Profetas y místicos para un nuevo comienzo Santa Eulalia, 23 al 30 de abril 2014 IX Encuentro de la Red Interamericana de EAM (XIX Encuentro Latinoamericano) LAVALLA: ICONO DE LA RELACIÓN - IDENTIDAD MARISTA La Valla, “el valle”: fue en ese lugar sagrado de relación con Dios, con la realidad y con los primeros Hermanos, que Marcelino Champagnat soñó y concretó el Instituto y su misión. La Valia no es apenas “un lugar”, pero sí un locus, que guarda sentido en sí mismo. Un icono de un "nuevo inicio". En la Conferencia General de las Provincias, cuando estuvieron reflexionando sobre ese lugar, fueron invitados “a tener una visión del Instituto lo más concreta posible". El Hermano Emili, al presentar el icono, afirma: El icono de La Valia nos está indicando una pista vivida por Marcelino: de Les Palais a La Valla, del sueño a lo concreto. Las “olas” del ícono de La Valia, realizado por el artista Hermano Matías Espinosa expresan esa visión global que Marcelino ya tenía: “todas las diócesis del mundo entran en nuestros planes”. La Valia ha sido un inicio, pero lo que ahora nos toca es un "nuevo inicio". Con relación a la restauración del edificio de La Valia, los arquitectos que trabajaron en su restauración explicaron no apenas las reformas realizadas en la casa, pero también su profundo significado. “Uno de ellos dijo que si VHermitage habla sobre Champagnat, La Valla susurra. Del punto de vista arquitectónico, se trata de tener un encuentro con el pasado, con el siglo XIX y con una casa que se proyecta hacia el siglo XXI, así como el Instituto. También explicaron los tres niveles de la casa: el interior, que es la parte inferior o “cava”; la planta baja: la comunidad que se fundamenta en el interior; y el piso superior: la misión, el apostolado, la sala del “pentecostés”.” En el sentido de la casa, este ícono nos desafía a reflexionar sobre el aspecto de la relación en el triple sentido: a) “La cava” (la base): relación con lo profundo - espiritualidad y mística: relación con Dios; b) “La Planta Baja”: relación fraternal, terrenal, encarnada - con los hermanos y hermanas; c) “El piso superior”: la contemplación, el futuro, la relación con la misión. En la Conferencia General, nuestros Hermanos Provinciales realizaron la experiencia concreta del camino seguido por Marcelino Champagnat, después del encuentro con el Joven Montagne, de Les Palais a La Valla. En el camino, fueron invitados a reflexionar sobre la experiencia vivida y cómo tomar, a su estilo, decisiones claras y valientes. Ejercicio personal: Le invito a que traiga presente en su reflexión este ícono tan significativo y a que realice un camino: “del sueño a lo concreto”, de Les Paliais a La Valia, dejándose iluminar, inquietar y conducir por Dios para este “nuevo comienzo”. 1. MÍSTICA: RELACIÓN CON DIOS “Por mística entendemos la forma de relacionarnos con Dios, la espiritualidad que nos mueve y anima a la vida cristiana”. (MURAD, MAÇANEIRO, 1999, p. 15) Etimológicamente, mística nace de la palabra griega mustikós / mystica que significa misterio. Mustikós nace del verbo múo: callar, mirar. Los antiguos cristianos empleaban la palabra “contemplación” para designar la experiencia mística. Para que se realice una “experiencia mística”, es necesario que ocurra transformación en nuestra vida, y para ello es necesario tener la actitud de callar, mirar, oír, contemplar, tranquilizar nuestras correrías, seguir el tiempo del corazón, el tiempo de Dios, y sentir Su presencia. Cuando Jesús inició su misión, enseguida escogió hombres y mujeres para seguirlo y en relación (con él – el Maestro) los formó discípulos, sus aprendices. Jesús, varias veces afirmó que la misión no era de él, sino del Padre, y le mostraba a sus discípulos cuánto "el Padre" estaba presente en sus vidas, a confiar en Él y