EL PROYECTO DOCENTE COMO SISTEMA Alfonso VARGAS SÁNCHEZ Universidad de Huelva 1.EL MODELO La visión personal que a continuación se desarrolla acerca del proyecto docente en el área de conocimiento de Organización de Empresas, se asienta en los siguientes planteamientos de partida: Lo que se propone es un modelo normativo; es decir, de lo que, a mi juicio, debe ser un proyecto docente. De forma gráfica, dicho modelo lo encontrará el lector al final de este capítulo. Parte de la consideración del proyecto docente como un sistema abierto que el profesor debe pilotar, para lo cual el enfoque cibernético de la regulación y el control es esencial. Nos encontramos ante un sistema que tiene la peculiaridad de concentrar en el profesor las funciones y roles de los subsistemas operador y regulador, pues actúa a la vez como unidad de ejecución y de pilotaje1. El modelo presenta al profesor como actor del mismo, con sus características personales y todo su background profesional. De hecho, en los concursos-oposición a plazas de los cuerpos docentes universitarios el primer ejercicio incluye, y se evalúan conjuntamente, proyecto docente y curriculum vitae del candidato. 1 Bien es verdad que el Departamento, como responsable de la docencia, realiza o puede realizar una cierta tarea de regulación, pero no cabe duda que ésta es llevada a cabo principalísimamente por el propio profesor, que tiene una gran capacidad de control sobre su propio trabajo. Bajo esta perspectiva, lo que se pretende es incidir en la estructura del sistema proyecto docente y su funcionamiento, a la vez que se realizan aportaciones sobre algunos de sus elementos en razón del carácter novedoso de las mismas o por entender que pueden enriquecer lo que suele hacerse (al menos hasta donde llega mi conocimiento personal de este tipo de documentos). Por tanto, esta exposición ha de partir de la noción de sistema, como “conjunto de elementos en interacción dinámica, organizados y orientados hacia el logro de uno o varios objetivos”2. En consecuencia: El proyecto docente debe comenzar con la explicitación de los objetivos que se pretenden alcanzar con la implementación del proyecto docente, en términos de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que han de reunir los alumnos una vez finalizado el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los elementos en interacción dinámica entre sí y con el entorno para la consecución de tales objetivos son dos: el contenido del proyecto y la metodología docente. Son, en resumen, tres preguntas esenciales las que tienen que ser formuladas y respondidas adecuadamente: qué enseñar (contenidos), cómo hacerlo (metodologías de enseñanza y de evaluación del aprendizaje) y para qué (objetivos). Una premisa básica en la elaboración de un proyecto docente es que debe ser realista y, para ello, ha de estar perfectamente incardinado en la realidad concreta en la que va a ser puesto en práctica. Este necesario acople con el entorno nos conduce al terreno de los inputs que el sistema absorbe y compensa en su interior a través de la regulación activa que el profesor ejerce sobre él. Pueden ser de dos tipos: Por un lado el elemento discente, esto es, el número y características de los estudiantes que recibimos a comienzo de cada año académico. 2 Ortigueira Bouzada, M. La corporación cibernética. Huelva: Publicaciones del Colegio Universitario de La Rábida, 1984, p. 1. Si la pregunta con la que se corresponde el punto anterior es a quiénes vamos a enseñar, la siguiente es dónde vamos a hacerlo, que nos lleva inexorablemente a tratar aspectos tales como el marco institucional (en referencia a la Universidad, el Departamento y el Centro en el que el proyecto docente se va a llevar a cabo), el plan de estudios a que pertenece (que delimita la orientación básica de la disciplina a través de su descriptor, el número de créditos, las interdependencias con otras asignaturas del área y de la titulación), las infraestructuras y otros recursos disponibles (ya sean tecnológicos, bibliográficos, humanos, etc.). Como todo proyecto, nos encontramos ante algo delimitado a priori, ante un plan de acción docente que responde a una estrategia intentada. Esta es la fase de programación del proceso de enseñanza-aprendizaje, a la que seguirá la de ejecución de dicho plan (tratando de lograr, en primer lugar, la atención, después la comprensión y, por último, la retención de los contenidos por parte del alumno) y, finalmente, el control del aprovechamiento conseguido por los estudiantes a través de los métodos de evaluación que se propongan. Hasta aquí suelen llegar los proyectos docentes al uso, estructurados de una u otra manera y con sus correspondientes matices, especialmente en lo que se refiere a la