................ 29 II EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS.................. 37 Poema para las lágrimas........................................ 42 III EL FACTOR TIEMPO-DOLOR............................. 45 Accidente (Elegía)................................................... 47 Tedio......................................................................... 48 IV V EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN..... 49 VI LA MUERTE DESDE LA CIENCIA..................... 61 VII EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA........ 69 Pensamientos dispersos......................................... 76 VIII ASPECTO FILOSÓFICO........................................ 79 El temor a la muerte en Epicuro........................... 81 El estoicismo ........................................................... 83 La escuela de la sospecha...................................... 85 El mundo como “juego trágico” en Nietzsche .. 85 Filosofías de la existencia...................................... 87 LA ERA DE LOS TRASPLANTES........................ 55 5 6 CUANDO UN HIJO SE VA ... El sentimiento trágico de la vida.......................... 88 La muerte no es ajena a la vida............................ 89 Del inconveniente de haber nacido...................... 91 IX LUISMA ESPARZA TAIBO................................... 99 X LA EUTANASIA................................................... 103 El desmoronamiento de la moral religiosa tradicional.............................................................. 103 Redefiniendo la muerte....................................... 106 El derecho a morir................................................ 107 XI JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE...................115 Mi alma...................................................................117 Yo misma fui mi ruta.............................................119 La vivencia de la muerte..................................... 120 ¡Oh lentitud del mar!............................................ 125 Poema para mi muerte......................................... 126 Poema del hijo no nacido.................................... 133 Maternidad............................................................ 135 BIBLIOGRAFÍA.................................................................. 137 • DEDICATORIAS • A Paquito, in memoriam (en su recuerdo). A Paco y Tere que, desde el abismo de su vacío, viven el tiempo que arrastra una ausencia. A todos los padres que sienten la llama que quema y no consume, el eco de un vacío, la tristeza del despojo, la dulzura ausente. 7 PRÓLOGO E l ser humano posee la capacidad y la necesidad de interrogarse el porqué de las cosas y cuestionarse la realidad de su vida que es, al mismo tiempo, la de su muerte. Elaboró, en un principio, mecanismos de construcciones míticas en un afán de explicarlo todo. Después, seducido por la razón, el ser humano anheló la explicación científica para concluir, muy hoy en día, que existen aspectos de la realidad a los que no podemos acceder de un modo adecuado por medio del lenguaje lógico —formal o científico. Conscientes de que la realidad desborda siempre nuestras capacidades intelectivas, los científicos hablan de múltiples inteligencias: lógico— matemática, lingüística, espacial, musical, simbólica, emocional..., y la inteligencia artificial, para así mejor poder entender y explicar un determinado fenómeno desde diversas perspectivas, siempre relativas, ancladas en los límites intrínsecos de la razón y de nuestro ser. Ni todos vemos el mundo del mismo modo, ni todos vemos en él las mismas cosas, ni nuestros términos tienen idéntico significado y contenido. Pero, ávidos y obstinados, seguimos investigando las razones de las cosas, aunque sea para nuestra tortura porque el conocimiento nos endiosa y 9 10 CUANDO UN HIJO SE VA ... nos destroza. Decían los clásicos griegos que la felicidad consistía en la ausencia de la tragedia, del conocimiento trágico, porque la tragedia si no es consciente deja de serlo. Por eso, quizá sólo en parte, se habló del mito del pecado del conocimiento. El mito de Psique y Eros concluye que el conocimiento es fuente de dolor. Psique sólo fue feliz mientras se abstuvo de profundizar, llevada por una inquieta curiosidad, en quién era Eros, causa y naturaleza de su felicidad. Es como si tuviéramos que vivir la vida sin vivirla, en el sentido de profundizar en ella, porque al escarbar un poco aparece el drama, y, si profundizamos, la tragedia o su posibilidad, de ahí que, a veces, la superficialidad sea el término dorado al que nos conducen nuestros mecanismos conscientes e inconscientes autorreguladores, sin el ahondamiento íntimo en el momento esencial, el de la muerte. Vida y muerte son un secreto que todos quisiéramos descifrar, pero que todos ignoramos. Amamos conscientemente lo que no tenemos y, a veces, ignoramos lo que poseemos; limitaciones en nuestro amar y pensar; tonadas crepusculares de musgos y estrellas; “oscuros cauces donde la sed eterna sigue, la fatiga sigue, y el dolor infinito”, de Pablo Neruda. Nuestra memoria herida vertebra nuestras vidas entrelazadas de pérdidas significativas. Tormentos y fuerzas para guardar sonrisas dormidas en nuestros recuerdos; adioses, la vida es eso, esperando que sean un hasta luego; soledades que gritan: ¡ qué alegre todo si estuvieras conmigo !; lágrimas que denuncian mi tormento, esperando un no es nada, 11 PRÓLOGO ha sido el viento, aunque haya sido el viento leñador el que cortó mi árbol en flor; recuerdos, para que los recuerdos florezcan más allá del olvido; inviernos, crudos inviernos esperando su transformación en primaveras; silencio, escuchar sus silencios con cadencias de arco iris, irisado silencio revitalizador, a veces, silencios grises que taladran esperanzas, otras; quemar inciensos con las ceras de nuestras vidas que den pábulo a las pavesas de vidas idas: merece la pena vivir por conservar tu recuerdo que vive en mí, hasta que mi vida se convierta en pábilo de tu amor. Las vidas que se aman no tienen olvido, no tienen ausencia, no tienen adiós. Es una tenaz lucha contra el Destino, contra la ley de morir, “que te arroja en mis brazos, te imprime en mi vida, te infunde en mi ser, y luego, bárbaro, me arranca a pedazos la vida contigo”. Y surge el interrogante hecho océano: ¿ por qué ? “Aunque estoy para vivir mientras el alma me suene, y aquí estoy para morir cuando la hora me llegue, en los veneros del pueblo desde ahora y desde siempre, varios tragos es la vida y un solo trago la muerte”. Miguel Hernández. “Sentado sobre los muertos”. Antonio Machado —que “a distinguir me paro las voces de los ecos”—nos dice con marinero lenguaje: “Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar”. 12 CUANDO UN HIJO SE VA ... Con parecida sensibilidad poético-marinera, dice Julia de Burgos en “Entre mi voz y el tiempo”: “En la ribera de la muerte, hay algo, alguna voz, alguna vela a punto de partir, alguna tumba libre, que me enamora el alma. ¡Si hasta tengo rubor de parecerme a mí! ¡Debe ser tan profunda la lealtad de la muerte!”. Es un grito de voy a la muerte, seducida, buscando el descanso. En “Poema para mi muerte”, ante un anhelo, aquella insuperable estrofa: “Incorporarme el último, el integral minuto, y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella, doblar luego la hoja de mi carne sencilla, y bajar sin sonrisa ni testigo a la inercia”. Julia de Burgos. El mar y tú. La vida está hecha de sencillas hojas de carne que fácilmente se pueden doblar. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir”. Jorge Manrique. Coplas por la muerte de su padre. PRÓLOGO 13 La mar es un estado primordial —como dirían los griegos— y hoy la ciencia nos dice que la vida surgió del mar. La muerte sería el regreso a lo primigenio y primordial —retorno eterno— al antes de la vida; ¿ y la vida ?, un breve paréntesis entre el antes y el después. El Coro, en Medea, exclama interrogando: “¿ Por qué los dioses, además de tantos otros, han de causar a los hombres este dolor, el más acerbo de todos ?”, el de la muerte de los hijos. Sí, el más acerbo, el más cruel, y todo era confusión, voces y carreras —relata Eurípides. Medea parió con dolor a esos hijos y fue su tronco, por eso no se puede calibrar la magnitud de su infortunio, y se compromete a vivir para llorarlos. El sesgado curso de los acontecimientos no pueden preverlo los humanos. El recordar es revivir una parte de ese dolor. No hay consuelo posible, sólo resignación. Sus cuitas y lamentos conmoverían hasta a las piedras. “Como una herida sin cesar abierta —de Rafael Cabrera— y como una inquietud siempre despierta” es la sensación de la pérdida, el poetizar de duras realidades. ¿La ley es morir? “Hay en mi alma el callado sufrir de la agonía cuando siento que, herido de la muerte, mi espíritu está triste hasta la muerte”, tragedia clásica. ¿Y la vida?, paja que en las eras avienta el aire. Es como si hubiera una fuerza oculta empeñada en destruir lo armonioso de la vida, en tronchar destinos en vez de coronarlos. La muerte hurta a la vida su melodía. I EL ÚLTIMO ADIÓS “Decir adiós...La vida es eso”. José Ángel Buesa “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano está rodando por el suelo”. Miguel Hernández. “Elegía”. —Date prisa, Paquito, que se te hace tarde —le dijo su madre Tere en la piscina. —¡Ojalá nunca se lo hubiera dicho! Era un quince de julio en Boadilla del Monte, muy cerca de Madrid. Tarde calurosa bajo un sol de fuego que invitaba al chapuzón en la piscina familiar. 15 16 CUANDO UN HIJO SE VA ... —Cuando esté en Marruecos no quiero que uses la moto —le dijo Tere. —No mamá, te prometo que no la voy a usar. —Y yo lo creía porque era muy obediente y cariñoso; un hijo modelo. Todos los niños de la urbanización lo buscaban: Paquito, ayúdame a arreglar la bici. —Paquito pa’ qui, Paquito pa’ lla. Y Paquito a todos complacía; era muy niñero y bondadoso —sigue comentando Tere. —Nos había insistido en que le comprásemos una moto buena, porque la que tenía era de poca cilindrada. Pero Paco y yo intentábamos convencerle de que era muy peligrosa, que hacía poco que un hijo de un vecino se había matado con la moto, diez días antes. Miedo era poco, le teníamos terror. —Pero como Paquito tenía tanta ilusión y sabíamos que era muy prudente, hacía un año que al regresar de Londres le habíamos hecho el regalo sorpresa de la moto, que no era para presumir. —Yo no quiero ir de niño “pijo” (hijo de papá) por la vida, me había dicho Paquito; pero una buena moto era su máxima ilusión, por eso a pesar de mis temores, quisimos Paco y yo verle feliz. —Con la única persona con quien te dejo subir a la moto es con Paquito, nos comentaba una vecina que le había dicho a su hijo —añade Tere. —Date prisa que se te hace tarde, le volví a repetir —dice Tere. Había quedado en el Corte Inglés de la calle Princesa con un amigo para cortarse el pelo y después para comprarse un pantalón. Paco y yo iríamos en coche un poco más tarde para comprarle el pantalón. EL ULTIMO ADIÓS 17 Paco estaba ya en la cocina cuando lo vio salir con su casco puesto. Desde la ventana le dijo adiós con la mano. Paquito, con la mirada puesta en la ventana, le respondió en silencio e inició la marcha. Al llegar a Madrid, parece ser, se quitó en un semáforo el casco. Había un gran atasco en Princesa en uno de los semáforos. Un taxi que intentaba cruzar la calle había quedado atrapado en el centro y hacía esfuerzos por alcanzar la orilla a pesar de tener la luz en rojo. Paquito, al abrirse el semáforo, inicia la marcha que se ve obstaculizada por el taxi en su desesperada salida, impacta la parte delantera derecha, vuela por encima del capó y se golpea la cabeza en el bordillo de la acera. —Al llegar al Arco del Triunfo —comenta Paco— tuve una premonición: vi una especie de sombra negra que rodaba por encima del capó del coche y un poco asustado me pregunté qué es lo que me pasa; pero desapareció la visión y seguimos; habré visto mal, pensé. —Al pasar por el lugar del accidente, vimos el taxi y gente, mucha gente. ¡Vaya golpe ! —le dije a Paco—, pero seguimos. Al llegar al Corte Inglés, encontramos al amigo de Paquito. —Y Paquito, ¿está ya cortándose el pelo, no? —le preguntó Tere. —No, Paquito todavía no ha llegado —nos contestó. —¡Paco, el taxi! —No sabía qué hacer ni qué decir —relata Paco. Paco salió corriendo y yo caminando detrás con el alma en vilo y sin resuello en el cuerpo. Allí encontró Paco la moto y una zapatilla de Paquito. 18 CUANDO UN HIJO SE VA ... Todo se me vino abajo; se me derrumbó todo; me lo hacía muerto, me sentía en el aire sin ningún punto de apoyo. En un instante piensas sin entender miles de cosas. Sientes que una insoportable losa te aplasta y no te deja respirar. Hijo mío, ¿qué te pasó? De repente, todo el dolor del mundo me abrumó; pensé lo peor, pero no tenía fuerzas para aceptarlo; me preguntaba cómo era posible, sin ninguna respuesta; el corazón me quería salir del pecho; estaba muy confundido, sentía que riadas de dolor aplastaban mi vida en aquellos trágicos momentos. —Está en el Clínico, una ambulancia se lo llevó, alguien me dijo —refiere Paco. —Tere, sin embargo, no perdió la esperanza. Ella no creía que pudiera morir —dice Paco. —En el Clínico el diagnóstico era que estaba muy mal, grave —dicen al unísono. —Le hablábamos, le tocábamos todo el cuerpo. —Tienes que ser fuerte —le susurraba Tere. —Hijo mío, ¡que nos dejas solos! —exclamaba Paco. —Se te pasan tantas cosas por la cabeza — dice Tere. Lo tocábamos una y otra vez, buscando cualquier señal de vida que nos devolviese la felicidad rota, que por favor no se nos fuese porque no sabríamos vivir sin él, que era nuestra alegría y se había constituido en nuestra razón de vivir y de luchar. Quédate con nosotros para que nos cures de este insoportable dolor, le suplicábamos en silencio, anegados en lágrimas. Y a los médicos les pedíamos un milagro. —No hay nada que hacer —era la respuesta de los doctores. Está clínicamente muerto. EL ULTIMO ADIÓS 19 —Pero, ¿cómo se puede ser tan inhumano? —se preguntaba Tere. Fueron con Susana, la otra hija, a buscar el milagro al Jesús de Medinaceli. Pusieron toda la fe, le hicieron todas las promesas; desde la sima del dolor le pidieron la vida para su hijo y hermano, que desde su infinito poder repitiera el milagro de Lázaro, el amado hermano de Marta y María. No sabían qué más decirle ni qué más prometerle. Todo se lo dejaron en sus manos, todo menos su cruz que se llevaban a cuestas en su calvario, los tres asidos al mismo madero. —Está clínicamente muerto —repetían los doctores. Su cerebro ha dejado de funcionar irreversiblemente, lo que llamamos «muerte cerebral» y necesita «respiración asistida» porque hay muerte cerebral o «estado vegetativo persistente». Está en coma irreversible. —¿Han pensado en donar sus órganos? —les preguntan los doctores. —¡Qué cruel es todo! —decía Tere. No puedes ni llorar, el dolor es tan fuerte que hasta te impide el consuelo de las lágrimas. —Pues sí, los vamos a donar. No habíamos hablado del tema, ni se nos había ocurrido. Pero en aquel momento pensé —decía Tere— y si fuera él el que los necesitase. Por eso dije que sí. Paco me secundó. —No me acuerdo ni del entierro ni del tanatorio (funeraria). No me acuerdo casi de nada. No sé si estaba dormida. Pero sí recuerdo que para él quería la mejor caja, la mejor lápida. ¿Cómo puedes reaccionar así? —se preguntaba Tere. Fueron cinco días de insoportable agonía. 20 CUANDO UN HIJO SE VA ... “Tierra le dieron una tarde horrible / del mes de julio, bajo el sol de fuego” —escribía Machado con motivo del entierro de un amigo. Era un veintiuno de julio, y en la lápida, cincelada por el dolor, “PAQUITO, TE QUEREMOS”, a sus veinte años, como si él no conociera el infinito y solícito amor de sus padres y de su hermana Susana. Epitafio de amores eternos. Paquito, duerme y reposa un sueño tranquilo y verdadero; larga y profunda paz a tus huesos, parafraseando al poeta. —Ya la tarde se iba, pero cómo apretaba, nos arrastró hacia el dolor y nos empujó al torbellino del sufrimiento. El dolor abrió sus esclusas y anegó nuestras vidas, mientras metálicas sirenas rompían la tarde y las vidas. Nos acecharon, torvos, los dardos del dolor que socavaron nuestra alegría y enhebraron pesares sin límite ni medida —reflexionaban Paco y Tere. —Después viene el vacío existencial; descubres que no puedes vivir sin tu hijo. Todos estábamos vacíos. No nos podíamos ni hablar. Todo te sobra y todo te falta, ya nada te interesa y pensamos en venderlo todo y quedarnos en la nada. Nos dimos cuenta que habíamos perdido la motivación de todo, hasta la de vivir —comentan. —¿Rezar?, pues no podíamos ni rezar. Es más, me rebelo contra Dios —dice Tere. ¿Por qué a él, si era muy bueno y nunca hizo daño a nadie? He dejado de ir a misa; ¿por qué tengo que rezar por Paquito si era bueno y no ha hecho daño? No hay posible resignación. Cada padre trae a sus hijos para vivir con ellos, y cuando pretenden consolarme diciéndome que estará allí mejor que aquí, les digo que no —confiesa entre lágrimas Tere. Nosotros éramos felices con él. A un hijo lo quieres con locura. Daría mi vida por tenerlo. EL ULTIMO ADIÓS 21 El único consuelo que tengo es pensar: Hijo mío, tú ya no tienes que pasar por lo que estamos pasando nosotros. Tú ya no vas a tener que vivir el sufrimiento de perder un hijo. Hay que pasar por ello para poder comprenderlo. Quizá sólo el tiempo es el que vaya suavizando las cosas, pero esto es insoportable. No puedes olvidar el dolor porque no sabes cómo seguir viviendo sin él. No te puedes explicar que no lo vamos a ver más, ni asimilarlo. Sólo piensas en dormir, pero te espera el terrible despertar y encontrarte de bruces y a bocajarro que él no está ni estará jamás. —Es demasiada carga para un frágil ser humano. Es como si todas las torturas míticas, la de Tántalo, la de Sísifo, la de Ixión, se dieran cita cada despertar. Por eso sueñas y acaricias la idea de nunca más despertar, porque te aterrorizan los momentos conscientes —dice Tere. —Te sientes en un pozo —afirma Tere— del que no puedes salir y cuando lo pretendes siempre hay algo que te empuja nuevamente al fondo. Juegas a ilusionarte, y ¿para qué? Cuando se presenta una circunstancia agradable piensas: pero mi hijo no está aquí. Es como si con él se te hubiera ido toda la alegría. Siempre hay peros. Creo que uno solo no puede salir de este atolladero; hace falta ayuda profesional competente, porque el dolor cabalga sobre ti en insoportables jornadas de camino y clava en tus frágiles carnes sus espuelas de acero como aguijones de hielo que te hacen enloquecer. Por eso un día, cuando en mi túnel no penetraba la luz, agobiada hasta mis raíces y ya no podía soportar más despertares vacíos de él, de mi Paquito, tomé pastillas, no sé cuantas, para alargar el sueño en búsqueda desesperada de huir de trágicos despertares. 22 CUANDO UN HIJO SE VA ... —No quería morir, no; sólo prolongar el sueño, un letárgico sueño liberador de insoportables angustias, quizá eso mismo sea la muerte —dice Tere, pero un lavado de estómago me devolvió muy lentamente a la realidad. —Yo solo —comentaba Paco— no hubiese podido con todo el peso, necesitaba a Tere para poder seguir sufriendo. Era demasiado para uno solo. Para no derrumbarme necesitaba una viga maestra en la que apoyarme y Tere era para mí mi viga maestra en el momento en el que el dolor era un perpetuo presente y un gélido terror paraliza tu mente, no sabes adónde vas ni dónde te encuentras y tus glándulas sólo exudan llanto. El dolor estaba acabando con nuestras fuerzas. Sólo queríamos que Paquito viviera más tiempo con nosotros. Sabemos que todos tenemos que morir, que para eso hemos nacido, pero lo lógico es que los padres se vayan primero por ley de vida; cuando se subvierte el orden y le toca al hijo primero, el sentido de la vida se trastoca y te enloquece; la idea de la propia muerte te seduce como la única salida liberadora de tan insoportable carga: con la muerte terminará nuestro dolor, la negrura de la noche, también la vida (“puso fin con la muerte, a la vez, a la vida y al dolor”, Ovidio). Cuando la pena, el dolor y las lágrimas son tu alimento cotidiano, el valor de la vida cambia; cuando la herida es incurable y las llamas del dolor crepitante te abrasan, el valor de la vida cambia y le sientes aversión; cuando el más acerbo de todos los dolores —como decía Medea— te golpea incesantemente, la propia muerte te seduce, porque “hubiera querido que tus manos cerraran mis ojos”, Eurípides, Medea. —La tragedia erizó las olas que te arrastran contra los escollos y sientes que te hundes arrollada por el EL ULTIMO ADIÓS 23 océano entero y que no termina de amainar la mar haciendo añicos tus esperanzas. Se desencadenan súbitamente todas las tormentas de la vida. Después de una experiencia así, uno nunca vuelve a ser la misma persona. Se produce un estado de shock o entumecimiento que ni puedes dar rienda suelta a tus emociones. Las glándulas de tu cuerpo, todas, secretan ácido dolor. Helóse nuestra risa llorando lágrimas —añade Tere. “Y a la vida buscando siempre puerto pues de tanto morir se descamina. Y la muerte, oh dolor, en cada esquina”. Rafael Alberti. “Vida”. “Tanto sufrir para luego morir” —completa el poeta. “Tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por doler me duele hasta el aliento”. Miguel Hernández. “Elegía”. —Éramos felices, muy felices —repiten a dúo—, hasta llegamos a temer a la felicidad, a su posible pérdida, claro está. Nuestra vida fue un rosal, hoy duras espinas, parafraseando al poeta. Paquito y Susana llenaban de felicidad nuestro hogar, eran nuestro presente y nuestro futuro. —Todo lo que hacías, lo hacías por ellos. —Todo nos sonreía y casi no lo podíamos creer. —Eran una fuente inagotable de alegría y de esperanzas. —Todo tenía sentido. 