1 Patrimonio cultural y nuevas tecnologías: el caso del proyecto de cultura oral Autor: Amaya Corchuelo, Santiago* En el ámbito de las ciencias sociales la utilización de las tecnologías audiovisuales en la producción de conocimiento sobre la cultura no es nada nuevo. Hace décadas que se usa la imagen visual como técnica para la representación de la vida social o para la investigación sobre la diversidad cultural. Es un lugar común en nuestro ámbito que el uso de la fotografía, el cine, y actualmente, el vídeo y el tratamiento multimedia de la imagen resulta polémico cuando se propone que estos medios son algo más que una simple forma de ilustrar, acompañar o dar colorido al discurso verbal o textual, como ya señalara Ardèvol (1998). En nuestro caso no hemos realizado un trabajo sobre el uso del vídeo en las ciencias sociales, sino que hemos investigado una parcela de la cultura valiéndonos del vídeo etnográfico como técnica y soporte. Dentro de este ámbito de lo que podemos denominar antropología visual 1, aquí tomamos como punto de partida la utilización de la imagen como dato sobre una cultura y como técnica de investigación. No hablamos aquí de cine etnográfico como forma alternativa de acercarse al conocimiento sociocultural o antropológico, sino cómo desde la vertiente del documental (no-ficción según Elisa Pipkau). Esta es una experiencia empírica dentro de la práctica etnográfica y en todo caso, esta aportación presenta temas y problemáticas surgidos a partir tanto de la experiencia de campo concreta como del proceso de producción del video. Hoy los medios masivos cada vez trabajan más en favor de una supuesta comunicación, que en realidad induce a través de la saturación de imágenes y “sonidos” a todos pensar y homogeneizar hábitos y comportamientos. En este sentido no comunican culturas o transmiten contenidos culturales ni abogan por la diversidad cultural entre los pueblos. Aquí es donde, a nuestro parecer, la antropología visual contemporánea tiene mucho que hacer y que decir, mucho más allá de preguntarse si la propia antropología está en el texto o en la imagen. La cuestión no está tanto en el medio utilizado, sino en el modo en cómo se ha utilizado, el proceso de producción que ha seguido y el mensaje, que ahora puede distribuirse masivamente por nuevos canales como las páginas webs de organismo públicos que abrazan estas técnicas, como ocurre en nuestro estudio sobre cultura oral. * Santiago Amaya Corchuelo es miembro del Grupo de investigación Perses. Ha aplicado los elementos conceptuales, teóricos y metodológicos de dicho grupo en este estudio, así como los utilizados en el grupo de investigación TECUDE “Territorio, Cultura y Desarrollo” (anterior grupo PERSES). Plan Andaluz de Investigación. Junta de Andalucía (SEJ-418) y también en el proyecto de investigación: “Territorio, calidad e innovación: el diseño de la nueva ruralidad europea”. I+D (SEJO2007-63537/SOCI). Ministerio de Educación y Ciencia y Fondos Feder. 1 La antropología visual retoma la importancia de la imagen y, como especialidad o subdisciplina, se desarrollará después de la Segunda Guerra Mundial a partir del interés de científicos sociales y cineastas por el documental social y por el cine y la fotografía etnográfica, de la mano de antropólogos como Margaret Mead y Gregory Bateson en Estados Unidos y como André Leroi-Gourhan, Luc de Heusch y Jean Rouch en Europa. 2 Por otra parte, la creciente preocupación de organismos de dilatada y contrastada trayectoria como la UNESCO en lo referente a la salvaguarda del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, nos alienta y empuja en la investigación de este campo de la cultura tradicional. La cultura oral, el espacio de la palabra hablada encierra valores y formas de comunicación y diálogo enraizados en la transmisión de conocimientos, tan amenazados en esta época de la posmodernidad desde los mecanismos del mundo mediático globalizado. Es en este contexto donde las nuevas tecnologías proporcionan nuevos canales sobre los que encauzar las producciones etnográficas sobre aspectos tradicionales de nuestra cultura y distribuirlos como antes nunca pudo realizarse. Ante esta perspectiva, desde algunas administraciones surgen proyectos que se preocupan por la recogida de esta parte de la cultura, su clasificación, documentación y divulgación. Es el caso que nos ocupa, donde bajo la denominación de Cultura Oral de Granada, la Diputación Provincial de Granada y la Biblioteca Virtual de Andalucía de la Consejería de Cultura, han elaborado primero un marco teórico y metodológico y luego lo han aplicado sobre parte del territorio granadino2. Hasta finales del año 2008, se habían abordado en esta investigación cuatro zonas de la provincia de Granada, las comarcas de Poniente Granadino, Alhama, Baza-Huéscar y la Comarca de la Costa. Tuvimos la oportunidad de participar en esta investigación en tres de estas comarcas durante 