17 Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes Equipo de Educadores de Calle Caritas Diocesana de Málaga. Sumario 1. Una historia de intuiciones.—2. Cómo elaborar una propuesta de trabajo. 2.1. Desde la perspectiva de la relación. 2 . 2 . Desde la perspectiva de la pedagogía. 2.3. Desde la perspectiva del espacio.— 3. Lo que va quedando: construir posibilidades desde abajo. RESUMEN Este artículo describe el proceso, surgido en la ciudad de Málaga, de construcción de un proyecto de educación en calle para jóvenes adolescentes. A partir de experiencias concretas, con nombre y apellidos, el proyecto se fue materializando en acciones. La intervención se ha centrado en recursos relaciónales y no tanto en recursos económicos o informativos, acercándose a los jóvenes sin ningún tipo de actitud moralizante. La realidad que se fue descubriendo era mucho más dura de lo que en ese momento se podía afrontar y mucho más profunda de los que se podía ver desde fuera. No obstante, poco a poco, los educadores de calle han logrado ser aceptados por los grupos de jóvenes. Después de año y medio de trabajo en tres barrios de Mála- Documentación Social 124 (2001) | 323 Equipo de Educadores de Calle ga, se constata que se han logrado construir posibilidades desde abajo, poniendo la confianza en el tiempo. ABSTRACT This article describes the process by which a street education project for young adolescents has been formed in the city of Málaga. Taking individual experiences, persons with full names, as a starting point, the project has developed into actions. Social intervention has been focused more on interpersonal assistance, than in financial support or information, approaching the young people without any mora­ lising attitude. The reality that started to turn up was far harder than what was possible to cope with at this stage and much deeper than what could be seen from the outside. Nevertheless, step by step, the street educators have managed to be accepted by the groups of young people. After one and a half years of work in three neighbourhoods of the city of Málaga, it is now evident that possibilities have been build from down up, relying on the passing of time. 324 I Documentación Social 124 (2001) Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes 17 «Hay que intentarlo... y al fin y al cabo actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.» E. GALEANO "1 UNA HISTORIA DE INTUICIONES Las historias, aunque sean cortas como la nuestra, suelen estar llenas de nombres, de preguntas y de intuiciones que hicieron que el camino siguiera en una dirección y no en otra, de tal manera que cuando uno pretende contar su historia se debe, felizmente, a unos y a otras. Hace unos años estábamos desarrollando, entre otras acciones, unos talleres de ocio y tiempo libre con menores en un barrio de Málaga. Observábamos que los mayores, ya adolescentes, no terminaban de encajar en nuestras propuestas. Faltaban con frecuencia, se iban antes que los demás o desechaban ir a alguna salida o excursión. Pensaban que aquello era cosa para niños y ellos se acercaban ya a los 15 años. Uno de los que se nos estaban escapando era Sebas. Sebas vivía con su familia en el barrio, como el resto del grupo. Los ingresos de sus padres dependían casi exclusivamente de ayudas exteriores que nunca les permitían salir definitivamente de donde estaban. La situación en la casa era muy delicada. Tenía un hermano en prisión y su padre, agredido dentro de la propia casa, carecía de cualquier nivel de autoridad en la familia. Documentación Social 124 (2001) | 325 Equipo de Educadores de Calle Sebas había dejado el Instituto. Allí nunca fue bien visto y él no llegó nunca a encontrar su sitio. Por las tardes, en lugar de venir a los talleres, Sebas y sus amigos se agrupaban y se reunían en una esquina del barrio, día tras día, sin ninguna otra actividad que charlar, comer pipas, beber cerveza o fumar «petardos». Sebas creía que las drogas nunca serían para él porque sólo las tomaban aquellos que no eran respetados, aquellos que eran débiles. Él sí se sentía respetado utilizando la agresividad y la violencia, por eso nunca tendría problemas. Con el tiempo comenzó a consumir otro tipo de sustancias y a participar en algún que otro pequeño robo. Todo lo que íbamos descubriendo en Sebas nos iba interpelando porque, junto a estas actitudes, de vez en cuando s a caba su vertiente protectora y se preocupaba por los niños del barrio. No quería que terminasen como su hermano. Incluso quería ser alguna vez monitor en nuestros talleres. Pensaba que a los niños, aunque sus casas fueran unos infiernos, o