24 CUANDO UN HIJO SE VA ... —La música de Paquito —tocaba bien el órgano y el piano— llenaba la casa y nuestras vidas. —Últimamente —decía Paco—, Paquito me ayudaba en el taller de fundición haciendo piezas e interpretando los planos. Pero como el trabajo de la fundición es tan pesado, al llegar el mediodía le decía: Hijo mío, vete a casa, come con tu mamá y toma la siesta. —Era muy sensible, por eso no hacía de menos a la gente —sigue narrando Paco. —Siempre veía la parte positiva de las personas. —Hijo mío, vete a casa... —Hijo mío, no hagas lo que yo hice en toda mi vida, trabajar como un mulo. Paco, entre otras muchas virtudes que lo adornan, es un incansable trabajador. Desde niño encarnó el papel de “el niño yuntero” de Miguel Hernández. Dormía muy cerca de la yunta de mulas, que alimentaba por las noches y con las que trabajaba por el día, mientras la luz se lo permitía, con la misma ropa con la que había trabajado y así hasta dos semanas; cada quince días iba al pueblo a bañarse y cambiarse de ropa. “Nace, como la herramienta a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado”. Miguel Hernández. “El niño yuntero”. Antes de ser hombre, fue niño yuntero. Ya en Madrid, en su propio taller de fundición, superó a los obreros industriales del pasado siglo en un horario laboral de sol a sol. EL ULTIMO ADIÓS 25 —Todo lo haces para levantar una familia. Para que sean felices. Siempre he evitado que mis hijos llevasen la vida que yo he llevado; claro que eran otros tiempos. El sentido del trabajo está en tus hijos, para que ellos lo hereden y disfruten —dice Paco. —El día anterior, Paquito había hecho un trabajo en la fundición, un molde para un tubo de escape de automóvil y me preguntó: papá, ¿cómo quedó la pieza? —Muy bien, hijo mío, le contesté. Eran días de felicidad porque todo nos salía bien, de increíble felicidad. Por eso, cuando queríamos deshacernos de todo, Susana nos comentaba: vuestro sudor de muchos años no se puede tirar por la borda. —Cuando me sobraban unos kilos —dice Tere —me compraba ropa que los disimulase y se la enseñaba a Paquito que me consolaba: mamá, ese vestido te hace delgada. ¡Es que era tan humano y cariñoso! —Es que para los padres el hijo es ensoñación y ensimismamiento —añade Tere. Con gran sensibilidad, la poeta Susana March se pregunta por ese mago seductor que es el hijo. 26 CUANDO UN HIJO SE VA ... Paquito Paquito y su piano. Formaba parte de un conjunto musical. EL ULTIMO ADIÓS 27 Paquito en su moto. Paquito en su residencia, Urbanización Pino Centinela, Boadilla del Monte (Madrid) 28 CUANDO UN HIJO SE VA ... EL HIJO “¿Quién eras antes, dime? ¿Un ángel? ¿Un príncipe de cuento? ¿Tal vez un dios? ¿O un pájaro? ¿O un álamo esbelto? ¿Quién eras? ¿Un claro arroyo cruzando un verde bosque de abetos? ¿El capullo de un jardín? ¿Un pedazo de viento? ¿Quién eras antes, dime? ¿Por qué diste a mi vida tanto deslumbramiento? Me basta con tocarte para que se me apacigüe el pensamiento. Y me basta con verte para sentirme a gusto con mi cuerpo. ¿Quién eras, dime? ¡Oh mago de mi ser descontento! Con tu varita mágica me vas cambiando los sueños, me vas cambiando la vida...” Susana March. “El hijo”. Los hijos, con su magia, cambian los sueños, cambian la vida. Por eso su pérdida nos saca de balance y nos hace perder el quicio. La inteligencia emotiva gira en el aire originando vórtices que arrastran al resto de las humanas inteligencias. En la depresión no hay creatividad ni felicidad, sólo caos. Desconocemos el impacto y alcance de la magia en EL ULTIMO ADIÓS 29 nuestras vida hasta que los perdemos, es entonces cuando descubrimos que ellos son el epicentro de nuestra existencia; todos, y cada uno de ellos. Quizá por eso, al menos en parte, se llegó a calificar a los hijos como la trampa del matrimonio, o de la vida. Cuando llegan, todo empieza a cambiar. Sus primeros gestos, sus sonrisas, sus balbuceos, toda su vida nos va cambiando y condicionando. Sutilmente invaden con su candorosa indefensión nuestros más recónditos recovecos y sus infantiles experiencias empapan nuestra sed de ternura que nos marca para siempre. Ellos empiezan y terminan siendo nuestros taumaturgos y nosotros adictos a sus prodigios, que necesitamos para seguir viviendo; sin sus encantos la vida termina perdiendo el encanto. Es que los hijos son el claro arroyo que apaga nuestra sed, el aire que respiramos, las flores de nuestro jardín, los fuegos artificiales que producen tanto deslumbramiento en nuestras vidas en fiesta. NANAS DE LA CEBOLLA “Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en tus ojos la luz del mundo. Ríete tanto que mi alma al oírte bata el espacio. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. 30 CUANDO UN HIJO SE VA ... Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. (...) Desperté de ser niño: nunca despiertes”. Miguel Hernández. “Nanas de la cebolla”. El lenguaje poético —inteligencia simbólica— capta matices y tonalidades que se le escapan al lenguaje científico, intuye esplendorosas imágenes que barruntan realidades más sublimes aún, el calidoscopio infantil con toda su pléyade de formas y colores que le conducen a decir al poeta: nunca despiertes de ser niño, y a los padres a desear que no crezcan, aunque el niño siempre se queda en el adulto. Esa risa infantil que es luz del mundo, que quita soledades y nos hace libre, nos pone alas, porvenir de nuestros huesos y de nuestro amor. De ahí la hecatombe que se produce en nuestras vidas cuando su sonrisa se apaga. El argentino Francisco Luis Bernárdez retoma el nunca despiertes de ser niño: 31 EL ULTIMO ADIÓS “... Tengo miedo del tiempo y quiero interrumpirlo, con ansia de que seas eternamente niño (...) que te tenga en mis brazos como ahora, dormido, y que no te despiertes hasta el fin de los siglos”. Francisco Luis Bernárdez. “Canción Final”. Por eso el hijo nunca deja de ser niño ni la despedida del hijo es eterna, sólo un adiós y esto porque el sentimiento y el deseo tienen infinito poder. “No moriré del todo. Y una gran parte de mí eludirá la muerte”, Horacio, Odas, III. Y Ovidio en la Metamorfosis: “Pues si algo tienen de verdad los presagios de los poetas, cuando muera no seré todo tierra”. —La etapa de la privación del ser querido se hace insostenible —dice Tere con firmeza. Es insoportable seguir sufriendo de ese modo, con esa intensidad, por eso hay que salir de ese estado. El dolor lo tienes siempre, pero hay que aprender a vivir con el dolor. Al principio quieres morirte y eso es horrible. Sabes que hay un vacío que no lo llena nadie; pero la vida tiene que seguir y se impone buscar la salida del pozo donde estás sumergida con el agua al cuello. Los demás de la familia tiran de ti y tienes, a su vez, que ayudarlos. —Las terapias ocupacionales —comenta Tere—, el salir, las distracciones, jugar a olvidar sin poder 32 CUANDO UN HIJO SE VA ... lograrlo, son recomendables. Pero el vacío del hijo sólo puede ser llenado por el propio hijo. Quizá por eso soñamos con él, aunque a mí no me gusta porque despierto con angustia. ¡ Lo he visto tan vivo en el sueño y al despertar ver que todo ha sido eso, un sueño, después de verlo tan real ! Lo veo en los episodios que han sido reales. Despiertas y es horrible ver que él no está con nosotros. Mi primer pensamiento, incluso ahora —once años después—, es para mi Paquito y la angustia me atenaza porque él no está. ¿Por qué a él?, todavía hoy me lo sigo preguntando —dice Tere. —Yo tuve un singular sueño —añade Paco—. Paquito estaba con más personas en un grupo, pero a él —curiosamente— le faltaba una pierna (Paco sabía que una de sus tibias había sido donada para trasplante). Se le veía sonriente y feliz. —¿Cómo estás, hijo? Me dijo que estaba muy bien, que no me preocupara porque estaba bien con todos lo que estaban con él —relata Paco. —Vente con nosotros, hijo, —le supliqué—, que te necesitamos; pero él, sonriente, con la cabeza me dijo que no. —Recuerdo siempre este sueño y me consuela lo que me dijo, que no me preocupase porque estaba bien con todos los que estaban con él, pero me angustia —prosigue Paco— el porqué de su no, aunque se veía feliz. No lo entiendo. —Ahora —dice Tere— hablamos con él, le pedimos cosas. Paquito, ayúdanos en esto; ayuda a Susana. —Le pido mucho —también afirma Paco—. Ayúdanos, hijo, ayuda a tu mamá, a Susana... Él vive y actúa en nosotros; esto es de gran ayuda. EL ULTIMO ADIÓS 33 —Vamos al cementerio dos o tres veces a la semana —dice Tere— y le pedimos que nos ayude, que nos proteja; otras veces no hablo porque no quiero pensar que está allí. La mitificación del ser querido es la mejor terapia, ya que así se supera la etapa de privación. Todas las culturas antiguas deificaban, en cierta forma, a sus seres queridos y los lares romanos eran los espíritus tutelares del hogar. —El día de la boda de Susana —refiere Tere— me sentí la mujer más feliz de la vida. No lo podía creer y me preguntaba: ¿cómo es posible? Es que él me estaba ayudando porque yo se lo había pedido. El hijo, la hija, los hijos son dioses, ya aquí y ahora, ante los que quemamos diarios inciensos de preocupación, ternura y veneración; inspiran y dan alas a nuestras frágiles vidas muy complejas y aunque aparecieron después, se establecieron en la proa sin dejar de ser suave viento de popa en la nave familiar y, por arte de magia, terminan a veces siendo el mar de la vida por el que navegamos entre cantos de sirena que nos arrastran a los escollos rocosos de la existencia. Nos obstinamos en no aceptar el dicho del poeta: “Hijo mío y de la muerte”, sí a lo primero, un rotundo no a lo segundo, quizá por eso todas las culturas en los inicios hablaron de almas, del más allá hecho de paraísos y practicaban el fenómeno terapéutico de la mitificación que seguimos aplicándonos como eficaz remedio contra la tragedia de : “y cubriste de siglos la agonía de no verte”, que decía Julia de Burgos. Los hijos, los seres queridos, nunca mueren, perviven en el recuerdo, en el afecto, ternura y mimo. Deseamos, sobre todo, tenerlos con nosotros y por eso 34 CUANDO UN HIJO SE VA ... dedicamos las mejores y mayores energías al culto de su personalidad. Es así como surgen los mitos, los ritos y las religiones en un desesperado deseo de anclarlos a nuestras vidas por siempre. Porque ellos son la lumbre y “en mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida”. Ellos, el fuego de todas las vestales juntas, los dioses solares —Helios— que permiten la vida. Pero los hijos idos no desearían, con toda certeza, nuestros sufrimientos insoportables y una agonía que se viste de siglos; desean, lisa y claramente, nuestra felicidad, pero desconocemos el arte de vivir sin ellos, por eso lo más funcional es integrarlos a nuestras vidas como ángeles y dioses benefactores que viven y actúan en nuestro ser igual que lo hace la luz y el calor. Es lo que la humanidad ha practicado durante milenios muy sabiamente. Porque “aunque todo conocimiento sea relativo, aunque no exista ningún sistema racional coherente y susceptible de ser enseñado, existe la necesidad de conseguir que la vida sea digna de ser vivida”. Camus. El mito de Sísifo. Y el eco: que la vida sea digna de ser vivida nos conduce a la pervivencia, de alguna forma, de los seres queridos esenciales para una vida digna. ¡Oh, el sentimiento —la inteligencia emotiva— tan profundo y tan condicionante! Cuando sentimos que todo nos falta, necesitamos presencias ausentes, la unción de signos de amor; cuando uno se siente surco sin trigo, fuente reseca, árbol sin nidos, se necesita el mago hacedor; cuando todo es dique, muralla, bloque de soledad, de asfixia y silencios, necesitamos un sol que los atraviese, llama que los funda; cuando el brusco vacío de su dulzura ausente nos llena de súbitos silencios y ya no asisten nuestros impulsos los júbilos de antes, ni cesa la angustia de caminos empañados en niebla, necesitamos que la fuente de nuestra alegría despierte EL ULTIMO ADIÓS 35 y rellene ese hondo surco indeleble que las lluvias del tiempo no borran, del que nos habla Ernestina de Champourcin. La absorción en los seres queridos nos hace vulnerables y sus despedidas son nubes que ocultan la luz más brillante, vientos que quiebran el tronco más recio, tardes que se extinguen lentamente, silencios grises que taladran esperanzas. El corazón queda desnudo a la intemperie. Pero quiero empezar de nuevo. Amanecer un día con la vida reciente, desnuda de tristes memorias. “Voy a dormir mi sueño —decía Ernestina— mientras duermes el tuyo que ahonda frente a mí la sima impenetrable. Ante el muro glacial de tu dormir esquivo, yo opondré la ternura de mi cálido ensueño, yo salvaré tu imagen palpitante y despierta en el rincón mas hondo de mi jardín sellado. Has huido con todas mis rosas, mis pobres rosas luceros. Nunca olvidaré tu dulzura intacta. Quiero morir un día soñando contigo”. “Si te tuviese entero no tendría tampoco esa dicha absoluta que mi demencia exige; y si vuelvo a lo mío sin ti, ¿cómo sentirme total y realizada, en beatitud perfecta? ¿Qué sabéis de la llama que quema y no consume?”, se pregunta Ernestina. Pensamientos extraídos de los poemas de Ernestina: “Su íntima presencia es lo único invulnerable a los celos del viento, al curso de los astros, al dolor y a la muerte. Si te llevo conmigo, eres y estás ya siempre. Tu soñabas otoños, estíos y primaveras; los tienes ya en un tiempo cuajado y eres tú quien podrá traermelos ahora, tú, gavilla de ilusiones cercenadas en el campo de la siega, clara estrella escondida en la veta más honda del amor y del llanto. Tristeza del despojo cuando nos arrebatan lo que ha sido deleite y 36 CUANDO UN HIJO SE VA ... debe seguir siéndolo. Tengo ansias de verte, tocarte y escucharte, mientras transcurre el tiempo arrastrando ausencias. ¡Dejadme que muera viviendo mi ensueño de que vive aún!”, exclamaba la poeta Ernestina. Los poetas se debaten entre lo onírico y lo real; entre el deseo y la felicidad; entre lo inhollado e insondable y lo cotidiano; entre la felicidad y su posibilidad; entre la vida y la muerte..., con deslumbrantes imágenes tras las bambalinas de tópicos eternos. Los poetas juegan a romper silencios que escancian amargura y generan el vacío de las cosas. Los poetas crean terapéuticas inmortalidades. Son magos sensibles los poetas, los buenos poetas. II EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS P aco y Tere durante estos once años, en los que la trágica muerte de su hijo actuó como un sismo de máxima intensidad, siempre que hablan de su Paquito aterrizan en lágrimas cuando no en llanto. En las entrevistas sostenidas, el lenguaje de las lágrimas rompía y alargaba la comunicación verbal, pero sus lágrimas me expresaron profundos sentimientos que no acertaban a expresar con palabras, porque no hay adecuadas palabras para expresar esas tan amargas y profundas vivencias enloquecedoras. Durante once años me hice sensible y receptor al mensaje de sus lágrimas cuyo simbolismo intenté captar, descodificar y testificar en este escrito. Las lágrimas pueden comunicar con incontenible fuerza lo que las palabras no pueden decir y constituyen el mejor dialecto cuando intentamos comunicar mensajes en el nivel emocional, dejando que las lágrimas digan lo que somos incapaces de expresar en palabras. El lenguaje de las lágrimas es universal, aunque se da en un contexto cultural que lo matiza por sexos, clases sociales, cosmovisiones. En algunas culturas se adoctrina la inteligencia emotiva para que el hombre 37 38 CUANDO UN HIJO SE VA ... no llore, pero sí las mujeres. El llanto es un sistema de lenguaje poderosamente evocativo pero que no siempre es bien comprendido, porque la función del llanto es plurivalente: sirve para obtener simpatía, llamar la atención, apartar a la gente no deseada, sacar de quicio, o, incluso, se puede utilizar como instrumento manipulador. El lenguaje de las lágrimas tiene su gramática, su sintaxis y su conjunto de reglas culturales, además de las genéticas, que determinan el dónde y cuándo se permite esta conducta. El llanto del nacimiento, quizá el momento más dramático de la vida humana —el otro será el de la muerte—, es una exclamación al encontrarse por primera vez con un mundo hostil, lleno de claridad y ruido, después de verse obligado a abandonar su plácida vivienda cálida, silenciosa, oscura y acuosa. También sirve este llanto para propiciar la respiración y el funcionamiento del corazón en un medio nuevo. Lo primero que hacemos en esta vida es llorar, llanto terapéutico para sobrevivir. Y desde ese momento aprendemos cuánto poder puede encerrar el llanto para conseguir que los demás hagan nuestra voluntad. El llanto en el bebé produce calor, aumenta la capacidad pulmonar, quema el exceso de energía y descarga tensión. Por eso se dice que el llanto forma parte del sistema corporal de autorregulación. Las lágrimas lubrican las membranas mucosas de la nariz y la garganta con secreciones antibacterianas que sirven de ayuda para inmunizar todo el sistema respiratorio. Las lágrimas emocionales pueden también tener la finalidad de limpiar el cuerpo de determinados residuos químicos que forma el estrés. “Los seres humanos somos únicos —afirma J.A. EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS 39 Kottler en El lenguaje de las lágrimas (1997)—, pero lo que nos distingue de las otras criaturas no es el uso del fuego ni el pulgar oponible. De acuerdo con el neurofisiólogo Paul MacLean, que estudia la evolución del cerebro como órgano de la emoción, lo que nos distingue es la capacidad para llorar lágrimas en respuesta a la separación de seres queridos”. Según MacLean, las lágrimas y el uso del fuego son correlativos. Hace un millón y medio de años, cuando el uso del fuego se hizo común y los miembros de la tribu se sentaban en torno al fuego para cocinar, cauterizar heridas, despedirse de miembros de la familia y celebrar las ceremonias de cremación de los seres queridos, la excreción de lágrimas se convirtió en un reflejo condicionado asociado a la separación. Hipótesis curiosa. Parece ser que sólo en el homo sapiens el líquido ocular evolucionó como parte de un sistema intrincado de lenguaje en el que se pueden expresar sentimientos complejos en forma de cápsulas. Nuestra sociedad, durante largos siglos, ha considerado la razón mas valiosa que la emoción. Las teorías feministas, recientemente —según Kottler—, han señalado que, en la medida que los sistemas patriarcales ejercieron su dominación, los valores masculinos de logicidad se han impuesto a los ideales femeninos de sensibilidad emocional. Filósofos, teólogos, políticos e incluso científicos han recelado de los sentimientos apasionados que tildan de peligrosos, irracionales e inestables. La razón, en síntesis, debe prevalecer sobre la emoción. Pero, aunque se habla de inteligencia científica y de la emocional, la realidad es que pasión y razón están 40 CUANDO UN HIJO SE VA ... interconectadas. Los sentimientos, con sus correspondientes reacciones de llanto, no son emociones puras fisiológicas, sino que responden a imágenes, valores culturales, experiencias e ideas mentalmente asociadas. Las reacciones viscerales como el llanto, en los niveles más elementales, son inseparables tanto de la actividad cognitiva como de los mecanismos neurológicos que la impulsan. Algunos pensadores contemporáneos han enmarcado las emociones como estados de excitación fisiológica, imaginación, deseos inconscientes, estructuras lingüísticas, procesos cognitivos, que pueden tener su origen en distintas regiones cerebrales, desde el sistema límbico —que controla las emociones primarias— hasta la corteza —en ataques más reflexivos de llanto—, región del hipotálamo y cortical del cerebro. Cada uno de nosotros tiene un umbral diferente para las lágrimas. Las lágrimas son un medio de liberarse de imágenes obsesivas, por eso se habla del valor terapéutico del llanto, y porque se asocia con la compasión y empatía humana. El llanto, desde nuestra perspectiva, motivado por una pérdida de un ser muy querido, une a la gente en una experiencia compartida, en un sentimiento de pérdida común cuando nos sentimos desprotegidos y vulnerados por el dolor. Lloramos porque sentimos la tristeza de la definitiva despedida del ser amado y lloramos por nosotros mismos al sentir la angustia de pensar que ya no estará nunca más con nosotros. Pasarán décadas y las heridas seguirán abiertas, supurando dolor. Tal vez lloremos siempre, hasta el día de nuestra muerte. EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS 41 El llorar, para los que padecen depresión, es como respirar. Las personas se excitan y se deprimen durante el llanto. Se conmueven porque se emocionan con lo que viven. El llanto, por lo tanto, representa un compromiso con la vida. La sintonía afectiva es la base de la empatía y la intimidad entre las personas. Y la resonancia empática es el resultado de la capacidad para percibir, leer y sentir todas las sutilezas y contornos de la experiencia emocional. Desde hace tiempo se habla de las lágrimas en su aspecto aséptico: desinfectan y lavan el dolor. En todas las culturas, la única conducta prácticamente universal que se expresa durante el dolor es el llanto. Los seres humanos construyen fuertes afectos recíprocos con el tiempo y cuando estas profundas y significativas conexiones se rompen con la muerte, la sensación es extremadamente penosa. La inconsolable aflicción conduce a una cantidad de poderosas reacciones emocionales: tristeza, soledad, culpa, miedo, angustia. Para atemperar el dolor, las culturas de todos los pueblos crearon y practicaron rituales fúnebres con la finalidad de facilitar la ida a la otra vida —los misterios griegos de Eleusis, Caronte, Orfeo, a manera de ejemplo— o a los diversos cielos, y para ello se crearon almas y dioses que dieran fundamento a la eternidad en los paraísos, y para ayudar a los apenados sobrevivientes a reelaborar sus sentimientos de tal manera que pronto puedan reintegrarse a las actividades productivas de la comunidad. En Bali —no obstante y según Kottler— existe una excepción. Imbuidos los balineses con originales prácticas religiosas de los hindúes de permanecer 42 CUANDO UN HIJO SE VA ... tranquilos e imperturbables ante una pérdida trágica, éstos no vierten lágrimas, normalmente, en las exequias. También han sido diseñadas nuestras costumbres de duelo para inhibir las tendencias a la agresión inmediatamente después de la muerte de un ser querido. No se puede permitir que la gente exteriorice de manera violenta su dolor y su cólera cada vez que experimenta una pérdida. Quizá por eso nuestras vidas están gobernadas por rituales prescritos en aras de la armonía y del equilibrio social. Son mecanismos de defensa sociales los rituales fúnebres. Los médicos raramente lloran; se aíslan del dolor, tanto del propio como del de sus pacientes; mecanismos de defensa personales. POEMA PARA LAS LÁGRIMAS “Como cuando se abrieron por tus sueños mis párpados, rota y cansadamente, acoge mi partida. Como si me tuvieras nadando entre tus brazos, donde las aguas corren dementes y perdidas. Igual que cuando amaste mis ensueños inútiles, apasionadamente, despídeme en la orilla... Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros, callada y mansamente, a reposar heridas. Ya nada más detiene mis ojos en la nube... Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída! EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS 43 Sobre mi pecho saltan cadáveres de estrellas que por ríos y por montes te robé, enternecida. Todo fue mi universo unas olas volando, y mi alma una vela conduciendo tu vida... Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte... Por tu vida fue todo, una duda escondida. ¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron por los prados azules a pintar margaritas! ¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu! ¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa! ¡Nada más! En mis dedos se suicidan las aves, y a mis pasos cansados ya no nacen espigas. Me voy como vinieron a tu techo mis cielos... fatal y quedamente, a quedarme dormida... Como el descanso tibio del más simple crepúsculo, naturalmente trágico, magistralmente herida. Adiós. Rézame versos en las noches muy largas... En mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida...” Julia de Burgos. “Poema para las lágrimas”. III EL FACTOR TIEMPO -DOLOR C uando penamos y el dolor nos quebranta y anonada, el tiempo es errático, a veces corre lentamente y otras se detiene, el mundo te parece insípido y el dolor interminable. El tiempo es amigo y enemigo a la vez, te cura y te hostiga. Y, sin embargo, a muchos de los que penan, en ese momento preciso en el que el tiempo se nos antoja como un enemigo, se les dice: “el tiempo lo cura todo”. Esta frase contradice todo lo que se experimenta: que el tiempo no existe ni hay futuro. Porque la muerte plantea la cuestión del pasado y del futuro en toda su crudeza, deteniendo el futuro del fallecido. El sobreviviente debe hallar medios para alejarse del ataúd y volver al mundo que tiene futuro, pero que el sobreviviente no percibe con claridad. El tiempo no lo cura todo porque la tragedia de la pérdida del ser querido es irreparable y dura toda la vida del sobreviviente, pero sí el tiempo ayuda a sobreponernos y absorber menos dolorosamente las emociones y pasiones producidas por la pérdida. El duelo es un proceso cuyo impacto depende de lo que esa persona significa para los sufrientes y de sus propios umbrales del sufrimiento. De ahí que la naturaleza y experiencia del dolor sea diferente en cada persona y en cada situación. Algunos quedan atenazados y varados, otros se encuentran en un callejón sin salida, 45 46 CUANDO UN HIJO SE VA ... otros se sienten en un profundo pozo sin posibilidad de salida, en un túnel muy largo sin perspectiva de luz liberadora o envueltos en una burbuja invisible. La mayor parte de los sentimientos que envuelve el proceso de penar pondría a prueba al equivalente emocional de un atleta en condiciones olímpicas. Pero el mundo no se detiene ante el dolor de alguien por muy “infierno” que sea y es ajeno a los sentimientos internos causados por el dolor. Y ése es precisamente el objetivo de la recuperación: salvar el enorme foso entre los intensos sentimientos productores de un desorden íntimo y ese mundo externo y circundante que sigue ‘normal’ y apuesta por el futuro. Son muchas las posibilidades del dolor, pero no podemos sentir todas las muertes so pena de enloquecer. Las penas se encadenan y el mundo no nos es tan ajeno; también experimentamos el dolor del mundo; la pena general de nuestra humanidad está vinculada a nuestros pesares personales y las tragedias colectivas también son nuestras, la diferencia está en el grado, no vivimos con igual intensidad la tragedia colectiva que la personal y la recuperación difiere. La gama del pesar, su intensidad y su duración, varía según la personalidad de cada uno. Nuestra primera reacción instintiva ante una grave pérdida es defendernos del dolor que nos causa. Y la experiencia resulta tan abrumadora en algunos que llega a suscitar el miedo a una desintegración completa, e incluso a la locura, porque la conformación de nuestra vida queda amenazada y alterada, debido a los implacables golpes que nos produce la pérdida y al ansia incontrolable de que regrese la persona, el retorno del difunto. Que la vida no cambie, que siga como antes del trágico acontecimiento, es aferrarse al previo pasado y desear resucitarlo tal cual estaba, con el ser amado en escena, sin cuya actuación no sólo percibimos 47 EL FACTOR TIEMPO -DOLOR que nuestro drama carece de sentido sino que nos resulta enloquecedor. Y nos invade el sentimiento de impotencia que se filtra por los entresijos de nuestro ser. Pero la muerte quizá sea lo único en la vida que no se consigue modificar, es inalterable e irrevocable. ACCIDENTE (ELEGÍA) “Nuestras manos acechan una rosa distante, que llega consumida, persiguiendo en el aire sus cien rumbos tronchados. Vientos de perdición le taladran las sienes. ¡Pobre flor esquemática, en vano intentaremos soldar a un nuevo tallo tu juventud deshecha! Nunca más los caminos, ni el susto delicioso de la escondida curva, ni el abrazo del polvo, incitante, reseco. Ya todo será oscuro. Viejos hierros decrépitos mancharán de negrura tu vigor abdicado. Llora un claxon tu muerte, sin alma, en la cuneta”. Ernestina de Champourcin. Poesía a través del tiempo 48 CUANDO UN HIJO SE VA ... TEDIO “La tarde gris se cierne sobre mi afán cansado helando con su escarcha esta sorda inquietud, este inmortal deseo que agoniza y renace rescoldando en mi pecho su atormentada luz. La tarde es gris... Mi corazón desmaya, estrechado en el cerco que un pardo nubarrón le ciñe a sus heridas. ¿No volverá ya el sol? Habla una voz cansada, que viene de muy lejos: «es inútil que intentes diluir las tinieblas». Yo quiero levantarme, y las fuerzas me faltan, quiero andar y no puedo; quiero ver y estoy ciega. La tarde es gris... ¿Qué haces, por qué esperas? Me estruja y me traspasa con su abrazo la niebla. ¿Es que vas a dejarme eternamente presa en sus pérfidos lazos, abandonada y sola al umbral pavoroso del incógnito acaso? Tengo miedo; hermético avanza entre la sombra el silencio infinito que se enrosca a mi alma; ya me cubre el sudario inerte de la tarde, como si, viva aún, mi sepulcro sellaran”. Ernestina de Champourcin. Poesía a través del tiempo. IV EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN E n las primeras etapas de la pérdida —según los psicoterapeutas— contrarrestamos los peores embates de la pena a través de unos mecanismos de defensa. Todos tenemos y necesitamos estas defensas condicionadas por nuestros propios márgenes de tolerancia de emociones; defensas que son más efectivas cuanto más flexibles sean para tolerar los sentimientos que sobrevengan y así permitirle al conjunto de nuestra vida que absorba el dolor con lentitud y permita liberar las preciadas reservas de vitalidad y elasticidad que llevamos en nuestro interior. No se aconseja substraerse al dolor sino enfrentarlo, porque si no reconocemos la pérdida que hemos experimentado y no expresamos nuestra pena, la pena desoída o no resuelta suele reaparecer de modos extraños, persistentes y dolorosos. Si un quebranto no se resuelve, se puede convertir en un lastre en nuestro interior, que arrastraremos y nos mantendrá postrados, el quebranto aguardará la oportunidad de afirmarse y causar dificultades pasándonos la factura en una fecha posterior. 49 50 CUANDO UN HIJO SE VA ... Ante una muerte prematura, surgen a borbotones las preguntas: ¿qué sentido tiene la vida?, ¿quién o qué es el responsable de tal estado de cosas? E intentamos hallar un responsable de la pérdida. El primer blanco es por lo común uno mismo. A menudo nos autocastigamos: no debí; si yo no le hubiese dejado; si yo no hubiese insistido... todavía viviría. Nos sentimos responsables de la tragedia. Pero no descartamos la intervención de otros: el destino, un dios, otra persona... Nuestra mente nos sugiere que ha de existir una causa y que, si la hay, alguien tiene que ser responsable de ella. El deseo de justicia o de castigo mantiene ocupada la mente tras una pérdida que se juzga insoportable entre otras cosas porque va contra el curso normal de la naturaleza. La mente trata así de emerger de los torrentes impetuosos de emociones a los que no está acostumbrada y evitar así no desquiciarse. En el proceso de la pérdida se entremezclan las emociones ‘duras’ del dolor (la ira y la agresividad) con las ‘blandas’ (la tristeza). La ira se nos presenta como una respuesta razonable a la pérdida de alguien muy significativo para nosotros. Ira contra todos los que imaginamos culpables. Una madre, enloquecida porque un tren había matado a su hijo, le increpa diariamente cuando oye sus silbidos y estridente ruido al deslizarse sobre caminos de hierro en una vieja vía estrecha de provincia. Ira contra el violador del orden natural según el cual deben despedirse de la vida antes los padres que los hijos y los mayores de edad antes que los menores. Transferimos el amor sentido hacia esa persona a los objetos que le pertenecieron. Tere conserva EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN 51 durante once años, intacta y finamente decorada, la habitación de Paquito, pero le molesta el piano y el órgano que su hijo tocaba, porque su música se lo hace evocar vívidamente. Paco, por el contrario, aprende a tocar piano en el de su hijo. Tere los quiere vender y Paco prefiere conservarlos. Los objetos personales, parte del proceso de duelo, pueden transformarse en temporales representaciones o embajadores provisionales de quien se fue. Esos objetos constituyen un puente provisional entre la persona desaparecida y lo que queda de ella. Todas las religiones convencionales hacen sagrados algunos objetos, representaciones simbólicas o reales de personas físicamente ausentes o de divinidades. Una persona sólo muere de verdad cuando se la olvida y los objetos sirven para ayudarnos a recordar. La mente optará —como parte del mecanismo de defensa contra esa agresión y también de adaptación tras el shock de la tragedia— por mantener viva la imagen de la persona amada muerta durante un tiempo hasta que pueda integrarlo y aceptarlo sin graves desequilibrios psíquicos. Por eso los objetos más insignificantes de un ser querido muerto suelen ser reverenciados y terminamos idolatrando su recuerdo. Los que mueren siguen siendo amados. Un soterrado mecanismo de defensa te lleva a consolarte con la tragedia de los otros. —Los primeros días —refiere Tere— me alegraba (que Dios me perdone) cuando otros tenían análogas tragedias. El sufrimiento de otros me aliviaba, ¿cómo es posible? Buscas —prosigue— evitar que seas la única persona a la que la tragedia ha visitado. El ruido de las sirenas te sirven —increíblemente— de 52 CUANDO UN HIJO SE VA ... consuelo, y lo mismo sucede con las noticias de las tragedias. —Te sientes tan profundamente hundida que no sabes explicar estos disparatados sentimientos —añade Tere. La tragedia compartida la sentimos menos tragedia. La pena constituye un proceso natural y es una respuesta connatural a una pérdida. Dentro del penar hay procesos creativos que son vitales para la recuperación. Y el grado de gravedad de las pérdidas que experimentamos se halla afectado por el contexto humano dentro del cual las sufrimos. Somos solidarios en el dolor y en la alegría. No podemos, en soledad, cargar el peso insoportable de la pérdida y al ver que los demás cargan con su dolor nos sentimos aliviados en el nuestro, una forma de equilibrio en vasos comunicantes solidarios del dolor, la empatía compartida en el dolor. Se evita, así, la tremenda injusticia de ser los únicos y estar solos e incomprendidos. La mayor dificultad del proceso de rehabilitación es crear un lugar dentro de ti en donde esa persona puede descansar en paz como parte de tu recuerdo. Para los que creen en una vida más allá de la muerte, la persona fallecida no está muerta de verdad, y su presencia a través de signos es no sólo aceptada sino buscada, como es buscada también por los que no creen. Paco y Tere me relatan que en diversas ocasiones quisieron encontrar a Paquito en el parecido de otras personas. La persona amada siempre es buscada y su presencia inunda, mágicamente, el cosmos. —Paco, si es Paquito —le dice Tere con el corazón queriéndosele salir del pecho. La decepción golpea pero el deseo sigue ahí, incólume. EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN 53 El dolor compartido permite que nosotros y nuestras penas formen parte de la raza humana y del reino vivo en general y te facilita experimentar poco a poco la sensación de que existe alguna esperanza en la vida. La pena confiere a los seres humanos dignidad y también dotes de persuasión. La experiencia de la pena es acumulativa y un quebranto modela el siguiente y nos invita a situarlo en su contexto. Si consideramos que nuestra tragedia es la única, difícilmente nos recobraremos, necesitamos enmarcarlo en un espectro más amplio para no sentirnos totalmente derrotados por el penar que nos enfrenta con emociones muy fuertes y grandes interrogantes acerca de la justicia, el dolor, si la vida está gobernada por el azar, si Dios existe, y qué sentido tiene nuestra vida. Nos cuesta mucho comprender la naturaleza a menudo fortuita o accidental de una pérdida significativa y que nadie, absolutamente nadie, nos pueda ayudar a recuperarla en totalidad. La pérdida acarrea en cadena otras pérdidas: seguridad en la vida, la sensación de no poder vivir sin miedo a la muerte y de que el dolor se cebará en nosotros. Nos resulta insoportable el pensar que la vida esté hecha de arbitrariedad y azar y que nos despojan a capricho de las personas amadas. Cuando admitimos que esa es la realidad para todos y que nuestra tragedia no es única, ya que hay otros muchos que sufren, hallamos dentro de nosotros una compasión hacia los demás que se constituye en parte vital de nuestra propia recuperación curativa. La solidaridad en el penar nos capacita para aceptar y comprender nuestro quebranto y hallar en la vida cosas que nos alientan y por las que vale la pena luchar. No obstante, el encarrilar las emociones es una tarea titánica, porque cuando alguien querido muere, 54 CUANDO UN HIJO SE VA ... tu propia vida permanece ligada a esa persona; pero los vivos han de vivir con los vivos, sin olvidar a los muertos. “¿Tiene que volver siempre la mañana? —se pregunta Novalis en Himnos a la noche— ¿No acabará jamás el poder de la tierra?” “Pero morir es viajar, morir es trascender”. “Quisiera que mi vida / se cayera en la muerte / como este chorro alto de agua bella”, de Juan Ramón Jiménez. Complejidad de la despedida, de la muerte y de la vida. V LA ERA DE LOS TRASPLANTES L os seres humanos somos únicos, producto de un ensamblaje muy especial, programados por los genes que constituyen las unidades de herencia. El sistema endocrino —que segrega las hormonas o mensajeros químicos— emplea como sistema de autorregulación lo que se llama mecanismo de autorregulación negativo. Cuando la temperatura corporal desciende, por ejemplo, también desciende la temperatura de la sangre, produciéndose un flujo de sangre fría a través del cerebro que activa el termostato o regulador corporal, causando la liberación de hormonas que aumentan el consumo de energía, y reduce la pérdida de calor, desconectando la sangre que irriga la piel, particularmente los pies y las manos. Este mismo termostato o regulador se incorpora a los mecanismos que regulan las necesidades básicas, hambre, sueño..., y los sentimientos, como el estrés, el miedo, la violencia, el enfado y la tristeza, termostato que dura toda la vida. La interpretación mecanicista del cuerpo —el cuerpo considerado como una máquina— tuvo su primera versión con el filósofo francés René Descartes (1596-1650), con su obra Tratado del hombre, y condujo al inglés William Harvey, contemporáneo 55 56 CUANDO UN HIJO SE VA ... de Descartes, a ser el primero que reconoció el corazón como un mecanismo de bomba que hace circular la sangre. La moderna concepción de hombres y mujeres biónicos tuvo en el siglo XVII sus cimientos y hoy creaciones mecánicas empiezan a reemplazar los originales biológicos. Pero los trasplantes de órganos tienen sólo décadas. El trasplante de corazón tuvo especial significado, ya que el corazón —durante siglos— fue considerado todo un símbolo del mundo afectivo —se pensaba que el corazón era la sede del sentimiento— y como tal símbolo se llegó a sacralizar: los sagrados corazones. Cuesta todavía mentalizarnos que el sentimiento es una reacción química producida en el cerebro (en el tálamo e hipotálamo) con sus correlativas sensaciones fisiológicas: el corazón late más deprisa, la respiración se acelera, las palmas de las manos sudan, se siente debilidad en las rodillas, etc.... El corazón ha sido utilizado como el símbolo de los sentimientos románticos, igual en la poesía como en las canciones. Hay corazones heroicos, duros o de piedra, cariñosos, puros. Las narraciones de los poetas y escritores han vinculado al corazón con los sentimientos y al cerebro con el pensamiento. Sentimos el corazón, pero no el cerebro. Estas creencias equivocadas sólo reflejan nuestra ignorancia; pero los símbolos tienen su propia lógica, ajena a la científica, atada más al sentimiento que al intelecto. El hipotálamo controla el hambre, la sed, la agresividad, el sexo y las emociones. La verdad es que filtramos la realidad. La relación entre realidad externa y la percepción interna es muy compleja y lo cierto es que los estímulos son manipulados en nuestro cerebro para que coincidan con nuestras preconcepciones. Existen barreras en la comunicación: LA ERA DE LOS TRASPLANTES 57 semánticas, fisiológicas, psicológicas, culturales. Los significados no son siempre los mismos ni transmisibles. Las mentes humanas no tienen filtros idénticos, ni las palabras, gestos, expresiones y otras formas simbólicas tienen el mismo significado para todos. La realidad, con sus infinitos matices, siempre se nos escapa, y hay que interpretarla. Casi todos hemos aceptado la idea de que la química de nuestro organismo influye en nuestra manera de sentir, pensar y actuar, pero también recientemente se ha descubierto que el modo de pensar, sentir y actuar afecta a las sustancias químicas que secreta el organismo. Cuando experimentamos una situación que creemos incontrolable nuestros sentimientos son más negativos que cuando entendemos que podemos controlar el resultado. Las emociones son reacciones subjetivas ante el ambiente, lo que incluye respuestas de neuronas y hormonas y no facultades de alguna alma. Técnicamente, la cirugía cardíaca ha avanzado mucho desde el primer trasplante de corazón realizado en diciembre de 1967 a Louis Washkansky por el equipo del doctor Christiaan