LAS PARTIDAS DE ALFONSO X (mediados S.XIII) TÍTULO I. LEY V. QUÉ COSA ES REY Y CÓMO ES PUESTO EN LUGAR DE DIOS. Vicarios de Dios son los reyes, cada uno en su reino, puestos sobre las gentes para mantenerlas en justicia y en verdad en cuanto a lo temporal, bien así como el emperador en su imperio. Y esto se muestra en dos maneras: la primera de ellas es espiritual, según lo mostraron los profetas y los santos, a quien dio nuestro Señor gracia de saber las cosas directamente y de hacerlas entender; la otra es según natura, así como lo mostraron los hombres sabios que fueron conocedores de las cosas naturalmente; y los santos dijeron que el rey es puesto en lugar de Dios para cumplir la justicia y dar a cada uno su derecho, y por lo tanto lo llamaron corazón y alma del pueblo; y así como el alma yace en el corazón del hombre, y por ella vive el cuerpo y se mantiene, así en el rey yace la justicia, que es vida y mantenimiento del pueblo en su señorío. Y como el corazón es uno, y por él reciben todos los otros miembros unidad para su cuerpo, bien así todos los del reino, aunque sean muchos, porque el rey es y debe de ser uno, por eso deben todos ser unos con él para servirle y ayudarle en las cosas que él ha de hacer. Y naturalmente dijeron los sabios que el rey es cabeza del reino, que así como de la cabeza nacen los sentidos, porque se mandan todo los miembros del cuerpo, bien así por el mandamiento que nace del rey, que es señor y cabeza de todos los del reino, se deben mandar y guiar y haber un acuerdo para obedecerle, y amparar, y guardar y enderezar el reino, donde él es alma y cabeza, y ellos los miembros. QUE EL REY SE DEBE VESTIR MUY APUESTAMENTE Las vestiduras hacen mucho conocer a los hombres por nobles o por viles, y por lo tanto los sabios antiguos establecieron que los reyes vistiesen paños de seda con oro y con piedras preciosas, porque los hombres los pudiesen conocer luego que los viesen, a menos de preguntar por ellos. Y además que trajesen los frenos y las sillas en que cabalgan de oro, y de plata y con piedras preciosas, y aún en las grandes fiestas, cuando hiciesen sus cortes, trajesen coronas de oro con piedras muy nobles y ricamente obradas, y esto por dos razones: la una por semejanza de nuestro señor Dios, cuyo lugar tienen en tierra, y la otra porque los hombres los conociesen, así como antes dijimos para venir a ellos y servirlos y honrarlos, y a pedirles merced cuando fuese mester. Y por lo tanto todos estos guarnimientos honrados que decimos, deben ellos traer en los tiempos convenientes, y usar de ellos apuestamente. Y ningún otro hombre debe probar de hacerlo ni de llevar /tales vestidos/, y el que lo hiciese de tal manera que se iguale al rey y tome su lugar, debe perder el cuerpo y lo que hubiere, como aquel que se atreve a tomar honra y lugar de su señor, no teniendo derecho para hacerlo; y el rey que se lo consintiese lo estaría haciendo mal en este mundo, y luego se lo demandará allí Dios en el otro mundo como a vasallo que no precia la honra que el Señor le hace, ni usa de ella así como debe... TÍTULO VI. Ley 1. Cuál debe ser el rey con su mujer y ella con él : Casamiento es cosa que, según nuestra ley, una vez que es hecho, no se puede partir sino por razones señaladas. Y por ello el rey debe cuidar que aquella con quien casare haya en sí cuatro cosas: la primera, que venga de buen linaje; la segunda, que sea hermosa, la tercer, que sea bien acostumbrada; la cuarta, que sea rica, pues cuanto ella de mejor linaje fuere, tanto será él más honrado por ello, y los hijos que de ella hubiera serán más nobles y mejor considerados. Otrosí cuanto más hermosa fuere, tanto más la amará, y los hijos que de ella hubiera serán más hermosos y más apuestos, lo que conviene mucho a los hijos de los reyes, que sean tales que parezcan bien entre los otros hombres; y cuánto de mejores costumbres fuere, tanto mayores placeres recibirá de ella y sabrá mejor guardar la honra de su marido y la suya; otrosí cuanto más rica fuere, tanto mayor provecho vendría de ello al rey y al linaje que de ella hubiere, y aun a la tierra donde fuere. Ley 2: Amar debe el rey a la reina su mujer por tres razones: la primera, porque él y ella por casamiento, según nuestra ley son una cosa, de manera que no se pueden separar, sino por muerte o por otras cosas ciertas, según manda la santa iglesia, la segunda, porque ella solamente debe ser, según derecho, su compañía en los sabores y en los placeres; y otrosí ella ha de ser su aparcera en los pesares y en los cuidados, la tercera, porque el linaje que de ella tiene o espera tener quede en su lugar después de su muerte.