LA ACCIÓN Y EL CONFLICTO Como bien lo define Syd Field, la acción es “lo que pasa”, siendo identificables además, dos tipos de acción: la acción física y la acción emocional. Esta última nos remite, básicamente, a todo cuanto acontece en el interior del personaje, algo así como su respuesta frente a las situaciones que enfrenta, el cómo se va transformando y consolidando su ser (valores, convicciones…) frente a la lucha externa que libra. Según Schlegel, citado por Howard Lawson: la acción, en su sentido más profundo, “es una actividad que depende de la voluntad humana”; todo cuanto hay entre la primera determinación y el hecho en sí, constituye su totalidad. Lawson agrega que la eficacia de la acción no depende de lo que la gente hace, sino del significado de lo que hace; dicha aproximación hace referencia entonces a la importancia que tiene la acción dentro de la estructura y, principalmente, en relación a la acción base, la cual éste define como el punto de giro más significativo dentro de la obra y cuya resolución se da, generalmente, en el clímax principal. La acción posee pues una función específicamente dramática; Lawson más allá de considerar que la acción dramática (acción dentro de la estructura), difiere completamente de lo que conocemos como simple actividad, afirma que debe estar siempre encadenada con otras, en proceso de realización (debe surgir de una acción y conducir a otra más) y desde luego, resulta preciso considerar igualmente, el tiempo que se le destina a cada acción (o que es indispensable dada la cantidad de actividad). Lawson diferencia también entre acción interna, la cual se limita a la voluntad consciente del personaje y, acción externa, limitada por los factores sociales que forman parte del contexto donde se desarrolla la acción. En definitiva, la acción es concebida por diversos autores, como la columna vertebral de la estructura dramática, donde la acción base o acción principal, se constituye en el eje a partir del cual adquieren sentido las demás acciones. Como bien sabemos, es indispensable que la acción conserve una estrecha relación con el conflicto que se produce entre los personajes o las ideas que son expuestas (las cuales mantienen en tensión todo el discurso narrativo), de lo contrario, la narración podría verse afectada rotundamente. Las acciones, en la mayoría de casos, surgen como respuesta a los estados y necesidades más íntimas del personaje o un grupo de ellos; así pues, dado que el personaje surge de sus principales carencias y se constituye en acción potencial (que se manifiesta en las circunstancias apropiadas), la acción “debe ser evaluada a la luz del personaje construido”. Para desarrollar una acción dramática es entonces preciso determinar elementos como: temporalidad, personajes, espacialidad, discurso y figuratividad, aunque en esta oportunidad no es preciso ahondar en definiciones que ya nos resultan familiares; sin embargo, existen otros aspectos que pueden enriquecer dicho proceso y los cuales es preciso mencionar: Ninguna acción dramática debe asegurarse con anticipación; es más, la posibilidad de que el personaje involucrado en la acción alcance su meta, generalmente debe ser media o baja. En pocas palabras, una acción debe diseñarse de tal manera que brinde una buena dosis de suspenso, pero en ningún caso se debe confundir la complejidad de una historia, con una historia enredada. El guión debe ser ante todo claro. La mejor acción es la que cumple a la vez con los requisitos de ser verosímil y poco probable. La acción debe avanzar la historia eludiendo las previsiones y suposiciones del espectador. La verosimilitud depende en gran manera de que el diseño de las coincidencias espaciales, de los equívocos y las apariciones inoportunas sean calculadas cuidadosamente y con base en las posibilidades de desplazamiento que tiene el personaje. Es preciso entender que una obra no es simplemente una continuidad de causas y efectos, sino “una interacción de fuerzas complejas”; de acuerdo con esto, es posible introducir nuevas fuerzas sin preparación previa, siempre y cuando su efecto en la acción sea manifiesto. Tanto la Construcción de la acción dramática como la evaluación objetiva de su construcción, son dos aspectos obligatorios de la escritura. De qué tan significativa sea la visualización analítica, dependerá la cantidad de opciones con las que el escritor podrá contar en su búsqueda de una solución óptima para su guión. El tiempo de duración de una acción debe medirse en representaciones de conjunto, sin embargo, cada acción tiene su propio ciclo de agotamiento, la forma de dirigir su propia extinción, siendo justamente en ese sentido en el que corre sus mayores riesgos; el desafío del escritor consiste entonces en aprender a obviar las divagaciones y las extensiones ociosas, definiendo el ritmo que desea imprimirle a su obra, lo cual le facilitará, desde luego, el determinar la duración de cada una de las acciones. El conflicto, definido como oposición de fuerzas, como “el modo de ser de la acción el drama”, se constituye en un elemento cuya presencia en el film narrativo, es completamente obligatoria. El conflicto es el resultado de un desequilibrio que mueve la acción y, generalmente se sitúa en los principios del film; la problematización creciente de dicho desequilibrio llega a un punto de máxima tensión en el que necesariamente tiene que ser resuelto por una de las fuerzas que lo constituyen. Vemos entonces que el conflicto sufre cambios cuantitativos dado el aumento de la tensión (o lo que usualmente denominamos fuerzas en pugna), al igual que cambios cualitativos (cuando hay “un punto de giro en la acción que cambia su sentido”, un acontecimiento que cambia las condiciones del conflicto). En definitiva, no hay historia sin conflicto, es imposible concebir una estructura dramática sino existe un conflicto que encause las acciones y vaya develándole al espectador los personajes; de igual manera, no tendría sentido hablar de personajes si su intervención no está justificada por un conflicto (qué busca, porqué razón, qué o quiénes se le oponen y cómo irá abriéndose camino para llegar hasta ello); a través de la definición de un buen conflicto es posible configurar todo un universo dramático, definiendo incluso la manera como voy a narrar mi historia (del contenido a la forma), además, el conflicto es clave para que el guionista pueda ir dirigiendo el interés, la expectativa y las emociones del espectador a lo largo de la narración. El conflicto desempeña un papel muy importante, pues se constituye en un elemento estructurador que permite dividir el film en lo que conocemos como “inicio, nudo y desenlace” o si se prefiere “crisis, clímax y resolución”, disposición que también es posible encontrar en los diversos niveles descriptivos (el film en su totalidad, la secuencia, la escena…), dada la inclusión de conflictos menores que van enmarcando las distintas acciones y, en consecuencia, los personajes que se encuentran inmersos en el conflicto y llevan a cabo las mismas. Los conflictos se jerarquizan dentro de una historia de dos maneras: 1. Cuando la estructuración de un conflicto principal, que como bien sabemos es el soporte de la acción principal (casi siempre acción del héroe o protagonista), no descarta la posibilidad de que se creen otros conflictos en la historia y, lógicamente, se originen líneas narrativas secundarias (aunque comúnmente se desarrollan con deficiencia). 2. Cuando un mismo conflicto puede integrar varios niveles de enfrentamiento. La oposición puede darse tanto interna como externamente y, por lo tanto, puede librarse a nivel individual. El conflicto externo se da por el enfrentamiento entre la voluntad de un individuo con otra voluntad individual o social (el cual es trabajado en la mayoría de los casos). En el conflicto interno (en muchos casos una traducción del conflicto externo), el personaje se debate entre los términos en pugna: “el deseo y la ley”, entre lo que quiere y lo que debe o puede hacer). Este último es denominado por Swain como el “potencial de clímax de un personaje”, como la capacidad que éste debe tener de “manejar dos emociones contradictorias”.