DOLOR TORÁCICO: INTRODUCCIÓN Las molestias en el pecho están entre los problemas que con mayor frecuencia debe afrontar el médico en la consulta y en el servicio de urgencias. El diagnóstico diferencial se extiende a los trastornos que afectan a todos los órganos del tórax y el abdomen, y cuyas implicaciones pronósticas pueden variar desde muy benignas hasta peligrosas para la vida (cuadro 12-1). Cuando no se diagnostican trastornos potencialmente tan graves como la cardiopatía isquémica aguda, la disección aórtica, neumotórax a tensión o la embolia pulmonar, pueden sobrevenir complicaciones muy graves y hasta la muerte. A la inversa, cuando se aplica una actitud demasiado conservadora a pacientes que tienen pocos riesgos, las consecuencias son hospitalización, pruebas y exploraciones que pueden ser innecesarias, y angustia. CUADRO 12-1 Diagnósticos en pacientes con dolor torácico sin infarto del miocardio ETIOLOGÍA DEL DOLOR TORÁCICO Isquemia y lesión miocárdica La isquemia miocárdica aparece cuando el aporte de oxígeno al corazón es insuficiente para cubrir sus necesidades metabólicas. Esta desigualdad puede causarla un menor aporte de oxígeno, aumento de las demandas, o a ambos factores. La causa subyacente más frecuente de isquemia miocárdica es la oclusión de las arterias coronarias que resulta de ateroesclerosis; si se produce esa obstrucción, sobrevienen episodios de isquemia transitoria que desencadenan la mayor demanda de oxígeno exigida por el ejercicio. Ahora bien, la isquemia también puede aparecer por un estrés psicológico, o deberse a fiebre o a una comida abundante, o ser consecuencia de un menor aporte de oxígeno a los tejidos, como en la anemia, la hipoxia o la hipotensión. La hipertrofia ventricular debida a valvulopatía, a miocardiopatía hipertrófica o a hipertensión puede predisponer a una isquemia del miocardio a causa del menor paso de la sangre desde las arterias coronarias epicárdicas hacia el endocardio. Angina de pecho (Véase cap. 243.) La molestia retroesternal de la isquemia miocárdica es un malestar visceral que suele percibirse como una sensación de pesadez, opresión o aplastamiento (cuadro 12-2). Otros adjetivos comunes que se aplican al dolor anginoso son ardoroso y sordo. Algunos pacientes niegan toda sensación de "dolor", pero admiten que a veces tienen disnea o una vaga sensación de angustia o ansiedad. A veces, el uso de algunos términos como "agudo" o "punzante" (transfictivo) por parte del paciente denota más la intensidad del dolor que sus atributos específicos. CUADRO 12-2 Características clínicas típicas de los cuadros principales que originan dolor torácico agudo El dolor de la angina de pecho suele percibirse en la región retroesternal; pocos pacientes lo localizan en una zona pequeña. Las molestias pueden irradiarse a cuello, mandíbula, dientes, brazos y hombros, lo cual refleja el origen común en las neuronas sensitivas de las astas posteriores de la médula espinal que inervan el corazón y zonas adyacentes. Algunos pacientes se quejan, como síntoma único de la isquemia, de un dolor sordo y profundo en los sitios de irradiación del dolor. A veces, refieren molestias epigástricas durante los episodios de isquemia. Pocas veces el dolor se irradia hasta el ombligo o hacia la espalda. La angina de pecho estable suele aparecer poco a poco con el ejercicio, la excitación emocional, o después de una comida pesada. El reposo o la administración de nitroglicerina sublingual suele aliviar el dolor en unos minutos. En cambio, el dolor fugaz o momentáneo (el cual dura sólo algunos minutos) rara vez es de origen isquémico. Igualmente, el dolor que dura varias horas no es probable que se deba a una angina de pecho, ante todo si el electrocardiograma (ECG) del paciente no muestra signos de isquemia. Los episodios de angina pueden desencadenarse por cualquier presión fisiológica o psicológica que provoque taquicardia. La mayor parte del riego coronario se produce en la diástole, cuando la presión que se opone al flujo coronario desde el interior del ventrículo izquierdo es mínima. Como la taquicardia reduce la duración de la diástole, la perfusión miocárdica también disminuye. Angina inestable e infarto del miocardio (Véanse también caps. 244 y 245.) Los pacientes que sufren estos síndromes isquémicos agudos suelen quejarse de síntomas con caracteres parecidos a los de la angina de pecho, pero que son más graves y prolongados. Estos trastornos pueden aparecer en reposo, y la nitroglicerina sublingual a veces sólo produce un alivio transitorio o nulo. Entre los síntomas que acompañan al dolor anginoso están la sudación, la disnea, la náusea y la sensación de vahído o sudación. La exploración física puede resultar