Trabajo de elaboración subjetiva Lic. En Psicología Carolina B. Oliveto. “Deseo que lo altero nos seduzca, que las singularidades de cada quien se hagan presentes, que nos detengamos a experimentar la diferencia y no nos avasalle el mundo de lo igual, de la serie, que las identificaciones no desemboquen en identidades, que cada uno descubra lo mágico de lo singular, que la subjetividad se ponga de moda y lo particular siga siendo nuestro objeto de estudio”. El siguiente trabajo tiene el objeto de dar cuenta las implicaciones subjetivas que se generaron a partir de la cursada del primer cuatrismestre del curso “Escuela clínica de formación en niñez”. Hemos entendido a la infancia como un proceso lógico que deja sus marcas, en donde cada niño se incorpora en un entramado subjetivo siendo respuesta al deseo del otro y a su vez con la singularidad y particularidad que cada sujeto porta por el solo hecho de serlo. Ser hijos implica ser respuesta a un deseo inconciente, los padres son los transmisores de un “tú eres”, pareciera ser que ese deseo inconciente es en muchos casos por no decir en todos, el forjador del propio destino de los hijos. Nuestra clínica debe apuntar a dilucidar que objeto ha sido ese niño en el deseo del otro. El niño necesita siempre de un otro que done y que le presente el mundo, de un intermediario que sostenga la libidinizacion de un mundo exterior y desconocido. La inscripción en el lenguaje y en un deseo son condiciones necesarias para la asunción de una subjetividad. Todo sujeto en su complejo de Edipo se las tiene que ver con el deseo de la madre, deseo que “siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe que mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre.” (Lacan, 1970, p.118). Se trata de un deseo devorador y asfixiante en el que se está constantemente en peligro de ser devorado. Continuando con la metáfora, cuando los hijos “son devorados” es para colmar una falta, un vacío que pareciera llenarse con este hijo que viene a ocupar un lugar de falo en el deseo materno, ese hijo que viene en respuesta a la envidia del pene y esta se resuelve con la educación simbólica niño-falo. Surge el interrogante de como el niño puede defenderse de este deseo, Lacan dice “Hay un palo de piedra por supuesto que esta ahí, en potencia, en la boca, y eso la contiene, la traba. Eso es lo que se llama falo. Es el palo que te protege si, de repente, eso se cierra.” (p. 118) Es el padre quien viene a ocupar ese lugar de impedir que suceda la “devoracion”, y sea quien satisfaga el deseo de la mujer-madre. Luego de este desarrollo podemos pensar y preguntarnos, si el trabajo de la clínica de la infancia en el caso de que no esté operando este “palo de piedra” que impide que se cierre la boca, lo puede introducir el trabajo analítico aunque quizás de una forma fallida. Es un interrogante que se intentara responder a lo largo de la cursada del segundo cuatrimestre.