A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 19 de diciembre de 2012, habiéndose dispuesto en siguiente orden establecido, el Acuerdo de de 2078, votación: conformidad que deberá doctores con observarse Kogan, Negri, lo el de Lázzari, Pettigiani, Soria, Hitters, Genoud, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa L. 97.261, Aparicio "Azpeitia, Leopoldo y Marcelo otros. Fabián contra Indemnización Macedo, accidente de trabajo". A N T E C E D E N T E S El Judicial Tribunal del Trabajo del Departamento Necochea rechazó la demanda que, fundada en el derecho común y con planteo de inconstitucionalidad del art. 39 de impugnados), la ley Marcelo 24.557 Fabián (entre otros Azpeitia preceptos dirigió contra Aparicio Leopoldo Macedo, Cortés y Di Rocco S.A. y el Fisco de Vialidad). la Provincia Juzgó no de Buenos Aires configurados en (Dirección el caso de los presupuestos atributivos de responsabilidad subjetiva y objetiva que al amparo de los arts. 1109 y 1113, respectivamente, del Código Civil dieron sustento a la pretensión resarcitoria del daño sufrido por el actor en su integridad física como consecuencia del accidente de trabajo del 30 de enero pérdida de su ojo demandante, si bien de 1997 que le ocasionó la las costas al derecho. Impuso con beneficio el de gratuidad previsto en el art. 22 de la ley 11.653. La parte actora dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad normas legal de legales, de esta ley, en cláusulas Corte, el que invoca constitucionales denunciando violación de y doctrina asimismo errónea valoración de los hechos, pruebas y demás constancias de la causa. El remedio fue concedido por el citado tribunal a fs. 468/vta. Dictada a fs. 483 la providencia de autos y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley? V O T A C I Ó N A la cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo: I. En lo que aquí tiene relevancia, el juzgador de mérito tuvo por probado los siguientes extremos fácticos: i) el accidente de trabajo ocurrido el 30 de enero de 1997 y su mecánica, en base al relato contenido en el escrito de inicio, el reconocimiento del codemandado Macedo y la declaración del testigo Schmidt; ii) que el actor presenta ceguera en su ojo derecho a raíz de un traumatismo ocular y posteriores complicaciones, lo que le ocasiona una incapacidad parcial y permanente del 52,65% de la total obrera causalidad sufrido. (pericia entre En este las médica); tareas marco, iii) la desarrolladas ponderó que el relación y el perito de daño médico estimó verosímil que las consecuencias disvaliosas en la salud del actor respondieran a "una herida punzante del globo ocular, con su posterior sutura, y la formación de una catarata o desprendimiento de retina por tracción" (v. fs. 445 empleador vta.); del declaraciones iv) y, coaccionado finalmente, Macedo, testimoniales de con el carácter apoyo Schmidt y en de las Roteño (compañeros de trabajo del actor). Situado objetiva, partió en la de órbita de enunciar la responsabilidad los presupuestos condicionantes de su procedencia. En este trance, determinó verificada la existencia del daño, mas no el carácter riesgoso o vicioso de la cosa -planteado en la demanda en términos de riesgo de la actividad laboral-, ni que el daño obedeciera a su riesgo o vicio. Al respecto, sentenció: "no comparto (...) que en el caso la actividad de alambrador sea una actividad para ser considerada por sí riesgosa; y a mayor abundamiento, el actor no acreditó el riesgo de la actividad. Ello así, desde que el sentido común no indica otra cosa y todo evento el actor no ha precisado ni objetivado el riesgo o vicio de tal actividad..." (v. fs. 448). Luego, a tenor de lo resuelto, consideró irrelevante el análisis del extremo vinculado a quién resultó ser el dueño o guardián de la cosa. Con pie en este entramado circunstancial, en la sentencia rechazó la pretensión fundada en el art. 1113 del Código Civil (v. fs. 452/vta.). Por otra parte, no estimó demostrada la actitud u omisión culposa del empleador en los términos del art. 1109 del citado digesto legal, en tanto -sostuvo- el actor no acreditó la inobservancia de las medidas de seguridad a su cargo, agregando que tampoco individualizó cuáles eran las que el principal protección debió debió cumplir proveerle. Le ni qué reprochó elementos asimismo de haber soslayado la producción de un informe técnico a esos fines, y -a la vez- la omisa indicación de la normativa legal incumplida (v. fs. 451/vta.). II. inaplicabilidad En su de ley recurso la extraordinario legitimada activa de denuncia infracción a los arts. 47 de la ley 11.653; 375 del Código Procesal Civil y Comercial; 100 de la ley 22.248; 1109 y 1113 del Código Civil; 15, 16, 168 y 171 de la Constitución provincial; 16, 17, 18 y 31 de la Constitución nacional. 