por completo normal en los pacientes con dolor retroesternal (dolor de pecho o "torácico") generado por una cardiopatía isquémica. Una auscultación atenta durante los episodios isquémicos puede descubrir un tercer o cuarto tono, que indica la existencia de insuficiencia miocárdica sistólica o diastólica. Cuando se ausculta un soplo pasajero de insuficiencia de la mitral debe pensarse en un trastorno funcional isquémico de un músculo papilar. Los episodios de isquemia grave pueden causar congestión pulmonar e incluso edema de pulmón. Otras causas cardiacas La isquemia miocárdica, causada por una miocardiopatía hipertrófica, una estenosis aórtica u otros trastornos, provoca una angina de pecho parecida a la que produce la ateroesclerosis coronaria. En esos casos suele haber un soplo sistólico u otros signos que sugieren la existencia de alteraciones distintas a la ateroesclerosis coronaria y que pueden contribuir a explicar los síntomas del paciente. Algunas personas con dolor retroesternal y angiografía coronaria normal muestran anormalidades funcionales de la circulación coronaria que varían desde el espasmo visible en ese estudio, hasta respuestas vasodilatadoras anormales e intensificación de las respuestas vasoconstrictoras. Se ha llamado "síndrome X" al cuadro de dolor anginoso y depresión del segmento ST de aspecto isquémico durante fases de esfuerzo o estrés, a pesar de una arteriografía coronaria normal. Algunos datos indican que muchos de los pacientes de ese tipo presentan cambios limitados en el flujo coronario por reacción a la estimulación externa con marcapasos o a la administración de vasodilatadores coronarios. Pericarditis (Véase cap. 239.) Se supone que el dolor de la pericarditis se debe a inflamación de la pleura parietal adyacente, ya que se sostiene que la mayor parte del pericardio es insensible al dolor. Por eso, una pericarditis infecciosa que suele afectar a la pleura adyacente suele producir dolor, mientras que las enfermedades que sólo producen inflamación local (como el infarto del miocardio o la hiperazoemia) y el taponamiento cardiaco, suelen acompañarse de un dolor de pecho leve o nulo. La inervación sensorial de la pleura parietal adyacente procede de varios sitios y por eso el dolor de la pericarditis puede aparecer en zonas que van desde el hombro y el cuello hasta el abdomen y la espalda. Pero lo más frecuente es el dolor retroesternal que se acentúa con la tos, las respiraciones profundas o los cambios de postura, movimientos todos que provocan un desplazamiento de las superficies pleurales. El dolor suele empeorar en decúbito supino y se alivia al incorporarse y echarse hacia adelante. Es menos frecuente un malestar doloroso, parecido al de un infarto del miocardio. Enfermedades de la aorta (Véase cap. 248.) La disección aórtica es un proceso potencialmente catastrófico consecutivo a la propagación de unhematoma por la subíntima arterial, en el espesor de la pared de la aorta. El hematomapuede comenzar por un desgarro de la íntima o por la rotura de los vasa vasorum situados en la capa media de la aorta. Este proceso puede ser consecuenciade un traumatismo de la aorta; por ejemplo, en un accidente de automóvil ocuando se explora a un paciente con un catéter o un balón intraaórtico yse lesiona la capa íntima de la aorta. La disección aórtica por causas no traumáticases un proceso raro si tampoco hay hipertensión u otro procesoasociado que desgaste o lesione los elementos elásticos o musculares de la capamedia de la aorta. La degeneración quística medial puede ser una característicade varias enfermedades hereditarias del tejido conjuntivo, como los síndromesde Marfan y de Ehlers-Danlos. Cerca de 50% de todas las diseccionesaórticas de las mujeres menores de 40 años se produce durante el embarazo.Casi todos los pacientes con disección aguda de la aorta presentan dolor retroesternalintenso, aunque algunos pacientes con disección crónica han sidodiagnosticados sin llegar a tener síntomas concurrentes. A diferencia del dolorde la cardiopatía isquémica, los síntomas de la disección aórtica suelen alcanzarpronto su intensidad máxima, y por esa razón muchas veces provocan elcolapso del paciente. La enseñanza clásica es que los adjetivos utilizados paradescribir el dolor reflejan los mecanismos que ocurren dentro de la pared de laaorta; ellos son "desgarro" y "rotura", pero datos recientes sugieren que la molestiainicial más común es el dolor intenso penetrante de comienzo repentino.El punto en que aparece guarda relación con el sitio y la magnitud de la disección.Por eso, la disección que comienza en la aorta ascendente y avanza haciala aorta descendente tiende a producir dolor en la parte anterior deltórax