CIUDADANÍA, FEMINISMO Y NIÑÉZ Han pasado 62 años desde que el voto femenino fue instaurado en la Argentina. Sin embargo, estamos hablando de una lucha que se arrastra a más de un siglo atrás y a la cual me referiré en estas líneas. Para esto, tomaré como ejemplo a la asociación de trabajadoras sexuales AMMAR. Además intentaré establecer una línea de continuidad entre las luchas feministas y las que poco a poco empiezan a asomarse en cuestiones relacionadas a los niños en situación de riesgo. Para comenzar, me referiré a la noción de ciudadanía, luego me concentraré en la evolución de dicho concepto en nuestro país, lo cual nos puede acercar de manera interesante a la cuestión feminista. Después de eso trataré el ejemplo puntual de Ammar, para finalizar con un breve acercamiento a la práctica política con respecto a los niños en situación de riesgo. Concepto de ciudadanía En su ensayo “Ciudadanía y autonomía”, David Held realiza un seguimiento de dichas cuestiones, para lo cual toma a dos autores principales (T. H. Marshall y Anthony Giddens) para luego explicitar su propuesta. De esta manera, nos dirá: “Por ciudadanía, Marshall entiende ‘plena pertenencia a una comunidad’, donde pertenencia implica participación de los individuos en la determinación de las condiciones de su propia asociación. (...) Según Marshall, el desarrollo de las clases (...) erosiona y limita la capacidad de la ciudadanía para crear acceso a los recursos escasos y la participación en las instituciones que determinan su empleo y distribución. La clase y la ciudadanía son principios de organización opuestos.” 1 Held se va a diferenciar de esta postura: “es infructuoso concebir que la ciudadanía está primariamente relacionada con la clase o las relaciones capitalistas de producción. La ciudadanía conlleva la intervención de la gente en la comunidad en que vive; y a las personas se les negó la ciudadanía en función de criterios de género, raciales y de edad, entre muchos otros.”2 Evolución del concepto y del feminismo en la Argentina En términos generales, podemos decir que ya desde la Constitución de 1853 se hablaba en la Argentina de la universalidad del voto. Claro que dentro de esta “universalidad” la mujer no estaba contemplada, ya que suponía el voto sin restricciones para todos los adultos mayores. No obstante, en los hechos, la participación electoral efectiva era muy limitada, es decir, se trataba de un sistema de ciudadanía restringida de hecho.3 La cuestión avanzó un poco más con la instauración de la Ley Sáenz Peña en 1912, que estableció el voto universal, secreto y obligatorio para todos los hombres argentinos nativos. Esta ley permitió la incorporación de las clases de formación reciente pero sobre todo, hizo efectivo el ejercicio del sufragio masculino. Cabe destacar que a principios del siglo XX surgen diversos centros y ligas feministas y que en 1919 se crea el partido feminista bajo el liderazgo de Julieta Lanteri. Lanteri fue la principal impulsora del Primer Congreso Feminista Internacional y protagonista del primer acto callejero convocado por una mujer en nuestro país Sin embargo, las grandes transformaciones en esta materia aparecerían con la llegada del peronismo al poder. A partir de allí, las discusiones se centran en la ampliación y redefinición del concepto de ciudadanía. Se hablaba de un nuevo perfil de ciudadanía, y se sostenía que esta no sólo debía hacer referencia a la democracia sino también a elementos de contenido social y económico. En los 60’s, con el auge progresivo del feminismo en la militancia política, sigue la lucha por los derechos civiles y políticos, pero también se cuestiona la vida cotidiana, lo privado (el amor, la maternidad, la sexualidad). Asimismo, surgen el Movimiento de Liberación de Mujeres y la Unión Feminista Argentina. Hacia 1978, época del Proceso en nuestro país, aparecen en escena algunas mujeres que luego fueron denominadas “Madres de Plaza de Mayo”, quienes reclamaban por sus hijos desaparecidos. A partir de este