MASAS A NIVEL DEL TESTÍCULO Y ESCROTO Cuando nos encontramos con un testículo aumentado de tamaño, o con un bulto, habrá que determinar si estamos ante un proceso benigno o maligno. Dentro de los procesos benignos tenemos: 1.- Hidrocele: se trata de una colección de líquido que se encuentra alrededor del testículo, pues lo producen dos capas –especie de camisetas- que se sitúan alrededor de él. Por tal motivo, fue llamado en la antigüedad, “hernia acuosa”. Es el proceso escrotal benigno más frecuente y, se calcula que afecta al 1% de los varones. Se diagnostica con facilidad mediante ecografía. A la exploración física se contempla una bolsa escrotal aumentada de tamaño, tensa, dura y, no dolorosa. Se plantea tratarlo, cuando por el tamaño origina molestias, o representa un efecto antiestético para el paciente. El tratamiento puede ser, pinchar el hidrocele y evacuarlo, mediante aspiración del líquido, e inyectando posteriormente una sustancia que va a ocasionar una reacción inflamatoria de las capas que producen el hidrocele, evitando así la reaparición del mismo. Esta técnica tiene un índice de fracasos del 50%. La técnica definitiva es la cirugía, en la que se realiza una técnica especial que impide la recidiva del mismo. Puede realizarse con anestesia local y sedación, en régimen ambulatorio (no requiere ingreso hospitalario). En el postoperatorio es frecuente que exista una inflamación importante, dejando el escroto duro (como una piedra), durante un tiempo variable, pero que puede, incluso, sobrepasar el mes. 2.- Espermatocele: es un quiste que contiene esperma, y que se origina en la cabeza del epidídimo -parte superior del testículo-. No se conocen bien las causas por las que se origina, pero independientemente de ello, se recomienda su extirpación sólo cuando es grande y da síntomas. 3.- Varicocele: es la dilatación varicosa de las venas del cordón espermático. (Ver el capítulo correspondiente). 4.- Hernia inguinal: en ocasiones, las hernias se pueden introducir en la bolsa escrotal simulando un tumor, debido a la presencia del contenido intestinal. 5.- Quiste de epidídimo y cordón espermático: son relativamente frecuentes, y tienen las mismas indicaciones quirúrgicas que las del espermatocele. Tumores malignos Son más habituales en testículos que no han descendido a la bolsa escrotal –criptorquidia-, y cuatro veces más frecuente en México, o en la raza caucásica (6 casos por cada cien mil habitantes, en los países escandinavos), que en China, o en la raza negra de Estados Unidos de Norteamérica. Lo más frecuente es que asiente en un solo testículo, aunque en un 1-2% puede hacerlo de forma bilateral, siendo la edad más frecuente entre los 20 y 40 años; es el tumor más frecuente entre los jóvenes, después de la leucemia y los linfomas. Como la mayoría de los tumores, se desconocen las causas por las que pueden aparecer células cancerígenas a nivel testicular. Se ha publicado la existencia de historia familiar de tumores testiculares, entre un 10 y un 15%. No está demostrado que los traumatismos originen estos tumores, pero se han visto numerosos casos (yo tengo reflejados dos, dentro de mi casuística personal), en los que coinciden en el tiempo, el traumatismo y la presencia del tumor. Por otra parte, sí que se ha observado que son más frecuentes en aquellos pacientes que han desarrollado el SIDA. Existen varios tipos, siendo el más frecuente el llamado seminoma (35%). Generalmente se presentan como un bulto o nódulo, a nivel del testículo, no doloroso, y de consistencia dura, como si fuera una piedra. La Ecografía es en un inicio la mejor prueba diagnóstica y, la más sencilla, barata e inocua; permite incluso, la detección de lesiones dentro del parénquima testicular, que no se detectan con la palpación. Asimismo, se pueden solicitar marcadores tumorales en el análisis de sangre, como la lácticodeshidrogenasa (LDH), alfa-fetoproteína (AFP), y la hormona gonadotropina coriónica humana (B-HCG). Su tratamiento es la cirugía, con extirpación del testículo por vía inguinal. Posteriormente, en función de la extirpe celular y, por lo tanto, del grado de malignidad, se planteará realizar tratamiento complementario con quimioterapia y/o radioterapia. La extirpación de un testículo no implica disminución de la virilidad, ya que el testículo restante, mantiene la producción normal de testosterona (hormona masculina). Autoexploración escrotal Conviene realizarla después de la ducha o baño caliente, cuando la piel del escroto se encuentra más laxa y relajada. Tome un testículo con una mano y, hágalo rodar o deslizar entre los dedos índice y pulgar; de esta forma sabrá si existe algún bulto o nódulo. Palpe después el cordón espermático hacia la zona inguinal. Repita el proceso en el testículo contralateral. Cualquier anomalía encontrada, no dude en consultarla con su médico. Recuerde No todo bulto en el testículo es un tumor. Realice, periódicamente, una autoexploración del escroto. Es importante un estudio de toda lesión escrotal, para etiquetar su naturaleza y plantear el tratamiento adecuado, si es que lo precisa. Hoy en día, existe un altísimo porcentaje de curaciones en el cáncer de testículo, pero para ello, requiere de un diagnóstico temprano.