Domingo 29 de enero, 2006 http://www.nacion.com/ln_ee/2006/enero/29/opinion0.html EDITORIAL CONCIENCIA AMBIENTAL Una larga lista de problemas ambientales están en espera de una acción gubernamental más intensa y responsable De acuerdo con un estudio de la Universidad de Yale, presentado al Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza), este año, Costa Rica ocupa el puesto número 15 en el mundo, entre 133 países, en calidad ambiental. Entre los factores determinantes de esta calificación se encuentran la gestión en salud ambiental, la calidad del aire, los recursos hídricos (cantidad y calidad de las aguas), producción de recursos naturales, biodiversidad, los hábitats y las energías sostenibles. En la reunión del 2005, nuestro país ocupaba la posición número 18. Es decir, hemos progresado. Estas buenas noticias, sin embargo, en vez de envanecernos, deben servir para ahondar en nuestra realidad ambiental, rectificar en lo conducente y seguir avanzando. Pueden servirnos de acicate y motivo de examen en este sentido los datos aportados por el informe Estado de la nación del año pasado, a partir de los indicadores del 2004, en el capítulo referente a la armonía con la naturaleza. Ahí tocamos con la mano cuánto camino debemos recorrer no para lograr un nivel de sostenibilidad a largo plazo, que ningún país ha alcanzado, sino para garantizar un progreso real en esta dirección sobre bases firmes y un planeamiento integral. El informe citado da cuenta de diversos logros en cuanto a una mejor gestión de las áreas silvestres protegidas y su sostenibilidad financiera, al refuerzo de los corredores biológicos en la protección del territorio, así como al interés en la protección del patrimonio marino, en el registro y caracterización de especies y ecosistemas, y en el monitoreo y control de amenazas contra el bosque. Sin embargo, se mantiene la vulnerabilidad de las áreas protegidas, se ha avanzado poco en la protección de la flora y la fauna, la biodiversidad marino-costera enfrenta serios riesgos, el consumo de energía sobrepasa su producción total, se ha registrado un deterioro en la calidad del aire en la Gran Área Metropolitana (GAM), en la última década, y la antigüedad de la flota vehicular ha incrementado la contaminación, que, además, rebasa los límites recomendados. Nuestro país carece, además, de una política en materia de desechos sólidos y, peor aún, de conciencia ambiental en la población, por lo que su producción per cápita aumenta anualmente, pese a que, en 1991, se declaró este problema emergencia nacional; los desechos radioactivos y baterías continúan sin adecuado tratamiento, las demandas para la reforestación son escasas, el control de plaguicidas es débil, los niveles de sedimentación afectan los ríos, la calidad de las fuentes de agua sufre un grave deterioro y crecen las evidencias de contaminación en aguas marino-costeras. La lista puede alargarse, mas lo dicho basta para que, como expresamos, la posición que el país ocupa, en cuanto al índice de calidad medioambiental, estimule a nuestras autoridades a redoblar sus esfuerzos. De esta enumeración entresacamos un aspecto relevante: la escasa conciencia ambiental en el país, patente en la suciedad en aceras y calles; en la incultura sobre el establecimiento de un relleno sanitario, administrado técnicamente, explotada por demagogos; en la ineficiencia en la recolección de la basura, cuyo monumento ha sido la Municipalidad de Tibás; en el despilfarro de agua potable; en el manejo de aguas negras, y en la incapacidad del Gobierno para sancionar a los vehículos que, tras varios años de una revisión técnica, siguen contaminado el aire impunemente. Al MINAE, al Ministerio de Salud y al MOPT les espera, en el nuevo gobierno, una tarea ardua e inaplazable a fin de que las buenas notas internacionales correspondan a la realidad y a la decisión interna de avanzar en forma sostenida.