Qué se puede esperar de la evolución de la inflación

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Qué se puede esperar de la evolución de la inflación
La evolución de la inflación ha sido uno de los temas que más ha preocupado a las
autoridades económicas a lo largo de los dos últimos años, por la evolución creciente
que mostraron los precios desde mediados de 2007 en adelante, superando las metas y
objetivos que se habían fijado oportunamente.
Dicha preocupación es razonable pues la estabilidad de precios es un requisito
imprescindible para la existencia de un clima de negocios propicio para las inversiones
y el desarrollo de los negocios.
El índice de precios al consumo, indicador usualmente utilizado para medir la inflación,
que en el año 2005 había mostrado un crecimiento del 4,9%, pasó a un 6,4% en el 2006,
un 8,5% en el 2007 y un 9,2% en el 2008, año en el cual las autoridades extremaron sus
acciones a los efectos de que el incremento de precios no sobrepasara la tasa del 10% y
con ello disparara una serie de ajustes en otros precios de la economía, como los salarios
negociados en el sector privado y en el sector público.
En el primer cuatrimestre de 2009, la variación del IPC ha alcanzado la tasa del 1,25% y
del 7,13% en los últimos doce meses cerrados a abril. Dichos porcentajes estarían
mostrando un nivel de inflación controlado, pero que aún se mantiene por encima del
rango superior de la meta fijada por el Banco Central. El objetivo de la autoridad
monetaria es lograr que la inflación se ubique dentro de un rango entre 3% y 7% anual,
tratando de tender a la media de dicho rango.
Para el logro de ese objetivo, el BCU y el Ministerio de Economía y Finanzas han
venido implementando una estrategia conformada por una serie de medidas dirigidas,
por un lado, a atacar el crecimiento de algunos precios determinados de la canasta de
consumo, con acuerdos de regulación de precios y medidas fiscales, y por otro lado,
aplicando una política monetaria fuertemente contractiva. Las primeras medidas tienden
a mantener o reducir el crecimiento de algunos precios y no son específicamente
medidas antinflacionarias, que si lo es la política monetaria contractiva del BCU, que
subió fuertemente en enero la tasa de interés de referencia o tasa de política monetaria al
10%, para bajarla al 9% en marzo, buscando incidir en las expectativas inflacionarias y
en contraer la oferta monetaria.
Las expectativas inflacionarias expresadas en la última encuesta que realiza el propio
Banco Central entre analistas privados en el mes de abril, indica que en promedio el
mercado espera una inflación del 7,01% para todo el año 2009 y un 6,3% para el 2010.
La mediana de las respuestas, un indicador a juicio del BCU más acertado que el
promedio, establece un porcentaje del 6,95% para el 2009 y del 6% para el 2010.
Dicha información muestra que las expectativas a mediano plazo están mostrando una
leve reducción de los niveles actuales pero lejos aún de la media del rango objetivo del
BCU. Ello estaría indicando que si bien los analistas perciben que las medidas de corto
plazo, acuerdos de precios y medidas fiscales, han permitido controlar la evolución
creciente de los precios en los primeros cuatro meses del presente año, persisten
expectativas inflacionarias en el mediano plazo.
Los datos desagregados del período enero-abril muestran que los menores incrementos
se han registrado en precios administrados como el transporte, las tarifas públicas y las
cuotas de mutualistas, mientras que algunos servicios, en general bienes no transables,
muestran aumentos bastante superiores al promedio, como enseñanza, servicios
profesionales, actividades recreativas y reparaciones en el hogar, lo mismo que algunos
bienes transables como carne y derivados y algunos otros alimentos o vestimenta y
calzado.
En estos días han vuelto a incrementarse los precios de los combustibles derivados del
petróleo, algo que impactará en otros precios de la economía, al registrarse una
tendencia creciente, aunque lejos de los niveles del año anterior, en los precios
internacionales del crudo.
A partir de toda esta información, no es previsible esperar una reducción importante de
la inflación en el resto del año, manteniéndose la tasa anual en torno al 7%., algo que
están internalizando en sus proyecciones los empresarios.
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