Barnard en la Ciudad del Cabo. El rechazo del corazón del donante es un problema atenuado por los nuevos fármacos. El corazón funciona como una potente bomba, capaz de distribuir por nuestro cuerpo la sangre que debe alimentar nuestros miles de millones de células; es un motor de cuatro tiempos. Durante el trasplante, el corazón que será trasplantado se deja en cardioplejía (es decir, que no late) por medio de una inyección de suero salino; seguidamente se cierran los grandes vasos para que 58 CUANDO UN HIJO SE VA ... la sangre no salga, es extraído y colocado en nitrógeno líquido y debe ser trasplantado en las cuatro horas que siguen a la extracción. El corazón bombea, aproximadamente, cuatro litros y medio por minuto, unos seis mil cuatrocientos cada día. ¡Maravilloso! El corazón de Julián Duró, de Corral de Almaguer (Toledo), estaba muy fatigado de bombear y su sístole y diástole amenazaban, debido a una grave insuficiencia cardiaca, con pararse de un momento a otro. Con el fin de su vida llamando a su puerta, esperaba por un corazón donante que hiciese el milagro. Paco y Tere, ante la tragedia de su hijo clínicamente muerto —muerte cerebral—, deciden donar todos sus órganos que fueron utilizados, según los doctores, la mayoría: corazón, ojos, riñones, hueso de la tibia, hígado. Aunque se esconde la identidad de las personas receptoras por múltiples motivos, económicos incluidos, Paco y Tere investigaron posteriormente quién era la persona receptora del corazón. Se dio la casualidad que Beni, el esposo de Susana, es también corraleño, y los médicos, ante la insistencia y las pistas tan claras, terminaron descubriéndoles el secreto: el señor Duró vivía gracias al corazón de Paquito. —Cuando abrazo al señor Duró —decía Paco— abrazo algo de mi hijo. Con ellos y Susana visité a Julián Duró y familia en su pueblo y fui testigo del milagro: el corazón de Paquito latía vitalmente en el pecho de Duró. Atónito, intenté comprender el prodigio y observé —la mayor parte del tiempo— cómo aquella escena familiar con esposa e hijas era posible. LA ERA DE LOS TRASPLANTES 59 —Venga —me dice el señor Duró— y me condujo a su habitación. —Mire, esa es nuestra cama. Yo duermo a la parte de allá, pues bien, allí, en la mesita de noche, usted puede ver la foto de Paquito que siempre allí estará. Gracias a él yo vivo. En la sala de estar, al regreso, el misterio de los sentimientos era denso. La vida, la gratitud, la amistad, giraban en torno al juvenil corazón de Paquito que seguía realizando el milagro de la vida en el señor Duró. “Abrazo algo de mi hijo”, pensamiento fijo que no se me iba de la mente y me partía el alma. Paquito vive en todos los que llevan sus órganos; hace posible la felicidad a sus portadores, y vive en todos los que lo conocimos, en nuestra mente, o , siguiendo la tradicional simbología, en nuestro corazón. Julián es un afortunado, lleva su corazón. La familia Duró se deshacía en atenciones de gratitud. Y Paco, en la despedida, abrazó y sintió el corazón de su hijo; bueno, todos los sentimos, y brotó la emoción, pero quedó el misterio, el de la vida, y el dolor a cuestas. Julián Duró VI LA MUERTE DESDE LA CIENCIA S i un individuo llegara a vivir para siempre se convertiría en una contradicción del evolucionismo, pues sería un organismo portador de genes no cambiante, incapaz de adaptarse a un medio ambiente cambiante. Todos y cada uno de nosotros somos un mosaico de otra gente y de otras influencias ensambladas por las circunstancias en un todo integrado. Como personas, morimos, pero nuestros genes pasan a las siguientes generaciones por un proceso biológico en el cual cada nueva concepción representa un nuevo eslabón en la evolución. Por eso el biólogo Richard Dawkins, en su obra El gen egoísta llegó a concebir el cuerpo solamente como una máquina genética de supervivencia. El cuerpo, así concebido, es algo que puede ser descartado una vez que ha cumplido su cometido: la producción de una o más máquinas de supervivencia, que serían los hijos. Existen cambios evolutivos en los genes que permiten a los descendientes adquirirlos a través de mutaciones y así obtienen la capacidad de sobrevivir. La muerte, además de evitar la superpoblación, elude que la especie se convierta en obsoleta. Las nuevas especies sólo pueden surgir con una nueva 61 62 CUANDO UN HIJO SE VA ... vida, nueva máquina de vida que de alguna forma inefable puede ayudar al gran proceso de la evolución de las especies de una manera más eficiente que si fuéramos inmortales. Una persona que no puede adaptarse al medio ambiente no llega a reproducirse y sus genes mueren con él y, cuando el medio ambiente cambió en el pasado, especies completas desaparecieron como así lo demuestran los fósiles existentes. Las mutaciones de adaptación necesitan siglos, milenios, y millones en ocasiones. La verdad es que somos osados al intentar comprender en años procesos que supusieron millones de años. Los científicos, de cuyas manos asidos intentamos asomarnos a este maravilloso y complejo mundo de la vida, hablan de unos cinco mil millones de años desde que surgió de aquel caldo prebiótico marino la vida; pero el mismo caldo prebiótico necesitó otros millones de años para lograr el propicio ambiente de la eclosión vital. Ante el fenómeno de la vida, el ser humano —desde los inicios— se preguntó el porqué. La pregunta sobre los orígenes de la vida, durante largos siglos, sólo obtuvo una respuesta: la gene-ración espontánea, la creación. Acudieron a mitos —que son respuestas tempranas a interrogantes universales— para explicarlos. Esa generación espontánea aparecía, en pura lógica, como una voluntad creadora divina. Hoy se sabe que la vida es el resultado de una lenta evolución química. En la antigua Grecia, la vida era considerada como una propiedad intrínseca de la materia eterna, que hace su aparición cuando las circunstancias le son propicias. Aristóteles (384-322 antes de nuestra Era), por ejemplo, pensaba que los animales y las plantas LA MUERTE DESDE LA CIENCIA 63 no solamente nacían de parecidos sistemas vivos, sino también de materia en descomposición activada por el calor del sol. En el Renacimiento, grandes pensadores, como Descartes (1596-1650) o Newton (1642-1727), sostuvieron las ideas de la generación espontánea de Aristóteles. Sería el francés Louis Pasteur (1822-1895) el que acabaría definitivamente con el dogma de la generación espontánea en su laboratorio con el uso del microscopio; corría el año de 1860. Terminaba de publicarse (1859) una obra que revolucionaría las ciencias de la vida: El origen de las especies, del naturalista y biólogo británico Charles Darwin (1809-1882), que plantea el origen y la diversidad de las especies vivas e introdujo la idea de tiempo y evolución en las ciencias naturales a partir de una única forma primordial: una bacteria primitiva básica. El mar fue la cuna de la vida; del mar salió la vida: el agua, los aminoácidos y el calor del sol fueron sus elementos. El mundo terrestre vivo, pese a su aparente diversidad, presenta una gran unidad. Todos los seres vivos están formados por las mismas moléculas y proceden de la misma química: la del carbono en agua líquida. Todos los organismos vivos están formados por células, que difieren en su tamaño y estructura según la especie a la que pertenecen y que constituyen los ladrillos biológicos de los que todos estamos hechos. La célula es la unidad básica de la vida. Todos los humanos empezamos siendo una sola célula, con cuarenta y seis cromosomas normalmente, la más sencilla unidad fundamental, estructural y funcional de nuestro cuerpo, que se multiplica según unos códigos genéticos hasta alcanzar los miles de millones que posee el cuerpo humano. El incomparable programador que es el 64 CUANDO UN HIJO SE VA ... ADN, inserto en el núcleo de la célula y que consiste en una serie de elementos perfectamente organizados, colocados uno a continuación de otro según un orden establecido desde hace millones de años, constituye los genes, cuyo conjunto se denomina código genético. Francis Crick (físico inglés) y James Watson (biólogo americano) descubrieron en el 1940 la estructura madre del ADN: una doble hélice cuyas cadenas complementarias están vinculadas por puentes químicos. Es el ácido desoxirribonucleico (ADN) el que contiene el mensaje genético, soporte universal de la herencia, y que es el texto que servirá de original para fabricar copias adecuadas. Será el ácido ribonucleico (ARN) el que transcriba y transporte esa información hasta la fábrica de la célula (los ribosomas) con la ayuda de las proteínas (en griego significan primero en importancia) que son la base química de la vida y que a su vez están formadas a partir de ladrillos idénticos, los aminoácidos. Se pensó, inicialmente, que el mundo— al ser de creación divina— era perfecto, simétrico, una obra maestra. Pero veamos. Los organismos vivos se forman a partir de moléculas asimétricas y se las denomina “quirales” (del griego kheir, mano). La materia viva —según los científicos de la vida— está hecha de aminoácidos L y nucleótidos D y no a la inversa. Y se preguntan el porqué y ofrecen una explicación: desde el momento que una forma es favorecida con relación a otra, esta diferencia puede fijarse y la otra desaparecer. Pero, ¿cuál es el origen de la diferencia? ¿Fluctuaciones aleatorias o diferencia intrínseca debida a una disimetría física del universo? ¿Azar o necesidad? Ésta es la cuestión de la “quiralidad” (nuestras manos son disimétricas LA MUERTE DESDE LA CIENCIA 65 cuando ponemos una encima de la otra en el mismo plano) y también lo es del origen de la vida. Los humanos necesitamos de la necesidad, por eso se habló del Destino, de la Providencia, de la lógica de la vida; pero prevalece el azar, la coyuntura, además de la disimetría en el universo. No obstante, el caos sólo es relativo. En el núcleo de la células hay programadores genéticos y ciertas constantes en las leyes físicas que permiten la vida, menos misteriosa ya; pero hay otros misterios que quizá sigan siendo misterios que no nos abandonarán, porque los límites de la ciencia se ven más cercanos de lo que hace muy pocos años uno se podía imaginar. Volvemos al misterio de la vida-muerte. Las células, normalmente, tienen programada su esperanza de vida: envejecen y mueren. La mayoría de las células se dividen de veinte a cien veces en su vida. En cada división, la célula pierde un segmento de telómero, la extremidad del cromosoma. La desaparición de los telómeros dirige el envejecimiento y la muerte de la célula. Pero una enzima, la telomerasa, permite reproducir la secuencia del telómero, que al inyectarse en las células podría prolongar su vida. Las neuronas —los procesos vitales del organismo dependen de su función transmisora— no se regeneran a lo largo de la vida. Los glóbulos rojos de la sangre son fabricados por la médula ósea y, al cabo de ciento veinte días de frenética actividad, mueren. La médula, por suerte, producirá otros. La tribu de los glóbulos blancos cuenta con miles de guerreros defensores de las agresiones microbianas. Su misión es destruir las sustancias 66 CUANDO UN HIJO SE VA ... perjudiciales que penetran en el cuerpo que protegen. Los glóbulos blancos se dividen, según el aspecto de su núcleo, en polinucleares y mononucleares; entre éstos últimos están los lifoncitos y los monocitos; los lifoncitos, según su maduración, se conocen como lifoncitos B y lifoncitos T; los B no atacan directamente a su objetivo: virus y bacterias, a los que envían anticuerpos que se fijan inmediatamente sobre los invasores, que son destruidos. Los T, muy eficaces contra los virus, atacan directamente matando. Existe, entre ellos, un orden de jerarquía, estrategias de combate y planificación de batallas. Son, por lo tanto, muy inteligentes, así como suena. La particularidad de los anticuerpos es que tienen memoria: identifican al germen enemigo y lo atacan con específicas armas. No olvidemos que las células son pequeños ordenadores (computadoras). Pero, a veces, este ejército defensivo inteligente y muy bien organizado, se ve desbordado y vencido por los enemigos: las bacterias y los virus. Las primeras son organismos unicelulares (cada bacteria es una célula) completos y autónomos. Los virus son más y, debido a ello, más preocupantes, ya que el principio de vida y de multiplicación de un virus consiste en convertirse en un parásito de la célula, utilizándola para su propio funcionamiento. Penetra el virus en una de nuestras células, suprime su peculiar actividad e integra su programa vírico. El virus, una vez instalado, se reproduce hasta que una cantidad suficiente de nuevos virus pueden liberarse, dejando tras de sí muerta la célula colonizada. Increíble, pero cierto. El organismo posee un archivo de sus invasores —memoria inmunológica— que le permite responder LA MUERTE DESDE LA CIENCIA 67 a una nueva invasión con un ejército de proteínas específicamente diseñadas para este combate, que se denominan anticuerpos. Cada anticuerpo tiene que estar hecho a la medida. Un anticuerpo, por ejemplo, contra el virus del sarampión, y viceversa. Los resfriados y las gripes son producidos por virus que cada año cambian su estructura antígena, lo que no sucede con la varicela o el sarampión, por eso es fácil padecer, cada año, resfriados o gripes, pero sólo tenemos una vez en la vida la varicela o el sarampión. VII EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA L a vida humana está preestablecida biológicamente. Llevamos el certificado de la muerte escrito en nuestra estructura celular. La inevitable conclusión de los científicos es que todas las células mueren. Los descubrimientos más recientes parecen indicar que los humanos, al igual que cada una de las células de nuestro cuerpo, tenemos un contrato limitado de vida. El problema surge cuando la muerte no se produce por causas naturales y se subvierte el orden en el deceso. La vida y la muerte cohabitan, desde la fecundación hasta la defunción, en nuestras siempre frágiles existencias. Pero la homeostasis (el termostato) — regulador de funciones corporales vitales, como la respiración, la circulación de la sangre, la temperatura corporal, los sentimientos, y emociones— nos induce a vivir como si no fuésemos a morir, a un estado de equilibrio homeostático, porque la visión directa cara a cara de la muerte nos podría producir, pienso, la muerte. Ahora bien, cuando nos toca vivir la tragedia de la muerte inesperada del ser querido, la homeostasia 69 70 CUANDO UN HIJO SE VA ... se rompe y no siempre los automáticos reguladores logran recuperar el equilibrio perdido, y es a base de mucho tiempo y constancia, o se rompe para siempre con la definitiva huida de la realidad, o de la vida. Pero la muerte no puede ser un tabú. Algunos estudios han demostrado que la privación del ser amado que se considera insustituible —grupo primario— y su consecuente ansiedad prolongada producen alteraciones psicológicas permanentes que varían según los sujetos que las padecen y la percepción cognitiva. Existe una correlación entre la valoración cognitiva y la reacción emocional. El término cognitivo cubre todos los procesos mentales y las normas culturales afectan esos procesos cognitivos. La tragedia de la pérdida del ser amado suele producir neurosis depresiva que se caracteriza por la distorsión de la realidad, la exageración de los problemas, el pesimismo y la tristeza con ansiedad que dura períodos extraordinariamente largos. Para el depresivo la realidad subjetiva es la única y está teñida de fatalismo, desgracia y dolor. Sufre molestias tales como irritabilidad, aburrimiento, falta de concentración, pérdida del apetito, del sueño, hasta del deseo sexual, generando impotencia a veces; su autoestima disminuye y su estado de salud es deficiente; todo esto genera la pérdida de la alegría de vivir. La causa se debe a una experiencia productora de tensión que el sujeto no puede controlar ni eludir y que genera angustia y produce desmoronamiento y se vive la sensación de “ya no soporto más”, por eso se le suele llamar también neurosis traumática. EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA 71 C.M. Parker (1972) habla de tres etapas típicas: La primera etapa está caracterizada por sentimientos de choque y estupor, acompañados por una fuerte tendencia a negar o a ignorar la realidad de lo sucedido. La segunda etapa involucra ansiedad, depresión y los llamados “dolores de la aflicción”. La tercera surge en el momento en el que las personas perdían la esperanza de recobrar lo que habían perdido y comenzaban a hacer el ajuste necesario para vivir. Se habla de “mecanismos integrados” para afrontar la pérdida personal: ❒ Llorar. Un mecanismo integrado que es útil para aliviar la tensión y el dolor emocional es llorar y de esta forma restablecer, un poco al menos, el equilibrio interno, ya que a través de las lágrimas —llorar sobre el hombro ajeno— se comparten las tristezas con los demás y se obtiene a cambio cierto consuelo emocional a través de sus reacciones de empatía, simpatía y pena; este patrón es conocido como empatía. ❒ Manifestación verbal. El alivio emocional que se obtiene al narrar los sentimientos es un elemento muy importante en la psico-terapia; en ese contexto el proceso recibe el nombre de catarsis. ❒ Análisis de la situación. En la búsqueda del verdadero significado e importancia de la situación, la persona puede intentar asimilarla en su estructura cognoscitiva y reducir así la angustia producida. ❒ Buscar apoyo. Los otros —relevantes para 72 CUANDO UN HIJO SE VA ... la persona— son necesarios para su sostén psicológico y ayuda emocional hasta que pueda recobrar su equilibrio. La tristeza, a veces, ama la compañía. La ayuda de profesionales competentes es necesaria para disminuir y acortar el período de angustia y ansiedad. ❒ Dormir. El sueño tiene una función recuperadora, aunque se haga difícil reconciliar el sueño, lo que se puede lograr con los adecuados medicamentos. El soñar con la persona suele ser terapéutico al familiarizarse a otros niveles con el suceso traumático e integrarlo así lentamente a la estructura cognoscitiva sin demasiado esfuerzo. ❒ Terapias ocupacionales. El hacer cosas sencillas y agradables diluyen la ansiedad al ocupar la mente en fuentes gratificadoras. ❒ Viajar. Conlleva cambio de ambiente y de situaciones menos lacerantes. La terapia de distracción es muy importante en aras de recuperar al menos parte del equilibrio mental perdido. ❒ Consuelo. El hijo, o la persona amada, está bien y no quiere ser la causa de nuestros sufrimientos. La muerte es el regreso a un estado primordial en el que no existe sufrimiento ni angustia ni ansiedad. Y esto está científicamente demostrado. El ser amado nunca hubiera querido nuestro sufrimiento, entonces ¿por qué sufrir sin límite ni medida? ❒ Mi hijo (a) vive y actúa. Es nuestro protector; nos ayuda a superar las dificultades de la vida. Es nuestro dios benefactor. Todas las culturas, EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA 73 a través de la historia, han practicado de una u otra forma el culto a los muertos como una terapia contra la privación del ser querido. Es la mitificación del ser querido; así han surgido las religiones. La meta esencial de la terapia es conjugar el proceso de duelo con una sensación de alivio, restaurar, al menos en gran parte, el equilibrio roto y equiparse de recursos para encarar el futuro en la búsqueda de la mejor calidad de vida familiar y personal. ¿El cómo conseguirlo? Ése es el problema; cada caso es diferente. “Es tan corto el amor y es tan largo el olvido”, que decía Neruda. “Nada quiero, ya nada, ni el azul ni la lluvia, ni las moras de agosto ni las fresas de abril, ni el laurel ni la rosa; sólo estar libre del horror de pensar, del consciente; que sea como el árbol y la espiga y la fuente, que se dan en silencio sin saber que se dan”, de Amado Nervo. Horror al pensar cuando la conciencia indica ausencias, vacíos imposibles de llenar cuando se troncha un destino en lugar de coronarlo. La separación definitiva del ser al que se ama produce una náusea mucho mayor que la originada por los dolores más crueles y las más horribles alucinaciones de terror. 