La Cláusula Penal Es muy frecuente en determinados contratos, por ejemplo, en el arrendamiento de obra, comisión, agencia, etc., (a fin de estimular al deudor al cumplimiento y para prevenir los problemas derivados de la evaluación de daños y perjuicios), establecer una cláusula en la que las partes convienen que en el caso de incumplimiento absoluto o en el de retraso del pago del deudor, se deberá a título de resarcimiento, una cantidad determinada. Dicha cláusula recibe el nombre de cláusula penal. La regulación de la misma se encuentra en los artículos 1.152 a 1.155 del Código civil. El artículo 1.152, establece que: “en las obligaciones con cláusula penal, la pena sustituirá a la indemnización de daños y al abono de intereses en caso de falta de cumplimiento, si otra cosa no se hubiere pactado”. El precepto asigna a la cláusula penal una función liquidatoria, de fijación anticipada de la cuantía de los daños y perjuicios en todos sus aspectos: valor de la prestación y daños y perjuicios derivados de la falta de cumplimiento. La ventaja que tiene para el acreedor es que no ha de probar ni la existencia de los daños ni su cuantía, basta con que demuestre que la obligación no se ha cumplido a su debido tiempo para que la cláusula penal despliegue sus efectos. En este caso, la cláusula no implica, en principio, una agravación de la posición del deudor ni que el acreedor, pueda pedir más del importe de los daños producidos, por ello, la pena se califica de sustitutiva. El artículo 1.153, en su primera parte, establece que “el deudor no podrá eximirse de cumplir la obligación pagando la pena, sino en el caso de que expresamente le hubiese sido reservado este derecho”. Si se le ha reservado tal derecho ya no se trata propiamente de una pena convencional, sino que lo que sucede es que el deudor tiene un derecho de elección, prácticamente existe una obligación facultativa. Es lo que la doctrina llama “dinero de arrepentimiento”. El artículo 1.153, en su parte final, dice que “tampoco el acreedor podrá exigir conjuntamente el cumplimiento de la obligación y la satisfacción de la pena, sin que esta facultad le haya sido claramente otorgada”. De este precepto y del 1.152.1º se desprende que, en principio, la cláusula penal es sustitutiva. Para que sea cumulativa y permita exigir conjuntamente el cumplimiento y la pena hay que pactarlo así. Puede suceder que la sanción que suponga la cláusula penal para el incumplidor sea excesiva y, por ello, el artículo 1.154 dice que “el Juez modificará equitativamente la pena cuando la obligación principal hubiera sido en parte o irregularmente cumplida por el deudor”. Finalmente, el artículo 1.155 establece que “la nulidad de la cláusula penal no lleva consigo la de la obligación principal” Ello se debe a que la cláusula, como toda garantía, es accesoria de la obligación principal y la nulidad de lo accesorio no puede provocar la de lo principal. Sin embargo, el mismo artículo 1.155, en su apartado 2º, dice que “la nulidad de la obligación principal lleva consigo la de la cláusula penal”. El precepto obedece a la idea de que la nulidad de lo principal arrastra la de lo accesorio. Barcelona, 14 julio de 2011. Mara Torralba Mendiola mtm@maratorralba.com