Lectura del libro --entra

Anuncio
Cuando un hijo se va ...
—Reflexiones en torno a la muerte—
PRIMITIVO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ
Cuando un hijo se va ...
—Reflexiones en torno a la muerte—
Créditos editoriales
Edición, 1998
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio técnico, mecánico o electrónico, sin previo permiso escrito por
parte de Primitivo Martínez Fernández
© Primitivo Martínez Fernández
ISBN 1-881716-01-7
Producido en Puerto Rico
Editor
Andrés Palomares
Diseño Tipográfico
Eva Gotay Pastrana
Editorial Borikén Libros, Inc.
Calle Domingo Cabrera, #870
Río Piedras, Puerto Rico 00925
Tel. 754-689 y 753-1744
Fax: 754-6891 y 758-3871
ÍNDICE
DEDICATORIAS.................................................................... 5
PRÓLOGO.............................................................................. 9
I EL ÚLTIMO ADIÓS......................................................15
El hijo........................................................................ 28
Nanas de la Cebolla................................................ 29
II
EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS.................. 37
Poema para las lágrimas........................................ 42
III
EL FACTOR TIEMPO-DOLOR............................. 45
Accidente (Elegía)................................................... 47
Tedio......................................................................... 48
IV
V
EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN..... 49
VI
LA MUERTE DESDE LA CIENCIA..................... 61
VII
EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA........ 69
Pensamientos dispersos......................................... 76
VIII
ASPECTO FILOSÓFICO........................................ 79
El temor a la muerte en Epicuro........................... 81
El estoicismo ........................................................... 83
La escuela de la sospecha...................................... 85
El mundo como “juego trágico” en Nietzsche .. 85
Filosofías de la existencia...................................... 87
LA ERA DE LOS TRASPLANTES........................ 55
5
6
CUANDO UN HIJO SE VA ...
El sentimiento trágico de la vida.......................... 88
La muerte no es ajena a la vida............................ 89
Del inconveniente de haber nacido...................... 91
IX
LUISMA ESPARZA TAIBO................................... 99
X
LA EUTANASIA................................................... 103
El desmoronamiento de la moral religiosa
tradicional.............................................................. 103
Redefiniendo la muerte....................................... 106
El derecho a morir................................................ 107
XI
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE...................115
Mi alma...................................................................117
Yo misma fui mi ruta.............................................119
La vivencia de la muerte..................................... 120
¡Oh lentitud del mar!............................................ 125
Poema para mi muerte......................................... 126
Poema del hijo no nacido.................................... 133
Maternidad............................................................ 135
BIBLIOGRAFÍA.................................................................. 137
• DEDICATORIAS •
A Paquito, in memoriam (en su recuerdo).
A Paco y Tere que, desde el abismo de su vacío,
viven el tiempo que arrastra una ausencia.
A todos los padres que sienten la llama que quema
y no consume, el eco de un vacío, la tristeza del
despojo, la dulzura ausente.
7
PRÓLOGO
E
l ser humano posee la capacidad y la necesidad
de interrogarse el porqué de las cosas y
cuestionarse la realidad de su vida que es, al mismo
tiempo, la de su muerte. Elaboró, en un principio,
mecanismos de construcciones míticas en un afán
de explicarlo todo. Después, seducido por la razón,
el ser humano anheló la explicación científica para
concluir, muy hoy en día, que existen aspectos de la
realidad a los que no podemos acceder de un modo
adecuado por medio del lenguaje lógico —formal o
científico. Conscientes de que la realidad desborda
siempre nuestras capacidades intelectivas, los
científicos hablan de múltiples inteligencias:
lógico— matemática, lingüística, espacial,
musical, simbólica, emocional..., y la inteligencia
artificial, para así mejor poder entender y explicar
un determinado fenómeno desde diversas
perspectivas, siempre relativas, ancladas en los
límites intrínsecos de la razón y de nuestro ser.
Ni todos vemos el mundo del mismo modo, ni
todos vemos en él las mismas cosas, ni nuestros
términos tienen idéntico significado y contenido.
Pero, ávidos y obstinados, seguimos investigando
las razones de las cosas, aunque sea para nuestra
tortura porque el conocimiento nos endiosa y
9
10
CUANDO UN HIJO SE VA ...
nos destroza. Decían los clásicos griegos que la
felicidad consistía en la ausencia de la tragedia,
del conocimiento trágico, porque la tragedia si
no es consciente deja de serlo. Por eso, quizá
sólo en parte, se habló del mito del pecado del
conocimiento. El mito de Psique y Eros concluye
que el conocimiento es fuente de dolor. Psique
sólo fue feliz mientras se abstuvo de profundizar,
llevada por una inquieta curiosidad, en quién era
Eros, causa y naturaleza de su felicidad.
Es como si tuviéramos que vivir la vida sin
vivirla, en el sentido de profundizar en ella,
porque al escarbar un poco aparece el drama, y,
si profundizamos, la tragedia o su posibilidad, de
ahí que, a veces, la superficialidad sea el término
dorado al que nos conducen nuestros mecanismos
conscientes e inconscientes autorreguladores, sin el
ahondamiento íntimo en el momento esencial, el de
la muerte.
Vida y muerte son un secreto que todos
quisiéramos descifrar, pero que todos ignoramos.
Amamos conscientemente lo que no tenemos y, a
veces, ignoramos lo que poseemos; limitaciones en
nuestro amar y pensar; tonadas crepusculares de
musgos y estrellas; “oscuros cauces donde la sed
eterna sigue, la fatiga sigue, y el dolor infinito”, de
Pablo Neruda.
Nuestra memoria herida vertebra nuestras vidas
entrelazadas de pérdidas significativas. Tormentos y
fuerzas para guardar sonrisas dormidas en nuestros
recuerdos; adioses, la vida es eso, esperando que
sean un hasta luego; soledades que gritan: ¡ qué
alegre todo si estuvieras conmigo !; lágrimas que
denuncian mi tormento, esperando un no es nada,
11
PRÓLOGO
ha sido el viento, aunque haya sido el viento leñador
el que cortó mi árbol en flor; recuerdos, para que los
recuerdos florezcan más allá del olvido; inviernos,
crudos inviernos esperando su transformación en
primaveras; silencio, escuchar sus silencios con
cadencias de arco iris, irisado silencio revitalizador, a
veces, silencios grises que taladran esperanzas, otras;
quemar inciensos con las ceras de nuestras vidas que
den pábulo a las pavesas de vidas idas: merece la pena
vivir por conservar tu recuerdo que vive en mí, hasta
que mi vida se convierta en pábilo de tu amor.
Las vidas que se aman no tienen olvido, no tienen
ausencia, no tienen adiós. Es una tenaz lucha contra el
Destino, contra la ley de morir, “que te arroja en mis
brazos, te imprime en mi vida, te infunde en mi ser, y
luego, bárbaro, me arranca a pedazos la vida contigo”.
Y surge el interrogante hecho océano: ¿ por qué ?
“Aunque estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre,
varios tragos es la vida
y un solo trago la muerte”.
Miguel Hernández.
“Sentado sobre los muertos”.
Antonio Machado —que “a distinguir me paro las
voces de los ecos”—nos dice con marinero lenguaje:
“Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar”.
12
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Con parecida sensibilidad poético-marinera, dice
Julia de Burgos en “Entre mi voz y el tiempo”:
“En la ribera de la muerte,
hay algo,
alguna voz,
alguna vela a punto de partir,
alguna tumba libre,
que me enamora el alma.
¡Si hasta tengo rubor de parecerme a mí!
¡Debe ser tan profunda la lealtad de la muerte!”.
Es un grito de voy a la muerte, seducida, buscando
el descanso.
En “Poema para mi muerte”, ante un anhelo,
aquella insuperable estrofa:
“Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella,
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa ni testigo a la inercia”.
Julia de Burgos.
El mar y tú.
La vida está hecha de sencillas hojas de carne
que fácilmente se pueden doblar.
“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir”.
Jorge Manrique.
Coplas por la muerte de su padre.
PRÓLOGO
13
La mar es un estado primordial —como dirían los
griegos— y hoy la ciencia nos dice que la vida surgió
del mar. La muerte sería el regreso a lo primigenio y
primordial —retorno eterno— al antes de la vida; ¿ y la
vida ?, un breve paréntesis entre el antes y el después.
El Coro, en Medea, exclama interrogando: “¿ Por
qué los dioses, además de tantos otros, han de causar
a los hombres este dolor, el más acerbo de todos ?”,
el de la muerte de los hijos.
Sí, el más acerbo, el más cruel, y todo era
confusión, voces y carreras —relata Eurípides.
Medea parió con dolor a esos hijos y fue su tronco,
por eso no se puede calibrar la magnitud de su
infortunio, y se compromete a vivir para llorarlos.
El sesgado curso de los acontecimientos no pueden
preverlo los humanos. El recordar es revivir una
parte de ese dolor. No hay consuelo posible, sólo
resignación. Sus cuitas y lamentos conmoverían
hasta a las piedras.
“Como una herida sin cesar abierta —de Rafael
Cabrera— y como una inquietud siempre despierta”
es la sensación de la pérdida, el poetizar de duras
realidades. ¿La ley es morir?
“Hay en mi alma el callado sufrir de la agonía
cuando siento que, herido de la muerte, mi espíritu
está triste hasta la muerte”, tragedia clásica. ¿Y la
vida?, paja que en las eras avienta el aire.
Es como si hubiera una fuerza oculta empeñada en
destruir lo armonioso de la vida, en tronchar destinos
en vez de coronarlos. La muerte hurta a la vida su
melodía.
I
EL ÚLTIMO ADIÓS
“Decir adiós...La vida es eso”.
José Ángel Buesa
“Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo”.
Miguel Hernández. “Elegía”.
—Date prisa, Paquito, que se te hace tarde —le
dijo su madre Tere en la piscina.
—¡Ojalá nunca se lo hubiera dicho!
Era un quince de julio en Boadilla del Monte, muy
cerca de Madrid. Tarde calurosa bajo un sol de fuego
que invitaba al chapuzón en la piscina familiar.
15
16
CUANDO UN HIJO SE VA ...
—Cuando esté en Marruecos no quiero que uses
la moto —le dijo Tere.
—No mamá, te prometo que no la voy a usar.
—Y yo lo creía porque era muy obediente y
cariñoso; un hijo modelo. Todos los niños de la
urbanización lo buscaban: Paquito, ayúdame a
arreglar la bici.
—Paquito pa’ qui, Paquito pa’ lla. Y Paquito a
todos complacía; era muy niñero y bondadoso —sigue
comentando Tere.
—Nos había insistido en que le comprásemos
una moto buena, porque la que tenía era de poca
cilindrada. Pero Paco y yo intentábamos convencerle
de que era muy peligrosa, que hacía poco que un hijo
de un vecino se había matado con la moto, diez días
antes. Miedo era poco, le teníamos terror.
—Pero como Paquito tenía tanta ilusión y
sabíamos que era muy prudente, hacía un año que
al regresar de Londres le habíamos hecho el regalo
sorpresa de la moto, que no era para presumir. —Yo no quiero ir de niño “pijo” (hijo de papá)
por la vida, me había dicho Paquito; pero una buena
moto era su máxima ilusión, por eso a pesar de mis
temores, quisimos Paco y yo verle feliz.
—Con la única persona con quien te dejo subir
a la moto es con Paquito, nos comentaba una vecina
que le había dicho a su hijo —añade Tere.
—Date prisa que se te hace tarde, le volví a repetir
—dice Tere.
Había quedado en el Corte Inglés de la calle
Princesa con un amigo para cortarse el pelo y después
para comprarse un pantalón. Paco y yo iríamos en
coche un poco más tarde para comprarle el pantalón.
EL ULTIMO ADIÓS
17
Paco estaba ya en la cocina cuando lo vio salir con
su casco puesto. Desde la ventana le dijo adiós con la
mano. Paquito, con la mirada puesta en la ventana,
le respondió en silencio e inició la marcha. Al llegar a
Madrid, parece ser, se quitó en un semáforo el casco.
Había un gran atasco en Princesa en uno de los
semáforos. Un taxi que intentaba cruzar la calle había
quedado atrapado en el centro y hacía esfuerzos
por alcanzar la orilla a pesar de tener la luz en rojo.
Paquito, al abrirse el semáforo, inicia la marcha que
se ve obstaculizada por el taxi en su desesperada
salida, impacta la parte delantera derecha, vuela por
encima del capó y se golpea la cabeza en el bordillo
de la acera.
—Al llegar al Arco del Triunfo —comenta Paco—
tuve una premonición: vi una especie de sombra
negra que rodaba por encima del capó del coche y un
poco asustado me pregunté qué es lo que me pasa;
pero desapareció la visión y seguimos; habré visto
mal, pensé.
—Al pasar por el lugar del accidente, vimos el taxi
y gente, mucha gente. ¡Vaya golpe ! —le dije a Paco—,
pero seguimos. Al llegar al Corte Inglés, encontramos
al amigo de Paquito.
—Y Paquito, ¿está ya cortándose el pelo, no? —le
preguntó Tere.
—No, Paquito todavía no ha llegado —nos
contestó.
—¡Paco, el taxi!
—No sabía qué hacer ni qué decir —relata Paco.
Paco salió corriendo y yo caminando detrás con el
alma en vilo y sin resuello en el cuerpo. Allí encontró
Paco la moto y una zapatilla de Paquito.
18
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Todo se me vino abajo; se me derrumbó todo; me lo
hacía muerto, me sentía en el aire sin ningún punto de
apoyo. En un instante piensas sin entender miles de
cosas. Sientes que una insoportable losa te aplasta y
no te deja respirar. Hijo mío, ¿qué te pasó? De repente,
todo el dolor del mundo me abrumó; pensé lo peor,
pero no tenía fuerzas para aceptarlo; me preguntaba
cómo era posible, sin ninguna respuesta; el corazón
me quería salir del pecho; estaba muy confundido,
sentía que riadas de dolor aplastaban mi vida en
aquellos trágicos momentos.
—Está en el Clínico, una ambulancia se lo llevó,
alguien me dijo —refiere Paco.
—Tere, sin embargo, no perdió la esperanza. Ella
no creía que pudiera morir —dice Paco.
—En el Clínico el diagnóstico era que estaba muy
mal, grave —dicen al unísono.
—Le hablábamos, le tocábamos todo el cuerpo.
—Tienes que ser fuerte —le susurraba Tere.
—Hijo mío, ¡que nos dejas solos! —exclamaba
Paco.
—Se te pasan tantas cosas por la cabeza —
dice Tere. Lo tocábamos una y otra vez, buscando
cualquier señal de vida que nos devolviese la
felicidad rota, que por favor no se nos fuese porque
no sabríamos vivir sin él, que era nuestra alegría y
se había constituido en nuestra razón de vivir y de
luchar. Quédate con nosotros para que nos cures de
este insoportable dolor, le suplicábamos en silencio,
anegados en lágrimas. Y a los médicos les pedíamos
un milagro.
—No hay nada que hacer —era la respuesta de
los doctores. Está clínicamente muerto.
EL ULTIMO ADIÓS
19
—Pero, ¿cómo se puede ser tan inhumano? —se
preguntaba Tere.
Fueron con Susana, la otra hija, a buscar el
milagro al Jesús de Medinaceli. Pusieron toda la fe,
le hicieron todas las promesas; desde la sima del
dolor le pidieron la vida para su hijo y hermano,
que desde su infinito poder repitiera el milagro de
Lázaro, el amado hermano de Marta y María. No
sabían qué más decirle ni qué más prometerle. Todo
se lo dejaron en sus manos, todo menos su cruz que
se llevaban a cuestas en su calvario, los tres asidos al
mismo madero.
—Está clínicamente muerto —repetían los
doctores. Su cerebro ha dejado de funcionar
irreversiblemente, lo que llamamos «muerte cerebral»
y necesita «respiración asistida» porque hay muerte
cerebral o «estado vegetativo persistente». Está en
coma irreversible.
—¿Han pensado en donar sus órganos? —les
preguntan los doctores.
—¡Qué cruel es todo! —decía Tere. No puedes
ni llorar, el dolor es tan fuerte que hasta te impide el
consuelo de las lágrimas.
—Pues sí, los vamos a donar. No habíamos
hablado del tema, ni se nos había ocurrido. Pero en
aquel momento pensé —decía Tere— y si fuera él
el que los necesitase. Por eso dije que sí. Paco me
secundó.
—No me acuerdo ni del entierro ni del tanatorio
(funeraria). No me acuerdo casi de nada. No sé si
estaba dormida. Pero sí recuerdo que para él quería la
mejor caja, la mejor lápida. ¿Cómo puedes reaccionar
así? —se preguntaba Tere. Fueron cinco días de
insoportable agonía.
20
CUANDO UN HIJO SE VA ...
“Tierra le dieron una tarde horrible / del mes de
julio, bajo el sol de fuego” —escribía Machado con
motivo del entierro de un amigo.
Era un veintiuno de julio, y en la lápida, cincelada
por el dolor, “PAQUITO, TE QUEREMOS”, a sus
veinte años, como si él no conociera el infinito y
solícito amor de sus padres y de su hermana Susana.
Epitafio de amores eternos. Paquito, duerme y reposa
un sueño tranquilo y verdadero; larga y profunda paz
a tus huesos, parafraseando al poeta.
—Ya la tarde se iba, pero cómo apretaba, nos
arrastró hacia el dolor y nos empujó al torbellino del
sufrimiento. El dolor abrió sus esclusas y anegó nuestras
vidas, mientras metálicas sirenas rompían la tarde y
las vidas. Nos acecharon, torvos, los dardos del dolor
que socavaron nuestra alegría y enhebraron pesares sin
límite ni medida —reflexionaban Paco y Tere.
—Después viene el vacío existencial; descubres
que no puedes vivir sin tu hijo. Todos estábamos
vacíos. No nos podíamos ni hablar. Todo te sobra
y todo te falta, ya nada te interesa y pensamos en
venderlo todo y quedarnos en la nada. Nos dimos
cuenta que habíamos perdido la motivación de todo,
hasta la de vivir —comentan.
—¿Rezar?, pues no podíamos ni rezar. Es más, me
rebelo contra Dios —dice Tere. ¿Por qué a él, si era
muy bueno y nunca hizo daño a nadie? He dejado de
ir a misa; ¿por qué tengo que rezar por Paquito si era
bueno y no ha hecho daño? No hay posible resignación.
Cada padre trae a sus hijos para vivir con ellos, y
cuando pretenden consolarme diciéndome que estará
allí mejor que aquí, les digo que no —confiesa entre
lágrimas Tere. Nosotros éramos felices con él. A un
hijo lo quieres con locura. Daría mi vida por tenerlo.
EL ULTIMO ADIÓS
21
El único consuelo que tengo es pensar: Hijo mío, tú
ya no tienes que pasar por lo que estamos pasando
nosotros. Tú ya no vas a tener que vivir el sufrimiento
de perder un hijo. Hay que pasar por ello para poder
comprenderlo. Quizá sólo el tiempo es el que vaya
suavizando las cosas, pero esto es insoportable. No
puedes olvidar el dolor porque no sabes cómo seguir
viviendo sin él. No te puedes explicar que no lo vamos
a ver más, ni asimilarlo. Sólo piensas en dormir, pero
te espera el terrible despertar y encontrarte de bruces
y a bocajarro que él no está ni estará jamás.
—Es demasiada carga para un frágil ser humano.
Es como si todas las torturas míticas, la de Tántalo, la
de Sísifo, la de Ixión, se dieran cita cada despertar. Por
eso sueñas y acaricias la idea de nunca más despertar,
porque te aterrorizan los momentos conscientes —dice
Tere.
—Te sientes en un pozo —afirma Tere— del que
no puedes salir y cuando lo pretendes siempre hay
algo que te empuja nuevamente al fondo. Juegas a
ilusionarte, y ¿para qué? Cuando se presenta una
circunstancia agradable piensas: pero mi hijo no
está aquí. Es como si con él se te hubiera ido toda
la alegría. Siempre hay peros. Creo que uno solo
no puede salir de este atolladero; hace falta ayuda
profesional competente, porque el dolor cabalga sobre
ti en insoportables jornadas de camino y clava en tus
frágiles carnes sus espuelas de acero como aguijones de
hielo que te hacen enloquecer. Por eso un día, cuando
en mi túnel no penetraba la luz, agobiada hasta mis
raíces y ya no podía soportar más despertares vacíos
de él, de mi Paquito, tomé pastillas, no sé cuantas,
para alargar el sueño en búsqueda desesperada de
huir de trágicos despertares.
22
CUANDO UN HIJO SE VA ...
—No quería morir, no; sólo prolongar el sueño, un
letárgico sueño liberador de insoportables angustias,
quizá eso mismo sea la muerte —dice Tere, pero un
lavado de estómago me devolvió muy lentamente a
la realidad.
—Yo solo —comentaba Paco— no hubiese podido
con todo el peso, necesitaba a Tere para poder seguir
sufriendo. Era demasiado para uno solo. Para no
derrumbarme necesitaba una viga maestra en la que
apoyarme y Tere era para mí mi viga maestra en el
momento en el que el dolor era un perpetuo presente
y un gélido terror paraliza tu mente, no sabes adónde
vas ni dónde te encuentras y tus glándulas sólo
exudan llanto. El dolor estaba acabando con nuestras
fuerzas. Sólo queríamos que Paquito viviera más
tiempo con nosotros. Sabemos que todos tenemos
que morir, que para eso hemos nacido, pero lo lógico
es que los padres se vayan primero por ley de vida;
cuando se subvierte el orden y le toca al hijo primero,
el sentido de la vida se trastoca y te enloquece; la idea
de la propia muerte te seduce como la única salida
liberadora de tan insoportable carga: con la muerte
terminará nuestro dolor, la negrura de la noche,
también la vida (“puso fin con la muerte, a la vez, a
la vida y al dolor”, Ovidio). Cuando la pena, el dolor
y las lágrimas son tu alimento cotidiano, el valor de
la vida cambia; cuando la herida es incurable y las
llamas del dolor crepitante te abrasan, el valor de
la vida cambia y le sientes aversión; cuando el más
acerbo de todos los dolores —como decía Medea— te
golpea incesantemente, la propia muerte te seduce,
porque “hubiera querido que tus manos cerraran mis
ojos”, Eurípides, Medea.
