“En el cristal de tu divina mano”: comentario de texto 1. Resumen del contenido y tema: El yo poético se dirige a la amada para describirle su lamentable estado: una vez que probó su amor (¿sugiere tal vez tras haber besado su mano?), no puede olvidarla por más que lo intenta, evitando verla, ausentándose. Hasta tal punto su mirada lo ha seducido, que cuanto más se aleja de ella, más la siente grabada en su corazón y más dolor le produce. De manera que se ve a sí mismo como un errante prisionero que cuanto más se aleja de la amada más encadenado se siente a ella. Por esto suplica al dios Cupido que se apiade de él y lo libere de esta insoportable e inútil atadura. El poema es, por tanto, expresión del deseo de un enamorado por liberarse de un sentimiento al que se siente encadenado sin obtener correspondencia y que por tanto sólo vive como dolor y sufrimiento. 2. Estructura: El poema puede analizarse en dos partes: a) Descripción del estado anímico del enamorado: desde que la conoció (tal vez, desde que besó por primera vez su mano), es incapaz de olvidarse de ella. (Versos 1-11, es decir, los dos cuartetos y el primer terceto). b) Súplica al dios Cupido para que sea benevolente por una vez y lo libere de tan insoportable dependencia o atadura (último terceto). 3. Análisis: Estamos ante un soneto muy representativo del estilo elevado y esteticista de Luis de Góngora. En él nuestro poeta recrea buena parte de los elementos tradicionales del amor cortés y el petrarquismo, reelaborándolos dentro de la concepción y el lenguaje del barroco. Hay dos aspectos centrales en el poema, que se contraponen: 1- La visión de la amada: entra dentro de la concepción clásica (idealización extrema, incluso divinización) y se da especialmente en los dos cuartetos, aunque a diferencia de otros poemas aquí el poeta no realiza una descripción detallada de rasgos físicos, sino que se centra en dos: la “divina mano” de la amada, identificada con el cristal (imagen que se repite al final del poema) y el “mirar sereno”, que nos recuerda el conocido soneto de Garcilaso (“vuestro mirar sereno / enciende el corazón y lo refrena”), identificado con “arpón de oro” del “rapaz tirano” (perífrasis alusiva al dios Cupido). Nos encontramos, por tanto, ante una recreación del tópico petrarquista de la amada bella e inaccesible, elevada a una nivel extremo de idealización a través de imágenes como el “cristal” o el “oro”. 2- El dolor del enamorado: siguiendo en la tradición amor cortés-petrarquismo, el amor aparece como “dulcísimo veneno” (oxímoron, oposición conceptual muy característica de la visión barroca de este sentimiento) o “néctar ardiente” que inflama el corazón del poeta (tópico del amor como “fuego” que procede también de la misma línea de poesía amorosa culta). Igualmente, el enamorado se presenta a sí mismo como ser humano doliente absolutamente sometido a los encantos de la mujer. Esta descripción la hace el poeta a través de dos recursos, fundamentalmente: a) la paradoja por la que cuanto más se aleja de ella más dolor siente (por tanto, la ausencia buscada deliberadamente por él no significa ningún remedio), expresada en versos como “cuanto más ausente dél, más peno” o “más desviado, pero más perdido”; b) la metáfora o, mejor, alegoría, del enamorado como un errante o desterrado “de prisiones cargado”, que recrea también el tópico del enamorado como prisionero, presente ya en el romancero o en la poesía cancioneril del siglo XV. El contraste hasta aquí descrito entre belleza suprema e inaccesible y esclavitud de quien ha sucumbido a sus encantos es el eje sobre el que se construye el poema. A esto se añade la súplica final del yo poético, quien en forma interrogativa se dirige al que considera principal culpable de su estado, el dios Cupido, a quien de nuevo alude indirectamente a través de dos apelativos: “serafín” y “bien nacido”, (apelaciones no faltas de cierto tono afectivo o irónico, característico del tratamiento de desmitificador de la mitología en la poesía barroca). Destaquemos el último verso (Góngora era un maestro en estos remates finales): la bimembración permite un violento contraste entre los dos extremos que se oponen en el poema: la suprema belleza (“manos de cristal”, ahora al parecer referidas a las manos infantiles, aparentemente inocentes y frágiles del “rapaz tirano”) frente a “nudos de hierro” (las cadenas del amor). 4. Relación del texto con el autor y su época: Como hemos dicho al principio del análisis, el poema que hemos comentado es un ejemplo muy característico de la poesía amorosa del barroco y de su autor, Luis de Góngora: reutilización de los temas y tópicos del Renacimiento, reforzando los recursos de idealización y embellecimiento de la expresión y complicando la sintaxis, a través de frecuentes hipérbatos que alejan el texto de la lengua cotidiana. ¿Cómo encajar este esteticismo, esta búsqueda de la belleza formal en el contexto de una época sombría y desengañada como la barroca? Se trata sin duda de una forma de evasión de la realidad a través de la belleza literaria: ofrecer una creación de suprema belleza (metáforas brillantes, alusiones mitológicas, ingeniosos contrastes) como alternativa a una conciencia pesimista de la fugacidad del tiempo y la fragilidad de los sentimientos humanos. Por otra parte, este enamorado dolorido que desea “no sentir” ese amor que lo atormenta es muy representativo de esa actitud preventiva, desconfiada hacia el mundo y las pasiones, propia del hombre barroco.