hecho, y posteriormente con la apertura democrática, las prácticas políticas encabezadas por mujeres se han expandido enormemente. La noción aplicada a la praxis. Forma en que se evidencia en un caso particular: Asociación Ammar David HELD; “Ciudadanía y autonomía”. En: La política; Buenos Aires, Paidós, 1997, p. 42 Ibíd.; p.52 3 Hilda SABATO; La política en las calles. Entre el voto y la movilización 1880-1862, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, p. 13 1 2 1 Son numerosos los ejemplos de los que podríamos hablar, pero en este caso sólo me referiré a la asociación Ammar. Las mujeres que conforman esta organización a nivel nacional, comenzaron a reunirse en 1994 en respuesta al constante asedio y violencia de la policía. En 1995 se suman a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), lo cual les permitió fundamentalmente reconocerse a sí mismas como trabajadoras. En 2006 obtuvieron la personería jurídica como Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. En Córdoba, por su parte, la asociación comenzó a organizarse recién en el año 2000. Es interesante destacar que este no es un ejemplo casual, ya que Ammar no sólo representa una gran lucha de parte de un grupo de mujeres, sino también la búsqueda de superación de un difícil obstáculo: el estigma social que supone el trabajo sexual en nuestro país. Algunas de las conquistas que ha alcanzado esta asociación son: la creación de una escuela en el 2004, cuyo fin estaba basado en dar educación a algunas compañeras (muchas no sabían leer ni escribir); fundación de una guardería en donde estas mujeres pudieran dejar a sus hijos; creación de un espacio de alfabetización para estos niños; convenio de salud. Sin embargo, Ammar aún no ha llegado a un acuerdo definitivo con la policía, ya que si bien han logrado trabajar libremente en algunas zonas de la ciudad, en otros lugares como el centro las siguen llevando presas. Una de las causas que señalan estas mujeres es que muchas veces los políticos confunden el trabajo sexual libre con la trata de blancas. Además se les pide que si quieren trabajar en la zona céntrica que sea en una vivienda. Sin embargo, Ammar sostiene que eso va ligado al proxenetismo ya que el dueño de la casa le cobra un porcentaje a la trabajadora sexual, y encima cuando se realiza un allanamiento son las mujeres las que deben soportar los días en la cárcel y no el dueño. Otra de las trabas a las que se enfrenta esta organización es que el movimiento de mujeres de Córdoba no las acompaña políticamente en sus luchas. No obstante, si tenemos en cuenta que para Held el análisis de la ciudadanía debería abarcar “los modos en que los diferentes grupos, clases y movimientos pugnaron por conquistar mayores grados de autonomía y control sobre sus vidas”4, las luchas de Ammar serían perfectamente legítimas. Estas mujeres han demostrado en sus luchas que el trabajo sexual libremente elegido, no es un delito sino más bien un trabajo como cualquier otro. Y si entendemos con dicho autor que la ciudadanía está constituida por un conjunto de derechos (civiles, políticos, económicos y sociales), resulta imperioso que como sociedad apoyemos a estas mujeres en sus luchas. El trabajo sexual debe ingresar dentro de la una categoría del mercado laboral y como tal, debe suponer el respeto por la dignidad y los derechos de toda persona que lo realice. Como dice Held: “la idea del individuo como ciudadano es (...) una idea profundamente conectada con la doctrina de la libertad de elección (...)”5. Me pregunto entonces ¿por qué el movimiento feminista de nuestra provincia les da la espalda? ¿No han luchado tantos años por el respeto a su capacidad de elección y libertad de acción? ¿Acaso Ammar no nos habla principalmente desde su rol de mujeres? No debemos olvidar que la sociedad cambia constantemente y por ende sus prácticas políticas también. Estas últimos deben acomodarse a su tiempo y a los nuevos sectores sociales que van surgiendo. En consecuencia, nuestra tarea como sociedad