precisamente por eso, había que escucharles y estar cerca de ellos. Por la misma época, en otra zona de la ciudad, en torno al casco histórico, otros compañeros trabajábamos desde proyectos dirigidos a las familias. Poco a poco fuimos conociendo a los hijos de aquellas familias con las que trabajábamos y los que más comenzaron a interpelarnos fueron los adolescentes. Entre estos jóvenes estaba Antonio. Antonio había dejado el Instituto hacía poco tiempo, aunque en realidad nunca estuvo muy integrado en las escuelas, por las que fue pasando. Tenía unos 14 años y se pasaba el día en la calle con otros jóvenes de su edad. No quería saber nada de lo que pasara en su casa ni por supuesto del Instituto, así que hablar de esas cosas con él daba poco resultado. Le en- 326 | Documentación Social 124 (2001) Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes 17 cantaba hablar de motos, de novias y de hacer «algo» por las tardes. Estuvo a punto de quedarse como monitor de un equipo de fútbol de niños del barrio, pero salió a los dos días. Según él no le daban responsabilidades. Una tarde, la pandilla de Antonio comenzó a hablar sin problemas delante de nosotros de algunos robos que estaban haciendo desde hacía unos meses en su propia zona. Nos enseñaron algunos radio-cassettes robados en coches y nos comentaron cómo se organizaban: ellos robaban las radios y luego otros adultos las vendían en rastros de la ciudad después de haberles pagado dinero por el trabajo. Realmente no querían el dinero para nada en especial: un refresco por la tarde y un dulce para no tener que merendar en la casa; arreglar alguna moto; comprarse unas zapatillas de marca; o salir con la novia de turno y poder impresionarla. Algunas veces también trabajaban: recogían tejas en los tejados de los derribos para una empresa constructora que les pagaba al día, sin querer saber nada de posibles caídas o accidentes. Dos semanas después, Antonio nos pidió ayuda para un amigo. Los vecinos lo querían denunciar y echar de la casa por no colaborar y por formar escándalo. Según él la tenían tomada con ellos. Parecía como si cada vez se fueran rompiendo más lazos con su entorno. Sólo en el grupo se sentían reforzados. La realidad que íbamos descubriendo era más dura de lo que en ese momento podíamos afrontar, aunque dos cosas íbamos teniendo claras: la primera es que nos habían aceptado dentro del grupo; la segunda es que la realidad de estos jóvenes era más profunda de lo que sólo se podía ver desde fuera. Poco tiempo después comenzaron las continuas escapadas / expulsiones de Antonio de su casa, y para entonces la relación que manteníamos ya nos exigía seguir el contacto y comenzar a trabajar con él y con su grupo de amigos. Documentación Social 124 (2001) | 327 Equipo de Educadores de Calle De los nombres a los cuestionamientosy a las intuiciones. Así empieza una historia, corta, de intuiciones y de cuestionamientos. Sebas o Antonio forman parte de muchos nombres más que fueron provocando preguntas en nuestros equipos de trabajo: ¿quién está trabajando con ellos?, ¿qué hay detrás de estas conductas?, ¿cuál debe ser nuestro papel?, ¿qué es y qué no es educativo en estas situaciones?, ¿cómo llegar a ellos?, ¿qué tipo de trabajo se puede hacer con estos jóvenes? Ciertamente detrás de las realidades visibles existen muchas rupturas internas: con el medio familiar, con el que los jóvenes cada vez se enfrentaban más y los padres acusaban grandes dificultades para «controlan) a sus hijos; con el medio escolar, el cual tampoco se veía capacitado para afrontar la realidad del conflicto y de la exclusión dentro de su propia dinámica formativa; con el medio comunitario, expresado en peleas con los vecinos, desprecio por las pocas estructuras comunitarias, protestas de las Asociaciones de Vecinos, tensión con los comerciantes y aumento de la presencia policial en la zona; y a veces con el medio cultural en el caso de menores inmigrantes no acompañados que llegaron solos y viven en la calle de nuestras ciudades. En definitiva, detrás de toda la realidad externa, se ocultaba una RUPTURA PERSONAL importante. Era esa ruptura la que más nos cuestionaba. «Algo de obsceno tiene el decir que los jóvenes son el futuro, cuando a muchos de ellos ya se les ha negado el presente» (1). A los grandes interrogantes se suele contestar apenas con intuiciones, pero son éstas, en su debilidad, las que al final te guían hacia algún sitio. Entre esas intuiciones, creíamos que las personas son más que sus problemas y que sus conductas y que (1) FALCON, E . «¿Cómo ven el mundo los jóvenes? Aproximación a las narraciones juveniles». Barcelona: Cuadernos Cristianisme ¡Justicia, n.