PREFACIO DE LA ANTIGUA LITURGIA HISPANA AL COMENZAR LA CUARESMA Te damos gracias Padre Santo por Cristo Señor nuestro; El es tu hijo unigénito, que mora en tu gloria, en el se nutre la fe de quienes ayunan, se levanta su esperanza y se robustece su caridad. Porque Él es el Pan vivo y verdadero, que descendió del cielo y habita siempre en el cielo; alimento de eternidad y majar de fortaleza, Pues tu Verbo, por quien fueron creadas todas las cosas no sólo es pan de los hombres, sino también de los ángeles. Alimentado con este pan Moisés, tu siervo, ayuno cuarenta días y cuarenta noches cuando recibió tu ley; y se abstuvo de manjares carnales para hacerse más sensible al sabor de tu suavidad, viviendo de tu palabra, cuya dulzura contemplaba en espíritu y cuya luz recibía en el rostro, Por ello, ni sintió el hambre del cuerpo ni se acordó de los manjares de la tierra, pues la iluminaba la contemplación de tu gloria y, bajo el soplo del Espíritu te alimentaba la divina palabra, durante cuarentas días que hoy comenzamos para iniciar la maceración de la cuaresmal abstinencia Señor sírvenos el Pan santo de la Eucaristía, por el que nos exhortas sin cesar a sentir hambre, pues por tu carne, por ti mismo santificada, al comerla nos robustece y tu sangre al beberla sedientos nos lava. (Missale Gothicum, PL 72m 358.s)