DE CIENCIAS NATURALES. I03 con júbilo que los honores, y a que-no las riquezas, buscan al hombre benemérito , y que á este se le tributan elogios, tanto mas lisonjeros, quanto ni los compra con adulación, ni los arranca con intrigas. Son ciertamente dignas de'nuestro aprecio las luces x¡ue>'nos comunican'-y los sacrificios que semejantes-hombres hacen de su comodidad, d e s ú s intereses y salud. Pero si son estos acreedores á nuestro reconocimiento , ¿lo"serán menos aquellos q u e se distinguieron en la Botán¡ca quando no tenían otro modelo que la naturaleza, ni otro móvil que la instrucción pública en tiempos de ignorancia ? ¿ aquellos q u e lucharon contra la preocupación , y aun contra e l desprecio con que se miraba el estudio de las plantas en; el siglo x v i ? N o por cierto. Porque ellos empezaron ¿ romper la maleza que sufocaba la ciencia de lósvvegetales ; abrieron senderos mas ó menos directos para conocerlos y distinguirlos; y.esparcieron las preciosas semillas que tallecieron después, y .dieron al fin flores y sazonados frutos. Para apreciar con equidad-el mérito de aquellos hombres es preciso trasladarnos á su siglo pesar las circunstancias de su tiempo, y atender al-estado en que se hallaba la ciencias N o pudieron hacer á esta servicios tan señalados como nuestros coetáneos; porque ni se habían descubierto entonces las verdades y misterios que h o y sabemos , ni se conocían los métodos que se publicaron en- el'siglo anterior: mas no por eso.deben mirarse con indiferencia sus tareas, investigaciones y escritos. Antes al contrario es justo sacarlos del olvido , y recordar su mérito para respetar á' aquellos hombres, que nacidos en nuestros días hubiesen tal vez excedido á los que miramos como héroes. C a d a nación tiene I06 suyos en que se g l o r í a , y por esto se esfuerr 1 t