1 EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO Bajo estos dos nombres se contienen dos grandes tendencias de la filosofía moderna. La primera suelen desarrollarla autores de los países continentales: Francia, Holanda, Alemania; la segunda es más propia de la mentalidad pragmática de los británicos. Frecuentemente se han visto como radicalmente antagónicas; pero, aunque se oponen en muchos aspectos, tienen un fondo común que las sitúa en un mismo ambiente intelectual. Como es de esperar, cada una de ellas hunde sus raíces en aspectos diferentes del pensamiento de épocas anteriores, pero tienen en común los aspectos más fundamentales de la mentalidad antropocéntrica tan típica de la época moderna. Su desarrollo histórico abarca desde finales del s. XVI, con algunos precedentes, hasta el s. XVIII, en la época de la Ilustración. El empirismo resurgiría, aunque transformado, en la época contemporánea. Son como dos tendencias que se necesitan y a la vez se rechazan. El racionalismo absoluto es ilusorio; el empirismo radical, escéptico. Es el viejo problema de lo uno y lo múltiple, los sentidos y la razón, planteado de modo nuevo. EL RACIONALISMO Suele llamarse Racionalismo al uso exclusivo o predominante de la razón y de lo racional en la interpretación del mundo, del hombre y de Dios. En todo caso, alude a una excesiva confianza en la razón humana, considerada a veces como absoluta, capaz de abarcar plenamente la realidad. La inmensa mayoría de las corrientes filosóficas aceptan la importancia de la inteligencia como facultad cognoscitiva por excelencia, y que la realidad es inteligible: que en ella hay una coherencia y un orden que la hacen apta para ser conocida a través de la razón. En el racionalismo esta constatación se acentúa y se lleva hasta sus límites. La clave de esta novedad reside en el subjetivismo de la filosofía moderna. Tradicionalmente se afirma la infinitud de sabiduría en Dios, que se plasma en la inteligibilidad de la realidad, y en la inteligencia humana. Si la razón humana es tomada como centro de referencia absoluto, se produce una honda transformación de casi todos los temas. Veamos los principales: a) En la consideración del hombre tiende a olvidarse la importancia de la afectividad (amor, sentimientos), para acentuar la actitud fría y racional, objetiva, ante las cosas. Y tiende a confundirse la labor personal de investigación, con la expresión de una razón abstracta de la que el autor es portavoz: comienza a hablarse de "La Razón". b) La razón humana adopta el papel de un absoluto autónomo que no ha de someterse a nada ni nadie. Se toma a sí misma y, en consecuencia, sus propios criterios como principio de su desarrollo, y tiende a perder la actitud receptiva ante la realidad y la verdad, para pasar a una posición dominante y "creativa". Suele adoptarse un método y solamente aceptar lo que con él puede entenderse. c) La filosofía pasa a consistir en la creación de un "sistema" total, necesario y racionalmente coherente, que parte se unos principios puestos por el autor, a partir de los cuales trata de deducirse todo. Luego se afirma que la realidad no puede ser diferente a lo previsto en el sistema. Se trata, pues, de un "mundo de conceptos" que se toma como real. En tal actitud la verdad ha de consistir en la claridad y coherencia misma del sistema y de sus elementos –ideas-, su valor real es afirmado después. 2 d) Para que este planteamiento sea posible debe aceptarse como un presupuesto que en la mente humana, con independencia de la realidad, están las verdades fundamentales a partir de las cuales se deduce el sistema. Así pues, el racionalismo afirma la existencia de ideas innatas en la mente, y, coherentemente con ello, que el conocimiento es intuición intelectual: visión directa de contenidos ideales. e) Esta actitud intelectual arranca de algunos precedentes, aunque los transforma radicalmente: la tradición platónica y agustiniana facilita este tipo de planteamiento si es reelaborada desde posiciones inmanentistas. Por otro lado, la matemática tiene como propios los rasgos claves de esta actitud: pone sus principios, es un sistema deductivamente perfecto, y