entregarle sus vidas y misión. El propio Jesús se retiraba para orar, para conversar con el Padre. Muchas veces mirando hacia los lirios del campo, a los pájaros del cielo, al pueblo hambriento, a las mujeres excluidas de la convivencia social, a los endemoniados... le suplicó al Padre, confió en el Padre, rezó para el Padre, le entregó su vida. Según Lima Vaz (apud, MURAD, 2007) el sentido original del término mística se refiere a una forma superior de experiencia, y es de naturaleza religiosa. La experiencia mística ocurre más allá de la razón y moviliza las energías psíquicas del individuo que elevan al ser humano a las más altas formas de conocimiento y de amor que le es dado alcanzar en la vida. Por la vivencia de la experiencia mística e posible encontrar sentidos en todo y en todos, incluso en los sufrimientos y desiertos (necesarios) de la vida; experiencias sagradas de lo Sagrado. Ser místicos es tener una mirada transcendente sobre las realidades, una mirada sensible y de sentido en todo lo que se presenta en la vida como experiencia, que se transforma en experiencia religiosa. Cuando se trata de mística cristiana, es dejarse conducir por Dios. Lo que ilumina una espiritualidad cristiana es la propia Palabra de Dios, en el ejercicio de oír con el corazón lo que Él quiere decir ante las realidades vividas y de la vida. Los místicos del mundo la viven de una forma simple y profunda, y las personas que tienen el placer de vivir próximos a ellas sienten que hay algo muy especial, gratis. Me remonto a un hecho que ocurrió con Don Celso de Quirós, secretario de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB). Un grupo de prostitutas lo buscaron para implorarle que él les transmitiese a los padres de su diócesis que no impusieran barreras para bautizar a sus hijos, incluso porque sus hijos no podían ser culpables por la situación en que vivían sus madres. Después de la misa, Don Celso las invitó a tomar un café y entonces conversaron sobre el asunto. En la despedida, Don Celso le dijo al grupo de mujeres: “Jesús dijo que ‘ustedes nos precederán en el Reino de los Cielos’. Cuando estén para entrar al cielo, si yo estoy en la fila, allá atrás, busquen una forma de llevarme hacia adentro con ustedes. “Un hombre místico, de Dios, es capaz de tener las mismas actitudes de Jesús en relación a los que están excluidos y además tienen un buen sentido del humor. Y fruto de una espiritualidad de la acogida, del cotidiano, de la valorización del otro, de sentir y contemplar a Dios presente en todo. Mística es esa relación que tenemos con Dios más allá de lo que los ojos pueden ver. Rubem Alves escribe: “experiencia mística no es ver seres de otro mundo. Es ver este mundo iluminado por la belleza”. En el ejemplo de Boff, “una montaña no es apenas una montaña. Por el hecho de ser montaña, transmite el sentido de la majestuosidad. El mar evoca la grandiosidad; el cielo estrellado, la inmensidad; los surcos profundos del rostro de un anciano, a la dura lucha de la vida; y los ojos brillantes de un niño, el misterio de la vida”. (BOFF, 2012) La Valla nos invita a ver más allá de las apariencias. Champagnat hizo el ejercicio de la “presencia de Dios” a través de pequeños ejercicios, como el ofrecimiento del día, la oración de la hora, las oraciones y plegarias al inicio y al final de los trabajos comunitarios, la lectura espiritual durante las comidas, el cultivo a través de los retiros anuales, las jaculatorias diarias, los tiempos diarios de silencio, y la conocida expresión "Dios me ve". Eran ejercicios de piedad, propios de la época de Champagnat. Hoy, contamos con otras formas conocidas, como la entrega de los proyectos a Dios, oraciones de gratitud a Él por la vida y acontecimientos, miradas amorosas y de acogimiento en las realidades que