COMUNICADO FINAL DE LAS XVI JORNADAS GENERALES DE PASTORAL OBRERA Convocados por el Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS, y reunidos en San Lorenzo del Escorial los días 20 y 21 de noviembre, bajo la presidencia de D. Antonio Algora Hernando, Obispo de Ciudad Real y Obispo Responsable del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española, 70 delegados y delegadas diocesanos, y presidentes y presidentas de los movimientos apostólicos obreros, procedentes de 34 diócesis, participantes en las decimosextas Jornadas Generales de Pastoral Obrera, con el lema “CON LOS BRAZOS ALZADOS A DIOS Y ABIERTOS A LOS TRABAJADORES” queremos compartir con el resto de la Iglesia y con nuestra sociedad las siguientes reflexiones: Pese a cuanto escuchamos, hemos de constatar que el mundo obrero sigue existiendo, y sigue existiendo en conflicto. Un conflicto generado por la primacía dominadora de la economía que alcanza todos los ámbitos de la vida humana, haciéndola imposible, al no reconocer la prioridad del trabajo sobre el capital, y la fundamental dignidad y primacía del ser humano, varón y mujer. (LE 3) Esta existencia deshumanizada se agrava con la crisis económica y de valores, que estamos padeciendo de forma global, y que padecen, como siempre, de manera permanente los más pobres del mundo obrero, desde quienes queremos mirar esta realidad: desempleados, jubilados, jóvenes, trabajadores precarios, víctimas de accidentes laborales, mujeres, e inmigrantes... (Cf. LE 6) Con los brazos alzados a Dios, la Iglesia quiere ser casa de acogida de quienes sufren las condiciones de vida y trabajo que hoy impera en nuestra sociedad, haciendo un llamamiento a mirar la realidad desde el lugar de los pobres, que es lugar de Dios en la historia. Es decisivo desde el punto de vista pastoral mostrar la capacidad que tiene la Palabra de Dios para dialogar con los problemas que el hombre, varón y mujer, ha de afrontar en la vida cotidiana [...]debemos saber mostrar que Dios escucha la necesidad del ser humano y su clamor. (cf. Verbum Domini n. 23). Queremos compartir con toda la Iglesia la “pastoral obrera de toda la Iglesia” como eje de acción pastoral frente a la crisis, para que con voz profética denuncie con valentía las causas que generan el pecado estructural que a tantos empobrece. Queremos invitar a toda la Iglesia a reconocer y acoger la vida sufriente del mundo obrero como parte innegable de la historia de salvación. (Cf. POTI) Queremos exigir de los poderes públicos una acción constante, comprometida con la causa de los pobres, que dignifique y haga posible la vida humana, que devuelva al trabajo la dignidad propia de quien lo realiza, y que con ello pueda hacer posible la vida personal, familiar y social de todos. (CA 48) Reconociendo que las organizaciones sindicales son factor constructivo de orden social y de solidaridad y, por ello, un elemento indispensable de la vida social (CDSI 305), queremos pedirles una acción, también constante, que tenga en cuenta a los más empobrecidos del mundo obrero, para recuperar la dignidad del trabajo humano y la defensa de la dignidad de los trabajadores. Y una acción decidida para afianzar estas organizaciones como servidoras del mundo obrero. (LE 20) Llamamos a nuestras respectivas comunidades diocesanas y a los militantes de los Movimientos Apostólicos Obreros a vivir un nuevo dinamismo evangelizador que genere nuestra propia conversión personal y comunitaria, para hacer visible un nuevo modo de ser, de sentir, de pensar y de vivir, que haga cercana a todos, la salvación que nos trae Jesucristo, el único liberador, y que transformando las estructuras ayude a crecer el Reino de Dios y su justicia. Con los brazos abiertos a los trabajadores, invitamos a todos a revisar nuestras maneras de vivir. Hemos de recuperar caminos de vida más austeros, fraternos y solidarios, y les decimos que con ellos, encarnados en sus condiciones de vida, en sus problemas y situaciones, la Iglesia quiere seguir haciéndose presente como compañera de camino, compartiendo sus gozos y esperanzas, sus luchas y sus penas, dispuesta a escuchar y a aprender, a dialogar, y a plantar la semilla del Evangelio que es fuente de vida para todos. A Jesucristo, el divino obrero de Nazaret, por intercesión de María, Madre de los pobres, pedimos Vida, y vida en abundancia. (Jn 10,10) El Escorial, 21 de noviembre de 2010. Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo