Abstracción y seducción de la naturaleza en la obra de Constantin Brancusi y Henry Moore por Mariana Milos Montes Espero otorgar en estas páginas algunas claves para acercarnos a la obra de estos dos grandes escultores del siglo XX, que comparten varios aspectos, como su gran fuente de inspiración en la naturaleza y la admiración por el arte primitivo. Ambos participan en la exposición “Grandes Modernos”, en el Centro Cultural Palacio de la Moneda, con obras de pequeño y mediano formato, sin embargo también realizaron obras monumentales para el espacio público, en las que cada obra entra en relación con el paisaje y el entorno. En la obra de estos escultores la naturaleza fue, en realidad, mucho más que una fuente de inspiración: fue la matriz desde donde aparecían las materialidades, los motivos, las líneas orgánicas de sus obras y al mismo tiempo fue el camino de búsqueda hacia verdades o certezas que cada uno intentaba encontrar y traspasar a sus volumenes. Para Constantin Brancusi (1876–1957) el trabajo escultórico se convierte en un recorrido de búsqueda espiritual, en el que intenta llegar a la esencia de las cosas y que, de manera más profunda, le permitirá vincularse a sus raíces rumanas y a su origen campesino. Él siempre se sintió un extranjero en París, ciudad a la que llegó a vivir a los 28 años, pero sin embargo vivir allí a inicios del siglo XX, en plena vorágine artística, le permitió vincularse a los artistas de vanguardia y Constantin Brancusi Maiastra, 1912 Bronce pulido 73.1 cm altura. presenciar exposiciones de arte primitivo que lo marcaron e influenciaron profundamente. A través de su obra quiso recuperar el modo de crear del hombre primitivo, prerracional, que sin estar aún contaminado por el progreso o los canones artísticos, creaba con plena libertad e insistía en ciertos modelos, a los que atribuía poderes mágicos. Brancusi llego a comprender que los orígenes de la escultura primitiva, ya fuera la rumana, balcánica o africana, tenían las mismas raíces, provenientes de una fuente primordial diferente de la escultura clásica. Ahora, en vez de reproducir estos universos plásticos, se basó en su propia experiencia vital, buscando su “presencia en el mundo” tal como lo hubiera hecho un artesano del paleolitico o neolítico. Una de estas influencias será justamente la recuperación constante El taller del artista, pueden verse “Pájaro en el espacio” en bronce y varias versiones de Columna Infinita. de un motivo central, que se presenta como un módulo repetitivo en la Columna Infinita o la insistencia en un tema, como fueron los pájaros, en Pájaro en el espacio y en Maiastra, de la cual existen 29 versiones diferentes. Mediante su quehacer escultórico rescata la mitología rumana, que se hace presente en los títulos de sus obras, por ejemplo Maiastra, que es una figura propia del folclor rumano, figura protectora e imbatible, que indica realeza, esperanza y valentía. A través de éste trabajo serial, y una acuciosa investigación formal, fue sintetizando las formas, buscando su máxima pureza y bordeando la abstracción, como ocurre en Maiastra que luego se proyectará en su magnifica serie de esculturas Pájaro en el espacio, o en obras como El pez, El origen del mundo o La foca. Brancusi busca conectarse con el hacer creativo y el sentir del hombre primitivo, que veía en el mundo y sus materialidades una hierofanía, una revelación de lo sagrado, razón por la cual insiste en materiales como la piedra o la madera, trabajando muchas veces la talla directa, que repite incansablemente a partir de módulos, como ocurre en Columna Infinita, de la cual existen 5 versiones, 3 de ellas fueron talladas en madera de roble. La columna rescata el motivo folclórico rumano de la “Columna del cielo”, que sostiene la bóveda celeste y es un axis mundi, que conecta lo terrenal y lo sagrado. Es una escultura que transmite ascensión, vuelo y trascendencia. En El vuelo mágico de Mircea Eliade, historiador de las religiones y compatriota de Brancusi, el autor postula que la vida en París y sus influencias externas, habría suscitado en el artista una anamnesia, entendiendo por ella una fuerte reminiscencia, el retorno a un mundo secreto e inolvidable, mundo a la vez de la infancia y del imaginario. Un individuo en estas condiciones siente la necesidad de volver a la memoria las ideas de los objetos olvidados, recoger sus antecedentes familiares y personales, lo que se habría manifestado claramente en la escultura de Brancusi. En Henry Moore (1898-1986) la naturaleza es también fuente primordial de creación, pero su traducción a la obra es más formal que espiritual, como en Brancusi. Es conocida su colección de pequeños elementos naturales que él mismo recogía y que mantuvo siempre en su taller, como huesos, conchas, maderas, piedras, en general erosionadas por el agua o el viento, es decir en plena transformación orgánica. “En mi opinión, todo, cada forma, cada trozo de las formas naturales, animales, personas, piedritas, conchas, todo lo que te gusta, son todas cosas que te pueden ayudar a realizar una escultura” (Moore, 1964). Varios autores