° 106, mayo 2001. : 328 | Documentación Social 124 (2001) Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes 17 detrás de los comportamientos de los jóvenes a los que nos íbamos acercando existían necesidades no cubiertas, potencialidades no activadas y emociones no reconocidas o no expresadas. Queríamos elaborar alguna propuesta de trabajo porque pensábamos que merecía la pena dada la realidad «descubierta», aunque las referencias de cómo hacerlo aún no estuvieran claras. Sin embargo, creíamos que lo que mejor podíamos ofrecer a los jóvenes era puntos de referencias, personas que se acercaran a ellos dejando fuera cualquier actitud «moralizante» y se decidieran a acompañarlos. Son los adultos sensatos (2), aquellos que saben mirar y pensar una realidad concreta. Los recursos fundamentales no eran tanto recursos económicos o servicios de información para facilitar el acceso a otro tipo de recursos. Nuestra intención se centraba en recursos relaciónales, educadores que centraban su potencialidad en la relación que podían llegar a establecer con el joven. Estas claves nos fueron acercando a experiencias de otros, en las que buscamos recetas, pero encontramos algo mejor: preguntas abiertas, que son las que te permiten seguir caminando. La Educación de Calle o Educación en Medio Abierto comenzó a constituirse como nuestro referente, aquello que queríamos hacer sin saber exactamente si sabríamos o no hacerlo. Es así como esta historia comenzó a concretarse en proyectos y acciones, en una opción de Caritas. Actualmente trabajamos en tres barrios de Málaga a través de sendos Proyectos de Educación de Calle con jóvenes y adolescentes. Pero estas acciones tenían su pre-historia: nombres, cuestionamientos e intuiciones que nos han hecho llegar hasta aquí. (2) ARRIETA, L, y 4.20,1992. MORESCO, M. Educar desde el conflicto. Chicos que molestan. Madrid: Educación Social : Documentación Social 124 (2001) | 329 Equipo de Educadores de Calle CÓMO ELABORAR UNA PROPUESTA DE TRABAJO E| Las propuestas que hemos ido construyendo en el terreno de la Educación de Calle se han ido configurando bajo tres referentes que se han convertido como en nuestros faros, en nuestras guías: la relación humana que se establece con el joven en la calle; una pedagogía que construya, que interpele y que acompañe siempre desde la igualdad y desde el diálogo, y una tensión por compartir y estar presente en lo que son sus espacios. 2.1. Desde la perspectiva de la relación La relación que se establece entre el Educador de Calle y el joven o el grupo se configura como el principal espacio educativo y el principal recurso que podemos utilizar. Nuestra intención es llegar a crear una relación que tenga capacidad para generar preguntas al joven, interpelaciones y, sobre todo, cambios que nazcan desde dentro. «Creo que nuestro trabajo con estos chavales se debe centrar en dos actitudes: acompañar y cuestionar a quien no se siente acompañado ni cuestionado por nadie» (3). Lo primero que teníamos que tener en cuenta para lograr una relación humana significativa era afinar bien nuestra capacidad de escucha. Había que conectar con la realidad del joven, con su forma de vivir las cosas, con sus emociones dormidas o expresadas de otra manera distinta. Había que saber llegar a aquella necesidad (afecto, protección, identidad, libertad,...) no cubierta en la que creíamos que estaba la clave para trabajar con la persona. (4) 330 Diario de Campo de un Educador de Calle. | Documentación Social 124 (2001) ~~ Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes 17 Saber escuchar no es sencillo. A veces te urge tu «sentido de responsabilidad» y lo único que quieres solucionar pronto es que el joven vuelva al Instituto o se ponga a buscar un trabajo o deje de «complicarse la vida» porque otros (Servicios Sociales, Juzgado, padres, colegios...) han puesto su confianza en ti para que consigas que el joven cambie. Pareciera que el éxito o fracaso de tu trabajo fuera el cambio rápido y definitivo de conducta. «Muchas veces espero demasiado sin pararme a ver en la situación en que están, quiero de ellos que avancen pronto y sobre todo que hagan lo que yo veo mejor para ellos, sin ver que a lo mejor no es lo que ellos quieren» (4). Saber escuchar consiste en dejar estas prisas a un lado y centrarnos en la persona que tenemos delante. Los cambios importantes, los que definen la vida de una persona, sus valores, sus estrategias, sus prioridades, son cambios que sólo pueden venir desde dentro y no pueden ser impuestos desde fuera. Para generar este tipo de cambios hace falta saber escuchar, saber