también se renueva: debemos acompañar y reconocer a estos nuevos grupos. De esta manera, es fundamental que tanto estas mujeres como los distintos sectores sociales conozcan sus derechos para desarrollar una práctica política eficaz que vele por ellos. Sino, sus derechos se convertirían en una ficción y no en una realidad como debería ser.. Por lo tanto, y siguiendo la línea histórica que hemos señalado, la evolución del concepto de ciudadanía no sólo debe continuar su expansión sino que a su vez, es infinita ya que tiene que incorporar dentro del paraguas a todos los sectores de la sociedad, los cuales se van modificando y renovando continuamente. Luchas en defensa de los niños en situación de riesgo, un análisis que aún no se da Antes de cerrar, se me ocurrió plantear la temática de los niños en situación de riesgo, que considero va de la mano con los avances progresivos que van obteniendo las mujeres. La razón de esto es que los niños, como las mujeres, han sido marginados desde siempre en muchas cuestiones por ser considerados vulnerables, incapaces o inferiores. Basta sólo con mirar un siglo atrás en nuestro país cuando la protección de la mujer obrera y de los niños trabajadores aún no había sido contemplada. Afortunadamente, esta situación se ha ido modificando cada vez en mayor medida. Las mujeres han obtenido cada vez más, importantes beneficios como la licencia por maternidad, la no diferenciación por sexos en la suma del dinero cobrado, mejora en las condiciones laborales, jornadas menos extensas. De esta manera, considero que los avances del feminismo a nivel mundial acompañan a los que se asocian a la niñez. De hecho, los 4 5 David HELD; “Ciudadanía y autonomía”. En: La política; Buenos Aires, Paidós, 1997, p. 53 Ibíd.; p. 60 2 derechos de la niñez son un tema recurrente en distintas organizaciones feministas como puede verse en la Fundación Agenda para las Mujeres, el Comité Regional Americano de Mujeres Cooperativista (CRAMC), la ONG Kuña Róga de Paraguay. En lo que respecta a los niños en situación de riesgo, actualmente en nuestra provincia se está implementando el programa “Familias para Familias” que tiene como fin último cerrar los institutos que albergan niños en situación de riesgo. Sin embargo, según mi experiencia como voluntaria en un hogar de niños, no considero que el debate realizado en torno a este tema haya sido realmente crítico y responsable. En primer lugar, no observo un argumento fuerte que sostenga el mayor beneficio de una familia transitoria sobre el de una institución. En segundo lugar, tampoco veo que se haya dado un debate en la sociedad en el que se analice críticamente ambas opciones. Por otro lado, me parece importante destacar la importancia que reviste un tema como este y el que como ciudadanos miembros de una sociedad defendamos los derechos de nuestros niños, dado que ellos no pueden hacerlo por sí solos. De esta manera, considero que la militancia política con respecto a esta temática no sólo es necesaria sino que es deber de todos nosotros. Asimismo, como seres humanos contamos con la ventaja del lenguaje que nos permite, como señala Hanna Pitkin citando a Aristóteles, “afirmar qué es justo y qué es injusto (...)”. Esta autora también señala que “la justicia es una reglamentación de la asociación política”6. Por lo tanto, debemos reclamar por el cumplimiento de los derechos de nuestros niños, para lo cual es necesaria y urgente la práctica política. Para finalizar, diremos que, si como dice Eduardo Galeano “para no ser mudo hay que empezar por no ser sordos”7, es importante que nos concentremos en las demandas y necesidades de nuestros menores en situación de riesgo para luego denunciar, luchar, conquistar. Hanna Fenichel PITKIN; “Prólogo de la autora a la edición española”. En: Wittgenstein: El lenguaje, la política y la justicia; Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1984, p. 18 6 Eduardo GALEANO; “Entrevista a Eduardo Galeano”. En: La Luciérnaga; septiembre 2009, número 143, p. 5 7 3