el matemático abarca perfectamente el contenido racional de sus conceptos y demostraciones. La filosofía racionalista puede entenderse como un intento de conseguir las condiciones de la matemática en todo el pensamiento humano. Su eficacia en la nueva astronomía y física, hace confiar en que, aplicándose a la filosofía, tendrá iguales éxitos. Estas condiciones se concretan de modo desigual, y con diferente radicalidad, en los diversos autores que pueden asociarse a esta tendencia. La posición racionalista pura se salda con un fracaso, pero teñirá buena parte de la filosofía posterior. Autores destacados: Descartes (1596-1650), Malebranche (1638-1715), Spinoza (1632-1677), Leibniz (1646-1716). EL EMPIRISMO Proviene del término griego "empireia", que significa experiencia. El empirismo es una corriente filosófica que subraya que todo conocimiento humano comienza en la experiencia, y que, al acentuar esa posición, llega a afirmar que el conocimiento sensorial es el único tipo de conocimiento, o que todas nuestras ideas y conceptos no son más que reelaboración psicológica de las sensaciones. La afirmación de que el conocimiento comienza en la experiencia sensible, es también elemento común a la mayoría de las corrientes filosóficas. La primera realidad que se nos presenta es la sensible, y percibiéndola captamos su orden y diversidad, que nos mueve a pensar sobre ella y querer conocerla con mayor profundidad. Sin embargo, las posiciones tradicionales hacen notar que el orden mismo de lo sensible exige que la realidad posea aspectos inteligibles (esencia), y que el hombre es capaz de entender ese orden esencial a través de una facultad de naturaleza distinta y superior a los sentidos. Si se niega la existencia de lo inteligible y se intenta, en consecuencia, explicar todo desde lo sensible, quedarán afectados los grandes temas de la filosofía. Veamos los puntos principales: a) En el estudio del hombre, tenderá a acentuarse la importancia de los sentidos respecto a la razón, así como los sentimientos y preferencias particulares en la explicación de la conducta y en la fundamentación de la ética. Se dará primacía a los intereses pragmáticos sobre los teóricos. En general, tiende a desconfiar de las pretensiones absolutas de la razón, prefiriendo un cierto escepticismo respecto a las construcciones sistemáticas. b) El hombre es el centro de la filosofía, pero no tanto por que pretenda ser absoluto, sino por que se niega la posibilidad de que alcance a conocer las causas más profundas de lo que la experiencia le ofrece, o la realidad de las cosas. Queda encerrado en sus propias percepciones, y con ellas debe elaborar su vida. 3 c) La filosofía consiste fundamentalmente en una observación atenta de la experiencia, para desde ella realizar un proceso de inducción que permita extraer sus aspectos comunes, sus rasgos más frecuentes; siendo conscientes de que éstos no poseen valor más que para nosotros. En esta actitud, la verdad se reduce a certeza subjetiva, pero apoyada en la garantía de los hechos observados y no en teorías. d) El empirismo niega la existencia de ideas innatas en la mente humana. El conocimiento se interpreta como intuición, pero no de ideas, sino de lo sensible. No hay intuición intelectual, sólo intuición empírica. Las ideas o conceptos tienden a entenderse más bien como imágenes interiores que reproducen lo que antes se ha percibido. e) Esta tendencia tiene muchos precedentes. Está más en la línea del aristotelismo (aunque lo ataca duramente) que del platonismo. De la nueva ciencia toma, más que la matemática, la necesidad de la observación rigurosa de la realidad sensible, sin la cual todo queda en abstracciones irreales. La matemática y la lógica mismas tienden a ser interpretadas como fruto de la repetición de procesos psicológicos concretos. Estos rasgos son más o menos intensos en los autores, pero en la medida en que se radicalizan, el empirismo termina por ser casi un escepticismo: el hombre no alcanza la verdad, ni en la ciencia ni en la filosofía. Autores más destacados: F.Bacon -precursor- (1561-1626), Hobbes (1588-1679) Locke (16321704), Berkeley (1685-1753), Hume (1711-1776).