y a extenderse hacia la espalda, entre los omóplatos. Los signos físicos pueden también indicar una extensión de la disección aórtica que dificulta el paso de la sangre hacia las ramas arteriales de la aorta. De esa manera, la ausencia de pulsaciones en uno o ambos brazos o el surgimiento de accidente cerebrovascular o de una paraplejía pueden ser, todos ellos, consecuencias catastróficas de la disección aórtica. Los hematomas que se extienden en dirección proximal y socavan el dispositivo de la válvula aórtica o de las arterias coronarias pueden causar una insuficiencia aórtica aguda o un infarto agudo del miocardio. La rotura del hematoma en el espacio pericárdico va seguida de taponamiento pericárdico. Otra lesión aórtica que puede producir dolor de pecho es el aneurisma de la aorta torácica. Los aneurismas aórticos suelen ser asintomáticos, pero puedenproducir dolor retroesternal y otros síntomas, por compresión de las estructurasvecinas. Este dolor tiende a ser continuo, profundo y, a veces, intenso. Embolia pulmonar (Véase cap. 262.) Se supone que el dolor retroesternal de la embolia pulmonar se debe a la distensión de la arteria pulmonar o al infarto de un segmento del pulmón adyacente a la pleura. La embolia pulmonar masiva a veces produce un dolor subesternal sugestivo de infarto agudo del miocardio. Comúnmente los émbolos pequeños producen infartos pequeños que causan dolor pleurítico. Los síntomas asociados son disnea y, en ocasiones, hemoptisis. También suele haber taquicardia. Algunas alteraciones electrocardiográficas (ECG) características permiten reforzar el diagnóstico, aunque no siempre están presentes. Neumotórax (Véase cap. 263.) Cuando surgen de improviso dolor pleurítico y disnea debe sospecharse neumotórax espontáneo y embolia pulmonar. Los dos cuadros pueden aparecer sin que haya factores desencadenantes en personas sin neumopatía, o ser consecuencia de trastornos pulmonares ocultos. Neumonía o pleuritis (Véanse caps. 257 y 263.) Las enfermedades pulmonares que lesionan o inflaman la pleura suelen producir dolor punzante, como de cuchillada, que se acentúa con la inspiración o la tos. Trastornos gastrointestinales (Véase cap. 292.) El dolor esofágico causado por el reflujo de ácido del estómago, por espasmos, obstrucción o por una lesión, puede ser difícil de distinguir del dolor de origen miocárdico. En general, el reflujo ácido produce una sensación de ardor profundo que puede agravarse al tomar alcohol, ácido acetilsalicílico o ciertos alimentos; esta molestia suele aliviarse con antiácidos u otros fármacos que inhiben la secreción de ácido. Los síntomas del reflujo suelen acentuarse al tumbarse y pueden empeorar a primeras horas de la mañana, cuando el estómago está vacío y no hay alimentos que puedan absorber el ácido gástrico. Los espasmos esofágicos pueden coincidir o no con el reflujo y producen un dolor de constricción u opresión indistinguible del de la angina. Es frecuente que el espasmo esofágico se alivie pronto con los fármacos antianginosos, como la nifedipina sublingual, lo que aumenta todavía más la confusión entre estos dos cuadros. El dolor de pecho también puede ser consecuencia de una lesión del esófago, como en el desgarro de Mallory-Weiss, producido por vómito intenso. Las enfermedades del tubo digestivo situadas por debajo del diafragma también pueden producir dolor retroesternal; por ejemplo, la úlcera péptica, las enfermedades biliares y las pancreatitis. Estos trastornos suelen provocar dolor abdominal y molestias de pecho, pero es probable que ninguno de estos síntomas tenga relación con el ejercicio. El dolor de la enfermedad ulcerosa por lo general aparece 60 a 90 min después de las comidas, cuando la secreción de ácido posprandial deja de ser neutralizada por los alimentos del estómago. La colecistitis suele producir un dolor que el paciente describe como sordo y profundo, y que aparece una o más horas después de las comidas. Trastornos neuromusculares Las lesiones de los discos cervicales pueden producir dolor al comprimir las raíces nerviosas. Los dolores en los territorios de uno o más dermatomas también pueden deberse a calambres de los músculos intercostales o al herpes zoster. El herpes zoster puede producir dolor de pecho antes de que aparezcan las lesiones cutáneas. Los síndromes condrocostal y condroesternal son las causas más frecuentes del dolor de origen musculoesquelético que se localiza en la región anterior del tórax. Sólo de cuando en cuando hay signos físicos de costocondritis, como hinchazón, enrojecimiento y aumento local de la temperatura (síndrome de Tietze). El dolor de estos síndromes suele ser agudo y fugaz, pero a veces los pacientes se quejan de dolor