Situaciones Crítica en Medicina de Urgencias CAPITULO 2. DOLOR TORÁCICO AGUDO. ENFOQUE PRÁCTICO Se define como dolor torácico cualquier molestia o sensación anómala presente en la región del tórax situada por encima del diafragma. Dicho dolor puede tener su origen en los diversos tejidos de la pared torácica y en las estructuras intratorácicas. El dolor torácico constituye un motivo de consulta frecuente para el médico general, el internista y el cardiólogo. El objetivo de la evaluación inicial es descartar la posibilidad de enfermedad coronaria y de otras condiciones clínicas que amenacen la vida del paciente. La cardiopatía isquémica aguda (infarto de miocardio, angina inestable, angina de reciente aparición) representa la causa más frecuente y potencialmente fatal de dolor torácico. Los pacientes con infarto agudo de miocardio que son dados erróneamente de alta del servicio de urgencias tienen una mortalidad a 30 días del 25%, que es, por lo menos, el doble de la que presentan los pacientes que son admitidos en las instituciones de salud. Los médicos pueden utilizar algoritmos elaborados para mejorar la estratificación de los pacientes con dolor torácico, que junto con los nuevos marcadores séricos de lesión cardiaca, son fundamentales en la evaluación de estos pacientes en los servicios de urgencias. Etiología 1. Enfermedades cardiovasculares: Infarto de miocardio (IM). Angina de pecho, angina inestable. Enfermedad valvular (prolapso de válvula mitral-estenosis aórtica) Aneurisma disecante de aorta. Pericarditis aguda. Arritmias cardiacas y trastornos de la conducción. 2. Enfermedades pulmonares: Embolia pulmonar. Neumonía. Neumotórax y hemotórax. Pleuresía. 3. Dolor musculoesquelético: Inflamación de la articulación esternocostal. 4. Enfermedad gastrointestinal: Reflujo gastro-esofágico. Esofagítis. Colecistitis. Hernia hiatal. Úlcera péptica. Evaluación clínica La evaluación del dolor torácico debe iniciarse con la historia clínica enfocada en las características del dolor, así: si el dolor es opresivo, irradiado a la mandíbula o al miembro superior izquierdo, es sugestivo de enfermedad coronaria; si se irradia a la espalda debemos descartar disección de aorta, si, por el contrario, tiene características pleuríticas, nos orientan a embolismo pulmonar o neumonía. Es importante aclarar si el dolor se presentó en reposo o con esfuerzo, si fue de aparición súbita, si se asocia a otros síntomas como disnea o síntomas autonómicos. Se debe establecer la duración del dolor y su periodicidad. Además, se debe realizar un examen físico completo con énfasis en la evaluación del sistema cardiovascular. La ayuda diagnóstica más importante es el electrocardiograma, que debe ser tomado dentro de los 10 minutos iniciales al ingreso del paciente. La evaluación inicial de un paciente con dolor torácico agudo debe hacer sospechar al clínico una etiología potencialmente fatal como el infarto agudo de miocardio, la disección aórtica y el embolismo pulmonar. Si es poco probable que la etiología del dolor sea un evento isquémico cardiaco, la posibilidad de condiciones pulmonares, gastrointestinales y musculoesqueléticas, así como la pericarditis y otras condiciones cardiovasculares, debe ser investigada, usualmente de manera ambulatoria excepto cuando la patología sospechada sea disección de aorta, taponamiento cardiaco o tromboembolismo pulmonar. La evidencia sugiere que los espasmos y el reflujo gastroesofágicos son responsables de un porcentaje no despreciable de dolor torácico no cardiogénico. Valoración inicial Obtener la historia del paciente y hacer la valoración inicial, intentando distinguir entre las causas menores de dolor torácico y las que potencialmente ponen en peligro la vida del paciente (alteraciones cardiacas). Valoración de los signos vitales: TA, FC, FR, SaO2 y temperatura. El diagnóstico comienza diferenciando si el dolor torácico está relacionado con una enfermedad cardiaca o con alguna otra causa. Determinar la localización del dolor, su gravedad, si es intermitente o continuo; si aumenta con la inspiración profunda o al toser; si está inducido con la actividad o por un traumatismo, o si se alivia con la postura. Valore al paciente para detectar si hay disnea o respiración trabajosa. Factores de riesgo para enfermedad cardiovascular NO MODIFICABLES Edad Sexo masculino Familiares con cardiopatía isquémica Diabetes Presencia de enfermedad coronaria MODIFICABLES Tabaquismo Colesterol Total, LDL, HDL Hipertrigliceridemia Obesidad Sedentarismo Hipertensión arterial Marcadores de lesión miocárdica Los niveles de isoenzima MB de la creatinin kinasa (CK – MB) usualmente se elevan por encima de los valores normales después de 4 a 6 horas del inicio de los síntomas sugestivos de infarto agudo de miocardio, y una toma seriada de CK – MB en un período de 12 a 24 horas permite la detección de virtualmente todos los infartos de miocardio. Sin embargo, la elevación de la CK – MB puede resultar de otras causas diferentes de la lesión miocárdica. Adicionalmente el conocimiento de los valores de CK – MB no es de ayuda para determinar el pronóstico del paciente con angina inestable. Las troponinas cardiacas T e I son codificadas por diferentes genes exclusivamente en el músculo cardiaco, por lo tanto son más específicas que la CK – MB para el diagnóstico de lesión miocárdica. Después de la lesión cardiaca los niveles de troponina cardiaca se elevan aproximadamente al mismo tiempo que la CK –MB y permanecen altas por varios días. Una vez elevada la troponina cardiaca no es útil para detectar episodios repetitivos de lesión miocárdica. Múltiples estudios han demostrado que el aumento de los niveles de troponina cardiaca indica un riesgo elevado de complicaciones, reinfarto y muerte en pacientes que ingresan con síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST. Recordemos que la sensibilidad para infarto agudo de miocardio de un solo valor de marcadores séricos, llámese CK-MB o troponina, es limitada aun para pacientes en los que el dolor torácico empezó más de doce horas antes de la consulta a urgencias; por lo tanto un solo valor no debe ser usado para descartar un infarto agudo de miocardio; se requieren dos tomas con seis horas de diferencia, la primera después de 4 a 6 horas del comienzo del dolor torácico. La estrategia más apropiada para el uso combinado de marcadores disponibles permanece incierta. Muchos centros hospitalarios miden tanto los niveles de CK – MB como los de troponina de forma rutinaria para todo paciente con dolor torácico agudo. La medición de CK – MB es barata y permite la detección de reinfartos. Sin embargo, consideramos que si tenemos la posibilidad de medir troponinas cardiacas este debe ser el examen de elección por su sensibilidad y especificidad; sólo cuando se quiera descartar reinfarto la CK-MB debe ser el marcador a medir. Debido a la preocupación sobre la seguridad del paciente, pruebas de esfuerzo, con ecocardiografía o sin ella, se han utilizado tradicionalmente sólo después de que el paciente ha sido observado por un día o más y ha permanecido libre de dolor y sin cambios en los marcadores cardiacos. Sin embargo, algunos estudios han mostrado que los pacientes con bajo riesgo de complicaciones pueden ser llevados a una prueba de esfuerzo entre las 6 y las 12 horas posteriores al ingreso al hospital, o aun inmediatamente. Los pacientes con resultado negativo tienen excelente pronóstico a los seis meses. En general los protocolos que utilizan pruebas de esfuerzo no se aplican para aquellos pacientes con dolor torácico y cambios electrocardiográficos sugestivos de isquemia. Si bien el dolor del infarto permite sospechar el diagnóstico en una gran proporción de los casos, con frecuencia se confunde con otras entidades clínicas, por lo que es necesario insistir en la diferenciación clínica de los dolores torácicos que pueden prestarse a confusión; entre ellos se encuentran: • Pericarditis aguda • Disección de la aorta • Reflujo gastroesofágico • Espasmo esofágico • Embolismo pulmonar En 15% de los casos el infarto miocárdico ocurre sin que el paciente sufra