2007 y 2008, mediante la consultoría3 prestada a las anteriores instituciones por la empresa GESTO4 de la que entonces formábamos parte5. Antecedentes del proyecto Cultura Oral El proyecto denominado Cultura de la Oralidad tiene su origen en el encuentro celebrado en noviembre de 2004 en Marsella, en el marco del programa Euromedinculture de la Unión Europea 6, cuyo objetivo era fomentar la cooperación entre los agentes culturales de las regiones pertenecientes al espacio Medocc (Mediterráneo Occidental). A partir de aquí, representantes de varias administraciones públicas, tras sucesivos contactos dejan clara la idea de recoger y facilitar el acceso a los registros culturales utilizando las herramientas que las nuevas tecnologías proporcionan. El objeto de estudio 2 Cultura oral en la provincia de Granada. Bases metodológicas para una actuación general en Andalucía Junta de Andalucía/Diputación de Granada, 2007. 3 Hay que hacer notar que este trabajo está planteado y escrito en buena parte desde la óptica de una empresa dedicada al patrimonio cultural, de una consultora. Este enfoque no suele ser el habitual en estos foros donde por lo general, los resultados de investigaciones y trabajos se caracterizan por una perspectiva científicamente académica. 4 La empresa Gestión y Valorización del Patrimonio Cultural S.L. o GESTO, es una consultoría de patrimonio cultural. Además de quien suscribe el artículo, participaron en esta investigación de dicha empresa, Laura Velasco García e Irene Santiago Pérez. Para más información sobre la misma puede verse su web www.gestopatrimonio.es 5 Como resultados de la investigación puede verse el enlace http: /www.juntadeandalucia.es/cultura/bibliotecavirtualandalucia/. Además se ha publicado desde la sección de Cultura Tradicional de la Diputación de Granada el primer volumen de esta serie, que está dedicado a la comarca de Alhama y Poniente. 6 http://www.euromedinculture.com 3 sería la cultura oral. A este marco de trabajo se sumaron dos científicos sociales, especialistas en antropología que aportaron la base científica y metodológica de los trabajos que posteriormente se desarrollarían, dotando de rigurosidad a los planteamientos teóricos previos y necesarios para el trabajo de campo y la descripción documental7. El objetivo principal del proyecto fue realizar una investigación que documentase los diferentes géneros y manifestaciones orales presentes en este heterogéneo territorio granadino y ofrecer una propuesta de clasificación fundamentada teóricamente que permitiese la catalogación de una serie de documentos orales. Luego se presentarían los materiales debidamente catalogados en la web de la Biblioteca Virtual de Andalucía 8 (que ejercerá de soporte para la difusión virtual), así como la difusión del material obtenido en otros formatos desde la Diputación Provincial de Granada. Otros objetivos que podemos señalar han sido: construir un modelo de clasificación de las manifestaciones orales desde la perspectiva antropológica; diseñar el modelo virtual del espacio web en el que se difundirán los documentos orales; seleccionar documentos susceptibles de ser publicados en la red; hacer accesibles los documentos en la red de acuerdo a protocolos internacionales; etc. Todo ello persigue la intención última de obtener un modelo que pueda aplicarse a toda Andalucía. Para el desarrollo de la investigación se han usando herramientas de carácter etnográfico y taxonómico, que se utilizaron para la recogida de materiales de cultura oral así como para su posterior clasificación y procesamiento digital. Respecto a la delimitación de los territorios se llevó a cabo considerando fundamentalmente criterios como dónde se estaban dando las mayores pérdidas del patrimonio oral y dónde se encontraban las amenazas actuales. Los cambios en la esfera socio-económica inciden como sabemos en los cambios en el patrimonio intangible y en la cultura oral, influida también por la multiculturalidad que aportan los nuevos trabajadores, generadores, transmisores y recreadores de documentos orales de su propia cultura 9. La cultura oral como patrimonio inmaterial Como hemos señalado en alguna ocasión anterior (Amaya, 2005: 81-82, 2006), hablar de cultura oral nos remite al carácter de patrimonializable de la misma y por tanto, de la posibilidad de ser seleccionada dentro del ingente número de bienes culturales de nuestro entorno, valorarla como significativamente cultural y actuar sobre ella, pasando desde su conocimiento hasta los diversos campos de su gestión. Pero este hecho debemos enmarcarlo en la perspectiva actual del patrimonio cultural, muy distinta de la de hace unas décadas y totalmente alejada de la de primeros del siglo pasado sobre patrimonio histórico. Así el patrimonio cultural, concepto holístico, engloba una variedad de bienes 7 De esta manera, con el ámbito de actuación claro, la provincia de Granada, de la Universidad de Granada, concretamente del Departamento de Antropología, se incorporan al proyecto los profesores Rafael Briones y Gunther Dietz. 