sordo y profundo que dura horas. La compresión directa sobre las articulaciones condroesternales y costocondrales puede reproducir el dolor de éstos y otros síndromes musculoesqueléticos. También pueden producir dolor de pecho las artropatías del hombro y la columna, así como las bursitis. Algunos pacientes que además de estos síndromes padecen isquemia miocárdica, muestran sintomatología confusa y difícil de deslindar. Trastornos emocionales y psiquiátricos Hasta 10% de los pacientes que acuden a los servicios de urgencia con dolor retroesternal agudo padece ataques agudos de pánico u otras alteraciones emocionales. Son individuos que presentan síntomas muy variables, pero suelen describir sus molestias como una tensión o tirantez visceral o como un dolor sordo y profundo que dura más de 30 min. Hay quienes relatan otras molestias o hacen descripciones atípicas, como dolores efímeros, pinchazos o molestias limitadas a una zona específica. El electrocardiograma de los pacientes con trastornos emocionales puede ser de interpretación difícil si hay hiperventilación que provoca alteraciones de ST-T. La anamnesis detallada puede aportar pistas sobre la existencia de depresión, ataques anteriores de pánico, somatizaciones, agorafobia u otras fobias. ESTUDIO DEL PACIENTE: Dolor torácico Al estudiar a un paciente con una molestia retroesternal deben buscarse dos objetivos: establecer el diagnóstico y valorar la inocuidad del plan terapéutico, el cual deberá aplicarse de inmediato. Hacer esto último es lo más apremiante cuando un paciente se queja de una molestia precordial aguda, como ocurre con los casos que se atienden en el servicio de urgencias. En esas situaciones el clínico debe concentrarse primeramente en definir si el paciente necesita una intervención enérgica para diagnosticar o tratar un cuadro que puede causar la muerte, como son una cardiopatía isquémica aguda, disección aguda de la aorta, embolia pulmonar y neumotórax a tensión. Si es improbable que estén presentes tales trastornos, el clínico debe atender problemas como el estado clínico seguro de la persona al regresar a su hogar, el internamiento en una unidad de atención extracoronaria o la práctica inmediata de pruebas ergométricas (de esfuerzo). En el cuadro 12-3 se ofrece una lista de preguntas que deben hacerse al evaluar a un paciente con una molestia retroesternal, así como las entidades a las que debe prestarse mayor consideración en cada momento del estudio. CUADRO 12-3 Aspectos a considerar en la valoración inicial de sujetos con dolor torácico DOLOR TORÁCICO AGUDO En los pacientes con dolor torácico agudo hay que valorar ante todo el estado hemodinámico y la respiración. Si hay algún deterioro de estas funciones, el tratamiento debe dirigirse ante todo a compensarlas y a mantener estable al paciente antes de iniciar la valoración diagnóstica. Pero si el caso no exige medidas terapéuticas urgentes, entonces hay que obtener una anamnesis específica, una exploración física y estudios de laboratorio, con el fin de valorar el riesgo de que se trate de un trastorno que ponga en peligro la vida. El clínico que atiende a sus pacientes en su consultorio no debe suponer que el cuadro no corresponde a cardiopatía isquémica aguda, incluso si la prevalencia pudiera ser menor. En Estados Unidos cada vez son más frecuentes los pleitos por la negligencia de no identificar infartos del miocardio durante las evaluaciones en el consultorio; en muchos de esos casos no se realizaron ECG. El número de enfermos de alto riesgo atendidos en el consultorio quizá vaya en aumento por el apiñamiento prevalente en los departamentos de urgencias. Cualquiera que sea la situación, en la anamnesis hay que preguntar sobre la calidad y la ubicación de la molestia (cuadro 12-2), así como sobre su forma de comienzo y duración. La isquemia del miocardio suele caracterizarse por la intensificación paulatina de los síntomas en un plazo de minutos. Los dolores fugaces o los que duran horas y cursan sin alteraciones electrocardiográficas probablemente no sean de origen isquémico. La presencia de factores de riesgo de arteriopatía coronaria puede avivar la sospecha de que exista esta entidad, pero la falta de identificación de esos factores no disminuye la probabilidad de isquemia del miocardio en un grado tal que justifique la decisión de dar de alta al enfermo. La irradiación extensa del dolor retroesternal incrementa la probabilidad de que sea causado por infarto del miocardio. El dolor retroesternal que se irradia al brazo izquierdo es frecuente en la cardiopatía isquémica aguda, pero la irradiación al brazo derecho también es congruente con esa patología. En la figura 12-1 se incluyen estimaciones tomadas