IMPACTO FINANCIERO DE LA CRISIS EN LAS FAMILIAS HIPOTECADAS Jacobo Blanco Fernández Pragma Sociología Aplicada jacoboblan@gmail.com Uno de los efectos más notables de la Gran Recesión fue incapacidad de muchas familias para hacer frente a sus hipotecas. Sin embargo, pocas veces se ha analizado el perfil de estas familias, medido su alcance y las causas por las que se han visto abocadas a esta situación. Un análisis longitudinal de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF), así como de las de Condiciones de Vida y Presupuestos Familiares, además de algunos documentos de organismos internacionales permiten extraer varias conclusiones, si bien lastrados, en el caso de la EFF, por la ausencia de datos más allá de 2011, primer año completo transcurrido tras el proceso de estabilización económica iniciado en 2010. Los resultados muestran que a) las familias más afectadas no fueron tanto las de menores ingresos como aquellas de ingresos medios-bajos con escasa cualificación y notable vulnerabilidad que compraron vivienda en los últimos años previos a la crisis y que además b) presentan a la vez un mayor nivel de endeudamiento en relación con los bienes y la renta disponibles, habiendo c) concentrado todo su riesgo financiero en un crédito hipotecario concedido sobre un activo que ha perdido buena parte de su valor en los años de la crisis. Una pauta muy distinta a la seguida en otros países de la Unión Europea, y cuyas consecuencias deben tenerse en cuenta para soslayarlas en el futuro. Las familias y la Gran Recesión Uno de los efectos más notables de la Gran Recesión fue incapacidad de muchas familias para hacer frente a sus hipotecas. Sin embargo, conocemos bien los efectos de la crisis sobre las familias, especialmente en su forma de lanzamientos judiciales – desahucios- pero pocas veces se ha analizado su perfil, medido el alcance de su endeudamiento y las causas –más allá de las obvias del propio endeudamiento y el impacto estructural de la crisis- por las que se han visto abocadas a esta situación. Y ese es el objeto de este trabajo, analizando además el proceso de endeudamiento…y el posterior de desendeudamiento, así como las diferentes formas y riesgos que adquiere el endeudamiento en función de los tramos de renta y perfil de los endeudados. Porque las forma del endeudamiento, el modo de endeudarse y el momento de contraer la deuda muestran diferencias apreciables entre perfiles. Son estas diferencias las que explican, en parte y junto a factores estructurales, un impacto de la crisis muy desigual. Para ello se utilizan dos fuentes principales de información, todas ellas secundarias. Por un lado, la Encuesta Financiera de las Familias (EFF), una muestra trienal que elabora el Banco de España y que, en nuestra opinión, no tiene la difusión que merece. Ofrece datos extremadamente interesantes, quizá sin parangón, sobre los activos y pasivos de los hogares españoles, hasta el extremo de que podría convertirse en un excelente observatorio con capacidad de predicción. Le lastra, sin embargo, lo mucho que tardan en aparecer sus resultados –a la hora de escribir estas líneas, están pendientes aún los de la edición para 2014- nos lleva a la principal limitación de esta fuente, y es que los últimos resultados disponibles son los de 2011, justo en el cénit de la crisis, y al inicio de la fase de estabilización económica. Nos quedaría por conocer el impacto de esta en las finanzas domésticas y, desde luego, el del inicio del tardío ciclo alcista. Por otro lado, se utilizan algunas fuentes complementarias, en parte procedentes del Banco de España, pero también del INE, como la Encuesta de Población Activa (EPA) o la de Presupuestos Familiares (EPF) que nos permiten completar y contrastar la información procedente de la EFF. Se utiliza, por último, bibliografía complementaria. En el caso de la EFF, se reutilizan los datos con un enfoque sociológico, llevando a cabo un análisis longitudinal que comprende desde el inicio de la denominada “burbuja inmobiliaria” (edición para 2002) hasta el cénit de la crisis (2011). Para ello se han ajustado los valores monetarios que ofrece el Banco de España, utilizando para el ajuste los valores de IPC que ofrece el INE para cada año. Un modelo de crecimiento sostenido en la deuda A partir de mediados de los años 90, y muy en especial desde 2003, se incentivó un modelo de crecimiento apoyado en el endeudamiento de las empresas, de las propias entidades financieras y, desde luego, de las familias. A partir de la entrada de España en la moneda única, endeudarse era barato y el concepto del “nuncabajismo” –esto es, la creencia, tan arraigada en España de que los precios de la vivienda, “la mejor inversión”, “nunca bajan”- contribuyó a que las familias españolas se aventuraran en la economía financiera sin conocerla y, con frecuencia, sin ser conscientes de sus implicaciones. La consecuencia fue un incremento del enorme endeudamiento familiar, sin apenas parangón en el mundo, especialmente entre las rentas más bajas. Efectivamente, el crecimiento económico de los años 1995-2007 fue consecuencia, en buena medida, del endeudamiento de los ciudadanos, las empresas y las entidades financieras españolas, tal y como se puede