salud Síndrome de Piernas Inquietas: movimiento en reposo Afecta a un 5% de la población española (de manera grave al 20% de los afectados) que no pueden dejar de mover las piernas cuando están en reposo S ienten un impulso irrefrenable de mover las piernas cuando están en reposo. No importa dónde ni cuándo. Ya sea de día, en el sofá o de noche, en la cama, necesitan levantarse y caminar. Sufren el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), un problema del sistema nervioso del cerebro que, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), padece el 5% de la población en España. El 20% de esos dos millones de españoles afectados tienen la versión grave de este síndrome. Este tipo de enfermos sienten dolor, quemazón u hormigueo en las piernas y para aliviar estos síntomas, las mueven continuamente mientras están en reposo, sobre todo en la cama y de noche, pero también durante el día cuando están sentados. Esta pesadilla se intensifica a partir de las ocho o nueve de la noche y mejora cuando el paciente camina y mueve las piernas. 38 El origen de esta enfermedad no se conoce bien. Se sabe que está relacionado con un defecto de dopamina y de hierro en el cerebro. No es una enfermedad de las piernas, ni de los nervios, tampoco de los músculos o de la circulación. Es una alteración del sistema nervioso del cerebro y, por esta razón, debe tratarla y controlarla un neurólogo. Lo más plausible es que haya un componente genético –genes que predisponen a padecer este trastorno- al que debe sumarse un factor precipitante, como tener déficit de hierro, para que el síndrome se desarrolle. La buena noticia es que tiene tratamiento. Los “más inquietos” Los grupos más comunes de afectados por el SPI son personas con insuficiencia renal, pacientes que se someten a hemodiálisis, mujeres en el último trimestre del embarazo y aquellas con anemia por falta de hierro. Todavía no está claro si podría deberse también a la hipertensión arterial. Además, el tipo de persona que padece este síndrome con mayor frecuencia son las mujeres (el doble que los hombres). El motivo es que se asocia a un déficit de hierro y, en general, ellas tienen unos niveles más bajos, debido sobre todo a las menstruaciones con abundantes pérdidas de sangre durante el periodo fértil. Por edades, es también más frecuente a partir de los cincuenta o sesenta años, aunque también pueden sufrir este síndrome los niños y los adolescentes. Menor calidad de vida El SPI se caracteriza, a veces, por movimientos periódicos de los pies de los que la persona afectada no es consciente. En los casos más graves, sí lo es porque se llegan a dar patadas. Son movimientos que merman de forma notable la calidad de vida, impiden conciliar el sueño y conducen al insomnio, hasta el punto de que algunas personas solo consiguen dormir una o dos horas al día. Cuando esto sucede, no es extraño que la irritabilidad, la ansiedad, el cansancio e, incluso, el dolor les acompañen. Además, esta tortura no acaba cuando sale el sol. Durante el día, también les impide realizar actividades rutinarias como ir al cine, coger un tren, un avión u otro medio de transporte, hacer un trayecto en coche o salir a cenar. Con tratamiento El SPI tiene tratamiento farmacológico que permite mejorar la situación del 90% de los pacientes de manera total o parcial y sus efectos son casi inmediatos, pues se nota la mejoría de los síntomas en dos o tres días. La desventaja es que la medicación se debe tomar de forma crónica, ya que no cura el síndrome, solo disminuye los síntomas. Al diagnóstico de este trastorno se llega a través de un interrogatorio (anamnesis), ya que no hay pruebas médicas. En cuanto los afectados reciben un diagnóstico y comienzan el tratamiento, mejoran notablemente. Por desgracia, muchos no dan importancia a estos síntomas y conviven durante años con este problema que ocasiona un gran impacto en su calidad de vida. En algunos casos, incluso, el diagnóstico llega a demorarse hasta diez años. Qué hacer cuando se sufre este síndrome • Mantener un buen horario de descanso y sueño. Los horarios regulares no mejoran los síntomas del afectado, pero los irregulares empeoran. • Dormir ocho horas, seguir una dieta equilibrada y practicar ejercicio físico. • En caso de notar los síntomas y molestias del síndrome, acudir al médico. • Evitar el estrés, ya que también puede empeorar los síntomas. Para evitarlo, la SEN aconseja que quienes tengan inquietud en las extremidades inferiores acudan al médico. También aquellos cuyos síntomas se intensifiquen durante el reposo y mejoren al moverse, y que se manifiesten o empeoren por la tarde-noche. El facultativo descartará que se trate de un problema de las articulaciones o de los nervios y administrará el tratamiento farmacológico adecuado. Los intentos de solucionar este problema de salud con terapias complementarias como los masajes, cremas, duchas de agua fría y caliente, hacer bicicleta o tomar analgésicos pueden producir leves mejoras, pero así no se resuelve. FUENTE: Álex Iranzo, neurólogo de la Unidad Multidisciplinar de Trastornos del Sueño, del Hospital Clínic, de Barcelona. www.consumer.es 39