¿Soy mi peor enemigo?

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DECISIONES FINANCIERAS
¿Soy mi peor enemigo?
Daniel Khaneman, el psicólogo ganador del Premio Nobel de Economía en 2002 junto a Amos Tversky
afirmó cuando estudiaba los procesos de toma de decisiones: “nunca sentí que estaba estudiando la
estupidez de la especie humana en tercera persona. Siempre sentí que estaba estudiando mis propios
errores”. El propio Khaneman reconoce que nuestras decisiones se contaminan con unos u otros
sesgos, y son por ello imperfectas
Escribe: Cr.
la invención de internet. Para el
inversor, la aleatoriedad es una
realidad difícil de aceptar. Como
ha dicho Eugenio Xavier de Mello en una columna del diario El
País, “no confíe irreflexivamente
en los analistas”. Utilice esa información, estudie, y compleméntela con lo que le digan “sus
tripas”.
Carlos Saccone
carlos.sacconedeambrosis@hsbc.com.uy
Ser consciente que nuestra racionalidad está acotada es vital
para tener mayores chances de
eludir errores en la toma de decisiones. Lo invito a conocer algunos de los sesgos encontrados
habitualmente en inversores, al
atravesar el proceso de toma de
decisiones. Intente evitarlos, y
dejará de ser su peor enemigo.
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La falacia del apostador.
El 18 de agosto de 1913,
en el Casino de Monte
Carlo, la bola cayó en “negro”
26 veces seguidas. Un evento extremadamente improbable. Los
apostadores del Mediterráneo
perdieron millones de francos al
apostar a “rojo”, al razonar incorrectamente y olvidar que cada
uno de los eventos son independientes. La creencia errónea fue
que los eventos futuros están
condicionados por acontecimientos pasados, incluso cuando no existe relación. Luego de
lanzar al aire una moneda varias
veces con “cara” como resultado en la mayoría de ellas, un
apostador asumirá que es más
probable que salga “ceca” en un
nuevo lanzamiento. La realidad
es que el próximo resultado es
totalmente independiente del
anterior, y las probabilidades
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se mantienen en 50% y 50%.
Los inversores a menudo son
víctimas de la “falacia del apostador”, por ejemplo cuando
mantienen una inversión que
ha bajado mucho, por considerar –erróneamente- que es más
probable que ahora suba.
2
La falacia lúdica. Término acuñado por Nassim Taleb en su libro del
año 2007 “El Cisne Negro”. Se
puede explicar como el uso erróneo de los juegos para modelar
situaciones de la vida real. Taleb
lo explica como “basar los estudios de probabilidades en el pe-
queño mundo de los juegos y los
dados”. Es argumento central de
su libro y una potente refutación
de los modelos matemáticos utilizados para predecir el futuro,
además de un ataque a la idea
de la aplicación de ingenuos
modelos a dominios complejos.
De acuerdo al autor, la estadística funciona solo cuando las
probabilidades son visibles y definidas, como los casinos o la lotería. Las teorías basadas en evidencia empírica tienen una falla
intrínseca. No pueden predecir
eventos extremos que nunca antes sucedieron. Por ejemplo, los
ataques a las Torres Gemelas, o
Sesgo hacia la normalidad.
Asumir que porque algo
nunca ha pasado antes,
no pueda suceder en el futuro.
Todo lo que ha sucedido en la
historia en su momento fue “sin
precedentes”. La Gran Depresión. El crash de 1987. El nacimiento de Google. Los rescates
a los bancos. Ninguno de estos
eventos había sucedido antes...
hasta que sucedieron. Cuando Warren Buffet anunció que
estaba buscando candidatos
para reemplazarlo en Berkshire
Hathaway, dijo que necesitaba
“alguien programado genéticamente para reconocer y evitar
riesgos importantes, incluyendo
aquellos nunca antes vistos”. En
otras palabras, alguien que comprende el “sesgo hacia la normalidad”.
4
Ilusión de control. La
tendencia que tenemos
a sobreestimar nuestra
habilidad para controlar eventos, por ejemplo al sentir que
se controlan resultados sobre
los que no existe absolutamente
ninguna influencia posible. La
ilusión de control se relaciona
con el sesgo hacia el optimismo
y el exceso de confianza, y representa uno de los mayores obstáculos para lograr una apropiada
diversificación en un portafolio
de inversiones. (“¡Esta acción no
puede fallar!”) Recuerde, además, que “la esperanza” no es
una buena estrategia de inversiones.
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El efecto moda. Creer
que algo es verdad simplemente porque otros
piensan que es así. Así sea con
políticos o con acciones, a las
personas les gusta ser asociadas
con temas ganadores, por lo que
los ganadores construyen su reputación no porque lo merezcan, sino porque están ganando.