apreciar tras el cotejo con el gráfico 1. No fue un caso único en Europa ni tampoco constituía una novedad en la historia económica reciente de nuestro país. Pero sí lo fue la velocidad a la que creció el endeudamiento, especialmente a partir de 2003, generando una burbuja económica sobre unos fundamentos ya previamente desequilibrados. La enorme deuda se multiplicó durante los años de la “burbuja”, y muy especialmente entre 2003 y 2007 años en los que prácticamente se duplicó, creciendo siempre a dos dígitos. Buena parte de esa deuda corresponde a las familias y, muy especialmente, a su consumo inmobiliario: fue también en ese cuatrienio cuando casi se duplicó el número de viviendas iniciadas, de 400.000 a 800.000, según el INE. Gráfico 1. Evolución de la financiación a los hogares (1995-2013) Fuente:Economía Financiera y Monetaria http://www.economiafinanciera.es/2014/06/consecuencias-del-boom-crediticiosobre.html La deuda creció alimentada además por la expansión del mercado laboral y de los ingresos familiares, favorecidos por el incremento en el número de perceptores de ingresos, que pasó de 1,3 a 1,7 por familia a lo largo de los años 1996-2007 así como el descenso del tamaño medio familiar. Y, como ya señalamos, por la entrada en la Unión Monetaria, que supuso de descenso de la inflación y, sobre todo, del precio del dinero a mínimos históricos. En 2013, el 23% de la deuda correspondía a las familias. Como señala Ana DEL RÍO (2003) el endeudamiento familiar era un problema que ya preocupaba a principios de la década de 2000, subrayando como “el incremento de la deuda de las familias es notablemente superior al de su renta bruta disponible”. Y es que el endeudamiento familiar medido sobre la renta bruta de los hogares pasó del 35% en 1983 al 44% en 1989, para ser del 75% en 2001 y del 131% en 2007, a las puertas del estallido de la burbuja inmobiliaria; bajando algo, hasta el 123%, en 2012. Es un fenómeno casi exclusivamente español, siquiera por su veloz progresión y su lenta regresión. Por su parte, el Informe Anual 2013 del Banco de España “El endeudamiento de la Economía Española Características, corrección y retos”, nos muestra cómo el endeudamiento de las familias españolas, que en 2010 era del 90% del PIB y, aun en 2013 superior al 75%, no sólo era uno de los más elevados del mundo – superado tan sólo por el Reino Unido- sino uno de los que más rápido creció –en 1995 suponía apenas el 30% del PIB, en línea con el de Francia o Italia- y también de los de más lento decrecimiento una vez estallada la crisis. Según el mismo Informe del Banco de España, si ahora el endeudamiento de las familias disminuye no es tanto por la reducción de la deuda hipotecaria sino porque bajan las deudas por consumo y otras finalidades. Así, el porcentaje de hogares con deuda por compra de vivienda –sea primera u otra- estaba en 2011 en torno al 30% algo más elevado de lo que mide la EFF, pero en orden de magnitud con ella- frente a poco más del 20% en la Unión Europea. Más sorprendente resulta aún la ratio deuda/renta mediana por quintiles de renta: en el quintil inferior la ratio supera el 300% frente a poco más del 60% en la Unión. Las diferencias se reducen algo en los quintiles siguientes, pero siempre en niveles muy superiores a los europeos. Sólo se igualan en el quintil superior de renta. En torno al 70% del endeudamiento familiar se destinó a la compra de vivienda. Una vivienda cuyo precio tampoco dejó de aumentar durante ese periodo de crecimiento económico, alimentando la espiral hasta 2008, iniciando entonces el camino de la devaluación. Una evolución que, como veremos, tendrá una enorme importancia, dado que muchas familias, y en especial las de menores ingresos –precisamente los más afectados por la Gran Depresión- se hipotecaron en el cénit del mercado inmobiliario, siendo ahora sus viviendas devaluadas en único bien con el que pueden hacer frente a la deuda contraída. Perfil socioeconómico de las familias sobreendeudadas. Las cifras nos muestran la extrema vulnerabilidad de las familias españolas con menor renta, que a unos bajos ingresos añaden la reducción de rentas durante la crisis, un potente endeudamiento, un patrimonio mayormente basado en una primera vivienda hipotecada, comprada a elevado precio en lo más alto de la burbuja y por tanto muy depreciada. En términos dinerarios observamos cómo la renta disponible tras el pago de la hipoteca pasa de 30.443 euros en 2002 a 28.454 de 2011. Mientras, el pago por hipotecas sube desde los 5.457 euros de 2002 a los 6.246 de 2011 (Tabla I). Tabla I: Renta disponible excluida la carga financiera por quintiles (2002-2011) Pagos anuales por hipoteca Para resto gastos 2002 2005 2008 2011 2002 2005 2008 2011 5456,8 6260,8 6745 6246 30443,2 30139,2 28755 28454 -20 2839,2 2827,5 3410,4 3696 6260,8 4672,5 5289,6 4304 20-40 3764,8 4157,4 4752 4256 14335,2 12742,6 13248 11744 40-60 4695,6 5438,4 6648 5211,8 22604,4 20961,6 21052 20088,2 60—80 5791,5 6208,8 6766 6625,9 34708,5 33591,2 33034 31674,1 80-90 6523 6973,8 7910 6675,9 52777 52126,2 48590 49424,1 90-100 9341,5 9954,9 11230 10084,8 100558,5 112945,1 101070 104515,2 Total Quintil de renta Fuente: Elaboración propia a partir de EFF. El INE confirma