Ecce Ancilla Domini Et Marie Bogotá, Enero 15 de 2011 Dirección General Circular Nº 26 “Los sufrimientos de esta vida presente, no pueden compararse con la gloria que un día se nos manifestará” ( Rm. 8,18) MARGARITA RUEDA MENESES IMELDA DEL NIÑO JESÚS Queridas Hermanitas: “Alabados sean Jesús y María, ahora y para siempre” Pascua de nuestra Querida Hermanita Margarita; paso de la muerte a la vida. En la mañana del Sábado día dedicado a Nuestra Señora, siendo las 6.30 de la mañana, sentimos el paso del Señor por nuestra Congregación, con la Pascua de nuestra querida Hermanita Margarita Rueda Meneses después de una prolongada y dolorosa enfermedad, que la preparó para gozar eternamente de Aquel que constituyó la razón de su existencia y de su consagración. El Señor quiso unir su vida al “FIAT” de la Virgen de Nazaret y disponerla para acoger los dones del Espíritu, que la llevaron siempre a responder con una vida perseverante, y generosa al amor de Dios. Nació Hermanita Margarita, en Zapatoca (Santander) el 1º de Enero de 1934 en el hogar formado por Don Marcos Rueda y Doña Lastenia Meneses, ambos fallecidos. Le sobreviven 6 hermanos y numerosos sobrinos. A ellos se refería con frecuencia y daba gracias a Dios por su vida diciendo: “Ellos son para mí el mejor regalo que he recibido del Señor”. Nuestra Hermanita ingresó a la Congregación el 25 de Enero de 1959, hizo su primera Profesión el 2 de Febrero de 1962 y los Votos Perpetuos el 4 de Enero de 1968. En carta enviada a nuestra querida Madre Fundadora María Berenice, le dice: “Le doy gracias por todas sus bondades, que he recibido de su Reverencia, ni porque le sirviera de rodillas a esta Santa Comunidad, le pagaría todos los beneficios espirituales y temporales que he recibido. Dios es el único que puede pagarle. Ejerció su trabajo apostólico en las Comunidades de Medellín, Cali, Pereira, Cartagena, Ambalema, San Jacinto, Panamá, Floridablanca y sus últimos días en la Comunidad de Hermanitas Mayores San José en Fusagasugá, donde permaneció entregada totalmente a Dios, con amor y preocupación por la Congregación; siempre sonriente al relacionarse con sus Superioras, Hermanitas y su Familia, pues aunque no podía hablar, siempre manifestaba un gozo inmenso. Nuestra Hermanita Margarita vivió el acendrado amor, la confianza y el abandono en el Corazón de Jesús, heredado de nuestra querida Fundadora, Madre María Berenice, quien nos dice en uno de sus escritos: “Confiar y abandonarse es dar al Corazón de Jesús, libertad para que obre en nuestra vida, porque la confianza y el abandono nos llevan a creer y confiar en las maravillas del amor de Dios”. Esta confianza la llevó a permanecer en un diálogo amoroso, constante y familiar; con el abandono en la Divina Providencia, que aprendió de nuestra Fundadora. Las Hermanitas que compartieron con nuestra querida Hermanita Margarita, nos dicen: “Era una Hermanita de buenas relaciones humanas, servicial, sencilla, acogedora, trabajadora, sencilla, amante de los niños, porque la mayor parte de su apostolado, lo realizó con los más pequeños, que son los preferidos del Señor”. De ella podemos decir con nuestro Directorio: “Trabajó con empeño para aumentar el capital común, el mayor número de méritos posibles, porque los actos de virtud, los sacrificios, las oraciones, el amoroso cumplimiento de nuestros deberes religiosos, enriquecen a toda la Congregación”. Como hija de la Anunciación, fue amante de Jesús en la Eucaristía y de nuestra Señora; y mientras la salud se lo permitió, fue perseverante en la oración y en su encuentro personal con el Señor; se sentía orgullosa de ser la esposa de Jesús y repetía con frecuencia: “Me llamo Hta. Margarita Rueda Meneses, esposa del Rey de Reyes” Su amor a la Congregación era para ella un deber de gratitud, recordaba con frecuencia las enseñanzas de nuestra Madre Berenice y hablaba de ella con cariño y gratitud por lo mucho que había recibido de nuestra Fundadora y de nuestra Comunidad. Nuestra Hermanita Margarita, en la vivencia profunda de su fe, buscó siempre conformar su vida con los criterios del Evangelio y esperó con serenidad la hora de cosechar lo que había sembrado, para comenzar la vida plena, en comunión con Dios. Su vida y vocación debe ser para nosotras, estímulo y fuerza en la vivencia de nuestra vocación y de los compromisos de nuestra consagración, con el deseo profundo de lograr la perseverancia final; convencidas del valor de nuestra vocación, por la cual vale la pena gastarnos hasta cuando el Amado quiera llamarnos a recibir el galardón que nos ha prometido. Agradezcamos a nuestra querida Hermanita Margarita, su vida sencilla, callada, humilde y orante, que es para nosotras, testimonio de fidelidad, de amor a Dios y a nuestra Congregación. Agradezco a las Hermanitas del Gobierno Provincial y a las Hermanitas de la Comunidad de Mayores de Fusa, por los cuidados que le prodigaron durante su enfermedad. A su Hermanos, sobrinos y demás familiares, el cariño y cercanía que le manifestaron a nuestra Hermanita, los recordaremos en nuestras oraciones. Pidámosle a ella, que ruegue al Dueño de la Viña y de la mies , para que continúe llamando y fascinando a muchas y muchos jóvenes generosos, para asumir y vivir con radicalidad el Carisma que heredamos de nuestra querida Fundadora, la Sierva de Dios Madre María Berenice. Recordemos el compromiso de ofrecer por ella, las oraciones y sufragios que determinan nuestras Constituciones y Estatutos y todo cuanto el cariño fraterno nos sugiera, para que el Dios de la vida le otorgue la “Gloria eterna que tiene preparada para sus servidoras fieles”. Servidora en Jesús y María de la Anunciación. HTA. LISBETH AGUDELO AGUDELO Superiora General