ponerse en la situación del otro y, desde ahí, proponer o despertar la inquietud. «Me acabo de acordar de una pequeña historia que sucedió con un Principitoy un zorro (seguro que la conoces). Pues creo que ahí está la respuesta. Se trata de acortar las distancias, de promover pequeños encuentros que rompen el muro que existe entre nosotros ("tú, claro, tú no me entiendes, no has vivido lo que yo, no puedes comprender mi vida, mis problemas... Nada más que te importa que vaya al Instituto, que no dé la nota, que sea bueno, que no me meta en follones ..."). Esto puede estar en la cabeza de algunos de ellos, ese pensamiento y tantos otros que hacen que haya una barrera entre nosotros» (5). En segundo lugar, para conseguir la relación que queremos se hace fundamental abandonar todo tipo de prejuicios mora(4) (5) Diario de Campo de una Educadora de Calle. Diario de Campo de una Educadora de Calle. Documentación Social 124 (2001) | 331 Equipo de Educadores de Calle lizantes centrados en la conducta concreta. En nuestra capaci­ dad para aceptar al joven tal y como es, en todo momento, nos jugamos nuestras posibilidades de llegar a la persona. Habla­ mos de aceptar a la persona, no necesariamente sus actitudes o sus comportamientos, aunque tampoco pretendamos juzgar éstos. Un tercer elemento que se nos presenta fundamental es la necesidad de mostrarnos ante los jóvenes siempre con toda transparencia, con toda claridad, sin ocultar nada. Ser auténticos en nuestra relación posibilita que la otra persona también lo sea. Estas eran las claves desde las que queríamos construir re­ laciones con los jóvenes. Estas claves han sido nombradas (es decir, conceptualizadas) desde los referentes de la Relación de Ayuda, enfoque que viene desde la Psicología humanista y que nos ha ofrecido un marco idóneo para entender nuestro traba­ jo. Cari ROGERS ya subrayaba la necesidad de una relación in­ tensa, «hecha de aceptación , de respeto y de empatia», y su hi­ pótesis básica era: «Si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra persona descubrirá en sí misma su capacidad de utilizarla para su propia maduración, y de esa manera se producirán el cambio y el desarrollo individual» (6). La Relación de Ayuda centra la competencia relacional de la persona que quiere ayudar en tres actitudes básicas: • La actitud empática, la capacidad de sentir-en, de caminar junto a la persona. • La aceptación incondicional de la persona, no necesaria­ mente de sus conductas, «..da aceptación de un comportá­ is 332 Citado en BERMEJO, J . C : Apuntes de Relación de Ayuda. Santander: Ed. Sal Térrae, I Documentación Social 124 (2001) 1998. Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes 17 miento incluso antisocial o destructivo no requiere la aceptación de tal comportamiento del ayudado como deseable, sino simplemente como natural, normaly esperable, dadas las circunstancias y las percepciones del ayudado» (7). La aceptación incondicional incluye la ausencia de juicios moralizantes y la visión positiva de la persona que tienes delante. • 2.2. La autenticidad, es decir, la coherencia entre lo que el Educador es, piensa y siente y cómo lo expresa ante los jóvenes. Desde la perspectiva de la pedagogía La relación que buscamos es educativa, pedagógica. No desde la clave de las cosas que «tendríamos que enseñar» a los jóvenes, sino entendiendo lo educativo desde una perspectiva de diálogo y de igualdad. La tarea de ir edificando nuestra vida es una labor compleja para cualquiera de nosotros. Hemos necesitado muchos referentes (personas, entidades, espacios, libros, ¡deas, razones, valores, creencias,...) para construir lo que hoy somos. Cuando estos referentes, por la razón que sea, no se han dado, entonces la labor de construir mi visión de mí mismo y de lo que me rodea se hace mucho más complicada. Las habilidades básicas para mi equilibrio personal y para mis relaciones con el exterior se ven afectadas o no realizadas completamente, lo cual dificulta mi libertad y mi capacidad de decisión. Este terreno es el pedagógico para nosotros. Así, buscábamos una relación educativa...: • (7) HÉTU, .. .que cuestione, que enseñe a razonar, a tomar decisiones. J. L: L relation d'aide. Québec: Méridien, 1982. Documentación Social 124 (2001) I 333 Equipo de Educadores de Calle • .. .que libere, que ayude a expresar sentimientos, a creer más en sí mismo. • .. .que habilite al joven, sin convertirnos en sus sustitutos. • .. .que busque el equilibrio entre el ejercicio de derechos y deberes. No es justo exigir responsabilidades a quien tiene negados sus derechos. Y no es constructivo desde un punto de vista