Esta es la fundación de todas las
burbujas financieras.
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Ilusión de frecuencia.
Una vez que usted se da
cuenta de la existencia de
un evento, parece que volviera
a ocurrir una y otra vez. Pero a
menudo no es así, simplemente
está prestando mayor atención
a algo que antes ignoraba. El
colapso de los mercados financieros en 2008-2009 representó
un evento de tal magnitud que
tanto inversores como la prensa
financiera le adjudican hoy a la
volatilidad de los mercados una
permanencia que no es real. La
volatilidad ha permanecido debajo de los promedios durante
los últimos tres años.
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Ilusión de los clusters.
Pensar que se ha descubierto un patrón de
comportamiento tomando una
pequeña muestra de distribuciones aleatorias y asignarle la existencia de un comportamiento
determinado. Las tendencias de
muy corto plazo (positivas o negativas) no existen, en particular
para mercados muy profundos.
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Sesgo hacia el “statu
quo”. El deseo irracional
que las cosas permanezcan sin cambios. La situación
actual (el statu quo) es tomado como punto de referencia y
cualquier cambio es percibido
como una pérdida. Existe abundante evidencia científica que
indica cómo este sesgo afecta
la toma de decisiones. El sesgo
hacia el statu quo interactúa con
otros sesgos como la “aversión a
las pérdidas”, donde las pérdidas
duelen más de lo que reconforta
una ganancia de idéntica magnitud absoluta. En todo caso, un
sesgo peligroso en un mundo
con alto dinamismo y vertiginosos cambios como el actual. Un
ejemplo claro es el de no reali-
zar cambios en un portafolio
de inversiones, por más que el
contexto haya cambiado dramáticamente.
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Sesgo hacia la confirmación. Tendencia que tienen las personas a favorecer información que confirma
sus creencias previas, en lugar de
los hechos objetivos que gobiernan una situación. Exhibimos
este sesgo cuando recordamos
la información selectivamente
o cuando la interpretan de una
forma sesgada. El efecto se hace
más fuerte con temas que tienen
una elevada carga emocional.
Este sesgo puede conducir a un
inversor al “exceso de confianza”
e ignorar evidencia que indica que su estrategia tiene altas
oportunidades de fracasar.
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Sesgo de restricciones. Es la tendencia
que tenemos a sobreestimar nuestra capacidad
de controlar el comportamiento impulsivo. Por ejemplo, alguien podría experimentar el
uso de drogas, simplemente por
creer que se puede resistir cualquier adicción potencial. Muchos inversores hacen exactamente lo mismo. ¿Puede usted
controlar sus impulsos a la hora
de vender y comprar activos financieros?
Carlos Saccone
Carlos Saccone es el
responsable por el
asesoramiento financiero e
inversiones en Banca Persona
de HSBC. Contador Público de
profesión, se desempeña en la
industria de servicios financieros
de nuestro país desde 1997.
Es académico de número de la
Academia Nacional de Economía
y tiene posee la licencia Series
65 de uno de los organismos
reguladores del mercado de
valores de EEUU. (FINRA).
Actualmente cursa el MBA del
IEEM, la Escuela de Negocios de
la Universidad de Montevideo.
Seguir los consejos de Khaneman nos ayudará a cometer
menos errores y a tomar decisiones con una mayor dosis de
sabiduría y prudencia.
Género, psicología e inversiones
Investigaciones de psicólogos demuestran que en ciertas áreas como en las finanzas personales e inversiones, los hombres exhiben un mayor exceso de confianza que las mujeres.
El profesor Terrance Odean de la Universidad de Berkeley investigó este tema y demostró, luego de utilizar datos de 35.000
familias en una conocida firma de inversiones entre 1991 y 1997, que cuando se trata de acciones (el instrumento financiero) los hombres operan un 45% más que las mujeres. Este exceso de operativa reduce los retornos de las inversiones de
los hombres en 2.65 puntos porcentuales, mientras que el retorno de las mujeres cae 1.75 puntos por año.
Como dice Odean “ los inversores racionales operan solo si las ganancias esperadas superan a los costos esperados. Los
inversores con exceso de confianza sobreestiman la precisión de la información que poseen y por lo tanto las ganancias
esperadas de su operativa” En este campo los hombres claramente corren con desventaja ante las mujeres. La causa: el
exceso de confianza.
BOYS WILL BE BOYS: GENDER, OVERCONFIDENCE, AND COMMON STOCK INVESTMENT
BRAD M. BARBER AND TERRANCE ODEAN
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