Artículos y trabajos Título: Los nuevos valores del postmodernismo y algunas repercusiones psicológicas Autor: Glòria Callicó, psicoanalista SEP-IPA Fecha: Abril 2016 Actualmente nos encontramos ante un cambio sociológico que podemos considerar global. Para entender el postmodernismo debemos tener presentes los axiomas del modernismo basados en la tradición y las costumbres como Dios está por encima de todas las cosas; la familia constituida por padre y madre; el médico como única autoridad en salud que decide, por ejemplo, si se han de administrar las vacunas a la población infantil, etc. Todos estos valores tienden a quedar relegados y son substituidos por otros valores propios de la época postmoderna. Así, entre otros cambios, ahora hay una variedad de padres que reivindican el derecho a decidir si quieren o no vacunar a sus hijos. Algunas características del postmodernismo desde un punto de vista sociológico son: una mayor permisividad en la educación y en las normas; una gran influencia de los medios de comunicación; una economía productiva de consumo que fomenta una gratificación inmediata y una existencia efímera de las cosas. Ésta última la vemos condicionando la vida de las personas. Antes casi todo era para toda la vida: el trabajo, la pareja, la casa… En cambio, en la actualidad, lo más frecuente es cambiar de trabajo varias veces incluso a veces de profesión, de pareja, de casa, etc. Ello conlleva que la persona disponga de una serie de recursos para afrontar los cambios, las pérdidas y la ansiedad que se deriva de éstos. Nacen nuevos valores: la permisividad, la uniformidad, la iniciativa, la experimentación, la innovación, la positividad y la transparencia. Estos valores en sí mismos pueden reforzar actitudes de superación y confianza en uno mismo y en el entorno, pero también pueden propiciar lecturas superficiales que justifiquen actitudes poco reflexivas con las consiguientes repercusiones psicológicas. Así, cuando la positividad se aplica a las relaciones implica que éstas tienen que dar confort y no tienen que causar dolor ni sufrimiento, que son entendidos como negativos, y conlleva que no es fácil asumir que necesitamos al otro y, por tanto, que nos duele la separación. Sentirse dependiente, en este contexto postmoderno, tiene un matiz peyorativo en tanto que uno se siente vulnerable frente al otro. Como consecuencia, la máxima aspiración puede ser conseguir una independencia emocional. Esta independencia emocional es entendida frecuentemente como poder vivir el sexo sin celos, mantener relaciones libres sin compromiso y la indiferencia como protección a las decepciones y a los propios sentimientos, tal y como aconsejan algunos libros de autoayuda que están en la lista de los más vendidos, una huida hacia delante en busca de vivencias inmediatas que substituyen las experiencias emocionales en donde el otro puede adquirir importancia en la vida de uno. Ello, por supuesto, no ayuda a tener tolerancia ni recursos frente a situaciones conflictivas. Pero además quedarse solamente con esta lectura, la positividad implica perderse una parte de las relaciones; tener miedo al sufrimiento puede implicar perder también pasión, y temer el compromiso puede conducir a quedarse a un nivel de relación muy superficial. Este tipo de relaciones tan superficiales puede favorecer un vacío de sentido porque se Artículos y trabajos Título: Los nuevos valores del postmodernismo y algunas repercusiones psicológicas Autor: Glòria Callicó, psicoanalista SEP-IPA Fecha: Abril 2016 valoran principalmente las cualidades externas en lugar de las internas. Ello puede fomentar un tipo de funcionamiento mental superficial que en psicoanálisis se denomina bidimensional o “como si” basado en una sobrevaloración de las apariencias y la conducta superficial del otro más que de sus estados o atributos. La relación con el otro es de superficie a superficie. En este tipo de relación no hay interiorización porque para interiorizar se necesita una distancia suficiente respecto al otro que permita pensar sobre éste, mientras que en este funcionamiento solamente puede emerger un pensamiento muy concreto. Ejemplos de funcionamiento “como si” los veríamos en los alumnos que cuando deben realizar un trabajo se limitan a hacer unos cuantos “corta y pega” de los artículos consultados en la web pero sin ningún proceso de abstracción ni elaboración propia, cosa que requeriría mucho más tiempo, esfuerzo, dedicación y maduración; o bien, creerse que solamente por sacarse un título ya son conocedores de la materia y pueden trabajar como profesionales de un día para otro. Esta falta de interiorización conlleva también a una precarización del vínculo, no sentirse suficientemente contenido y limitado y puede provocar la búsqueda frenética de “otro” capaz de sostener y dar coherencia a la personalidad. Ello expone al individuo a caer en situaciones de adicción: droga, juego, redes sociales o grupos sectarios. Ante todos estos cambios de la sociedad postmoderna, muchas personas pueden requerir ayuda profesional. El psicoanálisis puede ayudar en este proceso de reflexión y de maduración. Los psicoanalistas intentamos que el paciente pueda hacer en el aquí y ahora de la sesión este proceso, crear un espacio mental interno, favorecer la posibilidad de mentalización y capacitarlo para una visión interna. Todo ello requiere un tiempo ya que no se trata de que el paciente se lleve un “corta y pega” de la sesión sino de crear una base estructural en su organización de pensamiento y en su gestión de las emociones que le pueda servir de modelo tanto para sí mismo como para relacionarse con los demás en el futuro.