Guerra de élites y crisis de régimen Una parte de los núcleos de poder económico vendrían directamente del desarrollismo franquista. Ahora el autoritarismo es sustituido por el consenso político y social alrededor del modelo, en el que entran a participar nuevos actores locales, lo que precisa crear una nueva red clientelar que respete además la jerarquía de los especuladores locales. Este modelo ha sido calificado por el economista José Manuel Naredo de 'neocaciquil', subrayando que -lejos del presunto 'liberalismo'- requiere una fuerte intervención pública, a través de la legislación urbanística y la transferencia permanente de dinero público a manos privadas. En muchos casos estas nuevas redes especulativas, interpenetradas de intereses financieros, empresariales y políticos llegaba en su operación de control del territorio a situaciones de 'captura' de parte de los ámbitos institucionales de decisión (podemos poner muchos ejemplos murcianos en el urbanismo de municipios como Murcia capital, Águilas, Librilla, San Javier, Totana, Lorca, Alhama, Torre Pacheco y un largo etcétera) que ha dejado una densa estela de corrupción política y económica que sólo ahora empieza a juzgarse. Es interesante recoger también la aportación del sociólogo Fernández Steinko, que ha estudiado muy bien el papel de los 'nuevos autónomos' y los pequeños empresarios de la construcción en la extensión ideológica del apoyo a esta política entre las clases medias y populares. En buena parte proveniente de la clase trabajadora, este grupo social habría tenido un protagonismo político e ideológico muy especial en la conformación hegemónica de los valores de lo que llama un 'capitalismo popular inmobiliario'. En su paso de asalariados a empresarios habrían modificado su estatus social y su trayectoria ideológica, derechizándola y extendiéndola "a otros ámbitos de la sociedad debido al fuerte dinamismo del sector de la construcción que le dio soporte y reconocimiento material a dicha trayectoria". Steinko ha mostrado su peso cuantitativamente superior en Murcia a la media española (los autónomos aumentaron un 28% en el periodo 1999-2008, frente a un 13% de media nacional, y las sociedades limitadas un 120% frente a un 105%), al igual que la construcción aumentó muy significativamente su peso en el empleo regional (un 5%, hasta llegar al 14,4% del total, entre 1996 y 2008), y ha puesto el ascenso de este grupo en relación con el aumento del voto al PP mostrando la evidencia de su correlación. Este grupo social se habría visto golpeado con singular dureza por la irrupción de la crisis, pues tienen un fuerte apalancamiento en créditos que no pueden devolver y se arrastran ahora hacia un desclasamiento social que -aunque no sea un proceso automático- tendrá también efectos electorales sobre la base social que ha apoyado estos años a la derecha regional. La crisis, la coactiva política de austeridad y los cortes del suministro monetario, finalmente han desembocado en una guerras entre élites al producirse un proceso de 'reordenamiento de las élites europeas en sus distintas escalas de influencia' que obliga a desalojar a parte de las que en el anterior ciclo colgaban de los aparatos autonómicos, locales y del Estado central (Isidro López). Las cajas de ahorro, por ejemplo, que representaban el 50% del sector financiero, han quedado fuera de juego, privatizadas en favor de la banca (véase en Murcia los casos CAM y Cajamurcia), como ha desaparecido también buena parte del sector inmobiliario. 1/2 Guerra de élites y crisis de régimen El cambio del modelo de Estado benefactor, la fractura social y la exclusión de sectores sociales cada vez más amplios, la fuerte deslegitimación del bipartidismo y la corrupción estructural que ahoga la vida pública nos habrían abocado a la crisis final del modelo político de la transición. El régimen dinástico y el modelo político que han definido los últimos 35 años se cae ante nuestros ojos. Estaríamos ahora en un proceso deconstituyente en el que se están vaciando de sentido tanto los derechos y promesas como la arquitectura política que derivan de la Constitución de 1978. ¿Qué le sucederá? No está claro ni podemos darlo por decidido. Se puede poner el ejemplo, como hace Manuel Monereo, del final de la Primera República italiana, que acabó implosionando por los escándalos y los procesos judiciales de 1992 contra la corrupción sistémica (la 'tangentópolis'), y que trajo como resultado "la llegada al poder de Berlusconi y la liquidación, nada más y nada menos de la izquierda política, social y cultural". No podemos permitirnos la ingenuidad de creer que el cambio es inminente y será favorable para los intereses de las clases populares. "Las fuerzas políticas y sociales que podrían preparar y dirigir un nuevo proceso constituyente rupturista de signo republicano y popular parecen todavía incipientes, desde luego políticamente" (Domenech, Raventos y Buster). Los poderes dominantes intentarán prevalecer en el proceso y ampliar su influencia y control social, y todo dependerá del nivel de resistencia ciudadana y la capacidad de respuesta política organizada que encuentren. (Artículo publicado en diario La Opinión de Murcia el 2/3/2013: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/03/02/guerra-elites-crisis-regimen/456539.html) 2/2