El tratamiento mediante inyección de toxina botulínica en la parte anterior del ano evita la cirugía GASTROENTERÓLOGOS DEL CLÍNICO COMPRUEBAN QUE EL 58,2 POR CIENTO DE LAS FISURAS ANALES CRÓNICAS TRATADAS CON BOTOX CURAN Valencia (15.11.02) Un estudio realizado por el Servicio de Gastroenterología y el Servicio de Cirugía del Hospital Clínico Universitario demuestra que el 58,2 por ciento de las fisuras anales crónicas se curan y evitan la cirugía, opción más practicada hasta ahora. El trabajo, publicado este año en la revista científica Gastroentorology, documenta por primera vez el efecto a largo plazo del tratamiento de la fisura anal crónica (FAC) con toxina botulínica, ya que los estudios publicados hasta ahora recogían datos a corto plazo. De esta forma, se realizó el seguimiento durante 42 meses a 57 pacientes con FAC que habían cicatrizado tras ser tratados mediante la inyección de toxina botulínica en el esfínter anal interno. Según el doctor Miguel Mínguez, gastroenterólogo del Hospital Clínico y uno de los autores del trabajo, la toxina botulínica es, frente a los nitritos o los calcioantagonistas, el tratamiento conservador más eficaz y “cómodo” para el paciente, con menos efectos secundarios, evitando más de la mitad de las operaciones quirúrgicas con las que tradicionalmente se ha abordado esta patología. “La ventaja de la toxina es que se aplica de una sola vez, salvo en aquellos casos en los que el paciente precisa más dosis, con lo que es más cómodo para él que otros tratamientos conservadores como las cremas”, explica. De entre los 57 pacientes estudiados, 28 eran mujeres y 29 hombres, de edades comprendidas entre los 23 y 69 años de edad, la media de edad se situaba en 46 años. De ellos, un 58,2 por ciento quedaron libres de enfermedad, por lo que no tuvieron que recurrir a la cirugía para su curación. Sin embargo, un total de 22 pacientes reincidieron (un 41,5 por ciento). La mayor parte de ellos lo hicieron en los primeros dos años (un 33 por ciento). Además, los gastroenterólogos comprobaron que los pacientes más proclives a fracasar en el tratamiento conservador eran las personas en las que la fisura se localizaba en la cara anterior del ano y aquellos que habían presentado la dolencia con más tiempo de evolución. También presentaron mayor reincidencia aquellos pacientes que necesitaron más de una dosis de toxina botulímica para conseguir la cicatrización en los primeros seis meses. Al término del estudio, se observó que un 41,5 por ciento de los pacientes tratados mediante inyección de toxina botulínica para la curación de las fisuras anales crónicas recididivan. Según el Doctor Mínguez, el estudio demuestra que, a largo plazo, el tratamiento de las FAC mediante la inyección de toxina botulínica “es efectivo en gran parte de los casos, aunque no definitivo en todos los casos, como parecía deducirse en otros estudios”. En este trabajo participaron los gastroenterólogos Miguel Mínguez, Belén Herreros, Vicente Sánchiz, Francisco Mora y Adolfo Benages y los cirujanos Alejandro Espi, Eduardo García-Granero y Salvador Lledó. Evitar la cirugía La FAC es una lesión en la parte media baja del conducto anal que es mantenida por la contracción del esfínter anal interno, provocando dolor agudo y sangrado. La toxina botulínica es un inhibidor potente de la transmisión neuromuscular por lo que, inyectada en el esfínter anal interno, actúa como relajante muscular, disminuyendo la tensión de la zona, favoreciendo la cicatrización natural de la lesión y eliminando el dolor. Históricamente, esta patología se ha tratado con cirugía, cortando parte del esfinter anal interno (esfinterectomía), uno de los músculos fundamentales para la continencia fecal. Los índices de curación son altos (99 por ciento de los casos) y con pocas recidivas (entre el 1 y el 2 por ciento de los casos). “El problema observado en los pacientes intervenidos es la aparición de un porcentaje de incontinencia fecal en edades avanzadas, especialmente en mujeres, muchas de las cuales ya tuvieron una lesión en el ano como consecuencia del parto”, comenta el doctor Mínguez. La tendencia actual es evitar en la medida de lo posible la intervención quirúrgica, que por otra parte se realiza de forma ambulatoria, es decir, sin ingreso. El equipo de trabajo del Hospital Clínico de Valencia empezó los estudios con el tratamiento mediante toxina botulínica en 1997 y lleva seis años trabajando con fármacos para afrontar esta patología. Actualmente cuenta con ayudas de distintos organismos oficiales con los que está llevando a cabo estudios para evaluar, mediante el establecimiento de grupos comparativos, las actuales líneas de tratamiento de las fisuras anales crónicas.