—La tragedia erizó las olas que te arrastran contra
los escollos y sientes que te hundes arrollada por el
EL ULTIMO ADIÓS
23
océano entero y que no termina de amainar la mar
haciendo añicos tus esperanzas. Se desencadenan
súbitamente todas las tormentas de la vida. Después
de una experiencia así, uno nunca vuelve a ser la
misma persona. Se produce un estado de shock o
entumecimiento que ni puedes dar rienda suelta a
tus emociones. Las glándulas de tu cuerpo, todas,
secretan ácido dolor. Helóse nuestra risa llorando
lágrimas —añade Tere.
“Y a la vida buscando siempre puerto
pues de tanto morir se descamina.
Y la muerte, oh dolor, en cada esquina”.
Rafael Alberti. “Vida”.
“Tanto sufrir para luego morir” —completa el
poeta.
“Tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por
doler me duele hasta el aliento”. Miguel Hernández.
“Elegía”.
—Éramos felices, muy felices —repiten a dúo—,
hasta llegamos a temer a la felicidad, a su posible
pérdida, claro está. Nuestra vida fue un rosal, hoy
duras espinas, parafraseando al poeta. Paquito y
Susana llenaban de felicidad nuestro hogar, eran
nuestro presente y nuestro futuro.
—Todo lo que hacías, lo hacías por ellos.
—Todo nos sonreía y casi no lo podíamos creer.
—Eran una fuente inagotable de alegría y de
esperanzas.
—Todo tenía sentido.
24
CUANDO UN HIJO SE VA ...
—La música de Paquito —tocaba bien el órgano y
el piano— llenaba la casa y nuestras vidas.
—Últimamente —decía Paco—, Paquito me
ayudaba en el taller de fundición haciendo piezas e
interpretando los planos. Pero como el trabajo de la
fundición es tan pesado, al llegar el mediodía le decía:
Hijo mío, vete a casa, come con tu mamá y toma la
siesta.
—Era muy sensible, por eso no hacía de menos a
la gente —sigue narrando Paco.
—Siempre veía la parte positiva de las personas.
—Hijo mío, vete a casa...
—Hijo mío, no hagas lo que yo hice en toda mi
vida, trabajar como un mulo.
Paco, entre otras muchas virtudes que lo adornan, es
un incansable trabajador. Desde niño encarnó el papel
de “el niño yuntero” de Miguel Hernández. Dormía
muy cerca de la yunta de mulas, que alimentaba por
las noches y con las que trabajaba por el día, mientras
la luz se lo permitía, con la misma ropa con la que había
trabajado y así hasta dos semanas; cada quince días iba
al pueblo a bañarse y cambiarse de ropa.
“Nace, como la herramienta
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado”.
Miguel Hernández. “El niño yuntero”.
Antes de ser hombre, fue niño yuntero. Ya en
Madrid, en su propio taller de fundición, superó a los
obreros industriales del pasado siglo en un horario
laboral de sol a sol.
EL ULTIMO ADIÓS
25
—Todo lo haces para levantar una familia. Para
que sean felices. Siempre he evitado que mis hijos
llevasen la vida que yo he llevado; claro que eran
otros tiempos. El sentido del trabajo está en tus hijos,
para que ellos lo hereden y disfruten —dice Paco.
—El día anterior, Paquito había hecho un trabajo
en la fundición, un molde para un tubo de escape
de automóvil y me preguntó: papá, ¿cómo quedó la
pieza?
—Muy bien, hijo mío, le contesté. Eran días de
felicidad porque todo nos salía bien, de increíble
felicidad.
Por eso, cuando queríamos deshacernos de todo,
Susana nos comentaba: vuestro sudor de muchos años
no se puede tirar por la borda.
—Cuando me sobraban unos kilos —dice
Tere —me compraba ropa que los disimulase y se
la enseñaba a Paquito que me consolaba: mamá, ese
vestido te hace delgada. ¡Es que era tan humano y
cariñoso!
—Es que para los padres el hijo es ensoñación y
ensimismamiento —añade Tere.
Con gran sensibilidad, la poeta Susana March se
pregunta por ese mago seductor que es el hijo.
26
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Paquito
Paquito y su piano.
Formaba parte de un conjunto musical.
EL ULTIMO ADIÓS
27
Paquito en su moto.
Paquito en su residencia, Urbanización Pino Centinela,
Boadilla del Monte (Madrid)
28
CUANDO UN HIJO SE VA ...
EL HIJO
“¿Quién eras antes, dime?
¿Un ángel? ¿Un príncipe de cuento?
¿Tal vez un dios? ¿O un pájaro?
¿O un álamo esbelto?
¿Quién eras? ¿Un claro arroyo
cruzando un verde bosque de abetos?
¿El capullo de un jardín? ¿Un pedazo de viento?
¿Quién eras antes, dime? ¿Por qué
diste a mi vida tanto deslumbramiento?
Me basta con tocarte
para que se me apacigüe el pensamiento.
Y me basta con verte
para sentirme a gusto con mi cuerpo.
¿Quién eras, dime? ¡Oh mago
de mi ser descontento!
Con tu varita mágica
me vas cambiando los sueños,
me vas cambiando la vida...”
Susana March. “El hijo”.
Los hijos, con su magia, cambian los sueños,
cambian la vida. Por eso su pérdida nos saca de
balance y nos hace perder el quicio. La inteligencia
emotiva gira en el aire originando vórtices que
arrastran al resto de las humanas inteligencias. En la
depresión no hay creatividad ni felicidad, sólo caos.
Desconocemos el impacto y alcance de la magia en
EL ULTIMO ADIÓS
29
nuestras vida hasta que los perdemos, es entonces
cuando descubrimos que ellos son el epicentro
de nuestra existencia; todos, y cada uno de ellos.
Quizá por eso, al menos en parte, se llegó a calificar
a los hijos como la trampa del matrimonio, o de la
vida. Cuando llegan, todo empieza a cambiar. Sus
primeros gestos, sus sonrisas, sus balbuceos, toda su
vida nos va cambiando y condicionando. Sutilmente
invaden con su candorosa indefensión nuestros más
recónditos recovecos y sus infantiles experiencias
empapan nuestra sed de ternura que nos marca para
siempre. Ellos empiezan y terminan siendo nuestros
taumaturgos y nosotros adictos a sus prodigios, que
necesitamos para seguir viviendo; sin sus encantos
la vida termina perdiendo el encanto. Es que los hijos
son el claro arroyo que apaga nuestra sed, el aire que
respiramos, las flores de nuestro jardín, los fuegos
artificiales que producen tanto deslumbramiento en
nuestras vidas en fiesta.
NANAS DE LA CEBOLLA
“Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
30
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
(...)
Desperté de ser niño:
nunca despiertes”.
Miguel Hernández. “Nanas de la cebolla”.
El lenguaje poético —inteligencia simbólica—
capta matices y tonalidades que se le escapan al
lenguaje científico, intuye esplendorosas imágenes
que barruntan realidades más sublimes aún, el
calidoscopio infantil con toda su pléyade de formas
y colores que le conducen a decir al poeta: nunca
despiertes de ser niño, y a los padres a desear que
no crezcan, aunque el niño siempre se queda en el
adulto. Esa risa infantil que es luz del mundo, que
quita soledades y nos hace libre, nos pone alas,
porvenir de nuestros huesos y de nuestro amor. De
ahí la hecatombe que se produce en nuestras vidas
cuando su sonrisa se apaga.
El argentino Francisco Luis Bernárdez retoma el
nunca despiertes de ser niño:
31
EL ULTIMO ADIÓS
“... Tengo miedo del tiempo
y quiero interrumpirlo,
con ansia de que seas
eternamente niño
(...)
que te tenga en mis brazos
como ahora, dormido,
y que no te despiertes
hasta el fin de los siglos”.
Francisco Luis Bernárdez.
“Canción Final”.
Por eso el hijo nunca deja de ser niño ni la
despedida del hijo es eterna, sólo un adiós y esto
porque el sentimiento y el deseo tienen infinito
poder. “No moriré del todo. Y una gran parte de mí
eludirá la muerte”, Horacio, Odas, III. Y Ovidio en
la Metamorfosis: “Pues si algo tienen de verdad los
presagios de los poetas, cuando muera no seré todo
tierra”.
—La etapa de la privación del ser querido se hace
insostenible —dice Tere con firmeza. Es insoportable
seguir sufriendo de ese modo, con esa intensidad,
por eso hay que salir de ese estado. El dolor lo tienes
siempre, pero hay que aprender a vivir con el dolor.
Al principio quieres morirte y eso es horrible. Sabes
que hay un vacío que no lo llena nadie; pero la vida
tiene que seguir y se impone buscar la salida del
pozo donde estás sumergida con el agua al cuello.
Los demás de la familia tiran de ti y tienes, a su vez,
que ayudarlos.
—Las terapias ocupacionales —comenta Tere—,
el salir, las distracciones, jugar a olvidar sin poder
32
CUANDO UN HIJO SE VA ...
lograrlo, son recomendables. Pero el vacío del hijo
sólo puede ser llenado por el propio hijo. Quizá
por eso soñamos con él, aunque a mí no me gusta
porque despierto con angustia. ¡ Lo he visto tan
vivo en el sueño y al despertar ver que todo ha sido
eso, un sueño, después de verlo tan real ! Lo veo en
los episodios que han sido reales. Despiertas y es
horrible ver que él no está con nosotros. Mi primer
pensamiento, incluso ahora —once años después—,
es para mi Paquito y la angustia me atenaza porque
él no está. ¿Por qué a él?, todavía hoy me lo sigo
preguntando —dice Tere.
—Yo tuve un singular sueño —añade Paco—.
Paquito estaba con más personas en un grupo, pero
a él —curiosamente— le faltaba una pierna (Paco
sabía que una de sus tibias había sido donada para
trasplante). Se le veía sonriente y feliz.
—¿Cómo estás, hijo? Me dijo que estaba muy bien,
que no me preocupara porque estaba bien con todos
lo que estaban con él —relata Paco.
—Vente con nosotros, hijo, —le supliqué—, que
te necesitamos; pero él, sonriente, con la cabeza me
dijo que no.
—Recuerdo siempre este sueño y me consuela
lo que me dijo, que no me preocupase porque
estaba bien con todos los que estaban con él, pero
me angustia —prosigue Paco— el porqué de su no,
aunque se veía feliz. No lo entiendo.
—Ahora —dice Tere— hablamos con él, le
pedimos cosas. Paquito, ayúdanos en esto; ayuda a
Susana.
—Le pido mucho —también afirma Paco—.
Ayúdanos, hijo, ayuda a tu mamá, a Susana... Él vive
y actúa en nosotros; esto es de gran ayuda.
EL ULTIMO ADIÓS
33
—Vamos al cementerio dos o tres veces a la
semana —dice Tere— y le pedimos que nos ayude,
que nos proteja; otras veces no hablo porque no quiero
pensar que está allí.
La mitificación del ser querido es la mejor terapia,
ya que así se supera la etapa de privación. Todas las
culturas antiguas deificaban, en cierta forma, a sus
seres queridos y los lares romanos eran los espíritus
tutelares del hogar.
—El día de la boda de Susana —refiere Tere— me
sentí la mujer más feliz de la vida. No lo podía creer y
me preguntaba: ¿cómo es posible? Es que él me estaba
ayudando porque yo se lo había pedido.
El hijo, la hija, los hijos son dioses, ya aquí y
ahora, ante los que quemamos diarios inciensos de
preocupación, ternura y veneración; inspiran y dan
alas a nuestras frágiles vidas muy complejas y aunque
aparecieron después, se establecieron en la proa sin
dejar de ser suave viento de popa en la nave familiar
y, por arte de magia, terminan a veces siendo el mar
de la vida por el que navegamos entre cantos de
sirena que nos arrastran a los escollos rocosos de la
existencia.
Nos obstinamos en no aceptar el dicho del poeta:
“Hijo mío y de la muerte”, sí a lo primero, un rotundo
no a lo segundo, quizá por eso todas las culturas en
los inicios hablaron de almas, del más allá hecho de
paraísos y practicaban el fenómeno terapéutico de la
mitificación que seguimos aplicándonos como eficaz
remedio contra la tragedia de : “y cubriste de siglos
la agonía de no verte”, que decía Julia de Burgos.
Los hijos, los seres queridos, nunca mueren,
perviven en el recuerdo, en el afecto, ternura y mimo.
Deseamos, sobre todo, tenerlos con nosotros y por eso
34
CUANDO UN HIJO SE VA ...
dedicamos las mejores y mayores energías al culto
de su personalidad. Es así como surgen los mitos,
los ritos y las religiones en un desesperado deseo de
anclarlos a nuestras vidas por siempre. Porque ellos
son la lumbre y “en mi pecho sin lumbre ya no cabe la
vida”. Ellos, el fuego de todas las vestales juntas, los
dioses solares —Helios— que permiten la vida. Pero
los hijos idos no desearían, con toda certeza, nuestros
sufrimientos insoportables y una agonía que se viste
de siglos; desean, lisa y claramente, nuestra felicidad,
pero desconocemos el arte de vivir sin ellos, por eso
lo más funcional es integrarlos a nuestras vidas como
ángeles y dioses benefactores que viven y actúan en
nuestro ser igual que lo hace la luz y el calor. Es lo que
la humanidad ha practicado durante milenios muy
sabiamente. Porque “aunque todo conocimiento sea
relativo, aunque no exista ningún sistema racional
coherente y susceptible de ser enseñado, existe la
necesidad de conseguir que la vida sea digna de ser
vivida”. Camus. El mito de Sísifo. Y el eco: que la vida
sea digna de ser vivida nos conduce a la pervivencia,
de alguna forma, de los seres queridos esenciales para
una vida digna. ¡Oh, el sentimiento —la inteligencia
emotiva— tan profundo y tan condicionante!
Cuando sentimos que todo nos falta, necesitamos
presencias ausentes, la unción de signos de amor;
cuando uno se siente surco sin trigo, fuente reseca,
árbol sin nidos, se necesita el mago hacedor; cuando
todo es dique, muralla, bloque de soledad, de asfixia
y silencios, necesitamos un sol que los atraviese,
llama que los funda; cuando el brusco vacío de su
dulzura ausente nos llena de súbitos silencios y ya
no asisten nuestros impulsos los júbilos de antes, ni
cesa la angustia de caminos empañados en niebla,
necesitamos que la fuente de nuestra alegría despierte
EL ULTIMO ADIÓS
35
y rellene ese hondo surco indeleble que las lluvias
del tiempo no borran, del que nos habla Ernestina
de Champourcin.
La absorción en los seres queridos nos hace
vulnerables y sus despedidas son nubes que ocultan la
luz más brillante, vientos que quiebran el tronco más
recio, tardes que se extinguen lentamente, silencios
grises que taladran esperanzas. El corazón queda
desnudo a la intemperie. Pero quiero empezar de
nuevo. Amanecer un día con la vida reciente, desnuda
de tristes memorias. “Voy a dormir mi sueño —decía
Ernestina— mientras duermes el tuyo que ahonda
frente a mí la sima impenetrable. Ante el muro glacial
de tu dormir esquivo, yo opondré la ternura de mi
cálido ensueño, yo salvaré tu imagen palpitante y
despierta en el rincón mas hondo de mi jardín sellado.
Has huido con todas mis rosas, mis pobres rosas
luceros. Nunca olvidaré tu dulzura intacta. Quiero
morir un día soñando contigo”.
“Si te tuviese entero no tendría tampoco esa dicha
absoluta que mi demencia exige; y si vuelvo a lo mío
sin ti, ¿cómo sentirme total y realizada, en beatitud
perfecta? ¿Qué sabéis de la llama que quema y no
consume?”, se pregunta Ernestina.
Pensamientos extraídos de los poemas de
Ernestina: “Su íntima presencia es lo único invulnerable
a los celos del viento, al curso de los astros, al dolor
y a la muerte. Si te llevo conmigo, eres y estás ya
siempre. Tu soñabas otoños, estíos y primaveras; los
tienes ya en un tiempo cuajado y eres tú quien podrá
traermelos ahora, tú, gavilla de ilusiones cercenadas
en el campo de la siega, clara estrella escondida en
la veta más honda del amor y del llanto. Tristeza del
despojo cuando nos arrebatan lo que ha sido deleite y
36
CUANDO UN HIJO SE VA ...
debe seguir siéndolo. Tengo ansias de verte, tocarte y
escucharte, mientras transcurre el tiempo arrastrando
ausencias. ¡Dejadme que muera viviendo mi ensueño
de que vive aún!”, exclamaba la poeta Ernestina.
Los poetas se debaten entre lo onírico y lo real;
entre el deseo y la felicidad; entre lo inhollado
e insondable y lo cotidiano; entre la felicidad y
su posibilidad; entre la vida y la muerte..., con
deslumbrantes imágenes tras las bambalinas de
tópicos eternos. Los poetas juegan a romper silencios
que escancian amargura y generan el vacío de las
cosas. Los poetas crean terapéuticas inmortalidades.
Son magos sensibles los poetas, los buenos poetas.
II
EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS
P
aco y Tere durante estos once años, en los que la
trágica muerte de su hijo actuó como un sismo
de máxima intensidad, siempre que hablan de
su Paquito aterrizan en lágrimas cuando no en
llanto. En las entrevistas sostenidas, el lenguaje de
las lágrimas rompía y alargaba la comunicación
verbal, pero sus lágrimas me expresaron profundos
sentimientos que no acertaban a expresar con
palabras, porque no hay adecuadas palabras para
expresar esas tan amargas y profundas vivencias
enloquecedoras. Durante once años me hice
sensible y receptor al mensaje de sus lágrimas cuyo
simbolismo intenté captar, descodificar y testificar
en este escrito. Las lágrimas pueden comunicar
con incontenible fuerza lo que las palabras no
pueden decir y constituyen el mejor dialecto
cuando intentamos comunicar mensajes en el nivel
emocional, dejando que las lágrimas digan lo que
somos incapaces de expresar en palabras.
El lenguaje de las lágrimas es universal, aunque
se da en un contexto cultural que lo matiza por sexos,
clases sociales, cosmovisiones. En algunas culturas se
adoctrina la inteligencia emotiva para que el hombre
37
38
CUANDO UN HIJO SE VA ...
no llore, pero sí las mujeres. El llanto es un sistema
de lenguaje poderosamente evocativo pero que no
siempre es bien comprendido, porque la función del
llanto es plurivalente: sirve para obtener simpatía,
llamar la atención, apartar a la gente no deseada,
sacar de quicio, o, incluso, se puede utilizar como
instrumento manipulador.
El lenguaje de las lágrimas tiene su gramática, su
sintaxis y su conjunto de reglas culturales, además de
las genéticas, que determinan el dónde y cuándo se
permite esta conducta.
El llanto del nacimiento, quizá el momento más
dramático de la vida humana —el otro será el de la
muerte—, es una exclamación al encontrarse por
primera vez con un mundo hostil, lleno de claridad
y ruido, después de verse obligado a abandonar su
plácida vivienda cálida, silenciosa, oscura y acuosa.
También sirve este llanto para propiciar la respiración
y el funcionamiento del corazón en un medio nuevo.
Lo primero que hacemos en esta vida es llorar, llanto
terapéutico para sobrevivir. Y desde ese momento
aprendemos cuánto poder puede encerrar el llanto
para conseguir que los demás hagan nuestra voluntad.
El llanto en el bebé produce calor, aumenta la
capacidad pulmonar, quema el exceso de energía y
descarga tensión. Por eso se dice que el llanto forma
parte del sistema corporal de autorregulación.
Las lágrimas lubrican las membranas mucosas de
la nariz y la garganta con secreciones antibacterianas
que sirven de ayuda para inmunizar todo el sistema
respiratorio. Las lágrimas emocionales pueden
también tener la finalidad de limpiar el cuerpo de
determinados residuos químicos que forma el estrés.
“Los seres humanos somos únicos —afirma J.A.
EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS
39
Kottler en El lenguaje de las lágrimas (1997)—,
pero lo que nos distingue de las otras criaturas no es
el uso del fuego ni el pulgar oponible. De acuerdo
con el neurofisiólogo Paul MacLean, que estudia la
evolución del cerebro como órgano de la emoción, lo
que nos distingue es la capacidad para llorar lágrimas
en respuesta a la separación de seres queridos”.
Según MacLean, las lágrimas y el uso del fuego son
correlativos.
Hace un millón y medio de años, cuando el uso
del fuego se hizo común y los miembros de la tribu
se sentaban en torno al fuego para cocinar, cauterizar
heridas, despedirse de miembros de la familia y
celebrar las ceremonias de cremación de los seres
queridos, la excreción de lágrimas se convirtió en
un reflejo condicionado asociado a la separación.
Hipótesis curiosa.
Parece ser que sólo en el homo sapiens el
líquido ocular evolucionó como parte de un sistema
intrincado de lenguaje en el que se pueden expresar
sentimientos complejos en forma de cápsulas.
Nuestra sociedad, durante largos siglos, ha
considerado la razón mas valiosa que la emoción.
Las teorías feministas, recientemente —según
Kottler—, han señalado que, en la medida que los
sistemas patriarcales ejercieron su dominación, los
valores masculinos de logicidad se han impuesto
a los ideales femeninos de sensibilidad emocional.
