Aportes para el Código Único Ambiental de la provincia de Entre Ríos. El ambiente urbano como bien a proteger La población urbana de la provincia de Entre Ríos pasó de representar el 78% a representar el 82% del total de la población censada en los Censos de 1991 y 2001 respectivamente. En el año 2001, vivían en ciudades de la provincia unos 955.914 habitantes y 202.733 lo hacían en áreas rurales. 1 Para el próximo censo del año 2010 es esperable que esta tendencia continúe y el porcentaje alcance valores cercanos al 85% de población urbana. Esta situación permite identificar claramente que las áreas urbanas concentran crecientemente a la población y resultan por lo tanto unidades de gestión estratégicas que necesariamente deben ser planificadas y gestionadas para alcanzar el desarrollo sustentable provincial. Esta visión se apoya en considerar al bienestar de la población como objetivo central del desarrollo sustentable, en equilibrio con el medio natural. El “ambiente urbano” es una dimensión socialmente construida y por ello es posible de planificar, gestionar, controlar y mejorar. Dicha construcción social se encuentra sujeta a la lógica de la necesidad extrema de los sectores sociales más humildes, a la lógica de la ambición extrema del mercado y a la lógica clientelista de la política de escasa visión estratégica y en alguna medida a la lógica del Estado y la gestión e lo público. Por otro lado el espacio urbano se encuentra en directa interacción con el medio natural físico y biótico (rural y silvestre) que lo soporta y rodea y que también desarrolla sus dinámicas propias que al interactuar con lo urbano, generan beneficios y riesgos significativos para la población y para el ambiente que lo contiene y determinantes de la calidad ambiental resultante. Por todo ello, se considera que el “Ambiente urbano” o “Ambiente construido” debería formar parte explicita de los bienes a proteger en el Código Único Ambiental, incluyéndoselo en el Artículo 5º. El acceso al suelo urbano como un derecho El acceso a la vivienda (que es un derecho vigente) no es posible de alcanzar si no hay acceso al suelo urbano. 1 INDEC. CNPHyV 2001. 1 El acceso al suelo urbano para los sectores más humildes se produce de forma irregular y en condiciones de riesgo ambiental que atentan contra la propia vida e incrementan la degradación ambiental del ambiente urbano aumentando el riesgo socio - sanitario de la ciudad, el riesgo de inundaciones, deslizamientos de laderas, incendios, epidemias y contaminación con residuos sólidos urbanos y efluentes cloacales. La dificultad de acceso al suelo urbano se basa en la falta de recursos económicos de la población pero también en la especulación desmedida de los propietarios de tierra vacante en área urbanas con servicios públicos. Complementariamente los gobiernos locales ejercen una escasa o nula regulación e intervención en el mercado de tierras a fin de facilitar el acceso al suelo urbano para los sectores humildes e incluso de clase media. El suelo urbano debería ser considerado un bien estratégico, determinante de la calidad ambiental del ambiente urbano. EL CUA debiera promover el acceso al mismo como un derecho, definiendo lineamientos de intervención pública como “Bancos de tierra” u otros instrumentos similares. El IAPV debería retomar su antigua tradición de Planeamiento Urbano y ser instrumento de intervención en los mercados de tierras urbanos con fondos específicos aportados por el Gobierno Provincial. Impactos ambientales de la urbanización Muchos de los problemas ambientales urbanos surgen de los procesos de urbanización. Las urbanizaciones mal diseñadas y localizadas en sitios peligrosos pueden ser dañinas para el ambiente y para la población que pretenden albergar, así como para la población preexistente en el lugar. Los impactos ambientales de la urbanización se verifican tanto a escala regional como local y del sitio. La urbanización y las edificaciones mal planificadas o planificadas con criterios meramente mercantilistas, contribuyen a la contaminación atmosférica y de los recursos hídricos, al uso ineficiente de combustibles fósiles y de energía eléctrica para desplazamiento, calefacción y refrigeración, se generan efluentes cloacales y pluviales con fuertes impactos de contaminación y erosión, se produce una demanda recursos naturales no renovables para la edificación, se genera un consumo de agua importante, entre otros efectos. Además de estos impactos directos, los procesos de urbanización presentan una fuerte tendencia a la extensión sobre el territorio rural en busca de un ambiente más sano. Estas extensiones urbanas buscan (en gran medida) el contacto directo con el agua como elemento de valor paisajístico. Ello lleva al loteo de costas e incluso áreas inundables localizadas dentro de los valles fluviales. Esta tendencia contribuye al cambio del uso del suelo rural y silvestre desplazando a actividades productivas y reduciendo el hábitat de la fauna, generando riesgos de inundación y contaminación en relación a los recursos hídricos e impidiendo el acceso público a las costas. 