justificación de los contenidos del programa sobre la base de una revisión previa de la naturaleza de la disciplina y de su fundamentación teórica, que plantea el debate no resuelto por la comunidad académica acerca de la profundidad de la inmersión epistemológica que se debe llevar a cabo. Mi opinión personal es que esa incursión, aunque necesaria, en la doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico, no tiene porqué remontarse, en nuestro caso, a los aspectos más generales de la Economía, primero, y de la Economía de la Empresa, después. Basta con unas consideraciones generales acerca de la ciencia y el método científico que sirvan de soporte de todo el desarrollo posterior concerniente a una determinada disciplina. Estimo, pues, que el proyecto docente puede perfectamente arrancar con una aproximación a la naturaleza científica del área de Organización de Empresas, como referencia para enmarcar los fundamentos teóricos de la disciplina a la que corresponde el proyecto docente, los cuales serán desarrollados con detenimiento. Sin embargo, la idea fundamental de esta exposición es la de avanzar en la gestión de este sistema a través de la regulación activa que hace el profesor, lo cual exige conocer sus salidas (resultados). Téngase en cuenta que: Aunque la elaboración de este proyecto se hace, formalmente, para acceder a alguno de los cuerpos docentes universitarios que establece la Ley de Reforma Universitaria (L.R.U.), en realidad es algo que debiera hacerse cada año, buscando la mejora continua y la respuesta a los nuevos desafíos del entorno. Cuando el profesor se presenta a un concurso-oposición lleva tras de sí un amplio bagaje como docente. Recoger en el proyecto las experiencias llevadas a cabo y sus resultados, las modificaciones y acciones correctores introducidas a lo largo del tiempo y sus motivaciones, contribuyen notablemente a su enriquecimiento. Llegados a este punto nos enfrentamos al problema de la obtención de la información necesaria para regular el sistema. Necesitamos, pues, valernos de indicadores aptos para tal fin, siendo especialmente importantes los indicadores de resultados y de impacto (sin olvidar los indicadores de entorno y de medios, implícitamente aludidos al referirnos a los inputs del proceso enseñanza-aprendizaje). En cuanto a resultados, podrían incluirse indicadores cognitivos para la medición de la variable “rendimiento de los alumnos”, como tasa de presentados3, tasa de éxito4, tasa de rendimiento5, y ello para las diferentes convocatorias y a lo largo del tiempo. Estos indicadores y su evolución serán objeto de comentario y valoración, especificando que tipo de actuaciones se han aplicado o podrían aplicarse para mejorarlos. Otro tipo de output a considerar sería la opinión de los alumnos acerca de determinados aspectos de la asignatura y del profesor, en la línea de los trabajos que se vienen haciendo dentro del Plan de Evaluación de Departamentos puesto en marcha por la Unidad para la Calidad de las Universidades Andaluzas, y que en la actualidad se encuentra en su fase experimental con la evaluación (interna y externa) de un 3 Proporción de alumnos que se presentan sobre el total de matriculados. Proporción de alumnos calificados aptos sobre el total de presentados. Esta tasa podría desagregarse en tres: tasa de aprobados, tasa de notables y tasa de sobresalientes. 5 Proporción de alumnos calificados aptos sobre el total de matriculados. 4 Departamento en cada una de las Universidades andaluzas. El Departamento de Dirección de Empresas y Marketing de la Universidad de Huelva, al que pertenezco y cuyo Comité de Autoevaluación he coordinado, fue uno de los elegidos, siendo el único que incluye el área de Organización de Empresas. Ambos tipos de outputs constituyen, en definitiva, un feed-back fundamental para el proceso de ajuste y mejora del proyecto docente que el profesor tiene que acometer de manera permanente, no sólo cuando llega el momento de presentarse a una plaza de los cuerpos docentes universitarios. Pero como se ha indicado, el modelo también incluye indicadores de impacto, bajo la perspectiva de la “utilización” que a continuación se hace de los alumnos que superan la asignatura, bien sea por agentes (clientes) internos, en referencia a otros profesores que reciben a esos alumnos para desarrollar con ellos otros procesos de enseñanzaaprendizaje dentro del plan de estudios de la titulación, o externos, es decir, del mercado de trabajo. Es por ello que sería de gran utilidad para retroalimentar el sistema conocer la satisfacción de otros profesores o de los empleadores y los propios egresados con nuestros resultados. Estos serían los indicadores de impacto. 