1. En concreto, en lo concerniente al sustrato objetivo de responsabilidad, el impugnante argumenta que la actividad de alambrador desempeñada por el actor al momento del infortunio reúne las notas típicas para ser reputada como riesgosa (desde la concepción amplia que informa la doctrina legal de la Corte provincial), circunstancia ésta que resulta acreditada por conducto de una adecuada valoración de las constancias de la causa. En este sentido, postula que el tribunal de grado debió analizar fundadamente -y no lo hizo- si la actividad laboral era apta para ser así calificada, soslayando -de tal modo- efectuar una razonada y lógica evaluación de ese fundamental extremo (v. fs. 459 vta. y 460 vta.). En excusatoria cuanto de a la culpa responsabilidad, de la víctima puntualiza como que el codemandado Macedo no alegó que el procedimiento empleado por el trabajador para la realización de la tarea no fuera el correcto o el que usualmente se utilizaba para desarmar un oriental (denominándose así a los tres postes del esquinero con los respectivos alambres allí sujetos). 2. sostiene que Respecto una de correcta la responsabilidad apreciación de los subjetiva, hechos y pruebas aportadas da cuenta de que al momento del evento dañoso el reclamante no poseía elementos de seguridad para la ejecución de la tarea a su cargo, lo que -a contrario de lo sostenido en el pronunciamiento en crisis- conduce a concluir que el empleador y contratistas incurrieron en una conducta negligente o culposa. En este orden, agrega que mal puede reprocharle el tribunal de grado al actor haber omitido explicar qué o cuáles medidas de seguridad debió adoptar el empleador, si el art. 100 de la ley 22.248 cuya aplicación al caso se dispuso no detalla -tal como se expresa en el propio falloen qué deben consistir ese tipo de recaudos para las especificas tareas prestadas por el actor. 3. Por último, aduce que habiendo quedado probado que Macedo era el empleador del reclamante y su carácter de dueño o guardián de la cosa generadora del daño, así como también que miembros de la firma Cortes y Di Rocco S.A. lo contrataron para ejecutar la obra que le encomendó la Dirección de Vialidad provincial, la responsabilidad del primero y la "cadena de responsabilidad alegada en demanda" (v. fs. 461 vta.) surgen nítidamente. III. El recurso ha de prosperar. 1. En reiteradas oportunidades ha declarado esta Suprema Corte que tanto el análisis del material probatorio aportado por las partes al proceso, como la determinación relativa tornan a si viable se configuran la procedencia o no de los la presupuestos acción de que daños y perjuicios deducida en los términos de los arts. 1109 y 1113 del Código Civil, es facultad privativa de los jueces de mérito, salvo absurdo que debe ser demostrado por el recurrente (conf. causas L. 92.726, "Galán", sent. del 17XII-2008; L. 90.567, "Bonet", sent. del 9-VIII-2006; L. 80.086, "Esains", sent. del 1-IV-2004; L. 76.972, "Meyer", sent. del 21-V-2003; entre muchas más). En el caso, adelanto mi opinión en el sentido de que el recurrente logra poner en evidencia que la sentencia impugnada es portadora de ese grave vicio con virtualidad para invalidar sus conclusiones, en la medida que acredita acabadamente que el tribunal del trabajo no ponderó con acierto el aspecto circunstancial de la causa, arribando a conclusiones derivación que no del constituyen derecho una vigente razonada en orden y lógica a las circunstancias comprobadas en autos. También demuestra que soslayó la aplicación de la doctrina legal de esta Suprema Corte elaborada en torno a la acepción del vocablo "cosa" contenido en el art. 1113 del Código Civil, cuya significación y alcances expuestos en la causa registrada como L. 72.336, "Iommi", sent. del 14-IV-2004, en la que no intervine, he compartido en posteriores precedentes (causas L. 79.690, "R., L. G. y otros", sent. del 28-VI-2006; L. 80.406, "Ferreyra", sent. del 29-IX-2004; entre otras). 2. Sentado lo que antecede, habré de principiar el examen de la queja en la órbita de análisis de los presupuestos de atribución de responsabilidad objetiva. a. En este orden, tiene dicho esta Corte que para el progreso de la acción de derecho común con fundamento en el art. 1113 del Código Civil, es requisito ineludible la demostración por parte del actor de: 1) la existencia del daño; 2) el carácter riesgoso o vicioso de la cosa; 3) que el perjuicio obedece al riesgo o vicio de la cosa; y 4) que el demandado es dueño o guardián de la cosa (conf. causa L. 92.726, "Galán", sent. del 17-XII-2008; entre otras). En la demanda narra el actor, quien denuncia que su edad a la época del accidente que afectó su salud era de 30 años (v. fs. 17 vta.), que el siniestro ocurrió del siguiente modo: circunstancias "... en el que día me 30 de enero encontraba de 1997, trabajando en por instrucciones de mi empleador en el desarme del alambrado viejo lindante con el