74 CUANDO UN HIJO SE VA ... El vacío, entonces, te enreda y te aturde; vacío existencial y esencial que roe las entrañas del ser y destruye la ilusión necesaria para vivir. La contradicción no es sólo el sentido de la vida, si no también el de la muerte. Se muere al vivir y se vive al morir, en simultaneidad. La lucidez exige una energía proporcional a la pérdida, que se convierte en absoluta, a veces. La muerte se constituye en una plenitud de desgracia para la que no estamos preparados cuando es súbita. “Cuando nos adentramos en el misterio de la muerte, somos presa de un patético temblor y de agónica agitación”, diría Cioran. “Cuando sabes lo que es el final —prosigue—, ser ya no tiene el perfume de la existencia. Pues la muerte hurta a la vida su melodía. Y de ambas, el perfume y la melodía, solamente queda un desastre nocturno y musical”. No hay formas mitigadoras, sólo agotamiento en el dolor sin pátinas de felicidad. Rumiar interrogaciones sin respuesta; cavilar sobre lo insoluble hasta el vértigo. La muerte nos arranca de las cimas de la vida y nos obsesiona dolorosamente. Las experiencias subjetivas más profundas son asimismo las mas universales, por la simple razón de que alcanzan el fondo original de la vida. Cuando has perdido lo que amabas con profunda pasión, ¿qué podría en adelante seducirte? Hace falta heroísmo para saltar este obstáculo esencial, que se considera absoluto e ilimitado. “El dolor es un estado de soledad íntima que nada externo puede mitigar. La vida sería realmente imposible si la intensidad de nuestros sentimientos pudiera leerse en nuestra cara”. Cioran. En las cimas de la desesperación, 1993. EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA 75 “El devenir es un deseo inmanente del ser, una dimensión ontológica de la nostalgia. Nos hace inteligible el sentido de un «alma» en el mundo”, dice Cioran. “El desenlace de esta inmensa tragedia que es la vida —la del ser humano en particular— mostrará qué ilusoria es la fe en la eternidad de la vida; pero también que el sentimiento ingenuo de la eternidad constituye la única posibilidad de sosiego para el hombre histórico”, completa Cioran. Al final de toda melancolía existe la posibilidad, no obstante, de un consuelo o de una resignación. Sólo son felices quienes no piensan, es decir quienes no piensan más que lo estrictamente necesario para vivir. El ser humano ¿no vive acaso la tragedia de un animal constantemente insatisfecho que habita entre la vida y la muerte? No todo el mundo ha perdido la ingenuidad; de ahí que no todo el mundo sea desgraciado. La ingenuidad nos permite alcanzar la armonía, una positiva integración en la vida. La desintegración corresponde a una pérdida total de la ingenuidad, ese don maravilloso destruido por el conocimiento, enemigo declarado de la vida. No experimentar las contradicciones vitales de forma dolorosa es alcanzar la alegría virginal de la inocencia, permanecer cerrados a la tragedia y al sentimiento de la muerte. Una pérdida integral de su ser sucede con la muerte del amado. Se muere y se crece al mismo tiempo, cuando el sufrimiento es un abismo en el que las barreras interiores protectoras se desmoronan violentamente, y la vida ya no es más que una agitación siniestra, un vértigo, un torbellino trágico. Todo cambia cuando experimentas la desesperación, cierra el discurso Cioran. 76 CUANDO UN HIJO SE VA ... PENSAMIENTOS DISPERSOS ❒ “¿Dónde querrán que vaya, si no me quedan caminos? —se pregunta Ernestina ante la experiencia en carne propia de la muerte. Ese muro que quiebra la plegaria más honda y se yergue hace años obstruyéndome el cielo. Ese muro implacable, tan ciego, tan callado... y yo a los pies del muro con mi sed y mis ansias, yo sola, rodeada de todo lo que esquivo. ❒ Y después... qué silencio en qué sombras de noche. ❒ Perdida, rodando, sola entre la lluvia y el viento. ❒ Nadie ya. Ni su presencia que atenúe mi tristeza. ❒ Hay nubes que ocultan la luz más brillante y vientos que quiebran el tronco más recio. ❒ Cada vez más honda, yo marcho en silencios. ❒ Ya todo en mi se aleja. Nada puede salvarme. ❒ La raíz del dolor cava en mí honduras de abismo. La muerte tizna el alba y las tardes se extinguen muy lentamente. Le sigue la noche con su esquivo y vacilante rumbo. Desperté sangrando del sueño de la vida, pensando en otro oscuro sueño del que jamás se vuelve. ❒ Ya no asisten mi impulso los júbilos de antes. ❒ Mi corazón desnudo añora un vivir posible que lo imposible ha roto, brusco vacío de tu dulzura ausente que me llena de súbitos silencios. Hondo surco indeleble que las lluvias del tiempo no borran. Quiero empezar EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA 77 de nuevo. Amanecer un día con el alma reciente, desnuda de tristes memorias”. Ernestina de Champourcin. Poesía a través del tiempo. Ahí habla el sentimiento poético de la madre, desde la sima impenetrable del dolor. Y su anhelo utópico: amanecer un día con el alma reciente, desnuda de tristes memorias. Porque ¿qué sabéis de la llama que quema y no consume? Hay distancias que alejan y otras que aproximan. Si te llevo conmigo, eres y estás ya siempre. A los seres queridos siempre los llevamos dentro, he aquí la respuesta al problema de la inmortalidad; y el fin de: “Y por mi vida el eco de un vacío”. Soñar utopías para curar enfermas realidades; es la terapia, quizá la única, porque ante la pérdida no existe el consuelo, sólo la resignación. Entonces, podríamos decir: la terapia de la resignación. Intentar canalizar la pasión caótica e informe que habita en el sobreviviente sería la función terapéutica. VIII ASPECTO FILOSÓFICO T al vez sea la muerte de Sócrates (470—399 antes de nuestra Era), la dignidad con que asumió su condena a muerte —acusado de negar los dioses del Estado y de corromper a la juventud—, lo que le ha convertido en personaje de leyenda. Cuarenta días más tarde, rodeado de su mujer, sus hijos y sus más fieles seguidores, bebía la cicuta, tras un último diálogo sobre la inmortalidad del alma que recoge su discípulo Platón en su obra El Fedón. “Critón —dice Sócrates— debemos un gallo a Asclepio (Esculapio, dios de la medicina); no te olvides de pagar esta deuda”. Se trataba de un sacrificio en acción de gracias al dios de la medicina que, con la muerte, lo libraba de todos los males de la vida. Gesto ritual que, en opinión de otros, era de agradecimiento “por haberse curado de la enfermedad de vivir”. Su cuadro de referencia ideológica presuponía que el cuerpo sólo era la cárcel del alma, idea que plagiaron los místicos cristianos. En el símil con el carro de carreras tirado por dos veloces caballos, el auriga representa el alma racional; el caballo bueno, el alma irascible; y el caballo malo, el alma concupiscible. “Llámase ser viviente al conjunto 79 80 CUANDO UN HIJO SE VA ... de este ajuste entre alma y cuerpo, que recibe además la denominación de mortal”. Platón. Fedro. Existen dos mundos para Platón: el de la verdadera realidad —las Ideas— y el mundo de sombras que vivimos (mito de la caverna), que es reflejo y participación del mundo de las Ideas que, a su vez, son realidades independientes de la opinión de los hombres y que constituyen el objeto del conocimiento verdadero. Por lo tanto, el mundo que vivimos (mundo de lo que nace y muere) es copia de una realidad eterna, que no cambia, las Ideas, y es el Demiurgo (genio ordenador) el que realiza esta copia. El problema de la salvación del alma (librarse de las sucesivas reencarnaciones) es correlativo al del conocimiento de la verdadera realidad. El alma, antes de encarnarse, ha contemplado el mundo de las Ideas y por una causa que Platón no termina de aclarar, el alma ha caído de ese mundo de las Ideas y se encuentra en su situación actual, encarcelada en el cuerpo, lo que la hace olvidar el anterior mundo; olvido que no es definitivo, pues mediante el conocimiento de las cosas —reflejos y participaciones de las Ideas—, recordará (reminiscencia). Por eso afirma que no hay aprendizaje, sino recuerdo. Así, hace más de dos mil años, Platón con su Academia fue el centro espiritual de Grecia; y Atenas, el foco de atención de la cultura griega. El fin último de la filosofía sería la educación moral del hombre. El alma es lo más noble del hombre, pues es la que sufre la nostalgia de retornar al reino de las Ideas absolutas; de ahí deduce que el alma es inmortal (Fedón). Platón llama Ideas a los modelos o paradigmas de la existencia. Con Platón, (428-347 antes de nuestra Era), el concepto de la inmortalidad tiene un cariz filosófico, ASPECTO FILOSÓFICO 81 superando lo que hasta entonces había sido objeto de convicción religiosa y dogma de los cultos dionisiacos. El alma pre-existe al cuerpo y le sobrevive. También es primera novedad del pensamiento que la filosofía platónica tenga como objeto el estudio de un mundo inmaterial, el de las Ideas. La muerte sería para Platón la liberación del alma del carcelero cuerpo y su retorno a formas primordiales de existencia. Cioran, desde la filosofía actual, no comprende por qué el cuerpo ha podido ser considerado como una ilusión, de la misma manera cómo se ha podido concebir el espíritu fuera del drama de la vida, de sus contradicciones y de sus deficiencias. “¿Cómo se puede concebir la vida sin el cuerpo, cómo se puede imaginar una existencia autónoma y original del espíritu?”, se pregunta. Pensamos que la respuesta está contenida en los mitos que Platón utilizó. Es inviable desde la antropología moderna. EL TEMOR A LA MUERTE EN EPICURO Epicuro (341-270 antes de nuestra Era), en Atenas, rodeado de familiares y amigos, entre los que había también mujeres y esclavos, curiosa comuna que fue objeto de las críticas de los estoicos, ejerció un largo magisterio en el Jardín. Para Epicuro, el secreto de la felicidad consiste en la satisfacción del deseo o en la consecución del placer. Y la virtud consiste en la prudencia en la búsqueda del placer, al que define negativamente como «ausencia del dolor en el cuerpo y de turbación en el alma». El estado ideal sería aquél de paz y equilibrio interior, llamado ataraxia. Sólo los deseos naturales merecen su aprobación. La pasión por el 82 CUANDO UN HIJO SE VA ... poder, dinero, fama..., al perturbar nuestro equilibrio, produce sufrimiento. También el temor es fuente de infelicidad. La prudencia y el conocimiento nos ayudan a librarnos de los temores que producen la superstición y las falsas creencias acerca de los dioses y de la muerte. No hay que tener miedo a los dioses porque viven eternamente felices lejos de los hombres sin preocuparse de castigarlos ni premiarlos, ni al castigo en la otra vida, porque no hay vida de ultratumba ni posibilidad de ella; de aquí que el miedo a la muerte no tenga sentido. El hombre es libre y no está sometido al destino. “Acostúmbrate a pensar —dice Epicuro en su Carta a Meneceo— que la muerte nada es para nosotros porque todo bien y todo mal residen en la sensación y la muerte es privación de los sentidos. Por lo cual el recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añade una temporalidad infinita sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible hay, en efecto, en el vivir para quien ha comprendido realmente que nada temible hay en el no vivir. (...) Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros (...). Pero la mayoría unas veces huye de la muerte como del mayor mal y otras veces la prefiere como descanso de las miserias de la vida. (...). Quien recomienda al joven vivir bien y al viejo morir bien es necio no sólo por lo agradable de la vida, sino también por ser el mismo el cuidado del bien vivir y del bien morir. Mucho peor aún quien dice: «Mejor no haber nacido, pero, una vez nacido, pasar cuanto antes las puertas del Hades». ASPECTO FILOSÓFICO 83 Porque si esto dice convencido ¿por qué no deja la vida? La muerte es como un sueño continuado y ¿hay algo más dulce que el sueño, en el que estamos alejados de la crueldad, de la tristeza, de los dolores y amarguras de la vida de vigilia?” Epicuro. Carta a Meneceo. Curiosa su teoría, pero se da la coexistencia de la vida y de la muerte cuando se nos muere el ser querido, cuando presentimos la propia muerte y vivimos el extraño fenómeno de la agonía progresiva. EL ESTOICISMO Zenón, el fundador, es contemporáneo de Epicuro. También enseñó en Atenas, en la Stoa o Pórtico. El estoicismo tuvo el mismo caldo de cultivo que el epicureísmo, pero los estoicos no estuvieron de acuerdo con su principio básico: que «el placer es principio y fin de la vida feliz» y en su lugar pusieron la virtud. Séneca, ilustre representante estoico, escribe a Lucilio: “Aunque hayan muerto unos buenos amigos, o me hayan sido arrebatados unos hijos irreprensibles, conformes en todo a los deseos paternos, precisamente no nos faltará la cosa que pueda substituirlos. ¿Me preguntas cuál? Aquella misma que los había hecho buenos, la virtud. Ella no deja ningún vacío en el alma, les colma por entero, aleja toda añoranza; ella sólo basta, pues la fuerza y el origen de todos los bienes aciertan a estar contenidos en la virtud”. Séneca. Carta LXXIV a Lucilio 84 CUANDO UN HIJO SE VA ... La virtud consiste en «vivir en conformidad con la naturaleza», que es el orden de toda la realidad del universo y éste se rige por una razón (el logos o el fuego de Heráclito) que es providente (Zeus o Dios) y dirige —según los estoicos— sabiamente el destino de las cosas y de los hombres. Con la guía segura de la filosofía, el sabio estoico será capaz de sobrellevar el destino, tanto si es un dios el árbitro del universo como si es el azar quien lo gobierna. El sabio estoico encuentra el camino de la felicidad cuando consigue una perfecta indiferencia (apatía) en cualquier tipo de situación enviada por el Destino: “Plazca al hombre todo lo que le place a Dios; sienta admiración de sí mismo y de sus cosas, por cuanto no puede ser vencido y puede tener los males bajo su pie y someter con la razón, la más fuerte de todas las cosas, el azar, el dolor y la injuria”. Séneca. Carta LXXIV a Lucilio La filosofía se convierte así en una forma de sabiduría para la vida. Séneca, que vivió tres siglos después de Epicuro, pertenece, por lo tanto, al período tardío del desarrollo del estoicismo, ocupó diversas magis-traturas romanas: senador, cuestor y tribuno. Había nacido en Córdoba, cuando España era una provincia de Roma. Sintió en su carne el régimen de terror que impuso su tiránico discípulo, Nerón. Acusado de conspirar contra el tirano, Nerón le ordenó que se suicidara, lo que hizo el sabio estoico, abriéndose él mismo las venas como suprema muestra de su creencia en la necesidad de aceptar resignado e impasible el destino. ASPECTO FILOSÓFICO 85 LA ESCUELA DE LA SOSPECHA Desde Descartes (1596-1650) los filósofos saben que es necesaria la duda, porque —como afirma Cioran— la historia de la filosofía es la negación de la filosofía. Y se puede añadir: la historia de las religiones es la negación de la religión. Todos los sistemas filosófico—teológicos sólo analizan partes percibidas, lo que aparece, nunca lo que es. Descartes inicia la duda metódica. Nietzsche, Marx y Freud, crean determinadas concepciones muy influyentes en la crítica de la cultura, lo que Paul Ricoeur ha llamado «la escuela de la sospecha», porque los tres toman en consideración una dimensión de la conciencia humana que no había sido tematizada en la filosofía anterior, su capacidad de fabulación y de autoengaño inconsciente, lo que se ha llamado «la falsa conciencia». Hasta ahora se había dudado de las ideas, pero no de la conciencia. Los tres inventan un arte para interpretar las fábulas o mitos que la propia conciencia crea, buscando el sentido de las creaciones culturales en el análisis de la relación entre lo que la conciencia expresa y lo que está latente y simulado. EL MUNDO COMO “JUEGO TRÁGICO” EN NIETZSCHE La vida es el fondo originario y profundo del que surge todo, había dicho Nietzsche. Nos presenta la visión trágica del mundo como una realidad en la que la vida y la muerte, el nacimiento y la decadencia de lo finito se entrelazan. Nacimiento y decadencia son sólo aspectos de la vida; «el camino hacia arriba y el 86 CUANDO UN HIJO SE VA ... camino hacia abajo son uno y el mismo», había dicho Heráclito. Lo trágico es para Nietzsche un principio cósmico. El mundo es un “juego trágico” (la lucha entre Apolo y Dioniso) y la tragedia es la llave que proporciona la comprensión del mundo, puesto que toda tragedia revela la unidad de todo lo existente; la individuación de las cosas es la fuente primordial del mal y el arte ofrece la posibilidad de retorno a la unidad (doctrina mistérica de la tragedia). La lucha de principios antagónicos, visión de la batalla entre el fondo vital informe que lo engendra todo y todo lo devora, lucha eterna entre unidad e individualidad. Las palabras sólo expresan metáforas de las cosas. La “cosa en sí” es totalmente inconcebible; usamos metáforas para describirlas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas. El hombre —en la línea nietzscheriana— realiza la invención de la metafísica, de la filosofía, de la religión y de la moral, para escapar a la caducidad y dar a su existencia un significado infinito, el eterno retorno de «lo mismo». “Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer, eternamente corre el año del ser. [...] El centro está en todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad”. F. Nietzsche. Así habló Zaratustra. Nietzsche, para elaborar esta doctrina, parte del tiempo lineal con su diferencia entre pasado y futuro; lo suprime luego y aprehende el mundo en su totalidad, por encima y más allá de las cosas, como unidad. El tiempo es repetición. La «muerte de Dios» significa la supresión de la trascendencia de los valores y el descubrimiento de ASPECTO FILOSÓFICO 87 que éstos son creaciones humanas; no hay valores absolutos, pues. “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”, dice Marx en La ideología alemana. FILOSOFÍAS DE LA EXISTENCIA Para Kierkegaard (1813-1855) lo único real existente es el hombre concreto de carne y hueso, que no está determinado por nada ni por nadie, que está trágicamente solo ante sí mismo y tiene que elegir entre infinidad de posibilidades, lo que le produce angustia. Las dos características fundamentales del existencialismo, la prioridad concedida a la existencia sobre la esencia y la importancia otorgada a la subjetividad en un intento de crear un nuevo humanismo que pretende recuperar al hombre (hoy se hablaría de seres humanos) en su singularidad, que vive sumergido en la angustia de sus situaciones y que subjetiva emocionalmente los acontecimientos, aunque muchas de sus vivencias no puedan ser definidas. El hombre es una existencia que se define como proyecto, que será lo que libremente proyecte ser. Para Heidegger, el hombre se expresa en la existencia, en el ser-ahí, en tener al ser como algo que se debe realizar, un proyecto que se da en el ser-en-el-mundo, ocuparse de las cosas como instrumentos para la realización de sus propias posibilidades, análisis dinámico y conductual del ser del hombre (del ser humano). 88 CUANDO UN HIJO SE VA ... El ser-ahí-en-el-mundo le crea angustia; tentado a huir, la angustia entrega al hombre a su propia responsabilidad. Sólo su propio fin, la muerte, posibilidad de no ser ya más, suprime la angustia, cierra el proceso: «ser en el mundo es un estar a la muerte». EL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA El «hombre de carne y hueso» de Unamuno (1864-1936) vive —trágicamente— la lucha de contrarios en su interior: el ansia de supervivencia y la sospecha de la muerte, el sentimiento y la razón, la razón y la fe, la esperanza y la desesperanza, que lo aboca en el sentimiento trágico de la vida que es la conciencia de esta tensión entre opuestos. “Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no muero, ¿qué será de mí?; y si muero, ya nada tiene sentido. Y hay tres soluciones: a) o sé que me muero del todo y entonces la desesperación irremediable, o b) sé que no muero del todo, y entonces la resignación, o c) no puedo saber ni una ni otra cosa, y entonces la resignación en la desesperación o ésta en aquélla, una resignación desesperada, o una desesperación resignada, y la lucha”. Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida. Ni las filosofías anteriores ni la teología cristiana habían resuelto esta tensión de inmortalidad personal. Los argumentos platónicos sobre la inmortalidad del alma están caducos, al igual que el concepto de ASPECTO FILOSÓFICO 89 sustancia de Aristóteles. La inmortalidad no se puede apoyar en argumentos de la razón, porque ésta no puede «dar razón» de la vida, pues la razón habla de ideas universales, por lo tanto no puede explicar el ansia de inmortalidad que es individual. Entre la razón y la vida hay una contradicción permanente. La fe en la inmortalidad se alimenta siempre de la duda, y en esto consiste la tragedia. Los personajes de Unamuno en sus novelas luchan por ser, «agonistas» los llama él, del griego agonistés, que significa luchador (agonía significa en griego lucha o combate), ya que concibe la vida del hombre como lucha en la vida y contra la muerte. Pero en la manera de entender la inmortalidad, Unamuno tiene poco que ver con la tradicional teoría de la supervivencia del alma, de la vida futura de las religiones. No sólo cuenta el futuro, sino recuperar el pasado, la supervivencia del pasado personal, pero todo —afirma— está condenado a la extinción. Sufre en carne propia, a partir de la crisis de 1897, el misterio de la personalidad, la tensión entre lo que es y lo que quiere ser, la creación de una personalidad original y única, y creer en su inmortalidad personal: sobrevivir con fama en las memoria de los hombres, constituirse en historia de la humanidad. “La creación de nuestro yo ideal e imaginario nos salvará”, piensa Unamuno. LA MUERTE NO ES AJENA A LA VIDA. En los grabados del siglo XIX, la muerte es representada como un esqueleto con una guadaña preparada para segar la vida. Un ente aparte; pero la muerte está inserta en la vida que en su proceso y para su posibilidad necesita la muerte, generadora de energía y viabilizadora de transformaciones y 90 CUANDO UN HIJO SE VA ... adaptaciones. La evolución exige la muerte, y la vida de unas especies se constituye a expensas de otras . La muerte es parte de ese ímpetu vital al que Bergson (1859—1941) llama élan vital y que es la causa de las variaciones (mutaciones) que producen las nuevas especies; ímpetu que es inagotable. “...la fragmentación de la vida en individuos y especies. Creemos que depende de dos tipos de causas: la resistencia que la materia bruta opone a la vida, y la fuerza explosiva que, por un equilibrio inestable de tendencias, tiene la vida misma ”. H. Bergson. La evolución creadora. El universo no está hecho, sino que está continuamente haciéndose y deshaciéndose. La materia representa el proceso de deshacerse, el movimiento de la vida en el mundo representa el momento ascendente. La vida, se diría más tarde, es un gerundio no un participio, un hacerse no un hecho, es por eso que se escapa a la inteligencia que capta lo estático. El instinto se mantiene más cercano a la vida que la inteligencia, pero no tiene conciencia reflexiva. Si el instinto pudiera reflexionar sobre sí podría captar la vida. Esta es la función que cumple la intuición, que es una especie de instinto consciente de sí. La inteligencia capta lo estático (la materia) y la intuición lo dinámico de la vida. El uso de la inteligencia sirve también para analizar el contenido de la intuición, según Bergson. ASPECTO FILOSÓFICO 91 “DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO” —Aforismos de E.M. Cioran— Siento admiración por el fino estilo de Cioran y por el peso específico de sus frases, cápsulas ricas en contenido y en sugerencias. ¿Hemos perdido todo al nacer?, sentencia que resume su pensamiento. No, no lo creo, pero la urdimbre de pensar seduce y arrastra hasta su vorágine de la duda: ‘socavar certidumbre tras certidumbre’, para poder asistir al gozoso espectáculo de nuevas imágenes surgidas de la pirotecnia de su ingenio. Cuestionar el valor de la vida es reducirla a esquemas lógico—científicos que no corresponden a la vida. La vida que necesitó miles de millones de años —desde aquel caldo prebiótico hasta hoy día— no puede ser valorada en un instante con palabras y frases por muy bonitas que éstas sean. Hay aspectos de la realidad —dice Wittgenstein— a los cuales no podemos acceder de un modo adecuado por medio del lenguaje lógico—formal o científico. Es el pesimismo metafísico que va desde Kant a Schonpenhauer y Nietzsche y que se centra en los límites intrínsecos de la razón y de la misma palabra; los mismos símbolos son esencialmente simples y la mayor parte de la realidad se nos escapa de nuestro campo de aprehensión, hasta los términos no tienen para todos el mismo significado; “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”, añade Wittgenstein. Sólo podemos expresar nuestras vivencias —también limitadas— ante la vida, hecha de azares, de coyunturas e irracionalidad, y de adaptaciones evolutivas milenarias. Del inconveniente de haber nacido, 92 CUANDO UN HIJO SE VA ... título de uno de sus libros, es clara alusión de su perspectiva vital: la seducción por lo primordial, de lo que precede al nacimiento, pero que también es lo que nos sigue a la vida, y en el medio la conciencia del deseo-miedo de lo primordial. Y esta conciencia (vida) es y está, y el intentar valorarla podría ser inútil utopía, o al menos una contradicción: valorar la vida desde la vida, desde una parcela muy limitada en el tiempo y el espacio de la vida. La valoración será siempre personal y coyuntural y no puede ser lógica, porque la vida no lo es; en ella prevalece lo instintivo como nota dominante de la canción de la vida. Pero Cioran dice mucho y además bien, y recientemente se despidió de la vida. ❒ Seducción por lo primordial: “sólo me seduce lo que me precede, lo que me aleja de aquí, los innúmeros instantes en que yo no fui ”. ❒ “La salud es un bien cierto; pero a los que la poseen les ha sido negada la suerte de saberlo, pues una salud consciente de sí misma es una salud en peligro”. ❒ “El pensamiento nunca es inocente. Porque es implacable, porque es agresión, nos ayuda a romper nuestras trabas”. ❒ “El medio más seguro para no equivocarse, es socavar certidumbre tras certidumbre”. ❒ “Hubo un tiempo en que el tiempo no existía... El rechazo del nacimiento no es otra cosa que la nostalgia de ese tiempo anterior al tiempo”. ASPECTO FILOSÓFICO 93 ❒ “Con respecto a la muerte (de la que no he logrado hacerme una idea clara) oscilo sin cesar entre el misterio y la «nada», entre las Pirámides y la Morgue”. ❒ “Es como el sentido de la vida. ¿Es necesario que la vida lo tenga?” ❒ “El sufrimiento no hace mejor a nadie. Sólo sirve para abrir los ojos”. ❒ “La certeza de que no hay salvación es una forma de salvación, es incluso la salvación. Lo insoluble como solución, como única salida”. ❒ “La vejez es la autocrítica de la naturaleza”. ❒ “La conciencia es algo más que la espina, es el puñal en la carne”. ❒ “Por más que lo intento, no consigo despreciar todos esos siglos durante los cuales no se hizo otra cosa que aclarar una definición de Dios”. ❒ “Mientras se vive fuera de lo terrible, se hallan palabras para expresarlo; en cuanto se le conoce por dentro, ya no se encuentra ninguna”. ❒ “Los desconsuelos de cualquier género pasan, pero el fondo del que proceden subsiste y nada lo mitiga. Es inatacable e inalterable. Es nuestro propio «fatum»”. ❒ “Recordar, tanto en el furor como en la desolación, que la Naturaleza, como dice Bossuet, no consentirá en dejarnos por mucho tiempo «ese poco de materia que nos presta»”. ❒ “Por muy desengañados que estemos, es imposible vivir sin alguna esperanza. Siempre conservamos una, a pesar nuestro, y esa 94 CUANDO UN HIJO SE VA ... esperanza inconsciente compensa todas las demás, explícitas, que hemos agotado o rechazado”. ❒ “Se ha adquirido de tal forma el hábito de la vida que se torna uno incapacitado para la muerte”. ❒ “Una amiga me escribe: ‘me apresto a entrar en lo Desconocido’. Después de la muerte discierno mal dónde puede uno entrar. La muerte no es un estado, a lo mejor ni siquiera es un tránsito”. ❒ “No es fácil hablar de Dios cuando no se es ni creyente ni ateo; eso es sin duda el drama de todos nosotros, incluyendo a los teólogos: el no poder ser ni lo uno ni lo otro”. ❒ “«No juzguemos a nadie sin antes haberte puesto en su lugar». Ese viejo proverbio invalida cualquier juicio, pues sólo juzgamos a alguien porque, justamente, no podemos ponernos en su lugar”. ❒ “Al permitir que el hombre (ser humano) sea, la Naturaleza cometió algo más que un error de cálculo: cometió un atentado contra sí misma”. ❒ “«La verdad permanece oculta para aquel que está lleno de deseo y de odio» (Buda)... Es decir, para todo ser viviente”. ❒ “Entierro en un pueblo normando. Pido detalle a un campesino que miraba de lejos el cortejo. «Todavía era joven, apenas sesenta años. Lo encontraron muerto en el campo. ¿Qué se le va a hacer? Así es... Así es... Así es...». Ese estribillo, que de momento me ASPECTO FILOSÓFICO 95 pareció divertido, me obsesionó después. El hombre no sabía que estaba diciendo de la muerte todo lo que se puede decir y todo lo que se sabe de ella”. ❒ “¿Por qué temer al vacío que nos espera si no difiere en nada del que nos precedió? Este argumento de los antiguos contra el miedo a la muerte no puede servir de consuelo. Antes, se tenía la suerte de no existir; ahora se existe y es esa parcela de la existencia, o sea de infortunio, la que teme desaparecer. Parcela no es la palabra, puesto que cada cual se prefiere, o, por lo menos, se iguala, al universo”. ❒ “Estamos tan habituados a vivir a la expectativa, a apostar por el futuro o por un simulacro de futuro, que sólo hemos concebido la idea de inmortalidad por necesidad de esperar durante la eternidad”. ❒ “En el transcurso de los siglos, el hombre se ha esforzado en creer, ha pasado de dogma en dogma, de ilusión en ilusión, y ha consagrado muy poco tiempo a las dudas, breves intervalos entre sus períodos de ceguera. A decir verdad, no eran dudas, sino pausas, momentos de descanso consecutivos a las fatigas de la fe, de cualquier fe”. ❒ “Es obvio que Dios era una solución y que nunca se encontrará otra igualmente satisfactoria”. ❒ “Aristóteles, Tomás de Aquino, Hegel: tres avasalladores del espíritu. La peor forma de despotismo es el sistema, en filosofía y en todo”. 96 CUANDO UN HIJO SE VA ... ❒ “Aceptamos sin temor la idea de un sueño ininterrumpido; en cambio un despertar eterno (la inmortalidad, si fuera concebible, sería eso), nos sume en el terror”. ❒ “En lo más íntimo de sí mismo el hombre aspira a alcanzar la condición que tenía antes de la conciencia. La historia es sólo el rodeo que da para conseguirlo”. ❒ “Todo fenómeno es una versión degradada de otro fenómeno más vasto: el tiempo, una tara de la eternidad; la historia, una tara del tiempo; la vida, tara también, de la materia. ¿Qué sería entonces lo normal, lo sano? ¿Acaso la eternidad? Ella misma no es más que una tara de Dios”. ❒ “Cada generación vive en el absoluto: se comporta como si hubiese llegado a la cima o al fin de la historia”. ❒ “Sólo tiene convicciones quien no ha profundizado en nada”. ❒ “Todos los grandes acontecimientos fueron desencadenados por locos, por locos ... mediocres”. ❒ “Todo está lleno de dioses, decía Tales en los albores de la filosofía; hoy, en su crepúsculo, podemos proclamar, y no únicamente por necesidad de simetría, sino por respeto a la evidencia, que todo está vacío de dioses”. ❒ “En el fondo cada cual se cree y se siente inmortal, aunque sepa que va a expirar dentro de un instante. Se puede comprender todo, admitir todo, imaginar todo, salvo la propia ASPECTO FILOSÓFICO 97 muerte, aunque se piense en ella sin descanso y se esté resignado”. ❒ “Cuando el hombre olvida que es mortal se siente empujado a hacer grandes cosas, y a veces lo logra. Este olvido, fruto de la desmesura, es al mismo tiempo la causa de sus desgracias. «Mortal, piensa como mortal». La Antigüedad inventó la modestia trágica”. ❒ “No tengo fe, afortunadamente. Si la tuviera, viviría con el temor constante de perderla. Así, lejos de ayudarme, no haría más que dañarme”. Así es Cioran, endiabladamente lúcido. La voluptuosidad de haberse mantenido en un estado de pura posibilidad, sin llegar a existir, presupone el existir, o sea es una contradicción, y siempre se puede llegar al estado primordial añorado a través de la muerte, de la propia muerte, de la eutanasia, a la que todo ser humano, en circunstancias límite, tiene derecho. Sólo el propio ser humano tiene derecho sobre su propia vida, nadie más, ni el Estado ni Dios, ambos creación de los humanos, ya que los pueblos han tenido dioses, sus propios dioses, y sus creencias. Los aforismos de Cioran no tienen desperdicio, hacen profundizar, reflexionar y cualquier comentario sería vano, sólo cabe la interpretación, cada una la suya, dependiendo de los propios ‘filtros’, de aquellos idola (ídolos) —prejuicios deformadores 98 CUANDO UN HIJO SE VA ... muy arraigados— de los que ya nos habla Francis Bacon (1561—1626), pero actualizados. Seducción por la pira (hoguera) donde Dido se inmola, y Hércules... La incineración, el fuego, crisol ecológico, el retorno al polvo, la integral entrega cósmica. IX LUISMA ESPARZA TAIBO Bilbao, 16 de marzo de 1998 Estimado Primitivo: Después de tantos años cuesta un poco saber por donde empezar. Quizás, lo que más ha marcado mi vida tuvo lugar el 6 de enero de 1994. Como sabes me casé y a los cuatro años tuve un hijo. El parto fue muy laborioso, y mi marido dijo que con uno bastaba. A pesar de mi insistencia, pues me encantan los niños, no tuvimos más. Le pusimos el nombre de su padre, Luis Manuel, y resultó un chico del que me siento muy orgullosa. Tal vez sea pasión de madre, pero Luisma era conocido por todos como una persona que no estaba hecha para este mundo. Y así debía ser, pues el cinco de enero, volviendo de ver la cabalgata de Reyes, un coche lo atropelló y ya no volvió a recuperar la consciencia. Al día siguiente marchó. Como puedes suponer el golpe fue tremendo y, a pesar de haber pasado cuatro años, aún no nos hemos recuperado. Perder un hijo de quince años creo que es lo más duro que le puede ocurrir a una mujer. Y ésta es la vida que me ha tocado vivir. 99 100 CUANDO UN HIJO SE VA ... Tratando de tirar de la familia, pero hundiéndome a escondidas... Una firma internacional patrocinaba un concurso de redacción en España, allá al final de la década del sesenta, cuando Amalia Taibo Repila, de Bilbao, obtuvo el primer premio nacional femenino y un estudiante de cuarto de bachillerato, en el Seminario Menor de la Bañeza, León, el primero masculino. El premio, entre otras cosas, era un viaje a Chile para cuatro personas, los dos estudiantes y dos profesores, entre los que yo figuraba. Durante años, las cuatro familias cultivamos el arte de la amistad. Después vino la dispersión, y aunque la amistad siempre estuvo, no así las relaciones epistolares. Después de un silencio de años, surgió la necesidad de la búsqueda y el reencuentro. Su primera carta de marzo me dejó sin respiración, atenazado en el aire, consternado al saber que temprano, muy temprano, descendieron a la sima del dolor y que la muerte —como diría Miguel Hernández— levantó pronto el vuelo, pronto madrugó la madrugada. Le notifiqué que estaba escribiendo sobre el tema y la invité, cordialmente, a que escribiera, ya que sé que lo hace muy bien, y ésta fue su segunda carta de junio. Bilbao, 22 de junio de 1998 (...) Gracias por tu invitación a escribir, pero me sentiría una hipócrita si lo hiciera. Te explico: cuando ocurrió lo de Luisma, los hermanos de La 101 LUISMA ESPARZA TAIBO Salle me pidieron que escribiese una carta para los compañeros de clase, pues estaban muy afectados. Lo hice, tratando de llevarles esperanza y mirando hacia el futuro. Sus vidas no tenían porqué pararse el 6 de enero. Pasado cierto tiempo, un día que sus amigos vinieron a visitarnos, nos trajeron unos trabajos que, mandados por el sicólogo del colegio, habían hecho. Eran todos conmovedores. Con la sinceridad y la luz que tiene la juventud. Pero hubo uno de ellos que me hizo pensar. Para la chica que lo escribió, mi carta, decía ella, le había hecho reflexionar. Si nuestro dolor era tan grande, siendo sus padres, y estábamos tratando de encauzar nuestras vidas por amor y respeto a la gente que nos rodeaba, ella no se creía con derecho a ser menos ni a procurar no seguir adelante. Aquello, en un principio me agradó, pero luego pensé que yo no estaba siendo sincera. Todo aquello que había escrito era lo que yo me decía a mí misma tratando de autoconsolarme, pero no era en realidad lo que yo sentía. Lo que mi corazón palpita es casi lo contrario de lo que decía aquella carta. Una cosa es lo que tiene que ser y otra muy distinta lo que es . Todos sabemos que hay que hacer esto y lo otro. Pero ¿cómo? Te envío un recordatorio de Luisma. No es bonito ni feo, pero está hecho con muchísimo amor por su padre y por mí. Bueno, creo que ya te he hecho partícipe de mi estado de ánimo. Pero no pienses que todos me ven así. Soy muy buena disimulando. Pienso que mi dolor es mío y los demás no tienen porqué sufrirlo. Como verás, he hecho una excepción. (...) 102 CUANDO UN HIJO SE VA ... Para tus amigos Paco y Tere va todo mi afecto y apoyo. ¿Quién mejor para entenderlos? Pero nos llevan ventaja: tienen una hija y siguen ejerciendo de padres. (...) Hasta pronto, Amalia. Luisma X LA EUTANASIA -El desmoronamiento de la moral religiosa tradicional- L a moral occidental tradicional, después de regir nuestros pensamientos y decisiones sobre la vida y la muerte durante dos mil años, se ha desmoronado. Todo pudo haber ocurrido en nuestra última década, cuando tribunales europeos autorizaron a médicos a poner fin a vidas humanas que estaban sufriendo de forma insoportable sin ninguna esperanza de mejorar y que pedían que les ayudaran a morir. Los americanos no han sido testigos de estas trascendentales sentencias judiciales, excepto el caso de Jack Kevorkian —el doctor de la muerte— que fue absuelto por un jurado de doce miembros, en Michigan, de ayudar a suicidarse a Thomas Hyde (suicidio asistido por un médico). Kevorkian admitió haberle proporcionado monóxido de carbono, tubos y una máscara a Hyde para poner fin a una terrible dolencia nerviosa progresiva conocida como enfermedad de Lou Gehrig o ALS. El Colegio Oficial de Médicos de América mantiene, en aparente contradicción, que «el médico 103 104 CUANDO UN HIJO SE VA ... no ha de causar la muerte intencionalmente» (eutanasia activa, para la que se utiliza el término de comisión), pero sostiene que le es lícito a un médico retirar todos los tratamientos para prolongar la vida, incluida el agua y la comida, a un paciente en coma irreversible (eutanasia pasiva, y se habla de omisión). Pero retirar el agua y la comida también es un acto de comisión. Y permitir que un enfermo en estado terminal muera de sed y de hambre, sumamente cruel. Desde la introducción —hace unos veinte años— de la «muerte cerebral» como criterio de muerte de un ser humano, algunos médicos americanos piensan que a las personas cuyos cerebros están muertos se les podía calificar de muertos porque estaban «muriendo irreversiblemente» o porque tenían una «calidad de vida inaceptable». El trasplante de órganos se basa en la idea de que morimos cuando nuestro cerebro está muerto, Peter Singer, Repensar la vida y la muerte, 1997. Los defensores de dogmas morales y los especialistas conservadores en bioética hablan del valor intrínseco de la vida humana, sin considerar su naturaleza o calidad. Pero toda vida humana tiene su dignidad o valor especial y como tal debe ser vivida; no es la vida sin más, sino la dignidad o calidad de vida la que tiene valor «intrínseco». La moral tradicional se apoya en mitos: el de la creación (el hombre —ser humano— fue creado por Dios, los griegos dirían por Prometeo, a su semejanza) y en que los pontífices sacerdotes son los autorizados legítimamente por Dios para representar su autoridad e interpretar su voluntad. Estos estereotipos no tienen vigencia entre intelectuales de vanguardia; científicamente son inadmisibles; sólo tienen LA EUTANASIA 105 explicación en la lógica del mito —pensamiento simbólico— . La paternidad no nos da derecho sobre la vida de nuestros hijos, menos una hipotética creación. El mito de la creación y otros posteriores se han manipulado como herramientas ideológicas, como instrumentos de sumisión. En la moderna bioética se ha dado un giro copernicano: la persona es la única dueña de su vida, y la sociedad, al ser el individuo un ente social, es la que debe determinar los parámetros sobre la «dignidad de la vida», el «derecho a morir con dignidad», en qué consiste «la calidad de la vida», «la muerte irreversible», «la calidad de vida inaceptable». La autoridad eclesiástica en notorio declive y el auge de una mayor comprensión de los orígenes y la naturaleza de nuestra especie nos hacen presenciar el total desmoronamiento de la moral tradicional, anulada por los cambios en tecnología médica y el estudio de los mitos. El paso de una moral religiosa a una bioética, apoyada en la persona y en la humana sociedad, está llena de incertidumbres y de confusión; esto es un proceso normal. Sí sabemos que la ética tradicional no funciona para solucionar estos problemas; sirvió más bien para torturar y matar a los herejes, esclavizar a los miembros de las razas conquistadas y para tratar a las mujeres como propiedad de los maridos, sólo a manera de ejemplo, ¿ y qué no decir de las cruzadas y guerras santas, apoyadas en la moral religiosa tradicional? Las normas, patrones y códigos de la nueva bioética se están abriendo paso con grandes dificultades al tener que superar estereotipos y prejuicios morales de la tradición —“nuestros antepasados así lo han prescrito”—, pero van de la 106 CUANDO UN HIJO SE VA ... mano de los últimos descubrimientos y avances en el campo de la salud, de las ciencias sociales y de las nuevas técnicas y nuevas definiciones sobre la dignidad y calidad de la vida. REDEFINIENDO LA MUERTE Según la versión clásica, la muerte era «el cese permanente de flujo de los fluidos corporales vitales», de la sangre en los humanos, de la savia en los árboles. Así, el Black’s Law Dictionary (1968) la define: «Muerte. El cese de la vida; el cese de la existencia; definida por lo médicos como una interrupción total de la circulación de la sangre y, por consiguiente, un cese de las funciones animales y vitales, como la respiración, el pulso, etc...». La era de los trasplantes y de los respiradores artificiales exigieron una nueva definición. En Estados Unidos, el Comité sobre la Muerte Cerebral de Harvard (1968) dice: “Nuestro principal objetivo es definir el coma irreversible como un nuevo criterio de muerte”. Poco después, la mayoría de los países desarrollados redefinieron la muerte en términos similares. Puesto que el cerebro es el órgano que mantiene el equilibrio dinámico del sistema, la muerte se produce cuando se pierden completa e irreversiblemente las funciones cerebrales. Esta redefinición fue uno de los logros más firmes de la bioética. El cerebro humano se puede dividir en dos partes: «superior» e «inferior». La parte superior consta de los dos hemisferios