8 http:/www.juntadeandalucia.es/cultura/bibliotecavirtualandalucia/ en el menú cliquear en “Secciones” y después en “Biblioteca de Voces”. 9 Ibid. 2007 4 culturales de muy diversa índole y naturaleza (material e inmaterial), entre ellos, los que componen las tradiciones orales. Estos “nuevos patrimonios” explícitamente, tal como dice Quintero (2005) no reposan ya tanto en una definición técnica de lo artístico o lo histórico como en una cuestión de representatividad, reivindicación y autorreferencia de los colectivos. Si trazamos una evolución de la valoración de bienes destacados culturalmente, podemos comenzar desde prácticamente la edad media, desde el coleccionismo bajomedieval, pasando por los anticuarios de los siglos XVI al XVIII, el cambio de lo valorable como significativo desde el punto de vista patrimonial que supuso la Ilustración, hasta llegar en el siglo XX (sobre todo tras la Primera Guerra Mundial) con la potente intervención estatal sobre la tutela de los bienes culturales (Amaya, 2004, a y b). A cada uno de estos periodos corresponde una visión particular sobre los elementos culturales que se valoran por encima de los demás, acorde a qué se entiende por cultura y qué componentes se incluyen como más destacados, y qué otros se desestiman. Estamos afirmando, que actualmente, incluido en el concepto de patrimonio cultural en boga, concepto amplio que engloba múltiples realidades y manifestaciones patrimoniales, también se encuentra plenamente inmerso en dicho concepto el patrimonio inmaterial. De éste, una parte fundamental lo constituyen las expresiones orales propias de las comunidades. Por tanto, el hecho de que ahora se aborde el estudio sistemático de esta tipología inmaterial de patrimonio en la provincia de Granada por dos instituciones públicas, no es casualidad, sino que el proyecto Cultura de la Oralidad es plenamente contemporáneo dentro de las tendencias de investigación y gestión patrimonialistas10. Podría definirse el patrimonio intangible como el conjunto de manifestaciones no materiales de la cultura vernácula, es decir, las obras colectivas que emanan de una cultura y se basan en la tradición. Estas tradiciones se transmiten oralmente o mediante gestos y se modifican con el transcurso del tiempo a través de un proceso de recreación colectiva. Se incluyen en ellas las tradiciones orales, las lenguas, la música, los bailes, los rituales, las fiestas, la medicina tradicional y la farmacopea, las artes culinarias y todas las habilidades y saberes relacionados con los aspectos materiales de la cultura, tales como las herramientas y el hábitat. Esta puede ser una forma habitual de definición del patrimonio inmaterial. Sin embargo, las reflexiones más recientes se orientan en otro sentido, de tal manera que el patrimonio oral e inmaterial ha sido definido por la UNESCO11, como “el proceso adquirido por los pueblos así 10 Otros proyectos innovadores basados en el patrimonio inmaterial en este contexto, han sido “El Legado Andalusí”, que a través de itinerarios turísticos pretende enlazar la Comunidad Autónoma Andaluza con el norte de Marruecos (Fundación Legado Andalusí, 2000), y el “Legado Euromediterráneo”, una serie de proyectos transnacionales que reúnen y coordinan iniciativas de conservación del patrimonio intangible de ambas orillas del Mediterráneo (Euromed Heritage, 2005). Por otro lado “Registrar, documentar y difundir” son los objetivos del denominado Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía, un proyecto que aborda el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, junto con el Centro de Estudios Andaluces y otras instituciones que puedan ir incorporándose a lo largo de su desarrollo para el estudio de las expresiones inmateriales de Andalucía. 11 Artículo 2 de la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, celebrada en París, el 17 de octubre de 2003. http://www.unesco.org/culture/ich_convention/index.php? pg=00022&art=art2#art2 pp. 2-3. El objetivo de la Convención de 2003 es la salvaguarda de usos, 5 como los conocimientos, las competencias y la creatividad de la que son herederos y que desarrollan, los productos que crean y los recursos, espacios y otras dimensiones del marco social y natural necesarios a su durabilidad; estos procesos infunden en las comunidades un sentimiento de continuidad con respecto a las generaciones precedentes y son de una importancia crucial para la identidad cultural, así como para la salvaguardia de la diversidad cultural y para la creatividad de la humanidad”. Por tanto, esta definición, introduce cuestiones básicas para las culturas locales como el hecho de anclar y relacionar sus expresiones orales con su base territorial, o que sus expresiones inmateriales constituyen la base de su identidad como cultura. Esto, además, entronca