dolor, lo que es más frecuente en diabéticos, ancianos (mayores de 65 años) y mujeres; en estos casos el infarto puede manifestarse por signos de bajo gasto cardíaco (choque, síncope, hipotensión postural), por insuficiencia cardíaca (edema pulmonar) o por muerte súbita. Tratamiento Electrocardiograma El electrocardiograma (EKG) basal de 12 derivaciones se requiere en todo paciente con dolor torácico agudo que consulta a urgencias. El EKG continúa siendo una herramienta crucial en la identificación y posterior manejo de los pacientes con evento coronario agudo. Los cambios en los segmentos ST son determinantes para definir la necesidad de instauración de una terapia de reperfusión, ya sea una trombolisis o una angioplastia coronaria. También es importante para identificar alteraciones en la conducción y arritmias que pueden influenciar el pronóstico a corto y largo plazos. El objetivo principal del tratamiento del paciente con dolor torácico es doble: 1) Identificar las causas potencialmente fatales, y así realizar un tratamiento específico y oportuno. 2) El alivio del dolor siempre será para el paciente una prioridad; por lo tanto, la utilización de opiáceos o antiinflamatorios según la sospecha clínica debe de ser una medida a realizar de manera temprana. Existen dos grandes grupos: 1) Aquellos con elevación del ST o la aparición de un nuevo bloqueo completo de la rama izquierda, que deben recibir terapia de reperfusión inmediata. 2) La identificación de aquellos sin elevación del segmento ST, que deben ser rápidamente estratificados según los criterios de riesgo para así ofrecer la terapia más apropiada a aquellos de riesgo mayor (clopidogrel, bloqueadores del receptor IIB/IIIA) y hospitalización en una unidad de cuidado coronario para estabilización y ser llevados precozmente a cateterismo cardiaco. Tratamiento prehospitalario: Está bien establecido que la mayoría de las muertes por infarto del miocardio ocurren dentro de la primera hora del inicio y que la causa habitual es la fibrilación ventricular. De ahí la importancia del transporte inmediato del paciente a un centro hospitalario, preferentemente en una ambulancia equipada con monitoreo electrocardiográfico y desfibrilador, oxígeno y drogas cardiovasculares. Alivio del dolor: Medida primordial en el tratamiento de pacientes con infarto agudo del miocardio, ya que el dolor aumenta la ansiedad y la actividad del sistema nervioso autónomo, provocando aumento del trabajo y demanda de oxígeno por parte del corazón. Para este propósito, además de la administración de nitratos por vía sublingual, pueden utilizarse agentes narcóticos como morfina, 2 a 4 mg IV cada 5 a 15 minutos, o meperidina, 20 a 40 mg IV cada 5 a 15 minutos. (Clase I). Administración de oxígeno: Su uso es de gran valor ya que aumenta el PO2 y es especialmente útil en el paciente con edema pulmonar. Es una recomendación clase I para pacientes que ingresan con dolor precordial sugestivo de isquemia acompañado de una saturación de oxígeno < 90%. Se recomienda su uso por un período promedio de 4 a 6 horas, ya que mayor tiempo de empleo no ha demostrado beneficio alguno (Clase IIa). agregación plaquetaria es el evento fundamental en los pacientes con síndrome coronario agudo. Se administra en dosis de 160 a 375 mg c/24 horas (Clase I). Trombolisis coronaria: La administración de sustancias trombolíticas (estreptoquinasa y activador del plasminógeno) por la vía intravenosa permite lisar el coágulo. Es el tratamiento de elección y más fácilmente disponible para aquellos pacientes con infarto de miocardio y elevación del segmento ST. Este procedimiento se utiliza con gran éxito si el enfermo es atendido durante las primeras cuatro horas de iniciado el infarto del miocardio. En centros altamente especializados se realiza preferentemente la angioplastia transluminal percutánea primaria, generalmente acompañada de la colocación de Stent. Tanto la trombolisis como la angioplastia tienen mayor éxito cuando se realizan durante la primera hora de evolución del infarto; la estreptoquinasa se