Libertad y Ética… ¿Los límites de la expresión? El ejercicio periodístico se basa en el derecho de la información que tiene como vertientes el informar y el acceder a la información; de ahí que sea indispensable para el ejercicio periodístico la libertad y la ética. En cuanto a la libertad es indispensable para que el individuo elija lo que mejor le convenga y así se desarrolle satisfactoriamente, pues la libertad consiste en que ninguna persona obligue a otra a efectuar actos que no desea ejecutar, es entonces actuar con autonomía e independientemente de cualquier presión que incida o repercuta en las decisiones del individuo. No obstante, la libertad no es una facultad ilimitada, pues si las personas actuaran totalmente libres podrían afectar al resto de la gente y la sociedad no tendría la posibilidad de existir debido al caos que se desataría. Mientras que el derecho de la libertad de expresión es un derecho individual, público y subjetivo, en ese entendido se puede considerar a la libertad de expresión como el derecho de todo ser humano a expresar su opinión libremente y sin trabas, sea mediante la palabra, por escrito o mediante la imagen y hacer pública su opinión y difundirla. Además supone el derecho de recibir libremente las otras opiniones. También se entiende como la práctica de la libertad de pensamiento y opinión. Por lo anterior, la libertad de expresión es el derecho fundamental que protege la libre difusión de ideas, pensamientos, opiniones y juicios de valor. En cuanto a la ética periodística es importante señalar que el término ética deriva de la palabra griega ethos que significa temperamento, carácter, hábito, modo de ser. Por ello, de acuerdo con la definición etimológica, ética sería la teoría de los hábitos y las costumbres. La ética explica de manera científica la conciencia y el sentido de la vida, así como el comportamiento moral del ser humano en sociedad. Mientras que la ética periodística consiste en regular la conciencia profesional, fundamentalmente de sus obligaciones esenciales de adquirir una adecuada preparación y servir a la sociedad y dar una información veraz y objetiva, poniendo como objetivo primordial la defensa de los derechos e intereses que están exigidos por la dignidad de la persona. Es insoslayable señalar que el problema de la ética periodística no sólo reside en los valores morales que el periodista tiene de manera individual, sino que reside en que los individuos o grupos de poder que tienen a su cargo los medios de comunicación, son quienes delimitan y condicionan las formas de conducta de los comunicadores. Lo anterior debido a que el periodista carece aún de la influencia necesaria para imponer sus preceptos éticos y también que la mayoría de la comunidad periodística se somete a la ética empresarial. Existen diversos códigos de ética en México, pero no existe un código en común para todos los periodistas; no obstante, coinciden en principios como veracidad, objetividad, imparcialidad, defensa a la libertad de información, libertad de acceso a las fuentes informativas, exactitud, responsabilidad, igualdad de trato, integridad, respeto a la rectificación, no inferencia a la vida privada, defensa del secreto profesional, condena a la calumnia y la difamación, defensa de la paz, entre otros. Entre dichos principios sobresale la objetividad, que es el dar a conocer los acontecimientos sin mentir, sin inventar hechos o entrevistas, sin ficción, difundirlas de manera puntual, dar todas las partes que lo conforman, ser fieles a lo que se ve y mostrarlo lo más fidedigno posible. Por ello, es importante destacar que el periodismo es una sobresaliente actividad sociocultural íntimamente vinculada al desarrollo de la civilización; además, la comunicación es un factor indispensable para la vida del ser humano, debido a que no puede vivir sin saber lo que ocurre en su entorno, pues necesita de esos datos para que le sirvan de referencia y pueda actuar. Por ello, la participación del comunicador en la sociedad es esencial, porque satisface la necesidad del ser humano de estar enterado de lo más sobresaliente que ocurre en el mundo. Sin embargo, el periodista debe actuar con responsabilidad y con ética periodística, es decir, informar y el orientar a las personas acerca de la trascendencia de esos acontecimientos, mostrando todos los aspectos del suceso y no manifestar un compromiso político. En esencia, el comunicador es el encargado de mantener a la población conectada a la realidad, para así entenderla, asimilarla y actuar frente a ella (modificándola si es necesario). De ahí que el periodista tenga que ser el guía y reflejo, tener conciencia y que su conducta esté inspirada en una regla fundamental: respetar al lector. La función del periodista es informar a la sociedad sobre asuntos que le sean de interés, apegándose a la realidad; para ello ha de corroborar los datos obtenidos, en otras palabras, para estar seguro de la veracidad de lo que difunde. Se debe dar a conocer la mayor cantidad de información sobre un suceso, así como mostrar todas las partes que lo componen a fin de evitar que sólo se difunda una cara del hecho. Sin embargo, el periodista no siempre actúa de acuerdo con lineamientos éticos e imparciales. En México