con una visión clásica de la cultura en sentido amplio de la disciplina antropológica. Estamos afirmando que desde hace más de tres décadas con la democratización y "ciudadanización" de lo patrimonial se amplía la noción misma del patrimonio hacia el patrimonio intangible de los pueblos y regiones, complementando –nunca sustituyendo- el excesivo énfasis en lo monumental y arquitectónico (la cultura oficial, vista "desde arriba") con el legado oral, la memoria histórica y la praxis cultural de los propios ciudadanos (la cultura cotidiana, vista "desde abajo")12. Dentro de este amplio abanico de elementos que conforman el patrimonio intangible, ocupa un lugar destacado la tradición oral, olvidada durante siglos por la academia. Repensar, investigar y documentar el patrimonio intangible y las tradiciones orales mediante nuevas técnicas y basándonos en las facilidades que nos proporcionan las nuevas tecnologías, supone un ejercicio de observación de las tradiciones bajo un prisma muy distinto al exclusivamente tradicionalista del patrimonio, aquel que sólo reconocía valores en los elementos materiales, monumentales y artísticos de la cultura. Tampoco creemos, tal como señala Fernández de Paz (2006:1), que este tipo de patrimonio constituya una expresión de un pasado idealizado en pos de supuestas autenticidades de cara a la demanda (venta?) turística. De este modo, en el proyecto que aquí comentamos se partió desde otros paradigmas y marcos teórico – metodológicos, establecidos ya por los primeros redactores del mismo, donde términos como “diversidad”, “interculturalidad”, “multiculturalidad”, etc., son prioritarios. Pero aunque resulte paradójico, es en estos tiempos de globalización cuando resurge la necesidad de autodefinirse y de delimitarse de "lo global" desde "lo local" (Appadurai 1996). Como consecuencia, y tal como señala Aguilar (2003) la diversidad cultural de nuestras sociedades no se reduce, sino que se incrementa en tiempos de globalización. En este sentido, nuestro objeto de estudio, la vasta y heterogénea cultura oral de la provincia de Granada, aporta un variado repertorio de géneros musicales representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos, poseen y debe ser reconocido como parte integrante de su patrimonio cultural. 12 En 1972, la UNESCO aprobó un Plan para el Estudio de las Tradiciones Orales Africanas y la Promoción de Lenguas Africanas, organizó en Fiyi el primer festival de Artes del Pacífico y lanzó dos series de estudios relativos a las culturas de América Latina. 6 y literarios repartidos a lo largo y ancho de su geografía. Aquí es donde la antropología y el método etnográfico se nos presentan como válidos para verificar algunas de las principales características de la cultura oral: mutable y dinámica, flexible y elástica. Caracterización del territorio de estudio No tenemos aquí sitio para desarrollar una caracterización sociocultural de las cuatro zonas donde se ha desarrollado este proyecto, aunque algunos datos al respecto nos ayudarán a entender aspectos básicos en la definición de la cultura de este territorio y de cómo abordar la recogida de datos en formatos digitales de cara a su posterior edición y distribución mediante una página web. La orografía del terreno crea cierto aislamiento o proximidad de los núcleos de población, las relaciones históricas entre los municipios o los índices de las migraciones, ayudan a entender los traspasos, préstamos, adopciones … en las tradiciones orales. La economía, los históricos sistemas productivos, la presencia o ausencia de la mujer en el ámbito laboral …, constituyen gran parte de las razones de por qué hoy encontramos aquí las manifestaciones y expresiones orales locales. Otros hechos que hemos detectado que inciden en las expresiones orales de estas comunidades, tiene que ver con los piques vecinales; canciones de la guerra, sobre todo cantadas por mujeres que esperaban a sus hombres a la vuelta del frente; con los rituales festivos a lo largo de su ciclo anual: l a fiesta de la candelaria, el día 2 de febrero, se vive intensamente sobre todo en la comarca de Alhama; los carnavales, romerías, fiestas patronales; el significado de las matanzas caseras en el ciclo productivo y reproductivo, y un largo etcétera de actividades y tradiciones propias de los ciclos vitales de estas poblaciones locales. Como señalamos antes, desde GESTO como consultora, hemos realizado el trabajo en tres de las comarcas de las cuatro que se cubrieron hasta los primeros meses de 2009. Este ámbito territorial de trabajo nos lleva a destacar ya un aspecto determinante en la investigación, el del enorme territorio a cubrir con unos recursos moderados y un tiempo muy limitado. La Comarca de Alhama tiene 10 municipios13; la comarca de Baza-Huéscar tiene 13 14 y la comarca de la Costa 16 municipios 15. Solo un dato es necesario para apoyar definitivamente las dimensiones territoriales si se pretende realizar un trabajo exhaustivo: la comarca de Baza y Huéscar reúne 81 núcleos de población entre cabeceras municipales y anejos. Aspectos metodológicos y técnicos Tal como comentamos antes, el aparato teórico y metodológico sobre el que se apoya el proyecto Cultura de la Oralidad, está rigurosamente elaborado y 13 Son: Moraleda de Zafayona, Salar, Chimeneas, Malá (La), Santa Cruz del Comercio, Cacín, Ventas de Huelma, Escúzar, Zafarraya, Alhama de Granada, Agrón, Arenas del Rey y Jayena. 