campo del Sr. Eduardo Rodríguez, que da al arroyo y puente denominado Cortadera, aproximadamente a las 9.30 hs., y al cortar por pedido expreso del Sr. Macedo -quien metros del se encontraba lugar- el laborando quinto alambre a escasos de un veinte oriental (oriental se llama a los tres palos del esquinero y sus debidos alambres), éste se estira violentamente para atrás y se me introduce de lleno en el globo ocular derecho" (v. fs. 16). Como dije, las señaladas circunstancias resultaron acreditadas desde que el tribunal de la causa tuvo por probado tanto el hecho dañoso, como el modo en que acaeció. b. Sin embargo, según apunté al reseñar el contenido del fallo, afirmó que la tarea de alambrador no podía considerarse riesgosa. Ligado a ello, sostuvo asimismo que el actor omitió precisar su riesgo o vicio. El medular recurrente parcela de la descalifica decisión con acierto atacada, dado esta que -en efecto- le asiste razón cuando sostiene que el tribunal de grado no efectuó una razonada y lógica evaluación de este central aspecto del debate. Hay algo que resulta indudable, y es que el hecho siniestral que -reitero- se tuvo por acreditado incluso en su modo de acaecimiento, ocurrió mientras Azpeitia, en tanto dependiente de Macedo, cumplía tareas por encargo de su principal, enmarcables receptada en en labores la el que noción art. en amplia 1113 del la de especie la Código considero expresión Civil, "cosa" según las directrices que emanan de la doctrina legal de esta Suprema Corte (conf. causa "Ferreyra" ya citada; entre otras). Me explicaré en lo que sigue. Se determinó en el veredicto que el testigo "Schmidt narra el accidente coincidiendo con lo descripto por el actor" y que Macedo reconoce que el día indicado por el demandante se produce el evento dañoso relatado en la demanda, así como las consecuencias allí detalladas (v. fs. 445). Además, que los testigos Schmidt y Roteño "narraron que ellos y el actor fueron contratados por Macedo para laborar en el lugar que se produjo el accidente. Explicaron que el trabajo lo consiguió Macedo quien les pagaba y les daba órdenes; más aun llevaba a los testigos y al actor al lugar de trabajo en su vehículo..." (v. fs. 444 vta./445). Sobre el particular me permito agregar que el codemandado Macedo en su responde reconoció que el actor efectuó el corte del alambre porque él se lo indicó, según lo que "es normal y habitual en este tipo de actividad" (v. fs. 30), negando únicamente su condición de empleador. A su vez, en un pasaje del escrito de inicio se alegó que: "En lo referente al riesgo o vicio de la cosa destaco que la actividad que realizaba es esencialmente riesgosa, habida cuenta que no se poseen o adoptan los medios de seguridad necesarios para el ejercicio de tal labor, conviviendo cotidianamente, tanto en el desarme como en el tendido de alambrados, con riesgos extremos de trabajo. En el corte de alambres para desarmes, siempre existe riesgo de lesiones habida cuenta de la tensión de los mismos y el potencial peligro que representa los cotidianos latigazos que suelen provocar los cortes y/o desarmes de los mismos" (v. fs. 18). A esta altura, no cabe sino inferir, a la luz del art. 1113 del Código Civil, que -como anticipé- en la producción del daño intervino una cosa (interpretado este vocablo en toda su extensión) que resulta notoriamente provocadora de riesgos o peligros. A contrario de la dogmática afirmación expuesta en el fallo del a quo, que -como alega el recurrente- se exhibe ilógica e irrazonable, los elementos de juicio obrantes en la causa permiten tener por verificado que, en el caso bajo estudio, las labores de alambrador a cargo del actor importaron per se riesgo o peligro para él. Por otra parte, no es acertada la aseveración del tribunal de grado acerca de que al demandar no se brindaron precisiones en torno a la cosa, no objetivándose su riesgo o vicio, habida cuenta que de las constancias de la causa reseñadas precedentemente se desprende lo contrario. Considero que la específica tarea de desarmar alambrados ejecutada al momento del infortunio consistente en la manipulación de hilos de metal cortantes y punzantes, trefilados al oriental en condiciones de extrema tensión, tuvo por negativas sí aptitud para consecuencias en generarle su al integridad trabajador física que las el tribunal de mérito tuvo por probadas. Resulta impostergable mencionar aquí que en la causa L. 79.690 antes citada recordé que: "... la expresión 'cosa' utilizada por el art. 1113 del Código Civil excede el marco restringido de la definición del art. 2311 del ordenamiento citado y, en este sentido, puede ser utilizada para designar conceptualmente una tarea. Ello porque la naturaleza riesgosa de la cosa deviene de un cúmulo de circunstancias asimilación que del le son empleador en idealmente una tarea referibles. La de de relación