LOS CONSEJOS DE COORDINACIÓN LOCAL: UN BALANCE PARCIAL Por: Mario Zolezzi Chocano Los procesos sociales que se desatan siempre traen novedades que no han sido previstas por quienes los promueven. Un ejemplo de esto es lo que está aconteciendo con los CCL o Consejos de Coordinación Local, creados en el marco de la nueva Ley Orgánica de Municipalidades 27972. Si bien la ley establece al menos seis modalidades de participación de los ciudadanos en el gobierno local, hoy destaca claramente una de ellas como la de mayor trascendencia por los cambios que empieza a promover: el funcionamiento orgánico de los CCL.1 Aunque también es cierto que esto no esta sucediendo de la misma manera en los más de 1,800 municipios del país, hacía buen tiempo que en nuestra patria no ocurría algo parecido: el surgimiento de un proceso de participación social institucionalizado y con posibilidades de ampliar la democracia y mejorar la gobernabilidad local. Un proceso inédito en curso Los CCL que se han constituido en municipios provinciales y distritales conforman un número importante de espacios de concertación local que aparecen como experiencias nuevas en nuestro país. Más allá de que estén funcionando desigualmente y que las limitadas experiencias de gestión local democrática y eficiente bordeen según los más optimistas un 30% de los municipios estamos ante un proceso inédito de participación. Ante un contexto nacional de crisis evidente de gobernabilidad, particularmente en lo que toca al Poder Ejecutivo, los CCL han aparecido como un nuevo espacio que posibilita la participación de la sociedad civil y oxigena la democracia, al crear espacios legitimados de concertación. Es cierto que esto no está ocurriendo en todas partes y que en muchos casos las propias autoridades municipales hacen lo imposible por debilitar o impedir el correcto funcionamiento de este nuevo aparato institucional de concertación democrática. Aunque suene absurdo, los representantes políticos, la clase política de la sociedad democrática representativa, en muchos municipios se opone y hasta boicotea este proceso de apertura hacia una democracia mayor y más participativa que contempla la concertación con la sociedad civil organizada. No están dispuestos a compartir el poder delegado por el voto ciudadano con el poder real de los representantes elegidos de la sociedad civil organizada. 1 Esta reflexión personal se hizo a partir del trabajo conjunto en un Taller de las contrapartes urbanas de Misereor en Lima, realizado el 30 de junio del 2004. 1 Pero también es cierto que las experiencias exitosas de concertación de los CCL empiezan a divulgarse de boca en boca. Progresivamente la ciudadanía se va contagiando de estas experiencias y la formalidad inicial de cumplir con la ley se transforma, en el proceso, en una demanda novedosa para abrir espacios de democracia participativa en las plazas locales, en los municipios distritales y provinciales. Cada vez son más los que exigen, aunque parezca tautológico que la democracia sea más democrática. Por eso, lo más destacado de esta experiencia de los Consejos de Coordinación Local es el proceso través del cual los ciudadanos de carne y hueso van descubriendo que pueden decidir sobre las inversiones municipales en su localidad y que estas decisiones van de la mano con los acuerdos y la concertación respecto a la planificación del futuro, es decir la definición de objetivos de desarrollo para su provincia o distrito. Así, las prioridades de inversión en obras o actividades que contribuyan a un mejoramiento de la calidad de vida de los vecinos se convierten en un tema colectivo y dejan de ser decisiones cerradas y poco transparentes en manos de los alcaldes y regidores. La nueva agenda municipal exige ampliar la democracia Hoy las organizaciones sociales que se han enganchado con este proceso, que forma parte del esfuerzo histórico por descentralizar nuestro país, han descubierto una nueva agenda de trabajo que revitaliza el accionar de sus instituciones con los nuevos compromisos y retos del desarrollo económico, social y político para la superación de la pobreza. Día a día la planificación del desarrollo local y las inversiones locales se constituyen en un tema que envuelve a más y más organizaciones. Ya no es más un tema exclusivamente municipal, para entendidos y políticos tradicionales. Ahora se despliega como un tema de la sociedad organizada y de quienes se vayan sumando en el proceso. Es cierto que el 80% de los CCL todavía están operando sin un reglamento de funcionamiento aprobado por Ordenanza Municipal, pero también es cierto que hoy contamos con gran cantidad de dirigentes locales interesados en la marcha de este proceso de concertación para la definición del presupuesto municipal anual, en actual ejecución, y para la formulación del correspondiente al año 2005. Aunque en muchos casos, sobre todo en las zonas rurales, el desarrollo de capacidades locales es bastante limitado, también es cierto que ésta es una oportunidad de aprendizaje para construir democracia participativa, contar con una agenda local de temas para el debate y la concertación y por cierto para el desarrollo de inéditas experiencias y mecanismos de gestión local. Esto significa que silenciosamente, porque no hay un liderazgo nacional que le haya otorgado el peso que está adquiriendo casi naturalmente, los CCL empiezan a funcionar y se produce un aprendizaje social en el proceso de definir obras y actividades del presupuesto participativo municipal que la ley ha consagrado. 