14 Benamaurel, Caniles, Castilléjar, Castril, Cortes de Baza, Cuevas del Campo, Cúllar, Freila, Galera, Huéscar, Orce, Puebla de Don Fadrique, Zújar. 15 Albondón, Albuñol, Gualchos, Ítrabo, Jete, Lentegí, Los Güájares, Lújar, Molvízar, Otívar, Polopos, Rubite, Vélez Benaudalla, Carchuna – Calahonda, Torrenueva, Salobreña. 7 contiene un amplio y encomiable protocolo a seguir para realizar el trabajo de campo y clasificar posteriormente los materiales obtenidos. Sin embargo, como sucede en la mayoría de investigaciones en ciencias sociales, y particularmente entre las patrocinadas por las administraciones públicas de corte cultural, se produce una descompensación entre los objetivos planteados y los recursos para abordar el trabajo. En este proyecto debíamos solucionar dos demandas fundamentales sobre las que giraron las estrategias metodológicas: la recogida de los registros orales de este heterogéneo territorio en determinado soporte (audio y/o vídeo) y la difusión de parte de los datos obtenidos. Junto al análisis de la realidad social en la que investigamos, de la consulta bibliográfica y de otras fuentes documentales secundarias, así como una fase de precampo en los municipios incluidos, con especial atención a encontrar algunas obras editadas que recopilaban o incluían expresiones de la cultura oral con el fin de discriminar las ya publicadas y darle prioridad a las inéditas, creemos fundamental comentar brevemente el cambio más significativo de la metodología utilizada a medida que ha ido avanzando el trabajo de campo durante las dos fases de trabajo en estos dos años. Este hecho nos dará una visión diacrónica fundamental para entender la evolución del proyecto. En las dos primeras comarcas de trabajo (Alhama y Poniente granadino), el objetivo fundamental que nos solicitaron los patrocinadores fue recoger la máxima cantidad de registros posible correspondientes a expresiones de la cultura oral local. El formato de recogida debía ser audio digital. En este formato es fácil editarlo de cara a su posterior difusión mediante la página web de la Biblioteca Virtual de Andalucía como así se puede ver en dicha web. Mediante la principal técnica, el trabajo de campo, se desarrolló la investigación en ambas zonas, obteniendo unos 800 registros. Esas expresiones orales se transcribían y se incorporaban a una base de datos. En otra base se recogían los datos de los informantes, todo ello siguiendo el protocolo de actuación. Posteriormente lo servicios de la Biblioteca Virtual de Andalucía se encargaban de subir a su web una parte significativa de estos registros. En cada localidad la dinámica seguida era similar: una vez realizábamos el trabajo de precampo, entrevistábamos al informante portero 16 que nos derivaba hacia los informantes cualificados. Así abordamos la investigación sobre todo el territorio atendiendo a las citas establecidas con los informantes. Pero, hasta dónde profundizar en cada municipio cuando en esta primera fase se nos pidió grabar en audio la mayor cantidad posible de expresiones orales?. Este hecho implica que en cada núcleo el número de datos que hemos obtenido venía determinado por la saturación de la información, es decir, el indicador de la repetición de datos por los nuevos informantes en relación a los que otros informantes del municipio nos habían ofrecido ya. La repetición era la mejor prueba de que habíamos obtenido prácticamente todos los datos de la cultura oral de cada población en un proceso de recogida de datos que podemos considerar “extensivo” como este. 16 Persona que en una comunidad ejerce de introductor en la misma de los investigadores. En nuestro caso el informante portero nos lo proporcionaba la Diputación Provincial y solía ser una autoridad municipal. 