Vuelve el sonido Manchester Hoy, 150 años después de la hambruna del algodón, el mito del capitalismo civilizador hace aguas. Por los boquetes cabría cualquier estatua de Lincoln, Incluso la del monte Rushmore. El pensamiento único neoliberal no puede interpretarse honradamente sino como una vaga ficción de racionalidad que trata de justificar y sacralizar la avaricia, el egoísmo y la hipocresía humanos como si la democracia dependiese de ellos. El truco de magia consiste en hacernos creer que el hombre es un lobo para el hombre y que siempre lo será, y que es este odio mutuo el que mantiene en pie la sociedad. Si algún efecto positivo está teniendo la crisis es precisamente que ha hecho evidente para la mayor parte de la ciudadanía el cartón de ese truco. A desvelarlo han dedicado sus obras pensadores fundamentales de nuestro tiempo como Noam Chomsky y Naomi Klein, y de esa toma de conciencia de la incompatibilidad del capitalismo posindustrial con la democracia han nacido movimientos como Democracia Real Ya u Occupy Wall Street. Klein, en su imprescindible La doctrina del shock, predijo desde el borde (2007) los efectos que la crisis financiera tendría sobre los Estados del bienestar de Europa occidental, la parálisis que el pico de desempleo provocaría sobre su sociedad civil, dejándola lista para resignarse sin demasiadas convulsiones a una serie de reformas radicales que prácticamente suprimen la red de garantías socioeconómicas construida desde la II Guerra Mundial. Las tres formas de la ´solución´. Más allá del estéril debate sobre si la crisis ha sido o no provocada para inducir esta ´solución´ (que curiosamente coincide punto por punto con las recetas que los neoliberales no conseguían imponer en tiempos de bonanza), es necesario concentrarse en las políticas que se están articulando como ´respuesta´ a la crisis, y que, en esta Europa que la señora Merkel no ha tenido vergüenza de definir como Marktkonforme Demokratie («Democracia supeditada a los mercados») tienen tres formas. La primera consiste en el trasvase de fondos públicos a las entidades financieras, estén en apuros o no. No hablo únicamente de iniciativas de rescate directo, del tipo del FROB: estos días hemos conocido la letra pequeña del paquete de medidas con que el Gobierno pretende «ayudar a las pymes acreedoras de Ayuntamientos morosos», y hemos comprobado con estupor que, cuando estos Ayuntamientos realicen pagos a proveedores, deberán comprobar las deudas que estas empresas puedan tener con los bancos y liquidarlas en primer lugar. También en este grupo está la curiosa normativa comunitaria que impide a los Estados financiarse a tipos reducidos en el BCE, pero no a los bancos, obligando a los primeros a pagar un sobrecoste financiero por un dinero que ya era público de entrada. 1/2 Vuelve el sonido Manchester El segundo grupo de medidas incluye las políticas de ´dinamización´ de los mercados. Lo único que lo diferencia del anterior es que éstas no se financian con dinero público, sino con derechos públicos. La reforma laboral es el ejemplo de libro, pero hay otros. Les voy a dar un ejemplo en general bastante poco conocido: hace poco, el Gobierno de España ´pactó´ con el de Ecuador que los inmigrantes ecuatorianos retornados fuesen perseguidos allí por las posibles deudas hipotecarias que hubiesen dejado en la madre patria. Podemos incluir en este grupo la liquidación de las cajas de ahorro, entre otras acciones. El último grupo es el de ´la lucha contra el déficit´. En realidad, la diferencia entre éste y los otros consiste en que estas medidas no se financian solo con los derechos de los ciudadanos, sino con su dinero. Por un lado, el aumento de la presión impositiva, que para la sorpresa de absolutamente nadie se basa en elevar los impuestos indirectos, y por otro los recortes en prestaciones básicas, como educación, salud, dependencia, servicios sociales, desempleo, jubilación o cultura. Todo esto se acomete desde el Ejecutivo con el consabido gesto de ´no podemos elegir´ o ´acatamos el dictado de los mercados´, ante el estupor de una sociedad que observa con poca impasibilidad cómo ciertos ámbitos se libran de los recortes (Defensa, Iglesia católica, Casa Real) y otros son guillotinados (Empleo, Educación, Fomento, I+D), mientras los grandes defraudadores son premiados con una amnistía fiscal. Sin el más mínimo simulacro de debate, como era de esperar. Porque en cualquier conversación pública sobre el tema aparecerían propuestas tabú del tipo lucha contra el fraude, eliminación de los paraísos fiscales, moratoria del pago de la deuda, tasación de las transacciones especulativas, establecimiento de eurobonos, inversión pública y un largo etcétera de muestras de mero sentido común. El truco de ´la única opción posible´ (o ´Tina´, como lo llamaba la reina absoluta de los ilusionistas de mercado, Margaret Thatcher: There Is No Alternative) se devela más y más inverosímil cuando analizamos los resultados de la receta en la Grecia ocupada, donde el déficit continúa creciendo tras el golpe de Estado y el traslado instantáneo del país entero al Tercer Mundo. La crisis no va a remitir sin contestación ciudadana y el cheque en blanco firmado en la UE a favor del fundamentalismo neoliberal no es la solución, sino el problema. ¿Y los obreros de Manchester? Probablemente en la actualidad la producción sería deslocalizada al sudeste asiático, y la patronal forzaría al Gobierno británico a ayudar a la Confederación para asegurarse el suministro de algodón. ¿Luchar contra la esclavitud, dicen? Llámenla flexibilidad laboral y se acabó el problema. http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/04/21/vuelve-sonido-manchester/399428.html 2/2