Humanismo cristiano (Teófilo González Vila) Un eximio filósofo español dice de sí mismo que es “ateo, pero católico”. Esto no supone contradicción alguna si entendemos que esta persona, que dice ser atea, se considera a la vezculturalmente católica, radicalmente informado y conformado por la cultura católica y, para más señas, española. La fe se hace cultura, crea cultura y en esa cultura puede sentirse vivir y pensar aun quien no profesa la correspondiente fe. Es más: esa cultura determinará incluso elmismo modo de ser ateo.De acuerdo conestas sencillas consideraciones, quien se dice inspirado en el humanismo cristiano no, por eso, hace una profesión de fe ni apela a convicciones propiamente religiosas.Ni un partido político que se remita en su ideario a la inspiración de ese mismo humanismo es, por eso, un partido confesional. Para asegurar, por tanto, que el PP no sea confesional no es necesario que se suprima el término cristiano con que en sus estatutos se especifica el humanismo en que se dice inspirado. Por lo demás, en estas mismas páginas he podido exponer hace tiempo las razones que me llevan a sostener que un partido confesional “sería… expresión de un grave error teórico y un evidente desacierto práctico”. Entre nosotros quizá las únicas formaciones políticas confesionales son aquellas que, desde una deformada concepción de lo laico, profesan con “religioso” fervor una concepción laicistabeligerante. Recientemente algunos dirigentes políticos en horas bajas han lanzado entusiastas proclamas de esa índole que, en el actual contexto español, resultan tan extemporáneas, desmesuradas, tan sorprendentes que es inevitable preguntarse “¿a qué viene esto?”. Quienes lanzan esos fervorines laicistas lo hacen al acusar al nuevo gobierno de querer borrar las, según ellos, conquistas de la etapa anterior en lo que llamaban la “ampliación de derechos”… Siendo esto así, entre las motivaciones que pueden explicar esas “salidas de tono” estaría el deseo de dirigir al amplio sector de la derecha progrela, para ésta, terrible acusación de que los proyectos de revisión legislativa anunciados por el nuevo gobierno en determinadas materias responden a connivencia, tratos y pactos con “los Obispos”. Ante esto, quienes pertenecen a esa derecha harán presurosos cuantas manifestaciones sean precisas para dejar clara su pureza de sangre progresista. Lo malo es que en ese empeño, faltos de la debida formación, sin principios ni capacidad dialéctica, víctimas de arraigados complejos, se sometan servilmente al dictado ideológico laicista de sus adversarios políticos y olviden que lo verdaderamente progresista es atender comunes exigencias morales naturales elementales, p.e., en defensa de la vida y la dignidad de las personas más débiles…