8 Las técnicas fundamentales que hemos usado en este trabajo se basan en el trabajo de campo y en la grabación en audio de entrevistas semidirigidas, dirigidas y abiertas, bien individuales o grupales, dependiendo de las circunstancias y las necesidades de la propia investigación en cada localidad. Y lo que es mucho más importante como ahora comentaremos, las entrevistas se grababan en formato digital mayoritariamente, con grabadora, y también usamos la cámara de vídeo puntualmente recogiendo sobre cuarenta registros en formato vídeo. Las grabaciones realizadas en vídeo en esta primera fase se consideraban prácticamente de apoyo a las grabaciones de audio, complementarias. Podemos considerarlas incluso secundarias. Este hecho nos indica, entre otras cosas, que si bien el protocolo establecido inicialmente para la investigación existía un sustancial y contrastado marco teórico y metodológico, las cuestiones como esta sobre los soportes donde grabar los datos recogidos hubo que cambiarlas y adaptarlas a las circunstancias. Lo comprobaremos mejor cuando tratemos sobre la recogida de datos de la segunda fase. Si nos detenemos en comentar la variable género respecto a la muestra de informantes entrevistados, aproximadamente una cuarta parte de los informantes han sido hombres, mientras que el resto son mujeres, lo cual hay que relacionarlo con la situación de que existe un estigma de feminidad en el hecho de que quienes conservan, retienen y reproducen buena parte del patrimonio oral son las mujeres; “eso son cosas de mujeres” nos dicen los informantes, los hombres. Sabemos que este hecho no es así, y que existen ámbitos, tanto lúdicos como laborales, especialmente masculinizados (servicio militar, comidas, reuniones, recogida de cosechas –siega, trilla... -, caza, etc.), en los que podemos encontrar las manifestaciones orales propias de estas actividades y de los actores sociales que las desarrollan. También hay que reseñar, continuando con lo que respecta a los informantes y en concreto la variable edad de la muestra, cómo nos hemos centrado sobre todo en mayores de edad. Esto responde a que en primera instancia nos dirigimos ante los que, teóricamente, tanto desde la concepción de los investigadores como desde los informantes denominados porteros o institucionales, el rol de informantes reside fundamentalmente en quiénes han tenido una trayectoria vital amplia y conservan viva su memoria histórica sobre las manifestaciones orales. En cuanto a las entrevistas, habría que diferenciar entre las entrevistas individuales y las grupales, al menos y aunque no entremos en disquisiciones por falta de espacio, comentaremos que a pesar de la difícil organización de las entrevistas grupales, y del número de personas que se reunieron en algunas (a una de las realizadas acudieron 17 personas, en Jayena), el hecho de suma importancia para el transcurso de la investigación. Todas estas variables (edad, género y tipo de entrevistas –individuales o grupales), determinó que se implementara una metodología básica de grabación cuando era necesario tomas en vídeo. Resultó así imprescindible 9 que el local de la entrevista fuese amplio persiguiendo que si la grabación conllevaba la representación de una baile o un juego infantil, hubiese espacio para ello, que las entrevistas fuesen de día en espacios iluminados o que dispusiéramos de suficientes sillas y mesas para establecer una distribución espacial adecuada para que la cámara y el técnico tuvieran que moverse del lugar preestablecido. Ante ciertas dificultades organizativas inherentes a las entrevistas grupales, sobre todo de cara a que los registros quedasen bien grabados, la fórmula era pedir a los informantes que repitiesen el mismo, incluso grabarlo varias veces. Con respecto a los informantes, podemos hablar de las dificultades que entraña su localización; en gran medida al tratarse de una investigación basada en patrimonio inmaterial, muy amplio y para mucha gente con la que hablamos con el estigma de viejo, pasado y sin valor. Este hecho, a diferencia de investigaciones sobre las que es posible establecer perfectamente grupos de edad, laborales o de otra índole a entrevistar, constituye una dificultad de cierta importancia. En este tipo de trabajos, existen dificultades añadidas cuando se trata de grabar las entrevistas, unas veces derivadas de que la población entienda la naturaleza y sentido de la investigación, ya que es frecuente que se entienda que se busca “cosas viejas”; otras por que las entrevistas grupales en pueblos pequeños revisten complejidad en tanto que es frecuente que dos o tres vecinos tomen la iniciativa y asuman el protagonismo, dejando en la sombra a informantes más cualificados; dificultades en ocasiones para que el informante cante o relate la pieza, le intimida la presencia de desconocidos grabando y a veces contextos poco adecuados para la expresión oral o presencia de personas identificadas como informantes por la colectividad (acostumbrados a ser entrevistados) y que realmente poseen información “erudita” que no es objeto del trabajo. La segunda etapa de trabajo presenta otros puntos de interés, derivados sobre todo de que el objetivo en esta fase se reorientó a obtener preferentemente registros en formato vídeo. Es obvio el poder la imagen frente al audio para la difusión cultural. Esto afectó a varios niveles de la investigación, desde el personal técnico y científico destinado a la misma, pasando por el acercamiento a los núcleos de población, la búsqueda de informantes, la tipología de entrevistas, la grabación de los resultados 17 o el tratamiento y edición de los mismos. Todo esto contando con que durante esta segunda fase realizamos el trabajo de campo en dos comarcas con un número de núcleos de población superior a la centena y con limitados recursos. Ahora las entrevistas son fundamentalmente grupales como medida de ahorro temporal y como forma de extraer lo fundamental de la cultura oral. Por tanto, ya no se aborda el trabajo de campo buscando la información de forma extensiva, intentando obtener el mayor número posible de registros, sino los más significativos de cada comunidad. 