2 Los grandes usos urbanos (torres, hipermercados, shoppings, clubes, mayoristas, etc.) generan impactos ambientales relacionados con la congestión del tránsito, la fragmentación urbana, los ruidos, la acumulación de sustancias peligrosas, el uso de equipos a presión, grandes descargas pluviales, pérdida de asoleamiento de vecinos, pérdida de intimidad, generación de grandes volúmenes de residuos y demanda de servicios públicos. Estos efectos ambientales son absorbidos por el “Ambiente urbano” y padecidos por la población. Por todo ello, se considera que los proyectos de viviendas de mediana y gran escala, los proyectos de loteos y los grandes usos urbanos deberían estar sujetos a la elaboración previa de Estudios de Impacto Ambiental y a la definición de medidas de mitigación efectivas de sus impactos previo a la autorización del uso conforme del suelo. Prevención del riesgo de desastres urbanos “Desde el punto de vista poblacional y económico, la ciudad domina de forma creciente el entorno de la existencia inmediata del hombre. El proceso de urbanización es, al parecer, irreversible. Las economías urbanas de hoy en día generan entre el 60 y el 80% del Producto Bruto Nacional de los países en vías de desarrollo (Dossier, 1992). Y, “mientras que la población rural tenderá a estabilizarse a lo largo de los próximos veinte años, por primera vez en la historia de la humanidad la mayoría de la población de los pobres del mundo habitará ciudades en los países en vías de desarrollo”. 2 “En América Latina esta tendencia será más fuerte aún, el nivel de urbanización llegaría al 76,6% para el año 2000 y al 84% para el 2025”. 3 “La concentración espacial de población e infraestructura económica, la complejidad e interconexión de los elementos de la estructura urbana, los efectos sinérgicos que la ciudad produce, y la amplia falta de controles y normatividad referente a la seguridad ciudadana (por las razones que sea), hacen aparecer más y novedosos factores de riesgo. Igual que en el caso de las amenazas físico-naturales, los casos de explosiones y conflagraciones urbanas, de accidentes tecnológicos, de derrames de materiales tóxicos, de acumulación de desechos sólidos, de colapso de edificaciones, de contaminación de aire, agua y suelos, de sequía y de epidemias "urbanas", entre otros, están ya bien documentados. … como ha sido típico en gran número de los estudios de desastre, mayor atención se ha prestado a los fenómenos físicos detonadores y a los impactos y respuestas a estos eventos, particularmente los referidos a la vulnerabilidad estructural o física de las edificaciones, que al contexto concreto del desastre y a los procesos históricos que han conformado las condiciones de riesgo y vulnerabilidad social de las ciudades afectadas. … Los impactos de Andrew, en Florida Sur, y del terremoto de Northbridge, en Los Ángeles, finalmente sirvieron para descubrir que también en una sociedad altamente desarrollada, el "desastre" es socialmente construido, condicionado por la segregación social y espacial existente. … Entre los temas o enfoques de análisis que han 2 Mougeot, 1993. Basado en UNDP, 1991. En: Ciudades en riesgo. Fernández, Ma Augusta (comp.). La Red de estudios sociales en prevención de desastres en América Latina. 1996. 3 UNCHS, 1995. En: Ciudades en riesgo. Fernández, Ma Augusta (comp.). La Red de estudios sociales en prevención de desastres en América Latina. 1996. 3 recibido menos dedicación, tanto conceptual como empíricamente, se halla el de la relación entre la llamada Degradación Ambiental y la creación de condiciones de riesgo y eventual desastre en el ámbito urbano; o, dicho en otros términos, la relación entre la degradación del medio ambiente urbano (y urbano-regional) y la construcción social de las condiciones de riesgo. Tal área de preocupación atañe, en términos generales, al campo de acción de la llamada Gestión Ambiental Urbana.” 4 Por todo lo antes citado de la bibliografía internacional especializada y en vistas de la realidad de nuestras ciudades costeras (y mediterráneas) con problemas recurrentes de inundaciones y/o deslizamientos de barrancas, con decenas y hasta cientos y miles de evacuados, pérdidas económicas, daños sociales y afectaciones al desarrollo de las comunidades, se propone que el Código Único Ambiental incorpore en su Capítulo III “Funciones”, Artículo 59º, la elaboración de un “Programa de reducción de riesgos de desastres en áreas urbanas”, en base al ordenamiento territorial, a medidas no estructurales de planificación, de organización comunitaria y de fortalecimiento de la capacidad de gestión y control de la urbanización por parte de los gobiernos locales; así como en base a medidas estructurales de acceso a la tierra, la vivienda y a los servicios para la población más humilde a relocalizar. Incumbencias profesionales en estudios ambientales En vistas de que no existe una carrera de grado que permita abarcar la complejidad multidimensional de la cuestión ambiental, se propone que la incumbencia profesional para llevar adelante la Coordinación de un EIA sea responsabilidad de profesionales universitarios con una carrera de grado aprobada de no menos de 5 años de duración y con formación de posgrado específica en materia ambiental de no menos de 2 años y de nivel universitario (Especialista, Maestría o Doctorado). La experiencia mínima requerida será de 10 años en estudios ambientales. Los EIA deberán ser realizados necesariamente por un equipo interdisciplinario integrado por profesionales cuyas formaciones de grado permitan cubrir todos los aspectos críticos del tipo de proyecto a evaluar y del entorno donde se inserta. El equipo debería estar integrado al menos por un coordinador y dos profesionales más. Para integrar un equipo interdisciplinario de EIA deberá contarse con título universitario que acredite la formación de grado de no menos de 5 años de duración y de nivel universitario. 4 Fernández, Ma. Augusta (comp.) CIUDADES EN RIESGO Degradación Ambiental, Riesgos Urbanos y Desastres. Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina. 1996. 4