Filósofos, teólogos, políticos e incluso científicos
han recelado de los sentimientos apasionados que
tildan de peligrosos, irracionales e inestables. La
razón, en síntesis, debe prevalecer sobre la emoción.
Pero, aunque se habla de inteligencia científica y de
la emocional, la realidad es que pasión y razón están
40
CUANDO UN HIJO SE VA ...
interconectadas. Los sentimientos, con sus correspondientes reacciones de llanto, no son emociones
puras fisiológicas, sino que responden a imágenes,
valores culturales, experiencias e ideas mentalmente
asociadas. Las reacciones viscerales como el llanto, en
los niveles más elementales, son inseparables tanto
de la actividad cognitiva como de los mecanismos
neurológicos que la impulsan.
Algunos pensadores contemporáneos han
enmarcado las emociones como estados de excitación
fisiológica, imaginación, deseos inconscientes,
estructuras lingüísticas, procesos cognitivos, que
pueden tener su origen en distintas regiones cerebrales,
desde el sistema límbico —que controla las emociones
primarias— hasta la corteza —en ataques más
reflexivos de llanto—, región del hipotálamo y cortical
del cerebro. Cada uno de nosotros tiene un umbral
diferente para las lágrimas.
Las lágrimas son un medio de liberarse de
imágenes obsesivas, por eso se habla del valor
terapéutico del llanto, y porque se asocia con la
compasión y empatía humana.
El llanto, desde nuestra perspectiva, motivado por
una pérdida de un ser muy querido, une a la gente
en una experiencia compartida, en un sentimiento de
pérdida común cuando nos sentimos desprotegidos
y vulnerados por el dolor. Lloramos porque sentimos
la tristeza de la definitiva despedida del ser amado
y lloramos por nosotros mismos al sentir la angustia
de pensar que ya no estará nunca más con nosotros.
Pasarán décadas y las heridas seguirán abiertas,
supurando dolor. Tal vez lloremos siempre, hasta el
día de nuestra muerte.
EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS
41
El llorar, para los que padecen depresión, es
como respirar. Las personas se excitan y se deprimen
durante el llanto. Se conmueven porque se emocionan
con lo que viven. El llanto, por lo tanto, representa un
compromiso con la vida. La sintonía afectiva es la base
de la empatía y la intimidad entre las personas. Y la
resonancia empática es el resultado de la capacidad
para percibir, leer y sentir todas las sutilezas y
contornos de la experiencia emocional.
Desde hace tiempo se habla de las lágrimas en su
aspecto aséptico: desinfectan y lavan el dolor.
En todas las culturas, la única conducta prácticamente universal que se expresa durante el dolor
es el llanto. Los seres humanos construyen fuertes
afectos recíprocos con el tiempo y cuando estas
profundas y significativas conexiones se rompen con
la muerte, la sensación es extremadamente penosa.
La inconsolable aflicción conduce a una cantidad de
poderosas reacciones emocionales: tristeza, soledad,
culpa, miedo, angustia. Para atemperar el dolor, las
culturas de todos los pueblos crearon y practicaron
rituales fúnebres con la finalidad de facilitar la ida a la
otra vida —los misterios griegos de Eleusis, Caronte,
Orfeo, a manera de ejemplo— o a los diversos cielos,
y para ello se crearon almas y dioses que dieran
fundamento a la eternidad en los paraísos, y para
ayudar a los apenados sobrevivientes a reelaborar
sus sentimientos de tal manera que pronto puedan
reintegrarse a las actividades productivas de la
comunidad.
En Bali —no obstante y según Kottler— existe
una excepción. Imbuidos los balineses con originales
prácticas religiosas de los hindúes de permanecer
42
CUANDO UN HIJO SE VA ...
tranquilos e imperturbables ante una pérdida trágica,
éstos no vierten lágrimas, normalmente, en las
exequias.
También han sido diseñadas nuestras costumbres
de duelo para inhibir las tendencias a la agresión
inmediatamente después de la muerte de un ser
querido. No se puede permitir que la gente exteriorice
de manera violenta su dolor y su cólera cada vez que
experimenta una pérdida. Quizá por eso nuestras
vidas están gobernadas por rituales prescritos en aras
de la armonía y del equilibrio social. Son mecanismos
de defensa sociales los rituales fúnebres.
Los médicos raramente lloran; se aíslan del
dolor, tanto del propio como del de sus pacientes;
mecanismos de defensa personales.
POEMA PARA LAS LÁGRIMAS
“Como cuando se abrieron por tus sueños mis
párpados,
rota y cansadamente, acoge mi partida.
Como si me tuvieras nadando entre tus brazos,
donde las aguas corren dementes y perdidas.
Igual que cuando amaste mis ensueños inútiles,
apasionadamente, despídeme en la orilla...
Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros,
callada y mansamente, a reposar heridas.
Ya nada más detiene mis ojos en la nube...
Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída!
EL LENGUAJE DE LAS LÁGRIMAS
43
Sobre mi pecho saltan cadáveres de estrellas
que por ríos y por montes te robé, enternecida.
Todo fue mi universo unas olas volando,
y mi alma una vela conduciendo tu vida...
Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte...
Por tu vida fue todo, una duda escondida.
¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron
por los prados azules a pintar margaritas!
¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu!
¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa!
¡Nada más! En mis dedos se suicidan las aves,
y a mis pasos cansados ya no nacen espigas.
Me voy como vinieron a tu techo mis cielos...
fatal y quedamente, a quedarme dormida...
Como el descanso tibio del más simple crepúsculo,
naturalmente trágico, magistralmente herida.
Adiós. Rézame versos en las noches muy largas...
En mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida...”
Julia de Burgos.
“Poema para las lágrimas”.
III
EL FACTOR TIEMPO -DOLOR
C
uando penamos y el dolor nos quebranta y
anonada, el tiempo es errático, a veces corre
lentamente y otras se detiene, el mundo te parece
insípido y el dolor interminable. El tiempo es amigo y
enemigo a la vez, te cura y te hostiga. Y, sin embargo,
a muchos de los que penan, en ese momento preciso
en el que el tiempo se nos antoja como un enemigo, se
les dice: “el tiempo lo cura todo”. Esta frase contradice
todo lo que se experimenta: que el tiempo no existe ni
hay futuro. Porque la muerte plantea la cuestión del
pasado y del futuro en toda su crudeza, deteniendo
el futuro del fallecido. El sobreviviente debe hallar
medios para alejarse del ataúd y volver al mundo que
tiene futuro, pero que el sobreviviente no percibe con
claridad. El tiempo no lo cura todo porque la tragedia
de la pérdida del ser querido es irreparable y dura
toda la vida del sobreviviente, pero sí el tiempo ayuda
a sobreponernos y absorber menos dolorosamente las
emociones y pasiones producidas por la pérdida. El
duelo es un proceso cuyo impacto depende de lo que
esa persona significa para los sufrientes y de sus propios
umbrales del sufrimiento. De ahí que la naturaleza y
experiencia del dolor sea diferente en cada persona
y en cada situación. Algunos quedan atenazados y
varados, otros se encuentran en un callejón sin salida,
45
46
CUANDO UN HIJO SE VA ...
otros se sienten en un profundo pozo sin posibilidad
de salida, en un túnel muy largo sin perspectiva de
luz liberadora o envueltos en una burbuja invisible. La
mayor parte de los sentimientos que envuelve el proceso
de penar pondría a prueba al equivalente emocional de
un atleta en condiciones olímpicas. Pero el mundo no
se detiene ante el dolor de alguien por muy “infierno”
que sea y es ajeno a los sentimientos internos causados
por el dolor. Y ése es precisamente el objetivo de la
recuperación: salvar el enorme foso entre los intensos
sentimientos productores de un desorden íntimo y ese
mundo externo y circundante que sigue ‘normal’ y
apuesta por el futuro.
Son muchas las posibilidades del dolor, pero no
podemos sentir todas las muertes so pena de enloquecer.
Las penas se encadenan y el mundo no nos es tan ajeno;
también experimentamos el dolor del mundo; la pena
general de nuestra humanidad está vinculada a nuestros
pesares personales y las tragedias colectivas también son
nuestras, la diferencia está en el grado, no vivimos con
igual intensidad la tragedia colectiva que la personal y
la recuperación difiere. La gama del pesar, su intensidad
y su duración, varía según la personalidad de cada uno.
Nuestra primera reacción instintiva ante una
grave pérdida es defendernos del dolor que nos causa.
Y la experiencia resulta tan abrumadora en algunos
que llega a suscitar el miedo a una desintegración
completa, e incluso a la locura, porque la conformación
de nuestra vida queda amenazada y alterada, debido a
los implacables golpes que nos produce la pérdida y al
ansia incontrolable de que regrese la persona, el retorno
del difunto. Que la vida no cambie, que siga como
antes del trágico acontecimiento, es aferrarse al previo
pasado y desear resucitarlo tal cual estaba, con el ser
amado en escena, sin cuya actuación no sólo percibimos
47
EL FACTOR TIEMPO -DOLOR
que nuestro drama carece de sentido sino que nos
resulta enloquecedor. Y nos invade el sentimiento de
impotencia que se filtra por los entresijos de nuestro ser.
Pero la muerte quizá sea lo único en la vida que no se
consigue modificar, es inalterable e irrevocable.
ACCIDENTE
(ELEGÍA)
“Nuestras manos acechan
una rosa distante,
que llega consumida,
persiguiendo en el aire
sus cien rumbos tronchados.
Vientos de perdición
le taladran las sienes.
¡Pobre flor esquemática,
en vano intentaremos
soldar a un nuevo tallo
tu juventud deshecha!
Nunca más los caminos,
ni el susto delicioso
de la escondida curva,
ni el abrazo del polvo,
incitante, reseco.
Ya todo será oscuro.
Viejos hierros decrépitos
mancharán de negrura
tu vigor abdicado.
Llora un claxon tu muerte,
sin alma, en la cuneta”.
Ernestina de Champourcin.
Poesía a través del tiempo
48
CUANDO UN HIJO SE VA ...
TEDIO
“La tarde gris se cierne sobre mi afán cansado
helando con su escarcha esta sorda inquietud,
este inmortal deseo que agoniza y renace
rescoldando en mi pecho su atormentada luz.
La tarde es gris...
Mi corazón desmaya,
estrechado en el cerco
que un pardo nubarrón
le ciñe a sus heridas.
¿No volverá ya el sol?
Habla una voz cansada, que viene de muy lejos:
«es inútil que intentes diluir las tinieblas».
Yo quiero levantarme, y las fuerzas me faltan,
quiero andar y no puedo;
quiero ver y estoy ciega.
La tarde es gris...
¿Qué haces, por qué esperas?
Me estruja y me traspasa
con su abrazo la niebla.
¿Es que vas a dejarme eternamente presa
en sus pérfidos lazos,
abandonada y sola al umbral pavoroso
del incógnito acaso?
Tengo miedo; hermético avanza entre la sombra
el silencio infinito que se enrosca a mi alma;
ya me cubre el sudario inerte de la tarde,
como si, viva aún, mi sepulcro sellaran”.
Ernestina de Champourcin.
Poesía a través del tiempo.
IV
EN BÚSQUEDA DE LA
REHABILITACIÓN
E
n las primeras etapas de la pérdida —según los
psicoterapeutas— contrarrestamos los peores
embates de la pena a través de unos mecanismos
de defensa. Todos tenemos y necesitamos estas
defensas condicionadas por nuestros propios
márgenes de tolerancia de emociones; defensas
que son más efectivas cuanto más flexibles sean
para tolerar los sentimientos que sobrevengan
y así permitirle al conjunto de nuestra vida que
absorba el dolor con lentitud y permita liberar las
preciadas reservas de vitalidad y elasticidad que
llevamos en nuestro interior.
No se aconseja substraerse al dolor sino enfrentarlo, porque si no reconocemos la pérdida que hemos
experimentado y no expresamos nuestra pena, la
pena desoída o no resuelta suele reaparecer de modos
extraños, persistentes y dolorosos. Si un quebranto
no se resuelve, se puede convertir en un lastre en
nuestro interior, que arrastraremos y nos mantendrá
postrados, el quebranto aguardará la oportunidad de
afirmarse y causar dificultades pasándonos la factura
en una fecha posterior.
49
50
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Ante una muerte prematura, surgen a borbotones
las preguntas: ¿qué sentido tiene la vida?, ¿quién
o qué es el responsable de tal estado de cosas? E
intentamos hallar un responsable de la pérdida. El
primer blanco es por lo común uno mismo. A menudo
nos autocastigamos: no debí; si yo no le hubiese
dejado; si yo no hubiese insistido... todavía viviría.
Nos sentimos responsables de la tragedia. Pero no
descartamos la intervención de otros: el destino, un
dios, otra persona...
Nuestra mente nos sugiere que ha de existir
una causa y que, si la hay, alguien tiene que ser
responsable de ella.
El deseo de justicia o de castigo mantiene ocupada
la mente tras una pérdida que se juzga insoportable
entre otras cosas porque va contra el curso normal de
la naturaleza. La mente trata así de emerger de los
torrentes impetuosos de emociones a los que no está
acostumbrada y evitar así no desquiciarse.
En el proceso de la pérdida se entremezclan las
emociones ‘duras’ del dolor (la ira y la agresividad)
con las ‘blandas’ (la tristeza). La ira se nos presenta
como una respuesta razonable a la pérdida de alguien
muy significativo para nosotros. Ira contra todos los
que imaginamos culpables. Una madre, enloquecida
porque un tren había matado a su hijo, le increpa
diariamente cuando oye sus silbidos y estridente
ruido al deslizarse sobre caminos de hierro en una
vieja vía estrecha de provincia. Ira contra el violador
del orden natural según el cual deben despedirse de
la vida antes los padres que los hijos y los mayores
de edad antes que los menores.
Transferimos el amor sentido hacia esa persona
a los objetos que le pertenecieron. Tere conserva
EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN
51
durante once años, intacta y finamente decorada,
la habitación de Paquito, pero le molesta el piano y
el órgano que su hijo tocaba, porque su música se
lo hace evocar vívidamente. Paco, por el contrario,
aprende a tocar piano en el de su hijo. Tere los quiere
vender y Paco prefiere conservarlos. Los objetos
personales, parte del proceso de duelo, pueden
transformarse en temporales representaciones o
embajadores provisionales de quien se fue. Esos
objetos constituyen un puente provisional entre la
persona desaparecida y lo que queda de ella.
Todas las religiones convencionales hacen
sagrados algunos objetos, representaciones simbólicas o reales de personas físicamente ausentes o
de divinidades.
Una persona sólo muere de verdad cuando se la
olvida y los objetos sirven para ayudarnos a recordar.
La mente optará —como parte del mecanismo de
defensa contra esa agresión y también de adaptación
tras el shock de la tragedia— por mantener viva la
imagen de la persona amada muerta durante un
tiempo hasta que pueda integrarlo y aceptarlo sin
graves desequilibrios psíquicos. Por eso los objetos
más insignificantes de un ser querido muerto suelen
ser reverenciados y terminamos idolatrando su
recuerdo. Los que mueren siguen siendo amados.
Un soterrado mecanismo de defensa te lleva a
consolarte con la tragedia de los otros.
—Los primeros días —refiere Tere— me alegraba
(que Dios me perdone) cuando otros tenían análogas
tragedias. El sufrimiento de otros me aliviaba, ¿cómo
es posible? Buscas —prosigue— evitar que seas la
única persona a la que la tragedia ha visitado. El
ruido de las sirenas te sirven —increíblemente— de
52
CUANDO UN HIJO SE VA ...
consuelo, y lo mismo sucede con las noticias de las
tragedias.
—Te sientes tan profundamente hundida que
no sabes explicar estos disparatados sentimientos
—añade Tere.
La tragedia compartida la sentimos menos
tragedia. La pena constituye un proceso natural y
es una respuesta connatural a una pérdida. Dentro
del penar hay procesos creativos que son vitales
para la recuperación. Y el grado de gravedad de las
pérdidas que experimentamos se halla afectado por
el contexto humano dentro del cual las sufrimos.
Somos solidarios en el dolor y en la alegría. No
podemos, en soledad, cargar el peso insoportable
de la pérdida y al ver que los demás cargan con su
dolor nos sentimos aliviados en el nuestro, una forma
de equilibrio en vasos comunicantes solidarios del
dolor, la empatía compartida en el dolor. Se evita, así,
la tremenda injusticia de ser los únicos y estar solos
e incomprendidos. La mayor dificultad del proceso
de rehabilitación es crear un lugar dentro de ti en
donde esa persona puede descansar en paz como
parte de tu recuerdo.
Para los que creen en una vida más allá de la
muerte, la persona fallecida no está muerta de verdad,
y su presencia a través de signos es no sólo aceptada
sino buscada, como es buscada también por los que no
creen. Paco y Tere me relatan que en diversas ocasiones
quisieron encontrar a Paquito en el parecido de otras
personas. La persona amada siempre es buscada y su
presencia inunda, mágicamente, el cosmos.
—Paco, si es Paquito —le dice Tere con el corazón
queriéndosele salir del pecho. La decepción golpea
pero el deseo sigue ahí, incólume.
EN BÚSQUEDA DE LA REHABILITACIÓN
53
El dolor compartido permite que nosotros y
nuestras penas formen parte de la raza humana y del
reino vivo en general y te facilita experimentar poco a
poco la sensación de que existe alguna esperanza en la
vida. La pena confiere a los seres humanos dignidad
y también dotes de persuasión.
La experiencia de la pena es acumulativa y
un quebranto modela el siguiente y nos invita a
situarlo en su contexto. Si consideramos que nuestra
tragedia es la única, difícilmente nos recobraremos,
necesitamos enmarcarlo en un espectro más amplio
para no sentirnos totalmente derrotados por el
penar que nos enfrenta con emociones muy fuertes
y grandes interrogantes acerca de la justicia, el dolor,
si la vida está gobernada por el azar, si Dios existe,
y qué sentido tiene nuestra vida. Nos cuesta mucho
comprender la naturaleza a menudo fortuita o
accidental de una pérdida significativa y que nadie,
absolutamente nadie, nos pueda ayudar a recuperarla
en totalidad. La pérdida acarrea en cadena otras
pérdidas: seguridad en la vida, la sensación de no
poder vivir sin miedo a la muerte y de que el dolor se
cebará en nosotros. Nos resulta insoportable el pensar
que la vida esté hecha de arbitrariedad y azar y que
nos despojan a capricho de las personas amadas.
Cuando admitimos que esa es la realidad para
todos y que nuestra tragedia no es única, ya que hay
otros muchos que sufren, hallamos dentro de nosotros
una compasión hacia los demás que se constituye en
parte vital de nuestra propia recuperación curativa.
La solidaridad en el penar nos capacita para aceptar
y comprender nuestro quebranto y hallar en la vida
cosas que nos alientan y por las que vale la pena
luchar. No obstante, el encarrilar las emociones es una
tarea titánica, porque cuando alguien querido muere,
54
CUANDO UN HIJO SE VA ...
tu propia vida permanece ligada a esa persona; pero
los vivos han de vivir con los vivos, sin olvidar a los
muertos.
“¿Tiene que volver siempre la mañana? —se
pregunta Novalis en Himnos a la noche— ¿No
acabará jamás el poder de la tierra?”
“Pero morir es viajar, morir es trascender”.
“Quisiera que mi vida / se cayera en la muerte /
como este chorro alto de agua bella”, de Juan Ramón
Jiménez. Complejidad de la despedida, de la muerte
y de la vida.
V
LA ERA DE LOS TRASPLANTES
L
os seres humanos somos únicos, producto de un
ensamblaje muy especial, programados por los
genes que constituyen las unidades de herencia.
El sistema endocrino —que segrega las hormonas
o mensajeros químicos— emplea como sistema
de autorregulación lo que se llama mecanismo de
autorregulación negativo. Cuando la temperatura
corporal desciende, por ejemplo, también desciende
la temperatura de la sangre, produciéndose un
flujo de sangre fría a través del cerebro que activa el
termostato o regulador corporal, causando la liberación
de hormonas que aumentan el consumo de energía, y
reduce la pérdida de calor, desconectando la sangre
que irriga la piel, particularmente los pies y las manos.
Este mismo termostato o regulador se incorpora a
los mecanismos que regulan las necesidades básicas,
hambre, sueño..., y los sentimientos, como el estrés, el
miedo, la violencia, el enfado y la tristeza, termostato
que dura toda la vida.
La interpretación mecanicista del cuerpo —el
cuerpo considerado como una máquina— tuvo su
primera versión con el filósofo francés René Descartes
(1596-1650), con su obra Tratado del hombre, y
condujo al inglés William Harvey, contemporáneo
55
56
CUANDO UN HIJO SE VA ...
de Descartes, a ser el primero que reconoció el corazón
como un mecanismo de bomba que hace circular
la sangre. La moderna concepción de hombres y
mujeres biónicos tuvo en el siglo XVII sus cimientos y
hoy creaciones mecánicas empiezan a reemplazar los
originales biológicos. Pero los trasplantes de órganos
tienen sólo décadas. El trasplante de corazón tuvo
especial significado, ya que el corazón —durante
siglos— fue considerado todo un símbolo del mundo
afectivo —se pensaba que el corazón era la sede del
sentimiento— y como tal símbolo se llegó a sacralizar:
los sagrados corazones. Cuesta todavía mentalizarnos
que el sentimiento es una reacción química producida
en el cerebro (en el tálamo e hipotálamo) con sus
correlativas sensaciones fisiológicas: el corazón late
más deprisa, la respiración se acelera, las palmas de las
manos sudan, se siente debilidad en las rodillas, etc....
El corazón ha sido utilizado como el símbolo de
los sentimientos románticos, igual en la poesía como
en las canciones. Hay corazones heroicos, duros o
de piedra, cariñosos, puros. Las narraciones de los
poetas y escritores han vinculado al corazón con
los sentimientos y al cerebro con el pensamiento.