cerebrales, incluida la corteza cerebral; y es aquí, en la parte superior, donde se localiza la conciencia. Si la parte superior LA EUTANASIA 107 del cerebro no funciona, no podemos ver, ni oír, ni sentir, ni experimentar placer, dolor, deseos. Si la parte superior está destruida, pero el tronco encefálico sigue intacto, puede haber respiración, latidos del corazón y actos reflejos, pero sin la más mínima conciencia. Se podría describir a una persona en este estado como en coma irreversible, en estado vegetativo persistente o en estado de «muerte cortical», porque la corteza cerebral está muerta. La muerte sería la pérdida irreversible de la capacidad de conciencia. EL DERECHO A MORIR Los partidarios de la eutanasia voluntaria (del griego eu, bien, y thanatos, muerte, “buena muerte”) existen desde hace mucho tiempo. Pero, se pregunta Peter Singer ¿qué nación del siglo XX estaría preparada para tomar la delantera en un terreno en el que ningún régimen jurídico se había adentrado antes? Holanda, el país de los tulipanes, los molinos de viento y los campesinos con zuecos de madera, tomó la delantera al ser la pionera de la eutanasia. En Holanda, 1971, la doctora Postma tuvo el valor de actuar precisamente con su madre que había sufrido una hemorragia cerebral que la había dejado parcialmente paralizada, sorda e incapacitada para hablar sin dificultad. En el asilo en que vivía, la habían atado a la silla para evitar que se cayera. Suplicaba reiteradamente a su hija que pusiera fin a su vida. Finalmente, afirma la doctora Postma, «cuando veía a mi madre, una ruina humana, colgando de esa silla, no podía soportarlo». Le puso una inyección de morfina que acabó con la vida de su madre, e informó al director del asilo, que informó a la policía. La 108 CUANDO UN HIJO SE VA ... doctora fue acusada de «asesinato piadoso», delito legal en Holanda. Aunque la declararon culpable, sólo la condenaron a una semana de libertad condicional y le asignaron un período de prueba de un año, lo que equivale a cierto grado de aceptación. Un grupo de personas del pueblo de la doctora Postma, reforzado por médicos que firmaron una carta abierta al ministro de Justicia de Holanda, decidió crear una Sociedad para la Eutanasia Voluntaria. Después de varios casos más, el Real Colegio Oficial de Médicos proponía que se permitiera la eutanasia en las circunstancias siguientes: ❒ Sólo podrían practicar la eutanasia los médicos. ❒ Tendría que haber una petición explícita del paciente en la que no hubiera la más mínima duda del deseo de éste de morir. ❒ La decisión del paciente tendría que ser documentada, libre y persistente. ❒ El paciente tiene que estar padeciendo una situación de dolor y sufrimiento insoportables, sin esperanzas de mejoría. ❒ Es preciso que no haya otras medidas para hacer soportable el sufrimiento del paciente. ❒ El médico debe ser muy cauteloso al tomar la decisión y debe solicitar una segunda opinión a otro médico independiente. («Legal Developments Concerning Active Euthanasia on Request in Netherlands») En 1993, el parlamento holandés regularizó la situación. Aunque el parlamento no revocó la ley que LA EUTANASIA 109 convertía el «asesinato piadoso» en un delito criminal, determinó por ley que los médicos informaran al fiscal de las decisiones que desembocaran en eutanasia y el fiscal se encargaba de decidir caso por caso; no se exigía que el paciente estuviera en un estado terminal, sino sólo que la situación fuera insoportable y no hubiera esperanzas de mejoría. El deseo de tener control sobre cómo morir supone un fuerte revés para la moral de la santidad de la vida. La moral tradicional no podrá adaptarse a la presente demanda de control sobre cómo morir. Oregon —Estados Unidos— fue el primer Estado que votó a favor de permitir a los médicos recetar drogas que provocarían una muerte tranquila a los pacientes con enfermedades incurables. La asamblea legislativa del Territorio Norte de Australia, 1995, se convirtió en la primera del mundo en aprobar una ley que legalizaba la eutanasia voluntaria. La tradición hipocrática: “Nunca daré una droga mortal a nadie aunque me lo pida, ni haré sugerencias en este sentido”, Juramento Hipocrático (460 antes de nuestra Era aproximadamente), ha sufrido una gran modificación. Acabar con la prohibición legal y el tabú social sobre la eutanasia activa voluntaria ha contribuido a que haya un clima mucho más abierto sobre estas cuestiones. Ya está muy lejos aquella creencia de los escritos del judaísmo tardío y luego con mayor énfasis aún en el cristianismo de que, de todos los seres vivos, sólo los humanos tienen un alma inmortal y que, por lo tanto, sobrevivirán después de la muerte, lo que los vinculaba con los ángeles y con Dios, ensoñación 110 CUANDO UN HIJO SE VA ... de divinizar lo humano y apartarlo así del resto de las cosas con vida, que le estarían sometidas. Ha habido otras culturas más sensibles, sobre todo en Oriente, que han defendido que todas las vidas son sagradas, la de los animales no humanos incluidas. Aristóteles pensaba que todo en la naturaleza tiene un fin, y el fin último de los seres menos racionales es satisfacer las necesidades de los más racionales. Así, las plantas están en función de los animales y éstos en función de los humanos para proporcionarles comida y ropa. Fue Tomás de Aquino el que en la Edad Media incorporó la filosofía de Aristóteles al pensamiento cristiano. En el Renacimiento, los humanos eran considerados como «el centro de la naturaleza, el medio del universo y la cadena del mundo», según Marsilio Ficino. Ya en el siglo XIX, el papa Pío IX se negó a permitir que se creara en Roma una sociedad para prevenir la crueldad hacia los animales, alegando que permitir esto implicaría que los seres humanos tienen obligaciones para con los animales. Y el ser humano estaría —según estos antecedentes religiosos y filosóficos— en función del más allá, y la moral también procedería del mundo de los espíritus, interpretado por los sacerdotes. De ahí la moral religiosa que afirma: El hombre (debería decirse el ser humano porque la mujer también cuenta) no es dueño de su propia vida, sino sólo administrador. La autonomía del hombre está limitada por el derecho moral natural y sobrenatural, sigue diciendo su doctrina. LA EUTANASIA 111 Ésta es la ética occidental que pertenece al campo del mito; es una ética antihumana, retrógrada y alienante. Un principio clave de la bioética es que el ser humano es parte del mundo que vive, que tiene obligaciones ineludibles con los demás reinos, animales y plantas incluidos, y que somos total y absolutamente autónomos, que tenemos derecho a vivir una vida con calidad y tenemos derecho a morir también dignamente. No somos administradores, sino dueños. De aquí arranca la deontología y la bioética en un contexto de ética de respeto hacia nosotros mismos, hacia los demás racionales, con los animales y con las plantas... Una ética más sensible, más global, más ecológica. Los mitos y sus derivados tienen su campo: el de la mitología, y su época; la extrapolación ha denigrado la vida en nuestro planeta. Vida, en todo el sentido de la palabra, sobre la que se deben cimentar todas las éticas que los humanos elaboremos en nuestro recorrido por las diversas culturas y tiempos, éticas de respeto que faciliten la armonía de la madre Naturaleza, visión holística (del griego holos, totalidad). Los mitos, destellos literarios de mentes lúcidas, ejercieron su papel trascendental en los orígenes, enseñaban y explicaban el orden del universo, la aparición del ser humano, las normas morales, sociales y hasta las políticas, a través de creencias religiosas que proporcionaban al ser humano respuestas tempranas a interrogantes universales. Hubo mitos sublimes (Gea), hasta perversos (Pandora—Eva). Hoy, también hay mitos —son connaturales al ser humano—, pero deben estar acordes con el momento científico de la época. Y 112 CUANDO UN HIJO SE VA ... nuestros conocimientos actuales nos han despejado muchos viejos misterios que han dejado de serlo. No necesitamos un alma para explicar el pensamiento y el sentimiento, ni un cielo para darle sentido a esta vida, al dolor y a la muerte, ni dioses (mitos de creación) para explicar la aparición de la vida. Lo sorprendente es que la moral tradicional se apoya en estos mitos de creación, y el ser humano —por ser creado— es obra del creador, al que pertenece; por eso no es —según el mito— autónomo y dueño, sino administrador de su vida, ¡ de su propia vida ! Es el colmo de las incongruencias, pero se siguen sosteniendo en la moral tradicional, hoy, en el umbral del siglo XXI. Nosotros, seres humanos, adminis-tradores de nuestra persona, que le pertenece a otro (deidad) y a sus representantes (sacerdotes), intérpretes del silencio de las deidades. ¡Ya es demasiado! El administrador no es dueño, luego nuestros cuerpos y nuestras vidas ya no serían nuestras. Los sacrificios humanos se apoyaron en estas aberraciones. Persona proviene de la palabra latina persona, que inicialmente significaba la máscara que llevaba un actor en una obra de teatro (con ella el sonido se hacía más intenso) y más tarde pasó a referirse al personaje que el actor interpretaba. Epicteto, filósofo estoico, la introdujo en el discurso filosófico para significar el papel que estamos llamados a interpretar en la vida. Boecio, filósofo del siglo VI, definió persona como una sustancia individual de naturaleza racional (“rationalis naturae individua substantia”), la misma que utilizaría Tomás de Aquino, y que completaría John Locke, filósofo inglés del XVII: “Un ser pensante inteligente que razona y reflexiona y que se puede considerar a sí mismo como sí mismo, el mismo ser LA EUTANASIA 113 pensante, en diferentes momentos y lugares”. Somos autores y actores del drama de nuestra propia vida, ayudados por nuestro código genético, en comunión con la sociedad en la que vivimos y con nuestro hábitat. La autonomía es esencial a la persona. ¿Cómo hoy día, instituciones y personas pueden decir que somos sólo administra-dores de nuestra persona, de nuestra vida? Sí, los defensores de la moral convencional; por eso se habla de las nuevas estructuras de las revoluciones éticas, pero cósmicas y no antihumanas. El sol es el centro, aunque el mito dijese lo contrario; la vida cósmica es el centro de la nueva bioética, aunque los mitos digan lo contrario. El ser humano tampoco es la cúspide de la creación, como afirma la visión judeo cristiana; somos sólo parte de ese cosmos con el que estamos ligados éticamente, y la vida es la vida en todas sus formas y manifestaciones; pero los prejuicios religiosos dificultan la nueva ética. Es el momento de otra revolución copernicana, esta vez en la ética, cuando el andamiaje de la moral convencional, apoyada en mitos muertos (vivos aún para los creyentes), se está desmoronando en pedazos. Las nuevas visiones éticas van de la mano de las nuevas técnicas médicas, de la evolución del proceso judicial que está marcando hitos y de los cambios de la opinión pública cimentada en nuevos descubrimientos científicos. Kant, al hablar de la persona dice: “La humanidad misma es una dignidad, porque el hombre no puede ser tratado por ningún hombre (no por otro, ni siquiera por sí mismo) como un simple medio, sino siempre, a la vez, como un fin”. El ser humano siempre es fin, nunca medio. La persona como sujeto de moralidad, enfrentada con su libertad al deber. La 114 CUANDO UN HIJO SE VA ... persona, en el pensamiento kantiano, es autónoma; la persona es un ser para sí. En el lenguaje jurídico, se llama persona a todo ser capaz de derechos y obligaciones, o de relaciones jurídicas. La persona es anterior (prius) al Derecho, le precede y es su fundamento. En la totalidad de los ordenamientos jurídicos modernos se admite que todo ser humano, por el hecho de serlo, tiene personalidad jurídica, sujeto capaz de los derechos fundamentales iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, en el contexto de la Declaración de Derechos Humanos del 10 de diciembre del 1948, en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los Estados y demás instituciones están y son del ser humano y para el ser humano (que es soberano) en comunidad con la vida cósmica. Las ideologías y las creencias están en función de lo humano y no viceversa. El ser humano es autónomo y soberano en lo que a su vida se refiere, y, consecuentemente, tiene derecho a vivir con una adecuada calidad de vida y a morir con dignidad; derecho inalienable. XI JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE “Que nadie me profane la muerte con sollozos, ni me arropen por siempre con inocente tierra; que en el libre momento me dejen libremente disponer de la única libertad del planeta”. Julia de Burgos. “Poema para mi muerte”. En la mitología lírica puertorriqueña —se seguirá diciendo— Julia es la deidad de la tragedia. Julia, como la Medea de Eurípides, sabe que “sólo la muerte me curará de males” como había proferido Medea, a la que se une en el coro de sus lamenta-ciones: “Creo, hermanas, —dice Medea— que nosotras las mujeres somos las más desvalidas de todos los seres que sienten y conocen, porque tenemos... que entregarle (al marido) como a dueño absoluto nuestro cuerpo, exponiéndonos a su hastío o a que deje de complacerle, con lo que tenemos que aguantarlos, pues se considera deshonesta a la mujer que se divorcia”. Eurípides. Medea Hubo —dirá la posteridad— una mujer que vivió su corta vida en la primera mitad del siglo XX, que vivió a destiempo al ser una adelantada de su época, feminista que sufrió en su fina sensibilidad los azotes 115 116 CUANDO UN HIJO SE VA ... machistas de su época y la marginación y discrimen de una intolerante sociedad por sus ideas de libertad en lo político y lo social, pero que brilló con luz propia en el firmamento boricua con —usando su propia metáfora— limpieza de estrella. “Julia —había dicho Juan Ramón Jiménez— es lo mejor que hay en Puerto Rico como poeta”. Tres son las potencias vivificantes para Julia: la Tierra (con mayúscula), la maternidad y la poesía. Su poesía es esencialmente dramática y profundamente lírica. La poesía como potencia salvífica, como trampolín a la trascendencia, testimonio de su agónico existir y de su grandeza humana. La Tierra —como la Gea griega— es el fundamento, su Parnaso. Las esencias de la vida de Julia están —se ha dicho— en su niñez: “su amor por la naturaleza, las aguas, el viento, el cielo, el universo, todo está ahí, incluyendo su poesía”. La maternidad, deseada y nunca realizada; pero sí vivida: “Poema del hijo no nacido”. “El irredentismo social —según José Emilio González—, la inquietud ética por la justicia, el dolor y la angustia fueron sus tránsitos vitales”. De ahí que tenga mucho fundamento la afirmación de María M. Solá: “La leyenda de Julia la mártir de amor, la joven hermosa y talentosa que se dio al alcoholismo porque no pudo soportar que su único amor la abandonara, desvirtúa su obra y falsifica su biografía”. Esta visión miope borra y silencia sus esfuerzos de salvación, que no fueron pocos. El fracaso amoroso —sigue diciendo— contribuyó a su lento descenso hacia la auto—destrucción, pero no fue la única causa. La intolerancia de una sociedad dogmática, machista y JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 117 discriminatoria, condujo su nave a procelosos mares y forzó sus pasos a callejones de difícil salida. “El drama de su vida, la experiencia de la emigración, su muerte trágica en Nueva York, su lucha por ideales de liberación, la hacen ser paradigma y precursora de actitudes estéticas y vitales de la vanguardia puertorriqueña actual”, como afirma Édgar Martínez. MI ALMA “ ¿Mi alma? Una armonía rota que va saltando su demencia sobre el cojín del tiempo. ¡Cómo la quieren recostar, aclimatar, recomponer, los mortales ha tiempo muertos! Empeño despeñado del logro. ¡Alborotero! La locura de mi alma no puede reclinarse, vive en lo inquieto, en lo desordenado, en el desequilibrio de las cosas dinámicas, en el silencio del libre pensador, que vive solo, en callado destierro. 118 CUANDO UN HIJO SE VA ... Fuerte armonía rota la de mi alma; rota de nacimiento; siembra hoy, más que nunca, su innata rebeldía en puntales de saltos estratégicos.” Julia de Burgos. “Mi alma”. “Mi alma”, equivale a psiquismo (conjunto de caracteres y funciones de orden psíquico); no habla del alma en sentido religioso, sino de su forma de pensar que es la del librepensador, la del buscador de la verdad a campo abierto, sin prejuicios ni estereotipos, y de su forma de vivir. Su vida, “una armonía rota” que los estereotipos del pasado (“los mortales ha tiempo muertos”) quieren “recostar”, “aclimatar”, “recomponer”. Ante ello, siembra su innata rebeldía “en puntales de saltos estratégicos”. El «yo poético» rotura viejos campos y siembra nuevas semillas. En el poema “Yo mismafui mi ruta”, al socaire del “caminante, no hay camino” de Machado, expresa, con destellos luminosos, imágenes feministas liberadoras, y su íntima trayectoria (ruta—camino—sendero). Caminos tortuosos y empinados que reclaman la lucha y el esfuerzo hercúleo para el cambio. La sociedad y la cultura le exigen sumisión a patrones patriarcales machistas : “un intento de vida”, a cuya presión cede : “Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese”, pero estaba hecha de presentes y futuros que le exigían burlar las cenizas del pasado y los lastres (troncos), pero la rama estaba desprendida para siempre de los obsoletos patrones de comportamiento patriarcales y de sus cuadros de referencia machistas. JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 119 Su lucha interior fue titánica y su ascenso en solitario muy penoso, y le flaquearon las fuerzas, a veces, pero seguía adelante, siempre adelante, “para alcanzar el beso de los senderos nuevos”. Julia dramatiza su deseo de libertad, de ser ella misma su ruta, defensora de lo que proviene de adentro en oposición a los externos horizontes aprendidos e impuestos por el macho dominador de la cultura patriarcal. YO MISMA FUI MI RUTA “Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese: un intento de vida; un juego al escondite con mis ser. Pero yo estaba hecha de presentes, y mis pies planos sobre la tierra promisoria no resistían caminar hacia atrás, y seguían adelante, adelante, burlando las cenizas para alcanzar el beso de los senderos nuevos. A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado de los troncos viejos. Pero la rama estaba desprendida para siempre, y a cada nuevo azote la mirada mía se separaba más y más y más de los lejanos horizontes aprendidos; y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro, la expresión definida que asomaba un sentimiento de liberación íntima; un sentimiento que surgía 120 CUANDO UN HIJO SE VA ... del equilibrio sostenido entre mi vida y la verdad del beso de los senderos nuevos. Ya definido mi rumbo en el presente, me sentí brote de todos los suelos de la tierra, de los suelos sin historia, de los suelos sin porvenir, del suelo siempre suelo sin orillas de todos los hombres y de todas las épocas. Y fui toda en mí como fue en mí la vida... Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese: un intento de vida; un juego al escondite con mi ser. Pero yo estaba hecha de presentes; cuando ya los heraldos me anunciaban en el regio desfile de los troncos viejos, se me torció el deseo de seguir a los hombres, y el homenaje se quedó esperándome.” Julia de Burgos. “Yo misma fui mi ruta”. LA VIVENCIA DE LA MUERTE “En mi dolor cabalgo/ por la infinita orfandad de los caminos tristes”. Julia de Burgos. “Canción de la verdad sencilla”. Julia Constanza Burgos García (1914-1953), la mayor de trece hermanos, vio morir en la infancia a seis de sus hermanitos, lo que dramatiza la pésima nutrición, vivienda y salud que padecía la familia en el Barrio de Santa Cruz en Carolina, Puerto Rico. Entre lúgubres ceremonias de los “baquinés” (ritual fúnebre para niños), empezó Julia —aún niña— a experimentar la muerte. Después, cuando JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 121 tenía veinticinco años, sería su madre la que enferma de cáncer, penosa enfermedad que la lleva a la amputación de una pierna, primero, y a la muerte, después. Su madre, su viga maestra, el sostén espiritual de toda la familia: “Ella se fue, ¡oh, mi río consternado de ausencias! Se me fue de las manos como rosa extraviada y me dejó en el alma toda ella en esencias...” Julia de Burgos. “Mi madre y el río”. Poco después, para despejar este dolor que arrastra, se dirige a Nueva York en huida. En cartas a su hermana Consuelo, Julia expresa primero un gran deslumbramiento ante la ciudad de los rascacielos, pero pronto se muestra desfavorablemente afectada por la mecanización y deshumanización de la ciudad a la que llama “monstruo de hierro”. “Estamos —dice— completamente desterrados en esta ciudad”. “Tengo hambre de libertad. Si me muero, no quiero que este trágico país se trague mis huesos”. Sigue al gran amor de su vida, el dominicano Juan Isidro, a La Habana en la búsqueda de nuevos horizontes. La capital cubana —década del ’40— brillaba con luz propia en movimientos culturales. Estudió en su Universidad y allí conoció a Pablo Neruda. En la Habana, en una sencilla habitación que daba al mar —entre el ’40-’41— escribió El mar y tú, cuando contaba veintiséis años. Obra que encierra el mito sobre la muerte en toda plenitud con sus “Dadme mi número” y “Poema para mi muerte”, escritos unos doce años antes de su muerte y que resultaron proféticos. 