Esguinces de la articulación metacarpofalángica del pulgar La articulación metacarpofalangica del pulgar es una de las más versátiles que existen, permitiendo la inclinación lateral interna y externa, rotación axial y flexión extensión, movimientos estos que varían en amplitud de un individuo a otro. La estabilidad de esta articulación esta asegurada por dos ligamentos, cubital y radial, o bien interno y externo, que a su vez están compuestos por dos fascículos: El fascículo principal metacarpofalangico posee la mayor solidez, tensándose al producirse la flexión y relajándose en extensión, es el responsable de que no se produzcan desplazamientos laterales cuando la articulación se halla flexionada. El fascículo accesorio de trayectoria transversa, que une el metacarpiano al sesamoideo y el sesamoideo a la falange, es el que estabiliza lateralmente la articulación en extensión. Contribuyen así mismo a la estabilidad lateral diversos músculos, que aunque es importante su colaboración resultan insuficientes en su labor en el caso de ruptura ligamentosa lateral. Los esguinces de esta articulación son relativamente frecuentes, pudiéndose observar de distintos grados. En el caso de esguinces de cierta gravedad, el tratamiento habla de ser optimo para evitara las graves secuelas funcionales que pueden acarrear. El examen de laxitud lateral se ha de realizar sin brusquedades, progresivamente y consiste en primer lugar en inmovilizar con una mano el metacarpiano correspondiente al pulgar, para con la mano que queda libre realizar una maniobra de hiperabduccion para evidenciar así el nivel de laxitud existente. En el caso de observarse una laxitud exagerada y sin resistencia aparente se ha de deducir que se ha producido la ruptura del complejo ligamentoso lo cual va a exigir con toda seguridad la intervención quirúrgica. Si al realizar el examen, la laxitud resulta bastante parcial, el ligamento solamente habrá sufrido una distensión o esguince benigno, el cual será subsanable por medios que pueden variar entre una ortesis un vendaje adecuado, que consiga la inmovilización de la zona afectada. El tiempo durante el que se ha de mantener esta inmovilización será siempre establecido por el profesional adecuado, pero orientativamente oscilara entre dos y cuatro semanas. En una segunda fase y a modo de prevención de la recidiva (repetición de la lesión) se puede aplicar otro tipo de vendaje funcional, que tendrá como cometido limitar la abducción parcialmente ayudando así a los ligamentos a su total recuperación. Pedro J. García García. © Copyright Aspepelota.com