esta tendencia: según la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares (ECPF) el gasto familiar pasa entre 2007 y 2013 de 31.641 euros a 27.098, una merma de más del 11% (Tabla II). Mientras tanto, el gasto en vivienda pasó de 8.124 euros a 8.964. En realidad es el único capítulo de gasto que crece; todos los demás, incluida la alimentación en el hogar, disminuyen. Tabla II: Gasto medio de los hogares en España 2007-2013 (en euros) Distribución porcentual 2013 2007 Gasto medio por hogar 2013 2007 España 100 100 27097,95 31641,27 Alquileres reales 3,28 2,19 888,9 692,04 Alquileres imputados 21,83 17,93 5914,33 5673,13 Fuente: Encuesta Continua de Presupuestos Familiares También podemos decir que el propio pago de la vivienda supone, en sí mismo, un factor limitante para afrontar otros gastos. Las Tablas 1 y II, aun manejando distintas fuentes, coinciden en lo esencial, mostrando que al tiempo que desciende la renta de las familias suben los gastos por vivienda –siendo su pago el rubro fundamental- por lo que podríamos afirmar que el sobreendeudamiento de muchas familias es un lastre de cara a su normal desenvolvimiento económico y, desde luego, de cara a satisfacer algunas necesidades básicas y también de ocio y relación social. Todos los capítulos de gasto, excepto el de vivienda, han disminuido desde el inicio de la crisis según la EPF. La incapacidad para consumir supone además, un lastre para la recuperación económica de la nación, puesto que repercute negativamente sobre las familias, al no elevar sus perspectivas de empleabilidad o mejora salarial, estableciendo un círculo vicioso. Así, y siempre según la EPF, los problemas para hacer frente a los pagos relacionados con la vivienda principal, –hipotecas, pero también alquileres (15% de las familias) o suministros (luz, agua, etc.) afectan al 9,3% de la familia. El valor en 2007, antes de la crisis, era del 5,6%. Las familias sobreendeudadas y por tanto, más vulnerables, responden a un perfil no ya de ingresos bajos o medios-bajos .primer, segundo y quizá tercer quintil de renta- sino también de baja cualificación, baja formación e inmigración. Y son precisamente las familias con menos ingresos y cualificación las más afectadas de la crisis económica, tanto por pérdida de empleos como por reducción de rentas y riqueza. Pero también por la pérdida de valor de su vivienda, patrimonio casi único de esas familias, comprado en el pico de precios. En el conjunto de España, y según los datos de la EPA recogidos en la Tabla III los empleos menos cualificados se redujeron en unos 700.000 puestos de trabajo entre 2008 y 2014, los de media cualificación en 600.000 y los cualificados en la industria y la construcción cayeron en 1.250.000. Por el contrario los técnicos y directivos se redujeron unos 450.000 –incluyendo directivos- mientras que los empleados de comercio y servicios subieron 750.000. Tabla III Evolución de la ocupación por perfil socioeconómico en España 2008-2014 Ocupación Total Directores y gerentes Técnicos y profesionales científicos e intelectuales Técnicos; profesionales de apoyo Empleados contables, administrativos y otros empleados de oficina Trabajadores de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores Trabajadores cualificados en el sector agrícola, ganadero, forestal y pesquero Artesanos y trabajadores cualificados de las industrias manufactureras y la construcción (excepto operadores de instalaciones y maquinaria) Operadores de instalaciones y maquinaria, y montadores Ocupaciones elementales Ocupaciones militares Actual 2014T3 17.504,0 782,2 2.976,9 1.848,7 1.790,2 4.181,1 438,5 1.916,7 Evolución durante la crisis 2008-2014 -3.052,4 -797,9 353,5 -645,2 -133,1 777,7 -66,8 -1.253,7 1.289,9 2.181,4 98,4 -591,4 -698,0 2,4 Fuente: EPA Son por tanto las ocupaciones elementales o de menor cualificación, coincidentes básicamente con las de menores ingresos, los que más han sufrido la crisis. Porque si la reducción de rentas, como vimos, es común a todos los quintiles de renta, son aquellos que han perdido su empleo los que la sufren en mayor medida. También son las que, cuando no se ha perdido el empleo, tienen mayores pérdidas salariales (Martínez García, 2014). Algo que confirman fuentes como Cáritas a través del informe de la Fundación FOESSA (Foessa, 2013, 2014), advirtiendo que el aumento del gasto social a lo largo de los últimos años ha sido insuficiente para compensar la caída de ingresos procedente de las rentas del trabajo, bien como consecuencia del desempleo o de reducciones salariales, en claro contraste con las capas con mayores ingresos, en donde los salarios se han mantenido o estabilizado. La vivienda como patrimonio casi único y devaluado Según la EFF, en la década transcurrida entre 2002 y 2011, la riqueza media de las familias españolas –esto es, su patrimonio, sumando inmuebles, valores, acciones,…- creció un 47% de promedio (gráfico 2). La mediana aumentó menos, un 35,5%, mostrando que la riqueza se incrementó más en los tramos de renta más elevados. Tabla IV: Evolución de la Renta familiar media en miles de euros, por quintiles de población (20022011) Euros de 2011 excepto para 2002, que son de 2009. 