de algunos estudios, sobre el impacto de algunos signos clínicos obtenidos en el interrogatorio, respecto a la probabilidad de que un paciente tenga infarto agudo del miocardio. FIGURA 12-1 Agregar a 'Mis Imágenes Guardadas' Trascendencia de las características del dolor retroesternal en las posibilidades de infarto agudo del miocardio (AMI, acute myocardial infarction). (Figura preparada con datos de Swap y Nagurney.) Ver Grande El dolor en el hombro derecho es frecuente en la colecistitis aguda, pero este síndrome suele incluir dolor en el abdomen y no en el pecho. El dolor retroesternal que se irradia al espacio interescapular debe suscitar la sospecha de una probable disección aórtica. En la exploración física hay que medir la presión arterial en ambos brazos y las pulsaciones en ambas piernas. La mala irrigación de un miembro puede deberse a una disección aórtica que ha reducido el flujo sanguíneo de una rama de la aorta. Al auscultar el tórax puede percibirse una disminución de los ruidos respiratorios, un roce pleural, o los signos de un neumotórax, de una embolia pulmonar, una neumonía, o una pleuresía. El neumotórax a tensión puede originar desplazamiento de la tráquea respecto de la línea media hacia el lado opuesto al del neumotórax. En la exploración del corazón el operador debe buscar frote pericárdico, soplos sistólico y diastólico y tercer o cuarto ruido cardiaco. La presión en la pared torácica puede reproducir síntomas en individuos cuyo dolor retroesternal tiene causas musculoesqueléticas; es importante que el clínico pregunte al paciente si el síndrome de dolor retroesternal es reproducido totalmente, antes de afirmar con demasiada confianza que no existen trastornos primarios más graves. La electrocardiografía (ECG) es un examen esencial en los adultos con una molestia retroesternal que no tenga una causa traumática obvia. Si se descubren cambios del ECG congruentes con isquemia o infarto (cap. 228) existe un riesgo evidente de infarto agudo del miocardio o de angina inestable (cuadro 12-4) y es necesario ingresar al paciente en una unidad dotada de monitorización electrocardiográfica y de los medios necesarios para responder a un paro cardiaco. Pero si no se encuentran cambios en el ECG tampoco puede excluirse una cardiopatía isquémica aguda, aunque los pacientes con un ECG normal o con cambios inespecíficos de ST-T sólo están poco expuestos a sufrir complicaciones capaces de poner en peligro la vida. Muchas veces, si no se considera conveniente su alta inmediata, está indicado someterlos de inmediato o poco después a una prueba de esfuerzo. CUADRO 12-4 Prevalencia de síndromes agudos de cardiopatía isquémica entre subgrupos de pacientes en la sala de urgencias con dolor torácico En la valoración en el servicio de urgencias de una molestia aguda en el pecho, a menudo se miden algunos indicadores de lesión miocárdica. En años recientes, las troponinas cardiacas (I y T) han sustituido a la creatina cinasa (CK) y la fracción MB de CK como los marcadores de elección para detección de lesión miocárdica. Algunos datos respaldan el uso de otros marcadores, como la mieloperoxidasa y el péptido natriurético tipo B (BNP, Btype natriuretic peptide), pero aún no se establece su papel en la atención habitual. Los valores individuales de cualquiera de estos marcadores no tienen sensibilidad alta para infarto del miocardio agudo ni para predecir complicaciones. Por tanto, la decisión de permitir que el paciente regrese a casa no debe hacerse con base en valores individuales negativos de estas pruebas, incluidas las troponinas cardiacas. Las pruebas de estimulación para detectar arteriopatía coronaria no son adecuadas en quienes tienen dolor retroesternal permanente. En estos casos debe considerarse la obtención de gammagrafía de perfusión miocárdica con el sujeto en reposo; la imagen gammagráfica normal disminuye la sospecha de una eventual arteriopatía coronaria y ayuda a evitar la hospitalización cuando el riesgo es bajo. La angiografía por CT (CTA, computerized tomographic angiography) crece como estrategia diagnóstica alterna en pacientes en los que no queda clara la probabilidad de coronariopatía. Los clínicos a menudo realizan intentos terapéuticos que incluyen la aplicación de nitroglicerina sublingual o antiácidos o, en el enfermo estable atendido en el consultorio, un inhibidor de la bomba de protones. Un error frecuente es suponer que la respuesta a cualquiera de esas intervenciones esclarece el diagnóstico. Aunque esa información suele ser de utilidad, la respuesta del paciente en ocasiones se debe a efecto de placebo. Por tanto, la isquemia miocárdica nunca debe descartarse basándose únicamente en la respuesta favorable