Año 38 - Edición Nº 863 – 11 de Abril de 2016 La economía, en un crudo otoño; ¿podrá esquivar el invierno? Jorge Vasconcelos jvasconcelos@ieral.org La economía, en un crudo otoño; ¿podrá esquivar el invierno? 1 Los peores indicadores económicos se concentran en este segundo trimestre, con el pico de inflación en la medición interanual y el momento más negativo en términos de nivel de actividad. Aunque, en buena medida, esto se explica por la inevitable corrección de desequilibrios heredados, el gobierno debería hacer funcionar a pleno los instrumentos para preservar empleos y compensar a los sectores más vulnerables, caso de las tarifas sociales, el IVA reducido para alimentos y planes como la Asignación por Hijo, de modo de atravesar esta etapa del modo menos traumático. Además, no debería confiarse en un rebote automático del nivel de actividad a partir de mediados de año. Una clave es que este 14 de abril no aparezca un imprevisto en el tema holdouts y que, si hay atrasos derivados de los tiempos de la justicia norteamericana, esto sea sólo un problema de punitorios y no un volver a empezar con el grupo más recalcitrante de litigantes. De confirmarse la salida del default, el reseteo de la política económica no debería relegar la lucha contra la inflación, pero si introducir un control de daños más efectivo en términos de empleos y atraso cambiario. Si la economía está atravesando un crudo otoño, el desafío es acortar al máximo la duración de la siguiente estación. Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL). Dirección Marcelo L. Capello. Dirección Nacional del Derecho de Autor Ley Nº 11723 - Nº 2328, Registro de Propiedad Intelectual Nº (5225373) ISSN Nº 1850-6895 (correo electrónico). Se autoriza la reproducción total o parcial citando la fuente. 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Se había anticipado un par de semanas atrás que el ajuste de tarifas lucía inevitable, porque el desequilibrio fiscal se estaba ensanchando, en lugar de encoger. Por la magnitud de los problemas de arrastre, los recientes anuncios conllevan notables paradojas: aun cuando las nuevas tarifas determinen una suba cercana al 6 % en el índice de costo de vida de abril de la Capital Federal, llevando la variación interanual a una cifra cercana al 39 %; aun con este impacto el monto de subsidios a la energía y el transporte se mantendría (no bajaría) en el orden de los 230 mil millones de pesos contabilizados en 2015. Otra singularidad es que, pese al golpe al bolsillo que significan las nuevas tarifas, estarán lejos de cubrir las erogaciones que insumen esos servicios. Es el caso del boleto de colectivo y de trenes en la zona metropolitana, donde lo que pasan a pagar los usuarios representa menos de la mitad de los costos económicos de esos transportes, brecha que se agiganta en el caso de la electricidad, donde las tarifas residenciales estarían cubriendo poco más de un tercio de los costos económicos de la generación, según advirtió el ministro de Energía. Como se ve, no estamos en el mejor de los mundos, ya que el ajuste se siente, pero tampoco alcanza. Buscando aplacar los ánimos, después de los últimos anuncios el gobierno anticipó que no habrá más medidas de este tipo en lo que resta del año, aunque para ampliar el horizonte de los agentes económicos hace falta mayor consistencia. Vale decir, que esta pieza del rompecabezas encastre perfectamente con el resto. Es aquí donde entra a jugar el imprescindible arreglo externo, tras la habilitación del Congreso para salir a buscar 12,5 mil millones de dólares a los mercados internacionales. Queda por ver si no aparece algún contratiempo este 14 de abril, ya que la Argentina quizá no pueda cumplir al pie de la letra los acuerdos recientemente firmados con los holdouts. En la medida en que estas complicaciones no pasen a mayores, y el gobierno pueda rediseñar la política económica bajo un escenario “post-default”, entonces otras prioridades, pero también nuevos instrumentos, podrán ganar espacio. Ya se ha escrito (“A cien días del levantamiento del cepo”) que aún tras este arreglo es difícil que caiga en forma significativa el riesgo país, entre otras razones por el “empacho” que la Argentina habrá de provocar en el mercado de bonos de 3 Revista Novedades Económicas – 11 de Abril de 2016 emergentes. Pero sí podría ocurrir que se acentúe el fenómeno de entrada de capitales al circuito local, para aprovechar las atractivas tasas de interés de las Lebacs, que pagan el 38 % anual, rendimiento financiero que se explica por la urgencia del gobierno en quebrar la dinámica alcista de los precios. Después del default y de la primer etapa de sinceramiento tarifario, el gobierno podrá plantearse metas más realistas para el sendero de precios del segundo semestre, cuidando de pecar de ansiedad y sobreactuar la dureza monetaria, pero también de relajarse y dar rienda suelta a la arraigada inercia inflacionaria de nuestro país. También es crucial que esta transición tenga un empalme claro con un modelo de largo plazo. Si el centro de gravedad habrá de desplazarse a favor de la competitividad, en la agenda deberán ganar espacio la búsqueda de condiciones para una adecuada inserción externa, el desmonte del sesgo anti-exportador y la reconversión productiva. Un eventual blanqueo de capitales y el plan de infraestructura tendrían que ser diseñados teniendo en cuenta esas prioridades. Hay peculiaridades a tener en cuenta. Una economía con un comercio exterior tan insignificante en relación al PIB (poco más de 20 %), como es el caso de la Argentina, puede experimentar episodios de gran volatilidad del tipo de cambio. Esto porque la influencia de los movimientos de capitales es proporcionalmente mayor mientras más limitado es el volumen de comercio exterior. La política monetaria es el eje de la lucha contra la inflación, pero puede ocurrir que el canal por el que actúa ese instrumento sea el del atraso cambiario (si las tasas de interés reales son muy elevadas), lo que genera elevados costos colaterales sin asegurar una estabilidad sustentable. 4 Revista Novedades Económicas – 11 de Abril de 2016 Al respecto, conviene tener en cuenta la experiencia de Brasil en la década pasada. El vecino país logró bajar la tasa de inflación de 12,5 % anual en 2002 al 4,5 % en 2007, pero basado en tasas de interés positivas (en términos reales) de entre 6 y 10 puntos anuales a lo largo del período, lo que provocó una fuerte caída del tipo de cambio, de 3,5 a 1,7 reales por dólar en esos cinco años. Cada punto de baja en la tasa de inflación requirió una apreciación de 22 centavos del real contra el dólar, lo que produjo severos daños en términos de competitividad. Y cuando el precio del dólar rebotó, los logros anti-inflacionarios se diluyeron. Un caso distinto ha sido el de Chile, dónde se vigiló la consistencia entre política fiscal y monetaria, sin descuidar el equilibrio externo. Claro que cuando el país trasandino arrancó su exitoso plan de estabilización, a principios de los 90, ya tenía un considerable volumen de comercio exterior en relación a su PIB (más del 50 %) y los acuerdos sociales ayudaron a des-indexar la economía. Así, hoy necesita de una tasa de interés de corto plazo no más de un punto superior a la tasa de inflación para asegurar el equilibrio macroeconómico. 5 Revista Novedades Económicas – 11 de Abril de 2016