CATEQUESIS SOBRE LA MISERICORDIA Lc. (1, 50): El, es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación tras generación. María le canta a su prima Isabel una canción que ella ha compuesto. Luego se anima también Zacarías y canta otra que también ha compuesto él y que dice: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará desde lo alto un amanecer, que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, que endereza nuestros pasos por un camino de paz” El profeta Isaías nos ofrece otro canto en el capítulo 61: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque él me ha ungido para que de la buena noticia a los pobres; para vendar los corazones desgarrados, me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor”. Parece que el ser humano ha cantado siempre y en todos los lugares, culturas y religiones y, este hecho, tiene más hondura de la que pensamos. Las personas que nos consideramos cristianas somos invitadas a cantar, a tocar todos los instrumentos, a danzar… esto es, a alabar y bendecir a Dios con nuestro ser entero. Los salmos nos invitan con frecuencia a esto, basta echar un vistazo para comprobarlo. Unas personas se sienten llamadas a proclamar con su palabra y su hacer, el canto de la verdad que la iglesia ofrece a la humanidad en el campo específico de la pastoral. Esta es la música que nos regalan las Hermanas Mater Dei. Otras, se sienten llamadas a bendecir y alabar a su Creador con su vida entera hecha silencio, oración y trabajo. Así lo han hecho durante 400 años las Hnas. Clarisas aquí en Ciempozuelos, tanto en la clausura como en el locutorio. Otro grupo, se siente urgido a cantar intuiciones, sueños y proyectos, que abren caminos de liberación en las periferias existenciales de nuestra realidad social. Éstos vivieron también en Ciempozuelos hace unos 150 años. Caminaron por sus calles demostrando con su ser y actuar, que la misericordia del Señor llega a todas las generaciones, a todas las personas. También a las que tienen el corazón desgarrado o su mente resquebrajada. Aquí nos encontramos con San Benito Menni, Mª Josefa Recio y Mª Angustias y el P. Serra y la Madre Antonia. Tres mujeres y dos hombres que se empeñan en acercar la justicia y el derecho a personas que viven situaciones de exclusión en la España del siglo XIX. En buscarles un refugio, un asilo donde protegerse de la injusticia y vivir con la dignidad y la alegría de los hijos y las hijas de Dios. Todo esto sucede porque estas personas se encuentran con el Entrañable, el que nos descubre Jesús, en medio de situaciones de opresión y abandono que viven otras mujeres y otros hombres. En ese momento sienten, como Moisés, una llamada y envío de parte de Dios: “He visto el sufrimiento de muchos hombres y mujeres de mi pueblo y quiero que vayáis a liberarlos…Yo estoy con vosotros… (Cfr. Ex 3, 7-8) Ellos recogiendo sus temores, resistencias y dificultades, obedecieron y pusieron manos a la obra que el Señor les pedía. Entonces el Señor les llenó el corazón de misericordia. Y ellos se vinieron a Ciempozuelos a sembrar y cultivar la cosecha de una “acogida en libertad” para muchas mujeres traían el corazón desgarrado y, otra cosecha de “hospitalidad entrañable” para muchos hombres y mujeres que llegaban con su mente rota. El P. Serra dice: …era demasiado doloroso para que yo pudiera presenciarlo sin determinarme a hacer algo en favor suyo… (PF Cor A D. Francisco Dou. 9 VI 1864) … en el hospital detienen lo más que pueden el alta que las pondría en la calle para ir… ¿Dónde Dios mío, dónde? ¡Ya que por todas partes les cierran las puertas! ¿Dónde?... ¡Oh esta palabra es espantosa! (Antonia Mª de Oviedo cor a D. Pedro y D. Antonio Rubio BH Pg. 209) Cuando pasado un tiempo con las mujeres Antonia se hace religiosa, escribe: “Estoy tan contenta, tan segura de que Dios me llamó a esta obra, tan tranquila en mi vocación, que mi único deseo es serle fiel”. (BH I Pg. 402) Estos textos reflejan que la misericordia llega a todas las generaciones y personas como un amanecer que nos visita de lo alto y nos capacita para hacer efectiva la liberación evangélica. Lo encontramos reflejado preferentemente en las congregaciones de S. Juan de Dios, Hnas. Hospitalarias y en nuestra propia congregación. Mª Cruz Ciordia