2002 2005 2008 2011 2011-2005 %2011-2005 35,9 36,4 35,5 34,7 -1,7 -4,7 -20 9,1 7,5 8,7 8 0,5 6,7 20-40 18,1 16,9 18 16 -0,9 -5,3 40-60 27,3 26,4 27,7 25,3 -1,1 -4,2 60-80 40,5 39,8 39,8 38,3 -1,5 -3,8 80-90 59,3 59,1 56,5 56,1 -3 -5,1 90-100 109,9 122,9 112,3 114,6 -8,3 -6,8 Total Quintil de renta Fuente: Elaboración propia a partir de EFF Gráfico 2: Riqueza de las familias según quintil de renta 2002-2011 (valores en miles de euros) 1000 900 800 Total 700 -20 600 20-40 500 40-60 400 60-80 300 80-90 200 90-100 100 0 2002 2005 2007 2011 Fuente: Elaboración propia a partir de la EFF Pero no evolucionó por igual a lo largo de todo el periodo. Tal y como muestra la Tabla V, entre 2002 y 2008, coincidiendo con el auge económico, creció un 57,5%, siendo el de la mediana exactamente el mismo, apuntando a un crecimiento bastante equitativo de esa riqueza. Es entre 2008 y 2011, la riqueza familiar cae un -6,7% de promedio, siendo la mediana del -14%. Esto es, son las familias con menores ingresos las que sufren una mayor pérdida patrimonial en el curso de la crisis. Tabla V: Riqueza de las familias españolas según renta y tenencia de vivienda 2002-2011 (valores en euros) 2002 Total 2005 2008 2011 Variación 2002-2008% Variación 2008-2011 Variación % 2005-2011 Mediana Media Mediana Media Mediana Media Mediana Media Mediana Media mediana Media Mediana Media 113,1 181,5 189,8 275,6 178,3 285,8 153,3 266,7 57,6 57,5 -14,0 -6,7 35,5 46,9 Percentil de renta -20 59,3 86,1 99,6 138,2 113,7 138,8 95,6 128,3 91,7 61,2 -15,9 -7,6 61,2 49,0 20-40 92,7 117,6 129,9 167,7 135,6 175,4 119,1 156,8 46,3 49,1 -12,2 -10,6 28,5 33,3 40-60 102,2 136,7 167,4 208,7 160,3 218,1 138,6 185,7 56,8 59,5 -13,5 -14,9 35,6 35,8 60-80 134,8 189,2 226,4 282,3 210 286,5 206,5 290,1 55,8 51,4 -1,7 1,3 53,2 53,3 80-90 182,7 249 285,7 391,6 284,3 359,7 251,4 345,9 55,6 44,5 -11,6 -3,8 37,6 38,9 90-100 306,6 506 441,3 770,5 456,4 858,8 410,4 794,1 48,9 69,7 -10,1 -7,5 33,9 56,9 Régimen tenencia vivienda principal Propiedad 135,8 213,1 226,6 330,3 256,4 332,5 187,5 308,2 88,8 56,0 -26,9 -7,3 38,1 44,6 Otra 2 38,3 2,2 39,4 1,6 62,7 4,3 62,8 -20,0 63,7 168,8 0,2 115,0 64,0 Fuente: Encuesta Financiera de las Familias Por estratos de renta, el crecimiento medio más elevado en 2002-2011 se detecta en el decil de familias que disfrutan mayores ingresos, un 56,9%, muy superior al promedio. También es también superior a la media en los quintiles inferiores (-20) y en el 60-80: la mediana de riqueza que registra mayor incremento es la del quintil con menor renta, un 61,2% frente al 35,5% de promedio recogido para el conjunto de las familias. Los datos son aún más elocuentes durante el periodo 2002-2008, el previo a la crisis, cuando la mediana de riqueza entre las familias con menor renta casi se duplica, subiendo un 92%. Todo apunta, de nuevo, a que fueron las familias con menores rentas –segundo a cuarto quintil- las principales beneficiarias del “efecto riqueza” de los años del “boom” económico. Pero también sus principales víctimas, al ser los estratos que más riqueza perdieron durante los primeros compases de la crisis (2008-2011), indicio de la adquisición de viviendas sobrevaloradas, en lo alto de la burbuja, que luego se devaluaron o perdieron. De ahí vendría el rápido “enriquecimiento” previo a la crisis y su posterior “empobrecimento” tras su estallido. La causa está, por supuesto, en la estructura de sus activos, concentrada en bienes inmuebles. El principal activo real de las familias españolas es la vivienda, que suponía en 61,4% del total al estallido de la crisis, en 2007, cayendo hasta el 60,3 en 2011 (Tabla IV). Tabla VI: Peso de la vivienda principal en los activos de las familias españolas: 2002-2011 (en %) 2002 2005 2008 2011 66,5 66,2 61,4 60,3 -20 81,2 79,4 84,3 74,8 20-40 77,8 79,2 72,4 73,3 40-60 73,6 75,7 69,5 69,2 60-80 67,5 69,5 62,7 60,4 80-90 63,6 61,1 63,4 59,9 90-100 51,3 48,8 42,3 47,7 Total Percentil de renta Fuente: Encuesta de Financiera de las Familias Gráfico 3 Peso de la vivienda principal en los activos de las familias españolas según quintiles de renta (2002-2011) en % % 90 80 70 60 EFF 2002 50 EFF 2005 40 EFF 2008 30 EFF 2011 20 10 0 Menor de 20 Entre 20 y 40Entre 40 y 60Entre 60 y 80Entre 80 y 90 Entre 90 y 100 Fuente: Encuesta Financiara de la Familias Sin embargo, el peso sobre los activos familiares no es igual en toda la escala rentas. En el decil más elevado es un 47,7%, 15 puntos porcentuales inferior a la media. En los dos más bajos es muy superior, alcanzando una diferencia de 23 puntos -84,3%- frente a la media del 61,4%- en el quintil menos pudiente en 2008, justo al inicio de la crisis. Esto es, las familias con menor renta no sólo poseen menos patrimonio real – algo previsible- sino que, además, lo concentran en un solo bien, la vivienda principal, que contrasta con una creciente diversificación patrimonial a medida que escalamos por la escalera de rentas. Además, en el periodo previo a la crisis, la concentración patrimonial de las familias más modestas subió en más de cuatro puntos, hasta el 84%, descendiendo diez puntos después como consecuencia del ajuste de precios en el sector inmobiliario. Pero, y aunque en menor medida, tampoco escapa a ese monocultivo de la vivienda principal el 60% de las