vivimos, porque Él esté siempre presente. En el Documento Água da Rocha (Agua de la Roca) se afirma: Día tras día, profundizamos el ejercicio de la presencia amorosa de Dios en nosotros mismos y en los demás. Esa presencia se manifiesta en el sentimiento profundo de reconocerse personalmente amado por Dios y en la convicción de que Él nos acompaña, bien de cerca, en nuestras experiencias humanas. (AG, 16) Para vivir como místicos, sintiendo la presencia de Dios y contemplando las realidades con su mirada, en un mundo en que se ve apenas las apariencias y los resultados perceptibles materialmente, es necesario seguir un camino, un discipulado, un trayecto. Puedes hacerte éstas y otras preguntas como reflexión personal: ¿dónde sientes que vives la experiencia de Dios? ¿Cómo sientes a Dios en tu vida? ¿Te sientes amado(a) por Él? ¿Le amas? ¿Ves más allá de las apariencias lo que Dios ve? Ejercicio personal: En momento de oración y reflexión personal, realice el ejercicio de sentir la presencia de Dios en su vida. Después, descríbela, en pocas líneas, como lo sientes, cómo lo vives, y cómo Él está presente en tu vida. ¡El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer sobre ti su rostro; el Señor se compadezca de ti; el Señor vuelva hacia ti Su rostro y te dé la paz! (Nm 6, 24) En comunidad. Comparte el sentido de la presencia de Dios en la vida. También se puede compartir por medio de cantos, mantras, oraciones de agradecimiento, lecturas bíblicas. 2. FRATERNIDAD: RELACIÓN CON EL PRÓJIMO En nuestra jornada como Hermanos y Legos Maristas es fundamental profundizar el tema de las relaciones humanas, sus significados y amplitudes. Profundizarnos en ese aspecto nos lleva a reflexionar sobre los sentidos de la vida, más que las formas cómo vivimos. El reto está en reconocer el sentido existencial en la vocación de amar, pues ninguna fraternidad ocurre (se vive) sin ese principio y alimento. El rescate de lo humano es la puerta para posibles actitudes de conversiones. Esa actitud espiritual conduce al bienestar, al ‘sentirsi benne’ (sentirse bien) en la presencia de sí mismo y del otro, o la inquietud fraternal, a la superación de conflictos que, en parte, pueden ser incluso proyecciones del no conocimiento y autoaceptación personal. Con relación a la relación fraternal, las Constituciones del Instituto Marista (2009) afirman el amor y el camino que Champagnat tuvo por sus Hermanos: “El padre Champagnat hizo de la comunidad de los primeros Hermanos una genuina familia. Compartió su vida en Lavalla y en l’Hermitagge. Se dedicó completamente a ellos. Les decía: ‘saben que vivo apenas para ustedes. No existe ningún bien verdadero que no le pida a Dios diariamente para ustedes, y que no esté dispuesto a conseguir a costo de los más grandes sacrificios’.” En las cartas circulares a ellos dirigidas, eran frecuentes las manifestaciones de afecto: Mis queridos y bien amados, ustedes son continuamente el objeto especial de mi solicitud. Todos mis anhelos y todos mis votos llevan en vista su felicidad; eso seguramente ya lo saben. (CARTAS, 63, p. 151). El biógrafo Furet, que convivió con Champagnat, afirma: “Ningún padre tuvo más afecto por sus hijos que el Padre Champagnat por sus Hermanos. Su corazón, naturalmente bondadoso y repleto de caridad para con las personas en general, transbordaba de cariño por los miembros de su Instituto.” (FURET, 1999, p. 400). El autor recuerda algunas expresiones de Champagnat en sus cartas a los Hermanos que revelan la atención y el amor que sentía por ellos: “Sepa, mi Hermano, que lo amo y le consagro todo el afecto en Jesucristo.” (Champagnat, apud FURET, p. 400). Cuando escribía a los Hermanos Directores: “Digan a los Hermanos que los amo como si fuesen mis hijos.” (ídem). Cuando estaba por visitar a la comunidad: “Me siento