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CIRCULAR FEBRERO (II) / 13
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RETRIBUCIONES DE LOS ADMINISTRADORES DE SOCIEDADES Y SU
TIPO DE RETENCIÓN
Ya en 1998 el Tribunal Supremo entendió (Sala 4ª de lo Social, Sentencia de 29 de septiembre de
1988, caso Huarte) que la administración social estaba excluida del ámbito laboral por el artículo
1.3 c) Texto Refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores y ello tanto cuando se
desempeña un mero cargo de consejero como cuando se tiene la condición de consejero
delegado o de miembro de la comisión ejecutiva, porque existe una incompatibilidad
sustentada por la doctrina mercantilista y la jurisprudencia civil llamada “teoría del vínculo”,
que afirma que, quien ejerce funciones delegadas por el Consejo, no hace otra cosa que realizar
funciones propias del cargo de administración y no cabe en estos casos recurrir al contrato de
alta dirección.
Desde entonces, el alto tribunal ha resuelto en diversas ocasiones en sentido similar, aunque,
desde el punto de vista tributario se ha venido defendiendo que un administrador de una
sociedad podía percibir una retribución, no sólo por su condición de administrador, sino
también como compensación al trabajo que ordinariamente desempeña en la compañía como
cualquier otro empleado.
De hecho eso es lo que ocurre normalmente en las pequeñas y medianas empresas, en las que la
función pura de administración de la sociedad sólo ocupa una mínima parte del tiempo
empleado por sus administradores quienes, habitualmente, dedican sus esfuerzos al desempeño
de labores claramente laborales, es decir, son parte o la totalidad del capital humano que la
empresa requiere para realizar la actividad propia de su objeto social, por lo que en modo
alguno estamos de acuerdo con la interpretación judicial, ya que podría acreditarse que una
parte del tiempo empleado por el empleado-administrador corresponde a funciones laborales y
otra a las propias del miembro del órgano de administración.
Sin embargo, la jurisprudencia reiterada del Supremo, ha motivado un cambio de criterio de la
Agencia Tributaria, que considera que los administradores de una sociedad no pueden
mantener simultáneamente una relación laboral con la misma y que, su mera pertenencia al
órgano de administración, conlleva que las percepciones que reciban obedezcan a retribuciones
fruto de una relación mercantil.
Es decir, que si un administrador percibe un sueldo de su sociedad, puede entenderse, según
ese criterio, que dicha retribución no tiene carácter laboral sino mercantil, por lo que el tipo de
retención aplicable a la misma no debería ser el resultante de aplicar las tablas de retenciones
sino el tipo fijo del 42%, según prevé el artículo 101.2 de la Ley del IRPF. El incumplimiento de
este precepto, en caso de una eventual comprobación o inspección, podría derivar en sanciones
para la entidad que abona la retribución.
Por consiguiente, en general, según esa interpretación doctrinal, podemos considerar varias
posibilidades:
Administrador único, solidario, mancomunado o miembro del Consejo de
Administración que percibe una nómina: el tipo de retención es el 42%. Estará en
el régimen de autónomos o en el régimen general especial (sin indemnización por
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despido ni FOGASA), en función de si posee control efectivo de la entidad,
atendiendo a la participación en el capital.
Apoderado, con poderes generales, que no forma parte del Órgano de
Administración y que percibe una nómina: el tipo de retención es el que resulte
de las tablas. Se considerará, en general, que tiene un contrato laboral especial de
alta dirección. Estará en el régimen de autónomos o en el régimen general, en
función de si posee control efectivo de la entidad, atendiendo a la participación
en el capital.
Apoderado, con poderes específicos, que no forma parte del Órgano de
Administración y que percibe una nómina: el tipo de retención es el que resulte
de las tablas. Se considerará que tiene un contrato laboral ordinario. Estará en el
régimen de autónomos o en el régimen general, en función de si posee control
efectivo de la entidad, atendiendo a la participación en el capital.
Por lo tanto, desde el momento en que un directivo queda integrado en el órgano de
administración social, automáticamente queda cuestionada la nota de la dependencia que debe
concurrir necesariamente en una relación laboral, por lo que existe el riesgo de que pueda
considerarse que la única relación existente es la de naturaleza mercantil con el consiguiente
efecto en el tipo de retención aplicable.
Dada la trascendencia de la interpretación expuesta recomendamos que se pongan en contacto
con los profesionales que les confeccionan las nóminas al objeto de revisar la corrección de las
mismas, en particular el tipo de retención y verificar el tipo de relación (mercantil, alta dirección
u ordinaria) que mantienen los trabajadores con la sociedad.
Circular redactada por Carlos Muñoz. Fiscalista.
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