LA LIBERTAD DE PRENSA EN LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Los casos "Morales Solá" y "Gesualdi" Prof.: Raúl Borello 1.- Introducción Los alcances de la libertad expresiva y la libertad de prensa, ponen en juego generalmente- dos derechos que merecen la tutela de los tribunales: el derecho a informar -por un lado-, y el honor personal, por el otro. Como un modo de proteger la libertad en el accionar de la prensa se ha elaborado -en la jurisprudencia norteamericana- la doctrina de la "real malicia". Esta doctrina, elaborada por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos con el fin de proteger la mencionada libertad tuvo en miras los asuntos públicos y el accionar del gobierno, es decir se elaboró como un mecanismo propio del sistema republicano y democrático de gobierno. Por ello la "real malicia" no alcanza el accionar de las personas que no ejercen acciones de gobiernos, del "ciudadano común", a no ser que realicen funciones públicas. El origen de esta doctrina es el célebre caso " New York Times vs. Sullivan", del año 1964. Sullivan era un comisario del Estado de Alabama, en la época que se trataba de imponer la vigencia de los derechos civiles en todos los Estados Unidos, en especial la igualdad política y social para los ciudadanos de raza negra. En ese contexto, de fuerte confrontación ideológica, distintos clérigos de raza negra publicaron -en 1960- una solicitada en el New York Times, con motivo de la represión -con gas lacrimógeno- a líderes estudiantiles que cantaron un himno en las escaleras de la legislatura estadual. Lo cierto es que el funcionario se sintió injuriado - aún cuando la solicitada no lo mencionaba expresamente- y promovió una demanda por injurias contra el periódico. Ganó el juicio en primera y segunda instancia. Llegado el caso a la Corte Suprema, el Tribunal consideró que la solicitada refería a un asunto de sumo interés y como tal merecía protección preferente. En consecuencia sostuvo que la cuestión quedaba circunscripta a determinar si el amparo a la libertad expresiva cedía por la falsedad de algunas de las expresiones publicadas en la solicitada y la supuesta injuria del señor Sullivan. La cuestión radicaba en que si bien algunos de los hechos narrados en la solicitada estaban acreditados como verdaderos, existían errores de detalle en el relato. Con estos hechos y en tales circunstancias, la Corte norteamericana desestimó la procedencia de la indemnización, creando -con el voto de la mayoría- la siguiente regla, que se ha conocido como de la "real malicia": un funcionario público no puede pretender indemnizaciones alegando injuria al honor por informaciones falsass referidas a cuestiones relacionadas con su función - y por ende de interés público- salvo que el damnificado pruebe: a.- que la información fué publicada a sabiendas de su falsedad ó b.- con culpa grave acerca de si la información era ó no falsa. Cualquiera de loas dos hipótesis, es decir dolo (intención) ó culpa grave (negligencia) constituían una real malicia susceptible de generar indemnización. Es decir entonces que el núcleo de la cuestión radica en la probanza -por parte del afectado- de la responsabilidad subjetiva de quien publica la información. En realidad la doctrina de la Corte estadounidense extendió la prohibición de la censura previa a otras formas "indirectas" de interferir la libertad de opinión y de informar, haciendo prevalecer estas libertades -que entiende de interés fundamental para un sistema republicano- sobre otros derechos como la honra personal, salvo -claro está- que el funcionario "pruebe" que hubo "real malicia" por parte de la prensa. Analizaremos seguidamente dos importantes antecedentes de la Corte Argentina, en los cuales la doctrina de la "real malicia" aparece -al menos indirectamente- aplicada. Se trata de los casos "Morales Solá" y " Gesualdi", ambos del año 1996. 2.- El caso "Morales Solá" (12.11.96) El origen de esta causa es el siguiente: Dante A. Giadone promovió querella por injurias contra el periodista Joaquín Morales Solá, por entender que su honor había sido lesionado a raíz que el querellado había narrado el siguiente episodio, en la pág. 143 de un libro de su autoría ("Asalto a la ilusión", Ed. Planeta. Buenos Aires, 1990): "Los días inaugurales de la democracia fueron testigos de disparates notables entre los civiles que llegaban al poder. Por ejemplo un viejo amigo de Alfonsín, el abogado Dante Giadone, que se había retirado como suboficial del Ejército, propuso al presidente sacarle el uniforme al Regimiento de Granaderos (tradicional custodia de mandatarios) y vestirlo de civil. Alfonsín levantó la mirada y le suplicó: Por favor, piensen lo que dicen antes de hacerme perder el tiempo. Pero la fiesta parecía interminable y se suponía que había espacio para cualquier algarada". En primera instancia se había absuelto de culpa y cargo a Joaquín Morales Solá, pero luego la Cámara Nacional de Apelaciones en los Criminal y Correccional (sala l) revocó la sentencia , y lo condeno a la pena de 3 meses de prisión, en suspenso, por considerarlo penalmente responsable del delito de injurias. Además impuso al condenado las costas de ambas instancias y ordenó, la publicación del fallo, a su costa, en los diarios "Clarín" y "La Nación". Contra este pronunciamiento, el periodista querellado interpuso el recurso extraordinario ante la Corte Suprema. Morales Solá reclamó la apertura del recurso extraordinario federal sobre la base de una doble línea de argumentación. Por una parte, la condena sería contraria al derecho tutelado por los art. 14 y 32 de la Constitución Nacional y constituiría una indebida restricción a la libertad de dar y recibir información sobre asuntos vinculados con la