Sentimos el corazón, pero no el cerebro. Estas creencias
equivocadas sólo reflejan nuestra ignorancia; pero los
símbolos tienen su propia lógica, ajena a la científica,
atada más al sentimiento que al intelecto.
El hipotálamo controla el hambre, la sed, la
agresividad, el sexo y las emociones. La verdad es
que filtramos la realidad. La relación entre realidad
externa y la percepción interna es muy compleja y
lo cierto es que los estímulos son manipulados en
nuestro cerebro para que coincidan con nuestras
preconcepciones. Existen barreras en la comunicación:
LA ERA DE LOS TRASPLANTES
57
semánticas, fisiológicas, psicológicas, culturales.
Los significados no son siempre los mismos ni
transmisibles. Las mentes humanas no tienen filtros
idénticos, ni las palabras, gestos, expresiones y otras
formas simbólicas tienen el mismo significado para
todos. La realidad, con sus infinitos matices, siempre
se nos escapa, y hay que interpretarla.
Casi todos hemos aceptado la idea de que la
química de nuestro organismo influye en nuestra
manera de sentir, pensar y actuar, pero también
recientemente se ha descubierto que el modo de
pensar, sentir y actuar afecta a las sustancias químicas
que secreta el organismo. Cuando experimentamos
una situación que creemos incontrolable nuestros
sentimientos son más negativos que cuando
entendemos que podemos controlar el resultado.
Las emociones son reacciones subjetivas ante el
ambiente, lo que incluye respuestas de neuronas y
hormonas y no facultades de alguna alma.
Técnicamente, la cirugía cardíaca ha avanzado
mucho desde el primer trasplante de corazón
realizado en diciembre de 1967 a Louis Washkansky
por el equipo del doctor Christiaan Barnard en la
Ciudad del Cabo. El rechazo del corazón del donante
es un problema atenuado por los nuevos fármacos.
El corazón funciona como una potente bomba,
capaz de distribuir por nuestro cuerpo la sangre que
debe alimentar nuestros miles de millones de células;
es un motor de cuatro tiempos.
Durante el trasplante, el corazón que será
trasplantado se deja en cardioplejía (es decir, que no
late) por medio de una inyección de suero salino;
seguidamente se cierran los grandes vasos para que
58
CUANDO UN HIJO SE VA ...
la sangre no salga, es extraído y colocado en nitrógeno
líquido y debe ser trasplantado en las cuatro horas
que siguen a la extracción.
El corazón bombea, aproximadamente, cuatro
litros y medio por minuto, unos seis mil cuatrocientos
cada día. ¡Maravilloso!
El corazón de Julián Duró, de Corral de Almaguer
(Toledo), estaba muy fatigado de bombear y su sístole
y diástole amenazaban, debido a una grave insuficiencia cardiaca, con pararse de un momento a otro.
Con el fin de su vida llamando a su puerta, esperaba
por un corazón donante que hiciese el milagro.
Paco y Tere, ante la tragedia de su hijo clínicamente
muerto —muerte cerebral—, deciden donar todos sus
órganos que fueron utilizados, según los doctores,
la mayoría: corazón, ojos, riñones, hueso de la
tibia, hígado. Aunque se esconde la identidad de
las personas receptoras por múltiples motivos,
económicos incluidos, Paco y Tere investigaron
posteriormente quién era la persona receptora del
corazón. Se dio la casualidad que Beni, el esposo
de Susana, es también corraleño, y los médicos,
ante la insistencia y las pistas tan claras, terminaron
descubriéndoles el secreto: el señor Duró vivía
gracias al corazón de Paquito.
—Cuando abrazo al señor Duró —decía Paco—
abrazo algo de mi hijo.
Con ellos y Susana visité a Julián Duró y familia
en su pueblo y fui testigo del milagro: el corazón de
Paquito latía vitalmente en el pecho de Duró. Atónito,
intenté comprender el prodigio y observé —la mayor
parte del tiempo— cómo aquella escena familiar con
esposa e hijas era posible.
LA ERA DE LOS TRASPLANTES
59
—Venga —me dice el señor Duró— y me condujo
a su habitación.
—Mire, esa es nuestra cama. Yo duermo a la parte
de allá, pues bien, allí, en la mesita de noche, usted
puede ver la foto de Paquito que siempre allí estará.
Gracias a él yo vivo.
En la sala de estar, al regreso, el misterio de
los sentimientos era denso. La vida, la gratitud,
la amistad, giraban en torno al juvenil corazón de
Paquito que seguía realizando el milagro de la vida
en el señor Duró.
“Abrazo algo de mi hijo”, pensamiento fijo que
no se me iba de la mente y me partía el alma.
Paquito vive en todos los que llevan sus órganos;
hace posible la felicidad a sus portadores, y vive
en todos los que lo conocimos, en nuestra mente,
o , siguiendo la tradicional simbología, en nuestro
corazón. Julián es un afortunado, lleva su corazón.
La familia Duró se deshacía en atenciones de
gratitud. Y Paco, en la despedida, abrazó y sintió el
corazón de su hijo; bueno, todos los sentimos, y brotó
la emoción, pero quedó el misterio, el de la vida, y el
dolor a cuestas.
Julián Duró
VI
LA MUERTE DESDE LA CIENCIA
S
i un individuo llegara a vivir para siempre se
convertiría en una contradicción del evolucionismo, pues sería un organismo portador de genes
no cambiante, incapaz de adaptarse a un medio
ambiente cambiante. Todos y cada uno de nosotros
somos un mosaico de otra gente y de otras
influencias ensambladas por las circunstancias en
un todo integrado. Como personas, morimos, pero
nuestros genes pasan a las siguientes generaciones
por un proceso biológico en el cual cada nueva
concepción representa un nuevo eslabón en la
evolución. Por eso el biólogo Richard Dawkins,
en su obra El gen egoísta llegó a concebir el
cuerpo solamente como una máquina genética
de supervivencia. El cuerpo, así concebido, es
algo que puede ser descartado una vez que ha
cumplido su cometido: la producción de una o más
máquinas de supervivencia, que serían los hijos.
Existen cambios evolutivos en los genes que
permiten a los descendientes adquirirlos a través de
mutaciones y así obtienen la capacidad de sobrevivir.
La muerte, además de evitar la superpoblación,
elude que la especie se convierta en obsoleta. Las
nuevas especies sólo pueden surgir con una nueva
61
62
CUANDO UN HIJO SE VA ...
vida, nueva máquina de vida que de alguna forma
inefable puede ayudar al gran proceso de la evolución
de las especies de una manera más eficiente que si
fuéramos inmortales.
Una persona que no puede adaptarse al medio
ambiente no llega a reproducirse y sus genes mueren
con él y, cuando el medio ambiente cambió en el
pasado, especies completas desaparecieron como así
lo demuestran los fósiles existentes.
Las mutaciones de adaptación necesitan siglos,
milenios, y millones en ocasiones. La verdad es que
somos osados al intentar comprender en años procesos
que supusieron millones de años. Los científicos, de
cuyas manos asidos intentamos asomarnos a este
maravilloso y complejo mundo de la vida, hablan de
unos cinco mil millones de años desde que surgió de
aquel caldo prebiótico marino la vida; pero el mismo
caldo prebiótico necesitó otros millones de años para
lograr el propicio ambiente de la eclosión vital.
Ante el fenómeno de la vida, el ser humano
—desde los inicios— se preguntó el porqué. La
pregunta sobre los orígenes de la vida, durante largos
siglos, sólo obtuvo una respuesta: la gene-ración
espontánea, la creación. Acudieron a mitos —que son
respuestas tempranas a interrogantes universales—
para explicarlos. Esa generación espontánea aparecía,
en pura lógica, como una voluntad creadora divina.
Hoy se sabe que la vida es el resultado de una lenta
evolución química.
En la antigua Grecia, la vida era considerada como
una propiedad intrínseca de la materia eterna, que
hace su aparición cuando las circunstancias le son
propicias. Aristóteles (384-322 antes de nuestra Era),
por ejemplo, pensaba que los animales y las plantas
LA MUERTE DESDE LA CIENCIA
63
no solamente nacían de parecidos sistemas vivos, sino
también de materia en descomposición activada por
el calor del sol.
En el Renacimiento, grandes pensadores, como
Descartes (1596-1650) o Newton (1642-1727),
sostuvieron las ideas de la generación espontánea de
Aristóteles. Sería el francés Louis Pasteur (1822-1895)
el que acabaría definitivamente con el dogma de la
generación espontánea en su laboratorio con el uso
del microscopio; corría el año de 1860. Terminaba
de publicarse (1859) una obra que revolucionaría
las ciencias de la vida: El origen de las especies,
del naturalista y biólogo británico Charles Darwin
(1809-1882), que plantea el origen y la diversidad
de las especies vivas e introdujo la idea de tiempo
y evolución en las ciencias naturales a partir de una
única forma primordial: una bacteria primitiva básica.
El mar fue la cuna de la vida; del mar salió la
vida: el agua, los aminoácidos y el calor del sol
fueron sus elementos. El mundo terrestre vivo, pese
a su aparente diversidad, presenta una gran unidad.
Todos los seres vivos están formados por las mismas
moléculas y proceden de la misma química: la del
carbono en agua líquida. Todos los organismos vivos
están formados por células, que difieren en su tamaño
y estructura según la especie a la que pertenecen y
que constituyen los ladrillos biológicos de los que
todos estamos hechos. La célula es la unidad básica
de la vida. Todos los humanos empezamos siendo
una sola célula, con cuarenta y seis cromosomas
normalmente, la más sencilla unidad fundamental,
estructural y funcional de nuestro cuerpo, que se
multiplica según unos códigos genéticos hasta
alcanzar los miles de millones que posee el cuerpo
humano. El incomparable programador que es el
64
CUANDO UN HIJO SE VA ...
ADN, inserto en el núcleo de la célula y que consiste
en una serie de elementos perfectamente organizados,
colocados uno a continuación de otro según un
orden establecido desde hace millones de años,
constituye los genes, cuyo conjunto se denomina
código genético. Francis Crick (físico inglés) y James
Watson (biólogo americano) descubrieron en el 1940
la estructura madre del ADN: una doble hélice cuyas
cadenas complementarias están vinculadas por
puentes químicos. Es el ácido desoxirribonucleico
(ADN) el que contiene el mensaje genético, soporte
universal de la herencia, y que es el texto que servirá
de original para fabricar copias adecuadas. Será
el ácido ribonucleico (ARN) el que transcriba y
transporte esa información hasta la fábrica de la célula
(los ribosomas) con la ayuda de las proteínas (en
griego significan primero en importancia) que son la
base química de la vida y que a su vez están formadas
a partir de ladrillos idénticos, los aminoácidos.
Se pensó, inicialmente, que el mundo— al ser
de creación divina— era perfecto, simétrico, una
obra maestra. Pero veamos. Los organismos vivos
se forman a partir de moléculas asimétricas y se las
denomina “quirales” (del griego kheir, mano). La
materia viva —según los científicos de la vida—
está hecha de aminoácidos L y nucleótidos D y no
a la inversa. Y se preguntan el porqué y ofrecen
una explicación: desde el momento que una forma
es favorecida con relación a otra, esta diferencia
puede fijarse y la otra desaparecer. Pero, ¿cuál es el
origen de la diferencia? ¿Fluctuaciones aleatorias o
diferencia intrínseca debida a una disimetría física
del universo? ¿Azar o necesidad? Ésta es la cuestión
de la “quiralidad” (nuestras manos son disimétricas
LA MUERTE DESDE LA CIENCIA
65
cuando ponemos una encima de la otra en el mismo
plano) y también lo es del origen de la vida.
Los humanos necesitamos de la necesidad, por
eso se habló del Destino, de la Providencia, de la
lógica de la vida; pero prevalece el azar, la coyuntura,
además de la disimetría en el universo. No obstante,
el caos sólo es relativo. En el núcleo de la células hay
programadores genéticos y ciertas constantes en las
leyes físicas que permiten la vida, menos misteriosa
ya; pero hay otros misterios que quizá sigan siendo
misterios que no nos abandonarán, porque los límites
de la ciencia se ven más cercanos de lo que hace muy
pocos años uno se podía imaginar.
Volvemos al misterio de la vida-muerte. Las células,
normalmente, tienen programada su esperanza de
vida: envejecen y mueren. La mayoría de las células
se dividen de veinte a cien veces en su vida. En cada
división, la célula pierde un segmento de telómero,
la extremidad del cromosoma. La desaparición de
los telómeros dirige el envejecimiento y la muerte
de la célula. Pero una enzima, la telomerasa, permite
reproducir la secuencia del telómero, que al inyectarse
en las células podría prolongar su vida.
Las neuronas —los procesos vitales del organismo
dependen de su función transmisora— no se
regeneran a lo largo de la vida.
Los glóbulos rojos de la sangre son fabricados
por la médula ósea y, al cabo de ciento veinte días de
frenética actividad, mueren. La médula, por suerte,
producirá otros.
La tribu de los glóbulos blancos cuenta con
miles de guerreros defensores de las agresiones
microbianas. Su misión es destruir las sustancias
66
CUANDO UN HIJO SE VA ...
perjudiciales que penetran en el cuerpo que protegen.
Los glóbulos blancos se dividen, según el aspecto de
su núcleo, en polinucleares y mononucleares; entre
éstos últimos están los lifoncitos y los monocitos; los
lifoncitos, según su maduración, se conocen como
lifoncitos B y lifoncitos T; los B no atacan directamente
a su objetivo: virus y bacterias, a los que envían
anticuerpos que se fijan inmediatamente sobre los
invasores, que son destruidos. Los T, muy eficaces
contra los virus, atacan directamente matando. Existe,
entre ellos, un orden de jerarquía, estrategias de
combate y planificación de batallas. Son, por lo tanto,
muy inteligentes, así como suena.
La particularidad de los anticuerpos es que tienen
memoria: identifican al germen enemigo y lo atacan
con específicas armas. No olvidemos que las células
son pequeños ordenadores (computadoras).
Pero, a veces, este ejército defensivo inteligente y
muy bien organizado, se ve desbordado y vencido por
los enemigos: las bacterias y los virus. Las primeras
son organismos unicelulares (cada bacteria es una
célula) completos y autónomos. Los virus son más y,
debido a ello, más preocupantes, ya que el principio
de vida y de multiplicación de un virus consiste en
convertirse en un parásito de la célula, utilizándola
para su propio funcionamiento. Penetra el virus
en una de nuestras células, suprime su peculiar
actividad e integra su programa vírico. El virus, una
vez instalado, se reproduce hasta que una cantidad
suficiente de nuevos virus pueden liberarse, dejando
tras de sí muerta la célula colonizada. Increíble, pero
cierto.
El organismo posee un archivo de sus invasores
—memoria inmunológica— que le permite responder
LA MUERTE DESDE LA CIENCIA
67
a una nueva invasión con un ejército de proteínas
específicamente diseñadas para este combate, que
se denominan anticuerpos. Cada anticuerpo tiene
que estar hecho a la medida. Un anticuerpo, por
ejemplo, contra el virus del sarampión, y viceversa.
Los resfriados y las gripes son producidos por virus
que cada año cambian su estructura antígena, lo que
no sucede con la varicela o el sarampión, por eso es
fácil padecer, cada año, resfriados o gripes, pero sólo
tenemos una vez en la vida la varicela o el sarampión.
VII
EL RETO DE LA MUERTE Y SU
TERAPIA
L
a vida humana está preestablecida biológicamente. Llevamos el certificado de la
muerte escrito en nuestra estructura celular. La
inevitable conclusión de los científicos es que
todas las células mueren. Los descubrimientos
más recientes parecen indicar que los humanos,
al igual que cada una de las células de nuestro
cuerpo, tenemos un contrato limitado de vida. El
problema surge cuando la muerte no se produce
por causas naturales y se subvierte el orden en el
deceso.
La vida y la muerte cohabitan, desde la fecundación
hasta la defunción, en nuestras siempre frágiles
existencias. Pero la homeostasis (el termostato) —
regulador de funciones corporales vitales, como la
respiración, la circulación de la sangre, la temperatura
corporal, los sentimientos, y emociones— nos induce
a vivir como si no fuésemos a morir, a un estado de
equilibrio homeostático, porque la visión directa cara
a cara de la muerte nos podría producir, pienso, la
muerte.
Ahora bien, cuando nos toca vivir la tragedia de
la muerte inesperada del ser querido, la homeostasia
69
70
CUANDO UN HIJO SE VA ...
se rompe y no siempre los automáticos reguladores
logran recuperar el equilibrio perdido, y es a base de
mucho tiempo y constancia, o se rompe para siempre
con la definitiva huida de la realidad, o de la vida.
Pero la muerte no puede ser un tabú. Algunos
estudios han demostrado que la privación del ser
amado que se considera insustituible —grupo
primario— y su consecuente ansiedad prolongada
producen alteraciones psicológicas permanentes
que varían según los sujetos que las padecen y la
percepción cognitiva. Existe una correlación entre
la valoración cognitiva y la reacción emocional. El
término cognitivo cubre todos los procesos mentales
y las normas culturales afectan esos procesos
cognitivos.
La tragedia de la pérdida del ser amado suele
producir neurosis depresiva que se caracteriza por
la distorsión de la realidad, la exageración de los
problemas, el pesimismo y la tristeza con ansiedad
que dura períodos extraordinariamente largos. Para
el depresivo la realidad subjetiva es la única y está
teñida de fatalismo, desgracia y dolor. Sufre molestias
tales como irritabilidad, aburrimiento, falta de
concentración, pérdida del apetito, del sueño, hasta
del deseo sexual, generando impotencia a veces;
su autoestima disminuye y su estado de salud es
deficiente; todo esto genera la pérdida de la alegría de
vivir. La causa se debe a una experiencia productora
de tensión que el sujeto no puede controlar ni eludir
y que genera angustia y produce desmoronamiento
y se vive la sensación de “ya no soporto más”, por
eso se le suele llamar también neurosis traumática.
EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA
71
C.M. Parker (1972) habla de tres etapas típicas:
La primera etapa está caracterizada por
sentimientos de choque y estupor, acompañados por
una fuerte tendencia a negar o a ignorar la realidad
de lo sucedido.
La segunda etapa involucra ansiedad, depresión
y los llamados “dolores de la aflicción”.
La tercera surge en el momento en el que las
personas perdían la esperanza de recobrar lo que
habían perdido y comenzaban a hacer el ajuste
necesario para vivir.
Se habla de “mecanismos integrados” para
afrontar la pérdida personal:
❒ Llorar. Un mecanismo integrado que es útil
para aliviar la tensión y el dolor emocional es
llorar y de esta forma restablecer, un poco al
menos, el equilibrio interno, ya que a través de
las lágrimas —llorar sobre el hombro ajeno—
se comparten las tristezas con los demás y se
obtiene a cambio cierto consuelo emocional a
través de sus reacciones de empatía, simpatía
y pena; este patrón es conocido como empatía.
❒ Manifestación verbal. El alivio emocional
que se obtiene al narrar los sentimientos es un
elemento muy importante en la psico-terapia;
en ese contexto el proceso recibe el nombre de
catarsis.
❒ Análisis de la situación. En la búsqueda del
verdadero significado e importancia de la
situación, la persona puede intentar asimilarla
en su estructura cognoscitiva y reducir así la
angustia producida.
❒ Buscar apoyo. Los otros —relevantes para
72
CUANDO UN HIJO SE VA ...
la persona— son necesarios para su sostén
psicológico y ayuda emocional hasta que
pueda recobrar su equilibrio. La tristeza,
a veces, ama la compañía. La ayuda de
profesionales competentes es necesaria para
disminuir y acortar el período de angustia y
ansiedad.
❒ Dormir. El sueño tiene una función
recuperadora, aunque se haga difícil
reconciliar el sueño, lo que se puede lograr con
los adecuados medicamentos. El soñar con la
persona suele ser terapéutico al familiarizarse
a otros niveles con el suceso traumático e
integrarlo así lentamente a la estructura
cognoscitiva sin demasiado esfuerzo.
❒ Terapias ocupacionales. El hacer cosas
sencillas y agradables diluyen la ansiedad al
ocupar la mente en fuentes gratificadoras.
❒ Viajar. Conlleva cambio de ambiente y de
situaciones menos lacerantes. La terapia de
distracción es muy importante en aras de
recuperar al menos parte del equilibrio mental
perdido.
❒ Consuelo. El hijo, o la persona amada, está
bien y no quiere ser la causa de nuestros
sufrimientos. La muerte es el regreso a
un estado primordial en el que no existe
sufrimiento ni angustia ni ansiedad. Y esto
está científicamente demostrado. El ser amado
nunca hubiera querido nuestro sufrimiento,
entonces ¿por qué sufrir sin límite ni medida?
❒ Mi hijo (a) vive y actúa. Es nuestro protector;
nos ayuda a superar las dificultades de la vida.
Es nuestro dios benefactor. Todas las culturas,
EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA
73
a través de la historia, han practicado de una
u otra forma el culto a los muertos como una
terapia contra la privación del ser querido. Es
la mitificación del ser querido; así han surgido
las religiones.
La meta esencial de la terapia es conjugar el
proceso de duelo con una sensación de alivio,
restaurar, al menos en gran parte, el equilibrio roto
y equiparse de recursos para encarar el futuro en
la búsqueda de la mejor calidad de vida familiar y
personal. ¿El cómo conseguirlo? Ése es el problema;
cada caso es diferente.
“Es tan corto el amor y es tan largo el olvido”, que
decía Neruda.
“Nada quiero, ya nada, ni el azul ni la lluvia, ni
las moras de agosto ni las fresas de abril, ni el laurel
ni la rosa; sólo estar libre del horror de pensar, del
consciente; que sea como el árbol y la espiga y la
fuente, que se dan en silencio sin saber que se dan”,
de Amado Nervo.