familias con menores ingresos, que presentan concentraciones siempre iguales o superiores al 70%. Todo ello convierte a las familias de rentas bajas y medias en extremadamente vulnerables a cualquier variación en sus niveles de renta dado el notable esfuerzo financiero que dedican a pagar su hipoteca. Coincide también con los estratos sociales a los que más ha afectado la Gran Recesión. Y apuntalaría, de paso, los indicios de endeudamiento tardío en vivienda comprada a elevado precio. Estos presupuestos nos llevan a interrogarnos acerca del concepto y medición del sobreendeudamiento familiar. Sobreendeudamiento familiar Concepto y medición del sobreendeudamiento familiar El término sobreendeudamiento es un neologismo construido a partir del prefijo, “sobre” que, entre otros significados, indica acumulación 1, y del término “endeudamiento” que se asimila a deudas contraídas. De esta manera, por sobreendeudamiento puede comprenderse aquella situación que denota un exceso de endeudamiento o un endeudamiento excesivo. Este término, como se ha de comprobar, viene utilizándose normalmente no sólo en España, sino en los países de nuestro entorno, para identificar las situaciones por las que atraviesan ciertas personas y que les imposibilitan para pagar el conjunto de sus deudas de forma duradera, o les exponen a una amenaza seria de no poder hacerles frente en el momento en que sean exigibles2. Sin embargo, no puede aportarse por nuestro sistema una noción jurídica del fenómeno de que se trata, a diferencia de lo que ocurre en muchos Estados europeos; si bien, hay que reconocer que los términos precisos de esta noción difieren considerablemente en cada Estado miembro3. 1 Según el Diccionario de la Real Academia Española, la preposición “sobre” en una de sus acepciones “Precedida y seguida de un mismo sustantivo, denota idea de reiteración o acumulación” y recoge dos acepciones de endeudamiento: “1. Acción y efecto de endeudarse. 2. Conjunto de obligaciones de pago contraídas por una nación, empresa o persona”. 2 Es la definición de REIFNER U., KIESLILAINE, J., HULS, N., SPRINGENEER, H., Consumer Overindebtedness and Consumer Law in the European Union, Final Report to the Commision of the European Communities, septiembre 2003, pág. 18, “Consumer overindebtedness is a situation in witch consumers will definitely not be able to meet their financial obligation in the near future”, donde, además, se distancia el concepto, del de insolvencia o bancarrota”. 3 El concepto de sobreendeudamiento que subyace a las más variadas iniciativas reguladoras se deriva esencialmente de las disposiciones jurídicas que fijan las condiciones de acceso a cualquier procedimiento de reestructuración del pasivo, de tipo tanto judicial como extrajudicial. Así pues, por ejemplo, el Derecho francés admite el acceso a los deudores de buena fe que se vean en “la imposibilidad manifiesta de hacer frente al conjunto de sus deudas profesionales vencidas o a vencer” (art. L331-2 del Code de la Consommation. Del mismo modo, la legislación finlandesa de 1993 considera sobreendeudado o insolvente “al deudor que no esté en condiciones de pagar sus deudas cuando sean exigibles; esta incapacidad debe ser permanente y no solamente accidental o transitoria”. En el Derecho alemán, lo que se define como incapacidad de pago actual o previsible (Zahlungsunfähigkeit), no es el sobreseimiento, sino la insolvencia, siendo ésta la causa general de la apertura del procedimiento en Alemania (§§ 18 InsO), entendiéndose que existe incapacidad de pago cuando el deudor no se halla en la situación de cumplir una obligación de pago vencida. Curiosamente, la Insolvenzordnung sí emplea el término «sobreendeudamiento» (Überschuldung), pero lo reserva como causa añadida de apertura del procedimiento de insolvencia para las personas jurídicas que padezcan un desbalance, esto es, que no dispongan de un patrimonio activo suficiente como para cubrir sus deudas, aunque ello no se haya traducido en una incapacidad de pago. Sin embargo, otros países se limitan a definir un conjunto de requisitos procedimentales y personales para el acceso a los regímenes que abordan el Ante la ausencia de una definición legal de sobreendeudamiento en España, se prodigan los esfuerzos por parte de la doctrina, instituciones, y asociaciones de consumidores, con el fin de acotar el término del sobreendeudamiento de los consumidores. En general, las definiciones concurren en la característica de la incapacidad de afrontar, por parte del deudor, el pago de sus deudas frente a sus acreedores. Para una exacta aproximación al concepto es preciso diferenciar las causas que han conducido al deudor a la imposibilidad de pagar sus deudas. Esto lleva a diferenciar entre sobreendeudamiento activo y sobreendeudamiento pasivo. Se reserva la primera calificación para aquellos supuestos en los que el consumidor provoca de forma dolosa, o al menos negligente, su propio estado de insolvencia aumentando su endeudamiento excesiva e irreflexivamente, (mediante la utilización abusiva del pago a través de tarjetas de crédito por ejemplo) pudiendo llegar incluso, a niveles de conducta compulsiva. El llamado sobreendeudamiento pasivo, viene producido por causas ajenas a