Si cierro mis ojos y miro en lo profundo de mí mismo; Si peregrino a lo más secreto y hondo de mi corazón; Si hago silencio y escucho dentro de mí una palabra, Allí te siento, allí te oigo, allí en mi interior estás tú. Siempre tú, vaya donde vaya; Tu presencia inunda mi vida y todo cuanto existe. Porque eres Amor lo llenas todo, lo vives todo, lo sabes todo; Porque eres Amor te encuentro siempre a mi lado, peregrino. ¡Oh Dios, penetra, sondea mi corazón joven que busca; entra hasta el fondo de mi ser, que necesito de tu Amor! CANTAMOS: “SIENTO TU LLAMADA Y CONFÍO EN TI” CANTO FINAL: “ARCILLA ENTRE SUS MANOS” CANTO: VENGO AQUÍ, MI SEÑOR. INTRODUCCIÓN: Venimos ante Ti, Señor, con la humildad de quien se acerca a un misterio –el misterio de la propia vida- y desea penetrar hasta el fondo, hasta ese espacio interior que sólo Tú conoces y en el que sólo Tú habitas. Venimos abiertas a la sorpresa, porque de sobra sabemos que el encuentro Contigo siempre es algo nuevo. Tú sabes cómo cogernos por dentro, cómo hacer para que saboreemos tu Presencia... Venimos buscando, Señor; buscándote a Ti. Hoy, como otras veces, queremos acercarnos a tu Palabra y reconocer que la pronuncias para cada una de nosotras. Queremos dejarnos invadir por ella y comprender nuestra propia historia desde el horizonte que Tú nos abres en ella... ...Yo quiero ser Arcilla entre Sus Manos LA PALABRA: Dios, según el simbolismo bíblico, tiene manos de alfarero en la historia personal de cada hombre. Él va modelando al hombre conforme a sus planes y le da la posibilidad de responder conforme a su llamada. Sus manos son manos que se acomodan al barro, nuestro barro, capaces de hacer milagros y de sacar fuera todo lo mejor de cada persona. Manos amorosas que acarician, que moldean, que restauran...: “Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia a la tierra. Entonces el Señor Dios modeló al ser humano de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el ser humano se convirtió en ser vivo.” (Gn 2,4) “Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte del Señor: Levántate, y baja a casa del alfarero que allí te haré oír mis palabras, Bajé al taller del alfarero y lo encontré trabajando en el torno. A veces, trabajando el barro, le salía mal una vasija: entonces hacía otra vasija, como mejor le parecía. Y me dirigió la palabra el Señor: -Y yo, ¿no podré trataros como ese alfarero? Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano.” (Jer 18, 1-6) “Como un padre se enternece con sus hijos, así se enternece el Señor con sus fieles. Pues él conoce nuestra condición. Y se acuerda de que somos barro. “ (Sal 103, 13) “Hermanos, llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que su fuerza superior procede de Dios y no de nosotros.” (2 Cor 4,7) Somos hechura de Dios, figura de sus manos, barro que Él modela y conoce. Y de su mano creadora surgieron miles de vasijas, cientos de formas, cada una especial y única... Personas con luz propia, lámparas que alumbran con una llama inagotable el camino de los que viven a su lado... Vasijas grandes, amplias, acogedoras, acostumbradas a hacer vacío interior para dejarse llenar por otros... Jarras pequeñas, discretas, sin importancia, sabiendo quedar en rincones esperando a que, quien las necesite, las coja... Platos llanos, sin dobleces, sencillos, resistentes, dispuestos a dejarse ensuciar y a prestar lo que son sin reservas... Lo esencial es encontrar cada uno su sitio, cumplir su labor... EL SIGNO: Coge entre las manos tu arcilla. Siéntete en las manos de Dios, experimenta cómo Él coge tu barro y le va dando forma... El barro es dócil, manejable... un material pobre que puede tomar la forma que tú quieras darle... Su virtud no está en ser valioso en sí mismo, sino en dejar que el maestro haga su obra, ponga su firma, le dé su consistencia... Tienes tu vida entre las manos como la tiene Dios... ¿Qué quieres hacer de ella...? ¿Qué vasija te gustaría ser? ¿Cómo quisieras dejarte modelar? CANCIÓN: “DIOS SOÑÓ CONTIGO, CARMEN” En nuestra vida necesitamos siempre modelos de identificación, personas que hayan hecho primero el camino y nos muestren dónde está la verdad, dónde encontrar la fuente inagotable de la vida auténtica y que no tiene fin... Por eso M. Carmen se nos muestra tan cercana, tan entrañable, porque su andar fue como el nuestro: con dificultades, con desiertos, con incertidumbres, sorteando la oscuridad a veces, y a veces con la luz radiante de la esperanza encendida... Su secreto fue saberse barro en manos de Dios Padre, y aceptar cada circunstancia como una caricia de su Señor que la iba formando con cuidado. “Confía... La gracia de Dios no te ha de faltar...” Repite estas palabras en tu interior y siente cómo ella te las dice como las dijera entonces: “Confía...” SALMO DE LA PRESENCIA DE DIOS: Señor, tú me sondeas, me penetras y me conoces; Sabes de mi vida más que nadie; lo sabes todo. Cuando me siento, allí te tengo; cuando me acuesto, allí estás; Donde quiera que esté tú te haces siempre presente. Cuando voy de camino, cuando corro como un loco; Cuando huyo de mí mismo buscando lo que no encuentro; Cuando llamo a una y otra puerta y todas se me cierran, Donde quiera que vaya o huya, allí presente estás tú. Tú conoces los pensamientos de mi corazón; Tú sabes de los deseos limpios o confusos de mi alma; Tú estás al tanto de las tensiones o los gozos de mi vida; Tú sientes mi dolor cuando quiero ocultarlo Y disfrutas con mi alegría. ¿A dónde iré, Señor, que pueda alejarme de ti y no verte? ¿A dónde huiré y dejaré a mis espaldas tu rostro? ¿A dónde caminaré que no encuentre tus huellas en el camino? Donde quiera que vaya, allí, donde yo llego, estás tú.