Horror al pensar cuando la conciencia indica
ausencias, vacíos imposibles de llenar cuando se
troncha un destino en lugar de coronarlo.
La separación definitiva del ser al que se ama
produce una náusea mucho mayor que la originada
por los dolores más crueles y las más horribles
alucinaciones de terror.
74
CUANDO UN HIJO SE VA ...
El vacío, entonces, te enreda y te aturde; vacío
existencial y esencial que roe las entrañas del ser y
destruye la ilusión necesaria para vivir.
La contradicción no es sólo el sentido de la vida,
si no también el de la muerte. Se muere al vivir y se
vive al morir, en simultaneidad.
La lucidez exige una energía proporcional a la
pérdida, que se convierte en absoluta, a veces. La
muerte se constituye en una plenitud de desgracia
para la que no estamos preparados cuando es súbita.
“Cuando nos adentramos en el misterio de la muerte,
somos presa de un patético temblor y de agónica
agitación”, diría Cioran. “Cuando sabes lo que es el
final —prosigue—, ser ya no tiene el perfume de la
existencia. Pues la muerte hurta a la vida su melodía.
Y de ambas, el perfume y la melodía, solamente queda
un desastre nocturno y musical”. No hay formas
mitigadoras, sólo agotamiento en el dolor sin pátinas
de felicidad. Rumiar interrogaciones sin respuesta;
cavilar sobre lo insoluble hasta el vértigo. La muerte
nos arranca de las cimas de la vida y nos obsesiona
dolorosamente. Las experiencias subjetivas más
profundas son asimismo las mas universales, por la
simple razón de que alcanzan el fondo original de la
vida.
Cuando has perdido lo que amabas con profunda
pasión, ¿qué podría en adelante seducirte? Hace falta
heroísmo para saltar este obstáculo esencial, que se
considera absoluto e ilimitado.
“El dolor es un estado de soledad íntima que
nada externo puede mitigar. La vida sería realmente
imposible si la intensidad de nuestros sentimientos
pudiera leerse en nuestra cara”. Cioran. En las cimas
de la desesperación, 1993.
EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA
75
“El devenir es un deseo inmanente del ser, una
dimensión ontológica de la nostalgia. Nos hace
inteligible el sentido de un «alma» en el mundo”, dice
Cioran.
“El desenlace de esta inmensa tragedia que es la
vida —la del ser humano en particular— mostrará
qué ilusoria es la fe en la eternidad de la vida; pero
también que el sentimiento ingenuo de la eternidad
constituye la única posibilidad de sosiego para el
hombre histórico”, completa Cioran.
Al final de toda melancolía existe la posibilidad,
no obstante, de un consuelo o de una resignación.
Sólo son felices quienes no piensan, es decir quienes
no piensan más que lo estrictamente necesario para
vivir. El ser humano ¿no vive acaso la tragedia de un
animal constantemente insatisfecho que habita entre
la vida y la muerte? No todo el mundo ha perdido
la ingenuidad; de ahí que no todo el mundo sea
desgraciado. La ingenuidad nos permite alcanzar
la armonía, una positiva integración en la vida. La
desintegración corresponde a una pérdida total de
la ingenuidad, ese don maravilloso destruido por
el conocimiento, enemigo declarado de la vida. No
experimentar las contradicciones vitales de forma
dolorosa es alcanzar la alegría virginal de la inocencia,
permanecer cerrados a la tragedia y al sentimiento de
la muerte. Una pérdida integral de su ser sucede con
la muerte del amado. Se muere y se crece al mismo
tiempo, cuando el sufrimiento es un abismo en el
que las barreras interiores protectoras se desmoronan
violentamente, y la vida ya no es más que una
agitación siniestra, un vértigo, un torbellino trágico.
Todo cambia cuando experimentas la desesperación,
cierra el discurso Cioran.
76
CUANDO UN HIJO SE VA ...
PENSAMIENTOS DISPERSOS
❒ “¿Dónde querrán que vaya, si no me quedan
caminos? —se pregunta Ernestina ante la
experiencia en carne propia de la muerte. Ese
muro que quiebra la plegaria más honda y se
yergue hace años obstruyéndome el cielo. Ese
muro implacable, tan ciego, tan callado... y yo
a los pies del muro con mi sed y mis ansias,
yo sola, rodeada de todo lo que esquivo.
❒ Y después... qué silencio en qué sombras de
noche.
❒ Perdida, rodando, sola entre la lluvia y el
viento.
❒ Nadie ya. Ni su presencia que atenúe mi
tristeza.
❒ Hay nubes que ocultan la luz más brillante y
vientos que quiebran el tronco más recio.
❒ Cada vez más honda, yo marcho en silencios.
❒ Ya todo en mi se aleja. Nada puede salvarme.
❒ La raíz del dolor cava en mí honduras de
abismo. La muerte tizna el alba y las tardes se
extinguen muy lentamente. Le sigue la noche
con su esquivo y vacilante rumbo. Desperté
sangrando del sueño de la vida, pensando en
otro oscuro sueño del que jamás se vuelve.
❒ Ya no asisten mi impulso los júbilos de antes.
❒ Mi corazón desnudo añora un vivir posible
que lo imposible ha roto, brusco vacío de
tu dulzura ausente que me llena de súbitos
silencios. Hondo surco indeleble que las
lluvias del tiempo no borran. Quiero empezar
EL RETO DE LA MUERTE Y SU TERAPIA
77
de nuevo. Amanecer un día con el alma
reciente, desnuda de tristes memorias”.
Ernestina de Champourcin.
Poesía a través del tiempo.
Ahí habla el sentimiento poético de la madre,
desde la sima impenetrable del dolor. Y su anhelo
utópico: amanecer un día con el alma reciente,
desnuda de tristes memorias. Porque ¿qué sabéis de
la llama que quema y no consume?
Hay distancias que alejan y otras que aproximan.
Si te llevo conmigo, eres y estás ya siempre. A los
seres queridos siempre los llevamos dentro, he aquí
la respuesta al problema de la inmortalidad; y el fin
de: “Y por mi vida el eco de un vacío”.
Soñar utopías para curar enfermas realidades;
es la terapia, quizá la única, porque ante la pérdida
no existe el consuelo, sólo la resignación. Entonces,
podríamos decir: la terapia de la resignación. Intentar
canalizar la pasión caótica e informe que habita en el
sobreviviente sería la función terapéutica.
VIII
ASPECTO FILOSÓFICO
T
al vez sea la muerte de Sócrates (470—399 antes
de nuestra Era), la dignidad con que asumió su
condena a muerte —acusado de negar los dioses
del Estado y de corromper a la juventud—, lo que
le ha convertido en personaje de leyenda. Cuarenta
días más tarde, rodeado de su mujer, sus hijos y
sus más fieles seguidores, bebía la cicuta, tras un
último diálogo sobre la inmortalidad del alma que
recoge su discípulo Platón en su obra El Fedón.
“Critón —dice Sócrates— debemos un gallo
a Asclepio (Esculapio, dios de la medicina); no te
olvides de pagar esta deuda”.
Se trataba de un sacrificio en acción de gracias al
dios de la medicina que, con la muerte, lo libraba de
todos los males de la vida. Gesto ritual que, en opinión
de otros, era de agradecimiento “por haberse curado
de la enfermedad de vivir”.
Su cuadro de referencia ideológica presuponía
que el cuerpo sólo era la cárcel del alma, idea que
plagiaron los místicos cristianos.
En el símil con el carro de carreras tirado por dos
veloces caballos, el auriga representa el alma racional;
el caballo bueno, el alma irascible; y el caballo malo, el
alma concupiscible. “Llámase ser viviente al conjunto
79
80
CUANDO UN HIJO SE VA ...
de este ajuste entre alma y cuerpo, que recibe además
la denominación de mortal”. Platón. Fedro.
Existen dos mundos para Platón: el de la
verdadera realidad —las Ideas— y el mundo de
sombras que vivimos (mito de la caverna), que es
reflejo y participación del mundo de las Ideas que, a
su vez, son realidades independientes de la opinión
de los hombres y que constituyen el objeto del
conocimiento verdadero. Por lo tanto, el mundo que
vivimos (mundo de lo que nace y muere) es copia de
una realidad eterna, que no cambia, las Ideas, y es
el Demiurgo (genio ordenador) el que realiza esta
copia. El problema de la salvación del alma (librarse
de las sucesivas reencarnaciones) es correlativo al
del conocimiento de la verdadera realidad. El alma,
antes de encarnarse, ha contemplado el mundo de
las Ideas y por una causa que Platón no termina de
aclarar, el alma ha caído de ese mundo de las Ideas
y se encuentra en su situación actual, encarcelada en
el cuerpo, lo que la hace olvidar el anterior mundo;
olvido que no es definitivo, pues mediante el
conocimiento de las cosas —reflejos y participaciones
de las Ideas—, recordará (reminiscencia). Por eso
afirma que no hay aprendizaje, sino recuerdo. Así,
hace más de dos mil años, Platón con su Academia
fue el centro espiritual de Grecia; y Atenas, el foco
de atención de la cultura griega. El fin último de la
filosofía sería la educación moral del hombre. El alma
es lo más noble del hombre, pues es la que sufre la
nostalgia de retornar al reino de las Ideas absolutas;
de ahí deduce que el alma es inmortal (Fedón).
Platón llama Ideas a los modelos o paradigmas de
la existencia.
Con Platón, (428-347 antes de nuestra Era), el
concepto de la inmortalidad tiene un cariz filosófico,
ASPECTO FILOSÓFICO
81
superando lo que hasta entonces había sido objeto de
convicción religiosa y dogma de los cultos dionisiacos.
El alma pre-existe al cuerpo y le sobrevive. También
es primera novedad del pensamiento que la filosofía
platónica tenga como objeto el estudio de un mundo
inmaterial, el de las Ideas.
La muerte sería para Platón la liberación del
alma del carcelero cuerpo y su retorno a formas
primordiales de existencia.
Cioran, desde la filosofía actual, no comprende
por qué el cuerpo ha podido ser considerado como
una ilusión, de la misma manera cómo se ha podido
concebir el espíritu fuera del drama de la vida, de
sus contradicciones y de sus deficiencias. “¿Cómo se
puede concebir la vida sin el cuerpo, cómo se puede
imaginar una existencia autónoma y original del
espíritu?”, se pregunta. Pensamos que la respuesta
está contenida en los mitos que Platón utilizó. Es
inviable desde la antropología moderna.
EL TEMOR A LA MUERTE EN EPICURO
Epicuro (341-270 antes de nuestra Era), en Atenas,
rodeado de familiares y amigos, entre los que había
también mujeres y esclavos, curiosa comuna que fue
objeto de las críticas de los estoicos, ejerció un largo
magisterio en el Jardín.
Para Epicuro, el secreto de la felicidad consiste
en la satisfacción del deseo o en la consecución del
placer. Y la virtud consiste en la prudencia en la
búsqueda del placer, al que define negativamente
como «ausencia del dolor en el cuerpo y de turbación
en el alma». El estado ideal sería aquél de paz y
equilibrio interior, llamado ataraxia. Sólo los deseos
naturales merecen su aprobación. La pasión por el
82
CUANDO UN HIJO SE VA ...
poder, dinero, fama..., al perturbar nuestro equilibrio,
produce sufrimiento. También el temor es fuente
de infelicidad. La prudencia y el conocimiento nos
ayudan a librarnos de los temores que producen
la superstición y las falsas creencias acerca de los
dioses y de la muerte. No hay que tener miedo a los
dioses porque viven eternamente felices lejos de los
hombres sin preocuparse de castigarlos ni premiarlos,
ni al castigo en la otra vida, porque no hay vida de
ultratumba ni posibilidad de ella; de aquí que el
miedo a la muerte no tenga sentido. El hombre es
libre y no está sometido al destino.
“Acostúmbrate a pensar —dice Epicuro en su
Carta a Meneceo— que la muerte nada es para
nosotros porque todo bien y todo mal residen en la
sensación y la muerte es privación de los sentidos.
Por lo cual el recto conocimiento de que la muerte
nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de
la vida, no porque añade una temporalidad infinita
sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada
temible hay, en efecto, en el vivir para quien ha
comprendido realmente que nada temible hay en el
no vivir. (...) Así pues, el más terrible de los males,
la muerte, nada es para nosotros, porque cuando
nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando
la muerte está presente, entonces ya no somos
nosotros (...). Pero la mayoría unas veces huye de la
muerte como del mayor mal y otras veces la prefiere
como descanso de las miserias de la vida. (...). Quien
recomienda al joven vivir bien y al viejo morir bien es
necio no sólo por lo agradable de la vida, sino también
por ser el mismo el cuidado del bien vivir y del bien
morir. Mucho peor aún quien dice: «Mejor no haber
nacido, pero, una vez nacido, pasar cuanto antes las
puertas del Hades».
ASPECTO FILOSÓFICO
83
Porque si esto dice convencido ¿por qué no deja
la vida?
La muerte es como un sueño continuado y ¿hay
algo más dulce que el sueño, en el que estamos
alejados de la crueldad, de la tristeza, de los dolores
y amarguras de la vida de vigilia?”
Epicuro. Carta a Meneceo.
Curiosa su teoría, pero se da la coexistencia de
la vida y de la muerte cuando se nos muere el ser
querido, cuando presentimos la propia muerte y
vivimos el extraño fenómeno de la agonía progresiva.
EL ESTOICISMO
Zenón, el fundador, es contemporáneo de
Epicuro. También enseñó en Atenas, en la Stoa o
Pórtico. El estoicismo tuvo el mismo caldo de cultivo
que el epicureísmo, pero los estoicos no estuvieron
de acuerdo con su principio básico: que «el placer es
principio y fin de la vida feliz» y en su lugar pusieron
la virtud.
Séneca, ilustre representante estoico, escribe a
Lucilio: “Aunque hayan muerto unos buenos amigos,
o me hayan sido arrebatados unos hijos irreprensibles,
conformes en todo a los deseos paternos, precisamente no nos faltará la cosa que pueda substituirlos.
¿Me preguntas cuál? Aquella misma que los había
hecho buenos, la virtud. Ella no deja ningún vacío
en el alma, les colma por entero, aleja toda añoranza;
ella sólo basta, pues la fuerza y el origen de todos los
bienes aciertan a estar contenidos en la virtud”.
Séneca. Carta LXXIV a Lucilio
84
CUANDO UN HIJO SE VA ...
La virtud consiste en «vivir en conformidad con
la naturaleza», que es el orden de toda la realidad del
universo y éste se rige por una razón (el logos o el
fuego de Heráclito) que es providente (Zeus o Dios)
y dirige —según los estoicos— sabiamente el destino
de las cosas y de los hombres. Con la guía segura de
la filosofía, el sabio estoico será capaz de sobrellevar
el destino, tanto si es un dios el árbitro del universo
como si es el azar quien lo gobierna. El sabio estoico
encuentra el camino de la felicidad cuando consigue
una perfecta indiferencia (apatía) en cualquier tipo de
situación enviada por el Destino: “Plazca al hombre
todo lo que le place a Dios; sienta admiración de
sí mismo y de sus cosas, por cuanto no puede ser
vencido y puede tener los males bajo su pie y someter
con la razón, la más fuerte de todas las cosas, el azar,
el dolor y la injuria”.
Séneca. Carta LXXIV a Lucilio
La filosofía se convierte así en una forma de
sabiduría para la vida.
Séneca, que vivió tres siglos después de Epicuro,
pertenece, por lo tanto, al período tardío del desarrollo
del estoicismo, ocupó diversas magis-traturas
romanas: senador, cuestor y tribuno. Había nacido en
Córdoba, cuando España era una provincia de Roma.
Sintió en su carne el régimen de terror que impuso
su tiránico discípulo, Nerón. Acusado de conspirar
contra el tirano, Nerón le ordenó que se suicidara,
lo que hizo el sabio estoico, abriéndose él mismo las
venas como suprema muestra de su creencia en la
necesidad de aceptar resignado e impasible el destino.
ASPECTO FILOSÓFICO
85
LA ESCUELA DE LA SOSPECHA
Desde Descartes (1596-1650) los filósofos saben
que es necesaria la duda, porque —como afirma
Cioran— la historia de la filosofía es la negación
de la filosofía. Y se puede añadir: la historia de las
religiones es la negación de la religión. Todos los
sistemas filosófico—teológicos sólo analizan partes
percibidas, lo que aparece, nunca lo que es. Descartes
inicia la duda metódica.
Nietzsche, Marx y Freud, crean determinadas
concepciones muy influyentes en la crítica de la
cultura, lo que Paul Ricoeur ha llamado «la escuela de
la sospecha», porque los tres toman en consideración
una dimensión de la conciencia humana que no había
sido tematizada en la filosofía anterior, su capacidad
de fabulación y de autoengaño inconsciente, lo que
se ha llamado «la falsa conciencia». Hasta ahora se
había dudado de las ideas, pero no de la conciencia.
Los tres inventan un arte para interpretar las fábulas
o mitos que la propia conciencia crea, buscando el
sentido de las creaciones culturales en el análisis de
la relación entre lo que la conciencia expresa y lo que
está latente y simulado.
EL MUNDO COMO “JUEGO TRÁGICO” EN
NIETZSCHE
La vida es el fondo originario y profundo del que
surge todo, había dicho Nietzsche. Nos presenta la
visión trágica del mundo como una realidad en la que
la vida y la muerte, el nacimiento y la decadencia de
lo finito se entrelazan. Nacimiento y decadencia son
sólo aspectos de la vida; «el camino hacia arriba y el
86
CUANDO UN HIJO SE VA ...
camino hacia abajo son uno y el mismo», había dicho
Heráclito.
Lo trágico es para Nietzsche un principio cósmico.
El mundo es un “juego trágico” (la lucha entre Apolo
y Dioniso) y la tragedia es la llave que proporciona la
comprensión del mundo, puesto que toda tragedia
revela la unidad de todo lo existente; la individuación
de las cosas es la fuente primordial del mal y el arte
ofrece la posibilidad de retorno a la unidad (doctrina
mistérica de la tragedia). La lucha de principios
antagónicos, visión de la batalla entre el fondo vital
informe que lo engendra todo y todo lo devora, lucha
eterna entre unidad e individualidad.
Las palabras sólo expresan metáforas de las cosas.
La “cosa en sí” es totalmente inconcebible; usamos
metáforas para describirlas que no corresponden en
absoluto a las esencias primitivas.
El hombre —en la línea nietzscheriana— realiza la
invención de la metafísica, de la filosofía, de la religión
y de la moral, para escapar a la caducidad y dar a su
existencia un significado infinito, el eterno retorno de
«lo mismo».
“Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la
rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer,
eternamente corre el año del ser. [...] El centro está en
todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad”. F.
Nietzsche. Así habló Zaratustra.
Nietzsche, para elaborar esta doctrina, parte
del tiempo lineal con su diferencia entre pasado y
futuro; lo suprime luego y aprehende el mundo en su
totalidad, por encima y más allá de las cosas, como
unidad. El tiempo es repetición.
La «muerte de Dios» significa la supresión de la
trascendencia de los valores y el descubrimiento de
ASPECTO FILOSÓFICO
87
que éstos son creaciones humanas; no hay valores
absolutos, pues.
“No es la conciencia la que determina la vida, sino
la vida la que determina la conciencia”, dice Marx en
La ideología alemana.
FILOSOFÍAS DE LA EXISTENCIA
Para Kierkegaard (1813-1855) lo único real
existente es el hombre concreto de carne y hueso, que
no está determinado por nada ni por nadie, que está
trágicamente solo ante sí mismo y tiene que elegir
entre infinidad de posibilidades, lo que le produce
angustia.
Las dos características fundamentales del
existencialismo, la prioridad concedida a la existencia
sobre la esencia y la importancia otorgada a la subjetividad en un intento de crear un nuevo humanismo
que pretende recuperar al hombre (hoy se hablaría
de seres humanos) en su singularidad, que vive
sumergido en la angustia de sus situaciones y que
subjetiva emocionalmente los acontecimientos,
aunque muchas de sus vivencias no puedan ser
definidas.
El hombre es una existencia que se define como
proyecto, que será lo que libremente proyecte ser.
Para Heidegger, el hombre se expresa en la existencia,
en el ser-ahí, en tener al ser como algo que se debe
realizar, un proyecto que se da en el ser-en-el-mundo,
ocuparse de las cosas como instrumentos para la
realización de sus propias posibilidades, análisis
dinámico y conductual del ser del hombre (del ser
humano).
88
CUANDO UN HIJO SE VA ...
El ser-ahí-en-el-mundo le crea angustia; tentado
a huir, la angustia entrega al hombre a su propia
responsabilidad. Sólo su propio fin, la muerte,
posibilidad de no ser ya más, suprime la angustia,
cierra el proceso: «ser en el mundo es un estar a la
muerte».
EL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA
El «hombre de carne y hueso» de Unamuno
(1864-1936) vive —trágicamente— la lucha de
contrarios en su interior: el ansia de supervivencia
y la sospecha de la muerte, el sentimiento y la razón,
la razón y la fe, la esperanza y la desesperanza, que
lo aboca en el sentimiento trágico de la vida que es
la conciencia de esta tensión entre opuestos.
“Porque no quiero morirme del todo, y quiero
saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no
muero, ¿qué será de mí?; y si muero, ya nada tiene
sentido. Y hay tres soluciones: a) o sé que me muero
del todo y entonces la desesperación irremediable, o
b) sé que no muero del todo, y entonces la resignación,
o c) no puedo saber ni una ni otra cosa, y entonces
la resignación en la desesperación o ésta en aquélla,
una resignación desesperada, o una desesperación
resignada, y la lucha”.
Miguel de Unamuno.
Del sentimiento trágico de la vida.
Ni las filosofías anteriores ni la teología cristiana
habían resuelto esta tensión de inmortalidad personal.