la voluntad del consumidor de la más variada índole: pérdida del puesto de trabajo, accidentes, enfermedades, fallecimiento del cónyuge, sanciones tributarias, disolución del matrimonio o aumento inesperado de la familia. Todas son circunstancias que, en definitiva, merman la capacidad de ingresos de la familia o incrementan los gastos. Esta diferenciación permite distinguir entre deudores de mala fe y deudores de buena fe, reservándose para estos últimos, un tratamiento favorable con fundamento en la necesidad de protección evitando su exclusión social. Este trato deferente no es aplicable para el deudor que no ha actuado diligentemente, observando un comportamiento inaceptable que ha contribuido activamente a su sobreendeudamiento. Pero además, no únicamente el concepto de sobreendeudamiento plantea dificultades, sino también la forma de cuantificarlo es fuente de divergencias. En algunos estudios encargados por la Comisión Europea se identificaron tres fórmulas o modelos para medir el sobreendeudamiento: el modelo administrativo, el modelo objetivo y el modelo subjetivo. En el primero de ellos, la medida del sobreendeudamiento viene dada por las estadísticas oficiales relativas a los procedimientos formales de tratamiento de estos sobreendeudamiento, sin arriesgarse a dar una definición de esta figura. Es el caso del Derecho belga (Ley de 5 de julio de 1998, modificada por la Ley de 19 de abril de 2002) y del Derecho norteamericano (Bankruptcy Códe, revisado por Bankrupty Abuse Prevention and Consumer Protection Act 2005). casos. Sin embargo, no todos los deudores en dificultades recurren a procedimientos oficiales y legales, por lo que esta opción deja fuera una parte de la realidad. A ello hay que añadir la dificultad de realizar estudios comparativos rigurosos debido a la diversidad de soluciones jurídicas que presentan las distintas legislaciones nacionales europeas. El segundo modelo, calificado como objetivo, es la fórmula generalmente utilizada por las instituciones financieras, así como por algunos ordenamientos jurídicos nacionales y utiliza como elemento de cuantificación, la situación económica y financiera del agregado familiar. Para ello pone en relación la deuda total y renta neta o renta neta y el patrimonio. Aunque no esté exento de problemas -como, por ejemplo, saber hasta qué punto el comportamiento del deudor, su honradez y su buena fe deben influir en el acceso a un dispositivo de saneamiento y condonación de sus deudas-, este criterio parece ser el que permite efectuar algunas comparaciones y puede servir de base para la elaboración de un concepto jurídico común. El modelo subjetivo se basa en la percepción que tienen los individuos o las familias de su solvencia financiera. Se consideran como sobreendeudadas las familias que afirman tener grandes dificultades para reembolsar todas sus deudas o las que afirman que ya no pueden hacerlo. Sin perjuicio de que ha de prestarse atención al sesgo de la percepción de los individuos cuando se trata de evaluar su viabilidad financiera y de decidir recurrir a un crédito overoptimism, underestimation of risk and hyperbolic discount, lo cierto es que este método plantea dificultades prácticas al poner al relegar la comparación objetiva de los datos concurrentes. En realidad, parece aconsejable un método de medición que a partir de datos objetivos tenga principalmente en cuenta los ingresos del consumidor, o mejor dicho, la expectativa de sus ingresos futuros, como principal criterio para valorar la posible recomposición de la economía familiar. Se descarta pues, como valor fundamental de medición, el patrimonio actual del deudor, ya que éste en tanto que consumidor, obtiene principalmente sus ingresos, de salarios, retribuciones o pensiones. Es lo que se ha dado en llamar The Life Cycle/Permanent Income model of Indebteness (LC-PI model). A continuación, se presenta una medición del endeudamiento familiar en España haciendo particular incidencia en el hipotecario. Los criterios para decidir cuándo una familia está sobreendeudada son variados. Sin embargo, el Banco de España sitúa el nivel para el sobreendeudamiento por vivienda principal en un 40% de la renta disponible destinada al pago de vivienda. Lo primero que hay que señalar es que el problema del sobreendeudamiento por vivienda principal es un problema localizado en sectores muy concretos de la población que, si bien, y por fortuna, no son mayoritarios, sí alcanzan magnitudes lejos de ser marginales. No lo son más porque el endeudamiento por compra de vivienda principal afectaba en 2011, según el Banco de España, sólo al 26% de las familias (Tabla IV) Una proporción que, en todo caso, y desde 2002 creció de forma significativa desde el 22%. Tabla VII: % de familias con deudas por adquisición de vivienda principal (2002-2011) 2002 2005 2008 2011 2011-2002 22,1 25,3 25,9 25,9 3,8 -20 6,8 6,2 7 6,2 -0,6 20-40 18 20,1 20,6 22,8 4,8 40-60 22,8 30,8 38,2 31,4 8,6 60-80 26,9 34,5 33,2 36,2 9,3 80-90 27 36,3 32 37,7 10,7 90-100 32,4 31,9 29,3 27,3 -5,1 Total Quintil de renta Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Financiera de las Familias La proporción de familias endeudadas crece en función de la renta, salvo en el decil más