a la administración de un antiácido. Del mismo modo, la falta de alivio del dolor al administrar nitroglicerina no excluye el diagnóstico de coronariopatía. Si la anamnesis o la exploración del paciente son compatibles con una disección aórtica, hay que hacer de inmediato estudios de imagen para examinar la aorta, dado el alto riesgo de complicaciones catastróficas que implica este proceso. Las exploraciones indicadas son una tomografía por computadora del tórax con contraste, una resonancia magnética, o ecocardiografía transesofágica. Los datos actuales indican que las concentraciones altas de dímero D deben generar en el médico la sospecha de disección aórtica. Se debe pensar en una embolia pulmonar aguda cuando el paciente presenta síntomas respiratorios, dolor de pecho pleurítico, hemoptisis, o antecedentes de tromboembolias venosas o de trastornos de la coagulación. Los primeros estudios suelen incluir la CT- angiografía o un gammagrama pulmonar y se combinan a veces con la ecografía venosa de extremidades pélvicas o la aplicación del dímero D. Si los pacientes con molestias precordiales agudas no presentan signos de un trastorno que ponga en peligro la vida, el médico debe pensar entonces en algún problema crónico grave capaz de causar complicaciones importantes, el más frecuente de los cuales es la angina estable. Una pauta de conducta que se admite en la actualidad es que estos pacientes de bajo riesgo se sometan en breve plazo a una prueba de esfuerzo, una ecocardiografía de estrés, o a estudios de perfusión miocárdica, sea en la consulta o en el servicio de urgencias. Ahora bien, la prueba de esfuerzo no está indicada en los pacientes que: 1) refieren un dolor de origen supuestamente isquémico que aparece en reposo, o 2) tienen alteraciones en el ECG compatibles con isquemia cuya antigüedad se ignora. En pacientes con molestias de pecho persistentes y sin signos de un proceso peligroso para la vida conviene indagar la presencia de alguna enfermedad que pueda mejorar con un tratamiento inmediato (cuadro 12-3). Por ejemplo, la pericarditis puede sospecharse por la anamnesis, la exploración física y el electrocardiograma (cuadro 12-2). El médico debe evaluar con todo cuidado los caracteres de la presión arterial e indicar a esos pacientes una ecografía para detectar indicios de un taponamiento pericárdico inminente. Las radiografías de tórax son útiles para ponderar la posibilidad de enfermedad pulmonar. DIRECTRICES Y RUTAS CRÍTICAS EN CASO DE DOLOR TORÁCICO AGUDO El American College of Cardiology, la American Heart Association y otros organismos estadounidenses han elaborado directrices para la valoración inicial de personas con dolor precordial agudo. Ahí se recomienda realizar electrocardiografía en prácticamente todos los casos de ese tipo de dolor que no muestren una causa extracardiaca evidente, y obtener radiografía de tórax en aquéllos con signos o síntomas compatibles con insuficiencia cardiaca congestiva, valvulopatía cardiaca, enfermedad pericárdica o disección o aneurisma aórtico. Las directrices del American College of Cardiology/American Heart Association sobre pruebas ergométricas refuerzan su empleo en sujetos de bajoriesgo que acuden inicialmente al departamento de urgencias y también enalgunos otros escogidos, con riesgo intermedio. No obstante, las directricesdestacan la realización de estudios ergométricos únicamente después de quese hayan buscado en forma inicial signos de alto riesgo u otros indicadores dehospitalización. Muchos centros médicos han adoptado rutas críticas y otros tipos de directrices para mejorar la eficiencia y apresurar el tratamiento de individuos con síndromes de cardiopatía isquémica aguda, de alto riesgo. Las recomendaciones destacan las estrategias siguientes: Identificación y tratamiento inmediatos cuando el pronóstico podría mejorar con medidas como la reperfusión de urgencia por medio de intervenciones coronarias percutáneas o la administración de trombolíticos. Selección para envío a instalaciones monitorizadas de atención extracoronaria, como son las unidades de atención intermedia o las que atienden a sujetos con dolor retroesternal y poca probabilidad de complicaciones; por ejemplo, aquéllos que no presentan nuevos cambios isquémicos en el registro electrocardiográfico y que tampoco tienen dolor retroesternal constante. Tales pacientes pueden observarse sin riesgo en la unidad de atención extracoronaria y someterse a pruebas de esfuerzo en fase temprana o darse de alta del hospital. La estratificación de riesgos puede facilitarse con el empleo de algoritmos multifactoriales validados en forma prospectiva, que se han publicado en referencia a situaciones de cardiopatía isquémica