Título: Benito Quinquela Martín Subtítulo: El pintor más reconocido de la Boca Bajada: Breve recuento de los años y las obras del hombre que aún hoy significa La Boca: Benito Quinquela Martín. El pintor indiscutido de los puertos y los trabajadores portuarios, su presencia es palpable en todo el barrio de La Boca y su figura sigue viva en la memoria y los corazones de los argentinos. Benito Juan Martín fue un hijo de La Boca. Un día de marzo de 1890 las monjas lo encontraron frente a la puerta de la Casa de los Expósitos, un orfanato; es por eso que se desconoce su fecha exacta de nacimiento. Vivió allí hasta que más de seis años después fue adoptado por Manuel Chinchella y Justina Molina. Por aquel entonces, La Boca era un barrio en ebullición. Centro portuario por excelencia, el trajín de la actividad mercantil era acompañado por el movimiento de una vida dura y populosa en los conventillos y demás lugares en los que vivían los inmigrantes recién llegados a la Argentina. El propio padre adoptivo de Benito era un inmigrante italiano, de quien el niño tomó el apellido en una traducción fonética al castellano: Quinquela. Ese espíritu de La Boca es el que todavía vibra en las telas firmadas por Benito Quinquela Martín. El joven solo cursó dos años de la escuela primaria y tuvo que abandonar sus estudios para ayudar a sus padres. Descargó bolsas en el puerto y también colaboró en la carbonería familiar. A los 17 años se inscribió para tomar clases nocturnas de dibujo y pintura en una academia local con el que sería su único maestro: Alfredo Lazzari. A los 20 años comienza su carrera artística, que lo llevó a exponer su obra a lo largo y ancho de la Argentina y del mundo. Crecía su prestigio, pero él siguió fiel a su estilo y sus temas: los puertos, los barcos, el carbón, el trabajo y la vida de aquel barrio que nunca abandonaría. En la década del ´30, Quinquela Martín comenzó una serie de actividades destinadas a devolverle a La Boca parte de los favores que el barrio le había dado a él. En 1933 donó un terreno que había comprado para que el Consejo Nacional de Educación construyera una escuela pública, hoy Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín. Más tarde fue donando otros espacios para que se levantara lo que hoy se conoce como Teatro de la Ribera, para un jardín de infantes y lactarium y, finalmente, un Hospital de Odontología Infantil. Todos decorando con murales. Su última obra a espacio abierto fue la que probablemente cambió de forma más radical el rostro de La Boca. Movido por la nostalgia, por su amor al arte y por su amor al barrio, Benito decidió organizar un espacio de exposición al aire libre para distintos artistas y artesanos. En un tramo de vía ferrocarril abandonada armó una calle como las de antes, con conventillos y colores. La llamó Caminito en alusión al famoso tango de Juan de Dios Filiberto. Hasta los últimos años de su vida, Benito Quinquela Martín siguió trabajando en su atelier sobre la escuela y el museo. Nunca se fue de La Boca ni se aisló de la vida de su barrio: sus puertas estaban abiertas y muchas veces él se paseaba entre los niños que asistían a la escuela que él ayudó a fundar. Murió en 1977. Destacado Caminito es uno de los paseos más emblemáticos con sus conventillos de chapa del barrio de La Boca. El terreno formó parte de una vía férrea que en 1928 fue abandonada. Po la iniciativa de los vecinos, entre ellos Quinquela Martín, en los años ‘50 se recuperó para convertirlo en un paseo peatonal y en una calle museo. En 1959 Quinquela Martín lo bautizó por el célebre tango “Caminito”.