cosa pública. Por la otra, el pronunciamiento violaría el principio de inocencia al invertir la carga de la prueba en contra del acusado; y estaría 2 viciado de arbitrariedad, por incurrir en una paralización de la prueba y omitir la consideración de indicios relevantes. En su fallo, la Corte cita el antecedente sentado por la doctrina judicial norteamericana en "New York Times Co. Vs. Sullivan" , con arreglo al cual la protección constitucional se extiende a las expresiones inexactas o falsas, cuando las mismas se refieren a funcionarios públicos respecto de temas de relevancia institucional, salvo que se probare que el periodista hubiera tenido conciencia de la falsedad de la noticia. Si bien la Corte manifiesta en la sentencia que "el aludido derecho a la libre expresión e información no es absoluto en cuanto no se traduce en el propósito de asegurar la impunidad de la prensa", al estudiar los afirmado en el fallo condenatorio al periodista de la Cámara que había afirmado que "no hay duda que Morales Solá sabía lo que decía, y es más, conocía el carácter disvalioso de la imputación que hacia, tal como el mismo lo ha reconocido y más aún debía tener serias dudas, como mínimo, sobre la verdad de la afirmación", el Máximo Tribunal entendió - por el contrario- que esa expresión (de la Cámara) era de marcado dogmatismo que no se compadecía con las constancias del expediente ni brindaba una adecuada respuesta a los argumentos que, en ejercicio del derecho de defensa, formuló el afectado. Ello es así - entendió la Corte- pues el tribunal omitió ponderar que la misma noticia había sido publicada por Morales Solá 5 años antes en el diario " Clarín", sin que el ahora querellante hubiera efectuado impugnaciones sobre su veracidad o planteos sobre su honor, lo que permite formar convicción acerca de la disposición subjetiva del periodista querellado respecto de la veracidad de la información vertida en su libro " Asalto a la ilusión". Además la Corte tuvo en cuenta que en su descargo Morales Solá había manifestado que no tenia por que dudar de la veracidad de las expresiones del ex ministro Raúl Borrás. Este aspecto, según la Corte, implicaba que la Cámara invirtió la carga de la prueba en su perjuicio y resolvió la cuestión en flagrante violación al principio de inocencia, al hacer redundar en su detrimento la fortuita circunstancia de la desaparición de la fuente periodística. En virtud de estas consideraciones -que, como vemos, son indirecta aplicación de la doctrina de la real malicia- se hizo lugar al recurso de Morales Solá y dejó sin efecto el pronunciamiento de la Cámara de Apelaciones, absolviendo al periodista imputado. 3.- El caso "Gesualdi" (17.12.96) Esta sentencia escribió un nuevo capitulo en el debate sobre los alcances de la libertad de prensa. Dictada la sentencia- que produjo una cierta alarma en los medios de comunicación, por uno de los argumentos del fallo, como veremosse discutió acerca de si la Corte había abandonado su postura anterior, cercana a los principios de la "real malicia". 3 La curiosidad del caso Gesualdi es que -aún con votos en disidencia- todos los miembros de la Corte coincidieron en que la Dra. Gesualdi había probado la real malicia con que se difundió una nota periodística, estos es la "negligencia" con la que actuaron los periodistas. Los hechos fueron, someramente, los siguientes: En julio de 1990 la revista "El Porteño" publica una nota en la cual informa que con motivo de un cumpleaños del entonces presidente Menem, este último recibió como regalo el expediente donde tramitaba su divorcio. "Le obsequiaron como un trofeo -afirmaba la revista- la carpeta que contenía la demanda de divorcio". Esa causa judicial (es decir el divorcio entre Carlos Menem y Zulema Yoma) tramitaba por ante el Juzgado Civil n° 5 de Capital Federal, a cargo de la Dra. Dora Gesualdi. La jueza promovió accion judicial contra la revista alegando que los periodistas habían actuado con absoluta negligencia, afirmando -entro otros aspectos- que ni tan siquiera se habían cerciorado -concurriendo al Tribunal- si el expediente estaba ó no en el juzgado. En primera y segunda instancia, se dio razón a la jueza Gesualdi, por lo que "El Porteño" recurrió a la Corte Suprema. En su sentencia, el máximo Tribunal, ratificó los pronunciamientos de los fallos anteriores, afirmando -entre otros conceptos-, los siguientes: - La doctrina de la real malicia procura lograr un equilibrio razonable entre la función de la prensa y los derechos individuales afectados por comentarios lesivos a funcionarios públicos, que intervienen en cuestiones de interés público. - El derecho de prensa no ampara los agravios, la injuria, la calumnia, la difamación ni la inexactitud, si esta es fruto de la total despreocupación por verificar la realidad de la información. Ampara, sí, a la prensa cuando la información se refiere a cuestiones públicas, a funcionarios, aún si la noticia contiene expresiones falsas o inexactas, en cuyo caso el afectado debe demostrar que el periodista conocía la falsedad de la información y obró con "real malicia", con el propósito de injuriar o calumniar. Este argumento de la Corte es propio de la doctrina de la “real malicia”. - La doctrina de la real malicia no exime al medio periodístico de producir los elementos necesarios para acreditar la improcedencia de la demanda y le incumbe -tambiéndemostrar que actuó responsablemente y con diligencia en la obtención de la misma. Esta última fundamentación (del voto del Dr. Vázquez) fué la que causó una cierta preocupación en los medios de difusión por entender que desvirtuaba la doctrina de la real malicia al poner a cargo de los periodistas "demostrar" que actuaron de buena fe. Rosario, junio de 2003.- 4 5