COMENTARIO Nº14: “EL SILENCIO”, JUAN JOSÉ MILLÁS RESUMEN: El autor se plantea si el exceso de información irrelevante influye en el ser humano al desorientarle y quitarle un tiempo que es precioso. Por tanto, pide silencio. TEMA: El ruido informativo ocasiona la dispersión del ciudadano. ESTRUCTURA: Externamente, se divide en tres párrafos que se corresponden con la estructura interna, en que se distinguen las tres partes básicas de un texto expositivo-argumentativo. Comienza por la introducción a base de ejemplos de la dispersión informativa. Continúa por el cuerpo argumentativo en que desarrolla la analogía entre el periódico y la vida. Culmina con una conclusión, que constituye asimismo la tesis, en que se pregunta si al final de nuestra vida no descubriremos que lo mejor es el silencio: 1. Ejemplos de la dispersión informativa. 2. Analogía entre el periódico y la vida. 3. Al final de la vida (final del periódico) se descubre que lo mejor es el silencio. COMENTARIO CRÍTICO: Se trata de un texto periodístico, concretamente una columna de opinión, del escritor Juan José Millás, colaborador habitual del periódico El País. La finalidad es persuasiva, pues pretende transmitir al lector la necesidad de acabar con el exceso de “ruido” que satura nuestra vida. Se sirve para ello de un texto expositivoargumentativo. Las funciones lingüísticas predominantes son, por tanto, la emotiva (expresa su opinión), la apelativa (texto argumentativo) y la referencial (texto expositivo). A partir de un ejemplo extraído de la lectura de un periódico, en los que a veces se presta más atención a asuntos que parecen menos relevantes, se pregunta si acaso ocurrirá lo mismo en nuestras vidas con aquello que debería preocuparnos y quizás no lo hace. Comienza entonces a construir una curiosa y acertada analogía entre el periódico y la existencia humana. Lo refuerza mediante largas enumeraciones de realidades cotidianas que ayudan a que el lector comprenda mejor el mensaje y se sienta identificado. Continuando con la comparación, se pregunta si al final de la vida no nos daremos cuenta del tiempo perdido. Por ello, concluye con una nueva cuestión retórica que, más bien, afirma, y en la que pide un poco más de silencio frente a ese ruido informativo, es decir, si más vale prestar más atención a lo que de verdad es trascendente y obviar el resto. Como habitúa, Millás aborda un problema de la sociedad contemporánea con un estilo directo y un tanto irónico, provocador. Aunque no nos demos cuenta, es cierto que solemos obcecarnos en asuntos en realidad bastante triviales. Esto nos roba tiempo que deberíamos dedicar a las cuestiones de verdad importantes. Así, por ejemplo, prestamos excesiva atención a cuestiones laborales, dejando de lado otras que tienen que ver con lo personal, como si no siempre fuéramos a tener a esa persona ahí esperando una atención que nunca llega o que lo hace demasiado tarde o demasiado poco. O incluso, dentro de las propias relaciones personales, nos obstinamos en analizar minuciosamente detalles nimios que nos impiden disfrutar del tiempo con esa persona y que pueden llevarnos incluso a alejarnos de ella por sentirnos incomprendidos o desatendidos cuando somos nosotros mismos, con nuestra actitud, quienes provocamos esa reacción huidiza y de rechazo en la otra persona. En esta sociedad globalizada, en que prima la prisa y la apariencia, muy pocos son tan afortunados como para saber apreciar lo que sí que merece ser apreciado. Generalmente sólo nuestros mayores, ya jubilados y expertos, comprenden a qué deben y quieren dedicar los últimos años de su vida, y se suelen arrepentirse de no haber sido conscientes de esas prioridades antes, sienten que han desperdiciado tiempo y energías. Lograr que nosotros no descubramos esa terrible certeza tan tarde pasa por cambiar el estilo de vida y, sobre todo, nuestra actitud hacia ella. No hay que desembarazarse de temas laborales ni mucho menos, ni tampoco obviar el ocio,… Lo que debemos hacer es comprender que lo importante son las personas que queremos, lo que aprendemos de ellas, lo que nos aportan y lo que podemos aportarle. Hemos de hallar el equilibrio entre todas las facetas de nuestra vida, otorgando a cada una la relevancia que merece. En conclusión, Juan José Millás nos alerta sobre la necesidad de trasladar nuestra atención de asuntos irrelevantes para focalizarla en aquellos que no lo son. Nieves Marín Cobos