se han dado diversos casos en torno a la ética, ya sea que se apegan a principios éticos o que actúan deshonestamente. Uno de esos asuntos fue en el momento en que se dio a conocer el caso de Kuri, pues Leydi Campos Vera, directora de Averiguaciones Previas de la Procuraduría de Justicia del Estado, citó a una rueda de prensa para dar a conocer que Jean Hanna Succar Kuri había agredido sexualmente a varias jóvenes. En la rueda de prensa exhibió fotografías de las menores, incluso desnudas. Debido a ello muchos periodistas optaron por no difundir la información, puesto que ética y jurídicamente es indebido difundir fotografías y nombres de menores que sufren de abuso. Sin embargo, si hubo medios de comunicación que hicieron caso omiso a la ética, difundieron las fotografías y varios nombres de las afectadas, incluso acosaron a varias de las víctimas para obtener información y darle un tinte sensacionalista a la nota. En contraste la periodista Lydia Cacho que ha difundido ampliamente este caso, ha actuado éticamente al no difundir los nombres de los afectados ni de los testigos; incluso por ejercer la libertad de expresión fue detenida. Existe otro caso en el que se actuó antiéticamente y deliberadamente para proteger al dueño de un medio de comunicación. El caso de Lili Téllez consistió en que TV Azteca dio a conocer que el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, está tratando de impedir que un "reportaje" sobre el Fobaproa saliera al aire. Quien dio a conocer esa información fue Lili Téllez, cuya integridad ha sido cuestionada en reiteradas ocasiones (autoatentado y autorobo) La televisora informó que interpuso una denuncia, luego de que el funcionario exigió a TV Azteca pagar las multas por el caso Unefon y suspender la transmisión de un programa que desacredita a las autoridades, al FOBAPROA, y a BANAMEX. Al denunciar las supuestas amenazas que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) realizó contra sus ejecutivos, TV Azteca fue incapaz de demostrar la veracidad de dichas acusaciones. Otro caso ampliamente destacado que pudo hacer que los periodistas actuaran antiéticamente fue el video de Jorge Emilio González, presidente del Partido Verde Ecologista de México; sin embargo, la experiencia de Carmen Aristegui y Javier Solórzano evitaron que ello sucediera. Pues el noticiero de Carmen Aristegui y Javier Solórzano en el Canal 52, transmitió una edición de seis minutos de la cinta –que duraba 45–, acompañándola de un reportaje sobre los integrantes del Partido Verde Ecologista de México y los manejos del partido. Pocos minutos después, Joaquín López Dóriga transmitía, en el Canal 2, la misma cinta, con la misma edición. En ese momento, los tres periodistas decidieron mantener secreta su fuente, a petición de la misma. Según se supo después, quien entregó el video era el disidente verde Santiago León. La transmisión del video, según consideraron los comunicadores, era periodísticamente relevante e hicieron una edición para quitar la paja. Además, la información era confiable y de interés público, no había problemas legales con ella y el anonimato de la fuente no ponía en juego la seriedad del trabajo de los informadores. Aristegui y Solórzano hicieron, además, un trabajo de investigación paralelo que le diera contexto a la información que presentaron; así pues cualquier dilema ético que pudiera presentarse se resolvió honestamente y se trabajó apegándose a los criterios de profesionalidad, seriedad y calidad periodísticas. Aunque se quiso desvirtuar el trabajo de esos periodistas por haber editado el video. Lo cual hizo que en canal 52 difundieran el video completo y se leyera la trascripción completa. Al respecto Joaquín López-Dóriga señaló al difundirse el video completo que quedaba claro que la edición se había hecho con fines puramente periodísticos y que el presidente del PVEM sí había pedido un soborno y lo había acordado con un empresario. Así pues, por los diferentes manejos periodísticos de la información, algunas personas ven en el comunicador un enemigo que sólo ve por los intereses de la empresa para la que trabaja o porque ve afecta sus intereses personales; por eso el comunicador debe actuar con profesionalismo (honesta y objetivamente) y no como un político militante de acuerdo con un compromiso particular y concreto. En este sentido es importante destacar que existe una disparidad entre teoría y práctica, pues el derecho de expresarse, de informar y comunicarse está reservado en la realidad, casi exclusivamente, a los ricos propietarios y, con limitaciones, a los profesionales a su servicio. Además, muchos de quienes controlan los principales medios cultivan la desinformación y, en vez de cumplirse la función social, se práctica la actividad para crear polos de poder político y económico. Por último, es importante mencionar que el periodista al actuar con responsabilidad, lo hace necesariamente de acuerdo con principios éticos y, por ello, se convierte en un testigo de los acontecimientos, de ahí que su presencia pueda ser molesta para aquellos que actúan injustamente y fomentan la corrupción. Por tal, con responsabilidad social y jurídica, así como la ética periodística, el comunicador puede llevar al cabo su función social.