postulan que su lugar de nacimiento, en Yorkshire, Inglaterra, también habría influenciado su gusto por las formas curvas y orgánicas, al ser una tierra de colinas y relieves ondulados. Otra fuente de importante inspiración, que lo acerca bastante a Brancusi, serán las continuas visitas a muestras etnográficas, donde encontraba piezas de gran pureza formal y fuerza expresiva. Una de ellas, una escultura tolteca-maya, que pudo ver en el Museo del Louvre en 1924, lo habría marcado profundamente, al estar perforada en su centro, tratamiento que fue incorporando en sus esculturas desde 1934, hasta llegar a un punto en el que vacío y materialidad tienen la misma importancia, buscando la complementariedad entre forma y espacio, tal Henry Moore Reclining figure, 1938, fundido en 1947. Bronce pulido 13.6 x 31.5 cm como podría ser en la música el necesario equilibrio entre sonido y silencio. La obra que se presenta en la exposición, Reclining Figure, es un ejemplo de esta búsqueda, al ser parte de la importante serie de figuras reclinadas, que Moore realizó durante la segunda mitad de su vida, tomando como tema muchas veces la figura femenina, en ocasiones acompañada de su pareja o un hijo, donde cada forma parece corresponderse, buscarse y equilibrarse, en total armonía, dada por las formas orgánicas y puras. Existen en ella zonas de mayor fuerza visual, con estructuras firmes (como el arco que forman los brazos y hombros) y otras de líneas más suaves, íntimas, donde participa muchas veces el vacío, creando de esta manera un exterior firme, protector, y un interior que es necesario proteger. La mirada viaja en este recorrido, donde cada ángulo nos descubre nuevas relaciones lineales y espaciales, de las que nos hacemos partícipes al ser formas reconocibles, cercanas. En sus propias palabras: “Actualmente la armadura es una cáscara exterior que, como la concha de un caracol está ahí para proteger las formas más vulnerables de su Henry Moore Reclining figure, 1948 Yeso Exposicion en Kew Gardens, Londres, en 2007- 2008. interior; como si fuera una armadura para humanos, que se coloca para proteger el cuerpo suave. Esto me ha llevado a veces a la idea de la Madre y el Niño que en su forma externa, la madre, le da protección a la forma interior, el niño, como una madre protege a su hijo.” 1 La escultura es también un excelente ejemplo de la sintesis formal que Moore fue logrando en este trabajo serial y de la presencia crucial del vacío, que hace participar al entorno de la obra. Esto se hace más evidente en obras de mayor formato, especialmente cuando son emplazadas en el paisaje, como ocurrió en su gran exposición en Kew Gardens, (Londres, entre el 2007 y 2008), donde expuso, entre otras, la escultura Reclining figure de 5 metros de largo, de la cual la obra en pequeño formato que hoy podemos conocer, es una maqueta preparatoria. La obra es una invitación a la percepción, tanto por sus volúmenes como por la suavidad de sus líneas y contornos. La mirada viaja en este recorrido, donde cada ángulo nos descubre nuevas relaciones lineales y espaciales, generando formas orgánicas que nos son reconocibles, cercanas. Respecto a la temática de las figuras reclinadas no es casual que sea, en la mayoría de los casos, la madre, a veces acompañada de un hijo o de su pareja. Moore era consciente de trabajar figuras arquetípicas, que, al igual que las sugerentes formas orgánicas, nos son familiares, a un nivel menos 1 Moore en conversación con David Mitchinson, Barcelona, Ediciones poligrafas,1981 racional, pero no por eso menos potente. La siguiente cita nos demuestra hasta que punto era conciente de aquello: “El significado de las formas en sí depende probablemente de sus innumerables asociaciones con la historia del hombre. Por ejemplo, las formas redondas sugieren una idea de abundancia y madurez, ciertamente porque la tierra, el seno materno y muchos frutos son redondos, se trata de formas importantes, por estar radicadas en nuestro modo de percibir. Pienso que las formas orgánicas definidas por el humanismo serán siempre fundamentales en escultura, en cuanto dan a la escultura su vitalidad”. El hecho de que Moore esté aludiendo de manera tan certera a las figuras arquetípicas no es un hecho aislado respecto al contexto de época. Desde inicios del siglo XX diferentes intelectuales y científicos, como Sigmund Freud o Carl Jung, habían abierto nuevas vetas de investigación y experimentación, en lo que podríamos definir como un creciente interés por temas nuevos que se oponían a la mentalidad racionalista del Siglo de las Luces y un volcamiento de la mirada hacia la psiquis del ser humano, su pasado y su existir menos racional, que no dejó ajenos a los artistas de su tiempo. Este interés en Brancusi se enfocará en los estadios primitivos, prehistóricos y prerracionales de la creación humana, mientras que en Moore será un volver a las imágenes primigenias, desde un acercamiento táctil al mundo y a la naturaleza, que traspasa a sus obras una espiritualidad profundamente sensorial. Galería de arte en Ontario, mayor colección publica de las obras de Henry Moore.