ansioso por verlos, abrazarlos y decirles todo el afecto que les dedico en Jesucristo.” (ídem). Champagnat, al mismo tiempo, orientaba a que los Hermanos tuviesen la misma actitud: “Bien amados y entrañables Hermanos, amémonos los unos a los otros.” (CHAMPAGNAT, 79, p. 185). Quien convivía con Champagnat, de a poco se motivaba a tener las mismas actitudes, lo que se convirtió poco a poco en una característica, uno de los valores del Instituto, el llamado “espíritu de familia”. El documento ‘En torno de la Misma Mesa’ fortalece la necesidad de momentos y espacios de compartición de vida entre Hermanos y Legos, entre sí, los cuales deben generar comunión en toda la vida: “Esa compartición exige tiempos en común. Las personas se reúnen alrededor de la mesa para conversar, reír y estar juntas. Es necesario buscar esos momentos y espacios de comunicación en profundidad, encuentros de calidad que nos unan en lo esencial. Así, comprenderemos las diferentes formas de pensar y de actuar, aceptando los propios límites y los de los demás, en un ambiente de auténtica fraternidad.” (INSTITUTO MARISTA, 2009, 80) ST. Arnaud (1973) al tratar del tema de la vida comunitaria, en la perspectiva psicológica, hala sobre la necesidad fundamental de amar y de ser amado. En la perspectiva de ser una necesidad y, al mismo tiempo, potencialidad personal, el autor emplea el término 'actualización de la capacidad, de amar y de ser amado, y presenta la comunidad de vida como locus para actualizar esa capacidad. Entiendo la comunidad de vida, la relación sistemática que se establece entre personas que buscan en conjunto la forma de ampliar su capacidad de amar y de ser amados. “El fundamento psicológico de la comunidad de vida es la necesidad de amor presente en cada miembro de la comunidad. [...] La comunidad de vida existe realmente cuando cada uno de sus miembros se sienten acogido en ella como en su propia casa. […] el objetivo de cada uno será aprender a amar a los demás miembros de su comunidad y dejarse amar por ellos.” (ST.ARNAUD, 1973, p. 35) Dalla Rosa (2012), en referencia al filósofo Levinás, trata del mandamiento del amor en la perspectiva ética, del cuidado y la responsabilidad por el otro, de la comprensión de la alteridad como fundamental en la formación humana. “La actitud de amor a servicio del otro es transcendencia. Se trata, por lo tanto, de la sabiduría que me conduce y me llama a darle significado a mi vida en el horizonte del amor: Ama a tu prójimo como a ti mismo (cf. Lv 19, 18b).” (DALLA ROSA, P- 135). Bonder (2008) alude a la saga de Abraham, por el llamado de Dios de ir a la tierra prometida: Lech Lechá (vaya para sí mismo), como el desafío existencial. Ese camino, sin embargo, no ocurre apenas a nivel personal (del sujeto individual), pero también es un proceso de alteridad. Así, el amor como condición de comunión, necesariamente pasa por el otro, en el reconocimiento de identidad no apenas como presencias, pero como condición de realización humana, incluso en la dimensión espiritual. “Si quiere ir para sí, un ser humano tendrá que pasar por el otro. Su identidad no es solamente un tema personal, pero se consolida en la condición del otro y también en la mirada del otro. Su identidad tampoco se puede establecer en contraposición al otro, pero se produce en la difícil tarea de acoger al otro. […] mirar a sí en el otro permite comprender que la fuente de toda bondad y dádiva no es un sujeto, pero una condición.” (BONDER, 2008, p. 228-229) Refiriéndose a Champagnat, el Hermano Francisco, uno de los personajes más significativos, que vivió con él, recuerda el amor servicio y transcendente que tuvo en sus relaciones con los primeros Hermanos, con quien convivió. […] por encima de todo él era bueno, era compasivo, ¡para nosotros era un padre! Al fundar