aguda y sus complicaciones. Permanencia más breve en la unidad de atención coronaria y en el hospital. En años recientes se ha disminuido a 12 h o menos el tiempo mínimo recomendado de permanencia en cama junto a monitores si el paciente ya no tiene síntomas, cuando no se cuenta con aparatos para aplicar pruebas de esfuerzo u otros estudios para estratificación de riesgos. Dolor torácico no agudo En los pacientes que no necesitan hospitalización ni observación intramuros, la búsqueda debe dirigirse a identificar la causa de los síntomas y la probabilidad de que surjan complicaciones graves. Los métodos no invasores para detectar coronariopatía permiten diagnosticar el problema e identificar a pacientes con formas de coronariopatía de alto riesgo que pudieran beneficiarse de la revascularización. Las enfermedades digestivas que producen dolor en el pecho se pueden estudiar mediante endoscopia, examen radiológico o ensayos de farmacoterapia. Los trastornos emocionales y psiquiátricos requieren estudio y tratamiento apropiados; los ensayos aleatorizados sobre este tema señalan que las pautas del tratamiento cognoscitivo y las terapéuticas de grupo alivian los síntomas de esos pacientes. Nota: algunas figuras y cuadros de esta página pudieran precisar impresión en horizontal. Copyright © McGraw-Hill Education. Todos los derechos reservados. Harrison Principios de Medicina Interna, 18a edición > Parte 2. Manifestaciones principales y cuadro clínico inicial de las enfermedades > Sección 1. Dolor > Capítulo 12. Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO: INTRODUCCIÓN > CUADRO 12-1 Diagnósticos en pacientes con dolor torácico sin infarto del miocardio Diagnóstico Porcentaje a Enfermedad gastroesofágica Reflujo gastroesofágico 42 Trastorno de motilidad esofágica Úlcera péptica Cálculos vesiculares Cardiopatía isquémica 31 Síndromes de pared de tórax 28 Pericarditis 4 Pleuritis o neumonía 2 Embolia pulmonar 2 Cáncer de pulmón 1.5 Aneurisma aórtico 1 Estenosis aórtica 1 Herpes zoster 1 a En orden de frecuencia. Fuente: P Fruergaard et al: Eur Heart J 17:1028, 1996. Nota: algunas figuras y cuadros de esta página pudieran precisar impresión en horizontal. Copyright © McGraw-Hill Education. Todos los derechos reservados. Harrison Principios de Medicina Interna, 18a edición > Parte 2. Manifestaciones principales y cuadro clínico inicial de las enfermedades > Sección 1. Dolor > Capítulo 12. Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO: INTRODUCCIÓN > ETIOLOGÍA DEL DOLOR TORÁCICO > Isquemia y lesión miocárdica > Angina de pecho > CUADRO 12-2 Características clínicas típicas de los cuadros principales que originan dolor torácico agudo Cuadro patológico Duración Angina Característica Sitio s Más de 2 y "Opresivo", menos de compresivo, 10 min constrictivo, "de pesantez", ardoroso Característica s concurrentes Retroesternal , a menudo con radiación al cuello, la mandíbula, los hombros o los brazos (a menudo el izquierdo) o como molestia circunscrita en tales sitios Desencadenado por el ejercicio, exposición al frío o presión emocional Angina inestable 10-20 min Semejante al de Semejante al la angina, pero de la angina a menudo más intenso Similar al de la angina, pero aparece con ejercicio leve y aun en reposo Infarto agudo del miocardio Variable; a menudo más de 30 min Estenosis aórtica Episodios Igual al recurrentes descrito en la , como se angina han descrito en caso de angina Igual al Soplo sistólico descrito en la con un punto angina máximo tardío que irradia a las arterias carótidas Pericarditis Horas o Invasiva días; puede ser episódica Retroesternal o hacia la punta del corazón; Ritmo de galope S4 o soplo de insuficiencia mitral durante el dolor Semejante al de Semejante al No se alivia la angina, pero de la angina con a menudo más nitroglicerina intenso Puede acompañarse de manifestacione s de insuficiencia cardiaca o arritmias Puede ceder cuando la persona se sienta y puede irradiar al hombro izquierdo flexiona la cintura hacia adelante Frote pericárdico Disección de aorta Comienzo repentino de dolor incesante Sensación de desgarro o rotura; transfictivo Cara anterior del tórax que a menudo irradia el dorso, en la zona interescapula r Surge junto con hipertensión, con alguna enfermedad primaria de tejido conjuntivo o en ambas situaciones, como el síndrome de Marfan Soplo de insuficiencia aórtica, roce y taponamiento pericárdicos o ausencia de pulsos periféricos Embolia pulmonar Comienzo Pleurítico repentino; dura varios minutos a varias horas A menudo lateral, en el lado de la embolia Disnea, taquipnea, taquicardia e hipotensión Hipertensión pulmonar Variable Opresivo Subesternal Disnea, signos de mayor presión venosa, como