alto: es en los centiles de renta 80 a 90, con una renta media de 56.100 euros brutos, donde aparece la tasa más alta de endeudados, un 38%, muy superior de la media. Por el contrario, el quintil más bajo es el menos endeudado. Igualmente, la tasa de endeudamiento creció más rápidamente en los estratos de renta más elevados. Así, en los centiles citados -80-90- creció un 11% pasando del 27% al 38% entre 2002 y 2011, mientras que en el tramo 20-40 –familias con 16.000 euros de renta media- creció menos y en el 0-20 –renta de 8.000 euros- incluso disminuyó, quizá por estar constituido en buena parte por jubilados que ya han amortizado su hipoteca. Resulta significativo que, en el caso del quintil 20-40, la tasa creciera, sobre todo, a partir de 2008, ya en plena crisis, en más de dos puntos. Y ha crecido adquiriendo viviendas en la fase más alta del ciclo, cuando los precios empezaban a estancarse para luego caer. También es posible que haya familias que hayan caído en este escalón de renta como consecuencia de la crisis. Al endeudamiento familiar, calculado muchas veces bajo la expectativa de una progresiva ganancia de poder adquisitivo, se añade la pérdida de rentas reales de las familias a partir de 2008. Así todos las familias, salvo el 20% con menor renta, han visto descender sus rentas brutas en una media del -5% desde 2005 hasta 2011 (Tabla 4). Sorprende, en todo caso, el crecimiento de las rentas en ese quintil más bajo. Podría atribuirse a tres causas: una, el incremento de prestaciones sociales, dos, la revalorización, pese a la crisis, de las pensiones no contributivas y, en general, las de menor cuantía, y tres, la caída en ese quintil de personas que antes gozaban de mejores ingresos y que, por comparación, engordan las rentas en tramos donde son tan bajas. Fuentes alternativas, como la EPF apunta a una creciente polarización, con tramos bajos y altos de renta en expansión, mientras encogen los intermedios. Por otra parte, el importe de los pagos por hipoteca no se ha reducido. Tienden a mantenerse estables o a repuntar ligeramente desde 2005, lo que unido a esa reducción de rentas señalada, implica que el esfuerzo financiero de las familias para pagar su vivienda principal es cada vez mayor. Las consecuencias de todo ello son que el 40% de las familias españolas con pagos pendientes de la compra de su vivienda disponen de menos de 11.700 euros brutos al año para hacer frente a todos sus gastos y que, en 2011, las familias cuyas cargas financieras suponían más del 40% de su renta disponible –umbral a partir del cual se considera el sobreendeudamiento- fuera del 13,2 % del total, creciendo notablemente en los tramos más bajos de renta. Y es que las tasas más elevadas de sobreendeudamiento –entre las familias hipotecadas- aparecen, sobre todo, en los dos quintiles más bajos y muy en especial, por volumen, en el 20-40, donde, con tasas de endeudamiento cercanas a la media (22,8% en 2011) y crecientes, encontramos a un 27% de las familias endeudadas por la compra de vivienda principal soportando un esfuerzo financiero –peso de los pagos hipotecarios sobre el total de rentas brutas- superior al 40%. La tasa alcanza el 58% en el primer quintil, quizá como consecuencia de la reducción súbita de ingresos de algunas familias que ha provocado un brusco cambio de estatus económico; porque no parece razonable un endeudamiento que suponga tal esfuerzo financiero en ese tramo de renta. Cabe advertir, sin embargo, que los hipotecados por la compra de su vivienda principal en ese quintil más bajo apenas alcanza el 6%, diluyendo en cierto modo el problema. Pero en esas familias, la renta disponible excluida la carga financiara quedaría reducida a una media de poco más de 4.000 euros por año. Tabla VIII. Familias con deuda hipotecaria por vivienda principal: esfuerzo y sobresfuerzo financiero: 2002-2011 (En %) 2002 2005 2008 2011 20112002 20112002 40% y más Total Esfuerzo financiero 15,2 40% y más 7,2 Esfuerzo financiero 17,2 40% y más 11,8 Esfuerzo financiero 19 40% y más 16 Esfuerzo financiero 18 40% y más 13,2 2,8 6 Quintil de renta -20 31,2 30,2 37,7 48,5 39,2 46,7 46,2 57,6 15 27,4 20-40 20,8 14,8 24,6 22 26,4 27,5 26,6 26,6 5,8 11,8 40-60 17,2 5 20,6 9,7 24 16,4 20,6 8,6 3,4 3,6 60—80 14,3 3,7 15,6 5,7 17 11,9 17,3 5,6 3 1,9 80-90 11 1,7 11,8 3,7 14 9,8 11,9 4,5 0,9 2,8 90-100 8,5 1,2 8,1 1,6 10 3,3 8,8 1 0,3 -0,2 Fuente: Elaboración propia a parir de la EFF Tabla IX. Familias sobreendeudadas en 2011 2011 %familias endeudadas %Sobreendeudamiento final (%Familias endeudadas*sobreendeudamiento) % Esfuerzo financiero 40% y más 18 13,2 25,9 3,4 -20 46,2 57,6 6,2 3,7 20-40 26,6 26,6 22,8 6,1 40-60 20,6 8,6 31,4 2,7 60—80 17,3 5,6 36,2 2,0 80-90 11,9 4,5 37,7 1,8 90-100 8,8 1 27,3 - Total Quintil de renta Fuente: Elaboración propia a partir de EFF La Tabla 10 muestra cómo, en 2011, y de acuerdo con la EFF el sobreendeudamiento afectaría al 3,4% de las familias. Según el INE, hay en España unos 17 millones de familias –los hogares son algo más de 18 millones- por lo que el número de familias sobreendeudadas por la adquisición de la vivienda principal estaría en torno a las 600.000 para toda España – con un tamaño medio, según las mismas fuente, de 2,5 