Grasas Trans: ¡¡ Cuidado!! Grasas malas disfrazadas de buenas Claudia Sánchez M. Querer mejorar la salud a través de la alimentación lleva a cuestionar el uso de estas grasas en la industria alimenticia. Consumir los productos etiquetados con “Libres de Grasas Trans” puede se una opción para combatir este mal. Cuidar la salud a través de la comida es hoy una oportunidad que se debe aprovechar. En el último tiempo los alimentos y productos que se venden en nuestro país buscan ayudar a generar una mejor alimentación, al educar a las personas sobre lo que comen. Entre estas iniciativas están aquellos con el rótulo de libres de grasas trans. Los ácidos grasos trans (AGT) o grasas trans son un tipo de grasa que se encuentra principalmente en alimentos industrializados que han sido sometidos a hidrogenación con el fin de prolongar la vida de estas grasas y potenciar su sabor. Las industrias de alimentación someten a las grasas vegetales a un proceso que básicamente, consiste en aumentar el número de átomos de hidrógeno de los ácidos grasos poliinsaturados que predominan en los aceites de semillas (girasol, soya, entre otros). Hoy muchas empresas de comida rápida, repostería y panadería las usan en sus productos. Sin embargo, en el último tiempo la preocupación por la alimentación y la salud, sumado a las iniciativas de disminuir la obesidad y las enfermedades asociadas a ella han llevado a que el verdadero alcance de estas grasas sea conocido por la población. En esta línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS), las definió como “ácidos grasos insaturados que contienen uno o varios enlaces dobles aislados en una configuración trans que se forman durante la hidrogenización parcial de aceites vegetales líquidos para formar grasas semisólidas que se emplean en margarinas, aceites para cocinar y muchos alimentos procesados que resultan atractivos para la industria, debido a su tiempo de conservación prolongado y su mayor estabilidad”. A su vez las nutricionista Nelba Villagrán vice-presidenta del Colegio de Nutricionista y Patricia Loncon del Hospital Clínico de la Universidad de Chile comentaron a Punto Vital las principales características de estas grasas y sus alcances para la salud. Una fritura mal realizada acaba por oxidar y descomponer el aceite, modificando su estructura Y transformando los ácidos grasos en trans. Alimentos disfrazados de buenos Estas grasas no sólo aumentan los niveles de lipoproteínas dañinas (LDL) en la sangre sino que disminuyen las lipoproteínas protectoras (HDL), provocando un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Para la profesional Patricia Loncon estos son ácidos grasos insaturados con dobles enlace, para lo cual hay que incorporar hidrógeno, puesto que no se encuentran de forma natural. “Son alimentos disfrazados de buenos pero que en el fondo son malos. Las industrias las utilizan porque son más baratos, ricos y fáciles de ocupar”. Por su parte, Villagrán señala que los alimentos congrasas trans deben ser diferenciados de los trangénicos. Estos últimos son manipulados genéticamente en cambio los trans tienen que ver con un reordenamiento de su estructura, formando una grasa artificial que tiene efecto en la salud de las personas. A su vez, Loncon comentó que “como son alimentos grasos baratos y que sirven mucho para elaborar otros alimentos se utilizan en gran cantidad. Las personas no conocen los alcances que tienen estas grasas, entre otras cosas, porque no existe una normativa que regule cuanto de estas grasas pueden ser ingeridas por nuestro cuerpo ni la posibilidad de controlar los efectos de su consumo de modo preventivo. Efectos Ambas nutricionistas coincidieron en que el colesterol no es el único afectado por la presencia de estas grasas. Los ácidos grasos de tipo trans pueden inhibir algunas transformaciones de otros ácidos grasos esenciales, retrasando –por ejemplo- el crecimiento y la maduración del cerebro. Y es que las grasas son una parte esencial de las membranas celulares del organismo, y la presencia de grasas trans puede llevar al organismo a construir hormonas y paredes celulares defectuosas. Estudios realizados en Estados Unidos sobre el efecto de estas grasas, revelan por ejemplo, que el riesgo de sufrir enfermedades coronarias es un 66% mayor entre consumidores habituales de margarina que entre quienes no la consumen, la preocupación por su efecto crece día a día, y ya se están tomando medidas legales para incluir la presencia de las grasas trans de forma obligatoria en el etiquetado de alimentos, así lo comentó Loncon. La nutricionista Nelba Villagrán sostuvo que uno de los problemas de estas grasas es que “las consecuencias, efectos y riesgos de su consumo se dan a nivel interior del cuerpo, es decir, en los órganos y no son visibles así no más por los especialistas por lo que cuando se percatan el problema ya es mayor”. A su vez los estudios realizados por la OMS arrojaron que hay pruebas contundentes de que el consumo de AGT aumenta el riesgo de cardiopatía coronaria y posiblemente aumenta el riesgo de muerte súbita de origen cardíaco y de diabetes. Estos datos han suscitado gran preocupación a escala mundial, dada la gran carga de morbilidad y discapacidades que plantean las enfermedades cardiovasculares. Reducir su consumo Mientras no exista una legislación que controle su uso, la única solución es disminuir voluntariamente el consumo de este tipo de grasas. No debe resultar demasiado difícil, ya que principalmente se encuentra en alimentos elaborados que no son de primera necesidad. Así, son firmes candidatos a contener grasa trans todos aquellos alimentos elaborados con aceites vegetales, desde la margarina –no así la mantequilla– hasta las tostadas, pasando por las galletas, helados, cereales, entre otros. La hidrogenación industrial de las grasas vegetales es el proceso más habitual por el que sus ácidos grasos se convierten en grasas trans. Sin embargo, no hace falta ser una gran industria para transformar el aceite vegetal de esta forma. También algunos tratamientos domésticos, como la fritura, pueden acabar transformando los ácidos grasos en trans. Una fritura mal realizada acaba por oxidar y descomponer el aceite, modificando su estructura. Las profesionales nos entregan unos consejos para controlar el consumo de los temidos ácidos grasos trans: Eliminar las frituras de lugares públicos Se recomienda el uso de aceite de oliva virgen No superar nunca los 180º C de temperara Que las frituras sean una excepción en la dieta de las familias y no una constante. No reutilizar el aceite para las frituras Disminuir el consumo de Snack, en especial, como parte de la colación de los niños. Leer y comprender el etiquetado de los productos Disminuir la mayoría de los productos hidrogenados (margarina, cremas, etc.). Aumentar el consumo de frutas y verduras Controlar el consumo de cereales Punto Vital Diciembre 2007 ©