dependencia con la figura del dueño o guardián respecto de las consecuencias del riesgo de la labor que se le presta subordinadamente, representa una adecuada utilización del respectivo concepto, enmarcado en la unidad y contextualidad del orden del derecho (del voto del doctor Negri en la causa "Iommi")”. En esa línea, en el precedente de referencia en el que hube de inaugurar el acuerdo con mi voto precisé que: "... la propia actividad laboral puede constituirse en factor de causación en el ámbito del art. 1113 del Código Civil, como también ha sido sostenido por el máximo Tribunal al señalar que, el ambiente laboral es un elemento de juicio útil para valorar conjuntamente con las tareas que desempeñaba el demandante, los testimonios rendidos y el informe médico, para tener por acreditada la presencia de cosa riesgosa o viciosa causante de incapacidad laborativa (conf. 'Fallos', 312/145)". En definitiva, partiendo de tales premisas debieron los magistrados de la instancia de grado apreciar los hechos de la causa: la propia actividad laboral interpretada como cosa riesgosa bajo la égida del art. 1113 del Código Civil con las presunciones que ello acarrea. Máxime, teniendo en cuenta que -adelanto, según luego habré de desarrollar- la labor se llevó a cabo en un contexto definido empleador práctica de y las el inobservancia aumentando por la básicas omisa medidas procedimiento ésta los que riesgos adopción no de pudo inherentes de por seguridad trabajo más a parte la aconsejaban, que la que del contribuir tarea. O, en palabras del actor, "el riesgo propio de la actividad de alambrador que desarrollaba al momento del accidente se vio potenciado por la falta de diligencia del empleador..." (v. demanda, fs. 19). c. En estas condiciones, el hecho de que el daño probado respondió al desarrollo de la actividad (riesgosa) de alambrador resulta evidente. En este marco, es propicio recordar que el tribunal que integro ha establecido que para la procedencia de una acción fundada en las normas del art. 1113, segunda parte in fine del Código Civil es requisito ineludible -entre otros- la demostración por parte del accionante del carácter riesgoso de la cosa, lo que supone su concreta individualización y la objetivación de su riesgo o vicio y la incidencia de estos últimos en el daño causado, o sea que el daño obedece al riesgo o vicio de la cosa (conf. causa L. 64.460, "Suárez", sent. del 19-V-1998; entre otras), presupuestos de procedibilidad que se verifican en la especie. d. Finalmente, la presunción de que el daño sufrido por el trabajador es imputable al principal habida cuenta que es éste quien resulta beneficiario de la tarea (riesgosa), cuya realización, en el caso, lesionó la integridad física del dependiente, no ha sido desvirtuada. La omisa invocación por parte de Macedo de circunstancias destinadas a enervarla, eximiéndolo total o parcialmente de responsabilidad indemnizatoria (art. 1113, segundo párrafo in fine, Cód. Civil) me inclina a así concluir. En efecto, aquél no alegó ninguna de las causales legales aptas para ello. Por el contrario, en su responde expresó que "efectivamente con fecha 30 de enero de 1997, a las 10 horas, el actor al efectuar un corte del quinto oriental -alambrado que se encuentra en los tres palos del esquinero-, que yo le indicara, y que es normal y habitual en este tipo de actividad, este se vuelve hacia atrás y le lesiona el ojo derecho" (v. fs. 30), limitándose a negar su calidad de empleador, hecho que -a la demostrado mediante la prueba testimonial. postre- resultó En cambio, no encuentro sustento fáctico-jurídico para que la condena pueda extenderse a los codemandados Cortés y Di Rocco S.A. y el Fisco de la Provincia de Buenos Aires. Su condición de propietarios y/o titulares de la obra fue sostenida en la demanda para fundar esta premisa atributiva de responsabilidad (v. fs. 19 vta.). Sin embargo, el actor no demuestra que dichos coaccionados ostenten el carácter de dueño o guardián de la cosa riesgosa o de beneficiarios de la prestación de servicios (art. 375, C.P.C.C.). Si bien es cierto que en el fallo se tuvo por acreditado que la Dirección de Vialidad provincial encomendó la realización de la obra en cuya ejecución se ocupó a la mencionada empresa, y que ésta subcontrató con Macedo, no lo es menos que esos extremos resultan estériles para avalar la alegación actoral. Como dije, ninguno de ellos resulta ser beneficiario de las tareas prestadas por el demandante, pudiendo sólo predicarse esa condición respecto de aquél que revistió la calidad de empleador, disponiendo la forma en que el trabajo debía ser llevado a cabo, en el caso, el codemandado Macedo, quien por ello -reitero- es el único responsable en el ámbito del art. 1113 del Código Civil. 