El mundo tiene sus propias reglas

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El mundo tiene sus propias reglas
‫תלמוד בבלי מסכת עבודה זרה דף נד עמוד ב‬
‫ ושוטים‬,‫ אלא עולם כמנהגו נוהג והולך‬,‫ דין הוא שלא תצמח‬,‫הרי שגזל סאה של חטים והלך וזרעה בקרקע‬
. ‫שקלקלו עתידין ליתן את הדין‬
Aquel que robó semillas de trigo luego fue y las sembró en la tierra; lo correcto sería que no
broten. Sin embargo el mundo sigue su curso natural, y los tontos que hicieron el mal
finalmente recibirán su castigo.
Olám Keminagó Noheg, el mundo sigue su curso natural. Esta es la base de esta enseñanza
talmúdica. Dios no interviene en el mundo modificando la realidad de la naturaleza en cada
momento, a casa instante. El mundo se rige por ciertos patrones y ciertas normas; y son estas
las que marcan el andar del mundo. Una mente religiosa infantil podría pensar que en cada
momento que alguien transgrede Dios debería interrumpir el curso natural del universo y
actuar en consecuencia; sin embargo, como observamos a diario, esto no sucede.
El ejemplo que nos dan los sabios se basa en aquella persona que roba granos de trigo y que
luego va y los planta. Lo correcto sería, podríamos sostener, es que Dios no haga brotar de
ellos nada. Que aquella cosecha se pierda. Sin embargo que aquellos granos den brotes no
depende de quien los haya plantado; si fueron cosechados por un justo o por un malvado.
Olám Keminagó Noheg, si es un año de buenas siembras seguramente aquellas semillas
robadas darán buenos resultados; sino serán estropeadas. El mundo se rige por ciertas leyes
que no podemos controlar y las cuales Dios no modifica a piacere.
Muchas veces, hombres y mujeres, se suelen recriminar y se preguntan ¿Por qué tal o cual
cosa me ha ocurrido a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer tal o cual desgracia? Los rabinos, en
el mismo pasaje del Talmud, nos enseñan que aquella pregunta está mal formulada. Si un
hombre se acuesta con la mujer de su amigo lo correcto sería que aquella mujer no quede
embarazada, sin embargo, puede ser que ella quede embarazada. Eso no depende ni de él ni
de ella; sino de la naturaleza. No por sus actos quedará o no embarazada, sino que lo mismo
dependerá de la biología y de la naturaleza. El mundo sigue su curso natural.
El aprehender está valiosa enseñanza de los sabios tranquiliza el espíritu. No somos
responsables de todo lo que ocurre; no siempre hay una razón para todo lo que sucede.
Elimina, o amaina, un sentimiento muy propio de la cultura judía: la culpa. Comprender que
hay cuestiones y leyes de la naturaleza que nos exceden y que controlan de cierta manera
nuestro andar debería hacernos comprender que no podemos dominar toda nuestra realidad.
Sin embargo, como enseñan los sabios en el Talmud, por más que la naturaleza siga su curso
debemos confiar, y allí es donde radica la fe, en que finalmente los injustos serán castigados y
los justos serán premiados. Esa es la quintaesencia de la fe de la tradición de Israel; sostener
que finalmente la justicia llegará a este mundo.
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