la Congregación, quiso organizarla como familia, donde el superior fuese un padre y los Hermanos mayores cuidasen a los jóvenes y los protegiesen, formemos, pues, esa familia, seamos sus hijos. Sintamos amor, respeto y servicio mutuo. Dejémonos penetrar por sus sentimientos. Hagámoslo revivir en medio a nosotros. Ejercicio personal: momento de oración personal. Traiga presente en su oración: Hermanos de comunidad, legos y legas, amigos suyos, familiares que forman parte de su día a día. Agradezca por sus presencias en su vida. Cómo la vida sería diferente y sin sentido sin la presencia de ellos. Rece por ellos, invoque las bendiciones de Dios sobre ellos. Si tiene algún motivo para pedirles perdón, hágalo también en oración. Grupos de Vida: Comparta la reflexión personal 3. MISIÓN: RELACIÓN CON LA REALIDAD – RETOS, SUEÑOS, VISIÓN, CONCRETIZAR. Se comprende la espiritualidad apostólica como aquella que ocurre en la realidad, en la vida, en el día a día, en un camino constante y aprendiz de conversión y transformación personal, como afirma una de las conclusiones del XXI Capítulo General de los Hermanos maristas: ver el mundo con la mirada de los niños y jóvenes pobres. Esa y otras actitudes propias de la espiritualidad apostólica requieren educación de la sensibilidad del corazón y de los sentidos. ver el mundo con los ojos de Dios, de su misericordia, oír los corazones afligidos, bajar a la realidad de los que sufren más, celebrar sus conquistas, en fin, estar próximo y dejarse evangelizar, incluso por las humanidades e inhumanidades. Es desde las inhumanidades, de la opresión, del descaso, de la esclavitud, de la exclusión, que Dios convoca a Moisés para que sea su profeta, a partir de la mirada, oír y aproximarse de Dios a su pueblo. En el libro del Éxodo encontramos un pasaje que revela la acción de Dios y su sensibilidad con relación con su pueblo: “El Señor dijo: Vi, vi la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y oí sus clamores debido a sus opresores. Sí, yo conozco sus sufrimientos. Y bajé para libarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos salir de Egipto rumbo a una tierra fértil y amplia, una tierra que mana leche y miel.” (Ex, 3 7-8a). En el tema vocacional, en el profetismo bíblico, en el seguimiento de los primeros apóstolos a Jesús y de aquellos aún hoy se encantan por el Reino, siempre está presente el aspecto de la sensibilización y de la misión. Hombres sabios como Don Celso, Don Helder Câmara, Don Oscar Romero, Don Casaldáliga y otros tantos Hermanos y legos, familiares, amigos, que vivieron o que viven entre nosotros, revelan lo cuánto Dios es presente y vivo en nuestra realidad. Bondía (2002) recuerda que la experiencia es “lo que nos pasa”, o lo que nos ocurre, que no ocurre fuera de nosotros, “lo que pasa”, o lo que ocurre, lo que toca. El autor afirma que, “con relación a los acontecimientos actuales, se diría que todo lo que pasa está organizado para que nada nos pase.” (BONDIA, 2002, p. 2). Según el autor, para que algo nos ocurra o nos toque, es necesario un gesto de interrupción, un gesto que es casi imposible en los tiempos que corren: Requiere parar para pensar, parar para mirar, parar para oír; pensar más despacio; mirar más despacio; parar para sentir, sentir más despacio, demorarse en los detalles […] cultivar la dedicación y la delicadeza, abrir los ojos y los oídos, hablar sobre lo que ocurre, aprender la lentitud, oír a los demás, cultivar el arte del encuentro, callar mucho, tener paciencia y dar tiempo y espacio. (ídem, p. 5). A partir de las realidades que vivimos y contemplamos, Dios nos inquieta a la misión. Por el sueño de Champagnat y por lo que nos es propio del carisma marista heredado de su legado, nuestra misión es evangelizar, y para que esa actividad y vida sea eficaz debemos poner atención en el área de las relaciones que abarcan la evangelización: relación con Dios que me llama para la misión; relación con la realidad que me rodea; relación conmigo mismo(a), en el sentido de sentirme acogido(a); relación con el Evangelio, que no debe ser “olvidado” en el acto de evangelizar; relación con la comunidad evangelizadora; relación con el mundo y el planeta. Relación ecológica y responsable. Podríamos mencionar otros aspectos del área de las relaciones en la misión, como por ejemplo, los factores que nos permiten o que dificultan evangelizar; las fuerzas externas e internas relacionados a las personas, la cultura de la globalización, entre otros, pero creo que antes mencionados pueden ser analizados personalmente en esferas más próximas a nuestras vidas y misión. Champagnat era conocido como un buen e inspirado predicador. Preparaba sus homilías, leía el evangelio, se inspiraba en él. Al mismo tiempo, mantenía un contacto próximo a sus parroquianos y a sus Hermanos de comunidad, una comunidad evangelizadora. Su osadía en la misión y soñar la evangelización por los “Pequeños Hermanos de María” por la presencia en “todas las diócesis del mundo”, alimentaba la autoestima tanto suya como la de los que con él convivían. El hecho, entre otros, de haber encontrado al joven Montagne en sus últimos instantes de vida tocó su corazón para la misión. LaValla fue el lugar para que todos esos hechos cobrasen sentido sagrado. Un lugar pequeño, casi sin importancia, irradió luces para todo el mundo, por la abertura de corazón de un hombre apasionado por Dios. La Conferencia General 2013 nos invita al reto de la internacionalidad. A partir de ese reto y perspectiva, ¿qué misión sueño? ¿Cómo me siento evangelizador? ¿Amo lo que hago? ¿Por quién me dejo evangelizar? ¿Siento que soy un evangelizador en comunión con miles de evangelizadores maristas de todo el mundo? ¿Qué me convoca el aspecto de la internacionalidad? Actividad Después de reflexionar personalmente sobre el texto y temas propuestos por el texto o aquellos que puedan surgir, dibuja (representa) en forma de 'mandala' (del centro hacia afuera) tu vida y misión. En el centro, escribe tu nombre o el motivo que te hace vivir. Dentro de la circunferencia, representa (dibuja, escribe) algunos señales divinos de tu vida, tu relación con el mundo y con Dios, con las personas más próximas y con las que te hacen ser más humano, la vocación que recibiste de Dios y la misión que Él te ha confiado. No dejes de también representar tus sueños y proyectos de vida. El lugar en que estás en este momento es sagrado, Es “LaValla”. Desde este lugar, cuenta tu historia de vida en línea del kairós. Celebración: En momento de celebración, compartir en pequeños grupos y ofrecer las mandalas. Referencias: BOFF, Leonardo. A dimensão do Profundo: o espírito e a espiritualidade, 2012. (http://leonardoboff.wordpress.com/2012/08/27/a-dimensao-do-profundo-o-espirito-e-a-espiritualidade/) BONDER, Nilton. Tirando os sapatos: O Caminho de Abraão, um caminho para o outro. Rio de Janeiro: Rocco, 2008. CHAMPAGNAT, Marcelino. Cartas. São Paulo: SIMAR, 1997BONDÍA, Jorge Larrosa. Notas sobre a experiência e sobre o saber da experiência. Revista Brasileira de Educação, 19, 2002. DALLA ROSA, Luis Carlos. Educar para a Sabedoria do Amor: a alteridade como paradigma educativo. São Paulo: Paulinas, 2012. FURET, Jean-Baptiste. Vida de São Marcelino José Bento Champagnat. São Paulo: Loyola; SIMAR, 1999MURAD, Afonso. Gestão e espiritualidade: uma porta entreaberta. São Paulo: Paulinas, 2007. ______, MAÇANEIRO, Marcial. A Espiritualidade como Caminho e Mistério: os novos paradigmas. São Paulo: Loyola, 1999. ST-ARNAUD, Yves. Ensayo sobre los fundamentos psicológicos de la comunidad. Sociedad de Educacion Atenas, 1973.