3. No obstante lo hasta aquí expuesto basta para revocar las conclusiones del pronunciamiento impugnado en lo que abrigo atañe de exposición la a la pretensión resarcitoria responsabilidad explicando -como objetiva, adelanté- procurada continuaré que la al la omisión culposa imputada al empleador también resulta demostrada (art. 1109, Cód. Civil), contribuyendo a acentuar el riesgo ínsito de la tarea. Reiteradamente que si se atribuye al ha declarado empleador el este alto Tribunal quebrantamiento del deber jurídico de no dañar a otro según lo establecido por el art. 1109 del Código Civil, resulta indispensable que se alegue y demuestre en juicio la actitud de culpa y omisión culposa del principal y la relación de causalidad entre el daño sufrido y las tareas desarrolladas (conf. causas L. 83.620, "Montenegro", sent. del 19-IX-2007; L. 67.643, "González", sent. del 27-IV-1999; L. 43.685, "Canca", sent. del 7-VIII-1990). Desde este punto de enfoque, tengo para mí que el riesgo propio y connatural de la actividad laboral se vio acentuado, conforme se sostuvo en la demanda (v. fs. 19), con motivo de la ausencia de las necesarias y esenciales medidas de seguridad que debió adoptar el principal. Acierta en poner en evidencia el recurrente que inversamente a lo concluido en el fallo de grado- de la relación factual contenida en la demanda, corroborada por la declaración Azpeitia no del le testigo Schmidt, se fueron suministrados desprende que elementos a de protección, habiendo realizado la tarea de corte del quinto oriental, como reconoció Macedo en el responde, por orden suya y siguiendo el método que "es normal y habitual en este tipo de actividad" (v. fs. 30). La norma aplicada por el tribunal de origen dispone, en su parte pertinente, que: "Cuando por razones derivadas de las formas operativas propias del trabajo, fuere necesario el uso de elementos de seguridad o protectores personales, los mismos serán suministrados por el empleador" (art. 100, primer párrafo, ley 22.248); y que: "Cuando el trabajador debiere realizar tareas peligrosas para su salud, el empleador instruirá sobre las adecuadas formas de trabajo y suministrará los elementos de protección personal que fueren necesarios" (art. 100, último párrafo, ley cit.). En este marco, a mi modo de ver, las deficiencias que el tribunal de origen puso énfasis en imputar al actor en la construcción del escrito de demanda, al punto de vincularlas con la orfandad probatoria que -erradamente, por cierto- determinó en lo relativo al extremo en cuestión y con la carencia de sustento jurídico de la pretensión reparatoria, no son tales. En el fallo se dijo en este sentido que: "... no probó que la principal incumpliera con medidas de seguridad, sin describir las que entendió que eran correctas (...) tampoco individualiza norma alguna de seguridad e higiene que prescriba la forma de realización de las tareas o las medidas de seguridad a tomar..." (v. fs. 451 vta.). Considero atribuirle al que constituye demandante que le una excesiva incumbió carga indicar con exactitud los elementos de protección que debió proveerle el empleador, si el propio precepto que hubo de aplicarse para dilucidar esta faceta de la litis, cuya determinación en virtud del principio iuria novit curia es labor propia del juez llamado a dirimir la contienda (conf. causa L. 93.296, "Siri", sent. del 30-IV-2008; entre otras), se halla desprovisto de precisiones al respecto. De suyo, si la ley deja librado al criterio del principal la adopción de adecuadas, es él debió quien las medidas de -orientado por protección el sentido común de cara a la índole y naturaleza de las labores prestadas- proporcionarle al trabajador Azpeitia -cuanto menos- un dispositivo de protección ocular para prevenir que la acción de cortar los hilos metálicos del alambrado, tensamente sujetos a un objeto estático (postes que conforman el esquinero), susceptible de golpearlo súbita, brusca y violentamente al momento de efectuar el corte, le provoque -como al fin sucedió- un daño en su integridad física. En la esfera subjetiva de responsabilidad, tal omisión culposa es sólo imputable al empleador, en tanto es el único y exclusivo destinatario de la obligación que en materia de seguridad en el trabajo contiene el art. 100 de la ley 22.248 que -insisto- el a quo juzgó de aplicación al caso. No encuentro en el libelo postulatorio otro fundamento para procurar responsabilizar a los restantes codemandados que la alegación acerca de que éstos "debieron extremar las medidas de seguridad para prevenir todo tipo de accidentes" y -a la par- que no instruyeron al actor en la materia deber de (v. fs. 18 indemnidad vta.), a la manifestaciones integridad ambas psicofísica del del trabajador cuyo cumplimiento incumbe al principal, siendo -por ende- su inobservancia únicamente a él reprochable. Resta señalar que la relación causal entre el trabajo desempeñado y el daño que afecta la salud del promotor del pleito se tuvo por probada en el fallo de grado. 