Los argumentos platónicos sobre la inmortalidad
del alma están caducos, al igual que el concepto de
ASPECTO FILOSÓFICO
89
sustancia de Aristóteles. La inmortalidad no se puede
apoyar en argumentos de la razón, porque ésta no
puede «dar razón» de la vida, pues la razón habla
de ideas universales, por lo tanto no puede explicar
el ansia de inmortalidad que es individual. Entre la
razón y la vida hay una contradicción permanente.
La fe en la inmortalidad se alimenta siempre de la
duda, y en esto consiste la tragedia.
Los personajes de Unamuno en sus novelas
luchan por ser, «agonistas» los llama él, del griego
agonistés, que significa luchador (agonía significa
en griego lucha o combate), ya que concibe la vida
del hombre como lucha en la vida y contra la muerte.
Pero en la manera de entender la inmortalidad,
Unamuno tiene poco que ver con la tradicional teoría
de la supervivencia del alma, de la vida futura de las
religiones. No sólo cuenta el futuro, sino recuperar el
pasado, la supervivencia del pasado personal, pero
todo —afirma— está condenado a la extinción. Sufre
en carne propia, a partir de la crisis de 1897, el misterio
de la personalidad, la tensión entre lo que es y lo que
quiere ser, la creación de una personalidad original y
única, y creer en su inmortalidad personal: sobrevivir
con fama en las memoria de los hombres, constituirse
en historia de la humanidad. “La creación de nuestro
yo ideal e imaginario nos salvará”, piensa Unamuno.
LA MUERTE NO ES AJENA A LA VIDA.
En los grabados del siglo XIX, la muerte es
representada como un esqueleto con una guadaña
preparada para segar la vida. Un ente aparte; pero
la muerte está inserta en la vida que en su proceso y
para su posibilidad necesita la muerte, generadora
de energía y viabilizadora de transformaciones y
90
CUANDO UN HIJO SE VA ...
adaptaciones. La evolución exige la muerte, y la vida
de unas especies se constituye a expensas de otras .
La muerte es parte de ese ímpetu vital al que
Bergson (1859—1941) llama élan vital y que es la
causa de las variaciones (mutaciones) que producen
las nuevas especies; ímpetu que es inagotable.
“...la fragmentación de la vida en individuos
y especies. Creemos que depende de dos tipos de
causas: la resistencia que la materia bruta opone a
la vida, y la fuerza explosiva que, por un equilibrio
inestable de tendencias, tiene la vida misma ”.
H. Bergson. La evolución creadora.
El universo no está hecho, sino que está
continuamente haciéndose y deshaciéndose. La
materia representa el proceso de deshacerse, el
movimiento de la vida en el mundo representa el
momento ascendente.
La vida, se diría más tarde, es un gerundio no
un participio, un hacerse no un hecho, es por eso
que se escapa a la inteligencia que capta lo estático.
El instinto se mantiene más cercano a la vida que la
inteligencia, pero no tiene conciencia reflexiva.
Si el instinto pudiera reflexionar sobre sí podría
captar la vida. Esta es la función que cumple la
intuición, que es una especie de instinto consciente
de sí. La inteligencia capta lo estático (la materia)
y la intuición lo dinámico de la vida. El uso de la
inteligencia sirve también para analizar el contenido
de la intuición, según Bergson.
ASPECTO FILOSÓFICO
91
“DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO”
—Aforismos de E.M. Cioran—
Siento admiración por el fino estilo de Cioran y
por el peso específico de sus frases, cápsulas ricas en
contenido y en sugerencias. ¿Hemos perdido todo
al nacer?, sentencia que resume su pensamiento.
No, no lo creo, pero la urdimbre de pensar seduce
y arrastra hasta su vorágine de la duda: ‘socavar
certidumbre tras certidumbre’, para poder asistir al
gozoso espectáculo de nuevas imágenes surgidas de
la pirotecnia de su ingenio.
Cuestionar el valor de la vida es reducirla a
esquemas lógico—científicos que no corresponden
a la vida. La vida que necesitó miles de millones de
años —desde aquel caldo prebiótico hasta hoy día—
no puede ser valorada en un instante con palabras y
frases por muy bonitas que éstas sean.
Hay aspectos de la realidad —dice Wittgenstein—
a los cuales no podemos acceder de un modo
adecuado por medio del lenguaje lógico—formal o
científico. Es el pesimismo metafísico que va desde
Kant a Schonpenhauer y Nietzsche y que se centra
en los límites intrínsecos de la razón y de la misma
palabra; los mismos símbolos son esencialmente
simples y la mayor parte de la realidad se nos escapa
de nuestro campo de aprehensión, hasta los términos
no tienen para todos el mismo significado; “los límites
de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”,
añade Wittgenstein.
Sólo podemos expresar nuestras vivencias —también
limitadas— ante la vida, hecha de azares, de coyunturas
e irracionalidad, y de adaptaciones evolutivas
milenarias. Del inconveniente de haber nacido,
92
CUANDO UN HIJO SE VA ...
título de uno de sus libros, es clara alusión de su
perspectiva vital: la seducción por lo primordial, de
lo que precede al nacimiento, pero que también es lo
que nos sigue a la vida, y en el medio la conciencia
del deseo-miedo de lo primordial. Y esta conciencia
(vida) es y está, y el intentar valorarla podría ser inútil
utopía, o al menos una contradicción: valorar la vida
desde la vida, desde una parcela muy limitada en
el tiempo y el espacio de la vida. La valoración será
siempre personal y coyuntural y no puede ser lógica,
porque la vida no lo es; en ella prevalece lo instintivo
como nota dominante de la canción de la vida. Pero
Cioran dice mucho y además bien, y recientemente
se despidió de la vida.
❒ Seducción por lo primordial: “sólo me seduce
lo que me precede, lo que me aleja de aquí,
los innúmeros instantes en que yo no fui ”.
❒ “La salud es un bien cierto; pero a los que la
poseen les ha sido negada la suerte de saberlo,
pues una salud consciente de sí misma es una
salud en peligro”.
❒ “El pensamiento nunca es inocente. Porque es
implacable, porque es agresión, nos ayuda a
romper nuestras trabas”.
❒ “El medio más seguro para no equivocarse,
es socavar certidumbre tras certidumbre”.
❒ “Hubo un tiempo en que el tiempo no existía...
El rechazo del nacimiento no es otra cosa que
la nostalgia de ese tiempo anterior al tiempo”.
ASPECTO FILOSÓFICO
93
❒ “Con respecto a la muerte (de la que no he
logrado hacerme una idea clara) oscilo sin
cesar entre el misterio y la «nada», entre las
Pirámides y la Morgue”.
❒ “Es como el sentido de la vida. ¿Es necesario
que la vida lo tenga?”
❒ “El sufrimiento no hace mejor a nadie. Sólo
sirve para abrir los ojos”.
❒ “La certeza de que no hay salvación es una
forma de salvación, es incluso la salvación. Lo
insoluble como solución, como única salida”.
❒ “La vejez es la autocrítica de la naturaleza”.
❒ “La conciencia es algo más que la espina, es
el puñal en la carne”.
❒ “Por más que lo intento, no consigo despreciar
todos esos siglos durante los cuales no se hizo
otra cosa que aclarar una definición de Dios”.
❒ “Mientras se vive fuera de lo terrible, se
hallan palabras para expresarlo; en cuanto
se le conoce por dentro, ya no se encuentra
ninguna”.
❒ “Los desconsuelos de cualquier género pasan,
pero el fondo del que proceden subsiste y
nada lo mitiga. Es inatacable e inalterable. Es
nuestro propio «fatum»”.
❒ “Recordar, tanto en el furor como en la
desolación, que la Naturaleza, como dice
Bossuet, no consentirá en dejarnos por mucho
tiempo «ese poco de materia que nos presta»”.
❒ “Por muy desengañados que estemos, es
imposible vivir sin alguna esperanza. Siempre
conservamos una, a pesar nuestro, y esa
94
CUANDO UN HIJO SE VA ...
esperanza inconsciente compensa todas las
demás, explícitas, que hemos agotado o
rechazado”.
❒ “Se ha adquirido de tal forma el hábito de la
vida que se torna uno incapacitado para la
muerte”.
❒ “Una amiga me escribe: ‘me apresto a entrar
en lo Desconocido’. Después de la muerte
discierno mal dónde puede uno entrar. La
muerte no es un estado, a lo mejor ni siquiera
es un tránsito”.
❒ “No es fácil hablar de Dios cuando no se es
ni creyente ni ateo; eso es sin duda el drama
de todos nosotros, incluyendo a los teólogos:
el no poder ser ni lo uno ni lo otro”.
❒ “«No juzguemos a nadie sin antes haberte
puesto en su lugar». Ese viejo proverbio
invalida cualquier juicio, pues sólo juzgamos
a alguien porque, justamente, no podemos
ponernos en su lugar”.
❒ “Al permitir que el hombre (ser humano)
sea, la Naturaleza cometió algo más que un
error de cálculo: cometió un atentado contra
sí misma”.
❒ “«La verdad permanece oculta para aquel
que está lleno de deseo y de odio» (Buda)...
Es decir, para todo ser viviente”.
❒ “Entierro en un pueblo normando. Pido
detalle a un campesino que miraba de lejos
el cortejo. «Todavía era joven, apenas sesenta
años. Lo encontraron muerto en el campo.
¿Qué se le va a hacer? Así es... Así es... Así
es...». Ese estribillo, que de momento me
ASPECTO FILOSÓFICO
95
pareció divertido, me obsesionó después. El
hombre no sabía que estaba diciendo de la
muerte todo lo que se puede decir y todo lo
que se sabe de ella”.
❒ “¿Por qué temer al vacío que nos espera si
no difiere en nada del que nos precedió? Este
argumento de los antiguos contra el miedo
a la muerte no puede servir de consuelo.
Antes, se tenía la suerte de no existir; ahora se
existe y es esa parcela de la existencia, o sea de
infortunio, la que teme desaparecer. Parcela no
es la palabra, puesto que cada cual se prefiere,
o, por lo menos, se iguala, al universo”.
❒ “Estamos tan habituados a vivir a la
expectativa, a apostar por el futuro o por
un simulacro de futuro, que sólo hemos
concebido la idea de inmortalidad por
necesidad de esperar durante la eternidad”.
❒ “En el transcurso de los siglos, el hombre
se ha esforzado en creer, ha pasado de
dogma en dogma, de ilusión en ilusión, y ha
consagrado muy poco tiempo a las dudas,
breves intervalos entre sus períodos de
ceguera. A decir verdad, no eran dudas, sino
pausas, momentos de descanso consecutivos
a las fatigas de la fe, de cualquier fe”.
❒ “Es obvio que Dios era una solución y
que nunca se encontrará otra igualmente
satisfactoria”.
❒ “Aristóteles, Tomás de Aquino, Hegel: tres
avasalladores del espíritu. La peor forma de
despotismo es el sistema, en filosofía y en
todo”.
96
CUANDO UN HIJO SE VA ...
❒ “Aceptamos sin temor la idea de un sueño
ininterrumpido; en cambio un despertar
eterno (la inmortalidad, si fuera concebible,
sería eso), nos sume en el terror”.
❒ “En lo más íntimo de sí mismo el hombre
aspira a alcanzar la condición que tenía antes
de la conciencia. La historia es sólo el rodeo
que da para conseguirlo”.
❒ “Todo fenómeno es una versión degradada
de otro fenómeno más vasto: el tiempo, una
tara de la eternidad; la historia, una tara del
tiempo; la vida, tara también, de la materia.
¿Qué sería entonces lo normal, lo sano?
¿Acaso la eternidad? Ella misma no es más
que una tara de Dios”.
❒ “Cada generación vive en el absoluto: se
comporta como si hubiese llegado a la cima
o al fin de la historia”.
❒ “Sólo tiene convicciones quien no ha
profundizado en nada”.
❒ “Todos los grandes acontecimientos fueron
desencadenados por locos, por locos ... mediocres”.
❒ “Todo está lleno de dioses, decía Tales en los
albores de la filosofía; hoy, en su crepúsculo,
podemos proclamar, y no únicamente por
necesidad de simetría, sino por respeto a la
evidencia, que todo está vacío de dioses”.
❒ “En el fondo cada cual se cree y se siente
inmortal, aunque sepa que va a expirar dentro
de un instante. Se puede comprender todo,
admitir todo, imaginar todo, salvo la propia
ASPECTO FILOSÓFICO
97
muerte, aunque se piense en ella sin descanso
y se esté resignado”.
❒ “Cuando el hombre olvida que es mortal
se siente empujado a hacer grandes cosas,
y a veces lo logra. Este olvido, fruto de la
desmesura, es al mismo tiempo la causa de
sus desgracias. «Mortal, piensa como mortal».
La Antigüedad inventó la modestia trágica”.
❒ “No tengo fe, afortunadamente. Si la tuviera,
viviría con el temor constante de perderla. Así, lejos de ayudarme, no haría más que
dañarme”.
Así es Cioran, endiabladamente lúcido.
La voluptuosidad de haberse mantenido en
un estado de pura posibilidad, sin llegar a existir,
presupone el existir, o sea es una contradicción, y
siempre se puede llegar al estado primordial añorado
a través de la muerte, de la propia muerte, de la
eutanasia, a la que todo ser humano, en circunstancias
límite, tiene derecho. Sólo el propio ser humano tiene
derecho sobre su propia vida, nadie más, ni el Estado
ni Dios, ambos creación de los humanos, ya que los
pueblos han tenido dioses, sus propios dioses, y sus
creencias.
Los aforismos de Cioran no tienen desperdicio,
hacen profundizar, reflexionar y cualquier comentario
sería vano, sólo cabe la interpretación, cada una
la suya, dependiendo de los propios ‘filtros’, de
aquellos idola (ídolos) —prejuicios deformadores
98
CUANDO UN HIJO SE VA ...
muy arraigados— de los que ya nos habla Francis
Bacon (1561—1626), pero actualizados.
Seducción por la pira (hoguera) donde Dido
se inmola, y Hércules... La incineración, el fuego,
crisol ecológico, el retorno al polvo, la integral entrega
cósmica.
IX
LUISMA ESPARZA TAIBO
Bilbao, 16 de marzo de 1998
Estimado Primitivo:
Después de tantos años cuesta un poco saber por
donde empezar. Quizás, lo que más ha marcado mi
vida tuvo lugar el 6 de enero de 1994. Como sabes
me casé y a los cuatro años tuve un hijo. El parto fue
muy laborioso, y mi marido dijo que con uno bastaba.
A pesar de mi insistencia, pues me encantan los niños,
no tuvimos más. Le pusimos el nombre de su padre,
Luis Manuel, y resultó un chico del que me siento muy
orgullosa. Tal vez sea pasión de madre, pero Luisma
era conocido por todos como una persona que no
estaba hecha para este mundo. Y así debía ser, pues
el cinco de enero, volviendo de ver la cabalgata de
Reyes, un coche lo atropelló y ya no volvió a recuperar
la consciencia. Al día siguiente marchó.
Como puedes suponer el golpe fue tremendo y, a
pesar de haber pasado cuatro años, aún no nos hemos
recuperado. Perder un hijo de quince años creo que
es lo más duro que le puede ocurrir a una mujer.
Y ésta es la vida que me ha tocado vivir.
99
100
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Tratando de tirar de la familia, pero hundiéndome a
escondidas...
Una firma internacional patrocinaba un concurso
de redacción en España, allá al final de la década
del sesenta, cuando Amalia Taibo Repila, de Bilbao,
obtuvo el primer premio nacional femenino y un
estudiante de cuarto de bachillerato, en el Seminario
Menor de la Bañeza, León, el primero masculino. El
premio, entre otras cosas, era un viaje a Chile para
cuatro personas, los dos estudiantes y dos profesores,
entre los que yo figuraba. Durante años, las cuatro
familias cultivamos el arte de la amistad. Después
vino la dispersión, y aunque la amistad siempre
estuvo, no así las relaciones epistolares. Después de un
silencio de años, surgió la necesidad de la búsqueda
y el reencuentro. Su primera carta de marzo me dejó
sin respiración, atenazado en el aire, consternado al
saber que temprano, muy temprano, descendieron a
la sima del dolor y que la muerte —como diría Miguel
Hernández— levantó pronto el vuelo, pronto madrugó
la madrugada. Le notifiqué que estaba escribiendo
sobre el tema y la invité, cordialmente, a que escribiera,
ya que sé que lo hace muy bien, y ésta fue su segunda
carta de junio.
Bilbao, 22 de junio de 1998
(...) Gracias por tu invitación a escribir, pero
me sentiría una hipócrita si lo hiciera. Te explico:
cuando ocurrió lo de Luisma, los hermanos de La
101
LUISMA ESPARZA TAIBO
Salle me pidieron que escribiese una carta para los
compañeros de clase, pues estaban muy afectados. Lo
hice, tratando de llevarles esperanza y mirando hacia
el futuro. Sus vidas no tenían porqué pararse el 6 de
enero. Pasado cierto tiempo, un día que sus amigos
vinieron a visitarnos, nos trajeron unos trabajos que,
mandados por el sicólogo del colegio, habían hecho.
Eran todos conmovedores. Con la sinceridad y la
luz que tiene la juventud. Pero hubo uno de ellos
que me hizo pensar. Para la chica que lo escribió,
mi carta, decía ella, le había hecho reflexionar. Si
nuestro dolor era tan grande, siendo sus padres, y
estábamos tratando de encauzar nuestras vidas por
amor y respeto a la gente que nos rodeaba, ella no se
creía con derecho a ser menos ni a procurar no seguir
adelante.
Aquello, en un principio me agradó, pero luego
pensé que yo no estaba siendo sincera. Todo aquello
que había escrito era lo que yo me decía a mí misma
tratando de autoconsolarme, pero no era en realidad
lo que yo sentía. Lo que mi corazón palpita es casi
lo contrario de lo que decía aquella carta. Una cosa
es lo que tiene que ser y otra muy distinta lo que es .
Todos sabemos que hay que hacer esto y lo otro.
Pero ¿cómo?
Te envío un recordatorio de Luisma. No es bonito
ni feo, pero está hecho con muchísimo amor por su
padre y por mí.
Bueno, creo que ya te he hecho partícipe de mi
estado de ánimo. Pero no pienses que todos me ven
así. Soy muy buena disimulando. Pienso que mi dolor
es mío y los demás no tienen porqué sufrirlo. Como
verás, he hecho una excepción.
(...)
102
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Para tus amigos Paco y Tere va todo mi afecto
y apoyo. ¿Quién mejor para entenderlos? Pero nos
llevan ventaja: tienen una hija y siguen ejerciendo de
padres.
(...)
Hasta pronto, Amalia.
Luisma
X
LA EUTANASIA
-El desmoronamiento de la moral
religiosa tradicional-
L
a moral occidental tradicional, después de regir
nuestros pensamientos y decisiones sobre
la vida y la muerte durante dos mil años, se
ha desmoronado. Todo pudo haber ocurrido
en nuestra última década, cuando tribunales
europeos autorizaron a médicos a poner fin a
vidas humanas que estaban sufriendo de forma
insoportable sin ninguna esperanza de mejorar y
que pedían que les ayudaran a morir.
Los americanos no han sido testigos de estas
trascendentales sentencias judiciales, excepto el caso
de Jack Kevorkian —el doctor de la muerte— que
fue absuelto por un jurado de doce miembros, en
Michigan, de ayudar a suicidarse a Thomas Hyde
(suicidio asistido por un médico). Kevorkian admitió
haberle proporcionado monóxido de carbono,
tubos y una máscara a Hyde para poner fin a una
terrible dolencia nerviosa progresiva conocida como
enfermedad de Lou Gehrig o ALS.
El Colegio Oficial de Médicos de América
mantiene, en aparente contradicción, que «el médico
103
104
CUANDO UN HIJO SE VA ...
no ha de causar la muerte intencionalmente»
(eutanasia activa, para la que se utiliza el término de
comisión), pero sostiene que le es lícito a un médico
retirar todos los tratamientos para prolongar la vida,
incluida el agua y la comida, a un paciente en coma
irreversible (eutanasia pasiva, y se habla de omisión).
Pero retirar el agua y la comida también es un acto
de comisión. Y permitir que un enfermo en estado
terminal muera de sed y de hambre, sumamente cruel.
Desde la introducción —hace unos veinte años—
de la «muerte cerebral» como criterio de muerte de
un ser humano, algunos médicos americanos piensan
que a las personas cuyos cerebros están muertos se les
podía calificar de muertos porque estaban «muriendo
irreversiblemente» o porque tenían una «calidad de
vida inaceptable». El trasplante de órganos se basa en
la idea de que morimos cuando nuestro cerebro está
muerto, Peter Singer, Repensar la vida y la muerte,
1997.
Los defensores de dogmas morales y los
especialistas conservadores en bioética hablan del
valor intrínseco de la vida humana, sin considerar su
naturaleza o calidad. Pero toda vida humana tiene su
dignidad o valor especial y como tal debe ser vivida;
no es la vida sin más, sino la dignidad o calidad de
vida la que tiene valor «intrínseco».
La moral tradicional se apoya en mitos: el de la
creación (el hombre —ser humano— fue creado por
Dios, los griegos dirían por Prometeo, a su semejanza)
y en que los pontífices sacerdotes son los autorizados
legítimamente por Dios para representar su autoridad
e interpretar su voluntad. Estos estereotipos no
tienen vigencia entre intelectuales de vanguardia;
científicamente son inadmisibles; sólo tienen
LA EUTANASIA
105
explicación en la lógica del mito —pensamiento
simbólico— . La paternidad no nos da derecho
sobre la vida de nuestros hijos, menos una hipotética
creación. El mito de la creación y otros posteriores
se han manipulado como herramientas ideológicas,
como instrumentos de sumisión.