17 Para este trabajo que exigía grabar en vídeo todas las entrevistas, tuvimos que revisar los principales parámetros de antropología visual y aplicar los que consideramos más adecuados para esta investigación. 10 En esta segunda fase hubo que replantear las estrategias para obtener los datos precisos. Dos personas componían el equipo técnico de grabación, que, en primer lugar, debían localizar a los informantes idóneos de cada población y establecer una fecha para una entrevista grupal. Otro de sus cometidos fue equilibrar la representatividad de los géneros de los informantes de cada entrevista. A continuación, los dos antropólogos mediante una división clara de funciones y aleccionados en antropología visual, llevan a cabo las entrevistas. Las dificultades radican fundamentalmente en el control de las distintas tareas de todo el proceso de la entrevista en grupo para que la grabación no se dilatara y lo que se recogiese fueran los datos perseguidos: control de los informantes simultaneando las preguntas con las grabaciones mediante dos cámaras. Para ello, el comienzo de cada entrevista se explicó el cometido de los investigadores para este proyecto y los objetivos del mismo, tal como había hecho el primer técnico al hablar con cada informante previamente a la entrevista. En esta parte también se hace un breve repaso sobre los posibles subgéneros que podían surgir, lo cual generaba más ideas en los informantes sobre qué aportar. Luego, se iba tomando el nombre de cada asistente y sus datos biográficos, pidiéndole qué tipología de datos sobre la oralidad podía ofrecernos y apuntando cada uno de ellos junto a sus datos personales. Una vez terminada esta ronda, le explicamos cómo se realiza la grabación: invitando a que nos interpreten cada registro ordenadamente y alternándose uno o dos registros por informante y por cada toma, de modo que los demás no se dispersen y se impliquen en las grabaciones. Así se desarrollaron las entrevistas y las grabaciones. Luego llegó la edición de los master mediante programas de edición, la transcripción y la redacción de las bases de datos. Interpretación del material obtenido Resumidamente podemos apuntar algunos resultados de carácter cuantitativo y cualitativo de este proyecto. En cuanto a los datos cuantitativos de la primera fase, la base de datos resultante contiene 521 registros. Existen aproximadamente una centena de ellos más recogidos en las entrevistas y en las transcripciones que no se incluyen en la base de datos porque se repiten, lo cual también se dio en la segunda fase, en la cual se obtuvieron más de mil registros. Sin entrar aquí en profundos análisis cuantitativos en torno a las entrevistas, las diferencias sobre entrevistas grupales e individuales, o la división por género de los informantes, sí es importante señalar que el trabajo aporta un extraordinario corpus de literatura y cantos populares de tradición oral, de informaciones de orden musical y una documentación literaria a partir de los datos recogidos en audio y vídeo digital en el terreno de las poblaciones que componen las comarcas y poblaciones cubiertas por esta investigación. Un primer acercamiento y análisis de los documentos, de las características esenciales de los cantos y de las músicas, de los géneros y subgéneros literarios, nos muestran algunos rasgos primordiales e identificadores de la cultura oral de las poblaciones estudiadas. Muchos de estos datos ya han perdido su vigencia, se han marginado a causa de su poca funcionalidad o del nulo recuerdo de los hechos que lo motivaban. 11 Sin embargo, se han conservado de forma letárgica, casi intactos, por el hecho de no haber sido sustituido ni excesivamente variado el imaginario colectivo, el cual se activa en la medida que los informantes sean capaces de traerlos a su memoria y verbalizarlos, y el investigador ejerza su profesionalidad y consiga sugerirle la existencia de dichos datos al informante para que este los verbalice e intérprete. La temática de los datos obtenidos, como sabemos, se divide en dos grandes grupos. Por una parte elementos propios de la literatura oral de las poblaciones locales, y por otra, los concernientes a su cancionero y música popular. En muchas ocasiones es difícil separar si un dato obtenido puede corresponder a uno u otro. En la vida cotidiana de estos contextos locales la línea