edema y distensión de vena yugular Neumonía o pleuritis Variable Pleurítico Unilateral, a menudo circunscrita Disnea, tos, fiebre, estertores, roce ocasional Neumotórax espontáneo Comienzo Pleurítico repentino; varias horas En sentido lateral al lado del neumotórax (hacia afuera) Disnea, apagamiento de ruidos respiratorios en el lado del neumotórax Reflujo esofágico 10-60 min Ardoroso Subesternal, epigástrico Empeora con el decúbito posprandial Cede con antiácidos Espasmo esofágico 2-30 min Opresivo, compresivo, ardoroso Retroesternal Muy similar al dolor anginoso Úlcera péptica Dolor Ardoroso prolongado Epigástrico, subesternal Cede con los alimentos o los antiácidos Enfermedades de vesícula biliar Dolor Ardoroso, prolongado compresivo Epigástrico, cuadrante superior derecho, subesternal Puede aparecer después de una comida Variable Se agrava con el movimiento Enfermedades Variable musculoesquelética s Sordo Puede reproducirse con presión local en la exploración (palpación) Herpes zoster Variable Penetrante o ardoroso Distribución en dermatomas Aparición de vesículas en la zona de la molestia Cuadros emocionales y psiquiátricos Variable; puede ser pasajero Variable Variable; puede ser retroesternal Factores exógenos pueden desencadenar los síntomas A menudo se detecta ansiedad o depresión con el interrogatorio cuidadoso Nota: algunas figuras y cuadros de esta página pudieran precisar impresión en horizontal. Copyright © McGraw-Hill Education. Todos los derechos reservados. Harrison Principios de Medicina Interna, 18a edición > Parte 2. Manifestaciones principales y cuadro clínico inicial de las enfermedades > Sección 1. Dolor > Capítulo 12. Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO: INTRODUCCIÓN > ETIOLOGÍA DEL DOLOR TORÁCICO > ESTUDIO DEL PACIENTE: Dolor torácico > CUADRO 12-3 Aspectos a considerar en la valoración inicial de sujetos con dolor torácico 1. ¿Puede la molestia retroesternal ser causada por un trastorno agudo potencialmente fatal y que justifica la hospitalización inmediata y la valoración intensiva? Cardiopatía isquémica Embolia pulmonar Disección aórtica Neumotórax espontáneo 2. De no ser así, ¿puede la molestia provenir de un cuadro crónico que lleve a complicaciones graves? Angina estable Estenosis aórtica Hipertensión pulmonar 3. De no ser así, ¿puede la molestia provenir de un cuadro agudo que justifica un tratamiento específico? Pericarditis Neumonía o pleuritis Herpes zoster 4. De no ser así, ¿puede la molestia provenir de otro trastorno crónico tratable? Reflujo esofágico Discopatía cervical Espasmo esofágico Artritis del hombro o la columna Ulceropatía péptica Costocondritis Vesiculopatía Otros trastornos musculoesqueléticos Otros trastornos gastrointestinales Estado de ansiedad : algunas figuras y cuadros de esta página pudieran precisar impresión en horizontal. Copyright © McGraw-Hill Education. Todos los derechos reservados. Harrison Principios de Medicina Interna, 18a edición > Parte 2. Manifestaciones principales y cuadro clínico inicial de las enfermedades > Sección 1. Dolor > Capítulo 12. Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO: INTRODUCCIÓN > ETIOLOGÍA DEL DOLOR TORÁCICO > ESTUDIO DEL PACIENTE: Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO AGUDO > FIGURA 12-1 Trascendencia de las características del dolor retroesternal en las posibilidades de infarto agudo del miocardio (AMI, acute myocardial infarction). (Figura preparada con datos de Swap y Nagurney.) Copyright © McGraw-Hill Education. Todos los derechos reservados. Harrison Principios de Medicina Interna, 18a edición > Parte 2. Manifestaciones principales y cuadro clínico inicial de las enfermedades > Sección 1. Dolor > Capítulo 12. Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO: INTRODUCCIÓN > ETIOLOGÍA DEL DOLOR TORÁCICO > ESTUDIO DEL PACIENTE: Dolor torácico > DOLOR TORÁCICO AGUDO > CUADRO 12-4 Prevalencia de síndromes agudos de cardiopatía isquémica entre subgrupos de pacientes en la sala de urgencias con dolor torácico Resultado Elevación de ST ( 1 mm) u ondas Q en el ECG reciente (no antiguo) Prevalencia deinfarto del miocardio, % Angina inestable, % 79 12 Isquemia o sobrecarga en ECG, reciente (no 20 41 Ninguno de los cambios ECG antes citados, pero el antecedente de angina o infarto del miocardio (antecedente de un ataque al corazón o del uso de nitroglicerina) 4 51 Ninguno de los cambios ECG antes citados, y ausencia de antecedentes de angina o infarto del miocardio (antecedente de un ataque al corazón o del uso de nitroglicerina) 2 14 antigua) (depresión de ST isquémicas) 1 mm, u ondas T Abreviatura: ECG, electrocardiograma. Datos inéditos de Brigham and Women's Hospital Chest Pain Study, 1997-1999.