122 CUANDO UN HIJO SE VA ... Cuando su relación con Juan Isidro se deterioró hasta el punto de la separación y el repudio, se volvió a Nueva York; año del ’42. Como gran poeta, recogió magistralmente el dolor de la separación. “Algo lento de sombra me golpea, aunque casi detrás de esta agonía, he tenido en mi mano las estrellas”. Julia de Burgos. “El mar y tú”. Y “No quiero que sepa el mar/ que por mi pecho van penas”. El ambiente de Nueva York le fue hostil; sufrió en propia carne la discriminación étnica y política que le afectó muy negativamente en sus oportunidades laborales. Golpeada su exquisita sensibilidad, empezó a quebrarse su voluntad y el alcohol fue minando su organismo hasta que enfermó seriamente del hígado. Las prolongadas depresiones y las visitas a los hospitales se sucedieron hasta que, al salir del hospital, se desplomó exhausta entre la calle 105 y la 5ta Avenida, en Harlem, el seis de julio del ’53. Su cuerpo, sin identificación alguna, fue llevado a la “morgue” (depósito de cadáveres) —en la que se le asigna un número— y es enterrada en una fosa común para indigentes. Dos meses más tarde, su cuerpo fue reclamado y traído a Puerto Rico. Trágico epílogo para la mayor de los poetas puertorriqueños. Su autenticidad afirmada la llevó a su auto —des-trucción, y Manhattan sería —según su premonición— su isla desierta, el escenario de su muerte. JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 123 “Y toda soy soledad / dentro de un rebelde corazón”. La soledad volverá a Julia asociada a la muerte. El mar hasta aquí recreado poéticamente en función del amor, servirá ahora para vehicular su tristeza, convertido en “desfiladero turbio de mi canción despedazada / ... mar sepulcro...”. La muerte como liberación, la única posible donde el amor no lo es. “Dadme mi número” es una mordaz ironía de concebir la muerte como un hospital público en el que se le asigna un número al paciente. En “poema para mi muerte” ya no late la desesperación del anterior, la muerte acogida con solemne dignidad será su tema central. El título no es poema de o sobre, sino para mi muerte. Se trata de una reflexión en torno a la propia muerte. “Ante un anhelo”, esta frase indica que la muerte es imaginada, no percibida como un suceso inminente; se le ha llamado poema cenital y se le ha calificado de coloquio profético con su muerte y de versos entusiastas de retornos telúricos. Una forma de superar a la muerte (su percepción e impacto) consiste en poetizarla en diálogo abierto. Si antes sus aladas palabras eran para expresar hondos sentimientos armoniosos, ahora su palabra y poesía expresan magistralmente su atormentado e intenso dolor por la decepción de la vida —pesimismo existencial— y la concepción de la muerte en su papel redentor. “La palabra no puede con mi carga de angustia y no cabe en mi verso mi dolor exaltado”. La muerte se torna en la expresión máxima y acabada de la soledad: “¡Hasta el silencio ha muerto!”. 124 CUANDO UN HIJO SE VA ... Este poema representa la expresión más acabada y la culminación de sus contradicciones. No morirá bajo las aguas de su cantado río, el Río Grande de Loíza. Se resigna a morir en tierra doblemente ajena. Hay un recrearse en el mismo acto de la muerte y la destrucción de su cuerpo, lo que brinda gran fuerza trágica. El poema encierra un ideal ético: cultivar el arte de la vida conscientemente para lograr una muerte con dignidad. La muerte no es una derrota, sino un instante que pone fin al sendero vital; esa inevitable pérdida se eleva a términos éticos y estéticos en una escala armoniosa de emotivos significados. La emoción ante la propia muerte se convierte en poesía y va más allá del sufrimiento, de la soledad y de la angustia de ser para la muerte. Experimentar así el fin es entender lo que la muerte significa, aceptar con valor y dignidad su presencia para convertirla en un acto de libertad y creación a pesar de la desaparición de la persona. Al fin y al cabo, todas las cosas nutren sus raíces del humus de la muerte: destino trágico. ¡Cómo anhelo la paz, la hora sin ruido, / cuando nada conturbe mi existencia! “Oh lentitud del mar”. “... en mi pecho sin lumbre / ya no cabe la vida”. “Poema para las lágrimas”. La muerte termina seduciendo a Julia, quien la contempla como liberadora —igual que Sócrates— del mal de vivir. Julia, antes amante de la vida, ahora de la muerte; contraria y contradictoria a veces, como el ser humano de nuestro siglo. La salvación por el amor, antes; ahora su sobreviviencia está en su obra poética, pero deberá pasar por el crisol de la muerte; vida, amor, muerte e inmortalidad personal; ninguna otra, porque no cree en vidas de ultratumba ni en salvíficos dioses. JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 125 “Sobre una realidad vacía de crepúsculos / mi vida en alas frágiles va cabalgando ritmos”. Julia de Burgos. “Dos mundos sobre el mundo”. Pesimismo o realismo existencialista. Deseos de inmortalidad. ¡OH LENTITUD DEL MAR! “...¡ Cómo anhelo la paz, la hora sin ruido, cuando nada conturbe mi existencia ! Todo soñar se ha muerto en mis pupilas, a mis ojos no inquietan las estrellas, los caminos son libres de mi rumbo, y hasta el nombre del mar, sorda me deja. (...) ¡Oh lentitud del mar! ¡Oh el paso breve con que la muerte avanza a mi ala muerta! ¿Cómo haría yo para salvarte el tiempo? ¿Qué me queda del mundo? ¿Qué me queda..?” Julia de Burgos. “¡Oh lentitud del mar!.” Hay una seducción por el silencio, la paz, la perfecta ataraxia, o una especie de nirvana, que sólo se consigue con la muerte. Julia juega con ideas provenientes del existencialismo, vitalismo y del trascendentalismo existencialista a las que su “yo poético”, en depuración expresiva, viste de poesía pura. La mujer y la poeta cohabitan en Julia. 126 CUANDO UN HIJO SE VA ... POEMA PARA MI MUERTE (1941) Ante un anhelo. “Morir conmigo misma, abandonada y sola, en la más densa roca de una isla desierta. En el instante un ansia suprema de claveles, y en el paisaje un trágico horizonte de piedra. Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro, y mi pasión, tendida, agotada, dispersa. Mis dedos como niños, viendo perder la nube y mi razón poblada de sábanas inmensas. Mis pálidos afectos retornando al silencio —¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!— Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas, y mis manos, crispándose para darme a las yerbas. Incorporarme el último, el integral minuto, y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella doblar luego la hoja de mi carne sencilla, y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia. Que nadie me profane la muerte con sollozos, ni me arropen por siempre con inocente tierra; que en el libre momento me dejen libremente disponer de la única libertad del planeta. ¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos a buscar ventanitas por la carne morena y yo, dándome, dándome, feroz y libremente a la intemperie y sola rompiéndome cadenas! ¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles cuando mi alma comience a cumplir su tarea, haciendo de mis sueños un amasijo fértil para el frágil gusano que tocará a mi puerta? JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 127 Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida, cada instante más grande y más simple la entrega; mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo, acaso irán mis labios a nutrir azucenas. ¿Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede recordarme, en la roca de una isla desierta? Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra, hijo mío y de la muerte, me llamará poeta.” Julia de Burgos. “Poema para mi muerte”. “Morir conmigo misma, abandonada y sola, en la más densa roca de una isla desierta. En el instante un ansia suprema de claveles, y en el paisaje un trágico horizonte de piedra”. Esta estrofa contiene los símbolos centrales, su actitud ante la muerte y la experiencia de la soledad total. El acto de morir es personal, íntimo e intransferible. La piedra pudo haber sido alquimista, la piedra filosofal, pero nunca poética. Es símbolo de incomunicación, y de tormento: Prometeo encadenado a la roca, Sísifo subiendo la roca. El clavel es la antítesis de la piedra. La flor es un símbolo arquetípico, metacultural, y el clavel, flor que resiste y vence la destrucción y el olvido. En este desolado escenario psíquico, el paisaje también es —como en toda la obra de Julia— la base y origen de sus metáforas y símbolos. 128 CUANDO UN HIJO SE VA ... “Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro, y mi pasión tendida, agotada, dispersa. Mis dedos como niños, viendo perder la nube y mi razón poblada de sábanas inmensas”. “Mis pálidos afectos retornando al silencio —¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!— Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas, y mis manos, crispándose para darme a las yerbas”. Estas dos estrofas describen las pérdidas que la hablante poética acepta pasiva y tristemente; forman un retrato íntimo de quietud y derrota. Es el dolor, pero también la superación o consuelo de ese dolor. Es una elegía, pero la muerte puede no ser una derrota, incluso una liberación, proceso bastante complejo. “Ojos”, por sinécdoque (tomar la parte por el todo o viceversa), indica la capacidad de la persona para ver, e incluso entender. “Dedos” significa la capacidad de la persona para hacer. “Astros” y “nube”, ideales y naturaleza. Los “sepulcros”, objetos artificiales hechos por el hombre —aspecto negativo—, impiden la visión de los astros. Las “sábanas inmensas” —tener la mente en blanco— obstaculizan la concentración. La “pasión” es la capacidad de sentir. Es la descripción fenomenológica de la muerte con términos poéticos, imágenes y símbolos. Es el retornar al silencio, incluso del amor: —¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!— La angustia trágica se hace exclamativa y no es para menos. El amor para Julia es una fuerza vivificante e incontenible, una especie del élan vital bergsoniano, a la que se abandona gozosamente. Y es el fin de la inteligencia emotiva, y de la identidad personal; todo se difumina JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 129 al perderse la intensidad de la razón y de la pasión. “Incorporarme el último, el integral minuto, y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella doblar luego la hoja de mi carne sencilla, y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia”. En la escala armoniosa de los significados emotivos, después de la pasividad de la poeta ante el trágico fenómeno de su propia muerte, sube la entonación dramática al tomar parte activa en el proceso demoledor y desintegrante de la persona. Empieza esta estrofa con “incorporarme” que equivale a erguirse, tomar parte activa en el último minuto que se define como integral. Dos son los momentos más dramáticos en el drama de la vida humana: el nacimiento y la muerte, el inicio y el fin. Este incorporarse conlleva un acto volitivo de aceptación del trágico destino, es un ir a la muerte consciente y voluntariamente sabiendo la trascendencia y significado de ese ofrecimiento a los campos —retorno a la Naturaleza— con limpieza de estrella. El fin consistirá, simplemente, en una doblez de la vida, “carne sencilla”, y un descenso al estado primordial del que nos hablan los griegos, “inercia”, sin testigos ni sonrisas, porque es lo más íntimo, serio y secreto. Julia nunca presenta escritos indicios de la sobreviviencia de la persona o de su espíritu después de que el cuerpo deja de existir. Con la muerte, la persona entra en la inercia, ese estado de reposo total y absoluto; sólo cree, desea y sabe la inmortalidad de su obra, de su función —hecha arte— de poetizar; la inmortalidad del pasado personal, no del futuro, de 130 CUANDO UN HIJO SE VA ... la que nos habla Unamuno. “Que nadie me profane la muerte con sollozos, ni me arropen por siempre con inocente tierra; que en el libre momento me dejen libremente disponer de la única libertad del planeta”. La entonación dramática, en la escala armoniosa, alcanza con esta estrofa la máxima nota musical al empezar con la proposición imperativa: “Que nadie...”; “profanar” es un verbo correlativo a sagrado, la muerte posee una natural sacralización, como la vida cuyo fin es la muerte. Formula, con meridiana claridad, en la segunda parte, una de las tesis fundamentales de la bioética al referirse a la eutanasia: la libertad a morir con dignidad, libertad siempre anclada en una ética de responsabilidad y respeto; al vivir en sociedad, la libertad absoluta es una utopía, pero libertad; sólo la persona es dueña de su propia vida, nadie más, y de su muerte. Libertad, libertad, tres veces libertad: “ libre momento”, “libremente”, “la única libertad”. No somos libres para nacer, pero sí lo somos para morir, libertad que adquiere rasgos trascendentales porque trascendental es el acto de desintegración de la persona y su retorno a la Naturaleza. Aceptación del fin, incluso desearlo, es la manera de superar el impacto psicológico de la muerte, es ir hacia ella con lucidez y uso de la libertad, como si fuéramos hacia nosotros mismos, porque no nos es ajena y convive con la vida. Este tipo de desenlace presupone el arte del buen vivir; hay que vivir bien para así morir. “Experimentar así el fin —nos dice JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 131 María M. Solá— es haber entendido lo que la muerte significa y aceptar con valor su presencia y llegada”. El ideal ético que encierra sería: cultivar el arte de la vida para lograr una muerte lúcida, hasta deseada, como la caída de la fruta madura. “¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos a buscar ventanitas por la carne morena y yo, dándome, dándome, feroz y libremente a la intemperie y sola rompiéndome cadenas! ¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles cuando mi alma comience a cumplir su tarea, haciendo de mis sueños un amasijo fértil para el frágil gusano que tocará a mi puerta?” Libertad íntima para ir voluntaria y conscientemente al encuentro de la muerte, contradictoria satisfacción. Utiliza la antítesis, colocar palabras o frases de significado emotivo o conceptual disímil o contrario: “fiera alegría”, “ensueños inútiles”, “amasijo fértil para el frágil gusano”, con la intención de destacar lo contradictorio del proceso de morir. Aparte de la metafísica del ser y del no ser de los escolásticos y con su venia, el ser y no ser de la muerte —principios contradictorios— más que coexistir conviven en la vida y en la muerte; aquí radica, en parte al menos, su misterio; al nacer empezamos a morir y uno nunca muere del todo, como dicen los poetas; y unas células mueren dando paso a otras para que la vida siga y la evolución; somos seres en tránsito, acto y potencia, vida y muerte, devenir y pretérito. La muerte es destrucción y creación, es pérdida personal y requisito para la evolución de 132 CUANDO UN HIJO SE VA ... la especie y del equilibrio demográfico y ecológico, un amargo trago —según Miguel Hernández— que nos libera de muchos tragos amargos, destrucción y liberación; puede incluso ser un arte, el arte de morir con dignidad (Sócrates y Séneca) que suele estar correlacionado con el arte de vivir, incluso ser objeto del arte, de la creación poética, como sucede en Julia al describir fenomenológica y líricamente el cenital proceso. “Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida, cada instante más grande y más simple la entrega; mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo, acaso irán mis labios a nutrir azucenas. ¿Cómo habré de llamarme cuando solo me quede recordarme, en la roca de una isla desierta? Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra, hijo mío y de la muerte, me llamará poeta”. Juega con el sustantivo pequeñez, el adjetivo pequeña y la antítesis “más grande”; pequeña la materia, grande el símbolo de la entrega que podría iniciar su resurrección en capullos y azucenas (resurrección vegetal), y después la ansiada inmortalidad, la de su obra y su fama. “Un clavel...”, símbolo metacultural que simboliza la inmortalidad, como ya habíamos expresado; pero aquí, en este contexto, se podría hablar de la belleza poética de su obra, “clavel interpuesto entre el viento y mi sombra”, el viento pasa, pero la sombra queda alargando la imagen en el tiempo. La posteridad , apoyada en su obra, la llamará poeta. “Hijo mío y de la muerte”, su obra es su hijo y la muerte, su condición para entrar a la inmortalidad. Los humanos JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 133 soportamos mejor la sombra de los muertos que la de los vivos, parece ser. El genio poético sabe de la calidad de su obra, generadora de inmortalidad, y Julia lo era; conoce además que su muerte liberadora sería al mismo tiempo la “conditio sine qua non” para su inmortalidad; la tragedia de Julia de Burgos. Julia ha convertido su muerte en discurso poético que —con el resto de su obra— la sobrevivirá, inmortalizándola. La posteridad la llamará poeta, por siempre. POEMA DEL HIJO NO NACIDO “Como naciste para la claridad te fuiste no nacido. Te perdiste sereno, antes de mí, y cubriste de siglos la agonía de no verte. No quisiste la orilla de la angustia ni el porqué de unas horas que pasan lentamente en la vida, sin dejar un sollozo, ni un recuerdo, ni nada. No quisiste la aurora. Ni quisiste la muerte. Rechazaste el olvido, y en la flauta del aire avanzaste perpetuo. No quisiste el amor en féretro de olas ni quisiste el silencio que deja el túnel breve donde ha dormido el hombre. 134 CUANDO UN HIJO SE VA ... Tuyo, inmensamente tuyo, como naciste para la claridad te fuiste no nacido, nardo entre dos pupilas que no supieron nunca separar el eco de la sombra. Manantial sin rocíos lastimeros, pie fértil caminando para siempre en la tierra”. María M. Solá (Edit.). Julia de Burgos: Yo misma fui mi ruta. Julia deseó un hijo que nunca tuvo, pero al que le cantó con la pequeña cítara que le regaló la musa Erato, tañedora de la armoniosa lira, obra de Apolo. Julia se debate entre aquel dicho de los albores de la filosofía griega: «Mejor no haber nacido», que critica Epicuro y que hoy defiende Cioran cuando dice: “sólo me seduce lo que me precede..., los innúmeros instantes en que yo no fui”, y, por otro lado, el instinto profundo de la maternidad insatisfecha. Los noes y los nies marcan lo negativo de la vida, “No quisiste la aurora/ ni quisiste la muerte”, y el “cubriste de siglos/ la agonía de no verte”, el ardiente deseo frustrado de la maternidad. Pero hay un nacimiento que acaricia el deseo profundamente inserto en las raíces de su sentimiento poético: “Como naciste para la claridad te fuiste no nacido.” “... y en la flauta del aire avanzaste perpetuo”. “... Manantial sin rocíos lastimeros/ pie fértil caminando para siempre en la tierra”. JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE 135 “... nardo entre dos pupilas que no supieron nunca separar el eco de la sombra”. La vida indiferenciada, posibles etapas primordiales, ¿el mundo absurdo?, la sombra es del ojo, el eco del oído; ¿seducción por lo que precede? *** Ernestina de Champourcin, bajo el título de “maternidad”, nos habla también del hijo no nacido. MATERNIDAD “Hijo tuyo... silencio de mi carne sellada. Eternidad sin muerte. Sólo yo sé su nombre. Un nombre que no existe y palpita en la oscura tentación de mis venas, un nombre impetuoso que levanta mi sangre con sístoles de fuego. Verdad limpia, sin roces. Nadie hollará su frente con un turbio rocío de insólitas palabras, nadie herirá su pecho ni podrá torpemente mancharle el corazón. Hijo nuestro. Pureza de todo lo imposible. ¡Qué grávida dulzura aquieta mi regazo!” Ernestina de Champourcin. Poesía a través del tiempo. BIBLIOGRAFÍA Barnard, Christiaan. La máquina del cuerpo. Madrid, Anaya, 1981. Caballero, M., De Echano, J. (y otros). Historia de la filosofía. Noesis. Barcelona, Vicens Vives, 1992. Cioran, E.M. Del Inconveniente de haber nacido. Madrid, Taurus, 1995. De Champourcin, Ernestina. Poesía a través del tiempo. Barcelona, Anthropos, 1991. Grisez, Germain and Boyle, Joseph. Life and Death with Liberty and Justice: A Contribution to the Euthanasia Debate. Indiana, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1979. Humphry, Derex and Wickett, Ann. The Right to Die: Understanding Euthanasia. New York, Harper and Row, 1988. Kottler, Jeffrey A. El lenguaje de las lágrimas. Barcelona, Paidós, 1997. Kuhse, Helga. 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Solá, María M. (Edit.) Julia de Burgos :Yo misma fui mi ruta. San Juan, Ediciones Huracán, 1986. 139 140 CUANDO UN HIJO SE VA ... 141 142 CUANDO UN HIJO SE VA ... 143 144 CUANDO UN HIJO SE VA ... 145 146 CUANDO UN HIJO SE VA ... 147 148 CUANDO UN HIJO SE VA ... 149 150 CUANDO UN HIJO SE VA ... 151 152 CUANDO UN HIJO SE VA ... 153 154 CUANDO UN HIJO SE VA ... 155 156 CUANDO UN HIJO SE VA ... 157 158 CUANDO UN HIJO SE VA ... 159