administra por vía IV a razón de 1.5 millones de unidades en una hora, y el activador tisular del plasminógeno se administra a dosis de 15 mg por vía IV en bolo inicial, seguido de 50 mg en 30 minutos y 35 mg en los otros 30 minutos. Heparina convencional vs. heparina de bajo peso molecular: Actualmente las heparinas de bajo peso molecular, por su biodisponibilidad y la no necesidad de monitoreo de laboratorio, están reemplazando la heparina convencional en muchas de las entidades donde la generación de trombina es una de las responsables del evento. En síndromes coronarios agudos está claramente demostrado que en pacientes sin elevación del ST la administración de enoxaparina disminuye el riesgo de eventos cardiovasculares vs. la heparina convencional; por lo tanto, es el antitrombótico de elección en este grupo de pacientes. En pacientes con síndrome coronario agudo y elevación del ST se administra heparina por vía IV en infusión continua, a razón de 1000 U.I/hora en un intento de mantener el tiempo de coagulación al doble de los valores normales previo bolo inicial de 60 U/kg con un máximo de 4.000 U. La heparina se recomienda sólo en aquellos pacientes que han recibido trombolíticos con agentes específicos de fibrina e infartos anteriores extensos (Clase I). Administración de aspirina. Todos los pacientes con síndrome coronario agudo independiente de la presencia de elevación del segmento ST deben recibir aspirina de manera precoz, ya que la Nitroglicerina. Se debe iniciar sublingual hasta un máximo de 15 mg: si no hay respuesta se debe comenzar la administración endovenosa, siempre y cuando la tensión arterial sistólica del paciente sea superior a 90 mmHg (Clase II). Disminuye la reactividad vascular, evita el espasmo coronario; reduce, por lo tanto, la aparición de angina y aun cuando no se ha demostrado efecto sobre la mortalidad, definitivamente mejora la evolución clínica (Clase I). No se debe administrar en pacientes que han recibido en las 24 horas previas inhibidores de la fosfodiesterasa V para disfunción eréctil. Betabloqueadores. La administración de estos fármacos está indicada especialmente en presencia de infarto del miocardio agudo cuando hay reacción adrenérgica (taquicardia e hipertensión arterial), en ausencia de insuficiencia cardíaca. En estos casos el fármaco reduce la frecuencia cardíaca y la presión arterial, con lo que se reduce el MVO2 (consumo de oxígeno), y por lo tanto la isquemia miocárdica. Estos efectos mejoran o evitan la angina de pecho, hacen más rápida y completa la relajación ventricular, con lo que disminuyen la presión telediastólica ventricular y con ello la hipertensión venocapilar y la disnea, si ellos existen; y por último, evitan la extensión del infarto del miocardio. Recomendación Clase I. IECAs. Una revisión sistemática demostró que iniciar el tratamiento con IECAs en las primeras 24 horas reduce la mortalidad. No parece tan claro si el tratamiento debe generalizarse o si debe ofrecerse solo cuando existen signos de insuficiencia cardiaca. Puede ser razonable instaurarlo en todos los casos, continuarlo diariamente durante un mes en personas de bajo riesgo de muerte y mantenerlo varios meses o indefinidamente en personas con ICC o con FE<40%. Recomendación Clase I. Clopidogrel: Es una recomendación Clase I para pacientes que van a ser llevados a cateterismo cardiaco diagnóstico en el que se planea la angioplastia más la colocación de un stent. Debe recibir el clopidrogrel el paciente por un mes si se implanta un stent convencional, tres meses para aquellos stent recubiertos con sirulimus y seis meses para los recubiertos con placitaxel. Es una recomendación IIa para pacientes en quienes está contraindicado el uso de ácido acetilsalicílico. Todos los pacientes con síndrome coronario agudo sin elevación del ST que sean clasificados de alto riesgo deben recibirlo. Bibliografía 1. American Heart Association: Heart and Stroke Facts: 2002 Statistical Supplement. Dallas, American Heart Association, 2003. 2. 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