2.CONSIDERACIONES ADICIONALES Hasta aquí la exposición del modelo. Seguidamente se añaden algunas ideas sobre determinados aspectos puntuales del mismo, que contribuyen a perfilar el contenido del proyecto docente: Si convenimos que una de las características predominantes (y más preocupantes) de nuestros alumnos es su falta de motivación, si estamos de acuerdo en que una de las principales dificultades con las que nos enfrentamos como enseñantes es su pasividad y falta de participación, dentro de las limitaciones que vienen dadas por la masificación en las aulas y, por consiguiente, por tener que trabajar con grupos excesivamente numerosos, debería hacerse especial hincapié en el proyecto en las metodologías docentes a emplear para propiciar un rol más activo del elemento discente que genere en él el estímulo que necesita para interesarse por la asignatura e involucrarse en ella. Al mismo tiempo, el desarrollo de habilidades en la aplicación de los conocimientos teóricos que adquiere es otro aspecto fundamental que debe abordarse. A la hora de proponer los contenidos del programa, es importante tomar referencias de lo que se hace en otras universidades. Por ello, sería interesante y enriquecedor ofrecer una visión panorámica del estado de la cuestión en la universidad española con relación a la disciplina objeto del proyecto docente. En concordancia con las conclusiones del informe sobre “Mejora de la formación universitaria. Sugerencias desde la empresa” elaborado en 1998 por el Club de Gestión de la Calidad, dar audiencia a la hora de configurar los programas a las organizaciones empresariales y colegios profesionales, en la línea de buscar una mayor aproximación a la empresa y a la realidad profesional. Incluir un apartado relativo a líneas de investigación, actuales y/o futuras, que apoyen la docencia. A menudo, uno de nuestros problemas es que lo que se investiga no se ve reflejado en la docencia que se imparte en las aulas, debiendo procurar una mayor conexión entre ambas facetas del profesor universitario, alimentándose mutuamente. Hoy en día no pueden olvidarse las aplicaciones a la docencia de nuevas tecnologías como Internet. Las posibilidades de su utilización en el desarrollo de la disciplina objeto del proyecto deben ser estudiadas, desde el punto de vista, por ejemplo, de la realización de tutorías virtuales, de procesos de aprendizaje menos individuales y más cooperativos, en los que el alumno se convierte en un sujeto activo que indaga, explora, busca. En suma, todo lo que conlleva ese concepto de “aula sin muros” referido por Carpenter y McLuhan6. El impacto de estas nuevas tecnologías es, probablemente, el mayor de los retos que tiene ante si la institución universitaria, que va a requerir hasta su propia redefinición. Pero éste es un debate que nos llevaría mucho más lejos y fuera del propósito de este trabajo. 6 Carpenter, E. y McLuhan, M. El aula sin muros. Barcelona: Laia, 1974. Por último, se recogen seguidamente los principios estratégicos de la programación educativa propuestos por Leiceaga Baltar7, que podrían ser extrapolados a modo de decálogo para la elaboración de un proyecto docente: 1) Principio de simplificación: ante varias alternativas, la elección natural está en la más simple. 2) Principio de globalidad: los asuntos colectivos necesitan de estrategias globales. 3) Principio de calidad: la búsqueda permanente del perfeccionamiento es requisito del profesional. 4) Principio de honestidad: sólo hay dos alternativas, ofrecer lo mejor de nosotros mismos o no. 5) Principio de realismo: la realidad circundante debe ser guía permanente para la planificación. 6) Principio de transparencia: lo colectivo exige claridad máxima. 7) Principio de participación: la misión del profesor es más ser líder que dictador. 8) Principio de organización: la actividad colectiva precisa de un sistema de organización. 9) Principio de dedicación: las cumbres se alcanzan sólo con generosidad y esfuerzo. 10) Principio de desmitificación: los jóvenes son jóvenes, pero no tontos. 7 Calidad en la docencia universitaria. Estrategia de innovación educativa (I). Calidad, febrero 1998, pp.17-19. EL PROYECTO DOCENTE COMO SISTEMA MEDIOS (entradas)-PROCESO ENSEÑANZA/APRENDIZAJE -RESULTADOS (salidas)- UTILIZACIÓN - IMPACTO Otros profesores ¿A QUIÉN? Estudiantes Sistema PROYECTO DOCENTE ¿DÓNDE? PROFESOR (Operador y Regulador) Marco institucional Plan de estudios Infraestructuras y otros recursos Alumnos que NO superan la materia Alumnos que SÍ superan la materia Objetivos ¿PARA QUÉ? Contenidos ¿QUÉ? Otros procesos de enseñanzaaprendizaje Mercado de trabajo Egresados Empleadores Metodología ¿CÓMO? Opinión del alumno Indicadores de ENTORNO y de MEDIOS Indicadores de RESULTADOS Indicadores de IMPACTO Sevilla, 24 de marzo de 2000