humano ayudar a crecer prescindiendo de la responsabilidad. Ambas nos construyen como personas cuando se dan en un sano equilibrio. En el plano de la acción pedagógica recibimos las aportaciones de algunas experiencias que ya hay sobre Educación de Calle. Entre ellas, las ideas que señalaron Lola ARRIETA y Marisa MORESCO en «Educar desde el conflicto. Chicos que molestan». Lo importante en nuestro trabajo de Educación de Calle era, sin duda, saber mirar, saber pensar y saber actuar en la realidad de los jóvenes. Así, fuimos estructurando nuestra propuesta y dándole contenido, detectando las áreas de trabajo sobre las que queríamos incidir y diseñando los instrumentos necesarios para programar nuestras acciones. • NIVELES DE INTERVENCIÓN Individual • Familiar , # c • Comunitaria • Desarrollo personal y habilidades sociales • Relaciones con el entorno Á R E A S D E T R A B A J O • Situación familiar .Educación • Orientación laboral • Regulación situación jurídica • Participación en la comunidad 334 | Documentación Social 124 (2001) Educación de calle: una experiencia de trabajo con jóvenes 2.3. I T Desde la perspectiva del espacio Una de las claves para poder establecer una relación educativa generadora de cambios es la de estar en los sitios donde hay que estar. Es en los espacios más cotidianos del j o ven, y en los más agresivos para él, donde el Educador de C a lle debe ofrecerse como adulto sensato. Es decir, trabajamos en aquellos espacios que SIGNIFICAN en la vida de los j ó venes: • La calle como lugar de encuentro. En la calle es donde pasan la mayor parte del día. Aquí es donde interaccionan con otros, es donde viven y donde se «complican» la vida. Salir a la calle como espacio de acción es una forma de salir al encuentro y la mayor parte de nuestro trabajo se desarrolla aquí. • El Instituto o el trabajo, dependiendo de la edad del joven y de su situación. Nos ofrecemos y también proponemos.. • La familia. Normalmente trabajamos en coordinación con trabajadores sociales o educadores familiares de los Servicios Sociales o de la propia Caritas para llevar a cabo planes de acción familiar integrados. • Nuestros centros. Creando espacios de encuentro, de orientación laboral, de expansión... • El Juzgado, el centro de internamiento o la cárcel. Acompañando, intentando sacar conclusiones. Quizá sea el espacio donde la relación humanizadora se hace más necesaria. Documentación Social 124 (2001) | 335 Equipo de Educadores de Calle El 10 QUE VA QUEDANDO: CONSTRUIR POSIBILIDADES DESDE ABAJO Después de año y medio de trabajo en estos tres barrios van quedando cosas. Aunque no resulta fácil medir procesos y logros que tienen que ver con la dinámica personal de cada uno de los jóvenes, con los avances en su forma de entender su realidad, en su capacidad de tomar decisiones, en sus habilidades comunicativas, ...los Educadores de Calle sí somos testigos directos de estos pequeños cambios y también de otros pequeños pasos atrás. Por eso, el subtítulo de este tercer apartado sea quizá la mejor manera de decir o de nombrar en qué va consistiendo nuestro trabajo: se trata de construir o provocar posibilidades desde abajo. Entendemos por posibilidades aquellas pequeñas esperanzas, esos «inédito viables» que ocurren en la vida de los jóvenes: mayor conciencia de su realidad, deseos de cambio, inquietudes formativas, un pequeño trabajo, posibilidades de que lleguen los «papeles», la relación con su pareja, el último juicio, la última redada, la última entrevista de trabajo, una responsabilidad en la organización de una actividad, la participación en una asamblea, la reducción en el consumo, el reinicio de relaciones bloqueadas... Como Caritas, nos queda el haber «encontrado» esta realidad, a veces oculta, a veces magnificada por los medios de comunicación. «Muchos millares de muchachos de la calle ¡existen! y existen mucho antes de que resulten noticiosos y rentables...» (8). Asumimos nuestro papel de testigos renovando cada día nuestra opción y nuestra capacidad de contemplación activa de la (8) 336 MARTÍNEZ, E.: Cachorros de Nadie. Madrid: Ed. Popular, 1989. | Documentación Social 124 (2001) . 1WJ vida de estos grupos de adolescentes y jóvenes. Creemos en lo que planteaba el filósofo Emmanuel MOUNIER en cuanto a que existen dos maneras de actuar: «Los primeros tienen prisa y uti­ lizan tácticas de corto alcance. Los segundos ponen su confianza en el tiempo. Los primeros son propietarios de su causa. Los se­ gundos son testigos de lo que les sobrepasa». Se trata de una realidad dura, sin duda, pero viva. Y ahí están las posibilidades. Documentación Social 124 (2001) I 337 I