entre literatura y música, literatura cantada o canciones habladas, es prácticamente inexistente. Más allá de estos datos conviene apuntar también algunos aspectos fundamentales sobre el contexto del trabajo visual, del enfoque metodológico desde la perspectiva de la difusión de los materiales recogidos mediante la grabación de los datos con cámaras digitales. Reflexiones sobre la perspectiva visual de investigar sobre cultura oral Si las reglas aplicadas por los realizadores de cine observacional o cine directo en su práctica, (tomas largas, encuadres completos, cuerpos completos, no utilización de luz artificial, etc.) no garantizan la veracidad de la representación, hoy en día aún existen los antropólogos que persiguen la posibilidad de construir buenas películas etnográficas si uno sigue ciertos procedimientos para “distorsionar” menos la “realidad” que estamos grabando, pretendiendo lograr una aproximación “real” de “lo real” que sea más “real” que otras. Sin embargo, desde nuestro trabajo podemos afirmar que más que intentar captar la “realidad”, la posibilidad que ofrece este tipo de formato, complementa y amplía hasta límites antes impensables el estudio de algún aspecto de la misma. Este hecho es especialmente perceptible en la investigación y difusión de la cultura oral, como ampliaremos luego. Nosotros nos hemos ceñido al ámbito de las expresiones tradicionales de la cultura oral, donde precisamente las posibilidades que nos ofrece acercarnos de forma profesional al estudio de la cultura popular con otros métodos, nos abre las puertas a nuevas presentaciones y a la divulgación masiva de ésta. Esto contribuye a que, tal como dijo el etnólogo y cineasta David MacDougall (1998: 49), ¨las películas etnográficas han forzado una re-examinación del conocimiento constituido en escritura y han sugerido formas alternativas de expresar la experiencia sensorial y social.¨ Nuestro acercamiento a estas nuevas tecnologías, aunque carente de preocupaciones artísticas, no debemos entenderlo en ningún momento como una posición de partida donde habíamos de elegir entre el arte y la ciencia. Al contrario, tuvimos claro que desde el principio que nuestro acercamiento a la investigación y el aparato teórico, participaba de un marco científico para su elaboración, marco al que estos nuevos métodos y soportes (grabación digital en audio e imagen y programas para su edición), contribuían de forma decisiva a nuestro planteamiento inicial. Además, hay que considerar que los métodos digitales de este trabajo han ayudado con su visión experimental, a aportar 12 cierta renovación a los profesionales de la propia disciplina científica que intervinieron en él, visualizando la respuesta a preguntas que son ya planteamientos clásicos desde la ciencias sociales ante el uso de las nuevas tecnologías: ¿Qué aporta la capacidad de reproducir imagen, sonido e ilusión de movimiento a la metodología antropológica? ¿Qué tipo de datos recoge exactamente y cómo se pueden tratar y analizar? ¿Cómo modifica nuestro trabajo de campo la introducción de este nuevo instrumento tecnológico? ¿Qué tipo de conocimiento antropológico puede transmitir el vídeo y cómo se complementa con la palabra dada? ¿Cuál es la imagen que estamos ofreciendo de los sujetos representados? ¿Cómo miramos a través de la pantalla? (Calvo, 1998). Por nuestra parte el uso de las nuevas tecnologías audiovisuales no ha sido un pretexto para desarrollar nuevas formas de trabajar con la vida real que se intenta aprehender mediante una investigación, una investigación que, no lo olvidemos, tiene como fin último difundir una parte del la cultura. No estudiamos a "los sujetos", sino que estudiamos "junto a" los miembros de un colectivo. Lo que tengamos que decir, no lo decimos sólo sobre ellos, sino que preferimos hacerlo junto a ellos. Y este es un punto en que la incidencia de las tecnologías usadas hay que destacar. Si bien esto puede ser aplicable a cualquier investigación (contar con lo que el investigado destaca como más relevante y usar para recogerlo nuevas tecnologías), parece especialmente inherente a investigaciones que conllevan la recogida de datos no meramente textuales, sino sonoros, musicales, interpretaciones al fin y al cabo, de las que nos perderíamos sus matices, particularidades y riqueza de no ser por el uso del vídeo y la difusión del mismo. En este sentido esta investigación ha resultado una nueva forma de acceso al estudio empírico, una nueva forma de relación entre los sujetos que forman parte del proceso de investigación y una nueva forma de entender los objetivos de la antropología y la práctica de la difusión de los resultados de las prácticas sociales. Bibliografía Aguilar, Encarnación (2003) “La cultura como recurso en el ámbito de la globalización: la nueva dinámica de las industrias artesanas” en Bueno Carmen & Aguilar Encarnación (Eds.) 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