Huelga de hambre En una manifestación reciente que convocó la asamblea local del 15M en Molina de Segura me encontré con antiguas trabajadoras de la conserva y me decían: «Coy, con todo lo que hemos luchado antes por los derechos y nuestros hijos tienen menos derechos que nosotras». Y así es: antes luchábamos por los convenios y su cumplimiento; ahora, con las reformas laborales, ni siquiera vamos a tener convenios colectivos que defender, porque la tendencia es a individualizar las relaciones laborales, y en ellas regirán los trabajos y salarios precarios. Con ello se perderá fuerza colectiva y nos iremos acercando cada vez más a países del tercer mundo o, lo que es lo mismo, nuestro país volverá hacia atrás varias décadas. La pobreza extrema se está adueñando de nuestros barrios y pueblos; de hecho, en esta tierra murciana hay ya más de 530.000 personas „un 36% de la población„ que vive por debajo del umbral de la pobreza. La consecuencia de este drama humano las conocen bien miles de abuelas murcianas que están actuando de soporte familiar. Sin ellas, comer y cenar diariamente se haría muy difícil para demasiada gente. Los servicios sociales de los Ayuntamientos y organizaciones como Cáritas también conocen al detalle esta situación. Miles de frigoríficos están vacíos o casi, porque muchas familias no tiene capacidad por sí solas de adquirir los productos más básicos. La supervivencia diaria se está convirtiendo en un drama social, y lo peor es que nada indica que a corto plazo esta situación vaya a mejorar, más bien lo contrario. Todo eso en un país donde hay recursos, pero están en muy pocas manos y quienes disponen de ellos y de capitales guardan buena parte en los llamados paraísos fiscales. ¿Y la gente joven? Pues muchos de ellos, sobradamente preparados, con imposibilidad manifiesta de acceder al mercado laboral local. De nuevo, como hicieron muchas de nuestras familias décadas atrás, emigran a otros países o piensan en como hacerlo. Un fenómeno cada vez más creciente. También hay quien no tiene esa suerte por no disponer de las titulaciones requeridas o aunque las tuvieran están empleados „quienes lo estén„ en trabajos inestables, sin derechos y con salarios que ni siquiera les permiten independizarse de sus padres. Juventud sin futuro se llama eso. ¿Y las personas mayores de 45 años? Pues ya se sabe, quienes entran en esa edad al desempleo tienen una enorme dificultad para reinsertarse en el mercado laboral y una parte de ellas, como reconocen diversas estadísticas, ni siquiera lo podrán hacer. Todo eso lo veo demasiado a menudo, como también veo a cada vez más personas recogiendo restos en los 1/2 Huelga de hambre contenedores de basura o a las puertas de los supermercados. Esto por culpa de una crisis que han provocado los bancos y la especulacion. Sí, personas recogiendo restos en los contenedores, como las que veo diariamente desde el lugar donde estoy en huelga de hambre, la parroquia de Santa Rosa de Lima en el Barrio de los Rosales de la pedanía murciana de El Palmar. Como también lo ven las personas de la comunidad de base que me acoge en su parroquia, con el cura Pepe Torner, de la HOAC, a la cabeza. Pero cosas peores se ven con frecuencia, como enfrentarse unos pobres contra otros en los puntos de recogida de alimentos que habitualmente se organiza en el barrio. ¿Qué futuro noes espera? Pues el que como ciudadanía nos queramos dar; la solución la tenemos los pueblos del sur de Europa si somos capaces de movilizarnos de forma global, estable y continuada, buscando un poder ciudadano que hasta ahora no tenemos y que sería la base para recuperar derechos perdidos y frenar los recortes que vienen. Los Gobiernos tienen que mirar a las personas y no sólo a los bancos, repetimos constantemente desde la PAH. Aplicar políticas que empobrecen a la mayoría social no es el camino. El camino es otro, y ese camino lo tendremos que conquistar la ciudadanía. (Artículo publicado en Diario La Opinión de Murcia el 6/10/2012: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/10/06/huelga-hambre/431693.html) 2/2