4. recurrente Corolario ha logrado de todo lo descalificar dicho las es que el esenciales conclusiones de la decisión impugnada, evidenciando ante esta sede extraordinaria que el empleador debe responder por las consecuencias dañosas que el accidente de trabajo del 30 de enero de 1997 provocó en la salud del actor Marcelo Fabián Azpeitia, ocasionándole ceguera en su ojo derecho con una incapacidad determinada del 52,65% de la total obrera. IV. Por pronunciamiento lo expuesto, impugnado extraordinario de y propongo hacer inaplicabilidad lugar revocar al deducido, el recurso declarando verificados los presupuestos atributivos de responsabilidad objetiva y sujetiva Leopoldo Macedo respecto (arts. 1109 del y codemandado 1113, Cód. Aparicio Civil; 289, C.P.C.C.). Los instancia de autos origen deberán para volver que, al con tribunal nueva de la integración, establezca la reparación de daños y perjuicios teniendo en cuenta los planteos y defensas esgrimidos por las partes, debiendo ajustar su decisión a las directrices trazadas por esta Corte en las causas L. 81.826, "Yaman" y L. 87.394, "V. d. C., M. C. y otros", ambas sents. del 11-V-2005, entre otras. Las costas de esta instancia se imponen al codemandado Macedo (art. 289, C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: Adhiero al voto de la doctora Kogan en razón de compartir los fundamentos expuestos en el punto III para dejar sin efecto el pronunciamiento impugnado. Sin embargo, difiero en cuanto a los alcances con los que se define en el punto IV el reenvío a la instancia de origen a los fines de establecer los daños y perjuicios padecidos por el recurrente, habida cuenta que no comparto el criterio sentado por esta Corte -por mayoría- en las causas citadas en el punto IV del voto que antecede, acerca de la inconstitucionalidad el art. 39 de la ley 24.557, la que deberá ser definida por el tribunal de origen con renovada integración, atento lo que aquí se resuelve (y lo que ya fuera decidido en la instancia anterior a fs. 94/97). Voto por la afirmativa. El señor Juez doctor de Lázzari, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó también por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: 1. Discrepo en cuanto a la hermenéutica del art. 1113 del Código Civil, por la que se admite que el ambiente laboral o las condiciones en las que se presta el trabajo pueden considerarse incluidos en el concepto de cosa generadora de infortunios laborales; y, por lo tanto, en el acogimiento de la demanda con base en la citada normativa. Participo de la interpretación doctrinaria acuñada anteriormente por esta Corte, en el sentido de que si bien no corresponde circunscribir el carácter de cosa al concepto que enuncia el art. 2311 del Código Civil, la tarea realizada por el dependiente no puede enmarcarse dentro de la definición de cosa productora de riesgo a que se refiere el art. 1113 del mismo cuerpo legal (conf. causa L. 56.413, sent. del 8-VIII-1995). La citado en expresión último "cosa" término no responsabilidad que autoridad profesional, o utilizada contemple por establece el el un denominado sino que artículo sistema de riesgo de recepta la responsabilidad fundada en el riesgo creado que se aplica solamente a los casos en que media intervención de una cosa, pero que no se extiende a supuestos diferentes ni, como se señaló, lo constituye el trabajo desempeñado por el dependiente (conf. causa L. 67.051, sent. del 9-II-2000). Siendo ello así, no demuestra el impugnante el quebrantamiento del precepto legal aludido, ni por ende la existencia de responsabilidad objetiva. 2. Ahora bien, habiéndose analizado en el voto de la doctora Kogan los presupuestos de atribución de responsabilidad subjetiva (art. 1109, Código Civil), los cuales se han declaraciones tenido al por respecto, verificados, y compartiendo considero que por sus ello corresponde hacer lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto. En consecuencia, cabe proceder de conformidad con lo dispuesto en el segundo párrafo del punto IV del voto de primer término, e imponer las costas del modo allí establecido. Con los alcances indicados, voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: 1. En mi opinión, el recurso no puede prosperar. a. Liminarmente merecen desestimarse los agravios ensayados contra el rechazo de la pretensión incoada con base en la responsabilidad objetiva consagrada en el art. 1113 del Código Civil. i] Contrariamente a lo que insinúa el recurrente, la sentencia en crisis no consideró que la "actividad" riesgosa no pueda dar lugar a la responsabilidad objetiva consagrada en el art. 1113 del Código Civil. Empero, a su entender, la pretensión incoada con tal fundamento no podía prosperar por cuanto el actor no acreditó el carácter riesgoso de la labor de alambrador, actividad