Al fundamentalista del mercado Siento que te moleste, pero que antiguo me parece todo lo que dices, Luis. Y me produce cierta fatiga tener que repetir obviedades .¡A estas alturas con el dirigismo y el comisariado estalinista! Me recuerdas a Berlusconi llamando comunista a todo el que discrepa de sus corrupciones. ¿Que dudas puedes tener con la sanidad como derecho universal, las que tienen las compañias de seguros y los del tea party americanos? ¿ que disparates dices sobre la educación? ¿qué burdo clasismo y meritocracia defiendes? ¿todavía con esas caricaturas de que los institutos están llenos de -profesores y alumnos- vagos? ¿qué difiendes, una sociedad de analfabetos? Claro que podemos discutir y discrepar sobre la cultura. De hecho el "todo es cultura" es una de las notas de nuestro tiempo que me parecen más perniciosas, pero también la sociedad ha ido determinado algunas de las cosas que no discutimos que son cultura, tanto las que recogemos en las instituciones de la memoria (archivos, bibliotecas, patrimonio cultural), como las que se relacionan con las formas de expresión de la creatividad humana (que naturalmente cambian con el tiempo). Yo hablo de una gestión democrática de la cultura, como tambien de la sociedad, muy diferente de ese despotismo democrático que reduce nuestra capacidad de autogobierno o de participación en la vidad pública al derecho de voto cada cierto tiempo. ¿Qué tendra esto que ver con el dirigismo? No me extraña que te sumes a las modas neoliberales del estado mínimo (aquello de Reagan de que el estado era el problema y el mercado la solución), pero ya sabemos a donde nos conduce esto: a las desigualdades más insoportables, que tal vez tu desees pero yo no. Todo ese rollo de que los impuestos son por definición injustos y confiscatorios, etc. Recuerdo siempre al viejo Rousseau: "en las relaciones del fuerte y el débil, la libertad oprime". Yo me inscribo en otras tradiciones muy diferentes de las que tu defiendes, y tu problema es que estas tradiciones son las asumidas por las democracias más avanzadas, por el (hoy cuestionado y atacado por la ola neoliberal) modelo de bienestar europeo. Casi nadie discute en los paises escandiavos o en Francia que el estado, en sus distintos niveles, tiene un papel que jugar para asrgurar el derecho de todos al disfrute de los bienes culturales y a encontrar los medios para expresar sus creatividad, y no sólo de los económicamente poderosos. Para eso hicieron sus revoluciones democráticas. Para eso acabaron con los privilegios de unos pocos. No queremos volver a ese lugar. 1/1