Explotación del trabajador ocurre porque el patrono se apropia de

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Explotación del trabajador ocurre porque el patrono se
apropia de la plusvalía
Caracas, 12 Jul. AVN.- Uno de los fundamentos del desarrollo del sistema capitalista que rige al
mundo, aunque en plena y profunda crisis, ha sido la explotación del hombre por el hombre,
materializada en la plusvalía, que es el valor que crea el trabajador y que el patrono se apropia sin
pagárselo.
Sobre esta iniquidad, y reproduciendo sus efectos a todos los niveles del entramado social, se ha
erigido este sistema de relaciones inhumano y hostil que es el capitalismo.
En este modo de producción económico y social se producen mercancías que concurren al mercado
para satisfacer las necesidades reales o inducidas de los individuos.
Se entiende como mercado cualquier conjunto de transacciones entre compradores y vendedores,
en un ámbito geográfico determinado.
El mercado implica también el comercio regular y regulado, donde, en determinadas circunstancias,
existe competencia entre los participantes.
De esta forma, todo lo que se necesite o se demande en ese mercado adquiere, de inmediato, el
carácter de mercancía.
La injusticia primigenia
En general, los trabajadores, los obreros, no tienen bienes de fortuna o “capital”, lo único que
poseen es su capacidad para trabajar por un determinado período de tiempo, su fuerza de trabajo,
que en el capitalismo es también una mercancía.
Vale decir un objeto de libre compra y venta de acuerdo con las condiciones que establezcan las
leyes del mercado.
Valor de uso y valor de cambio
Carlos Marx, padre del socialismo científico y estudioso de la economía capitalista, explica que en
este sistema toda mercancía tiene un valor de uso, que es su capacidad para satisfacer una
necesidad.
Por ejemplo, el valor de uso de un bombillo es su capacidad para iluminar. Una silla sirve para
sentarse y ése es su valor de uso.
Pero las mercancías -según Marx- también tienen un valor de cambio y éste es su precio en dinero,
en el mercado.
De esta forma, la fuerza de trabajo de un empleado, un trabajador, también tiene un valor de
cambio que, al igual que el resto de mercancías, es determinado por las leyes del mercado.
Lo único es que, a diferencia del bombillo o de la silla, la mercancía “fuerza de trabajo” tiene una
característica muy especial que la diferencia del resto de mercancías, y es que genera valor, crea
valor.
Tiene valor de cambio (el salario o sueldo que recibe el trabajador) y un valor de uso, su capacidad
para producir otras mercancías.
Ninguna otra mercancía tiene la propiedad de producir mercancías, de generar valor.
A su vez, estas mercancías producidas por el trabajador tienen también un valor de uso y un valor
de cambio.
La plusvalía
Es muy importante advertir que el valor de cambio de estas mercancías -es decir su precio en
dinero- en el mercado es siempre superior al valor de cambio de la fuerza productiva, o sea, al
salario del trabajador que la ha creado.
Esa diferencia en dinero entre el valor de cambio de la fuerza de trabajo (el salario del trabajador) y
el valor de cambio de la mercancía por él producida es lo que se conoce como plusvalía, que no es
más que el beneficio que recibe el capitalista con la venta de las mercancías producidas por el
trabajador.
Es preciso aclarar que aunque el empresario capitalista sume al valor de cambio de la mercancía
producida por el trabajador otras cantidades de dinero correspondientes a amortización, maquinaria
de producción o costos de financiamientos, siempre habrá un beneficio a su favor, beneficio sin el
cual no habría sociedad capitalista.
La plusvalía, por lo tanto, es la base de la acumulación capitalista. Con la plusvalía se forma el
capital.
La plusvalía es aquel valor que el obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de
trabajo. Dicho valor, que podría definirse como trabajo no pagado al obrero, es apropiado por el
capitalista.
Marx determinó que la fuerza de trabajo es la única fuente de plusvalía, la única creadora de nuevo
valor.
Las materias primas y maquinarias utilizadas sólo transfieren su valor al nuevo producto. No lo
incrementan.
Acumulación capitalista.
En su obra cumbre El Capital, Carlos Marx explica sobre la acumulación capitalista lo siguiente:
“Hemos visto cómo se convierte el dinero en capital, cómo sale de éste la plusvalía y de la plusvalía
más capital. Sin embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía; la plusvalía, la
producción capitalista, y ésta, la existencia en manos de los productores de mercancías de grandes
masas de capital y fuerza de trabajo.
“Todo este proceso -apunta- parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir
dando por supuesto una acumulación “originaria” anterior a la acumulación capitalista (“previous
acumulativo”, la denomina Adam Smith), una acumulación que no es fruto del régimen capitalista de
producción, sino punto de partida de él.
“Esta acumulación originaria viene a desempeñar en la Economía política más o menos el mismo
papel que desempeña en la teología el pecado original. Adán mordió la manzana y con ello el pecado
se extendió a toda la humanidad.
“Los orígenes de la primitiva acumulación pretenden explicarse relatándolos como una anécdota del
pasado. En tiempos muy remotos -se nos dice- había, de una parte, una élite trabajadora, inteligente
y sobre todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de descamisados, haraganes, que derrochaban
cuanto tenían y aún más.
“Es cierto que la leyenda del pecado original teológico nos dice cómo el hombre fue condenado a
ganar el pan con el sudor de su rostro; pero la historia del pecado original económico nos revela por
qué hay gente que no necesita sudar para comer. No importa.
“Así se explica que mientras los primeros acumulaban riqueza, los segundos acabaron por no tener
ya nada que vender más que su pellejo. De este pecado original arranca la pobreza de la gran masa
que todavía hoy, a pesar de lo mucho que trabaja, no tiene nada que vender más que a sí misma y
la riqueza de los pocos, riqueza que no cesa de crecer, aunque ya haga muchísimo tiempo que sus
propietarios han dejado de trabajar”.
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