En la moderna bioética se ha dado un giro
copernicano: la persona es la única dueña de su
vida, y la sociedad, al ser el individuo un ente social,
es la que debe determinar los parámetros sobre
la «dignidad de la vida», el «derecho a morir con
dignidad», en qué consiste «la calidad de la vida», «la
muerte irreversible», «la calidad de vida inaceptable».
La autoridad eclesiástica en notorio declive y el
auge de una mayor comprensión de los orígenes y la
naturaleza de nuestra especie nos hacen presenciar
el total desmoronamiento de la moral tradicional,
anulada por los cambios en tecnología médica y el
estudio de los mitos.
El paso de una moral religiosa a una bioética,
apoyada en la persona y en la humana sociedad, está
llena de incertidumbres y de confusión; esto es un
proceso normal. Sí sabemos que la ética tradicional no
funciona para solucionar estos problemas; sirvió más
bien para torturar y matar a los herejes, esclavizar a
los miembros de las razas conquistadas y para tratar
a las mujeres como propiedad de los maridos, sólo a
manera de ejemplo, ¿ y qué no decir de las cruzadas
y guerras santas, apoyadas en la moral religiosa
tradicional? Las normas, patrones y códigos de la
nueva bioética se están abriendo paso con grandes
dificultades al tener que superar estereotipos y
prejuicios morales de la tradición —“nuestros
antepasados así lo han prescrito”—, pero van de la
106
CUANDO UN HIJO SE VA ...
mano de los últimos descubrimientos y avances en
el campo de la salud, de las ciencias sociales y de
las nuevas técnicas y nuevas definiciones sobre la
dignidad y calidad de la vida.
REDEFINIENDO LA MUERTE
Según la versión clásica, la muerte era «el cese
permanente de flujo de los fluidos corporales vitales»,
de la sangre en los humanos, de la savia en los árboles.
Así, el Black’s Law Dictionary (1968) la define:
«Muerte. El cese de la vida; el cese de la existencia;
definida por lo médicos como una interrupción total
de la circulación de la sangre y, por consiguiente,
un cese de las funciones animales y vitales, como la
respiración, el pulso, etc...».
La era de los trasplantes y de los respiradores
artificiales exigieron una nueva definición. En
Estados Unidos, el Comité sobre la Muerte Cerebral
de Harvard (1968) dice: “Nuestro principal objetivo
es definir el coma irreversible como un nuevo criterio
de muerte”. Poco después, la mayoría de los países
desarrollados redefinieron la muerte en términos
similares. Puesto que el cerebro es el órgano que
mantiene el equilibrio dinámico del sistema, la
muerte se produce cuando se pierden completa
e irreversiblemente las funciones cerebrales. Esta
redefinición fue uno de los logros más firmes de la
bioética.
El cerebro humano se puede dividir en dos
partes: «superior» e «inferior». La parte superior
consta de los dos hemisferios cerebrales, incluida
la corteza cerebral; y es aquí, en la parte superior,
donde se localiza la conciencia. Si la parte superior
LA EUTANASIA
107
del cerebro no funciona, no podemos ver, ni oír, ni
sentir, ni experimentar placer, dolor, deseos.
Si la parte superior está destruida, pero el tronco
encefálico sigue intacto, puede haber respiración,
latidos del corazón y actos reflejos, pero sin la más
mínima conciencia. Se podría describir a una persona
en este estado como en coma irreversible, en estado
vegetativo persistente o en estado de «muerte
cortical», porque la corteza cerebral está muerta.
La muerte sería la pérdida irreversible de la
capacidad de conciencia.
EL DERECHO A MORIR
Los partidarios de la eutanasia voluntaria
(del griego eu, bien, y thanatos, muerte, “buena
muerte”) existen desde hace mucho tiempo. Pero,
se pregunta Peter Singer ¿qué nación del siglo XX
estaría preparada para tomar la delantera en un
terreno en el que ningún régimen jurídico se había
adentrado antes? Holanda, el país de los tulipanes,
los molinos de viento y los campesinos con zuecos
de madera, tomó la delantera al ser la pionera de la
eutanasia. En Holanda, 1971, la doctora Postma tuvo
el valor de actuar precisamente con su madre que
había sufrido una hemorragia cerebral que la había
dejado parcialmente paralizada, sorda e incapacitada
para hablar sin dificultad. En el asilo en que vivía,
la habían atado a la silla para evitar que se cayera.
Suplicaba reiteradamente a su hija que pusiera fin a su
vida. Finalmente, afirma la doctora Postma, «cuando
veía a mi madre, una ruina humana, colgando de esa
silla, no podía soportarlo». Le puso una inyección de
morfina que acabó con la vida de su madre, e informó
al director del asilo, que informó a la policía. La
108
CUANDO UN HIJO SE VA ...
doctora fue acusada de «asesinato piadoso», delito
legal en Holanda. Aunque la declararon culpable, sólo
la condenaron a una semana de libertad condicional
y le asignaron un período de prueba de un año,
lo que equivale a cierto grado de aceptación. Un
grupo de personas del pueblo de la doctora Postma,
reforzado por médicos que firmaron una carta abierta
al ministro de Justicia de Holanda, decidió crear una
Sociedad para la Eutanasia Voluntaria.
Después de varios casos más, el Real Colegio
Oficial de Médicos proponía que se permitiera la
eutanasia en las circunstancias siguientes:
❒ Sólo podrían practicar la eutanasia los
médicos.
❒ Tendría que haber una petición explícita del
paciente en la que no hubiera la más mínima
duda del deseo de éste de morir.
❒ La decisión del paciente tendría que ser
documentada, libre y persistente.
❒ El paciente tiene que estar padeciendo una
situación de dolor y sufrimiento insoportables, sin esperanzas de mejoría.
❒ Es preciso que no haya otras medidas para
hacer soportable el sufrimiento del paciente.
❒ El médico debe ser muy cauteloso al tomar la
decisión y debe solicitar una segunda opinión
a otro médico independiente.
(«Legal Developments Concerning Active
Euthanasia on Request in Netherlands»)
En 1993, el parlamento holandés regularizó la
situación. Aunque el parlamento no revocó la ley que
LA EUTANASIA
109
convertía el «asesinato piadoso» en un delito criminal,
determinó por ley que los médicos informaran al fiscal
de las decisiones que desembocaran en eutanasia y
el fiscal se encargaba de decidir caso por caso; no se
exigía que el paciente estuviera en un estado terminal,
sino sólo que la situación fuera insoportable y no
hubiera esperanzas de mejoría.
El deseo de tener control sobre cómo morir supone
un fuerte revés para la moral de la santidad de la vida.
La moral tradicional no podrá adaptarse a la presente
demanda de control sobre cómo morir.
Oregon —Estados Unidos— fue el primer Estado
que votó a favor de permitir a los médicos recetar
drogas que provocarían una muerte tranquila a los
pacientes con enfermedades incurables.
La asamblea legislativa del Territorio Norte de
Australia, 1995, se convirtió en la primera del mundo
en aprobar una ley que legalizaba la eutanasia
voluntaria.
La tradición hipocrática: “Nunca daré una droga
mortal a nadie aunque me lo pida, ni haré sugerencias
en este sentido”, Juramento Hipocrático (460 antes de
nuestra Era aproximadamente), ha sufrido una gran
modificación.
Acabar con la prohibición legal y el tabú social
sobre la eutanasia activa voluntaria ha contribuido
a que haya un clima mucho más abierto sobre estas
cuestiones. Ya está muy lejos aquella creencia de los
escritos del judaísmo tardío y luego con mayor énfasis
aún en el cristianismo de que, de todos los seres vivos,
sólo los humanos tienen un alma inmortal y que, por
lo tanto, sobrevivirán después de la muerte, lo que
los vinculaba con los ángeles y con Dios, ensoñación
110
CUANDO UN HIJO SE VA ...
de divinizar lo humano y apartarlo así del resto de
las cosas con vida, que le estarían sometidas.
Ha habido otras culturas más sensibles, sobre todo
en Oriente, que han defendido que todas las vidas son
sagradas, la de los animales no humanos incluidas.
Aristóteles pensaba que todo en la naturaleza tiene
un fin, y el fin último de los seres menos racionales es
satisfacer las necesidades de los más racionales. Así,
las plantas están en función de los animales y éstos en
función de los humanos para proporcionarles comida
y ropa.
Fue Tomás de Aquino el que en la Edad Media
incorporó la filosofía de Aristóteles al pensamiento
cristiano.
En el Renacimiento, los humanos eran considerados como «el centro de la naturaleza, el medio
del universo y la cadena del mundo», según Marsilio
Ficino.
Ya en el siglo XIX, el papa Pío IX se negó a
permitir que se creara en Roma una sociedad para
prevenir la crueldad hacia los animales, alegando
que permitir esto implicaría que los seres humanos
tienen obligaciones para con los animales.
Y el ser humano estaría —según estos antecedentes religiosos y filosóficos— en función del más
allá, y la moral también procedería del mundo de los
espíritus, interpretado por los sacerdotes. De ahí la
moral religiosa que afirma: El hombre (debería decirse
el ser humano porque la mujer también cuenta) no es
dueño de su propia vida, sino sólo administrador.
La autonomía del hombre está limitada por el derecho
moral natural y sobrenatural, sigue diciendo su
doctrina.
LA EUTANASIA
111
Ésta es la ética occidental que pertenece al campo
del mito; es una ética antihumana, retrógrada y
alienante.
Un principio clave de la bioética es que el ser
humano es parte del mundo que vive, que tiene
obligaciones ineludibles con los demás reinos,
animales y plantas incluidos, y que somos total y
absolutamente autónomos, que tenemos derecho a
vivir una vida con calidad y tenemos derecho a morir
también dignamente. No somos administradores,
sino dueños. De aquí arranca la deontología y la
bioética en un contexto de ética de respeto hacia
nosotros mismos, hacia los demás racionales, con los
animales y con las plantas... Una ética más sensible,
más global, más ecológica. Los mitos y sus derivados
tienen su campo: el de la mitología, y su época;
la extrapolación ha denigrado la vida en nuestro
planeta. Vida, en todo el sentido de la palabra, sobre
la que se deben cimentar todas las éticas que los
humanos elaboremos en nuestro recorrido por las
diversas culturas y tiempos, éticas de respeto que
faciliten la armonía de la madre Naturaleza, visión
holística (del griego holos, totalidad).
Los mitos, destellos literarios de mentes lúcidas,
ejercieron su papel trascendental en los orígenes,
enseñaban y explicaban el orden del universo, la
aparición del ser humano, las normas morales,
sociales y hasta las políticas, a través de creencias
religiosas que proporcionaban al ser humano
respuestas tempranas a interrogantes universales.
Hubo mitos sublimes (Gea), hasta perversos
(Pandora—Eva). Hoy, también hay mitos —son
connaturales al ser humano—, pero deben estar
acordes con el momento científico de la época. Y
112
CUANDO UN HIJO SE VA ...
nuestros conocimientos actuales nos han despejado
muchos viejos misterios que han dejado de serlo. No
necesitamos un alma para explicar el pensamiento y el
sentimiento, ni un cielo para darle sentido a esta vida,
al dolor y a la muerte, ni dioses (mitos de creación)
para explicar la aparición de la vida.
Lo sorprendente es que la moral tradicional se
apoya en estos mitos de creación, y el ser humano
—por ser creado— es obra del creador, al que
pertenece; por eso no es —según el mito— autónomo
y dueño, sino administrador de su vida, ¡ de su
propia vida ! Es el colmo de las incongruencias,
pero se siguen sosteniendo en la moral tradicional,
hoy, en el umbral del siglo XXI. Nosotros, seres
humanos, adminis-tradores de nuestra persona, que
le pertenece a otro (deidad) y a sus representantes
(sacerdotes), intérpretes del silencio de las deidades.
¡Ya es demasiado! El administrador no es dueño,
luego nuestros cuerpos y nuestras vidas ya no serían
nuestras. Los sacrificios humanos se apoyaron en
estas aberraciones.
Persona proviene de la palabra latina persona,
que inicialmente significaba la máscara que llevaba un
actor en una obra de teatro (con ella el sonido se hacía
más intenso) y más tarde pasó a referirse al personaje
que el actor interpretaba. Epicteto, filósofo estoico,
la introdujo en el discurso filosófico para significar
el papel que estamos llamados a interpretar en la
vida. Boecio, filósofo del siglo VI, definió persona
como una sustancia individual de naturaleza racional
(“rationalis naturae individua substantia”), la misma
que utilizaría Tomás de Aquino, y que completaría
John Locke, filósofo inglés del XVII: “Un ser pensante
inteligente que razona y reflexiona y que se puede
considerar a sí mismo como sí mismo, el mismo ser
LA EUTANASIA
113
pensante, en diferentes momentos y lugares”. Somos
autores y actores del drama de nuestra propia vida,
ayudados por nuestro código genético, en comunión
con la sociedad en la que vivimos y con nuestro
hábitat. La autonomía es esencial a la persona.
¿Cómo hoy día, instituciones y personas pueden
decir que somos sólo administra-dores de nuestra
persona, de nuestra vida? Sí, los defensores de la
moral convencional; por eso se habla de las nuevas
estructuras de las revoluciones éticas, pero cósmicas
y no antihumanas. El sol es el centro, aunque el mito
dijese lo contrario; la vida cósmica es el centro de la
nueva bioética, aunque los mitos digan lo contrario.
El ser humano tampoco es la cúspide de la creación,
como afirma la visión judeo cristiana; somos sólo
parte de ese cosmos con el que estamos ligados
éticamente, y la vida es la vida en todas sus formas
y manifestaciones; pero los prejuicios religiosos
dificultan la nueva ética.
Es el momento de otra revolución copernicana,
esta vez en la ética, cuando el andamiaje de la moral
convencional, apoyada en mitos muertos (vivos
aún para los creyentes), se está desmoronando en
pedazos. Las nuevas visiones éticas van de la mano
de las nuevas técnicas médicas, de la evolución del
proceso judicial que está marcando hitos y de los
cambios de la opinión pública cimentada en nuevos
descubrimientos científicos.
Kant, al hablar de la persona dice: “La humanidad
misma es una dignidad, porque el hombre no
puede ser tratado por ningún hombre (no por otro,
ni siquiera por sí mismo) como un simple medio,
sino siempre, a la vez, como un fin”. El ser humano
siempre es fin, nunca medio. La persona como sujeto
de moralidad, enfrentada con su libertad al deber. La
114
CUANDO UN HIJO SE VA ...
persona, en el pensamiento kantiano, es autónoma;
la persona es un ser para sí.
En el lenguaje jurídico, se llama persona a todo
ser capaz de derechos y obligaciones, o de relaciones
jurídicas. La persona es anterior (prius) al Derecho,
le precede y es su fundamento.
En la totalidad de los ordenamientos jurídicos
modernos se admite que todo ser humano, por el
hecho de serlo, tiene personalidad jurídica, sujeto
capaz de los derechos fundamentales iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia
humana, en el contexto de la Declaración de Derechos
Humanos del 10 de diciembre del 1948, en la
Asamblea General de las Naciones Unidas.
Los Estados y demás instituciones están y son del
ser humano y para el ser humano (que es soberano)
en comunidad con la vida cósmica. Las ideologías
y las creencias están en función de lo humano y no
viceversa. El ser humano es autónomo y soberano en
lo que a su vida se refiere, y, consecuentemente, tiene
derecho a vivir con una adecuada calidad de vida y
a morir con dignidad; derecho inalienable.
XI
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
“Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta”.
Julia de Burgos. “Poema para mi muerte”.
En la mitología lírica puertorriqueña —se seguirá
diciendo— Julia es la deidad de la tragedia.
Julia, como la Medea de Eurípides, sabe que
“sólo la muerte me curará de males” como había
proferido Medea, a la que se une en el coro de sus
lamenta-ciones: “Creo, hermanas, —dice Medea—
que nosotras las mujeres somos las más desvalidas
de todos los seres que sienten y conocen, porque
tenemos... que entregarle (al marido) como a dueño
absoluto nuestro cuerpo, exponiéndonos a su hastío
o a que deje de complacerle, con lo que tenemos que
aguantarlos, pues se considera deshonesta a la mujer
que se divorcia”. Eurípides. Medea
Hubo —dirá la posteridad— una mujer que vivió
su corta vida en la primera mitad del siglo XX, que
vivió a destiempo al ser una adelantada de su época,
feminista que sufrió en su fina sensibilidad los azotes
115
116
CUANDO UN HIJO SE VA ...
machistas de su época y la marginación y discrimen
de una intolerante sociedad por sus ideas de libertad
en lo político y lo social, pero que brilló con luz propia
en el firmamento boricua con —usando su propia
metáfora— limpieza de estrella.
“Julia —había dicho Juan Ramón Jiménez— es lo
mejor que hay en Puerto Rico como poeta”.
Tres son las potencias vivificantes para Julia: la
Tierra (con mayúscula), la maternidad y la poesía.
Su poesía es esencialmente dramática y profundamente lírica. La poesía como potencia salvífica,
como trampolín a la trascendencia, testimonio de
su agónico existir y de su grandeza humana. La
Tierra —como la Gea griega— es el fundamento, su
Parnaso. Las esencias de la vida de Julia están —se
ha dicho— en su niñez: “su amor por la naturaleza,
las aguas, el viento, el cielo, el universo, todo está
ahí, incluyendo su poesía”. La maternidad, deseada
y nunca realizada; pero sí vivida: “Poema del hijo
no nacido”.
“El irredentismo social —según José Emilio
González—, la inquietud ética por la justicia, el dolor
y la angustia fueron sus tránsitos vitales”. De ahí que
tenga mucho fundamento la afirmación de María M.
Solá: “La leyenda de Julia la mártir de amor, la joven
hermosa y talentosa que se dio al alcoholismo porque
no pudo soportar que su único amor la abandonara,
desvirtúa su obra y falsifica su biografía”. Esta visión
miope borra y silencia sus esfuerzos de salvación,
que no fueron pocos. El fracaso amoroso —sigue
diciendo— contribuyó a su lento descenso hacia la
auto—destrucción, pero no fue la única causa. La
intolerancia de una sociedad dogmática, machista y
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
117
discriminatoria, condujo su nave a procelosos mares
y forzó sus pasos a callejones de difícil salida.
“El drama de su vida, la experiencia de la
emigración, su muerte trágica en Nueva York, su
lucha por ideales de liberación, la hacen ser paradigma y precursora de actitudes estéticas y vitales de
la vanguardia puertorriqueña actual”, como afirma
Édgar Martínez.
MI ALMA
“ ¿Mi alma?
Una armonía rota
que va saltando su demencia
sobre el cojín del tiempo.
¡Cómo la quieren recostar,
aclimatar,
recomponer,
los mortales ha tiempo muertos!
Empeño despeñado del logro.
¡Alborotero!
La locura de mi alma
no puede reclinarse,
vive en lo inquieto,
en lo desordenado,
en el desequilibrio
de las cosas dinámicas,
en el silencio
del libre pensador, que vive solo,
en callado destierro.
118
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Fuerte armonía rota
la de mi alma;
rota de nacimiento;
siembra hoy, más que nunca,
su innata rebeldía
en puntales de saltos estratégicos.”
Julia de Burgos. “Mi alma”.
“Mi alma”, equivale a psiquismo (conjunto de
caracteres y funciones de orden psíquico); no habla
del alma en sentido religioso, sino de su forma de
pensar que es la del librepensador, la del buscador
de la verdad a campo abierto, sin prejuicios ni
estereotipos, y de su forma de vivir.
Su vida, “una armonía rota” que los estereotipos
del pasado (“los mortales ha tiempo muertos”)
quieren “recostar”, “aclimatar”, “recomponer”. Ante
ello, siembra su innata rebeldía “en puntales de saltos
estratégicos”. El «yo poético» rotura viejos campos y
siembra nuevas semillas.
En el poema “Yo mismafui mi ruta”, al socaire del
“caminante, no hay camino” de Machado, expresa, con
destellos luminosos, imágenes feministas liberadoras,
y su íntima trayectoria (ruta—camino—sendero).
Caminos tortuosos y empinados que reclaman la lucha
y el esfuerzo hercúleo para el cambio. La sociedad y
la cultura le exigen sumisión a patrones patriarcales
machistas : “un intento de vida”, a cuya presión cede
: “Yo quise ser como los hombres quisieron que yo
fuese”, pero estaba hecha de presentes y futuros que
le exigían burlar las cenizas del pasado y los lastres
(troncos), pero la rama estaba desprendida para
siempre de los obsoletos patrones de comportamiento
patriarcales y de sus cuadros de referencia machistas.
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
119
Su lucha interior fue titánica y su ascenso en solitario
muy penoso, y le flaquearon las fuerzas, a veces, pero
seguía adelante, siempre adelante, “para alcanzar el
beso de los senderos nuevos”.
Julia dramatiza su deseo de libertad, de ser
ella misma su ruta, defensora de lo que proviene
de adentro en oposición a los externos horizontes
aprendidos e impuestos por el macho dominador de
la cultura patriarcal.
YO MISMA FUI MI RUTA
“Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mis ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos;
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de
adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
120
CUANDO UN HIJO SE VA ...
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida...
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.”
Julia de Burgos. “Yo misma fui mi ruta”.
LA VIVENCIA DE LA MUERTE
“En mi dolor cabalgo/ por la infinita orfandad de los
caminos tristes”.
Julia de Burgos. “Canción de la verdad sencilla”.
Julia Constanza Burgos García (1914-1953), la
mayor de trece hermanos, vio morir en la infancia a
seis de sus hermanitos, lo que dramatiza la pésima
nutrición, vivienda y salud que padecía la familia en
el Barrio de Santa Cruz en Carolina, Puerto Rico.