que por sí misma no puede ser reputada como tal (v. fs. 447 vta./448). En este contexto, no corresponde ingresar a examinar tal tópico. Ello, sin perjuicio de recordar que según he expresado en otras oportunidades entiendo que la tarea o actividad realizada por el trabajador no puede enmarcarse dentro de la definición de cosa productora de riesgo a que se refiere el art. 1113 del Código Civil, como sostiene la "Ferreyra", mayoría dejando excepcionales del a supuestos tribunal salvo que en mi el parecer tornan aplicable precedente sobre la los citada norma (conf. mi voto en las causas L. 81.930, "D. M.", sent. de 25-II-2009; L. 87.046, "C., C.", sent. de 13-VIII2008; L. 82.743, "Ventancor", sent. de 26-IX-2007; L. 88.561, "Pérez", sent. de 7-III-2007). ii] Ahora bien, conforme reiterada jurisprudencia de esta Suprema Corte la determinación de la existencia de riesgo o vicio de la "cosa", constituye una típica cuestión de hecho ajena al ámbito de la casación, salvo la existencia de absurdo que debe ser eficazmente demostrada por el recurrente (causas L. 94.502, sent. de 18-VIII-2010; L. 78.518, sent. de 24-IX-2003), extremo que en la especie no se consigue acreditar (doct. art. 279, C.P.C.C.). En efecto, las quejas vertidas por el actor sólo traslucen su discrepancia subjetiva con lo decidido por el a quo, sin lograr patentizar la existencia de un error grave, grosero y fundamental. Nótese que a lo largo de su pieza recursiva, en la cual aborda indiscriminadamente sus embates contra la desestimación de las responsabilidades objetiva y subjetiva pretendidas en autos, el señor Azpeitia insiste en el carácter riesgoso de la actividad, aludiendo de modo genérico y sin mayores precisiones a que ha sido justificado por prueba testimonial que la cosa que causó el daño fue el alambrado. Nada aporta, por el contrario, a efectos de demostrar de modo eficaz -como era su carga- el carácter riesgoso invocado que torne operativa la responsabilidad objetiva y, de tal modo, desvirtuar las conclusiones del tribunal. Sabido es que la discrepancia de opinión no es idónea como método para acreditar el absurdo, anomalía que cabalmente debe ser demostrada por el impugnante si pretende invalidarse conclusiones de hecho (conf. causa L. 92.091, sent. de 24-V-2011), y que tal extremo no queda acreditado si la protesta se limita a exponer un particular y personal punto de vista en orden a la apreciación de los hechos y pruebas de la causa, poniendo en evidencia su intención de disputarle al juzgador de mérito su privativa facultad de hacerlo dada por la ley del rito (causa L. 99.491, sent. de 4-V-2011). b. De otra parte, tampoco ha de prosperar la queja contra el rechazo de la responsabilidad subjetiva (art. 279 del C.P.C.C.). i] En el sub lite, sin desconocer el deber de seguridad, el juzgador de origen sostuvo que el accionante no describió cómo debieron hacerse las tareas ni cómo se efectuaron el día del accidente. A la par, enfatizó que si bien invocó la omisión de cumplir las medidas de seguridad, nada precisó sobre aquéllas que entendía correctas, las que fueron cumplidas en el caso, ni aludió a las herramientas que debieron emplearse y las que en concreto fueron usadas. Tal deficiencia, añadió, se vio agravada por la circunstancia de que tampoco individualizó norma alguna de seguridad e higiene que prescriba la forma de realización de las tareas de alambrador o medidas a adoptar en estos supuestos -destacando que las normas de seguridad e higiene de aplicación general y las del trabajo agrario tampoco las establecen-, ni requirió la opinión de un experto al efecto, no aportando las testimoniales rendidas elemento de convicción alguna sobre el punto (v. fs. 448 y vta.). ii] Frente a tal base y desarrollos argumentales, la crítica esbozada por el recurrente luce manifiestamente insuficiente. En primer orden se advierte la confusión en que incurre cuando, al intentar refutar tal segmento del fallo, lo tilda de errado y, con cita del art. 1113 del Código Civil, asevera que "es el demandado el que debe demostrar que de su parte no hubo culpa o la de un tercero o la culpa de la víctima" (v. fs. 459 vta.). Estas expresiones denotan una evidente confusión entre el régimen de responsabilidad objetiva, cuyas causales de eximición a las que alude el quejoso están contempladas en el art. 1113 del Código Civil también citado, y la responsabilidad subjetiva basada en la culpa consagrada en el art. 1109 del citado ordenamiento. Idéntico y confuso enfoque se observa cuando, seguidamente, cuestiona que el tribunal señale que la ley de higiene y seguridad y la ley 22.248 no prevén medidas de seguridad para la actividad de alambrador, siendo que "debió analizar la obligación de no dañar y si la actividad laboral objetivamente podía ser calificada como riesgosa". En este segmento de su queja, no obstante citar el art. 