“La Revistilla” Nº 10 EXTRA Dpto. de Pastoral Penitenciaria Católica Area Jurídica EXIMENTE DE ALTERACION EN LA PERCEPCION (una circunstancia psicosocial para procesos de socialización deficitarios) “Estará exento de responsabilidad criminal: El que por sufrir alteraciones en la percepción desde el nacimiento o desde la infancia, tenga alterada gravemente la conciencia de la realidad” La redacción mantenida por el vigente art. 20.3 CP es introducida en el texto anterior por la reforma de urgente y parcial del CP de 1983, modificando la previa redacción que restringía su aplicación al sordomudo carente de instrucción. Esta nueva fórmula se introduce por enmienda núm. 282 presentada por el Grupo Socialista al apartado 4º del art. 26 del Proyecto de 1980 que mantenía la normativa tradicional respecto a la sordomudez, proponiendo su ampliación extensiva a sujetos que sin padecer este defecto concreto, sufrieron alteración en la percepción, teniendo gravemente alterada la conciencia de la realidad sobre la base de la ausencia de una adecuada educación. Mediante el término realidad la ley refleja la percepción de una realidad que se estructura en base a un determinado sistema de valores y normas sociales, indispensables para vivir en comunidad. La función perceptiva estaría ligada íntimamente a la vivencia de la realidad inmediata. La inimputabilidad vendría dada a consecuencia de la falta de comunicación e identificación de esa persona con la sociedad, lo que impide un normalizado acceso a las pautas integradas y comportamientos socialmente esperados por su mundo circundante y, por ende, la adecuada comprensión del conjunto de sus valores no sólo jurídicos, sino educativos, éticos, culturales... Del mismo modo, el sujeto no es igualmente motivable por la norma, ni tiene las mismas posibilidades de adecuar su comportamiento al requerimiento legal. En ausencia de profusa jurisprudencia, y de una explicación más detallada en la exposición de motivos, siguiendo a CARMONA SALGADO la esencia de esta eximente radica en el anormal conocimiento de lo injusto provocado por la ausencia total o parcial de una educación adecuada que impide el sujeto mantener un contacto adecuado con el mundo externo. Se comprenden, según QUINTERO OLIVARES, personas que, por proceder de ambientes nocivos, con sobrecarga de tensiones emocionales y conflictos psicológicos, penuria económica y estímulos culturales, ausencia de transmisión de valores éticos, sociales etc. carecen de una percepción de la realidad normalizada. Refuerza esta interpretación la previsión legal contenida en el art. 103.1 que tiene prevista para aquellos casos en que se haya aplicado esta eximente la aplicación, “si fuera necesaria, de la medida de internamiento en un centro educativo especial”. La explícita referencia al centro de naturaleza educativa objetiva el origen educativo de la carencia socializadora. Mantenemos que es aplicable a aquellos supuestos, más allá del hospitalismo y síndrome de HAUSS, en los que la persona ha vivido un proceso de socialización paralelo al normalizado, en el que la relación con las instancias de internalización de valores sociales y pautas de comportamiento ha provocado el efecto de disocialización contrario al que les corresponde. En efecto, los factores tradicionales de socialización –familia (que aporta seguridades y límites), escuela (potenciadora del desarrollo de aptitudes y capacidades) trabajo (generador de autonomía personal)- cuando no existen o fracasan o incumplen su misión, lejos de posibilitar la asunción de un horizonte axiológico normalizado, contribuyen a la desviación social. En estos casos la función motivadora de la norma (appeal function de la doctrina anglosajona) no encuentra un destinatario capaz de comprender con todos sus matices el requerimiento legal y, desde luego, le resulta extraordinariamente complejo adecuar su comportamiento a los valores expresados en la ley. MARTINEZ REGUERA sostiene que la eventual afectación de las facultades superiores no puede sólo ser considerada desde el normal funcionamiento del umbral perceptivo (v.gr. distinguir el bien y el mal como si del blanco y el negro se tratase) Bien al contrario hay que distinguir dos momentos : a) Momento perceptivo : en el que de modo ordinario y salvo alteración orgánica a través de los sentidos se percibe el estimulo exterior que es enviado a través del sistema neurológico para ser convenientemente procesado. b) Momento interpretativo: Supone el correcto funcionamiento del anterior y, a diferencia del mismo, inicia procesos conscientes si bien no sometidos a la total voluntariedad del sujeto. Trata de interpretar el estímulo y lo hace en función de sus recuerdos, vivencias etc. Es aquí donde las carencias, las experiencias traumáticas, los reforzantes positivos o negativos, condicionan la interpretación de lo percibido. Es obvio que aunque estimularmente dos personas vean un letrero prohibiendo atravesar las vías el que sabe leer lo intepretará mucho más rectamente que el que no sabe y podrá adecuar su respuesta conductual al mandato normativo con más eficacia. Del mismo modo, el niño que ha vivido viendo robar a sus mayores, robando por necesidad incluso, tampoco interpreta del mismo modo el mandato normativo de ausencia de robar aunque tenga cabal conocimiento de que no es legal, incluso aun cuando haya experimentado sus consecuencias negativas (detención etc.) Cuando la alteración se produce con la intensidad suficiente es procedente aplicar la eximente completa (si está “gravemente afectada”) o semi-eximente (si la afectación es menor) .Una afectación moderada dará pie a una atenuante analógica (art. 2 con relación al art. 20,3)1.6 Los requisitos normativos son : 1º ) Tener alterada la percepción de la realidad; 2º ) Tal defecto debe existir desde nacimiento o infancia ; 3º ) Como consecuencia el sujeto debe tener una grave alteración en la conciencia de la realidad. La STS 6.02.01 señala que el primer presupuesto de la eximente del 20.3 es el de alteraciones en la percepción, “debiéndose acoger no sólo las sensoriales sino también las situaciones trascendentes de incomunicación con el entorno por falta de instrucción o de educación, de forma que el sujeto haya sufrido una merma importante e intensa en su acceso al conocimiento de los valores propios de las normas penales. Ahora bien, tal valoración ha de hacerse en relación al hecho que se atribuye”. Por su parte, la STS 24.02.99 indica que “No puede descartarse por completo, lo que será cuestión prueba más exhaustiva, que la incomunicación y consecutiva falta de socialización, sean efecto de graves anomalías del carácter o de excepcionales circunstancias ambientales capaces de bloquear el proceso de integración del sujeto en la sociedad Lo importante ser no olvidar que en base a todo ello debe estar alterada la percepción y la conciencia de la realidad”. La sección /ª de la Audiencia Provincial de Madrid, en St 114/2001 de 14 de doiciembre, falló que “aun cuando el acusado mantenga esa visión distorsionada, e incluso aun cuando vaya en aumento a medida que reciba más golpes (condenas) en el presente caso no puede apreciarse una reducción de la imputabilidad algo más que leve en apoyo de este motivo, lo que justifica la aplicación al caso de una circunstancia analógica.” Finalmente, obvio es decirlo, esta circunstancia habrá de acreditarse con el concurso de peritos trabajadores sociales, psicólogos y personas que puedan acreditar la trayectoria vital de la persona y sus carencias socializadoras.