Entre lúgubres ceremonias de los “baquinés”
(ritual fúnebre para niños), empezó Julia —aún
niña— a experimentar la muerte. Después, cuando
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
121
tenía veinticinco años, sería su madre la que enferma
de cáncer, penosa enfermedad que la lleva a la
amputación de una pierna, primero, y a la muerte,
después. Su madre, su viga maestra, el sostén
espiritual de toda la familia:
“Ella se fue, ¡oh, mi río consternado de ausencias!
Se me fue de las manos como rosa extraviada
y me dejó en el alma toda ella en esencias...”
Julia de Burgos. “Mi madre y el río”.
Poco después, para despejar este dolor que
arrastra, se dirige a Nueva York en huida. En cartas a
su hermana Consuelo, Julia expresa primero un gran
deslumbramiento ante la ciudad de los rascacielos,
pero pronto se muestra desfavorablemente afectada
por la mecanización y deshumanización de la ciudad a
la que llama “monstruo de hierro”. “Estamos —dice—
completamente desterrados en esta ciudad”. “Tengo
hambre de libertad. Si me muero, no quiero que este
trágico país se trague mis huesos”.
Sigue al gran amor de su vida, el dominicano
Juan Isidro, a La Habana en la búsqueda de nuevos
horizontes. La capital cubana —década del ’40—
brillaba con luz propia en movimientos culturales.
Estudió en su Universidad y allí conoció a Pablo
Neruda. En la Habana, en una sencilla habitación que
daba al mar —entre el ’40-’41— escribió El mar y tú,
cuando contaba veintiséis años. Obra que encierra
el mito sobre la muerte en toda plenitud con sus
“Dadme mi número” y “Poema para mi muerte”,
escritos unos doce años antes de su muerte y que
resultaron proféticos.
122
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Cuando su relación con Juan Isidro se deterioró
hasta el punto de la separación y el repudio, se volvió
a Nueva York; año del ’42.
Como gran poeta, recogió magistralmente el
dolor de la separación.
“Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las estrellas”.
Julia de Burgos. “El mar y tú”.
Y “No quiero que sepa el mar/ que por mi
pecho van penas”.
El ambiente de Nueva York le fue hostil; sufrió en
propia carne la discriminación étnica y política que
le afectó muy negativamente en sus oportunidades
laborales. Golpeada su exquisita sensibilidad, empezó
a quebrarse su voluntad y el alcohol fue minando
su organismo hasta que enfermó seriamente del
hígado. Las prolongadas depresiones y las visitas
a los hospitales se sucedieron hasta que, al salir del
hospital, se desplomó exhausta entre la calle 105 y
la 5ta Avenida, en Harlem, el seis de julio del ’53. Su
cuerpo, sin identificación alguna, fue llevado a la
“morgue” (depósito de cadáveres) —en la que se le
asigna un número— y es enterrada en una fosa común
para indigentes. Dos meses más tarde, su cuerpo fue
reclamado y traído a Puerto Rico. Trágico epílogo
para la mayor de los poetas puertorriqueños.
Su autenticidad afirmada la llevó a su auto
—des-trucción, y Manhattan sería —según su
premonición— su isla desierta, el escenario de su
muerte.
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
123
“Y toda soy soledad / dentro de un rebelde
corazón”.
La soledad volverá a Julia asociada a la muerte.
El mar hasta aquí recreado poéticamente en función
del amor, servirá ahora para vehicular su tristeza,
convertido en “desfiladero turbio de mi canción
despedazada / ... mar sepulcro...”.
La muerte como liberación, la única posible donde
el amor no lo es.
“Dadme mi número” es una mordaz ironía de
concebir la muerte como un hospital público en el que
se le asigna un número al paciente. En “poema para
mi muerte” ya no late la desesperación del anterior,
la muerte acogida con solemne dignidad será su tema
central. El título no es poema de o sobre, sino para mi
muerte. Se trata de una reflexión en torno a la propia
muerte. “Ante un anhelo”, esta frase indica que la
muerte es imaginada, no percibida como un suceso
inminente; se le ha llamado poema cenital y se le ha
calificado de coloquio profético con su muerte y de
versos entusiastas de retornos telúricos.
Una forma de superar a la muerte (su percepción
e impacto) consiste en poetizarla en diálogo abierto.
Si antes sus aladas palabras eran para expresar
hondos sentimientos armoniosos, ahora su palabra
y poesía expresan magistralmente su atormentado e
intenso dolor por la decepción de la vida —pesimismo
existencial— y la concepción de la muerte en su papel
redentor.
“La palabra no puede con mi carga de angustia
y no cabe en mi verso mi dolor exaltado”.
La muerte se torna en la expresión máxima y
acabada de la soledad: “¡Hasta el silencio ha muerto!”.
124
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Este poema representa la expresión más acabada y la
culminación de sus contradicciones. No morirá bajo
las aguas de su cantado río, el Río Grande de Loíza.
Se resigna a morir en tierra doblemente ajena. Hay un
recrearse en el mismo acto de la muerte y la destrucción
de su cuerpo, lo que brinda gran fuerza trágica.
El poema encierra un ideal ético: cultivar el arte
de la vida conscientemente para lograr una muerte
con dignidad. La muerte no es una derrota, sino un
instante que pone fin al sendero vital; esa inevitable
pérdida se eleva a términos éticos y estéticos en
una escala armoniosa de emotivos significados. La
emoción ante la propia muerte se convierte en poesía
y va más allá del sufrimiento, de la soledad y de la
angustia de ser para la muerte. Experimentar así el
fin es entender lo que la muerte significa, aceptar con
valor y dignidad su presencia para convertirla en un
acto de libertad y creación a pesar de la desaparición
de la persona. Al fin y al cabo, todas las cosas nutren
sus raíces del humus de la muerte: destino trágico.
¡Cómo anhelo la paz, la hora sin ruido, / cuando
nada conturbe mi existencia! “Oh lentitud del mar”.
“... en mi pecho sin lumbre / ya no cabe la vida”.
“Poema para las lágrimas”.
La muerte termina seduciendo a Julia, quien la
contempla como liberadora —igual que Sócrates— del
mal de vivir. Julia, antes amante de la vida, ahora de
la muerte; contraria y contradictoria a veces, como el
ser humano de nuestro siglo. La salvación por el amor,
antes; ahora su sobreviviencia está en su obra poética,
pero deberá pasar por el crisol de la muerte; vida, amor,
muerte e inmortalidad personal; ninguna otra, porque
no cree en vidas de ultratumba ni en salvíficos dioses.
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
125
“Sobre una realidad vacía de crepúsculos / mi
vida en alas frágiles va cabalgando ritmos”.
Julia de Burgos. “Dos mundos sobre el mundo”.
Pesimismo o realismo existencialista. Deseos de
inmortalidad.
¡OH LENTITUD DEL MAR!
“...¡ Cómo anhelo la paz, la hora sin ruido,
cuando nada conturbe mi existencia !
Todo soñar se ha muerto en mis pupilas,
a mis ojos no inquietan las estrellas,
los caminos son libres de mi rumbo,
y hasta el nombre del mar, sorda me deja.
(...)
¡Oh lentitud del mar! ¡Oh el paso breve
con que la muerte avanza a mi ala muerta!
¿Cómo haría yo para salvarte el tiempo?
¿Qué me queda del mundo? ¿Qué me queda..?”
Julia de Burgos. “¡Oh lentitud del mar!.”
Hay una seducción por el silencio, la paz, la
perfecta ataraxia, o una especie de nirvana, que sólo
se consigue con la muerte.
Julia juega con ideas provenientes del
existencialismo, vitalismo y del trascendentalismo
existencialista a las que su “yo poético”, en depuración
expresiva, viste de poesía pura. La mujer y la poeta
cohabitan en Julia.
126
CUANDO UN HIJO SE VA ...
POEMA PARA MI MUERTE (1941)
Ante un anhelo.
“Morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.
Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.
Mis pálidos afectos retornando al silencio
—¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!—
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas.
Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia.
Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta.
¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo, dándome, dándome, feroz y libremente
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas!
¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta?
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
127
Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega;
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.
¿Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede
recordarme, en la roca de una isla desierta?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte, me llamará poeta.”
Julia de Burgos. “Poema para mi muerte”.
“Morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra”.
Esta estrofa contiene los símbolos centrales,
su actitud ante la muerte y la experiencia de la
soledad total. El acto de morir es personal, íntimo e
intransferible.
La piedra pudo haber sido alquimista, la
piedra filosofal, pero nunca poética. Es símbolo
de incomunicación, y de tormento: Prometeo
encadenado a la roca, Sísifo subiendo la roca.
El clavel es la antítesis de la piedra. La flor es un
símbolo arquetípico, metacultural, y el clavel, flor que
resiste y vence la destrucción y el olvido.
En este desolado escenario psíquico, el paisaje
también es —como en toda la obra de Julia— la base
y origen de sus metáforas y símbolos.
128
CUANDO UN HIJO SE VA ...
“Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas”.
“Mis pálidos afectos retornando al silencio
—¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!—
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas”.
Estas dos estrofas describen las pérdidas que la
hablante poética acepta pasiva y tristemente; forman
un retrato íntimo de quietud y derrota. Es el dolor,
pero también la superación o consuelo de ese dolor. Es
una elegía, pero la muerte puede no ser una derrota,
incluso una liberación, proceso bastante complejo.
“Ojos”, por sinécdoque (tomar la parte por el todo
o viceversa), indica la capacidad de la persona para
ver, e incluso entender. “Dedos” significa la capacidad
de la persona para hacer. “Astros” y “nube”, ideales
y naturaleza.
Los “sepulcros”, objetos artificiales hechos por
el hombre —aspecto negativo—, impiden la visión
de los astros. Las “sábanas inmensas” —tener la
mente en blanco— obstaculizan la concentración. La
“pasión” es la capacidad de sentir.
Es la descripción fenomenológica de la muerte
con términos poéticos, imágenes y símbolos. Es el
retornar al silencio, incluso del amor: —¡hasta el amor,
hermano derretido en mi senda!— La angustia trágica
se hace exclamativa y no es para menos. El amor
para Julia es una fuerza vivificante e incontenible,
una especie del élan vital bergsoniano, a la que se
abandona gozosamente. Y es el fin de la inteligencia
emotiva, y de la identidad personal; todo se difumina
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
129
al perderse la intensidad de la razón y de la pasión.
“Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia”.
En la escala armoniosa de los significados
emotivos, después de la pasividad de la poeta ante
el trágico fenómeno de su propia muerte, sube la
entonación dramática al tomar parte activa en el
proceso demoledor y desintegrante de la persona.
Empieza esta estrofa con “incorporarme” que
equivale a erguirse, tomar parte activa en el último
minuto que se define como integral. Dos son los
momentos más dramáticos en el drama de la vida
humana: el nacimiento y la muerte, el inicio y el
fin. Este incorporarse conlleva un acto volitivo de
aceptación del trágico destino, es un ir a la muerte
consciente y voluntariamente sabiendo la trascendencia y significado de ese ofrecimiento a los campos
—retorno a la Naturaleza— con limpieza de estrella.
El fin consistirá, simplemente, en una doblez de
la vida, “carne sencilla”, y un descenso al estado
primordial del que nos hablan los griegos, “inercia”,
sin testigos ni sonrisas, porque es lo más íntimo, serio
y secreto.
Julia nunca presenta escritos indicios de la
sobreviviencia de la persona o de su espíritu después
de que el cuerpo deja de existir. Con la muerte, la
persona entra en la inercia, ese estado de reposo total
y absoluto; sólo cree, desea y sabe la inmortalidad de
su obra, de su función —hecha arte— de poetizar; la
inmortalidad del pasado personal, no del futuro, de
130
CUANDO UN HIJO SE VA ...
la que nos habla Unamuno.
“Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta”.
La entonación dramática, en la escala armoniosa,
alcanza con esta estrofa la máxima nota musical
al empezar con la proposición imperativa: “Que
nadie...”; “profanar” es un verbo correlativo a
sagrado, la muerte posee una natural sacralización,
como la vida cuyo fin es la muerte.
Formula, con meridiana claridad, en la segunda
parte, una de las tesis fundamentales de la bioética
al referirse a la eutanasia: la libertad a morir con
dignidad, libertad siempre anclada en una ética de
responsabilidad y respeto; al vivir en sociedad, la
libertad absoluta es una utopía, pero libertad; sólo la
persona es dueña de su propia vida, nadie más, y de
su muerte.
Libertad, libertad, tres veces libertad: “ libre
momento”, “libremente”, “la única libertad”. No
somos libres para nacer, pero sí lo somos para morir,
libertad que adquiere rasgos trascendentales porque
trascendental es el acto de desintegración de la
persona y su retorno a la Naturaleza.
Aceptación del fin, incluso desearlo, es la manera
de superar el impacto psicológico de la muerte, es ir
hacia ella con lucidez y uso de la libertad, como si
fuéramos hacia nosotros mismos, porque no nos es
ajena y convive con la vida. Este tipo de desenlace
presupone el arte del buen vivir; hay que vivir bien
para así morir. “Experimentar así el fin —nos dice
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
131
María M. Solá— es haber entendido lo que la muerte
significa y aceptar con valor su presencia y llegada”.
El ideal ético que encierra sería: cultivar el arte de la
vida para lograr una muerte lúcida, hasta deseada,
como la caída de la fruta madura.
“¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo, dándome, dándome, feroz y libremente
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas!
¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta?”
Libertad íntima para ir voluntaria y conscientemente al encuentro de la muerte, contradictoria
satisfacción.
Utiliza la antítesis, colocar palabras o frases de
significado emotivo o conceptual disímil o contrario:
“fiera alegría”, “ensueños inútiles”, “amasijo fértil
para el frágil gusano”, con la intención de destacar
lo contradictorio del proceso de morir.
Aparte de la metafísica del ser y del no ser de los
escolásticos y con su venia, el ser y no ser de la muerte
—principios contradictorios— más que coexistir
conviven en la vida y en la muerte; aquí radica, en
parte al menos, su misterio; al nacer empezamos a
morir y uno nunca muere del todo, como dicen los
poetas; y unas células mueren dando paso a otras
para que la vida siga y la evolución; somos seres
en tránsito, acto y potencia, vida y muerte, devenir
y pretérito. La muerte es destrucción y creación, es
pérdida personal y requisito para la evolución de
132
CUANDO UN HIJO SE VA ...
la especie y del equilibrio demográfico y ecológico,
un amargo trago —según Miguel Hernández— que
nos libera de muchos tragos amargos, destrucción y
liberación; puede incluso ser un arte, el arte de morir
con dignidad (Sócrates y Séneca) que suele estar
correlacionado con el arte de vivir, incluso ser objeto
del arte, de la creación poética, como sucede en Julia
al describir fenomenológica y líricamente el cenital
proceso.
“Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega;
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.
¿Cómo habré de llamarme cuando solo me quede
recordarme, en la roca de una isla desierta?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte, me llamará poeta”.
Juega con el sustantivo pequeñez, el adjetivo
pequeña y la antítesis “más grande”; pequeña la
materia, grande el símbolo de la entrega que podría
iniciar su resurrección en capullos y azucenas
(resurrección vegetal), y después la ansiada
inmortalidad, la de su obra y su fama.
“Un clavel...”, símbolo metacultural que simboliza
la inmortalidad, como ya habíamos expresado; pero
aquí, en este contexto, se podría hablar de la belleza
poética de su obra, “clavel interpuesto entre el viento
y mi sombra”, el viento pasa, pero la sombra queda
alargando la imagen en el tiempo. La posteridad
, apoyada en su obra, la llamará poeta. “Hijo mío
y de la muerte”, su obra es su hijo y la muerte, su
condición para entrar a la inmortalidad. Los humanos
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
133
soportamos mejor la sombra de los muertos que la de
los vivos, parece ser.
El genio poético sabe de la calidad de su
obra, generadora de inmortalidad, y Julia lo era;
conoce además que su muerte liberadora sería al
mismo tiempo la “conditio sine qua non” para su
inmortalidad; la tragedia de Julia de Burgos. Julia ha
convertido su muerte en discurso poético que —con
el resto de su obra— la sobrevivirá, inmortalizándola.
La posteridad la llamará poeta, por siempre.
POEMA DEL HIJO NO NACIDO
“Como naciste para la claridad
te fuiste no nacido.
Te perdiste sereno,
antes de mí,
y cubriste de siglos
la agonía de no verte.
No quisiste la orilla de la angustia
ni el porqué de unas horas que pasan lentamente
en la vida,
sin dejar un sollozo,
ni un recuerdo,
ni nada.
No quisiste la aurora.
Ni quisiste la muerte.
Rechazaste el olvido,
y en la flauta del aire avanzaste perpetuo.
No quisiste el amor en féretro de olas
ni quisiste el silencio que deja el túnel breve
donde ha dormido el hombre.
134
CUANDO UN HIJO SE VA ...
Tuyo, inmensamente tuyo,
como naciste para la claridad
te fuiste no nacido,
nardo entre dos pupilas que no supieron nunca
separar el eco de la sombra.
Manantial sin rocíos lastimeros,
pie fértil caminando para siempre en la tierra”.
María M. Solá (Edit.).
Julia de Burgos: Yo misma fui mi ruta.
Julia deseó un hijo que nunca tuvo, pero al que
le cantó con la pequeña cítara que le regaló la musa
Erato, tañedora de la armoniosa lira, obra de Apolo.
Julia se debate entre aquel dicho de los albores
de la filosofía griega: «Mejor no haber nacido», que
critica Epicuro y que hoy defiende Cioran cuando dice:
“sólo me seduce lo que me precede..., los innúmeros
instantes en que yo no fui”, y, por otro lado, el instinto
profundo de la maternidad insatisfecha.
Los noes y los nies marcan lo negativo de la vida,
“No quisiste la aurora/ ni quisiste la muerte”, y el
“cubriste de siglos/ la agonía de no verte”, el ardiente
deseo frustrado de la maternidad.
Pero hay un nacimiento que acaricia el deseo
profundamente inserto en las raíces de su sentimiento
poético:
“Como naciste para la claridad
te fuiste no nacido.”
“... y en la flauta del aire avanzaste perpetuo”.
“... Manantial sin rocíos lastimeros/ pie fértil
caminando para siempre en la tierra”.
JULIA DE BURGOS Y LA MUERTE
135
“... nardo entre dos pupilas que no supieron
nunca separar el eco de la sombra”. La vida
indiferenciada, posibles etapas primordiales, ¿el
mundo absurdo?, la sombra es del ojo, el eco del
oído; ¿seducción por lo que precede?
***
Ernestina de Champourcin, bajo el título de
“maternidad”, nos habla también del hijo no nacido.
MATERNIDAD
“Hijo tuyo...
silencio de mi carne sellada.
Eternidad sin muerte.
Sólo yo sé su nombre.
Un nombre que no existe
y palpita en la oscura tentación de mis venas,
un nombre impetuoso que levanta mi sangre
con sístoles de fuego.
Verdad limpia, sin roces.
Nadie hollará su frente
con un turbio rocío de insólitas palabras,
nadie herirá su pecho
ni podrá torpemente mancharle el corazón.
Hijo nuestro. Pureza de todo lo imposible.
¡Qué grávida dulzura aquieta mi regazo!”
Ernestina de Champourcin.
Poesía a través del tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
Barnard, Christiaan. La máquina del cuerpo.
Madrid, Anaya, 1981.
Caballero, M., De Echano, J. (y otros). Historia
de la filosofía. Noesis. Barcelona, Vicens Vives, 1992.
Cioran, E.M. Del Inconveniente de haber nacido.
Madrid, Taurus, 1995.
De Champourcin, Ernestina. Poesía a través del
tiempo. Barcelona, Anthropos, 1991.
Grisez, Germain and Boyle, Joseph. Life and
Death with Liberty and Justice: A Contribution
to the Euthanasia Debate. Indiana, Notre Dame,
University of Notre Dame Press, 1979.
Humphry, Derex and Wickett, Ann. The Right to
Die: Understanding Euthanasia. New York, Harper
and Row, 1988.
Kottler, Jeffrey A. El lenguaje de las lágrimas.
Barcelona, Paidós, 1997.
Kuhse, Helga. The Sanctity of Life Doctrine in
Medicine - A Critique. Oxford, Oxford University
Press, 1987.
Kuhn, Thomas. The Structure of Scientific
Revolutions. Chicago, University of Chicago Press,
137
138
CUANDO UN HIJO SE VA ...
1972.
Leakej, Richard. La formación de la humanidad.
Barcelona, Ediciones del Serbal, 1993.
Lee, Carol. La muerte de los seres queridos.
Cómo afrontarla y superarla. Barcelona, Plaza &
Janés, 1995.
Lency, Charles. L’ Évolution. Paris, Presses
Pocket, 1993.
Nguyen, Sy. El Cuerpo Humano. Barcelona,
Editorial Paidotribo, 1997.
President’s Commission for the Study of Ethical
Problems in Medicine. Defining Death: A Report
on the Medical, Legal and Ethical Issues in
Determination of Death. Washington, DC, US
Government Printing Office, 1981.
Rachels, James (comp.). Encyclopaedia of
Bioethics. New York, The Free Press, 1978.
Singer, Peter (comp.). Ethics. Oxford, Oxford
University Press, 1994.
Singer, Peter. Repensar la vida y la muerte.
Barcelona, Paidós, 1997.
Solá, María M. (Edit.) Julia de Burgos :Yo misma
fui mi ruta. San Juan, Ediciones Huracán, 1986.
139
140
CUANDO UN HIJO SE VA ...
141
142
CUANDO UN HIJO SE VA ...
143
144
CUANDO UN HIJO SE VA ...
145
146
CUANDO UN HIJO SE VA ...
147
148
CUANDO UN HIJO SE VA ...
149
150
CUANDO UN HIJO SE VA ...
151
152
CUANDO UN HIJO SE VA ...
153
154
CUANDO UN HIJO SE VA ...
155
156
CUANDO UN HIJO SE VA ...
157
158
CUANDO UN HIJO SE VA ...
159
Descargar