personas por hogar, 1.550.000 españoles, aproximadamente- 115.000 de ellas en el escalón más crítico, en el 20% con menos renta y otras 205.000 encuadradas en el quintil siguiente, con muy escasos recursos disponibles tras abonar su hipoteca. Cabe decir también que muchas familias situadas en estos niveles de ingresos – hablamos de un 40% del total, con ingresos medios inferiores a 16.000 euros- el mero pago de la hipoteca, aún sin superar el 40% de esfuerzo financiero considerado sobreendeudamiento, supone de por sí un esfuerzo notable, dada la renta disponible que dejan para otros gastos. Y más en un contexto de reducción salarial, especialmente significativo, reiteramos, en las rentas más bajas. A falta de datos disponibles para 2014, el número de familias sobreendeudadas podría haberse elevado algo desde 2011 como consecuencia de ese progresivo descenso de ingresos que muestran otras fuentes, como la ya citada ECPF. Cáritas 4, por ejemplo, estima el sobreendeudamiento –descrito como “gasto excesivo en vivienda” un concepto más amplio que incluye alquileres y suministros, lo que afectaría a umbrales mayores de población- en el 11% para el conjunto de España y en el 7,2% para Asturias en 2014. La patronal bancaria, igualmente, advertía hace unos meses de que la mora de pagos hipotecarios de las familias se situaba, en 2013, en el 6%. Son todas ellas cifras coherentes entre sí, que permiten ahorquillar los problemas por sobreendeudamiento por pagos de hipoteca de vivienda familiar en torno a un 4-8% de las familias españolas (entre 600.000 y 1.200.000) Conclusiones. El problema del endeudamiento familiar y, más aún, del sobreendeudamiento, tendía, allá por 2011, a cronificarse. Es posible que la amortización de créditos al consumo, el descenso en los tipos de interés combinado con el crecimiento del empleo y un timidísimo repunte de las rentas salariales desde 2015, hayan aliviado algo el pago de deudas en las familias españolas. Sin embargo, una posible subida en los tipos de interés, unido a los larguísimos plazos de amortización de las deudas hipotecarias contraídos por las familias españolas, pone a muchas de ellas en situación de posible vulnerabilidad futura. El perfil de riesgo, además, y en contra de la creencia popular, no se concentra tanto en las rentas más bajas –sin capacidad de endeudamiento, o con deudas ya liquidadas en el caso de pensionistas- sino en las rentas medias-bajas, correspondientes al segundo quintil de renta. Familias con ingresos en torno a los 16.000 €, que sí accedieron al crédito hipotecario y que durante la Gran Recesión han visto descender sus ingresos o incluso perdido su empleo. Debe añadirse a ello el agravante de haber comprado vivienda durante los últimos años de la burbuja inmobiliaria. Esto es, cuando los precios eran más elevados. En consecuencia, son también los que han sufrido en mayor medida la devaluación de sus viviendas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Súmese el que esa vivienda devaluada constituye, además, el único activo familiar, incrementando su vulnerabilidad financiera, muy especialmente en caso de lanzamiento hipotecario. Nos encontramos, además, ante una situación peculiar en la UE, donde, salvo en algún caso puntual, el endeudamiento hipotecario de las familias es inferior al de España y, desde luego, más tardío. Un endeudamiento que, más allá de sus consecuencias sociales, lastra el crecimiento económico, detrayendo recursos que podrían destinarse al consumo, a la inversión o a la previsión social familiar. Cabría pensar por tanto, en corregir tales anomalías estudiando las posibilidades de poner en marcha una verdadera política pública de vivienda en un país donde las viviendas con algún tipo de protección han pasado del 80% a finales de la década de los años 60 del siglo XX a tener un peso testimonial en la actualidad, según el portal estadístico del Ministerio de Fomento. Más aún cuando el mercado de trabajo parece orientarse hacia un empleo de salarios relativamente reducidos y elevada rotación. Una política pública de vivienda dirigida a los estratos medios y medios bajos de renta, y no tanto a cubrir necesidades perentorias, como parece el caso actual. Cabe pensar por último, en la conveniencia de formar a los españoles en economía financiera. Es cuando menos paradójico que en un país donde el 85% de las familias cuentan con una vivienda en propiedad, la ignorancia o incluso el desprecio por esa disciplina sea tan notable. Quizá una sólida formación financiera hubiera evitado muchos de los problemas expuestos en este trabajo. Bibliografía: Álvarez, I; Blanco, J. Trelles, C. (2015): “El impacto de la crisis en las familias españolas” ICAO. Banco de España (2014): “Informe anual 2013”, cap.2 “El endeudamiento de la economía española: características, corrección y retos”. Banco de España (2004): “Encuesta Financiera de las Familias 2002”, BdE Banco de España (2008): “Encuesta Financiera de las Familias 2005”, BdE Banco de España (2010): “Encuesta Financiera de las Familias 2008”, BdE Banco de España (2014): “Encuesta Financiera de las Familias 2011”, BdE Banco de España (2014b): “Informe Anual, 2013”, BdE . Del Río, A. 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