2 Un proceso masivo a pesar de los partidos políticos Hasta ahora los partidos políticos no le han prestado atención a este proceso. Esto es, hasta cierto punto, lógico: se trata de la incorporación de la sociedad civil organizada -que no está necesariamente militando en los partidos- a la esfera de decisiones sobre el Plan de Desarrollo Concertado de los municipios y la formulación de los Presupuestos Participativos anuales que permitan el cumplimiento de este Plan. La gran mayoría de los líderes y militantes locales (y nacionales) de los partidos se aferran al modelo clásico de democracia representativa, sin sopesar la conveniencia de este nuevo proceso, que ha abierto la participación a miles de ciudadanos que responden a organizaciones realmente existentes distintas a los partidos. Y lo que es más significativo: se trata de un proceso legal que anualmente, y de manera masiva e institucional, está en curso. Es un nuevo compromiso social en todo el país con tareas importantes del desarrollo, para definir inversiones locales y procurar más eficiencia en el manejo de los escasos recursos municipales. El proceso del CCL obliga hacer transparente las gestiones de gobierno, conocer y aprender el funcionamiento interno del gobierno municipal. Es decir, permite al ciudadano organizado apropiarse progresivamente de un Estado que siempre le fue ajeno, distante y manejado en función de los intereses de las clases dominantes y los grupos tradicionales de poder local. Algunas experiencias para vislumbrar el futuro Para terminar esta reflexión, a continuación se indican unos pocos ejemplos de experiencias de CCL en curso que plantean sopesar mejor lo que ya esta ocurriendo. En diversos distritos urbanos la asamblea conformada por líderes de las organizaciones sociales, que se inscribieron para elegir a los representantes de la sociedad civil ante el Consejo de Coordinación Local, se congregan formalmente con regularidad y así le otorgan un peso significativo al accionar de sus representantes. En San Juan de Lurigancho por ejemplo, son los dirigentes varones y mujeres de más de 450 organizaciones los que siguen el proceso municipal del Presupuesto Participativo y no solamente las personas elegidas como representantes ante el CCL. En San Martín de Porres, Independencia y en San Juan de Miraflores, también distritos populosos de Lima, los miembros electos de la sociedad civil ante el CCL distrital se han reunido autónomamente con los representantes de decenas de organizaciones para dar cuenta de su trabajo, particularmente del proceso municipal en curso para aprobar el presupuesto participativo del año 2005. En Chancay los representantes del CCL fueron elegidos en una asamblea masiva que contó con la participación de todos los miembros de base las organizaciones sociales reconocidas, legitimando ampliamente a sus delegados. 3 En El Agustino, Lima, los miembros electos el año pasado como representantes de la sociedad civil al CCL han renunciado, luego de evaluar que fueron elegidos solamente entre 11 organizaciones inscritas y ahora convocan a una nueva elección de representantes al CCL en la que participarán decenas de organizaciones sociales aumentando así la legitimidad y el peso político de los representantes que salgan elegidos. En muchos municipios distritales del país, en los que jamás se consultaron las obras municipales que debían hacerse, hoy cuentan con un listado de criterios para priorizar los compromisos municipales distritales y provinciales, incluyendo demandas al gobierno regional y nacional para que se respeten estas prioridades en las inversiones que éstos realicen. En otros con más experiencia como Villa El Salvador, estos criterios forman parte de Ordenanzas Municipales sobre Presupuesto Participativo. Como puede constatarse cada vez en más municipios, hay un importante proceso en marcha que el establishment político, incluyendo los medios masivos de comunicación, que se guían por éste o se entrampan en sus dinámicas, no han descubierto aún. Les esperan sorpresas cuando estas experiencias sigan madurando. En todo caso, la contienda por ensanchar la participación y la democracia local va a ser dura en muchos lugares. Esperamos que quienes apuestan en esta dirección sean cada vez más y que la democracia participativa se arraigue en nuestro país. 4