1109, se limita a concluir que en el caso se han invertido "las reglas de la culpa en la responsabilidad objetiva" (sic. fs. 460). Por fin, los restantes argumentos volcados se refieren a la responsabilidad objetiva del art. 1113 y el alegado carácter riesgoso o vicioso de la actividad y/o cosa causante del daño (v. fs. 460/461 vta.), mas carecen de toda precisión en cuanto a la responsabilidad subjetiva también desestimada. Pues bien, tan genéricos embates no satisfacen siquiera mínimamente la carga de adecuada refutación que pesa sobre el recurrente. Como es sabido, en vía extraordinaria la réplica concreta, directa y eficaz de los fundamentos esenciales del fallo comporta un requisito de ineludible cumplimiento para el impugnante. Va de suyo, entonces, que la insuficiencia recursiva deja incólume la decisión controvertida; déficit que, entre otros factores, resulta de la falta de cuestionamiento idóneo de los conceptos o fundamentos sobre los que -al margen de su acierto o error- se asienta el fallo del tribunal inferior (doct. causas Ac. 81.965, sent. de 19-III-2003; Ac. 72.204, sent. de 20-VI-2001; Ac. 73.447, sent. de 3-V-2000; entre otras), lo cual sella la suerte adversa del remedio bajo estudio. 2. Voto, en consecuencia, por la negativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I. He de disentir con la propuesta que hace lugar al agravio relativo a la responsabilidad objetiva fundado en el art. 1113 del Código Civil. Como lo he sostenido en anteriores oportunidades (conf. mi voto en las causas L. 79.690, "R., L.G.", sent. del 28-VI-2006 y L. 81.930, "D., M. N.", sent. del 25-II-2009), no comulgo con la hermenéutica seguida en distintos precedentes de este Tribunal, por la que se admite que el ambiente laboral o las condiciones en las que se presta el trabajo pueden considerarse incluidos en el concepto de cosa generadora de infortunios del trabajo. Participo, en cambio, de la interpretación acuñada anteriormente por esta Corte, en el sentido de que si bien no corresponde circunscribir el carácter de cosa al concepto que enuncia el art. 2311 del Código Civil, la tarea realizada por el dependiente no puede enmarcarse dentro de la definición de cosa productora de riesgo a que se refiere el art. 1113 del mismo cuerpo legal (conf. causa L. 56.413, "Schwan", sent. del 8-VIII-1995). En efecto, el art. 1113 atribuye responsabilidad al dueño o guardián de una cosa cuando el daño es originado por la intervención de la misma, lo que no ocurre cuando se causa por la tarea que cumplía la víctima (conf. causas L. 57.881, "Acevedo", sent. del 27-XI-1996; L. 45.546, "Salazar", sent. del 11-VI-1991). La expresión "cosa" utilizada por la norma no establece un sistema de responsabilidad que contemple el denominado riesgo de autoridad o profesional, sino que recepta aquella fundada en el riesgo creado pero que no se extiende a supuestos diferentes ni, como se señaló, lo constituye el trabajo desempeñado por el dependiente (conf. voto de la minoría en las causas L. 72.336, "Iommi", sent. del 14-IV2004; L. 67.051, "Iparraguirre", sent. del 9-II-2000). En consecuencia, por las razones expuestas, considero que no asiste razón al recurrente en cuanto pretende que las labores desempeñadas sean subsumidas en el marco del factor de atribución de responsabilidad incorporado en el art. 1113, 2º párrafo del Código Civil. II. En punto a los agravios relacionados con el rechazo de la responsabilidad subjetiva fundado en el art. 1109 del Código Civil, he de adherir a la postura del doctor Soria en cuanto a la manifiesta insuficiencia del recurso (art. 279 del C.P.C.C.), compartiendo los argumentos desplegados por mi colega en tal orden. III. En virtud de lo expuesto, corresponde rechazar el recurso. Costas a la vencida (art. 289 del C.P.C.C.). Con el alcance indicado, voto por la negativa. El señor Juez doctor Genoud, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó también por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se hace lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley traído y, en consecuencia, se revoca el pronunciamiento presupuestos impugnado atributivos declarando de verificados responsabilidad objetiva los y subjetiva respecto del codemandado Aparicio Leopoldo Macedo (arts. 1109 y 1113, Código Civil). Vuelvan los autos al tribunal de la instancia de origen para que, con nueva integración, emita el pronunciamiento que corresponda con arreglo a lo que aquí se ha resuelto, atendiendo lo indicado en el apartado IV del voto emitido en primer término. Las costas de esta instancia se imponen codemandado Macedo (art. 289, C.P.C.C.). Regístrese y notifíquese. EDUARDO NESTOR DE LAZZARI HECTOR NEGRI JUAN CARLOS HITTERS HILDA KOGAN DANIEL FERNANDO SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD EDUARDO JULIO PETTIGIANI al GUILLERMO LUIS COMADIRA Secretario GT